Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Solos tú y yo… y los demás por Paz

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Solos tú y yo… y los demás

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 27: Nuestro amor resiste a pesar de los mutuos engaños

 

La noche anterior llegó alrededor de las once, encontró a Kaede dormido delante del televisor encendido, lo apagó antes de inclinarse a su lado para levantarle en brazos, convencido que estaba tan dormido que no se enteraría de su llegada y que podía acostarle y dormir placenteramente hasta el día siguiente para recuperarse.

-Has venido –su voz sonaba somnolienta.

-Si.

-Déjame en el suelo, puedo caminar.

-Se que puedes… -en ocasiones él era el fuerte y Kaede se encogía mimoso en sus brazos,  acercó sus labios a los suyos, mientras el beso los unía atravesó la sala y le recostó sobre la cama cayendo a su lado, su mano traviesa le acarició por encima del pantalón, Kaede se despertó por completo. Abrió los ojos y le miró con ternura, le volteó dejándole debajo de él. Adiós mi descanso.

-¿Sabes que eres muy juguetón?

-Me gusta jugar… -y continuó la frase mentalmente- …contigo, -porqueexplícitamente  entendería que había otros y por el momento ese era su secreto- los demás les hago saber que yo soy el dominante y ellos se dejan porque se hacerles cosas que ni siquiera tú en tus mejores fantasías serias capaz de hacerme, eso es lo que amo de ti, tu inocencia, tu sentido de protección hacia mi, tu amor capaz de seguir incólume sin sospechar que soy capaz de manipular por alcanzar lo que me proponga, tal vez porque he comprendido que de algún modo necesito resarcirme de los rechazos que sufrí en la adolescencia, se que ellos no tienen culpa, pero lo siento así. Podrías decirme que tu padre no tiene nada que ver con mi pasado, y es cierto, él forma parte de nuestro presente, nos engañamos mutuamente y aún así nuestro amor resiste, pero eso no es óbice para que pueda disculpar tus mentiras, que me ocultaras que en algún otro lugar tienes un amante. ¿Qué me ocultas de él? Tanto te importa que no me has hablado de él? Tengo la sospecha que no es pelirrojo y de confirmarlo, ¡¡Ay Kaede!! ¿Que será de nuestra vida juntos? ¿Me engañaste cuando me hablaste de tu fijación por los pelirrojos? De ser así… no tenía respuestas a esos interrogantes, sabía que con el tiempo lograría obtener las respuestas.

-Juguemos… -se sentó a horcajadas de él, sus manos se apoyaron en su pecho moviéndose lentamente hacia abajo, hasta alcanzar el borde de la remera que echó hacia arriba, Hanamichi incorporó medio cuerpo, levantando los brazos por encima de su cabeza, se la quitó dejándola caer al piso.

Su movimiento fue deliberadamente lento, restregando su trasero contra su entrepierna, sintiendo el bulto que se formaba bajo el pantalón, inclinó el cuerpo hacia delante, posando sus manos en su pecho como si buscara afianzarse en él, fue bajándolas despacio hasta alcanzar la cinturilla del pantalón, se retiró hacia atrás al tiempo que sus manos bajaban por sus caderas, llevando por  delante de ellas el pantalón, Kaede levantó la mitad inferior de su cuerpo para facilitarle la tarea, pantalón y bóxer salieron al mismo tiempo, la exuberante erección de su koi dio una sacudida al ser liberada de su encierro.

Kaede seguía con atención sus movimientos, como esperando ver que iba a hacer, aquella noche era una de esas veces que le dejaba llevar la iniciativa hasta cierto punto, no perdió la ocasión y apenas liberó su miembro se abalanzó sobre él, metiéndoselo en la boca y comenzando a humedecerlo con su saliva para facilitar la penetración, sus dientes le rozaban y su lengua rasposa encendía sus sentidos, era un placer sentirle temblar y como sus manos apoyadas en su cabeza, le incitaba a seguir, mientras la respiración de su koi se volvía más pesada y jadeante, al cabo de un rato, le apartó alzando su cabeza a su altura, la mirada tierna de Kaede le envolvió así como sus brazos y sus labios se posaron en los suyos en un beso fuerte e intenso que le dejo como fundido en su boca, sus besos eran apasionantes y siempre conseguían desear que no acabaran nunca.

