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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

CUIDADO CON ESTE CAPÍTULO, HAY VIOLACION NO CONSENTIDA Y LENGUAJE MALSONANTE.

Solos tú y yo… y los demás

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 15: Danza de deseos inmoderados

 

Se sintió aliviado cuando acompañó a Hanamichi al aeropuerto para despedir a los gemelos que volvían a su país de origen. Habían llegado con un par de maletas y se marchaban con cuatro, era increíble todo lo que pudieron comprar, se preguntaba como serían capaces de pasarlo por la aduana. Tampoco es que le importara, ellos sabrían como hacerlo.

 

Pronto se despreocupó de ese asunto, seguro que apenas estuvieran en su casa le escribirían a Hanamichi para contarles sus andanzas y a través de él se enteraría de lo que hacían, sabía que no tenía que haberles invitado a regresar cuando quisieran, que Hanamichi les recibiría encantado, no se incluyó porque ellos sabían que esperaba que lo hicieran, no podía negar a si mismo que el motivo que le había impulsado a hablar era puramente sexual porque había transcurrido unos días frustrado al sentirse caliente delante de los  pelirrojos y no poder cogerse a ninguno de ellos, bueno, a ninguno no, Hanamichi hacia su mejor esfuerzo para no delatar lo que pasaba tras las paredes de su dormitorio durante algunas noches, aunque no siempre lo lograba, él en cambio conseguía liberar tensiones. En el fondo de su corazón sentía remordimientos por darles a entender que eran bienvenidos, conociéndose su fidelidad a su koi volvería a estar dividida entre unos y otros, en cambio si no regresaran y todos ellos volvieran a su país su fijación continuaría siendo exclusiva para Hanamichi quien le tendría para el solo.

 

Aquellos quince días fueron estresantes al máximo. No contaba las mañanas porque estaba en la preparatoria y la atracción que suponía Hanamichi la tenía controlada, en cambio las tardes eran un suplicio. Estaba duro como una piedra casi todo el tiempo, frustrado porque no podía tirarse a ninguno de los dos pelirrojos, si no hubiera estado Hanamichi presente, no hubiera dudado en tirarse a uno tras otro. En cambio, como era imposible conseguirlo la mayor parte de la tarde, la pasaba bajo la ducha de agua fría, bajo la mirada apenada de Hanamichi que creía comprender a que se debía sus continuas visitas a la ducha, era consciente que su koi se sentía culpable por no poder hacerlo tantas veces como solían hacer, solo que estaba no era por él por quien su cuerpo clamaba de un modo tan rotundo, por eso para evitar calentarse, intentaba no mirar al rostro a los gemelos cuando los cuatro estaban en una misma habitación, no siempre lo lograba y cuando eso sucedía, se marchaba a practicar a una cancha cercana para regresar tan agotado que en un principio le imposible distinguir si eran rubios, morenos o pelirrojos, lo malo es que tras darse una ducha para quitarse el exceso de sudor, volvía otra vez a pasar por el mismo suplicio, para evitar que vieran el enorme paquete que exhibía comenzó a utilizar por las tardes batas holgadas en lugar de pantalones. Al principio, ellos miraban su ropa tradicional con curiosidad y divertimento, luego acabaron acostumbrándose.

 

En aquellos días de frustración la llegada de William fue providencial, ellos se iban pero quedaba él, había aliviado en gran medida su desmedido interés por los pelirrojos para centrarse en el mayor de los hermanos, bueno, había uno más por delante de William, al parecer era quien se ocupaba junto a su padre del patrimonio familiar y era poco posible que algún día apareciera allí, esa certeza le tranquilizaba un montón.

 

El vuelo de los gemelos había sido anunciado como próximo a partir, momento que aprovechó el hermano mayor para darles las últimas recomendaciones antes de despedirse de ellos con un abrazo, en cambio, cuando fueron donde ellos estaban, como puestos de acuerdo los gemelos se inclinaron ceremoniosos. Hanamichi y él correspondieron del mismo modo, no pudo evitar al ver esas cabelleras rojizas sentir un fuerte tirón en su entrepierna. Agradeció que tuviera la prudencia de llevar una chaqueta holgada.

 

Que ellos se marcharan era bueno para los que se quedaban, entre los que se incluía. Tendría más tiempo para dedicarlo a su pareja, aunque le quedaban tres días por delante antes que William también les dejara, por de pronto, él iba a ocupar el dormitorio que dejaban libre los gemelos, lo que era muy conveniente para los próximos días o debería decir noches, sabía que esa acepción estaba en su mente debido a la fuerte presión que sentía entre sus piernas, estaba tan duro que en ese instante solo pensaba como podía librarse de ella sin que los que le rodeaban fueran conscientes de su vergüenza.

 

William les invitó a comer fuera, a modo de despedida de esos dos "torbellinos" como solía llamarles cariñosamente, Hanamichi se apresuro a aceptar, no dándole otra opción que seguirles.

 

A poco de ocupar una mesa, en un recogido y apartado reservado, se disculpo un momento, no podía estar una hora o dos en esas condiciones. Iba a ser peor que una tortura china.

 

Estaba metido en uno de los cubículos del ofuro cuando escuchó que la puerta se abría y pasos que se acercaban.

 

-¿Estas ahí?

 

-Si.

 

-Déjame ayudarte.

