Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Second Chance por wiz_br0kenztar

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disclaimer: Junjō Romantica no me pertenece, solo tomo prestado sus personajes para satisfacción mía y de mis lectores, obviamente, todo sin fines de lucro. Solo me pertenecen mis personajes.

Second Chance

Capitulo 3

Sin aliento

 

Se levantó de golpe y con la respiración agitada. Podía sentir como las gotas de sudor recorrían su rostro. Otra vez tuvo una pesadilla, en la cual a su hija le daba un ataque grave de asma y solo podía estar ahí parado viendo como la vida de la niña se desvanecía, mientras que ella pedía ayuda desesperadamente.

Escondió su rostro en sus manos mientras intentaba aclarar su mente y solo pensar que todo había sido un mal sueño. Levantó la mirada al sentir una mano sobre su hombro y giró lentamente hacia la derecha para encontrarse con la cara soñolienta de su esposa.

"Hiroki…" cubrió su boca mientras bostezaba "¿Sucede algo?"

"No es nada…" le contestó quedamente.

Se levantó para quedar sentada al lado de su marido y volvió a preguntar, "¿Otra pesadilla?"

Esta vez el castaño no le contestó, solo evitó mirar a la mujer quien estaba a un lado. Sintió poco después unas manos que tomaban cariñosamente su rostro y lo acercaban hacia el cuerpo de ella, usó su hombro para que el hombre pudiera apoyarse en ella y después rodeó su cuerpo con sus finos brazos.

"¿Qué fue esta vez?" le preguntó tiernamente.

"…Miku tenía un ataque de asma."

Se separaron un poco para mirarse y después la mujer de largos cabellos negros le embozó una pequeña sonrisa.

"Entonces no hay de qué preocuparse," dijo para intentar consolarlo "Miku no tiene asma."

"Si… solo fue un mal sueño…" Hiroki dijo para tratarse de convencerse a sí mismo "Lamento haberte preocupado, Himeko…"

Acarició la mejilla de su esposo con su mano derecha, "Tranquilo, todo estará bien…"

Quisiera que así estuvieran las cosas en estos momentos.

Sus ojos nuevamente se abrieron para darse cuenta que estaba en su habitación, en el mismo lugar, en la misma cama. Lo único que no era lo mismo era que no había nadie acostado a su lado, ni siquiera se molestó en mirar aquel lugar que había estado vacío en los últimos meses. Dejando solamente un sentimiento de nostalgia.

Suspiró profundamente antes de levantarse por completo de la cama. Se estiró perezosamente y caminó hacia la puerta de su habitación. No había llegado a ella cuando escuchó que golpeaban a la puerta principal del departamento y después le siguieron unos pasos que corrían hacia la puerta para abrirla.

"¡Nowaki-san!" escuchó la voz alegre de su hija.

En ese momento decidió que no sería buena idea salir de la habitación y se quedó pegado a la puerta paralizado. Toda la semana había intentado evadir al médico—ahora también vecino—después de el pequeño incidente en las escaleras a plena lluvia. Se sonrojaba con el simple de recordarlo, ya que la proximidad en la que estaban era corta. Si no fuera porque escuchó la voz de su hija a lo lejos, no habría despertado y no se hubiera separado del joven pelinegro.

En su interior se decía que estaba mal… constantemente repitiéndose que tenía una hija y un trabajo del que ocuparse. No podía dejarse llevar por aquel sentimiento extraño que sentía en su interior ni mucho menos pensar en aquel joven que le estaba complicando la vida. El amor le había arruinado la vida antes y después jugó con los sentimientos de otra persona. No quería volver a caer en lo mismo.

"¡Papi!" escuchó unos golpes a la puerta "¡Nowaki-san desea hablar contigo!"

Pero maldita sea el destino que no lo dejaba en paz.

Le contestó a su hija que saldría en un momento, y mientras su hija le pasaba el recado al joven de ojos azules. Hiroki se preparaba psicológicamente para enfrentar el asunto y terminar todo de una buena vez… por el bien de su hija.

Mientras tanto Nowaki esperaba pacientemente afuera del departamento del profesor, después de una semana de intentar disculparse con él castaño, por fin lo había tomado desprevenido para poder hacerlo correctamente. Lo que menos quería era perderlo y ganarse poco a poco el cariño de aquel hombre que llamaba tanto la atención.

No esperó mucho hasta que salió del departamento el hombre de cabellos castaños, el pelinegro no pudo evitar sonreí al verlo.

"Buenos días, Hiro-san," le saludó respetuosamente.

"Buenos días…" le regresó el saludo pero sin mirar directamente al joven médico.

"Yo quería disculparme por lo del otro día," dijo sin rodeos, tomando por sorpresa al profesor "No quería incomodarlo…"

"Eh no, está bien… no tienes por qué disculparte, al fin y al cabo fue un accidente."

Volvió a sonreírle, "Aún así tenía que disculparme."