Mientras la caricia se prolonga sus manos se movían acariciantes por su espalda hasta alcanzar sus nalgas, las amasó entre sus dedos, de un modo tan vehemente que de seguro se los ha dejado marcados, se estremece cuando siente como su dedo se introduce dentro de él y un ahogado gemido  es liberado cuando sus labios se despegan de los suyos para iniciar un camino húmedo por su barbilla, cuello y pecho hasta alcanzar su tetilla izquierda, su lengua delimita su borde y sus dientes se prenden de su pequeño botón excitándole, su espalda se arquea y su cabeza se echa hacia atrás en un gesto de voluptuoso placer, ahora tiene tres dedos moviéndose dentro de él, arrancándole gemidos sin poder detenerse, su miembro se roza con el suyo en una danza candente de roces eleva la temperatura de sus cuerpos, sus miembros se frotan entre si, se sacuden alborozados.

-Por favor…Kaede… hazlo ya… -suplica cuando su boca ataca su otra tetilla, la sensibilidad es intensa y todo su cuerpo tiembla estremecido por las sensaciones que esta percibiendo.

Kaede sabe que ya le tiene preparado y que no necesita pedírselo otra vez, él mismo se mueve dándole la espalda, al instante siente su mano en su cadera, mientras la otra sujeta su pene y lo dirige certeramente hasta su ano metiéndoselo hasta el fondo, siente como sus testículos golpean contra su cuerpo.

Un jadeo escapa de entre sus labios, su boca entreabierta deja salir sonidos inarticulados. Por Kami Kaede es sexy, más que eso es el dios del sexo, es el único pensamiento coherente que tiene, sabe lo que le gusta y como hacérselo, su mano se ha movido hacia su entrepierna y tiene su polla entre sus dedos moviéndola al ritmo de sus embestidas, hasta conseguir que se venga, derrama su simiente sobre la ropa de cama, más Kaede no interrumpe sus embestidas, ni atiende al tembloroso movimiento de su cuerpo, él todavía no ha llegado a su límite y sabe que volverá a excitarlo y le hará correrse por segunda vez. Eso es lo que más adora de Kaede, la energía que tiene, como se contiene hasta llegar a la cúspide de su unión. Esa noche no es diferente, sus cuerpos se mueven al unísono, sus respiraciones jadean a un ritmo diferente pero que no se diferencia en mucho, los dos ansían esa comunión de sus cuerpos, sentirse uno, amarse por encima de todo y en ese momento, en ese instante, sabe que le pertenece, que el amor de Kaede esta ahí, en cada una de sus caricias, en sus besos, en el tierno roce de sus dedos, en el penetrante e impetuoso empuje de su cuerpo que consigue alcanzar, su ímpetu estremece las fibras más sensibles de su cuerpo, los espasmos que le estremecen cada vez que su próstata recibe su empuje y arrancándole incontenibles deseos de más, se siente tan amado por Kaede que todo su cuerpo se sacude con profunda intensidad, Kaede sabe que esta llegando una vez más a su limite y sus embestidas se hace más recias, más profundas como si quisiera perderse dentro de él, su ritmo se acelera, su mano acentúa sus movimientos, las intensas sensaciones que le recorren le llevan al clímax y su cuerpo se vacía,  expulsando con vigorosa energía y abundancia su esencia, al mismo tiempo que dentro de sus entradas percibe las sacudidas de su órgano que también eyacula el contenido de sus testículos hasta quedar fláccida y saliendo de su interior antes de sentir el peso de su cuerpo sobre su espalda. Al instante Kaede se aparta a su costado, sus respiraciones son fatigosas.

