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Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

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Notas del capitulo:

Hola, pues aqui les dejo otro capi de la historia y pues espero que les guste n.n, ademas de que esta estrenando opening XD

http://www.youtube.com/watch?v=_-mYQomV3wA

espero que les guste n.n

Capítulo II

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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Eso no debía estar sucediendo.

Naruto quedó inmóvil sin lograr que sus piernas dieran un paso más. Las curiosas miradas de los clientes lo dejaron inquieto. Y tal situación le hizo sentirse como un tonto. ¿Desde cuándo era cobarde? Se dio un golpe mentalmente y regresó a la realidad. Su manera de comportarse no reflejaba su verdadera forma de ser. Naruto Namikaze jamás había retrocedido ante un problema difícil, y esa noche no sería la excepción. Demostraría su coraje, dejarse intimidar no entraba en sus planes. Desvanecería el shock del inicio, levantándose nuevamente. Reordenó sus ideas y recordó cada enseñanza de Tsunade y Jiraiya; la etiqueta, el arte de la infiltración consistía más que sólo pasar desapercibido, debía mezclarse perfectamente en el contexto y mostrarse como ellos. Manejaría bien los hilos, pues él sería el titiritero.

Pondría en práctica su habilidad en tal arte.

Bajó lentamente la cabeza hasta lograr que sus flequillos rubios le cubrieran los ojos, aspiró disimuladamente una considerable cantidad de aire y, una vez que sus pulmones no pudieron soportar más, exhaló suavemente mientras volvía a levantar el rostro, ahora con un gesto estoico e inmutable, tal vez un poco prepotente. Su semblante cambió por completo; reveló una sonrisa fresca, en los ojos azules brillaba la confianza y su porte se había erguido firme. Caminó con pasos serenos hasta llegar al frente de la habitación, quedando delante de los depredadoresque lo veían atentos detrás de las rejas de madera. Cada movimiento destilaba seguridad, gestos elegantes que él mismo desconoció que podía lograr. Y ellos estaban creyendo el teatro. Para finalizar la presentación optó por desenfundar el abanico que llevaba sujeto en el apretado obi y sonrió, o algo parecido a una sonrisa atrevida, tras la barrera de tela. Siguió una reverencia, Tsunade le había dicho que un saludo encantador, una sonrisa oportuna y sus ojos azules, serían suficientes para tenerlos comiendo de sus manos, y por lo visto la mujer no mintió.

Orgulloso, Naruto observó satisfecho el resultado. Rió una vez más para sí mismo, dio media vuelta y salió de la habitación, saboreando la victoria por haberlos engañado.

Sin embargo, al estar del otro lado del cuarto, lejos de las miradas curiosas, sintió sus piernas convertirse en mantequilla, lanzó el abanicó al suelo y se recargó en un costado del muro. Un suspiro abandonó su boca y no le importó parecer tan cansado. Había sido más difícil de lo que pensó al principio. Imaginarse repitiendo semejante faramalla varias noches a la semana le daba dolor de cabeza. ¿Cómo lo soportaban ellos? Era asfixiante sentir las miradas pesadas del deseo y la lujuria, no quería imaginar lo que pasaba por las mentes de esos cerdos pervertidos, las expresiones hambrientas y las sonrisas libidinosas hablaban por sí solas. Detestó más la situación, detestó no concentrase y detestó, aún sin conocer su nombre, al individuó que caería en su red.

Una dulce melodía complacía a los hombres de la habitación, los instrumentos tocados por las Sancha parecían mágicos entre bebidas, bailes, juegos y conversaciones banales. El espacio estaba decorado con elegantes y alegres colores; desde los tapices tejidos en las paredes de madera, las puertas corredizas revestidas por extraordinarios dibujos de animales extravagantes o la naturaleza muerta acompañando bellos jarrones, pisos lustrosos de tatami. Un conjunto adecuado para albergar a clientes que pudieran darse el lujo de pagarla. Esa noche hospedaba a un grupo especial.

Sasuke Uchiha todavía no comprendía cómo había terminado con ellos; escuchando música demasiado melosa y sosteniendo un vaso de sake.

Sus amigos se divertían a costa suya. Suigetsu no dejaba de coquetear y manosear a una Yuujo, ella sonreía risueña, asegurándose de cumplir bien su trabajo. Sai y Juugo tomaban sake y jugaban mahjong con una mujer rubia, ella le recordó ligeramente a Tayu. Y la simple mención respondía a la pregunta del porqué había entrado al burdel. ¿Cómo aceptó acompañarlos tranquilamente? Pocas veces había cedido a la presión, pero no consideró la invitación de Sai hasta parar delante de la puerta de Tsunade. Se sintió un idiota al dejarse hechizar por la belleza de un Oiran. Sus propias palabras le habían dado una bofetada muy dura. ¿No fue precisamente él quien renegó de la belleza de un cortesano de poca clase? Aunque considerar a Tayu de poca clase sería injusto. Acabó prendado de tal encanto como imbécil.

