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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

Aviso de la autora:

Se puede decir que estos recuerdos serán una especie de relleno de la historia porque se haría demasiado largo escribir acerca de su vida juntos, de este modo iré intercalando como han transcurridos sus vidas desde los veintisiete años a los treinta y nueve que es cuando acaban separándose. De esta manera me da mucho margen para escribir y también para que se comprendan algunas cosas que no escribí en las dos primeras partes. Por ese motivo los iré subiendo a medida que pueda desarrollar las tramas. En la parte cuarta continuará el desarrollo de la historia con el final definitivo. Si vosotras veis alguna cosa que falte saberse y que yo no haya desarrollado, podéis decírmelo con toda libertad y veré el modo de añadirlo antes de terminar esta tercera parte.

 

No necesariamente se dan todos estos puntos en el presente capítulo:

1º Letra en negrilla recuerdo de conversaciones que han mantenido en el pasado.

2º Letra en cursiva pensamientos o conversaciones mentales que mantiene consigo mismo.

3º En tiempo presente, será este tipo de letra.

4º Este capítulo se desprende de la segunda parte, capítulo 29, en el que Hanamichi decide ver a Akira después de haber cumplido su fantasía, recordando algo que hizo mucho antes de saber que Kaede le engañaba con sus primos y que sorprendentemente, tal vez por un sentimiento de culpabilidad lo envió al fondo de su mente olvidándolo. Hanamichi tiene 26 años en el instante que comienza a recordar, y 18 años en su recuerdo.

Solos tú y yo… y los demás

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

III Parte: Recuerdos

 

Capítulo 33: Mi primera vez

 

 

 

En ese instante, en la quietud de la madrugada, mientras su amante dormía a su lado, el recuerdo brotó con toda nitidez y comprendiendo porque tras la llamada de Kaede experimentó aquella vaga inquietud que desechó enseguida porque su mente estaba pendiente de la fantasía que estaba a punto de cumplirse.

 

-No me esperes esta noche, mi hermano me ha pedido que vaya a verlo a Tokyo.

 

-¿Algún problema? –su tono de voz indicaba que esta vez su inquietud era real.

 

-Desde que mis padres se separaron, Asato-kun tiene con él a mi hermano Seitarou, al parecer tiene malas compañías y quiere que hable con él, porque según dice soy su héroe y me respeta.

 

-Puedes decirle que venga una temporada a vivir con nosotros, así lo alejarías de Tokio y de esas amistades. –propuso impulsivamente, ni siquiera él en ese momento pensó de donde habría brotado ese deseo de ver al chico.

 

-Lo tendré en cuenta. Gracias por tu comprensión. Te amo.

 

-Yo también te amo. –respondió. Y la llamada se cortó.

 

Pensando en la conversación que había sostenido con Kaede, los recuerdos de ocho años atrás regresaron con fuerza a su mente donde habían permanecidos olvidados. Recuerda que entonces él tomó su actitud como una alteración de sus hormonas no dándole mayor importancia, sin embargo, la llamada de Kaede al mencionarle a Seitarou le devolvió esos recuerdos, dentro de si sintió removerse su memoria, pues estaban tan profundamente ocultos que durante unos segundos el temor se apoderó de él.

 

Ahora recordaba todo y comprendió que sus andanzas sexuales habían comenzado mucho antes de iniciar la universidad, Ihara-sensei había sido el detonante para evitar sentir cargos de conciencia debido a su agudizada sexualidad.

 

Por aquellas fechas, la unidad familiar de los padres de Kaede se estaba desmoronando y quienes más sintieron aquella separación fueron los hijos. Seitarou de quince años y Takanobu de catorce se habían trasladado a Kanagawa en busca de su hermano debido al desconcierto que sintieron los dos más jóvenes de la familia Rukawa cuando sus madres se fueron a vivir juntas abandonando a su padre, la confusión de esa relación se cobró dos víctimas inocentes en más de un sentido, porque aunque entonces nada le hacia sospechar de la infidelidad de Kaede no tuvo reparos en tener sexo con ambos, primero con Seitarou y dos días mas tarde con Takanobu. Ninguno de los dos volvió a Kanagawa, tal vez por respeto a su hermano. Él lo tomó como una alteración de sus hormonas y también olvidó lo ocurrido hasta ese momento en el que la llamada de Kaede lo sacó a la superficie.

