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Cartas a mi bebé por petit22

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Notas del capitulo:

Esta es la segunda parte de la primera carta.

Realmente no tenia intencion de continuar el fic, pero... a petición del público ¡Lo haré! :3

Así que, basta de cotorreo... Y lean lo que les he preparado ^^

Hoy te he llevado al médico.

 

 

Más que una confirmación, yo quería algún consejo.

 

 

Como respuesta, el doctor ha meneado la cabeza y me ha llamado impaciente. Ha dicho que aún no se puede asegurar nada, que tendría que ir, pasando los primeros quince días y que me haga a la idea de que se trata de un mero producto de mi fantasía. Volveré tan sólo para demostrarle que es un ignorante. Toda su ciencia no vale lo que mi intuición, y ¿cómo podría un hombre comprender a otro, que sostiene antes de tiempo, que está esperando un niño ó una niña?

 

 

Yo, como muy pocos somos la excepción de lo que los hombres de verdad somos capaces. Unos años atrás un hombre no podía quedar embarazado.

 

 

Hasta ayer me parecía una ventaja; más aún: un privilegio. Hoy me parece una limitación; aún más: una vil pobreza. Hay algo glorioso en el hecho de encerrar en el propio cuerpo otra vida, en el hecho de saberse dos y no uno. En ciertos momentos, te invade hasta una sensación de triunfo, y, en la serenidad que acompaña al triunfo, nada te preocupa: ni el dolor físico con el que habrás de enfrentarte, ni el trabajo que deberás sacrificar, ni la libertad que habrás de perder. ¿Serás un hombre o una mujer?

 

 

Quisiera que fueses mujer. Una preciosa niña.

 

 

Quisiera que tú experimentaras algún día lo mismo que experimento yo sin tener que sufrir lo que yo estoy sufriendo por tí: no estoy en absoluto de acuerdo con mi madre, que considera una desgracia el nacer mujer. Mi madre, cuando se siente muy desdichada, se lamenta: “¡Ah, si hubiese nacido varón!”. Ya sé: nuestro mundo es un mundo fabricado por los hombres para los hombres; la dictadura de ellos es tan antigua que hasta se extiende al lenguaje. Y siempre me lo ha echado en cara. Me ha criado con las limitaciones de una mujer.

 

 

Tal vez por eso amo a tu padre. Pero nunca la eh culpado. Es más, le agradezco que me haya criado de esa manera.  

 

 

“Se dice hombres para decir hombres y mujeres; se dice niño para decir niño y niña; se dice hijos para decir hijo e hija; se dice homicidio para designar el asesinato de un hombre o de una mujer. En las leyendas que los hombres han inventado para explicar la vida, la primera criatura no es una mujer, sino un hombre llamado Adán. Eva llega después, para divertirlo y armar líos.”

 

 

O al menos eso es lo que vociferaba mi madre.

 

 

En las pinturas con que adornan sus iglesias, Dios es un viejo con barba, nunca una anciana de blanca melena. Y todos sus héroes son varones, desde aquel Prometeo que descubrió el fuego hasta ese Ícaro que intentó volar, e incluso aquel Jesús que declaran hijo del Padre y del Espíritu Santo, como si la madre que lo dio a luz fuera una incubadora o una nodriza. Y, sin embargo, o tal vez justamente por esto, ser mujer es fascinante.

 

 

Yo dejé de creer en la iglesia cuando nos apuntaron con dedos acusadores a tu padre y a mí por nuestra unión. Cuando prohibieron casarnos. E incluso ahora, que tratan de que tu no nazcas.

 

 

Tu padre dice que constituye una aventura que requiere considerable valentía; un desafío que nunca llega a aburrir. Podrás emprender muchos caminos si naces mujer. Para empezar, tendrás que batirte para sostener que si Dios existiera bien podría ser una anciana de blanca cabellera o una chica guapa. Luego, tendrás que esforzarte en explicar que el pecado no nació el día en que Eva cogió una manzana: ese día nació una espléndida virtud llamada desobediencia.

 

 

Nunca sufrirás por amar a un hombre.

 

 

Por último, tendrás que batirte para demostrar que dentro de tu cuerpo liso y redondeado hay una inteligencia pidiendo a gritos que la escuchen. La maternidad no es un oficio y tampoco un deber, sino un simple derecho entre tantos otros, como yo. Te cansaras de gritarlo. Y, a menudo, casi siempre, perderás. Pero no debes desanimarte. Batirse es mucho más hermoso que vencer; viajar, mucho más divertido que llegar: cuando has llegado o has vencido, adviertes un gran vacío. Y para superar ese vacío debes emprender viaje nuevamente, debes crearte otras metas.

 

 

Sí, espero que seas mujer; no me hagas caso si te llamo niño. Y espero que tú no digas jamás lo que dice mi madre. Yo Jamás lo he dicho.

 

 

Estoy orgulloso de mí mismo.

 

 

Pero creo que las mujeres son bendecidas por no tener esta clase de obstáculos.

 

 

Quizá sea prematuro hablarte así. Tal vez yo debiera ocultarte, por ahora, las fealdades y las tristezas, y relatarte un mundo de inocencias y júbilos. Pero sería como empujarte al engaño, como inducirte a creer que la vida es una blanda alfombra sobre la cual se puede caminar descalzo, y no un camino pedregoso.

 

 

Con las piedras de ese camino uno tropieza, y al caer se hiere. De esas piedras hemos de protegernos con zapatos de hierro. Y ni siquiera eso es suficiente, porque mientras te proteges los pies, alguien recoge siempre una piedra para tirártela a la cabeza. Y por hoy he concluido, hijo mío, hija mía.

 

 

¿Te agradó la lección? Quién sabe qué dirían algunos si me escuchasen. ¿Me acusarían de loco o, simplemente, de cruel? He mirado tu última fotografía: a las cinco semanas, mides menos de un centímetro de longitud.

 

 

Estás cambiando mucho. Más que una flor misteriosa, pareces ahora una larva muy agraciada; mejor dicho, un pececillo al que le están brotando velozmente las aletas. Cuatro aletas que se volverán brazos y piernas. Los ojos ya son dos minúsculos granitos negros, con un círculo alrededor, ¡y tu cuerpo se prolonga en una colita!

 

 

El texto dice que durante este período es casi imposible distinguirte de cualquier otro embrión de mamífero; si fueras un gato tendrías más o menos el mismo aspecto que ahora presentas. En efecto, la cara no está, ni tampoco el cerebro. Yo te hablo, niño, y tú no lo sabes. En la tiniebla que te envuelve ignoras que existes.

 

 

Pero, ¿sabes? Yo no.

 

 

No te ignoraré, mi niña. Es más, te amo. Quizá demasiado.

 

 

 

 

Naruto.

Notas finales:

Espero sus comentarios *¬*

¡Hasta el proximo capitulo!


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