Hiroki sintió como sus mejillas se sonrojaban levemente, "N-No era necesario…"

"¿Porqué no nos acompaña un día de estos a cenar, Nowaki-san?" ambos adultos voltearon a ver a la niña quien se había asomado por la puerta.

"Miku, ve a terminar de—"

"Me encantaría," le interrumpió Nowaki "Claro si a Hiro-san no le molesta."

"Demonios…" pensó el hombre de ojos marrón, creyendo que alejaría al joven de una buena vez, ahora se encontraba en una situación en la que no quería ser descortés ni mucho menos entristecer a su hija "Por supuesto que no, eres bienvenido cuando gustes."

Nowaki no pudo evitarse eufórico por la palabras del profesor y le dedicó una enorme sonrisa, "Muchísimas gracias."

"N-No hay de qué."

"Ne, Ne, Nowaki-san, ¿cuál es su comida favorita?" preguntó entusiasmada Miku y entablaron una pequeña charla sobre comida.

El joven médico tuvo que disculparse al decir que su guardia en el hospital empezaría pronto, la pelinegra se despidió diciendo que después se pondrían de acuerdo con la fecha. Cuando Nowaki ya se había ido, padre e hija ingresaron nuevamente al departamento para terminar de arreglarse. Fue cuando Hiroki notó un papel que tenía su hija en manos.

"¿Qué es lo que traes ahí, Miku?" le preguntó y ella le entregó una pequeña tarjeta de presentación.

"Me la dio Nowaki-san," su padre tomó la tarjeta y notó que en ella estaba el número celular del médico "Por si se nos ofrecía algo."

El castaño colocó la tarjeta en una mesita de la sala, "La guardaré después, ahora vete a terminar de arreglar."

La niña asintió y se metió a su habitación, segundos después se volvió asomar por la puerta, "Papi…"

"Dime Miku."

"¿Por qué Nowaki-san te dice 'Hiro-san'?" preguntó curiosa y su padre inmediatamente escondió el sonrojo.

"Solo intenta ser respetuoso, Miku…" aunque en verdad no sabía porque el joven había decidió por llamarlo así.

"Oh, entiendo…" murmuró y volvió a entrar a su pieza.

El castaño todavía se quedó unos minutos en el mismo lugar, preguntándose lo mismo. De un día para otro Nowaki lo había empezado a llamar por Hiro-san y en verdad no le molestaba, simplemente se sorprendió del sobre nombre. Su madre luego se dirigía a él como Hiro-chan y además de la familia, los únicos que lo llamaban por su nombre eran sus suegros, Himeko y Akihiko. No cualquiera se ganaba el derecho de llamarlo por su nombre… pero este chico, ¿porqué? Sacudió su cabeza levemente para despejar su mente y regresó a su habitación para terminar de vestirse.

oOOo

"Gracias por poder cuidar a Miku hoy Tamiko (1), sus abuelos no podían hoy."

"No hay de qué, Kamijou-san," la chica de cabello castaño claro le sonrió despreocupada "Y sabe que encantada de cuidar a Miku."

"Te lo agradezco," se despidió de su hija en la puerta del departamento de la joven "Regreso como a las seis, pórtate bien y obedece a Tamiko."

"Si papi," le contestó con una sonrisa y abrazando su oso de peluche con fuerza.

Nuevamente le agradeció a la niñera y salió del lugar. Tenía que asistir a un evento de la universidad y como fue avisado a casi última hora, sus padres no pudieron cuidar a la niña como frecuentemente lo hacían. Daichi Tamiko había sido la niñera de Miku desde que esta era muy pequeña, ya que los trabajos de ambos padres consumían mucho tiempo. Hubo un tiempo en que Himeko cuidó de su hija cuando por su enfermedad ya no tenía las mismas energías. Cuando su enfermedad empeoró, los abuelos cuidaban a la niña cuando Hiroki tenía que llevar a su esposa al hospital.

Una de esas veces, meses atrás, su padre llegó sin su esposa cuando fue a recoger a su hija y sin palabras para explicarle que su madre ya no iba a volver. Al ver el rostro de su padre cuando lo vio al volver del hospital, Miku tuvo su primer ataque de ansiedad, lo que provocó su asma. Hiroki por un momento pensó que iba a perder a su hija ese mismo día. Y nunca se perdonaría así mismo.

Aunque la enfermedad ya estaba controlada, el profesor sabía que en cualquier día podría ocurrir lo inevitable. Y solo pedía que ese día no fuera muy pronto. Mas no creía que la llamada de aquella tarde de parte de Tamiko se convertiría en portadora de malas noticias.

"¿Pasa algo, Kamijou?" preguntó Miyagi al ver a su asistente al teléfono "Estas pálido."

Cerró el celular y con la mirada perdida contestó, "Miku tuvo un ataque."

Su supervisor no dijo nada, tomó al castaño de un brazo y lo llevo corriendo hasta su auto. Condujo lo más rápido que pudo hasta el hospital en donde estaban atendiendo a la pequeña, mientras que Hiroki estaba en shock en el asiento del copiloto, pensando en lo peor.