 

Abrió el pestillo y William pasó. Quedaron dos encerrados en el pequeño espacio, se puso en cuclillas, tomando entre sus manos aquel trozo enorme de carne surcada por venillas azuladas, el color de su piel era lechosa, una cabeza nunca hasta ese momento había podido observarla a la claridad del día, era hermosa y con un color bermellón, comenzó a secretar saliva solo con ver ese agujero que se veía hendido en la punta escurrirse unas gotas de presemen, tan atrayente que le dio el primer lametazo y que saboreo.

 

-Apresúrate… no tenemos tiempo… -dijo Kaede sin poder evitar el gemido que esa lamida le había provocado.

 

Se deleito mirándolo y sobándolo con sus dedos, el chico estaba tan caliente que le sentía aumentar de tamaño entre sus dedos. Era proporcionado a la altura del chico. Unas seis pulgadas de grosor  que trago como si fuera un helado al que previamente lamió y ensalivó hasta dejarlo resbaladizo, lo dejaba deslizarse por su garganta abierta hasta que su rostro se hundía en la mata que cubría alrededor y por debajo su polla que tenía un rico sabor su nariz aspiraba su delicioso olor, joven y afrutado, lamia y succionaba también su escroto y su entrepierna, todo él era un delicioso manjar.

 

Las manos de Kaede apoyadas en su cabeza, se movían con frenesí incitándole a profundizar más, sus caderas se movían hundiéndose hasta su base, los tirones a sus cabellos eran una clara señal que estaba gozando con lo que le hacia sentir.

 

 También él gozaba de ese falo que le inducía a tragárselo por completo, a chuparlo, a lamerlo, a succionar de él hasta tragarse todo su semen, no dudaba iba a ser pronto porque le sentía sacudirse en su garganta, despacio lo fue extrayendo hasta dejar su cabeza reposando en su lengua, succionó con excesiva fuerza y obtuvo su premio, su eyaculación fue intensa, se sacudía y golpeaba contra su paladar soltando ráfagas de caliente semen. Lo trago despacio para no atragantarse, finalmente sorbió de su agujerito para no perderse ni una gota de ese delicioso manjar.

 

Entonces fue el turno de Kaede, sin embargo, fueron sus manos las que actuaron llevándole a correrse.

 

Regresaron a junto a Hanamichi, primero Kaede y algunos minutos después William.

 

*****************

 

El resto de la tarde transcurrió sin más novedades, tal vez porque William se excusó dándoles la privacidad que en días anteriores no habían tenido.

 

A las cinco de la tarde, dejaron sus libros aparte y se metieron a la cocina para preparar la cena. Llamaron a su invitado cuando la tuvieron dispuesta sobre la mesa, en sus correspondientes platillos.

 

Por un instante, extrañó el alboroto que los gemelos y Hanamichi montaban en esos momentos, al concluir, tras recoger y asear la cocina para la próxima vez. Ellos continuaron estudiando, William volvió a su habitación.

 

A las ocho, William fue el primero en ocupar la tina, una cortesía hacia su invitado, luego lo hicieron juntos Hanamichi y él.

 

A las nueve, se habían deseado las buenas noches y se habían retirado definitivamente a sus habitaciones. Esa noche, Hanamichi y él se desfogaron como nunca antes lo había hecho, al principio se lo tomaban con calma, porque a pocos metros estaba su invitado, enseguida olvidaron toda contención y su pasión desbordó hasta el delirio, llevando al pelirrojo durante esa noche a sentir orgasmos múltiples, debido quizá a lo mucho que se habían extrañado, aún cuando ambos se habían entregado a su amor permitiendo que sus invitados fueran testigos involuntarios de sus choques pasionales.

 

Se reconciliaron consigo mismos, Hanamichi estaba tan ansioso como él, saber que en unos días quedaban definitivamente solos les hacia sentirse libres. Era una sensación tan placentera que Kaede con sus caricias, sus besos, sus embestidas consiguió hacerle olvidar que aún no están solos.

 

Perdió la noción del tiempo que estuvieron amándose hasta la saciedad, oleadas de pasión les recorrían, llenaban por completo sus sentidos, las emociones intensas les subyugaban y el amor que había en la unión de sus cuerpos les animaba a seguir unidos de un modo tan intenso que parecía que nunca se saciaban, pero todo tiene un final y fue Hanamichi el primero en caer en los brazos de Morfeo.

 

Kaede le mantuvo estrechamente abrazo contra su pecho, durante un buen rato, acariciando el rostro de su amado que dormía plácidamente agotado pero satisfecho.

 

-Te amo, Hanamichi… -dejo suaves besos sobre su rostro y despacio lo apartó de su lado. Acomodo la ropa desarmada por la intensa actividad y descendió del lecho recogiendo del suelo su bata de dormir. Se inclinó sobre su rostro, al posar sus labios por su frente un poco más caliente de lo normal, no se le ocurrió pensar que podía estar incubando una enfermedad, porque nunca le había visto enfermo, ni tampoco quejarse, es más presumía de poseer una salud de hierro, algo que él no podía asegurar porque de niño fue débil y propenso a pillar cualquier virus que pululara por ahí en vista de ello no dudo en dejarle durmiendo solo, no sin antes disculparse con él, aun sabiendo que no podía oírle- Perdón, Hanamichi, tu ya no eres suficiente, necesito más, mucho más y tú eres tan dulce, tan tierno, no quiero lastimarte y sin embargo se que lo hago –musitó bajito- Lo siento, solo espero que algún día me comprendas, y disculpes mi actitud, no he podido cumplir mi promesa, no creas que mi cariño por ti ha disminuido, te amo tanto que no podría vivir sin tu amor, sin tu petulancia o engreimiento, sin tus risotadas, sin tus constantes riñas en la duela, pero al mismo tiempo no puedo evitar sentirme atraído por ellos, les deseo tanto como te quiero a ti. Ahora voy a dejarte solo… no quisiera hacerlo, pero lo necesito. Volveré a ti antes que despiertes, mi amor. Solo será un ratito. –solo pretendía agradecerle la cortesía que había tenido con él en los servicios del restaurante

 

Kaede se incorporó y salió del dormitorio.

