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.~.*OBLIVION*.~. por Dama_Roja

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Notas del capitulo:

Quería hacerlo más larguito... pero decidí dejarlo ahí xD. Ya saben para darle más drama al asunto xD. Próximamente, estaré respondiendo sus review x3. Muchas gracias por leer :B

 

Despertó con la boca seca y un olor nauseabundo de drogas y alcohol. Shit, un hospital, pensó. Se incorporó pesadamente tomando su cabeza con su mano izquierda. De no saber que despertaba luego de una cruenta batalla, hubiera jurado era el pobre resultado de una resaca. Rió por lo bajo ante sus pensamientos.

 

-          Yagami - san. Al fin despertó - una voz comentó alegre desde la puerta, obligándole a girar la cabeza. Una enfermera algo sonrojada entraba a la habitación, no siendo capaz de contener su sonrojo. Después de todo, no es para nadie desconocido el estatus de ídolo que sigue al pelirrojo por todos lados. Iori sólo sonrió por lo bajo. Permitió que se le fueran revisados sus signos vitales y el estado de sus vendas, se le retirara la bolsa con líquido transparente que estaba conectada a sus venas. La enfermera seguía comentando cosas, pero Iori no prestaba atención. Su vista estaba fija en la ventana abierta. El suave viento mecía apaciblemente las hojas de una solitaria flor, lo único colorido de aquel blanquecino lugar.

 

-          Cuánto...

 

-          Disculpe? - comentó confundida la enfermera, deteniendo momentáneamente lo que estaba haciendo en ese momento.

 

-          Hace cuánto estuve aquí. - Despegó su vista de la ventana, para posarla directamente en los ojos de la enfermera. Tanta intensidad sorprendió a la joven que no pudo evitar sonrojarse aún más y huir de su mirada. Buscó con rapidez el historial del pelirrojo y ojeó.

 

-          Según esto, lleva algo más de una semana, Yagami -san. - comentó algo tensa y nerviosa, intentando lucir lo más calmada posible, ojeando la reacción que pueda despertar en Iori la respuesta. Pero Yagami no parecía sorprendido.

 

-          Un muchacho estaba conmigo. Kyo Kusanagi: lo remitieron aquí? - la enfermera no supo que responder, pero no quería quedar mal frente a su ídolo, así que salió presta chocándose con el doctor que iba entrando. Hizo una pequeña reverencia sin animarse a mirar al médico, y salió lo más rápido que pudo. Por su parte, el doctor sólo realizó una mueca de disgusto, y ajustó sus anteojos, a lo que Iori respondió con indiferencia. El doctor sólo atinó a aclarar su garganta e ingresar a la habitación para retomar el historial que la enfermera había dejado sobre la cama momentos antes al salir apresuradamente.

 

-          Bien... parece que todo está bien. En unos pocos días, podremos darle de alta Yagami san. - silencio como respuesta. - Si tiene alguna inquietud, alguna molestia.

 

-          Me siento perfectamente bien hoy. Si no le incomoda, me gustaría salir hoy mismo del hospital. - El doctor intentó replicar, pero una mirada irritada de parte del pelirrojo le hizo reconsiderar. Suspiró pesadamente. Al final del historial, se encontraba una hoja amarilla donde liberaba al hospital de alguna demanda o problema legal por dejar salir al paciente antes del tiempo. Iori tomó la bandeja sin importancia y firmó. Acto seguido, el médico caminó hacia un la cama y activó un botón.

 

-          Las enfermeras llegarán pronto a atenderle. Le indicarán dónde están sus pertenencias (o lo que queda de ellas). A la salida puede indicar el pago. Más silencio. No sabía lidiar con este tipo de sujetos, pero igual, no tenía tiempo que perder. Habían más pacientes que exigían de su atención.

 

Se incorporó y se sentó a un lado de la cama. Examinó su cuerpo. Los médicos habían hecho muy buen trabajo, pero igual iban a cobrar por eso. Cerró los ojos intentando recordar que había pasado, justo después cuando permitió que la maldición de Oroshi invadiera su cuerpo. No tardó mucho en rememorar los gritos aterrorizados, gente corriendo, disparos a discreción. Todos acallados bajo la ira de la abominación. Pero, dónde estaba Kyo? Intentó repasar nuevamente sus recuerdos, nada. Sólo oscuridad. Estaba seguro que su modo berserk era más que suficiente para acabar a esa tropa. Sin sentir dolor o cansancio y en cambio el poder experimentar una energía infinito. Sonrió con sorna. Algunas veces la maldición servía para algo. Tomó la cabeza entre sus manos. Se concentró aún más. Intentó centralizar su pensamiento únicamente en la esencia del señor de la llama dorada. Finalmente, logró vislumbrar algo que lo dejó confundido: la espalda de Kyo, lleno de arañazos, oscuridad... rompiendo su brazo, oscuridad... ojos suplicantes pidiéndole que se detuviera, oscuridad, un grito lleno de horror, dolor y agonía. Abrió los ojos aturdido, que diablos había sido eso? Fue entonces cuando se percató de una peleílla, detrás de su puerta. Se levantó con cara de pocos amigos y abrió la puerta intempestivamente encontrando a un par de enfermeras discutiendo por quién debía entrar y atender a la salida del gran Iori Yagami.