 

Kaede le había llamado para avisarle que a la salida de su trabajo iba a pasarse por casa de su madre, por entonces, ya estaba separada de su padre unas dos semanas y él la visitaba a menudo. Mas tarde, volvió a ponerse en contacto con él. Se quedaba a pasar la noche con ella y con Urako-chan, su otra madre, la ex concubina de su padre.

 

En aquellos días, su amor por Kaede se mantenía incólume, en ningún momento le pasó por la mente la idea de fijarse en otro hombre, ni siquiera traicionar la confianza que Kaede tenía en él. Era demasiado joven y estaba muy enamorado como para engañarle, sin embargo, eso ocurrió.

 

Todo empezó cuando abrió la puerta. Lo sucedido a partir de ese hecho fue algo inevitable, impensable uno, ocurrió sin más, preconcebido el otro, un día más tarde aprovechando que estaban solos.

 

Ahora lo sabía, aquella noche fue su despertar a los placeres de la sexualidad, aunque su cuerpo comprendió que había otros modos de procurarse placer, su mente continuó cerrada a esa posibilidad algún tiempo más hasta que conoció a Ihara-sensei quien le enseñó que si quería disfrutar del sexo debía ser él quien llevara el control y desde entonces así fue. El control era primordial y necesario para mantener una relación.

 

Recordó vívidamente como había sido la primera vez que estuvo con los hermanos de Kaede y como nuevas emociones y sentimientos fueron moldeando su carácter por otros derroteros. Era consciente que de no haberlos conocido su inocencia se habría mantenido intacta.

 

Eran las diez de la noche y acababa de tomar un baño cuando escuchó que llamaban. Extrañado se acercó al guenkan. Aunque no eran horas adecuadas para visitas, tampoco le asustaba abrir, lo que no esperaba era encontrarse con un adolescente, el chico un poco más bajo que él, de increíbles ojos y pupilas azules, sus cabellos oscuros le caían por encima de los hombros, el parecido entre los hermanos era asombroso, quedo atrapado dentro de su mirada azulina, en ella se veía confusión, como si se sintiera perdido. Él a su vez quedo impactado, mirándole e incapaz de apartar la mirada de su rostro, atrapado por la dulzura y el desconcierto que también veía en la de él.

 

-Busco a mi hermano… -al oírle expresarse en esos términos salió del aturdimiento que su presencia le produjo, dándose cuenta que el muchacho también estaba impresionado. Aunque era joven era consciente que atraía las miradas de hombres y mujeres no los tomaba en cuenta, sin embargo, esa noche deseo mantener su interés en él.

 

-¿Y quién es tu hermano? –preguntó aún sabiéndolo cuando recuperó el don de la palabra, ese muchacho era un autentico bombón, hasta se había puesto duro solo con verlo, afortunadamente la bata de amplios pliegues ocultaba en que estado le había puesto. El chico lucia una imponente constitución, posiblemente hacia algún deporte extra escolar.

 

-Ru… Rukawa.

 

Oírselo decir volvió a dejarle sin palabras, había deseado equivocarse, a pesar del parecido, porque cuando Kaede le hablaba de su hermanito y en ningún momento se le ocurrió preguntarle la edad, siempre pensó que era un crío y no un adolescente con una figura tan imponente, el parecido con Kaede era increíble.

 

-Pasa, eres su viva imagen. ¿Cómo te llamas? –preguntó haciéndose a un lado para permitirle el acceso.

 

-Rukawa Seitarou.

 

-Mi nombre es Sakuragi Hanamichi y tu hermano es mi esposo –dijo con naturalidad, fijándose en la confusión que nuevamente aparecía en su rostro al oírselo decir.

