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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

Aviso de la autora:

No necesariamente se dan todos estos puntos en el presente capítulo:

1º Letra en negrilla recuerdo de conversaciones que han mantenido.

2º Letra en cursiva pensamientos o conversaciones mentales que mantiene consigo mismo.

3º En tiempo presente, será este tipo de letra.

4º Chishu-san es mencionado en el capítulo 23 de la segunda parte. El recuerdo de Hanamichi procede de sus años universitarios durante el tiempo que mantuvo una relación con él y el motivo que provocó la ruptura y su posterior reacción. En el presente Hanamichi tiene 42 años y 21 años en su recuerdo.

Solos tú y yo… y los demás

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 34: Situación insospechada

 

 

 

Por lo general no solía equivocarse cuando elegía con quien salir. En aquella ocasión Chishu-san, su senpai de tercero era una persona muy complaciente y demostró ser receptivo a las sugerencias por lo que no dudo en aprovechar esa circunstancia para verse con él, en aquellas fechas Kaede estaba preocupado por la singular situación que se creo en el hogar de su padre y aunque se veían los fines de semana, en algunas ocasiones se disculpaba y no se veían, por lo que creyó que Chishu-san era una buena elección para esos días.

 

Al cabo de unas semanas había comenzado a escuchar rumores, acerca del prometido que tenía Chishu-san, no mencionaban su nombre, pero estaba claro que se referían a él, tampoco se mencionaba su principal característica, su cabello pelirrojo, eso hubiera sido suficiente para sentirse atrapado por todo el elemento masculino si llegara a saberse lo sencillo que resultaba llegar a él. Hasta el momento, algunos se habían conformado con insinuaciones que él ignoraba sin sentirse molestos por su falta de interés.

 

Le había dejado claro desde un principio que a su lado lo pasaba bien, que no buscaba una relación seria y que esta acabaría cuando él lo decidiera, había aceptado sus condiciones y ahora se enteraba por otros que estaba contando a quien quisiera escucharle que estaba comprometido y muy enamorado de su novio, quien a su vez le complacía en todo lo que le pidiera. Al parecer Chishu-san estaba dándose importancia con sus amigos, olvidando que no era quien obtenía lo que quisiera.

 

Con él no era nada exigente, por ese motivo continuaba la relación aún después de escuchar lo que se hablaba por el campus.

 

No era de su agrado sentirse como un trofeo, por lo que habló con él recalcándole nuevamente que él no buscaba enamorarse, que era entretenido y que le complacía estar a su lado, pero lamentándolo si él insistía en contar por ahí lo enamorados que estaban, algo totalmente falso, le aclaró que  solo era un pasatiempo, alguien a quien recurrir cuando su cuerpo le pedía marcha.

 

Chishu-san le aseguró que no había olvidado el acuerdo que tenían, que no sabía de donde procedían esos rumores.

 

Fingió creerle porque le convenía y esa noche a modo de juego, tapó sus ojos con una cinta y le castigo atándole a la cama. Le tomó con rudeza y tuvo sexo con él hasta oírle rogar para que le soltara.

 

-No me gusta que intenten hacerme pasar por tonto, recuérdalo Chishu-san –dijo antes de caer dormido.

 

A la mañana siguiente al despertar estaba solo, supuso que había aprendido la lección. Su relación continúo algunos días más.

 

El viernes, por la noche, recibió una llamada de Kaede disculpándose por no poder reunirse con él. La situación con sus padres continuaba empeorando.

 

-Tómalo con calma. Ya verás como finalmente todo se arregla –comentó con optimismo.

 

-No lo sé… están muy decididas a dejarle, han encontrado una casa junto a la playa y ya están recogiendo sus cosas, me han pedido ayuda y no he podido negarme.

 

-Si eso es lo que quieren no te interpongas, recuerda que son sus vidas, dos personas adultas que saben lo que desean.

 

-Cierto… -sabían que estaba dándole la razón.

 

-Te llamaré el lunes por la noche para saber que como ha transcurrido la mudanza y si te ha gustado el lugar.

 

-Gracias, Hanamichi…

 

-¿Por qué? No he hecho nada para que me la des –dijo sorprendido.

 

-Por tu comprensión, cualquier otro hubiera protestado, esta es la segunda semana que te fallo.

 

-Se que no es por tú quieras que sea así, de todos modos recuerda que me los debes –al escuchar su risa sonrió también- Además me estas haciendo un favor, aprovecharé para hacer un trabajo que tengo pendiente.

 

-Te quiero ¿lo sabes?

 

-Si, yo también te quiero.

 

La conversación se prolongo un rato más, después se despidieron.

