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“Quizás no es amor” (El nombre de la Rosa) por Natrium

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Notas del capitulo:

Bueno niños, pongo 2 caps. juntos porque estaban cortitos :)

Cap.3

“Venancio”

Los muchachos desempacaron algunos pergaminos y tintas que había traído Adelmo de su monasterio de origen. Luego, sin dejar de conversar ni un minuto, se dirigieron nuevamente al Scriptorium.

Berengario subía las escaleras de memoria, podría hacerlo incluso con los ojos cerrados. Iba contándole a su amigo sobre toda la gente que habitaba la Abadía: Severino el herbolario, era el hombre más bueno del mundo - dijo - a Jorge, ese viejo ciego y gruñón, ya lo conocía, lo mismo a Aymaro y sus secuaces, los molestos italianos. También estaba el anciano Alinardo, con el que él se confesaba, con el Abad no había tenido mucho trato, aunque a veces compartía su mesa durante la cena, se decía que aquel viejo era un avaro adicto a las piedras preciosas, pero a él no le constaba…Otro del que había que cuidarse, además de las bestias de Remigio y Salvatore, era un monje llamado Ubertino, muy ancianito también, resulta que se creía María Magdalena o algo así, y de vez en cuando le daba por manosear novicios y monjes jovencitos…

Adelmo lo seguía en silencio, escuchaba atentamente. Reía con algunas frases y reprendía a Berengario cuando usaba expresiones tales como “el viejo ese” para referirse a algún anciano padre.

Ellos subían la escalera y otros dos monjes jóvenes bajaban, también conversando y un poco apresurados.

Berengario los esquivó sin problema y siguió, pero Adelmo chocó con uno de ellos y dejó caer peldaños abajo casi todo lo que llevaba en las manos.

-U…perdón. - dijo el chico que lo había empujado, y quiso decir más cosas, pero se encontró con el rostro de ángel de Adelmo y no pudo.

El otro monje, más abajo, miraba burlón a Berengario que cuando se percató de lo sucedido volvió sobre sus pasos.

- ¿¡Pero qué les pasa!? ¿¡Es que no tienen ojos!? - los interpeló enojado.

- …no es para tanto, fue un accidente… - medió Adelmo.

- Es cierto. Perdóname. Soy Venancio - dijo el que había chocado con él, presentándose.

- y aquel - señaló a su compañero - es Bencio. ¿Llegaste a la Abadía hoy, verdad?

-…Si. Me llamo Adelmo - le extendió la mano.

Venancio la tomó y jamás la hubiese soltado si Bencio, su amigo no le pellizcaba el brazo disimuladamente desde atrás.

Adelmo hizo ademán de recoger sus cosas, pero Venancio no se lo permitió y comenzó a levantarlas él. Por suerte los frascos de tinta no se habían roto.

Mientras, Bencio y Berengario intercambiaron una mirada de odio. Adelmo los miró a ambos sin comprender.

Berengario les dio la espalda enojado.

Bencio sonrió.

Venancio terminó de recoger las cosas y de rodillas, un escalón más abajo que Adelmo, se las ofreció como quien ofrece un tesoro a un dios pagano.

Adelmo sonrió y se ruborizó mientras tomaba sus tinteros. Se hubiera quedado mirando los ojos oscuros de Venancio para siempre, pero Berengario tironeaba de su hábito diciendo que se apurase y subiera.

- Gracias - alcanzó a decir antes de desaparecer por la entrada del Scriptorium.

Una carcajada sacó de su arrobamiento a Venancio.

- ¡Pero es que las hierbas que fumamos anoche te han nublado el juicio? - le dijo Bencio todavía riendo.

- ¿Cuál juicio? , ¿Acaso alguna vez lo he tenido? - respondió Venancio.

Esto hizo reír a Bencio todavía más.

-¡¿Pero qué holgorio es este?! - rezongó de pronto una voz junto a ellos.