 

-Te has demorado… -reclamó William que estaba demasiado caliente esperando por él, en ningún momento dudo que acabaría la noche a su lado. El muchacho era muy susceptible y no tardó en comprender que motivaba su actitud. Era un reto interesante tener un amante tan dispuesto a seguir su ritmo, aunque pareciera que el chico llevaba el control, la realidad era que solo tenía las riendas, él era quien estimulaba su comportamiento. Si no fuera porque ya tenía concedida su propia vivienda, buscar una propia donde no le hubiera importado tener a su disposición un amante tan apasionado, tan fácilmente susceptible a un estimulo externo, de no saber que ya tenía pareja y que era su primo, no le hubiera importado domar su temperamento a sus propios deseos.

 

-No sabía que habíamos quedado en que vendría –dijo molesto.

 

-No he pretendido reclamarte…, solo es que mi primo y tú calentáis hasta a un monje –intentó justificarse dándole a su voz un tono tranquilo aunque por dentro sentía la humillación de la reprimenda.

 

-Solo venia para agradecerte la ayuda de esta tarde.

 

Minutos después la habitación se llenaba de suspiros, jadeos entrecortados  y gritos sofocados, Kaede solo quedo satisfecho cuando la oscuridad cedió su paso a un nuevo amanecer y el sol comenzaba a aparecer en el horizonte.

 

Aunque se sentía agotado, el chico tenía un aguante demoledor, se movió quedando boca arriba, el brazo doblado por debajo de su cabeza, sus pensamientos rodaron nuevamente a lo que sería tener al chico para él solo. Durante la tarde había fantaseado mucho. Ellos dos solos. Tal vez algún día se cansara de ser cogido como si fuera un pelele y le enseñara quien de los dos era el macho, por de pronto, podía esperar, algún día llegaría su oportunidad. Si me cortara el cabello sonrió sardónico- No perdería toda la gracia, ese es su punto débil. Fue fácil descubrirle.

 

No sabía donde englobar el problema del chico, no era psicólogo para definirlo. Había conseguido algunos libros leyendo al sexólogo Hirschfeld quien consideraba que la atracción sexual se desarrollo a través de diferentes estímulos del medio en que se mueve la persona. Bajo esa perspectiva todo ser humano tiende a tener parafilias o fetiches normales y saludables como sería el hombre que tiene preferencia hacia las rubias sobre las pelirrojas, en caso del chico todo lo contrario, o hacia las delgadas en lugar de gordas o al contrario. Al parecer son patrones sexuales que no solo incluyen aspectos físicos sino también otros tipos de objetos como lencería, uniformes, etc. Llegando a considerarlo patológico cuando se sobrevalora uno de esos objetos individuales.

 

Luego estaba la teoría del psicoanalista Winnicott, para él el origen de los fetiches y parafilias era algo transitorio. La posesión de un objeto transitorio es normal y sano en casi todos los seres humanos durante su niñez, solo en algunos raros casos se torna sexual.

 

La teoría del psicoanálisis considera que cualquier trauma infantil puede impactar en su inconsciente traduciéndose más tarde en una practica neurótica o perversa, de ahí la proyección de la libido.

 

Para especialistas de la conducta las parafilias y fetichismos son debidos al condicionamiento normal, cuando una persona es expuesta a una práctica sexual específica asociándola a un objeto, sujeto o circunstancia, de manera que la satisfacción sexual se asocia a ese condicionamiento. La extendida teoría de que las parafilias se desarrollan por abusos sexuales no estaba probado por completo y solo se consideraba coloquial.

 

Había leído que para que se considere un trastorno o parafilia debía observarse su practica durante más de seis meses de manera continúa, indudablemente, ese era el caso del chico.

 

-Interesante situación. Su desmedido fetichismo por los cabellos pelirrojos era una baza a su favor y pensaba aprovecharla al máximo. Su desorden sexual es como una bomba de relojería que él tiene prácticamente en sus manos y que no sabe como manipularla para qué no le explote, si no la maniobro nunca sabré si hubiera sido capaz de desarmarla, si tiro de los hilos incorrectos corro el riesgo de poner en marcha su mecanismo, si corto del hilo equivocado acabará conmigo. Rukawa es la bomba, mi primo el hilo conductor, juntos son inofensivos, separados… -ahí su pensamiento se detenía, no era capaz de saber que podría pasar en ese caso- Podría intentarlo, ir tirando de los otros hilos, quitando aquellos que son superfluos hasta llegar al principal y utilizarla para su beneficio, aunque esta mal que piensa así por de pronto, dos de esos hilos han sido desprendidos de mi bomba, lo que no quiere decir que algún día vuelva a verlos alrededor de ella, si así ocurre ¿que seré capaz de hacer?  –se quedo pensativo unos momentos, enseguida decidió - por de pronto no voy a adelantar acontecimientos, ellos están lejos, dejare que todo siga su curso normal, solo empleare mis propias armas cuando lo considere preciso. Si tengo paciencia conseguiré manipularle y entonces me pertenecerá. Solo será mío, le hare sentir que soy su dueño. Puedo esperar Kaede porque tú lo mereces, oh si, tengo la certeza absoluta, aun ahora me perteneces, porque no puedes pasar sin mí, él no te satisface y por eso acudes a mí.