 

Estaba llevando a cabo el trabajo que tenía que hacer cuando escuchó que llamaban a su puerta. Se levantó y fue a abrir.

 

-¿Qué haces aquí? –preguntó al ver a Chishu-san permitiéndole la entrada.

 

-Me han regalado un par de entradas para ver un espectáculo. He pensado que podríamos ir juntos. –le enseñó las dos tarjetas.

 

-¿Espectáculo? ¿Cuándo? –inquirió

 

-Para esta noche. A las diez –le mencionó el nombre del local.

 

-De ir ¿Sabes dónde te metes? –preguntó, hasta él había escuchado hablar de ese lugar, de reconocido renombre y que al decir de muchos era controlado por un jefazo de la yakuta. Además no iba a salir tan precipitadamente.

 

Chishu-san se encogió de hombros.

 

-No iba a rechazar el regalo…, dí que vienes. –pidió.

 

-No…, tengo muchas cosas que hacer y no voy a desaprovechar unas horas para ir a un local con esa fama. –se sentó ante su mesa de trabajo e intento ignorar la persistencia de Chishu-san para ir a ese local con tan mala fama. Al seguir insistiendo empezó a recelar, era demasiado, normalmente se hubiera conformado a la primera, sin embargo, esa noche quería ir a ese lugar, no a otro, sino a ese. ¿Por qué? Al persistir en su deseo decidió que conocer el motivo de su obstinación.

 

-Cuándo llegue al apartamento, el anterior ocupante debía ser mayor de edad –dijo volviéndose para mirar hacia Chishu-san que tenía una expresión enfurruñada.

 

-¿Qué importa que lo fuera? –preguntó sorprendido por esa salida por la tangente de su conversación.

 

-Porque se dejo olvidado algo…, tampoco era intentar averiguar como se llamaba o donde localizarlo, supuse que no lo echaría de menos, así que lo guardé, decidido a esperar mi mayoría de edad.

 

-¿Qué se olvidó? ¿Por qué me lo cuentas?

 

-Se dejo una botella de sake. Y si te lo cuento es porque he pensando que iré contigo a ese lugar con una condición.

 

-La que quieras… -se apresuró a decir.

 

-No corras tanto…, puede que no te guste lo que voy a proponerte. -Chishu-san le miró fijo, él le devolvió la mirada- Si eres capaz de beberla sin derramar ni una gota, aceptaré tu invitación.

 

La expresión de sobresalto que vió en su rostro no le conmovió. Se mostró imperturbable, seguramente que Kaede hubiera admirado su sangre fría.

 

-¿Bro... Bromeas?

 

-No…

 

-Apenas he cumplido la mayoría de edad.

 

-También yo y eso no parece importarte a la hora de querer llevarme a un local de alterne.

 

-Me dijeron que tiene una función que vale la pena ver.

 

-Iremos… -vió que mostraba una mirada de alivio- pero solo si bebes el contenido de la botella y sin derramarlo. Si lo haces bien, sino por favor vete que estoy ocupado, no me hagas perder más tiempo.

 

Al parecer tenía demasiado interés que llevarle porque tras un corto debate consigo mismo accedió.

 

-¿Dónde la tienes?

 

-Debajo del fregadero, entre unos frascos de la limpieza. –dijo sin hacer intención de levantarse para ir a buscarla.

 

Realmente se sorprendió cuando se levantó y fue a buscarla. Regresó con ella en la mano. Su interés en llevarle era genuino, tanto deseaba ir a ese local que iba a cumplir con su desafío y eso le hizo sospechar aún más, ¿Por qué tanto interés en querer que vaya a ese lugar?

 

-¿Me llevarás aunque yo no pueda sostenerme? –preguntó consciente que iba a estar muy borracho.

 

-Dame las entradas –dijo a modo de respuesta.

 

Chishu-san no tenia motivos para desconfiar de su buena fe, le entregó los tickets. Antes de sentarse.

 

Llevó el morro de la botella a sus labios y lentamente comenzó a beber. Tragaba despacio, al cabo de un rato su mirada comenzó a desenfocarse y sus tragos se volvieron más apremiantes, como si estuviera perdiendo el control de su voluntad. La mano que sostenía la botella comenzó a temblarle y se ayudó con la otra para sostenerla.

 

Imperturbable le observaba, fijándose como iba descendiendo el contenido de la botella, sabía que cuando acabara el contenido no solo estaba ebrio sino también muy accesible a responder a sus preguntas, aunque intentaba evitarlo ya no le era posible, el licor escapaba por las comisuras de sus labios y escurriéndose por su cuello y pecho dejando un rastro húmedo en su camisa, su garganta tragaba convulsivamente el líquido hasta agotar el contenido de la botella que se escurrió de entre sus manos cayendo al piso con un fuerte ruido.