 

El muchacho pasó al interior con expresión más confusa.

 

-¿No esta? –preguntó deteniéndose, al fijarse que su hermano no salía a su encuentro.

 

-No… -Cerró la puerta, quedando ambos parados, mirándose frente a frente. Sabía que el chico estaba pasando unos días con su hermano mayor, en tanto su padre arreglaba el problema que se le había presentado con su esposa legítima, con quien tuve dos hijos, y con Urako-chan, su concubina que le dio dos chicos también, este que estaba delante suyo y otro más pequeño, ahora viéndole se preguntaba si su padre era tan alto, al parecer, Kaede no era él único con esa estatura.

 

Él estaba en el último año de la preparatoria por tanto no sabía que palabras emplear para animar al chico, la situación en su hogar tiene que ser frustrante. Él sabe bien como debe sentirse el chico porque la situación en su hogar también era atípica.

 

-Volveré otro día… -hizo intención de retroceder hacia la salida.

 

Le tomó de la muñeca tirando de él hacia el interior del apartamento.

 

-Siéntate, no estas en condiciones de salir a esta horas de casa, tu hermano me mataría si te dejo marchar. Ni siquiera se porque te has atrevido a salir tan tarde. Tienes suerte que este es una zona tranquila. Siéntate. -repitió al ver que seguía dudando- llegas a tiempo para acompañarme con un te.

 

-He dejado a mi hermano solo.

 

-¿Dónde esta? –preguntó preocupado por su seguridad.

 

-En el apartamento de mi hermano, nos dejo una llave y nos dijo que podíamos utilizarla si alguna vez veníamos aquí.

 

-Llámale y dile que te quedas y que venga mañana a desayunar con nosotros –ofreció convencido que allí no había nada con que alimentarse y más tranquilo por su seguridad-  ¿Saben donde estáis? –Se refería al resto de la familia, al ver su mirada añadió- Llama a tu hermano mayor, seguro que están todos preocupados por vosotros. Mañana veréis aquí a Kaede y él seguro que sabe que hacer.

 

El chico acabo haciéndole caso, supuso que se habían marchado sin decir donde iban, le dejo solo mientras realizaba las llamabas, si hablaba con su madre se enteraría que Kaede estaba con ellas. Él pasó al dormitorio para preparar su futón. La llegada del chico había retrasado su momento de acostarse, tampoco es que le molestara, estaba acostumbrado a dormir poco.

 

Sacó del oshire una bata de Kaede, llevándola consigo.

 

-Puedes darte un baño si quieres. –dijo fijándose que el chico aparentaba estar más tranquilo.

 

-Gracias… -aceptó la prenda que le tendía y se dejo guiar hacia el baño.

 

Aunque no era necesario le enseño la distribución del apartamento.

 

-Cuando estés listo, he extendido un futón en el suelo de nuestro dormitorio, supuse que no te importaría. –no añadió que si lo hizo así es para que durante el resto de esa noche no se sintiera solo.

 

Una hora más tarde una sigilosa figura se deslizaba dentro de su futón, solo entonces Hanamichi cerró los ojos e intento dormir.

 

No supo que le había despertado, hasta que empezó a escuchar un sollozo que procedía en la misma habitación, se levantó, al instante el silencio solo fue roto por sus pasos, vió que el chico estaba de espalda y tenía tan rígidos sus hombros que llegaría a sentir dolor si los mantenía mucho más tiempo así.

 

Se arrodilló a su lado. Apartó la ropa de cama y se metió dentro del futón, se pegó a la espalda del chico echándole el brazo por encima, al momento se giró hundiendo su rostro en el hueco de su cuello y llorando sin ningún rubor, mientras sus manos se aferraban a su espalda y sus piernas se enredaban en las suyas, su llanto era tan desconsolado que no hizo nada por evitar ese contacto tan íntimo, el enredo de sus dos cuerpos, más el calor que se trasmitía a través de la suave tela de las batas le estaban excitando una vez más.