 

El pelirrojo reconoció entre ellas a la chica que había prometido buscar algo sobre Kusanagi. Tenía que cerciorarse: o esos recuerdos son sólo confusión de una mente febril y esforzada... o algo peor. Tomó a la joven del brazo y sin mucho preámbulo la empujó dentro de la habitación dando un portazo. Al menos, las otras enfermeras han de conformarse con la imagen ensoñada de Yagami en torso desnudo vendado y pantalón de pijama.

 

-          Y? - increpó con  impaciencia mientras arrebataba el historial que cargaba la enfermera en sus brazos. Ella, saliendo un momento del ensueño caminó rápidamente hacia el clóset y sacó las pertenencias de Iori colocándolas encima de la cama.

 

-          No hay nadie registrado con ese nombre, Yagami -san - una mirada iracunda recibió como repuesta, pero haciendo gala de toda la fortaleza que le quedaba, continuó. - No obstante, alguien ingresó el mismo día que usted. Yo... - empezó a buscar nerviosamente entre los bolsillos del uniforme, extrayendo una celular. Parece estar buscando algo - conseguí esto, pero no sé si ésta sea la persona que le interesa.

 

Yagami arrebató apresuradamente el artefacto.  Si... era él no cabía duda. Miró a la mujer en búsqueda de una explicación. Ella se encogió de hombros

 

-          Bueno... venía con usted, así que... no sé, y como se veían... y por las heridas, pensé que estaban relacionados de alguna "forma"... además era tan guapo, y uno no puede recrear la vista todos los días y...

 

Demasiada información, rumió Iori. Podía sentir escalofríos. Y luego él era el peligroso. Ojeó con rapidez cada parte del informe médico. Una parte llamó su atención: Posible agresión sexual. Enarcó las cejas. Ahora si estaba confundido. Arrancó el informe ante el intento de reclamo de la enfermera pero ante los ojos atónitos de la mujer, vio como la hoja se hizo cenizas que volaron a través de la ventana, por una llama púrpura que brotó de la mano del ídolo. Iori se vistió rápidamente, y posó una mano en el hombro de la joven, murmurando algo como "fuiste de gran ayuda".

 

Ella sólo podía sentir el corazón palpitar furiosamente. Esperó a que saliera, caminó hacia atrás hasta encontrar la pared y resbalarse por ella. Sus compañeras entraron curiosas al ver el estado de la chica. Oh Dios mio... Iori Yagami había tocado su celular... y le había dicho que había sido de gran ayuda. Un chillido de emoción fue lo único que dejó escapar como respuesta ante las incesantes preguntas de sus colegas.

 

Por donde pasaba, Iori Yagami causaba sensación. Sabía manejar la fama, pero le seguía inquietando lo que le pudo haber pasado a Kusanagi.  Como por arte de magia, un auto negro le esperaba a la salida del Hospital. Un hombre hizo una reverencia al reconocerle, le abre la puerta del carro y espera a que su señor se acomode para cerrar. Luego corre presuroso para subirse adelante e indicar al conductor que podía iniciar la marcha.

 

-          Residencia Kusanagi - fue una orden que fue acatada de inmediato, sin preguntas. Fue hasta entonces en la seguridad de su vehículo que se percató de su ropa. Aún estaba sucia y maltrecha. Sus sentidos fueron llenados con un olor bastante conocido por él: sangre. Y no sólo suya. Pudo reconocer rastros del Kusanagi en ella. Qué diablos hice?

 

Fue una hora exacta que le tomó al conductor llevar a su señor al destino indicado. Aunque para él hubiese sido mejor llevarlo a la residencia Yagami y hacer así un cambio de ropas, el amo tenía más urgencia en ir a la casa de sus eternos adversarios. Quizás, se había enterado de la noticia y había ido verificar. Sonrió. Estaba muy orgulloso del amo. La batalla al final había terminado y con la victoria de los Yagami.

 

El carro se detuvo, pero Iori no esperó a nadie para salir del vehículo. Todos, tanto conductor como guardaespaldas aceptaron con una venia la orden tácita: nadie debía seguirle. Además, quien debía proteger al hombre más fuerte sobre la tierra? Al rey de los peleadores?

 

No fue necesario anunciar su llegada. Tan solo con pisar la entrada, fue recibido con un violento golpe que lo mandó a volar fuera de la mansión. Al tocar su rostro pudo sentir un poco de electrostática. Ah sí, los perros de Kyo le daban la bienvenida. Se levantó mostrando cierta sorna en su sonrisa, y más al ver el rictus en el rostro del rubio, era obvio le molestaba su presencia.

 

-          No vengo a visitarte Nikaido. Necesito ver a Kusanagi.