 Era el viejo Jorge. A  Bencio  casi se le sale el corazón del susto. Igual a su compañero.

- Pa… Padre Jorge, perdone. - logró balbucear Venancio.

- Mm…aquí huele a pecado. - sentenció el anciano, clavando en ellos sus ojos ciegos como si pudiera verlos.

- Qué diría si oliera tu dormitorio. - dijo Bencio muy, bajito a Venancio. Este le dio un codazo y aguantó la risa.

El venerable Jorge resopló.

- Voy a tener que confesarlos. - decidió.

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- ¿Quiénes son esos hermanos? - preguntó Adelmo, y dejó escapar un suspiro mirando hacia la entrada del Scriptorium.

- Bencio y Venancio. Te lo dijeron ¿no? - contestó Berengario secamente. Estaba haciendo lugar en una de las mesitas que sería el lugar de trabajo de Adelmo de ahora en adelante.

- ¿Y por qué estás molesto con ellos? Parecen buena gente - siguió  Adelmo con tranquilidad.

- ¿Qué? ¡No tienes idea!...bueno, a Venancio no lo conozco, pero ese Bencio es una víbora, y si son amigos deben ser iguales.

Adelmo lo miró con tranquilidad.

Berengario suspiró.

- Otro día te cuento toda la historia. Querías comenzar a trabajar cuanto antes ¿no?

Adelmo afirmó con la cabeza y se ubicó en su mesa.

- Yo tengo muchas cosas que hacer, también -agregó Berengario. Vio de reojo que Malaquías no los perdía de vista y supuso que iba a regañarlo si seguía conversando. Además se había puesto de muy mal humor.

Cap. 4

Bencio

Bencio yacía de espaldas con los brazos cruzados bajo su cabeza en el austero camastro de la celda en la que dormía. Se entretenía mirando los rayos de la luna que penetraban por una estrecha ventana en la pared mientras esperaba que lo venciera el sueño.

En la tarde, había tenido que confesarse con el senil padre Jorge y como penitencia (por entregarse al vicio que representaba la risa) le había prohibido estar en el Scriptorium ese día. Todavía estaba contrariado por eso. Amaba los libros y una tarde sin lectura era una tarde amarga. A Venancio lo había mandado a ayudar en la huerta.

Y hablando de él…

Oyó tres golpecitos secos en la puerta. Luego se abrió y apareció Venancio.

- ¿Qué quieres? - preguntó Bencio.

- No puedo dormir- respondió su amigo, y fue a sentarse en el suelo a un lado de la cama.

- ¿y qué quieres que haga? - dijo Bencio inexpresivo y sin moverse.

Venancio se puso de pie y comenzó a caminar ida y vuelta de la puerta a la pared del fondo, mientras se revolvía con desesperación el pelo largo y negro.

Bencio lo miró divertido - ¿quieres fumar? - propuso.

- ¡No! No quiero fumar. Desde que vi a Adelmo no puedo dormir, no puedo fumar, no puedo respirar no puedo… ¡vivir!

- …pero si no lo conoces….apenas lo has visto… ¿qué tonterías estás diciendo?

- ¿Sabes lo que pienso? Que Los sentimientos verdaderos nacen así, de la nada, sin razones, sin explicaciones…

Bencio soltó una carcajada y Venancio chistó indicándole que no lo hiciera tan fuerte.

- Es que…no sabía que eras invertido - dijo Bencio ahogando la risa. - ¿por qué no me lo habías dicho?

- Porque nunca lo preguntaste.

- ¡ah! No me vengas con tu lógica para principiantes.

Venancio se subió a la cama, se puso en cuatro patas sobre su amigo y antes de que reaccionara le dio un beso leve en la boca.

- eso es para que no estés celoso - le explicó - aunque no es la primera vez que te meto mano…date por satisfecho con esto- agregó pellizcándole el trasero.

Bencio comenzó a reírse de nuevo. También Venancio reía encima suyo.