La curiosidad lo condujo a esa habitación, encerrado con cuatro mujeres y sin la oportunidad de hablar con Tayu. El estatus y el dinero no fueron impedimentos, Sai había solicitado la presencia de Tayu, pero la dueña dejó claro que sería imposible por la alta demanda despertada en otros clientes. Como compensación les ofreció la compañía de tres Sancha y una Yuujo, Suigetsu aceptó la propuesta en nombre de todos. Sai lo apoyó, según Shimura debían aprovechar la noche para celebrar porque después sería imposible sacar a Sasuke de su nueva oficina. Uchiha tuvo ganas de retorcerles el cuello. Las Sancha eran hermosas, mas ninguna tenía la gracia ni el atractivo de Tayu. A Sasuke nunca le gustaron los lugares bulliciosos y su paciencia estaba tocando límite. Necesitaba un poco de aire fresco.

—Regreso en un momento.

Ellos lo ignoraron concentrados en sus respectivas actividades. Sasuke también los pasó de largo, saliendo de la estancia con destino al jardín interior.

Por enésima vez maldijo su pésimo sentido de orientación. La segunda puerta, que por un instante le pareció la indicada, lo llevó hasta otro cruce de pasillos desconocidos. Era difícil encontrar el camino correcto en la enorme casa de Tsunade, mantendría en secreto su fracaso. ¡Se burlarían de él por perderse! Cuando salió del hamirise, y recuperó las energías, Tsunade lo interceptó con la intención de felicitarlo. La mujer lucía muy feliz por la conmoción causada, según ella, los clientes preguntaban por él todo el tiempo, ansiosos y emocionados. El comentario le desagradó, sólo Tsunade sonrió restándole importancia, recordándole que no atendería a ninguno de ellos. Naruto poseía el privilegio de quedarse en una habitación el resto de la velada. Unos cuantos halagos más y lo dejó para regresar al vestíbulo a recibir más clientes. Por fin libre procuró ir a su cuarto, pero no esperó extraviarse. ¿Cómo fue posible olvidar el camino de regreso?

Tenía media hora vagando por los alrededores y su mal humor aumentó. Le dolían los pies, su espalda no aguantaba más el pesado kimono y el obi le cortaba la respiración. Iba a paso lento, el camino lo condujo al patio interior. Había luna llena, la perspectiva de echar un vistazo fue muy tentadora. Dibujó una sonrisa sincera, la primera de la noche, y apresuró la marcha. Justo cuando faltaban un par de metros para llegar al final del pasillo, la puerta corrediza del lado derecho se abrió. Un hombre salió de la habitación, rió y le sujetó un brazo, impidiéndole continuar. Naruto frunció las cejas, molesto.

—Vaya, que lindura tenemos aquí. ¿Por qué no me acompañas, cariño?

¿Cariño? Si no fuese por su disfraz le hubiera tirado los dientes de un puñetazo. El tipo estaba ebrio, y no le sorprendió ver a sus compañeros, dentro del cuarto, en las mismas condiciones. Algunas Umechas tocaban y bailaban para ellos. Una visión bastante desagradable que no merecía la pena. Un nuevo apretón hizo que Naruto lo mirara de arriba abajo, serio. Era un hombre mayor de rostro arrugado, el cuello había desaparecido bajo la amplia piel de su papada y tan robusto que parecía difícil sostenerse en pie. El fuerte olor a sake le daba otro punto en contra. Su vestimenta le decía que pertenecía a un puesto del gobierno. Y, aunque le molestara que sus pequeños ojos cafés lo desnudaran, procuraría andarse con cuidado o arruinaría el plan. La misión dependía por completo del disfraz, de engañarlos, de mezclarse en Shimawara. No sólo era él, más personas dependían de su éxito. Personas que deseaban vivir mejor, progresar. En sus manos guardaba la posibilidad de dárselas. También estaba la dueña del lugar, Tsunade no pagaría por sus arranques de valentía, ella se había esmerado en ayudarlo. ¿Sería justo armar un problema mayor? Si golpeaba al cliente, éste podía valerse de sus influencias para cerrar el negocio de Tsunade. ¿Lo permitiría?

En misiones anteriores había sido impulsivo, ahí carecía de ese As. Su única alternativa era seguirle la corriente, tener el momento oportuno de salir y desaparecer. Jiraiya siempre decía que debía pensar antes de actuar, pues lo pondría en práctica.

—Kotaro Motsubi es mi nombre, ¿te suena? Seré uno de los próximos ministros —dijo en voz alta, tambaleándose y sonriendo—. No te hagas del rogar, cariño. Soy alguien importante, muy muy importaaate.

