Kiba estaba durmiendo con Akamaru sobre su vientre, el animalito se sentía muy a gusto en ese lugar, además al castaño no le molestaba para nada. Hana golpeo varias veces la puerta del dormitorio y llamo a su hermano. El chico no despertó por dos razones: estaba demasiado a gusto y llamaban claramente a Kiba.
-Ya levántate- tironeó de la sabana haciendo caer al chico duramente contra el suelo- Tienes misión hoy ¿Es que no te puedes despertar solo?-
-Lo siento… enseguida bajo-
-… claro…-
La chica salió pensando por qué su hermano no había comenzado su discusión matutina sobre la delicada forma en la que lo despertaba. Tal vez el chico estaba más dormido de lo normal y por eso estaba más tranquilo que de costumbre.
-Buenos días, Akamaru- bostezó- Tenemos que bajar… primero voy a arreglar esta cam…- el cachorro comenzó a ladrar constantemente- ¿Qué te pasa?... Cierto, Kiba deja su cama así…-
Salió con prisa en dirección a la cocina, de seguro Tsume estaba allá. Corrió para no ser regañado, todo hubiese estado bien de no ser porque casi cayó encima del compañero de la mujer. Se quedo en silencio contemplando al animal que lo estaba intimidando un poquito.
-¿Qué ocurre, Kiba?- pregunto acercándose a él.
-Nada… jejeje…solo tropecé- respondió lo mas tranquilo que pudo- Etto… bu… buenos días, Okaa-san…- dijo ubicándose cerca de la castaña.
-Buenos días, hijo- sonrió de la misma forma que Kiba lo hacia- Que extraño verte levantado a esta hora, en general tardas mucho más. Pero es bueno que no dejes esperando a Shino-
El castaño se quedo paralizado. ¿Había escuchado el nombre del Aburame? Nada podía salir mal, después de todo, le había aclarado que el chico lo pasaba a buscar para que no retrasara las misiones. Con el nerviosismo a flor de piel se sentó a la mesa con las dos mujeres, sin duda alguna Hana era muy linda.
Observó los alimentos que formaban su desayuno, nada a lo que estuviese acostumbrado, pero debía comérselo o terminaría mal. Lo peor era que no sabía que acostumbraba hacer con la comida y lo menos que quería era hacer algo que lo metiera en un problema. Así que comió tranquilamente, al menos hasta llegar a la verdura.
-Será mejor que te comas eso…- murmuró Tsume y levantó la vista- y que lo hagas ya-
-¿Eh?... Si…- obedeció a la instrucción dada por “su madre”.
Nunca había participado de una mañana en familia, de hecho, el tono que usaba la mujer para dirigirse a él era mas una orden que una sugerencia. Pero Kiba era un hueso duro de roer y por eso tenía esa actitud, en ocasiones debía ser mas firme o resignarse a ser superada por su propio hijo. Lo que no cabía en ambas era la idea de que el castaño estuviese tan dócil.
-Ya me voy- dijo Hana levantándose y los tres animales que eran sus compañeros se acercaron a ella- Adiós, mamá- le dio un beso en la mejilla- … ¡ADIÓS, OTOTO!- apoyó todo su peso sobre el castaño, que estaba muy sonrojado suponiendo lo que estaba sintiendo apoyado en su cuello.
-Basta, onee-chan… vas a llegar tarde- la apartó.
-Miren quien habla, el rey de la puntualidad- se dirigió a la puerta- Hablando de puntualidad…- se la escuchó decir antes de marcharse- aquí esta tu amigo y reloj despertador-
-No lo dejes esperando, Kiba-
-Ya…ya voy. Vámonos, Akamaru- y el animalito se adentró en la chaqueta del chico- “esto va a ser muy incomodo, mejor sujétate fuerte Akamaru”- pensó con una gotita cómica en la cabeza.
