Estábamos en mi oficina, a pesar de que no cruzamos muchas palabras, nos sentíamos muy cómodos con la compañía del otro.
Me sentí tan feliz de poder tenerlo tan cerca, como cuando éramos…bueno ustedes saben…pero al mismo tiempo el arrepentimiento no deja de molestar en mi pecho, de verdad estoy tan arrepentido de no haber aceptado mis sentimientos cuando estaba a tiempo, arrepentido de no haber disfrutado de su compañía mientras permanecía a mi lado tan insistentemente….en fin….arrepentido de TODO.
El maldito ruido de la puerta hizo que me distrajera de la tarea que llevaba a cabo en ese momento: contemplar a Wolfram mientras lee…y para colmo, la persona que interrumpía el tiempo que pasaba al lado de mi rubio, no era otro sino Murata.
Después de nuestra discusión, no hablamos mucho entre nosotros, a menos que sea por asuntos del país, y el ambiente siempre se pone tenso. Justo como ahora.
Wolf se levantó para saludar con una reverencia a aquel sujeto que creí mi amigo por mucho tiempo, y que ahora era mi enemigo.
- Buenas tardes Alteza- dijo mi rubio con una linda sonrisa.
- No necesitas ser tan formal Wolfram- le contestó el otro con una sonrisa pícara al mismo tiempo que se acercaba peligrosamente a él.
- ¿Desde cuándo lo llamas por su nombre?- intervine molesto sin lograr disimularlo, vaya ni siquiera me importó hacerlo.
- Desde hoy, no creo que haya problema, ¿o te molesta Wolfram?- pronunció su nombre con un tono… ¿sensual?....MALDITO, juro que odié escuchar el nombre de mi amado salir de la boca de ese idiota traidor.
- N-no, por mí está bien-respondió él. Wolfram parecía confundido con la situación.
- Lo ves Shibuya? Además no creo que sea algo de tu incumbencia- dijo como si hubiera ganado…
- Wolf, puedes salir un momento? Ve a comer algo, tengo que hablar con Murata. En cuanto termine, te alcanzo-
- Pero… ¿estarán bien?- musitó acercándose a mí. Lucia preocupado por lo que pudiéramos discutir.
- Claro, anda ve!- le dije depositando un inocente beso en su frente.
Wolfram abrió desmesuradamente sus hermosos ojos verdes.
- E-está bien…- no dijo más y salió de la oficina, dejándome a solas con Murata, tal vez ahora si me armaría de valor para romperle la cara.
- ¿Qué pretendes?- pregunte de inmediato.
- ¿Qué te hace pensar que pretendo hacer algo?
- Y todavía lo preguntas. No te hagas el desentendido conmigo. ¿Qué quieres lograr llamándolo por su nombre tan repentinamente?- comenzaba a enfadarme otra vez.
- Ya que ahora estas fuera del juego. Aprovecharé para ganarme el corazón de ese rubio tan sexy. Quién sabe, tal vez también puede quitar a Allen de mi camino y quedarme con la joya más codiciada de Shin Makoku- soltó una carcajada. Sus intenciones eran obvias.
- No podrás, no si yo te lo impido. Si bien yo ya no tengo oportunidad, no dejará que interfieras en la relación de Wolfram y Allen. – aunque me matara decir eso, era la verdad.
- Ya veremos quién es el vencedor- estaba seguro de sus palabras, pude notarlo al instante.
- ¿Me estas declarando la guerra?
- Que inteligente mi querido Maou- sonrió satisfecho y después….se marchó.
Maldita sea, ¿Por qué tenía que pasar algo como esto?.
Después de calmar mis nervios y asimilar lo que acababa de pasar, me dirigí al comedor como había prometido a Wolfram. El estaba sentado a la mesa, comiendo lo que parecía un pastelillo de chocolate, me vio entrar y de inmediato desvió la mirada hacia otro lado, ¿estaba sonrojado?
- ¿Qué sucede Wolfram?- le pregunte preocupado.
- Nada- dijo rápidamente, sin mirarme.
¿Por qué me evitaba?....en ese momento recordé el beso que le di en la frente…. ¿era por eso?... ¿podría significar que él…todavía sintiera algo por mi?
…