Motsubi eructó y Naruto sintió ganas de vomitar. Sus suposiciones estaban acertadas, trataba con un pez gordo. Se contendría, actuaría cuidadoso.

—Lo siento mucho, Ministro Motsubi —respondió, arrastrando las palabras. «Es por la misión»,pensó—. Esta noche estoy ocupado atendiendo a otra persona. Debo rechazar su oferta.

—¡Nadie es más importante que yo! —por fin lo soltó y sacó del cinto un fajo de billetes. Desprendió uno aventándoselo a la cara—. Tengo mucho dinero, te pagaré muy bien, malagradecido. ¡Soy rico!

Naruto miró el billete tendido en el suelo, temblando de impotencia al escuchar una carcajada. ¡La misión podía irse a la mierda! Su paciencia estaba tocando un límite peligroso, apretó los dedos hasta formar un puño y, si no fuera por la mano que sostuvo su hombro, hubiese saltado sobre el idiota.

—Me parece que su petición es imposible, Ministro Motsubi.

Esa voz.

¿Dónde la había escuchado antes? Un tono tan grave era imposible de olvidar. Su cerebro trabajó al máximo tratando de identificarla. ¿Dónde? Lo sabía. Sintió un golpe en el estómago cuando en sus recuerdos apareció la imagen del soldado que lo atacó en el callejón. ¿Podría estar equivocado? Repentinamente la perspectiva de pasar la noche con el Ministro sonó como una plegaría. Observó el rostro enrojecido de Kotaro Motsubi y deseó que recurriera a la misma fanfarronería para alejar al militar. Lidiar con un ebrio sería tarea fácil en comparación al peligroso sujeto que sostenía su hombro. El ministro se tambaleó nuevamente, entrecerró los pequeños ojos e intentó identificar al imbécil que lo había interrumpido, la falta de luz y la embriaguez dificultaron su tarea. No se dejó amedrentar.

—¡¿Por qué no puede estar conmigo?! ¿Sabes con quién estás tratando?

—Lo sé, acabo de llamarlo por su nombre —Kotaro enfureció más por la mofa—, y no tengo pensado dejar a Tayu con usted.

La desfachatez provocó un ataque de ira en Motsubi. Colérico, empujó a Naruto –poco le importó que fuera a chocar contra la pared–, su atención recayó en el soldado. Agarró la pechera del uniforme y, acercándose lo suficiente a su rostro, pretendió golpearlo. No obstante, a tan corta distancia logró reconocerlo, la borrachera abandonó su nublada conciencia. El puesto sencillo que dirigiría no tenía comparación con él.

—Teniente Sasuke Uchiha —murmuró, blanco como el papel—. Lo siento mucho, no fue mi intención insultarlo —dio una exagerada reverencia—. Espero me perdone y olvide este penoso incidente, no molestaré su estancia, me retiro, una disculpa.

Sin esperar otro comentario de Sasuke Uchiha, el ministro entró casi corriendo a su cuarto.

Un tenso silencio quedó sobre ellos en el pasillo. A consideración de Naruto las cosas sucedieron demasiado rápido. Poco le importaba el empujón si con ello lograba deshacerse del teniente. ¿Sería posible que Uchiha ignorara su presencia? Lo dudaba, sentía la pesada mirada del hombre en él. Pero girarse y enfrentarlo sería una acción suicida. ¿Qué haría si lo reconocía?

—¿Se encuentra bien?

Uchiha le apretó nuevamente el hombro, volteándolo. Naruto no tuvo más alternativa que girar y observarlo directamente. Cada uno de sus músculos se tensó enfocándolo por completo. Las coincidencias no existían, y él tenía mala suerte, esos examinadores ojos negros le daban la respuesta. Un enemigo, lo había ayudado su enemigo.

Cuando Sasuke abandonó la habitación y salió al corredor, lo ultimó que esperó fue encontrarse con la presencia de Oiran Tayu. A la distancia distinguió el magnífico kimono naranja de girasoles dorados y los inconfundibles cabellos rubios. Consideró la idea de saludarlo, pero al mirarlo junto a otra persona dudó en acercarse. Habría dejado pasar la oportunidad si no fuera por el comportamiento irrespetuoso del tipo; insultó y lanzó dinero a su cara. Una extraña rabia le quemó la sangre. Sus pies parecieron moverse solos y, tan sigiloso como siempre, llegó tras el Oiran, éste parecía calmado, contrario a la indignación que mostraban sus puños. ¿Pensaba golpear a un ministro del doble de su tamaño? ¿Cómo lo haría? Debían tratarse alusiones suyas. Pronto apretó su hombro para detenerlo y mostrarle apoyo. En cuanto Kotaro reconoció su rostro tampoco le sorprendió que huyera con el rabo entre las patas. La asignación de su futuro puesto era importante, pero el poder de la familia Uchiha era mayor. Agradeció ahorrarse las excusas patéticas del hombre, su prioridad pasó al bienestar de Tayu.