Ninguno de los dos habla, Kaede estira el brazo atrayéndole contra su cuerpo, se acomoda en el hueco que forma su cuerpo, sus piernas se acomodan tras las suyas y su trasero queda ajustado contra su pubis.

No ha pasado mucho tiempo cuando vuelve a sentir tiernos besos en su nuca y hombros, se mueve friccionándole y siente como se le pone duro, una risilla escapa de entre sus labios antes de proferir un gemido, Kaede le ha dado un mordisco en el hombro a modo de castigo por su atrevida caricia.

Se gira para quedar frente a él, sus bocas se unen en un beso que aumenta la temperatura de sus cuerpos y poco después la danza amorosa recomienza.

*****************

A la mañana siguiente, despertaron tarde, tras un copioso desayuno, salieron a la calle, dispuestos a moverse para gastar las calorías que habían consumido,  no es que fueran muchas, aún así les apetecía caminar y como puestos de acuerdo sus pasos les llevaron hasta la playa.

Anduvieron por la orilla, allí donde las olas morían, Kaede le protegía del fuerte viento pasándole el brazo por su cintura para mantenerle apretado a él, de vez en cuando su cabeza se inclinaba y sus labios se posaban en los suyos, dándole cálidos y suaves besos como cuando comenzó su romance con Kaede.

Se sentía a gusto teniéndole tan cerca, tan protector y cariñoso. Se veía reflejado en sus pupilas, alzó sus manos alrededor de su cuello, sus dedos acariciaban su nuca, miro a derecha e izquierda para acabar comprobando que eran los únicos locos como para estar en la playa ese desapacible día, solo entonces, sus cabezas se aproximaron hasta que sus labios se unieron en un beso profundo e intenso que los dejo jadeantes de deseo.

-Te amo, Kaede.

-Te amo, Hanamichi –repitió.

-Hazme el amor. –le pidió dejándole suaves besos en su rostro.

-¿Aquí? ¿Ahora? –preguntó sorprendido.

-Si… si…, te necesito dentro de mi. Compláceme por favor –gimió- Nuestros abrigos son amplios y nos cubren los suficiente. –le advirtió por si no se había percibido de esa circunstancia- Ámame en la playa, de pie, tu puedes conmigo. –y mientras hablaba sus manos se movieron hacia su pantalón, bajándoselo hasta las rodillas mostrándole que su beso le había dejado duro.

Kaede estremecido ante esa maravillosa visión, olvido toda prudencia, todo recato y se apresuró a aflojar la bragueta de su pantalón, dejándolos deslizarse hasta sus caderas, liberó su miembro que comenzaba a erectar. Eso era lo que más le gustaba de él, sabía complacerlo, estuviera donde estuviera.

La sensación de peligro hacia correr la adrenalina por sus cuerpos que se entregan con intensidad a su unión.

Mas tarde, acabado su paseo por la playa, el deseo de comer les llevó hasta un lugar bien conocido por ambos, en Danny’s coincidieron con Sendoh quien se invito a si mismo quedando a comer con ellos. Kaede prefería sentarse frente a él para mirarle de frente, a veces alargaba su mano libre hacia la suya rozándola con la punta de sus dedos, ligeras caricias que no llamaban la atención del resto de los parroquianos, pero que si veía Sendoh, le gustaba provocarle, una de las veces bajo su mano y la posó en el muslo de su amante, próximo a su entrepierna, rozándole apenas. Kaede con la mirada fija en su rostro no fue consciente de la sacudida que Sendoh dio en el asiento.

Después de aquello para su tranquilidad Sendoh se apresuró a despedirse dejándoles. Al verle sintió que cuando acabara su tiempo con Kaede le haría una visita, había olvidado cuando fue la última vez que estuvo en su piso, hizo memoria y recordó, fue la noche que conoció a su suegro.