 

Consideraba resuelto un problema que durante los últimos días le había quitado el sueño, ahora que se había planteado la línea a seguir, podía decirse que lo tenía resuelto. Se dio la vuelta sobre el futón quedando apoyado sobre su costado derecho, el sueño acabo venciéndole, quedándose dormido con una sonrisa de triunfo en sus labios.

 

***************

 

Mientras William se debatía en sus pensamientos, nada honestos por cierto, Kaede acaba su aseo para quitarse el olor a sexo de otro antes de volver al lado de Hanamichi.  Cuando se incorporó del banquillo para secarse sintió que sus piernas se negaban a sostenerlo.

 

-No debería llegar a este extremo –musitó sabiendo que tras su baño se había despejado y ya no tenía sueño.

 

Al entrar en su dormitorio, notó que Hanamichi durante esas horas se había movido mucho llegando al extremo de destaparse, acomodó sus ropas y se acostó a su lado, pegándose a su espalda y estrechándole con sus brazos, Hanamichi en una actitud mimosa se acurrucó en su regazo con un resuello entrecortado.

 

Se sobresalto al sentir la humedad de sus ropas, por lo que levantándose con expresión preocupada constato su estado. Tomó la temperatura de su frente sintiéndola arder, acarició sus mejillas que estaban arreboladas por la fiebre. Se apresuró a levantarse yendo a recoger su botiquín, que guardaba allí mismo y revolvió en él hasta encontrar un febrífugo.

 

Fue a buscar un vaso con agua, lo posó en la mesilla baja al alcance de su mano, incorporó a Hanamichi, intentando despejarle para que pudiera tomar la pastilla, sostuvo el vaso sobre sus labios para que bebiera. Le cambio la ropa húmeda por otra seca y le dejo reposando en el lecho, durante una hora observó si la medicación le hacía efecto, al mismo tiempo le dio friegas de alcohol para ayudarle bajar la temperatura del cuerpo.

 

-Kaede… -abrió los ojos nublados por la fiebre- … ¿eres tú? Desperté y no estabas…

 

-Lo siento.

 

-No te escuche levantarte…, siento mucho calor… oía voces a mi lado, me hablaban, pero no podía responder… quería hacerlo…, siento que me duele todo el cuerpo… -alzó una mano para llevarla al rostro- Nunca he estado malito… -su voz tenía el tono quejumbroso de un crío que necesitaba mimos.

 

-Lo sé…, seguramente que solo se trata una subida de temperatura… -le comentó para no asustarle, se le veía tan tierno con esa expresión de temor en su rostro, sabía que en caso que no descendiera iba a llamar a urgencias porque todo lo que podía hacer por él ya lo había hecho. Acarició sus mejillas arreboladas, besó con ternura sus labios que temblaban bajo los suyos.

 

No fue necesario. Una hora más tarde, Hanamichi dormía plácidamente, su temperatura descendió varios puntos y Kaede abrazándole estrechamente contra su pecho respiró más tranquilo. No podía saber que algunas horas más tarde se recrudecía la crisis febril.

 

***************

 

Pasaba del medio día cuando William despertó. Por el silencio que había en el piso supuso que estaba solo, aún así se dirigió hacia la puerta del dormitorio de los chicos para comprobarlo.

 

Estaban durmiendo juntos, estrechamente abrazados, Kaede sostenía a su primo con un gesto protector y en su rostro había una dulzura que le molestó, al darse cuenta que sería difícil separarlos. Se fijo en el botiquín abierto y en algunos medicamentos esparcidos sobre una mesa baja al lado de la cama. Dándole la impresión que su primo había pasado una mala noche, esperaba que se hubiera dado por enterado que Kaede tenía un amante en su propia casa, con ese entusiasta pensamiento cerró la puerta y se dirigió al aseo.

 

Se duchó y solo con un lienzo enrollado en la cintura se preparó un café bien fuerte para acabar de despejarle. Estaba de espaldas a la puerta, esperando que la cafetera acabara con el proceso, tenía al alcance de la mano una taza para llenarla. Se sirvió una generosa ración, al volverse para sentarse, se encontró con la mirada de un zombi. Se trataba de su primo Hanamichi.

 

Sabía que el chico estaba tan dormido a esa hora que no era capaz de reaccionar hasta que hubiera llenado su estomago.

 

-¿Quieres que te prepare algo de comer? –preguntó, continuaba parado mirándole indeciso.

 

-¿Quien eres? –con su mirada aún bajo las brumas de la fiebre le miró de arriba abajo como evaluando lo que veía o rebuscando en su mente la identidad del hombre, como si presintiera que no era un desconocido.

 

Se acercó a él un tanto extrañado por su pregunta y entonces advirtió en sus ojos vestigios de estar afiebrados. Llevó su mano a su frente sin que Hanamichi hiciera ademán de alejarse. Ardía de fiebre, posiblemente sobrepasaba los cuarenta grados de temperatura.