—¿Le hizo daño? ¿Puedo acompañarle? —Sasuke acarició la mejilla derecha, siendo inconsciente de la invasión al espacio personal del otro.

El simple gesto inquietó a Naruto. ¿Por qué parecía preocupado? ¿Aún no lo había recordado? Sonaba lógico, Sasuke Uchiha peleó contra un ladrón enmascarado, y allí solo atendía a un elegante muchacho que vendía su cuerpo al mejor postor.

—¡No necesito que nadie me cuide! —reaccionó dándole un manotazo. Se alejó de él, aprovecharía su suerte, saldría de ahí y no volvería a topárselo nunca.

Sasuke frunció el ceño ante la actitud esquiva, no esperaba un rechazo. Por primera vez se comportaba amable con una persona desconocida y ésta le gritaba. Eso ganaba por mostrarse cordial.

—Pues no lo demostrabas muy bien, tonto —recordó y Naruto desvió la mirada. El gesto ingenuo suavizó sus facciones—. Sólo quería ayudar —admitió con franqueza.

La naturalidad de la última parte desconcertó a Naruto. ¿Qué pretendía Uchiha? Había sonado tan sincero que, por un momento, concedió su error; gritarle no fue educado. Pero no podían culparlo, estar ante tu enemigo y bajar la guardia sería como ponerse una soga al cuello. El Sasuke Uchiha ante él era el mismo sujeto que intentó matarlo. La amabilidad no entraba en la ecuación. Sin embargo recordó su actual posición, el papel le pedía simpatía y cordialidad. Le dio un rápido vistazo general y admitió r10;para su frustraciónr10; que era bastante apuesto. Sasuke ostentaba una elegancia natural, su pelo negro con reflejos azules enmarcaba un rostro serio, de facciones finas, los ojos negros parecían brillar. Eran unos ojos diferentes. ¿Cómo explicarlo? Esos irises oscuros no se mostraban fríos como recordaba, sino atentos, serenos y seguros. ¿Por qué lo veía así?

La conclusión era fácil: Sasuke Uchiha se había tragado la máscara. Y él seguiría el juego.

Su primer encuentro fue una casualidad inesperada. Naruto llevaba un uniforme negro, nada lo delataría a excepción de sus ojos azules. Trabajaría en evitar el contacto visual.

—Disculpe mi comportamiento grosero, los nervios me han traicionado —casi muerde su lengua por tanta farsa. Bajó la mirada—. Agradezco su apoyo, pero ahora necesito retirarme a mi habitación.

—¿Por qué no acompaña a mis compañeros?

«O solo a mí.» Sasuke se sorprendió de sí mismo por la rapidez de la sugerencia. ¿Qué le pasaba? Estaba comportándose como un idiota. Tayu lo había rechazado, le gritó y esquivaba el contacto. Aun así deseaba pasar la noche con él.

—No puedo, otras personas están esperándome —mintió.

La insistencia de Sasuke lo incomodaba.

—Entonces será a la próxima —no quiso seguir insistiéndole—. Por cierto, soy el Teniente Sasuke Uchiha —hizo una ligera reverencia con la cabeza y extendió la mano.

En un gesto involuntario Naruto estudió la pálida mano extendida, continuó subiendo lentamente, desde el brazo pasando por hombro, siguiendo el cuello y finalizando en el rostro; observó por un segundo las profundas pupilas ébano detallándolo fijamente y sintió las mejillas calientes. Rápidamente notó el error, apartando la vista nuevamente a los dedos de Uchiha. «¡Concéntrate, idiota!» Regañó su subconsciente. Sasuke seguía esperando una respuesta. Dudó, pero al final aceptó, apretando la mano, una calidez extraña le recorrió la piel. Se sentía bien… confortable.

—Un placer, Teniente Sasuke Uchiha, soy Tayu, o Naruto Oiran.

A Naruto le agradó el hecho de reservar su apellido, gran parte de las personas que trabajaban en Shimawara carecieran de uno, y el suyo era bastante apreciado. Comprendió que el contacto había durado demasiado y, avergonzado, lo soltó de inmediato. Estaba dejándose llevar por las emociones de la ocasión y no era bueno. Obsequió una reverencia, dio media vuelta y comenzó su camino al interior de la casa.

Sasuke lo contempló alejarse hasta desaparecer en la oscuridad. Miró su mano y dio gracias a cualquier deidad por estar solo, sus amigos no hubiesen pasado por alto la actitud de adolescente enamorado. ¡Já! ¿Enamorado? Sasuke Uchiha no se enamoraba, las sensaciones que había despertado en él no significaban nada.