 

Cuando su llanto fue remitiendo el chico fue consciente no solo de su apretado abrazo, sino de la presión de su miembro contra su vientre, intento desenredarse del abrazo.

 

-Todo esta bien…, no te preocupes… no voy a decirle a nadie lo asustado que estabas –comentó sin hacer intención de romper el abrazo, al contrario, posó su mano en su cuello, abarcándolo entre sus dedos y alzando su cabeza para mirarle, luego, sus labios se posaron en sus ojos secando las lágrimas que continuaba cayendo por sus mejillas, fue dejando suaves roces hasta alcanzar la comisura de sus labios, donde una quedaba una gota salada, la lamió con la punta de su lengua que despacio se fue deslizando por entre sus labios que se entreabrieron con un suave gemido. Aquel movimiento fue suficiente para hundirse dentro de su boca.

 

El gemido del chico le enardeció, era como si estuviera escuchando a Kaede, en la penumbra veía sus facciones casi idénticas, sus cabellos y sus ojos muy abiertos, como sorprendido por la invasión de su lengua que húmeda y caliente se movía dentro de su boca. Sus manos se movieron por debajo de su bata recorriendo la tersura de su piel, deleitándose con su suavidad.

 

Sentía como si fuera Kaede quien allí estaba con él y todo aquello que le hubiera gustado hacerle lo hizo con su hermano que en ningún momento protestó o se apartó por sus avances.

 

No podía decir que todo había sucedido muy rápido y que no fue capaz de razonar, al contrario, fue lento y minucioso, explorando al máximo aquel cuerpo virgen que se le entregaba sin exigencias, que gemía y sollozaba bajo el suyo, que exigía con sus movimientos que no le dejara.

 

Fue una noche larga y provechosa, solo el agotamiento físico consiguió que al alba se quedaran dormidos.

 

Pasaba de las ocho cuando una fuerte llamada le despertó. Como un zombi se dirigió a la entrada, abriendo la puerta.

 

-¿Sabes cocinar? –preguntó apenas distinguió al adolescente.

 

-No.

 

Hizo un esfuerzo para preparar el desayuno de los tres, al mismo tiempo él iba llenando su estomago con te y galletas, en cantidad suficiente para despejarle.

 

Cuando se sintió mejor, se fijo en el chico que estaba parado en mitad del pasillo, frente a la puerta de la cocina.

 

-No te quedes ahí, siéntate. ¿Tú eres…? –en ese instante no estaba muy despierto como para hacer memoria y recordar su nombre.

 

-Rukawa Takanobu… -dijo inclinándose levemente.

 

-Sakuragi Hanamichi, soy el…

 

-…novio de mi hermano. –le interrumpió adentrándose a la cocina y ocupando la silla que le indicaba.

 

-Eso… -prefirió no dar más explicaciones.

 

-Mi hermano nos habló de ti.

 

-Espero que bien… -dijo dándole la espalda para continuar cocinando, ante su silencio medio se volvió, fijándose que tenía las mejillas sonrosadas, lo que fuera que les había dicho debía ser muy halagador para conseguir ese efecto. Prefirió no insistir.

 

Estaba por terminar cuando Seitarou llegó arrastrando los pies, como si no pudiera soportar su propio peso. Observó que al sentarse se removió como buscando una mejor posición, al parecer estaba dolorido.

 

Sirvió los platillos con los alimentos sobre la mesa, había miso, pescado asado, diversos encurtidos con arroz y abundante té para beber.

 

Comían en silencio cuando escucharon que la puerta se abría y una voz conocida se oía.

 

-Tadaima…

 

-Que bueno que has llegado… -Hanamichi se levantó eufórico para recibirle, con el estomago lleno se sentía más animado.

 

Kaede estaba besándole cuando se apartó al oír pasos.

 

-Han venido tus hermanos… -le dijo como si no supiera que él estaba enterado o al menos eso creyó en ese momento.