 

Allí de manera inesperada tenía a mano la posibilidad de tirar de uno de esos hilos, allí indefenso por la fiebre estaba su joven primo. Uno de sus objetivos  y entonces supo que por tener a Kaede era capaz de todo. Pasando por encima de cualquier, y al verle, llevando solo una ligera bata corta, inconsciente del aspecto desaliñado que presentaba. Su mirada le recorrió evaluándolo y lo que vió le dejo satisfecho. Por la abertura de la bata desanudada, mostraba sin ningún rubor un cuerpo en pleno desarrollo, un triangulo de vello pelirrojo con su vértice en su ombligo y en su pubis un compacto macizo de vellos en el que descansaba una tranca tan gruesa y esbelta como la de su pareja. Esos dos estaban muy bien armados. Esa no fue primera intención, pero al verle no podía negarse a cogerle, tal vez fuera ese detalle lo que le hacia tan atrayente ante los ojos de su pareja, al tiempo descubriría que tal bueno era joderle.

 

-Ven…

 

La puerta de la cocina se cerró a su impulso.

 

No sabía de cuanto tiempo disponía, tenía que hacerlo rápido.

 

Le acercó al borde de la mesa, apoyó su mano en su espalda y le empujó hasta tenerle con el pecho apoyado en ella. Extendió las palmas de sus manos llevándolas luego al borde de la mesa y cerrando sus dedos hacia abajo. Le movió de forma que su pene se restregara contra la madera, lo que sucedió algunos minutos después, primero alzó su bata por encima de su cintura, exponiendo sus nalgas blanquecinas con la marca de sus bóxer, llevó su mano hacia su abertura metiéndole los dedos, al oírle gemir demasiado alto, se quito el lienzo que le cubría, por de pronto no iba a necesitarlo y se lo introdujo en la boca ahogando así todo sonido que proviniera de él, había recordado que era muy escandaloso.

 

Abrió sus nalgas y acercó su polla erguida hacia su ojete que aparecía fruncido, no podía perder más tiempo, no fuera a sorprenderle Kaede en plena actividad. Empujó con excesiva fuerza, a través de la tela escuchaba sus ahogados gruñidos, consciente de que le estaba haciendo daño, aún así no se detuvo, estaba siguiendo el camino que se había trazado, conseguir a Kaede y para ello su primo le estorbaba.

 

Dio un fuerte movimiento a sus caderas y todo su tronco se enterró en las profundidades de su primo, le sentía muy caliente, pensó que era debido a la fiebre que le consumía. Era delicioso, estaba apretado, sentía su interior suave, probó un par de veces a entrar y salir sintiéndolo tan sedoso que de tratarse de otra ocasión se hubiera tomado su tiempo, en ese momento embestirlo con rudeza, ajeno al hecho que podía estar lastimándole, que podía dejar rastros delatores en su cuerpo, instintivamente llevó su mano a su pene, estaba tan hinchado y duro que sentía que sus dedos apenas si alcanzaban a abarcarlos, comenzó a masturbarle al ritmo de sus embestidas, acertó a golpear su próstata un par de veces, sus gruñidos de dolor habían cedido paso a otros que expresaban el placer que estaba sintiendo, para acelerar su corrida, le apretó el escroto quedando sorprendido de la intensidad de su orgasmo, sus esfínteres se contrajeron cerrándose dolorosamente alrededor de su polla que a su vez se sacudió en sus extrañas comenzando a excretar riadas de su esencia llenándole. Tenía que reconocer que su primo era un delicioso postre, también él necesitaba meter su polla y ese culo estrecho le proporcionó un enorme placer.

 

Se apresuró a limpiar el desastre en la cocina antes de enviar a Hanamichi con su pareja, sería su mensajero. Hanamichi aún mostraba esa expresión zombi que había en su rostro cuando acababa de levantarse. Acomodó su bata después de ver que no dejaba ningún rastro delator en su cuerpo. No podía saber que siempre hay algún detalle que se escapaba a la reflexión. Hanamichi llevaba dentro de él la prueba contundente de su delito.

 

Antes de abrir la puerta de la cocina le recomendó.

 

-Regresa a tu dormitorio, despierta a Kaede y dile literalmente –Un tipo en la cocina me ha tumbado sobre la mesa y me ha cogido". ¿Lo has comprendido?

 

-Si… despierto a Kaede y le digo que un tipo en la cocina me ha tumbado sobre la mesa y me ha cogido, ¿Puedo decirle también que me ha gustado? –preguntó con una mirada enturbiada por la fiebre en la que estaba presente la ingenuidad.

 

-Eso sería todavía mucho mejor –dijo con expresión satisfecha pensando que iba a ser fácilmente manipulable durante esas mañanas en que era incapaz de reconocer a quien estaba a su lado. Si en esos días que pasaba con ellos volvía a tener otra ocasión como esa no dudaba que Kaede comenzaría a desconfiar de su pareja y si luego él dejaba escapar algunas revelaciones delatoras como si fuera sin querer durante esos momentos de pasión, sería como completar su cuidadoso plan para separarlos.

 

-Entonces lo haré así… -dijo con una amplia sonrisa y saliendo de la cocina fue a su dormitorio.