—Naruto—susurró.

Un curioso nombre indicado para la persona que lo poseía. Cautivador.

Él también dio media vuelta y regresó a la estancia. Las Sancha habían cambiado de instrumentos, tocaban una especie de arpa. Suigetsu había desaparecido con la Yuujo del principio y Juugo roncaba ebrio en una esquina mientras Sai continuaba jugando una partida de mahjong con la mujer. Ella le cedió su lugar para quedar frente al tablero y se apresuró a servirle una copa de sake. Sai dejó de mirar las fichas concentrándose en él

—¿En dónde estabas, Sasuke? —preguntó, una sonrisa falsa apareció en su rostro pálido.

Sasuke encogió los hombros y movió una ficha.

—El jardín —respondió simple, restándole importancia.

Sai contraatacó el movimiento de Sasuke y luego lo observó fijamente. Podía engañar a cualquiera, pero lo conocía mejor que nadie. Porque eran más que superior y subordinado, ellos eran amigos. Y el mal humor de Sasuke no cambiaba fácilmente.

—Te creo, debió ser unjardín muy especial para que regresaras de mejor ánimo —el sarcasmo acompañó sus palabras. Sasuke sonrió de medio lado y avanzó otro movimiento.

La astucia de Sai no le sorprendía, le diría la verdad solo para quitárselo de encima.

—De acuerdo, me encontré con Tayu. ¿Contento? Ahora calla y mueve una ficha.

Shimura dio una palmadita en su hombro y continuaron la partida.

Ninguno notó a la Sancha de cabellos rosas que apretó los labios y dejó de tocar. Su compañera, la mujer rubia, le dio un discreto codazo como reprimenda. Ella captó la orden y su arpa cobró vida nuevamente. Sus ojos verdes capturaron cada detalle del hombre de cabellos negros que no le había dedicado ni una mirada durante la noche.

Naruto repasó su rostro en el espejo y un reflejo ojeroso le regresó una sonrisa desganada, resultado de una noche de insomnio que agradecía a Sasuke Uchiha. En su cabeza no dejaban de pasar escenarios donde Sasuke lo reconocía y echaba sus planes a la basura. ¿Qué pasaría si él descubría su verdadera identidad? Si no fuera suficiente con un problema tenía que añadirle la herida en su costado, dolía horrores por la presión del obi. Pero quedarse en su alcoba a quejarse no solucionaría nada, su estómago gruñía y debía bajar a desayunar. Una sencilla yukata de color crema fue suficiente y salió a pasos lentos. Tsunade le había explicado los horarios de la casa, el desayuno se servía en el gran salón; comían juntos en largas filas de cojines y pequeñas mesitas bajas. Le daba cierta curiosidad entrar al lugar, no conocía a nadie, a excepción de Tsunade y Shizune, había pasado tiempo con ellas mientras le enseñaban modales, cortesía y etiqueta. Fueron amables. ¿Cómo serían los demás? La respuesta apareció como una invocación cuando dos mujeres lo interceptaron en la puerta del salón, impidiéndole dar un paso más.

—Tú eres el nuevo Tayu. —La mujer de ojos verdes lo señaló, mirándolo de arriba abajo.

—Pensé que eras más, no sé… ¿cómo decirlo? —la rubia continuó—. Viéndote de cerca no pareces la gran cosa, no comprendo por qué tanto alboroto por ti.

¿De qué hablaban? ¿Estaban insultándolo? Nunca esperó tener "enemigas" pronto. Eso sí fue algo nuevo. Sus opiniones le valían un reverendo rábano, tenía cosas más importantes que hacer. Y meterse en una pelea de gatas no entraba en su lista de prioridades por atender.

—¿Si ya terminaron me dejan pasar?

La simpleza de la pregunta causó el enojo de ambas.

—No te creas superior a nosotras por convertirte en Tayu. ¡Ese lugar iba a pertenecerme antes que tú llegaras! —La potencia del grito provocó que sus compañeros voltearan a verla. Ella advirtió el descuido y acomodó un mechón rosa tras su oreja para tranquilizarse—. Además, el Teniente Uchiha fue amable por cortesía, no caerá por un par de coqueteos.

Naruto frunció las cejas. Los chismes corrían rápido. ¿Pensaba que le había coqueteado a Sasuke? ¡Si apenas cruzaron un par de palabras! Las mujeres eran bastante raras, discutir con ella sería un caso perdido.

—Con permiso —pasó a un lado con la firme intención de ignorarla, no le debía explicaciones. Paró a un metro y dio media vuelta—. Si quieren reclamar cosas absurdas vayan con la vieja Tsunade, estoy seguro que ella las escuchará encantada.

