Rara vez ocurría algo como eso, una lluvia de estrellas el día de mi cumpleaños, parecía un regalo de los cielos. Además por primera vez en mucho tiempo mis padres estaban escuchándome, notaban mi presencia y no podía pensar en un momento más feliz que ese en toda mi vida, lo único que en verdad deseaba para mi cumpleaños era que ellos me amaran, tal como yo los amaba a ellos, que notaran que estaba allí.
Tomamos nuestras chaquetas del perchero de la entrada y salimos en silencio, ya era tarde, estaba oscureciendo, mis padres me habían prometido que nunca olvidaría ese día, que marcaria el resto de mi vida, montamos el auto e inmediatamente mi padre anunció nuestro destino.
-Hoy iremos al observatorio, de seguro no te lo esperabas ¿verdad Choutaroh?- sonreía en mi dirección pero había algo raro tras su sonrisa que no podía identificar, mi madre, mientras tanto, se limitaba a ver por la ventana sin pronunciar palabra alguna pero no le hice mucho caso, estaba acostumbrado al silencio.
-¿De verdad?- no sabía que mas decir mientras dejaba relucir mi más grande sonrisa, hace mucho no sonreía, hace tanto que sentía que mi rostro dolía.
Al llegar mi madre me tomó de la mano y me sonrió, una sonrisa algo distante y forzada, pero aún así me hacia feliz, sabía que no podía esperar que me quisiera de la noche a la mañana y ese era un gran avance, caminamos en silencio hacia el observatorio bajo una lúgubre atmosfera de la cual no hacía parte, no entendía que pasaba, en realidad, no quería entenderlo, quería creer en la mentira que estaba viviendo, quería tan solo soñar que era real y que nunca terminaría.
-¡Ya llegamos!- anunciaba mi padre con un gesto que abarcaba toda la estancia vacía, una construcción en forma de cúpula que parecía extenderse más allá de mis ojos, en cuya mitad se encontraba un telescopio de grandes proporciones, nunca había visto algo como eso.
-¡Parece que lo hubiéramos reservado! y además ¡te tengo un regalo!- Dijo mientras buscaba desesperadamente algo en sus bolsillos. Fingiendo que nos ponía atención.
-¡Oh! Parece que lo dejé en el auto, ¿me acompañas querida?- estaba mintiendo, podía verlo en su rostro, en su expresión, ¿pero por qué? ¿Qué razón tendría para mentirme? Mi madre se veía cada vez más incómoda, sabía que mi padre mentía y el porqué, pero yo no, no sabía que pasaba, tenía miedo.
Rápidamente se deshizo de mi agarre y lo siguió a la salida del observatorio, yo me limite a extender mis pequeñas manos en busca de quién debía estar allí, sin poder caminar, sin poder siquiera pensar, tan solo esperar despertar del sueño que se había convertido en pesadilla, no quería mas esto, quería que acabara pronto, quería que regresaran y una vez más pronunciaran mi nombre, tal vez, si avanzaba… ellos seguirían allí, esperándome.
Fui directo a la puerta, lo más rápido que pude, parecía que habían pasado horas cuando en realidad tan solo habían pasado unos segundos.
Alcancé a salir para ver como el auto de mis padres avanzaba a toda velocidad en dirección desconocida, alejándose de mí, me habían abandonado, a pesar de ser mis padres, a pesar de todos mis esfuerzos por agradarles, no les importaba, me odiaban, y yo también los odiaba, los odiaba con todo mi ser, deseaba que murieran con todas mis fuerzas, que no pudieran hacer sufrir a nadie más lo que yo había sufrido, quería que sufrieran como yo lo había hecho, todos los sentimientos acumulados en mi ser afloraban de repente, justo cuando la lluvia de estrellas empezaba a caer a kilómetros de distancia sobre mi cabeza.
Volaban lejos de mi alejándose justo como mis padres, no podía evitar llorar, las lagrimas salían desesperadas de mis ojos, acompañadas de leves gemidos y espasmos provenientes de mi pecho, ¿Qué haría de ahora en adelante? Mire hacia el cielo una vez más cuando escuche una explosión no muy lejos del lugar en el que me encontraba, gire bruscamente mi cabeza para encontrarme con una llamarada que se dirigía hacia mí a toda velocidad, un auto trataba de huir de la onda expansiva de desastre sin mucho éxito, un auto extrañamente parecido al de mis padres.
Observe con detenimiento aquel auto, era el de mis padres después de todo, sus rostros se veían transformados por el terror y las lágrimas, los gritos se escuchaban por doquier cuando un poste calló aplastando la parte delantera del auto justo frente a mis ojos, imposibilitándoles la salida.
Ríos de sangre brotaban del asiento de mi padre, su rostro se había deformado al punto de ser irreconocible, aparentemente ya estaba muerto, mi madre no dejaba de llorar y gritar desesperadamente mientras sacudía el inerte cuerpo del que alguna vez llame “padre” increíblemente no podía reaccionar ante tal escena, no sentía tristeza, dolor, pero tampoco felicidad, en cuestión de un minuto había pasado de ser parte de una historia a convertirme en tan solo un espectador cuya opinión no tenía valor alguno para nadie, tan solo allí parado, observando, lo único que sentía era la nada, la nada en la que me había convertido, tan solo un recipiente sin alma.
No podía moverme, el fuego había alcanzado un aviso de “pare” que salió volando por los aires hasta atravesar la ventana de la parte posterior del auto llegando justo hasta el pecho de mi madre, pude observar como la punta traspasaba su pecho, como sus manos se aferraban fuertemente a la punta prominente del aviso mientras su cerebro hacia un esfuerzo inútil por saber que era lo que ocurría, la sangre empezaba a brotar de su boca y las fuerzas empezaban a abandonarla, mientras me dirigía una triste mirada y sus últimas palabras: “lo siento”, eran las primeras palabras sinceras que salían de su boca, y también las últimas, ahora todo me daba igual, después de todo yo era nada, dejaría que la nada me absorbiera de ahora en adelante, llevándose todo, mis recuerdos y el vacio en mi pecho.