Bencio devolvió el pellizco e hizo rodar a Venancio hasta quedar abajo.

- Siempre pensé que jugabas - dijo.

- Y claro que jugaba - no te ofendas, pero no me gustas nada. - rió y lo besó en la mejilla.

- es bueno saberlo. - dijo Bencio.

- ¿Entonces no estás celoso?

- No…

- Entonces dime, ¿por qué tu poderoso cerebro todavía no tiene una respuesta para mi?

- ¿respuesta?

Venancio le tomó el rostro y volvió a besarlo, un besito corto y rápido pero esta vez introduciendo la punta de la lengua en la boca de su amigo.

- Qué hago con todo esto que siento. Dime.

- No puedo pensar si estás besándome y tocándome…deberías saberlo a estas alturas, ¿no?

Bencio se puso de pie, sintiendo todavía cosquillas en los labios, sonrió en la oscuridad. Su cerebro comenzó a funcionar.

Venancio despatarrado en la cama, se llevó teatralmente las manos al corazón.

 - Ahora comprendo a esos santos que después de haber contemplado al Señor en una visión no soportan la vista de las cosas mundanas y anhelan la muerte para estar eternamente en presencia de Él.

- Ya…, no exageres.

- No exagero.

-…es un chico lindo, todos lo comentan pero…Ve y búscalo antes de que amanezca, o de que otro se te adelante.

- pero debe estar dormido.

- Lo despiertas, (así cómo me despiertas a mí).

- ¿Y qué le digo?

- pues la verdad, que quieres acostarte con él.

- ¿¡¡Qué!!? - Venancio se levantó de un salto - …Yo no quiero…¡no quiero hacer eso! Quiero mirar sus ojos hasta que se acabe el mundo, quiero que me mire hasta que yo ya no exista sino como una imagen en sus ojos. Quiero escucharlo hablar, quiero saber todo lo que piensa, quiero tomar su mano y…Estoy seguro de que nos conocemos de otra vida. Que estuvimos juntos en el cielo antes de nacer…

- Bien, bien. Entonces ve, despiértalo y dile todo eso.

Venancio lo asfixió con un abrazo.

-¿crees que eso extraía bien?

 - Si. Claro.

- Eres un buen amigo.

- Pero debo advertirte una cosa - Bencio lo tomó por los hombros y lo miró fijamente en la penumbra. Venancio esperaba sus palabras ansioso.

- recuerda que Adelmo, tu ex -compañero de “cielo  pagano”, no se separó de mi querido Berengario desde que llegó.

Venancio lo miró sin comprender.

Bencio suspiró y le explicó sin paciencia - recuerda que por circunstancias “X”, que debían conducirme a eventos “Y”, pero que no se dieron, Berengario me odia.

Tú eres mi amigo, luego, Berengario también te odia .Por lo tanto, si Berengario y Adelmo son amigos y pasaron todo el día juntos es probable…

- Si, si, ya entendí.

Venancio se desplomó sobre la cama.

- …que no tenga una bonita idea de ti. - prosiguió Bencio. - Pero -agregó - esto no te lo digo para que cambies de idea, sino para que estés preparado.

Venancio se animó de nuevo.

- No se… - dijo Bencio pensativo - inventa algo, di que en realidad me odias…o  cualquier cosa.

Venancio se puso de pie, lo abrazó efusivamente y salió del cuarto.

Bencio se sentó en la cama, a cavilar…

- Venancio enamorado, y  de un muchacho…. ¿otras vidas…?

¿Había perdido la razón su amigo? No…. el encierro y la juventud no se llevan bien .Eso era todo. Sus ímpetus juveniles, viriles, se le habían subido al cerebro. Ya se le pasaría. Además…esto para él era un regalo del destino (no creía en dios). Si sabía manejar bien este asunto sacaría el mayor provecho, conseguiría cumplir su máximo deseo…lo único en esta tierra que podía otorgarle la Felicidad.

 

 

 

Notas finales:

que estén muy bien!


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