Jamás le agradó comportarse así con las personas, pero ellas no le dejaron opción. Entonces extrañó el campamento y sus compañeros. Recordó a sus amigos, las mañanas llenas de risas y bromas, la comida deliciosa de Hana y las peleas de Kiba con su madre por tener al perro dentro del comedor. Con ellos podía sentirse en casa. En cambio ahí solo había conseguido enemigos. Entró por completo a la estancia y vio a todos lados; las paredes estaban tapizadas con dibujos de árboles y flores, en el suelo de tatami las personas permanecían cómodamente sentadas en mullidos cojines de colores, saboreando el desayuno o platicando, reunidos en sus pequeñas mesitas. Su apetito desapareció repentinamente. Decidió ocupar un lugar alejado del barullo, en una mesita vacía del fondo, lo mejor sería no inmiscuirse con nadie. Aunque su objetivo fue interrumpido cuando, en el cojín del frente, una mujer de ojos perla ocupó el lugar.

—Sakura-san e Ino-san no son malas, solo tienes que tratarlas más.

—¿Disculpa? ¿Quién eres?

Desde una distancia prudente Hinata había escuchado la discusión. Con el tiempo ella había aprendido a lidiar con el temperamento de Sakura e Ino, y le desagradaba meterse en problemas. Las conocía, sabía que, a pesar de sus arrebatos de superioridad, eran buenas personas. Sólo hacía falta tratarlas más. Aplaudió la firme posición de Naruto por no entrar en su juego de reclamos. Cuando lo vio sentarse apartado hizo acopio de todo su valor para acompañarlo, deseaba mostrarle una cálida bienvenida y eliminar la sensación de soledad que ella experimentó una vez.

—L-lo siento, mi nombre es Hinata —sonrió apenada, dándole una pequeña reverencia con la cabeza—. Mucho gusto.

Hinata tenía una bonita sonrisa. Naruto le correspondió el saludo.

—Soy Naruto Uzumaki —dio el apellido de su madre.

—B-bueno, Naruto-kun, decía que ni Sakura ni Ino son malas, están un poco celosas.

—¿Por qué? No les quité nada —Naruto cruzó los brazos—. Les dije que fueran a quejarse con la vieja Tsunade —sonrió—, pero creo que preferirían ir a esconderse bajo sus futones-ttebayo.

Hinata soltó una ligera risita, las palabras y la muletilla de Naruto le parecieron muy graciosas. Sus demás compañeros no se expresaban abiertamente como él, algo raro en un cortesano de su clase. Los buenos modales, gracias al trato de gente distinguida, ameritaban un excelente comportamiento. Esa manera relajada de expresarse hacía especial a Naruto.

—Por cierto, no te vi ayer, Hinata —inquirió curioso. Recordar diferentes caras maquilladas era un poco confuso, pero los ojos de Hinata resaltarían en cualquier lugar.

—Es porque todavía no soy una Yuujo. —El ánimo de Hinata decayó. Naruto se preguntó cómo una mujer tan linda como ella había terminado en el barrio rojo. Parecía de clase alta. La manera de comportarse, de utilizar los palillos, sus gestos y el cuidado de las palabras, gritaba "educación" por todas partes. Tal vez la duda quedó reflejada en su rostro porque ella añadió—: A-algún día te contaré mi historia, Naruto-kun.

—Está bien, y yo te contaré la mía —mintió.

En mutuo acuerdo decidieron olvidar el tema, pasaron a otro banal. Ella le habló de las nuevas telas de los kimonos que Tsunade había comprado y los caros accesorios de piedras preciosas. Naruto asentía sin escuchar realmente, odiaba discutir del rosa o el azul, el zafiro o el rubí, pero Hinata parecía feliz y prefirió hacer una excepción por su nueva compañera.

En el Cuartel General del Gobierno también desayunaban a la hora correspondiente. Los soldados estaban reunidos en los grandes comedores, largas tablas de madera con estribos que permanecían dispuestas para albergar a todos los miembros. Varias personas civiles servían los alimentos; sopa miso, pescado asado, arroz hervido y té. En la parte media del salón se distinguía al futuro Capitán Uchiha, pese a su nuevo rango tenía la costumbre de desayunar con sus amigos. Esa mañana una bonita mujer pelirroja atendía su grupo. Ella era más que una simple cocinera.

—¿Quiere algo más, Capitán? —preguntó ella, guiñándole un ojo.

—Es suficiente con esto, Karin.

Los coqueteos de Karin eran lo mismo día tras día desde que Sasuke recordaba.

—Muy bien, pero si le apetece otra cosa no dude en llamarme —volvió a guiñarle un ojo, sonrió y recogió los cuencos sucios.

—¡Yo si quiero más! —Suigetsu extendió la mano, agitando el cuenco vacío frente a la cara de la mujer.

—¡Para ti no hay más, Suigetsu idiota!

