La academia ninja de Konoha, lugar donde se entrenan a los futuros defensores de la villa oculta entre las hojas. Los senseis de esta academia entrenan a sus alumnos con dedicación para que el día que se los necesiten lleguen a ser grandes shinobis y la aldea se mantenga siempre de pie.
Dentro de todo el grupo de ninjas que forman el cuerpo de senseis, se encuentra Umino Iruka. Siempre educó a sus alumnos para que entendieran lo que es el deber y la responsabilidad. Tal como a todos los maestros no le faltaron los alumnos rebeldes, holgazanes o distraídos. Pero siempre puso lo mejor de si mismo para que siguieran adelante.
Ese era uno de los tantos días de estudio. En ese momento, los pequeños se hallaban corriendo en la pista de la academia. El grupo más enérgico estaba conformado por el nieto del difunto tercer Hokage y sus amigos.
Iruka sonrió, ese niño era muy parecido a Naruto. Aun recordaba que en la clase montó revuelo y le grito “siempre eres tu, Naruto”…los ojos del chiquillo se iluminaron y durante toda la clase se jactó de que había sido confundido con “el jefe”, realmente ese gesto había parecido enternecedor.
Cuando volvió a dirigir su atención a los futuros ninjas los encontró caminando con desgano en lugar de trotando. Era su entrenamiento y en parte su castigo por todo el desorden general de la clase.
-que se supone que hacen? Les dije 15 vueltas- dijo el castaño enfadado mirando al cansado grupo que se quejaba.
-pero sensei- respondió una niña- hace demasiado calor para correr hoy.
- es su entrenamiento y además recuerden que las 5 vueltas extra se las ganaron cuando armaron revuelo- explicó el sensei suavizando su tono de voz- tienen que pensarlo mejor la próxima vez.
-Iruka sensei, también los entrenaban así cuando estaba en la academia?- preguntó Konohamaru.
-así es- respondió sonriendo- miren niños, el entrenamiento no es fácil. Pero ser un ninja tampoco lo es, tienen que afrontar grandes obstáculos y responsabilidades para proteger a aquellos que aman. A la hora de su graduación ustedes verán como todo su esfuerzo dio sus frutos- dijo mientras señalaba el protector de su frente- cada ninja de Konoha tiene una llama ardiendo en su interior…depende de ustedes alimentarla para que no se extinga.
Los alumnos quedaron en silencio mirando fijamente al sensei, quien puso cara de desconcierto frente a la reacción de los pequeños. Konohamaru dirigió su vista en dirección al monumento a los hokages y apretó los puños.
-muy bien chicos, daremos 100 vueltas más si es necesario- dijo levantando el puño.
Todos estallaron en un “sí” general y comenzaron a correr- con que den las dos vueltas que les falta es suficiente- dijo el castaño mirando orgulloso a su grupo.
El sensei en ese momento estaba siendo observado por dos jounin desde detrás del alambrado que rodeaba la pista. Uno de ellos era Kakashi y el otro era Gai, el primero observaba atentamente cada gesto del chuunin. Desde hacia tiempo lo hacia y el otro acompañaba a su rival eterno.
-Iruka sensei es un buen maestro- dijo el peliplata mientras extraía su preciado material de lectura.
-es…es…ES MAGNIFICO!- exclamó Gai mientras torrentes de lágrimas se deslizaban de sus ojos- esos niños están en la plena flor de la juventud y el sensei sabe como elevar su espíritu- concluyó levantando el puño mientras de fondo las olas se estrellaban contra las rocas.
Kakashi suspiró y una gotita se deslizó por su cabeza. Ese era Gai apasionado como siempre, no podía tomarse las cosas con más calma y lo peor de todo, había logrado que Iruka volteara a verlos. El castaño los saludó tímidamente con un movimiento de la mano y se retiró con sus alumnos.
-sin duda alguna Iruka sensei es una persona maravillosa- dijo Gai mientras se llevaba una mano al mentón- debería conocerlo más a fondo. Quien sabe, tal vez…juntos podamos hacer que los ninjas siempre tengan su energía al máximo-
-acaso te gusta un hombre, Gai?- preguntó Kakashi con una mirada nada agradable en su único ojo al descubierto.
-no veo nada de malo en eso- replicó- además, podemos conocernos paulatinamente y claro…llegaría a elegirme- concluyó sonriendo.
-ni lo sueñes…Iruka es mío- dijo el ninja copia mientras se alejaba- nos vemos.
El otro quedó estático al oír las palabras de Kakashi…”Iruka es mío”. Eso tenía que decidirlo el castaño, obviamente Might Gai era un mejor hombre y un mejor ninja que él, por lo tanto un mejor partido. Así eran las cosas con Kakashi…rivales eternamente, pero él no iba a perder. Le dirigió una última mirada al patio y se retiró con paso decidido y una sonrisa en los labios.
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En Suna el ninja marionetista, Kankuro, miraba bastante entretenido el permiso que tenia en su mano derecha. Estaba sentado junto a la ventana de su cuarto y tal era su concentración que no escuchaba que su hermana lo llamaba hacia diez minutos. Todo estaba más tranquilo y no tenían mucho de que preocuparse.
Temari entró a la habitación del muchacho después de patear violentamente la puerta. A pesar de eso, él sólo le dedicó una corta mirada y devolvió la atención al papel. La rubia puso cara de enfado extremo y le arrebató la causa de la falta de atención de su hermano.
-has visto a Gaara?- preguntó- ya casi es hora de almorzar.
-no lo he visto…pero si es por el almuerzo, yo también me iría- susurró mirando a la chica sonriendo.
-como sea, deberías buscarlo- dijo apenada en tono de orden, puesto que sabía que la cocina no era uno de sus puntos fuertes.
-no, seguro esta sobre algún techo y vuelve en cualquier momento- arrebató el papel de manos de su hermana- quiero volver a Konoha…-comentó.
-volver?...y para qué?- preguntó finalmente.
-necesito hablar con alguien de allá…tengo un asunto pendiente- dijo mientras se sonrojaba levemente.
-así que un asunto…-dijo con mirada maliciosa- y con quien?- pregunto mientras lo abrazaba.
Al chico un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, si no lo decía iba a morir y si lo decía se moriría de vergüenza…solo quedaba una cosa por hacer, rogar a los dioses que le mandaran un ángel del cielo para que lo salvara.
-que les pasa?- como respuesta a las suplicas, el pelirrojo llegó a la habitación de su hermano- no huele a…quemado?- preguntó, por lo que la rubia salio corriendo hacia la cocina.
-creo…que no tengo hambre- comentó Kankuro.
-si…yo también-dijo Gaara y, después de dirigirse una mirada de complicidad, huyeron por la ventana.