 

Le vió irse con pasos seguros, cuando la puerta se cerró tras él se frotó las manos con enorme satisfacción, enseguida se fue a vestir, no quería que Kaede le encontrara así porque entones su verdadero objetivo se derrumbaría.

 

Ignoraba que Hanamichi al encontrar dormido a su koi, en lugar de despertarle se tumbó a su lado, acurrucándose en sus brazos. Debía haber pensado que una persona afiebrada no era un buen mensajero. Ese fue su segundo error.

 

Se despertó al sentir unos suaves labios en su frente, abrió los ojos viendo que en realidad Kaede estaba comprobando su temperatura, aunque al darse cuenta que estaba despierto le comentó.

 

-He tenido un sueño de lo más raro. Nunca antes había soñado algo parecido. –sus mejillas tomaron un color sonrosado.

 

-¿Un sueño húmedo? y yo estaba ahí…

 

-Si, pero no…

 

-Como se explica eso –sentía curiosidad.

 

-En el sueño… -no encontraba otra razón para ese recuerdo- me despertaba… me sentía cansado, como si hubiera estado haciendo un gran esfuerzo. Sentía mi cuerpo muy caliente… creo haber pensado en beber agua y me levante yendo a la cocina… allí encontré a un tipo solo llevaba en lienzo alrededor de la cintura… nada más, le miré extrañado y le pregunte quien era… no me contesto –frunció el ceño intentando recordar- o si lo hizo… -sacudió la cabeza frustrado- me empujó contra la mesa y me toco por detrás, sentí sus dedos penetrándome, gemí y entonces se quito el lienzo que le cubría y me lo metió en la boca, me pidió que me agarrara de la mesa y entonces sentí un dolor muy fuerte…, no recuerdo cuanto tiempo estuvo dentro de mi, solo el dolor y después el placer. –se quedo callado abrazado a Kaede.

 

-No tienes que preocuparte, solo es un mal sueño. –fue dejando suaves besos en sus ojos, nariz, mejillas, en sus labios temblorosos- Solo ha sido consecuencia de la subida de temperatura que has tenido esta noche, has debido tener una recidiva  y por eso has tenido ese sueño –pensó Es posible que haya tenido una nueva recaída.

 

-El hombre me dio un mensaje para ti.

 

-¿Para mi? –Echó la cabeza hacia atrás para mirarle fijamente- ¿Qué mensaje?

 

-Me dijo Regresa a tu dormitorio, despierta a Kaede y dile literalmente, "un tipo en la cocina me ha tumbado sobre la mesa y me ha cogido". ¿Lo has comprendido?  Sentí que era malo y para que no hiciera daño repetí sus palabras, Me atreví a preguntarle ¿Puedo decirle también que me ha gustado?  y me respondió con una sonrisa satisfecha "Eso sería todavía mucho mejor"  ¿No crees que ha sido un sueño muy extraño? ¿Hice mal en preguntarle?

 

-Si, lo es…, no vuelvas a pensar en ello, ha sido una pesadilla debido a la fiebre, cuando te sientas mejor seguro que ya la has olvidado. Ahora cierra los ojos y descansa… aún te quedan unas decimas. –le alcanzó otra pastilla para que la fiebre acabara desapareciendo junto con el vaso de agua que lleno de la jarita que había tenido la precaución de llevar.

 

Se quedo a su lado hasta verle dormido.

 

Veinte minutos después entraba en la cocina. Comenzó a prepararse su primera comida del día ya que al dormir hasta tan tarde se habían perdido el desayuno. Se fijo que allí todo continuaba igual que la noche anterior. El vivido sueño de Hanamichi solo podía ser producto de la fiebre, aún así no pudo evitar mirar a su alrededor con atención.

 

-Buenos días…. –saludó William con expresión soñolienta- Nos hemos quedado todos dormidos.

 

-Así parece.

 

-¿Mi primo no se levanta? –inquirió como sorprendido de no verle allí.

 

-Tuvo una subida de temperatura esta noche. Esta descansando. –no comentó nada de su sueño, eso iba a quedar entre ellos, no tenia la suficiente experiencia para sacar conclusiones. Sentía una vaga molestia.

 

-Lo lamento, él ¿está bien?

 

-Si…, se ha despertado confuso, pero es comprensible por la fiebre.

 

-Por supuesto.

 

Cuando concluyeron su comida. Kaede llevó en una bandeja la comida para Hanamichi.

 

Sin saber a que se debía sentía una inquietud que no le dejaba tranquilo, por su cabeza rondaba algo que había escuchado o visto, pero no sabía que era lo que le hacia sentirse así.

 

Dejo la bandeja junto a la cama, sentándose en el borde, le miró mientras dormía, no quería despertarle, hasta calmar esa inquietud que seguía danzando en su mente.

 

-Y si… -entrecerró los ojos- y si no fue un sueño. Es imposible, solo estamos los tres en el piso. -desechó ese pensamiento de su mente- Además, cuando le deje estaba a punto de dormirse, no es posible que hubiera podido levantarse a su hora habitual y que Hanamichi le hubiera sorprendido en la cocina tras darse una ducha, eso justificaría ese lienzo alrededor de su cintura, solo hay una salvedad, William es su primo, y no me parece capaz de hacer algo así, pero que se yo de la naturaleza humana, solo puedo opinar de lo que he vivido. Nos lleva diez años, ya tiene una vida vivida, le hemos recibido en nuestra casa, pero ¿Quién nos dice que es una buena persona? Solo hace tres días que le conocemos. En ese tiempo es imposible conocerle realmente. ¿Por qué forzarle? ¿Qué motivos podría alegar? No, no… nada puede justificar una violación… -miró hacia Hanamichi que dormía a su debate interior-¿Puede la fiebre ocasionarle un sueño tan vivido? Temblaba en mis brazos cuando me lo contaba, como si fuera real. Denunciarle no tendría sentido porque no se admitiría su declaración, podrían pensar que fue un efecto secundario de la fiebre. No tengo ninguna prueba que avale ese hecho. Solo mi inquietud.