Karin echó chispas por los ojos, arrebatándole el tazón, casi corrió furiosa a la cocina. Al parecer se había enterado de la Yuujo. Los demás rieron por la típica escena (amor-odio) mientras Suigetsu la maldecía por lo bajo. Así pasaban las mañanas; en discusiones, burlas, risas y conversaciones, era un agradable ambiente. Pero el día estaba lejos de lo normal, los continuos parloteos entre los soldados por la nueva adquisición de Tsunade Senju llenaron el comedor. Un tema inevitable que Sasuke no tenía deseos de escuchar.

—La pasé excelente ayer, aunque jamás tendré el dinero suficiente para pedir una cita con Tayu.

La queja del soldado fue audible en la mitad del salón, otro de sus compañeros empezó a reír pasándole el brazo por los hombros.

—Estamos en las mismas, amigo. Yo lo vi cuando salió al hamirise, quedé con las ganas de tenerlo en mis brazos.

Sasuke quiso quedar al margen, ellos podían hablar de cualquier persona, inclusive del Oiran. ¿Qué importaba? Pero las burlas subieron de tono y, por alguna razón, le molestaba que mencionaran a Naruto de aquella manera.

—¿Crees que algún día quiera recibirme?

—Claro, vuélvete rico y regálale joyas. Con gusto lo hará, te abrirá las piernas de inmediato —ambos soldados rieron más fuerte—. Se vale soñar, podrías probar su cul-

—¡¿Quieren callarse?!

Uchiha explotó.

El repentino grito sorprendió a los demás, el salón quedó en silencio por un momento. Sasuke les dirigió una mirada molesta que los hizo encogerse en su lugar. Se levantó yendo directo a ellos.

—Cuiden sus lenguas, es un comedor, no Shimawara.

—¡Lo sentimos, Capitán! —Ellos se levantaron a prisa, rígidos, dándole una reverencia en gesto de disculpa.

Sasuke no respondió. Salió del comedor, seguido por la atención de sus amigos. El repentino arrebato de ira los había desconcertado. ¿Desde cuándo Sasuke Uchiha se comportaba de forma impulsiva? Suigetsu dio el tema por perdido, más preocupado en pedirle una disculpa a Karin, y Juugo continuó comiendo. Sai fue el único que no apartó los ojos del camino de Uchiha, tenía una idea del por qué su amigo estalló. Recordó el interés instintivo de Sasuke la noche anterior y, escuchando la amena plática, no hacía falta considerarse genio para sumar dos más dos y saber que el resultado sería un cuatro.

Sai sonrió. A veces Sasuke era tan predecible.

Entró a la oficina, se sentó tras su escritorio y leyó el primer pergamino que encontró disponible. Tardó menos de un minuto en lanzarlo nuevamente, pensó que podría concentrarse sin repasar el incidente. Fue imposible. Cada palabra del papel venía acompañada con una frase de la conversación del comedor. ¡Era absurdo! Lo que pretendieran sus subordinados no le incumbía, incluso si deseaban pasar una noche en compañía de Tayu carecería de relevancia. Un cortesano vivía para complacer a sus clientes. Y un intercambio de oraciones no lo convertían en su dueño. Pero la rabia recorriéndole las venas fue inevitable, la idea de imaginarlos tocando el cuerpo desnudo de Naruto le abrasó las entrañas. ¿Por qué? Su atractivo era innegable, cualquier persona con dos ojos admiraría tal belleza, sin embargo la verdadera atención de Sasuke pasaba a un plano distinto. Más que un físico encantador quedó atrapado por su actitud. ¿Le gustaba? Ciertamente no lo conocía, apenas habían hablado, pero verlo en el pasillo conteniendo la frustración, sus puños temblando y osado a defenderse, expresaban parte de la verdadera esencia de Naruto. Una persona fuerte y llena de vitalidad. Guardaba algo más bajo esa fina capa de maquillaje. Deseaba descubrirlo. Alguien así no merecía estar encerrado en un hamirise. ¿Cómo había terminado en Shimawara? Quiso preguntárselo y conocerlo. Saber de él.

Idiota.

Una pequeña risa apagada escapó de sus labios. Jamás creyó interesarse por otra persona fuera de su familia en Edo. Aunque nada le convenía rememorar un recuerdo vacío. Tranquilo, retomó el pergamino con la perspectiva de preparar sus labores, pronto tendría nuevas responsabilidades y necesitaba concentrarse en cosas realmente sustanciales. Sería un período ocupado, no le convenía distraerse más.

Su primera semana en Shimawara pasó tranquila y despreocupada. Por las noches recibía varias invitaciones; solicitaban desde señores feudales, ministros y personas influyentes. Naruto hacía lo posible por negarse inventándose pretextos creíbles. La situación pudo parecer sospechosa si no hubiese contando con el apoyo de Tsunade. Ella contribuyó a la farsa y logró mantener la situación al margen. Senju inventaba importantes clientes ficticios, ellos eran "atendidos" por Naruto en la habitación más elegante y lejana de la casa. Mientras él se aburría leyendo solo entre cuatro paredes, Tsunade mentía a los demás clientes.