 

-Se cayó… -su mirada enturbiada por el alcohol siguió el movimiento de la botella que rodo por el suelo.

 

-Chishu-san… -le llamó para obtener su atención, al menos no le daba por cantar o llorar, balbuceando arrepentido. Se quedo quieto, con la cabeza inclinada sobre el pecho.

 

Al oír su voz echó hacia atrás la cabeza para intentar enfocar su mirada en él.

 

-Recuerdas que quieres ir a al “Club Dorado” 

 

Sus parpados parpadeaban, desenfocada su mirada.

 

-¿Por qué quieres ir?

 

-Mi… mi primo… -tartamudeó.

 

-¿Tu primo? –preguntó sorprendido.

 

-Sip… él…. –una risita escapó de entre sus labios- le quiere.

 

-¿A quien quiere?

 

-A… -le miró intentando enfocar su rostro, al no ser capaz enmudeció.

 

Se armó de paciencia y con grandes dificultades consiguió arrancarle toda la verdad acerca de su empeño de ir a ese lugar.

 

Chishu-san había conseguido a través de su primo una enorme suma de dinero que utilizó no solo para pagarse sus estudios sino también en otras actividades menos beneficiosas y que su primo a pesar de saber que era menor de edad le animó a realizarlas.  Ahora su primo le reclamaba esa deuda, al parecer Chishu-san convino con él saldarla de un modo satisfactorio para ambos. Su primo estaba dispuesto a olvidar la deuda que tenía con él a cambio de pasar una noche con su novio, al cometer la imprudencia de hablar de él en términos tan elogiosos que atrajo el interés del hombre.

 

Había cometido un error al dejarse llevar por el comportamiento del chico, que no mostraba ese lado oscuro de su personalidad. Saber que estaba dispuesto a entregarle a su primo a cambio de cancelar su deuda le enfureció.

 

En un primer instante pensó que sabiéndolo no podía hacerle daño, lo que había averiguado era suficiente para romper definitivamente su relación con él. Considerando además que no era el único chico dispuesto a comportarse según sus deseos.

 

Chishu-san había querido darse importancia hablando de lo maravilloso que era su prometido, una relación que solo existía en su mente, sin saber que estaba alentando el deseo de su primo para conocerle, consiguiendo que le hiciera la inesperada propuesta, saldar la deuda a cambio de una noche con él, al parecer no titubeó en exceso para aceptar, de ahí su empeño en querer llevarle a ese club de alterne que dirigía la yakuza y para quien su primo trabajaba por lo que consiguió sonsacarle.

 

Inmerso en sus pensamientos no se dio cuenta que Chishu-san estaba farfullando, al prestarle más atención se dio cuenta que era un número de teléfono.

 

Buscó en los bolsillos de Chishu-san hasta encontrar su móvil, marcó el número y se quedo en silencio, al instante, escuchó una voz airada que mencionaba una dirección.

 

Al parecer había cambio de planes y le estaba esperando en ese lugar.

 

-Imposible… -intento disimular el tono de voz de Chishu-san- No he conseguido convencerle de ir, pero no te preocupes, le tendrás como deseas, -en ese mismo instante supo que debía hacer- y no solo voy a dejar que tú le poseas, me ha hablado de una fantasía que tiene, lleva a tus amigos que lo pasareis bien con él. ¿Qué quiero a cambio? Eso también lo sabrás cuando le veas. No necesitas volver a ponerte en contacto conmigo, lo haré yo.

 

A la mañana siguiente, Chishu-san despertó con una enorme resaca, su cabeza parecía que fuera a partirse en dos, vió a Sakuragi-kun con un vaso en la mano ofreciéndoselo. Tomó el brebaje sin respirar y poco después comenzó a sentir sus efectos.

 

-¿Qué paso?

 

-Te dormiste después de beber y no fui capaz de hacerte reaccionar. Te llamó un tipo al móvil, conteste por ti, me dijo que te olvidarás de lo que habías hablado. Que no volvieras a mencionárselo hasta que él se pusiera en contacto contigo.

 

Vió que al decírselo Chishu-san volvía el rostro hacia otro lado.

 

No tenía por costumbre ofrecerle comer, pero esa mañana considerando que había conseguido embriagarle para conocer sus intenciones, bien merecía seguir fingiendo que todo estaba bien entre ellos.

 

-He preparado algo para comer, supongo que tu estomago podrá soportarlo.

 

-Gracias.