 

Decidido a despertarle, estiró la mano para acariciarle fue entones cuando un sollozo ahogado escapó como un suspiró entre sus labios y su voz temerosa le sobresalto.

 

-¡¡NO… NO LO HAGAS WILLIAM!! ¡¡ME HACES DAÑO!! ¡¡SUELTAME… SUELTAME!! JEAN-PAUL TE MATARA POR ESTO!! ¡¡KAEDE AYUDAME…TE NECESITO!!

 

Fuera dudas… William se había aprovecha de su estado febril, le había violado dándole un mensaje para él. ¿Por qué? Ahora sabía que hacer, Hanamichi sin saberlo le había dado la clave.

 

Se inclinó hacia él comenzando a acariciarle con ternura, provocando con su toque y el sonido de su voz que se tranquilizara. Le vió relajarse en el lecho enseguida abrió los ojos y le miró.

 

-Hola… -dijo con una sonrisa al verle inclinado a su lado.

 

-Tenias una pesadilla –le dijo.

 

-¿Ah si? No recuerdo…

 

-Solo porque has estado afiebrado te traje tu comida –dijo posando la bandeja  en su regazo. Hanamichi se incorporó quedando con la espalda apoyada en el cabecero.

 

-Gracias…, me siento muy hambriento.

 

A pesar de sus palabras no le vió comer con esa avidez que solía mostrar cuando le ponían los alimentos delante.

 

Cuando concluyó, se levantó para recoger la bandeja.

 

-Es conveniente que te quedes acostado –le recomendó.

 

-¿No te importa si te dejo solo? –preguntó mirándole como si se sintiera indefenso.

 

-No. Solo quiero que te pongas bien. Llamaré al entrenador para que disculpe nuestra ausencia.

 

Hanamichi se recostó nuevamente, tapándose con la ropa de cama. Se sentía a gusto allí.

 

-Te haré compañía apenas recoja esto.

 

-Voy a salir –dijo William al cruzárselo en la sala- Quede en ir a la universidad. No se cuando podré regresar.

 

-Tomate el tiempo que necesites –dijo sin mirarlo para que no viera la cólera en sus ojos y el insano deseo de saltarle encima y molerle a golpes hasta que suplicara por su vida.

 

Apenas la puerta se cerró tras él, dejo la bandeja sobre la repisa de la mesa, del interior de su mochila sacó su móvil, lo abrió y pulsando una tecla empezó a escuchar como se marcaba el número que le interesaba.

 

-Moshi... moshi… -escuchó la voz de Jean-Paul.

 

-¿Recuerdas tu advertencia acerca si le hacia daño a tu hermano? –fue directamente a lo que le interesaba escuchar.

 

-Si. ¿Qué le has hecho?

 

-Yo no…, ha sido violado. –Apartó el móvil de su oído- En estos momentos estoy solo con él. Si te das prisa podré contarte lo que se antes de que despierte. No…, él no sabe que lo han hecho, si en lugar de entretenerme vienes lo sabrás  -se impacientó.

 

La llamada se interrumpió. Volvió a dejarlo en su mochila.

 

Estaba terminando de recoger lo que había lavado cuando escuchó una suave llamada con los nudillos. Se apresuró a dejarlo todo para abrir.

 

-¿Dónde esta?

 

-Sigue durmiendo…

 

Jean-Paul le siguió hasta el dormitorio, entraron sin hacer ruido. Hanamichi dormía y no fue consciente de su presencia, ni tampoco de la caricia que recibió de su hermano.

 

Una hora después estaba enterado de todo.

 

-Te diré que haremos… -el chico ya se sentía bastante culpable como para decirle que nada hubiera pasado si no estuviera enredado con él. Podía decirle que jugar con un hombre hecho y derecho era un peligro y las consecuencias las había sufrido su hermano- Por lo que me has dicho se irá este fin de semana.

 

-Si, comento que el viernes trasladaba todo su equipaje a su nueva residencia en el campus.

 

-Eso sería bueno para ti, lo malo es que ahora nos interesa conocer sus motivos, no puedo evitar reconocer, a pesar de ser mi hermano, que Hanamichi es un chico guapo y que con su carácter se hace atractivo, pero eso no justifica –él tampoco tenía dudas sobre la identidad del hombre que le había forzado, todo apuntaba hacia la única persona que compartía piso con ellos- el hecho de aprovechar su indefensión para violentarle. Es menor de edad y si podemos acusarle…

 

-Quiero que pague por lo que ha hecho. –le interrumpió con férrea expresión en su rostro.

 

-¿Serás capaz de soportarle estos días sin descubrirle lo que sabes de él?

 

-Por Hanamichi lo haré.

 

-¿Te has fijado si quedaron restos de semen? –Sabía que esa era la primera consideración a tener en cuenta. Se fijó que el chico abría mucho los ojos y que se levantaba de un salto- Si encuentras algo, me gustaría analizarlo con el que luego tú obtendrás de él para luego comparar si coinciden sus ADN.