«Lo siento, Ministro X, pero señor Y llegó temprano desde Edo y solicitó la compañía de Tayu.»

La clásica excusa.

A Naruto le desesperaban los clientes pero lo sobrellevaba bien. Sus verdaderas preocupaciones se dividían en dos: tener la información de su objetivo que Jiraiya enviaría y esperar que Sasuke Uchiha no regresar a descubrir su máscara. La segunda le quitaba más el sueño. Ese hombre lo inquietaba de una manera extraña, había pensado tanto en él que casi lo soñaba. Sus ojos negros no salían de su cabeza. Pero sólo le traería problemas, como entrar a la boca del lobo y pedir a gritos ser devorado. No gracias.

Se recostó en el suelo de tatami y levantó la mano que estrechó Uchiha. La observó mucho tiempo, casi esperando encontrar una respuesta que no pedía. Aún apreciaba la sensación cálida.

—¿Tayu?

Una suave voz del otro lado de la puerta corrediza lo sacó de sus cavilaciones, se abrió mostrando la figura de un pequeño niño de largos cabellos castaños. Naruto hizo una seña para invitarlo a pasar.

—Te dije que puedes llamarme Naruto, Haku —reclamó con fingido enojo.

Haku rió tenuemente y negó con la cabeza. Para él sería una falta de respeto dirigirse a Tayu de tal manera. Naruto tuvo ganas de rodar por el suelo ante la negativa. Aquel niño era su kamuro. Según Tsunade, para conservar las apariencias, debía tomarlo bajo su cuidado. Un kamuro era un niño que estaría a su lado como un pequeño aprendiz y pondría en práctica los conocimientos adquiridos en el futuro. Había padres que vendían sus hijos a los burdeles como pago de deudas, y ése era el caso de Haku. Y Naruto, siendo Tayu, obtenía el privilegio de cobijarlo bajo su servicio. Sentía pena por él, había perdido su infancia y aun así el niño sonreía. ¿Qué habría hecho él en su lugar? Conociendo su carácter impulsivo, habría intentado escapar hasta lograrlo. Agradecía internamente haber crecido en una familia afable.

—¿Qué necesitas, Haku?

—La señora Tsunade ha mandado esto para usted. Es de una persona llamada Kiba.

Naruto se levantó de un brinco y corrió por la carta. Escuchar el nombre de su amigo significaba noticias. Las anisas le comían. Por fin sabría los detalles de la misión. ¡Daría su mayor esfuerzo! Apurado, tomó el rollo que Haku le entregó, abriéndolo con prisa.

Naruto.

Sé que hemos tardado pero hasta ahora tenemos un nombre, y seré breve. Gracias a nuestro informante conocemos la identidad del nuevo líder. Sedúcelo, engáñalo y gánate su confianza, haz que crea en ti para conseguir la información. Su nombre es: Sasuke Uchiha.

Espero un buen trabajo de ti y un pronto informe.

Atte. Jiraiya.

Desconcertado, dejó caer el pergamino a sus pies. En sus ojos mostraba auténtica confusión. Sasuke Uchiha. ¿El mismo Sasuke Uchiha? ¡Imbécil! Escuchó del ministro nombrarlo Teniente, y de los propios labios de Uchiha presentarse así. Un puesto como futuro capitán no sonaba descartado. ¿Cómo permitió pasar el detalle? Estuvo preocupado por la caída de su fachada y pasó por alto el rango de Sasuke. Su enemigo, su objetivo. El mismo sujeto que intentó matarle y, peor aún, el mismo que soñó varias noches e intentó olvidar. Naruto jamás creyó en el destino, pero debía estar riéndose de él. La misión empezaba a liarse antes de tiempo.  

No obstante, cumpliría aún con las consecuencias. ¿En dónde quedaría su orgullo como miembro de Konoha?

Sólo sería otro hombre cualquiera. ¿Qué podría pasar?

.

Continuara…

.

…oooO*Oooo…

.

.

.

 

Notas finales:

 

Hola!!! No saben la alegría que me da que le hayan dado una oportunidad y que les hay gustado n.n, asi que por eso les traje la conti n.n

También quiero agradecer a los que se pasaron por aquí y me dejaron su cometario para la inspiración n.n, así que gracias a: KiRiZari_Hotachi =^^=, ALEXIEL3, shiz, Kana-chan, ANGELUZ, tenten, yelina uchiha y jocelyn sakuraSon unos soles n.n

Bueno, ahora si me voy

Que tal por último, un review? o.O?

Gracias x leer n.n

 


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