 

-          Maldito insolente... no sólo nos causas este dolor, sino que vienes a mofarte de ello? - más corrientes eléctricas empezaban a rodear al luchador. Era obvio que quería pelea. Bueno, si eso era lo que quería, Iori no era de rogar. Tomó su pose de pelea, y justo cuando ambos rivales iban al encuentro fue detenido por unas majestuosas y poderosas llamas rojas. Kyo fue lo primero que pasó por la mente de pelirrojo, calmando su perturbado espíritu, pero para su decepción, sólo se trataba de Saisyu Kusanagi, padre de Kyo.

 

-          Pero Kusanagi- sama!! - intentó increpar Benimaru

 

-          Es suficiente Nikaido. La lucha ha acabado, y nosotros somos los perdedores. - En una muestra honorable, y ante la estupefacción del rubio, el patriarca de los Kusanagi se arrodilla ante Iori, mostrándole sumisión y respeto. Nikaido no puede más que chirrear los dientes, y salir corriendo de ahí. No puede seguir observando tal espectáculo. Iori también se muestra perplejo. Se acerca al anciano ofreciéndole la mano.

 

-          No entiendo su proceder Kusanagi - sama. Acabo de salir del hospital. Yo sólo quiero hablar con Kyo.

 

Saisyu levanta la vista. Se incorpora lentamente. - No has venido para declararte como ganador de esta batalla? - Iori niega con la cabeza. Por qué todos le señalaban como el vencedor? Si mal no recordaba, el mocoso impertinente lo había sido justamente. Saisyu vio la sincera confusión en el rostro del pelirrojo. Dando un largo suspiro, le invitó a entrar.

 

Iori no se hubiera sorprendido si los perros falderos de Kyo estuvieran ahí. Pero que casi todos los luchadores del KOF estuvieran en la mansión, le hizo pensar que algo no estaba bien. Siguió callado, intentando no hacer contacto visual con ninguno de los comensales, aunque era inevitable que ellos no le miraran con alguna muestra de odio y repulsión. Algunos simplemente volteaban su rostro para otro lado.

 

-          IORI YAGAMI - un grito desgarrador lleno de resentimiento y tirria hizo que todos voltearan a mirar. Una joven de trajes negros y cabello corto corrió al encuentro del pelirrojo. Empezó a golpear su amplio pecho liberando la amargura y aflicción que debió aguantar todo ese tiempo - No tenías derecho... NO TENIAS DERECHO!! MALDITO SEAS!!  - era lo único entendible entre tantos gimoteos. La novia de Kusanagi recordó Iori.

 

-          Kushinada - chan, por favor, cálmate - Otra doncella intentaba contenerla y separarla de Yagami. Era la madre de Kyo, quién también lucía prendas fúnebres.

 

-          No tenía derecho... No tenía derecho - repetía una y otra vez Yuki Kushinada. - No te bastó con ser el ganador. Tenías que quitarle la vida para que tu felicidad fuera plena no? Y qué hay de la mia!! Ahora que voy a hacer yo!! - gritaba acongojada - Kyo era mi vida... mi vida ...

 

Iori sólo podía procesar en cámara lenta lo que escuchaba. Kyo, muerto? Pero cuando terminó la batalla, estaba vivo, y no se hubiera permitido matarlo, ni siquiera en modo berserk... o no? Miró aún más perturbado  a Saisyu en búsqueda de respuestas. Él sólo bajó el rostro y siguió indicando un lugar más propicio para conversar.

 

-          Quiero aclarar una cosa - fue lo primero en decir, una vez entraron al dojo de los Kusanagi, el lugar más silencioso de la mansión en ese momento. - Kyo fue el ganador en nuestra última batalla. Son los Yagami los que les deben una honra. - Acto seguido, fue el propio Yagami el que imitó el mismo acto que el patriarca de los Kusanagi hubiera realizado momentos antes. Se hincó como muestra de sumisión y reconocimiento. - No sé por qué llegaron a esa conclusión. Fue una batalla difícil, pero yo mismo puedo asegurarle que si aquí hubo un ganador, ese fue su hijo.

 

Por un momento Saisyu contuvo la respiración. Luego sonrió en forma doliente.

 

-          Así que, fue así. - Sintiendo como desfallecían sus pies se sentó un momento, justo al frente donde Yagami se encontraba. Condujo entonces su mano hacia sus labios, y lloró en silencio. Lo logró. El mocoso lo había logrado. Este periodo de paz le pertenecía a los Kusanagi - Traes un poco de paz a este corazón acongojado muchacho. - Alargó su brazo y tocó el hombro del pelirrojo. - Has sido muy valiente para venir hasta aquí e informarme esto. Si tu clan lo supiera... pero es obvio que no te importa para nada lo que piense tu familia. - le miró, como estudiando su rostro. - Pero no viniste a eso... verdad?

 

-          Kusanagi - sama... dónde está Kyo?

 

-          Qué pasa Iori. Estoy seguro que ya lo sabes. Kyo está muerto.

 

Notas finales:

Muy bien... que les ha parecido xD?? como siempre estoy atenta a sus reviews y aunque no crean motivan y mucho!!. Nos vemos hasta una próxima oportunidad x3.


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