 

Kaede miró a sus hermanos con expresión indescifrable.

 

-Están muy confusos con la separación de vuestros padres, no seas muy duro con ellos –musitó bajo.

 

Kaede asintió. No supo que hablaron, al parecer nada que pudiera hacerles sentirse peor.

 

Cuando la conversación concluyó se reunieron con él en la cocina, donde estaba preparando más raciones porque sabia que Kaede con toda posibilidad no había probado alimentos sólidos. Casi nunca comía fuera, prefería los alimentos preparados por sus manos., ese detalle le halagaba y complacía por eso siempre se esmeraba en sus comidas. Kaede apreciaba su esfuerzo con esas miradas que le derretían.

 

Fue consciente que Kaede había notado el aspecto poco saludable que aparentaba tener su hermano, observando al pequeño y también a él, aunque su aspecto no le sorprendido en exceso porque el suyo debía ser el que tenía siempre.

 

Aprovechando un momento que los jóvenes estaban distraídos Kaede le ayudó a recoger la cocina, entre los dos terminaron enseguida.

 

-¿Qué ha pasado? –le preguntó.

 

No podía fingir ignorancia.

 

-Ya te lo dije… estaba deprimido…, cuando supo que no estabas quiso marcharse, pero ya era muy tarde, no le deje. Me contó que su hermano estaba en tu piso, le dije que le llamara y también a su madre y que os dijera donde estaba. Ten en cuenta que aunque no lo parezcan son unos críos y esta situación tiene que resultarles muy dura. –hablaba como si él fuera un adulto.

 

-Gracias, por cuidarle…

 

-Son tus hermanos… no podía dejarles solos…

 

Kaede le abrazó, le dio un suave beso a modo de agradecimiento.

 

Fue aquella la primera vez que engañó a Kaede.

 

Podía pensarse que se sentiría arrepentido por lo que hizo esa noche, sin embargo, enseguida comprendió que no era así. Tal vez por eso comenzó a mirar al más pequeño con otros ojos, evaluando lo que veía y le resultado fue que aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para cogerle, fue Kaede quien se la proporcionó al pedirle que acompañara a su hermano pequeño al piso para ayudarle a recoger sus cosas se quedarían unos días a vivir con ellos.

 

Todo comenzó por un accidente nada inocente, ya que él mismo provocó la situación, el chico con catorce años era demasiado inocente para comprender que el tropezón era fingido y que si cayó sobre él fue algo deliberado. Movió sus caderas contra las suyas al fingir intentar levantarse y cuando percibió la reacción del chico, no perdió más tiempo.

 

Minutos después le tenía gimiendo debajo de él, tuvo que conformarse con algo rápido ya que de demorarse en exceso Kaede se hubiera extrañado. Lo bueno de aquello, fue que en ningún momento se sintió culpable por engañarle. Considerando además que tan rápido como ocurrió igualmente lo olvido hasta esa noche.

 

****************

 

Ocho años habían transcurridos desde ese suceso. Se llevó la mano a la cabeza restregando sus cabellos.

 

-¿Cómo pude olvidarlo?

 

Un movimiento a su lado le indicó que Akira emergía del sueño.

 

-¿Te has despertado pronto? –musitó aún adormilado.

 

-Si… -no iba a decirle que llevaba despierto en tanto él dormía.

 

-¿Te vas? –preguntó al sentirle levantarse.

 

-Si…, sigue durmiendo aún es pronto para ti.

 

Se dio una ducha rápida para quitarse su olor.

 

Media hora más tarde dormía relajado en su propia cama.

 

Despertó con los besos que Kaede le daba, le echó los brazos al cuello y le atrajo contra su cuerpo, las manos de Kaede al tocarle le enardecieron.

 

Poco después se escuchaban sus gemidos. Hacer el amor les era tan necesario como respirar.

 

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

Glosario:

Oshire: armario

Si tenéis alguna duda ya sabéis donde encontrarme.


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