 

-Sabemos que ha sido él, pero si acudimos a la justicia necesitamos pruebas. ¿Tienes cámara de fotos? –preguntó.

 

-No. ¿Qué quieres hacer?

 

-Si le fotografías mientras obtengo la muestra, será aceptada como una prueba del lugar donde se ha sacado. Tu móvil es mejor que el mío. –recordó Kaede.

 

Minutos después tras conseguir un par de fotografías del durmiente, Kaede apartó la ropa de cama hacia atrás, en la posición en que estaba tumbado podían conseguir fácilmente la prueba.

 

Levantó el borde de la bata hasta dejar sus nalgas expuestas, al apartarlas Kaede pudo ver las escoriaciones alrededor de su ano. Prueba más que evidente.

 

Jean-Paul apretó los labios al tiempo que acercaba el móvil para una imagen más nítida, sacó un par de fotos en las que quedo reflejado el daño. Se fijó con que suavidad Kaede movía en círculos la yema de su dedo índice alrededor de su ano, provocándole así un par de espasmos, al momento, de su interior comenzó a expulsar los restos de semen que quedaban en sus entrañas, el paño ubicado por debajo iba recogiéndolo.

 

Kaede sin dejar de masajearlo, se inclinó junto a su oído.

 

-Suéltalo todo. –y como si esa fuera una señal, su ano se contrajo y al momento sus esfínteres se aflojaron y comenzó a manar en cantidad suficiente para hacerles sabe que ese desgraciado le había violado y mancillando doblemente su cuerpo al utilizarlo como contenedor de su semilla.

 

-Lo haré analizar para confirmar que no le haya contagiado ninguna enfermedad –dijo Jean-Paul recibiendo de manos de Kaede el paño cuidosamente doblado.

 

Cuando dejaron el dormitorio preguntó.

 

-¿Cómo sabias que podía tenerlo aún dentro?

 

-Es un juego que practicamos juntos –dijo sonrosado- pensé que tal vez Hanamichi lo hubiera hecho inconscientemente.

 

-Acertaste.

 

-Si.

 

*****************

 

Su suposición fue acertada, apenas llegaron a su país el correo electrónico fue cobrando mayor importancia a medida que pasaban los días, al parecer, los gemelos estaban intentando convencer a sus padres para que les permitieran volver a Japón con un plan de estudios.

 

Solo él sabía quien estaba detrás de ese deseo de los gemelos, solo que después de lo que hizo su hermano, ya no estaba tan seguro de ninguno de ellos.

 

Aquella noche y la siguiente, Kaede no se movió del lado de su koi y William se preguntaba con ansiedad si algo había salido mal en su cuidadoso plan, se tranquilizó cuando a la tercera noche, la última que pasaría allí le escuchó deslizarse hasta su habitación.

 

-Quédate unos días más… -le pidió el chico cuando dejo de escuchar su respiración fatigosa al derrumbarse sobre su espalda- o mejor aún dime como puedo llegar hasta tu residencia.

 

William pensó que si estaba en su propio terreno no sería peligroso invertir sus papeles, ser él quien le demostrará que solo era un niñato a su lado.

 

No era mala idea llevarle a su propio terreno, cuando días atrás se presentó en la dirección que le habían dado se encontró en unos terrenos cercados propiedad de la universidad. Las viviendas estaban ubicadas en medio de grupos de árboles que daba sombra y solaz a sus ocupantes, lo suficiente separadas para no coincidir con sus compañeros. Al parecer los gestores de la universidad habían decidido que profesores y adjuntos solteros residieran allí durante la practica de su actividad A la entrada se fijo que estaba vigilada por personal adscrito a la universidad, estos entregaron un plano, marcándole la  ubicación exacta de su vivienda, que resultó ser exclusivamente para él. Tuvo que recorrer gran parte del complejo, antes de dar con su vivienda. Estaba bastante más alejada de las demás, casi en el extremo del borde según el plano, aunque él no lo viera porque los árboles frondosos en aquella parte le ocultaban haciéndola pasar desapercibida en aquel terreno boscoso, desde la entrada a su vivienda había unos buenos dos kilómetros.

 

-Es un lugar difícil de llegar, te sacaré una copia del plano que me entregaron. ¿Cuándo podrás venir?

 

-Mañana Jean-Paul ha quedado en recoger a su hermano, se quedará esa noche con él, le diré que te ayudaré con la mudanza, pero si tienes otro compromiso…

 

-Ninguno. Podremos brindar por mi nueva casa.

 

-Imposible… soy menor de edad.

 

-Ni siquiera un vasito. –Intento tentarlo- Yo empecé a beber en las celebraciones familiares.

 

Kaede torció el gesto, sin embargo, su tono de voz tenía un matiz dubitativo.

 

-No se…

 

William decidió comprar un par de botellas de sake y refrescos para que no llegara a pensar que intentaba emborracharlo, con solo tenerle mareado en sus brazos era más que suficiente para saciar su deseo de poseerle hasta oírle suplicar que no se detuviera, porque no dudaba que el chico necesitaba una buena cogida.

 

Con ese pensamiento dejo que el chico una vez más creyera que tenía el control.

 

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

Hifefilia: Fetichismo. Excitación por la posesión de algún objeto ajeno, ropa, cabellos, piel, etc.


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