Un mes había transcurrido desde ese día y con puntualidad ha acudido los jueves a su casa, al principio, Yoshisato-kun se mostraba como temeroso de responder, pero la última vez que estuvieron juntos, falto poco para que tomara las riendas y se viera cogido por él. -Se preguntó- ¿como sería dejar que aquella tranca tan parecida a la de Kaede le penetrara? Tal vez, en nuestro próximo encuentre le deje hacerlo, a lo mejor me hace sentir tan bien como si fuera Kaede, después de todo es su padre.

-Te has distraído.

-Disculpa…, pensaba en tu padre –reconoció.

-Alguna vez también lo hago yo. –no podía decirle que se arrepentía por haber tomado tan en serio sus palabras cuando discutieron. Tenía que saber que su padre tenía ciertos arrebatos de los que después se arrepentía y él con su orgullo lo estropeo todo.

-Deberíamos pedirle alguna vez que venga una temporada a casa, algún fin de semana para que no se sienta tan abandonado.

-¿Quieres tener a todos mis parientes en casa? –preguntó serio.

-No me importaría… es como si todo lo tuyo fuera mío también… -Kaede no podía saber hasta que extremo eso era cierto. Solo le faltaba conocer a su hermano mayor Asato-kun. Presentía que llegado el caso era lo suficientemente adulto como para no dejarse engatusar.

-Gracias…., fui afortunado cuando nos conocimos.

-He sido yo quien ha salido ganando, tengo un marido que me ama, me sobreprotege y que satisface todos mis caprichos, ¿Qué más puedo pedir? –Pudo añadir- que deseaba tenerle solo para él pero prefirió callárselo, porque si no fuera así tampoco él podría buscar distracciones fuera de su hogar, con otros hombres que no fueran Kaede. Adoraba ese detalle que le dejaba libertad para llevar una vida independiente de su esposo, y que él confiara en su rectitud le satisfacía aún más. En el fondo Kaede era tan ingenuo.

Al concluir la comida, tras una corta tertulia salieron del local. Una vez en la calle se dejó abrazar por su esposo como la pareja de enamorados que eran, sin sentirse amilanados por las miradas que algunas personas les dirigían. Ellos se amaban, y eso era lo único que les importaba, la opinión de la gente les resbalaba.

El viento había cedido en intensidad y pudieron recorrer las calles sin sentirse molestos.

-¿Dónde quieres que vayamos? –preguntó Kaede sin que durante ese tiempo hubiera dejado de mostrarse cariñoso con él, calidas miradas, tenues roces de labios, caricias.

-Vayamos a Tokio, llévame a todos los locales de alterne hasta que no resistamos más.

-Tú mandas… -y así lo hicieron.

Acabaron de madrugada metidos en un karaoke rendidos, pero satisfechos.

-Tenemos que repetirlo, ha sido fantástico –musitó Kaede tumbado en el suelo abrazando a Hanamichi.

-Seguro… -una tierna sonrisa asomó en sus labios, esa noche se había sentido como un niño pequeño con un juguete nuevo. Agradecido le beso con suavidad en los labios. Kaede dormía placidamente.

Cerró los ojos y se rindió al descanso.

A instancia suya, se tomaron esa semana, justificando su ausencia en sus respectivos trabajos, la pasaran en Tokyo, recorriendo sus calles, visitando lugares como si fueran turistas, yendo de un lado a otro incansables, comiendo en pequeños locales,  y durmiendo en hoteles del amor después de agotar su tiempo en locales nocturnos, se amaban hasta agotar el tiempo de que disponían, se sentían como dos adolescentes haciendo pellas, fue una semana increíble y cuando terminó, se prometieron repetirla, solo que en otra ciudad.

Aquella última tarde regresaron a Kanagawa, a su casa porque a la mañana siguiente tenían que trabajar.

Cuando ya el sueño estaba venciéndole tuvo su último pensamiento hacia Mitsui y Kogure que estarían de los nervios porque no les había llamado durante todos esos días.

Al día siguiente supo que razón no le faltaba. Estaban impacientes por saber algo.

Continúa en el próximo capítulo…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).