En cuanto estuvo frente a frente con el chico más raro de Konoha, según lo que pensaba, se le escapó el aliento. Era ese aroma otra vez, el olor que se desprendía del cuerpo del chico de lentes era demasiado tentador, le dejaba la mente en blanco… como si no tuviese control sobre sus actos. Se preguntaba si Kiba lidiaba con eso y cómo lo controlaba.
Shino se quedó mirándolo con bastante curiosidad, su castaño estaba de pie con la vista algo baja y se lo notaba algo agitado. Tal vez había bajado corriendo las escaleras o algo así, aunque no creía que debía preocuparse mucho por eso.
-Buenos días, Kiba-
-Buenos días,- recupero la compostura al oír ese tono tan vacio de cualquier expresión- vámonos o Kurenai-sensei me regañara de nuevo… “¿Por qué me pasa esto cuando estoy con Shino?”-
El camino lo hicieron en silencio total, tal como le había explicado el rubio. El chico de los insectos no era nada amoroso, ni siquiera sabía si lo estaba mirando, esos lentes eran muy convenientes. Ubicó sus manos detrás de su nuca y siguió su camino.
-Otra misión de rango D… las odio- se quejo- “¡Ni siquiera con ustedes voy a tener misiones como se debe, dattebayo!”-
-Nunca vas a cambiar…-
El castaño se quedó completamente shokeado al ver una sonrisa bien formada en los labios del mayor. Era imposible ver una en el rostro del pelinegro, pero esa no era una leve… era una sonrisa perfecta. Hasta podía decirse que una bonita sonrisa, pero por supuesto, la de su teme era mucho mas bella… tan poco tiempo lejos de él y sentía que era una eternidad.
-Vamos por aquí- dijo el de lentes tomando una senda entre los árboles.
-Pero yendo por aquí salimos mas rápido- dijo el castaño y Akamaru ladró dándole la razón.
-Tenemos tiempo…-
Para no tener que seguir sosteniendo esa conversación, el castaño lo siguió y Akamaru saltó de la chaqueta caminando cómodamente con ellos. El aroma que sentía era más débil al estar lejos del chico y por eso se guardaba una distancia respetable entre ambos. Solo tenia que evitar el contacto demasiado directo con él.
Todo ese plan se desmoronó en cuanto el Aburame jaló a Kiba de un brazo y lo dejó atrapado contra el tronco de un árbol, de forma que no podía escapársele. Vio sonreír al de lentes con esa sonrisa que reconocía en la cara de su azabache… estaba planeando algo pervertido.
-¿Qu… qué haces, Shino?- intentó apartarlo.
-¿Por qué estas enfadado?... Desde ayer que tengo esa sensación y hoy te ubicas a dos metros de mi-
-Yo no estoy enfadado… ¡Suéltame, pobre pulga!- se quedó en blanco.
Shino estaba demasiado cerca, podía sentir ese aroma otra vez pero de forma mucho mas nítida. Sin darse cuenta se acercó al Aburame y pasó sus brazos por debajo de los del otro. Apoyó su rostro en el cuello de la chaqueta y aspiro el dulce aroma. Estaba hipnotizado, el cuerpo del castaño reaccionaba por si mismo, aun bajo los ladridos constantes de Akamaru que intentaba ayudarlo.
-Shino…- jadeó muy débilmente- ¿Qué me pasa?... “waaaaaaaaaaahhhhhhh no, no, no… Que alguien me despierte”
-Kiba… te amo, no quiero que te enfades sin motivos- le acarició la mejilla- eres un cachorro bastante alocado- se acercó al rostro sonrojado del otro y apenas rozó sus labios con los del castaño.
-¿QUÉ RAYOS ESTAN HACIENDO AQUÍ?-
Ambos muchachos voltearon a ver al dúo masculino del grupo 7, el más nervioso y avergonzado era Kiba. Además se notaba que el rubio tenía la clara intención de matarlo lenta y tortuosamente. Mientras tanto los dos semes solo se observaban sin entender demasiado qué ocurría.