 

Chishu-san aceptó sentarse a la mesa con él, comiendo con moderación algunos de los alimentos que había preparado antes de despertarle.

 

-Nos vemos mañana? –preguntó Chishu-san tras agradecer los alimentos recibidos.

 

-Posiblemente… -no quiso comprometerse, al ver su expresión añadió- Tengo pendiente un par de trabajos, si nos vemos lo retrasaré más. Dejémoslo hasta la tarde del viernes, te prometo que lo pasarás… pasaremos bien. –rectificó sin que el chico se diera cuenta de su lapsus.

 

Durante esa semana, en sus tiempos libres consiguió averiguar que en las proximidades del “Club Dorado”, había un hotel  si es que podía llamarse así, porque el exterior amenazaba ruina, tal como pudo ver desde la acera de enfrente. Se trataba de un edificio de siete plantas, de construcción antigua al que habían olvidado echar una mano de pintura de vez en cuando o de efectuarle algunas reformas para mantenerle en condiciones su fachada. Por lo que pudo ver era el lugar ideal para encuentros furtivos, algunos de ellos procedían del mismo Club. Más bien era un lugar de paso para ocasionales encuentros entre mujeres que ejercían la profesión más antigua y sus clientes, por lo que sabía también se daba el caso que aparecieran por allí jóvenes parejas que debido a que compartían vivienda con otros familiares allí podían encontrar la intimidad que necesitaban.

 

Fuera lo que fuera, aquel era el lugar indicado para su propio beneficio.

 

La noche del jueves, llamó al primo de Chishu-san quien había dado por perdido su móvil sin saber que estaba usándolo para sus planes.

 

-¿Conoces el edificio que hay frente al “Club Dorado”? –Preguntó, al obtener una respuesta afirmativa continuó- Ya sabes que mi bolsillo no esta muy boyante, le he convencido para que vayamos ahí, -al sentir su carraspeo, supo que algo no iba bien- ¿acaso prefieres otro lugar menos sórdido? –Le escuchó unos instantes- Prefiero que no sea tu casa, -no iba a decirle que no tenía forma de averiguar su dirección- deseo que sea un lugar neutral a ambos- él no accedería a ir, es muy reservado en ese aspecto. –tras unos instantes de silencio, accedió a verle donde él decía- Mañana, a partir de las ocho, estará en esa habitación, -no había dudado en pensar que ahí tendría sus contactos y podía conseguir un lugar privado, ajeno al negocio que se llevaba allí- Es preciso que no haya testigos de nuestra llegada. No deseo involucrarme en más problemas, solo quiero asegurarme que después de obtener lo que deseas no vendrás con reclamaciones. –tampoco él deseaba que además de obtener más de lo que esperaba Chishu-san, continuara reclamándole su deuda. Iban a cobrársela con creces- Si, nada ha cambiado de lo que te dije la última vez que hablamos. –cortó la llamada.

 

****************

 

-¿Estas seguro que quieres ir? –preguntó por segunda vez Chishu-san.

 

-Si, la semana pasada te dije que iríamos, después no pudo ser, y hoy aunque no hay espectáculo seguro que lo pasaremos bien. Al limpiar encontré tu móvil, -dijo entregándoselo, ya no iba a necesitarlo más.

 

-¡¡Qué bueno!! Estaba creyendo que ya no iba a recuperarlo. –dijo con expresión satisfecha.

 

Una hora más tarde estaban delante del “Club Dorado” enterándose que abrían una hora más tarde.

 

-No hay problema… -comentó- He visto ahí cerca un hotel de podemos entretenernos un rato mientras hacemos tiempo. Bueno, solo si quieres –le dio la opción de aceptar o no.

 

Caminaron los pocos metros que les separaban del edificio, ignoró la expresión de su rostro, si bien el exterior asustaba, al traspasar el umbral vieron que dentro tenía mejor aspecto, seguramente que así despistaban a quienes seguramente no conocían que negocio se realizaba allí.

 

Mientras Chishu-san le hacía caso y se ocupaba de recoger bebidas, él se acercó al mostrador, donde una rendija baja permitía hablar con el otro lado sin que ni uno ni otro se vieran los rostros.

 

-Tengo una reserva para las ocho –dijo.

 

-Es pronto…

 

-Si no esta libre volveré más tarde.

 

-No es el caso… -vió que dejaba una llave sobre la repisa- tiene que descender, la tercera puerta de la derecha. Sus acompañantes tienen acceso libre para esa hora.

 

-Les estaré esperando impaciente –dijo recogiendo el objeto y apresurándose a reunirse con Chishu-san- Vamos…, al parecer lo tienen ocupado y me han dado una especial. –comentó cuando le vió pulsar el botón del ascensor de bajada.