"Llegamos," escuchó decir a su supervisor antes de que este saliera del auto.

Hiroki no se movía de su lugar, simplemente no quería enfrentar algo que posiblemente no podría aguantar. Pero para su suerte, Miyagi lo sacó del auto casi arrastrándolo y lo llevó hasta la sala de espera en donde vieron a Tamiko toda angustiada, esperando por noticias de parte del doctor.

"Tamiko…" llamó a la chica cuando la vio, quien inmediatamente corrió hacia el encuentro del padre de la niña con lagrimas en sus ojos.

"¡Kamijou-san, lo siento mucho!"

"Miku…" murmuró "¿Qué—Cómo esta?"

"La están atendiendo…" contestó la chica entre sollozos "Lo siento, Kamijou-san. Fue mi culpa, había olvidado que Miku todavía no se recuperaba por completo y—"

"Creo que las explicaciones serán para después," le interrumpió Miyagi a la niñera, quien asintió sin dejar de llorar.

El pelinegro vio que su asistente necesitaba un tiempo a solas, así que llevó a la chica para que respirara un poco de aire fresco y al mismo tiempo el pudiera fumar un poco para calmar sus nervios. El profesor no notó cuando se fueron, simplemente tomó asiento y se quedó sumido en sus pensamientos. Quería creer que nada de esto estuviera pasando, que solo fuera una pesadilla como aquella noche y despertar de golpe para que todo se desvaneciera. Pero pasaban los minutos y él no despertaba.

"Familiares de Kamijou Miku," la voz de una enfermera lo sacó de sus pensamientos y rápidamente fue hacia ella.

"¿Cómo esta mi hija?" preguntó desesperado.

"Esta fuera de peligro," sintió un alivio al escuchar las palabras de la mujer.

"¿Puedo verla?" lagrimas estaban a punto de salir de sus ojos marrones.

"Sígame por favor."

Cuando vio a su hija en esa cama con una mascarilla de oxígeno que le cubría nariz y boca se sintió el peor padre del mundo. Una maquina marcaba los latidos y en su pequeño brazos traía una aguja intravenosa en donde le administraban suero. Al tener los ojos cerrados, parecía que estaba teniendo un sueño muy placentero, como si la tragedia nunca hubiera pasado.

Hiroki tomó asiento a lado de la cama con sabanas blancas y escuchó decir a la enfermera que n médico vendría dentro de un rato a revisión. Solo asintió, sin dejar de mirar a su hija. Cuando a puerta se cerró, no pudo contener más sus lágrimas.

"Lo siento tanto… perdóname…" apoyó sus brazos en la cama y escondió su rostro en ellos "No pude cumplir mi promesa…"

No escuchó cuando la puerta se volvió a abrir, minutos después, solo levantó la mirada cuando escuchó que lo llamaban de esa manera…

"Hiro-san…"

…y que solo podría tratarse de una sola persona.

Ojos azules se encontraron con unos marrones llenos de lágrimas. Nowaki, aunque no soportaba ver a esa persona llorar, no pudo evitar pensar que ese ángel se veía aún más hermoso. Si esos ojos le habían atraído desde un principio, ahora podía decir que estaba enamorado de esa mirada desconsoladora. Lo único que faltaba era enamorarse de esos mismos ojos que mostraran felicidad.

"No-Nowaki…" murmuró el nombre del pelinegro mientras se levantaba lentamente de su lugar "¿Acaso tú…?"

"Yo atendí a Miku cuando ella entró a emergencias, Hiro-san," le contestó aunque el otro no había terminado de preguntar.

Hiroki bajó la mirada, haciendo que el flequillo le cubriera los ojos, solo se podía ver como las lágrimas recorrían sus mejillas.

"Gracias…" susurró "Gracias…"

Sin resistirse, rodeó con sus fuertes brazos el frágil cuerpo del castaño, quien no rechazó el acto de afecto y se aferraba con fuerza a la bata de Nowaki mientras más lagrimas salía sin control.

Ahora más que nada le debía a aquel joven una cena de agradecimiento.

Continuara…


Notas finales:

(1) Daishi Tamiko, niñera de Miku en el fic Donde te conocí.

Esta es la tercera vez que escribo este capítulo… en primera no me gusto como quedó y lo volví a escribir, después pierdo el USB donde tengo todos mis fics y tuve que escribir todo nuevamente. Por eso tarde tanto en actualizar (además de un bloqueo de inspiración) así que mi disculpo por eso *reverencia.*

¡Muchísimas gracias por sus reviews! Les agradezco el tiempo que se dan por leer el fic y de dejarme review.

Me gusta actualizar cada mes, pero mis estudios son prioridad así que hago todo lo posible por escribir en mis tiempos libres… que no son muchos *snif.* Así que no se sorprendan si no actualizo en un tiempo, no dejo fics incompletos.

Espero que les haya gustado el capitulo y no olviden dejar comentario, recuerden que son gratis.

Mata ne~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).