 

Luces rojas difuminaban la oscuridad del pasillo.

 

-Tercera puerta a la derecha –comentó adentrándose por el pasillo. Metió la llave en la cerradura abriéndose sin problemas.

 

Acertó al pedirle que comprara bebida fresca, allí el calor era insoportable.

 

Bebieron hasta agotar el contenido del bote.

 

-¿Qué hacemos? –preguntó Chishu-san mirando con aprensión los objetos que estaban a la vista.

 

-Ya te lo dije… divirtámonos un rato.-dijo acercándose a él y comenzando a desvestirlo sin que opusiera resistencia, sus besos le impedían negarse a sus deseos.

 

Cuando quiso darse cuenta estaba esposado a la cama dándole la espalda.

 

-No tiene ninguna gracia.-volvió el rostro hacia él.

 

-No deseo que la tenga… vamos a probar algo nuevo, todas esas cosas se ven muy interesantes. ¿No te parece a ti? –le paso la mano por la nalga, en una lenta caricia.

 

Su movimiento hacia él, le hizo saber lo que deseaba.

 

-No te impacientes… pronto tendrás lo que deseas, te lo prometo, -antes que pudiera responder, amordazó su boca con una bola ajustándola tras su nuca, sus gruñidos de protesta quedaron reflejados en su mirada sorprendida- ya te he dicho que vamos a pasarlo bien, sería una lastima desperdiciar esta ocasión para entretenernos con estas cosas.

 

Se apartó de detrás de él mirando la exposición de objetos sobre una repisa, de ella recogió un consolador que puso en marcha, algo suave y que cuando lo tuvo dentro de su cuerpo lo subió a máxima potencia.

 

Su cuerpo se sacudió estremecido por lo que estaba haciéndole sentir. Sacó de su bolsillo una mascara de cuero que pasó por su cabeza, imposibilitando de ese modo que pudieran verle, al mismo tiempo que al ajustar las correas impedía que se notara que estaba amordazado.

 

-Así lo disfrutaras más. Déjate llevar por tus otros sentidos.

 

Su tiempo allí se terminaba, se marchó dejándole en aquella posición humillante, las puertas del ascensor se estaban cerrando cuando vió que en el otro extremo una puerta se abría chirriante y el sonido de pasos indicaban que llegaba más de una persona.

 

Tal como le había prometido esa noche Chishu-san iba a tener mucho más de lo que esperaba y posiblemente hasta llegara a disfrutar de ser probado por más de uno.

 

El encargado de la recepción no le vió marchar.

 

Se apresuró a llegar a la estación para tomar a tiempo el tren, había quedado en reunirse con Kaede ese fin de semana.

 

Nunca supo lo que paso en aquella habitación, tampoco le importaba. Cuando solía cruzarse en el campus con Chishu-san, veía como apartaba la mirada evitando cruzarse con la suya.

 

En ningún momento vió resentimiento en él, lo que le hizo saber que con toda probabilidad había disfrutado en el transcurso de esa noche lo que le hicieran.

 

********************

 

Volvió al presente al sentir sobre sus nalgas el contundente golpe de un palmetazo, todo su cuerpo se estremeció, los golpes continuaron durante un par de minutos, era su modo de castigarle por distraerse. Él no se contenía por lo que no dudaba que iba a tener problemas para sentarse en los próximos días.

 

Disfrutaba oyéndole gemir por lo que no se contuvo y cada uno de los golpes iban acompañado de sus gritos de dolor, su cuerpo estaba en suspenso, la punta de sus dedos no alcanzaban a tocar el suelo y sus brazos extendidos hacia arriba, por encima de su cabeza unidas sus muñecas con una esposas de cuero con una argolla que había sido sujeta a un gancho afianzado a la viga que sostenía en entramado del techo, especialmente puesto allí para esa función especifica.

 

La habitación estaba preparada para use y disfrute de los gustos de su pareja y él se avenía gustoso a complacerle.

 

-¿Ya estas aquí? –preguntó desde su espalda.

 

-Si, amo. –tras decirlo apretó los labios para sofocar el gemido de dolor que le producía su nuevo golpe.

 

-Me complace, porque no quisiera que no fueras consciente de lo que me gustaría hacerte sentir.

 

Esa fue una larga y tormentosa noche.

 

Recibiendo la tortura como un castigo por su comportamiento anterior, por los errores cometidos a lo largo de su vida, sus labios no pronunciaron la palabra que podía concluir con aquella dolorosa situación.

 

Continúa en el próximo capítulo...

 

 


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