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Second Chance por wiz_br0kenztar

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Junjō Romantica no me pertenece, solo tomo prestado sus personajes para satisfacción mía y de mis lectores, obviamente, todo sin fines de lucro. Solo me pertenecen mis personajes. La canción que sirvió de inspiración para este capítulo, Let Me Love You, le pertenece a su respectivo artista, Ne-Yo.

Second Chance

Capitulo 9

Felicidad


Nowaki había añorado besar esos labios desde hace tiempo; lamerlos, morderlos, que de ellos se escaparan los gemidos que sus manos causaran. Pero algo en su mente le quería hacer entender que las cosas andaban por el rumbo incorrecto. Cuando se dio un momento para mirar al hombre que amaba y notó en esos ojos marrones lo que le mandaba alertas a su cerebro.

Lujuria.

El castaño se estaba dejando llevar por el placer que seguramente no había sentido en varios años y no porque realmente quería al joven pelinegro, quien sintió un terrible dolor en su corazón. El profesor no le amaba como él y si dejaba que las cosas continuaran, todo se convertiría en un error donde los dos se sentirían culpables al respecto.

Aunque quería con tanto fervor adueñarse de ese cuerpo y jamás dejarlo ir, decidió que lo mejor era tomar las cosas con más calma. Haría que Kamijō Hiroki se enamorara perdidamente como él lo estaba, tomaría tiempo pero estaba dispuesto a esperar lo que fuera.

Besó suavemente los labios del otro, esperando que no se convirtiera en la última vez, y sacó su mano debajo de la camisa de Hiroki para acariciar el rostro de este. "Por más que quiera continuar no lo voy a hacer, Hiro-san. De verdad quiero hacerlo mío, pero cuando sea el momento correcto."

Hiroki se molestó con las palabras del joven pero al notar que ambos estaban hechos un desastre, entendió que el otro tenía razón. Se sintió avergonzado de haber perdido el control de sus emociones y de no pensar bien las cosas, al mismo tiempo culpaba al pelinegro por hacerlo sentirse de esa manera. Un poco más y su hija habría visto un espectáculo—

"Demonios," susurró y empujó a Nowaki para correr hacía la sala donde había dejado su celular. Maldijo nuevamente cuando vio una llamada perdida de Tamiko y después revisó el mensaje de texto que ella le había mandado diciendo que ya iban de regreso. Eso había sido hace diez minutos y en cualquier momento llegarían.

El joven médico observaba como el profesor comenzaba a juntar varias cosas con prisa mientras murmuraba palabras que no lograba alcanzar a escuchar. Vio como el hombre se ponía de pie y volteaba a verlo con un sonrojo en las mejillas pero sin dejar de fruncir el ceño.

"N-No te quedes ahí parado," le dijo intentando no sonar nervioso "Y ayúdame a guardar esto."

No tardó en mostrar una pequeña sonrisa, haciendo que el sonrojo del otro se agrandara; cómo adoraba verlo de esa manera. "Claro, Hiro-san."

Al ver que se trataban de regalos de Navidad, Nowaki no hizo pregunta alguna y ayudó a Hiroki a esconder todo en el armario de su habitación. Solo intercambiaban palabras referente a donde quería el castaño las cajas y los papeles de regalo, ninguno de los dos estaban seguros si deberían tocar el tema de lo que casi acontecía en la entrada del departamento; pero sabían que uno tenía que hablar primero.

"Hiro-san, me quiero disculpar por—"

"Escucha, Nowaki," le interrumpió el mayor mientras cerraba la puerta corrediza del clóset pero no miraba al pelinegro "Me halaga que tengas estos… sentimientos por mí pero quiero que entiendas que—" Calló de inmediato al sentir una calidez rodear su cuerpo, pero se quedó quieto sin oponerse al afecto.

"Sé lo que va a decir pero no lo voy a aceptar," susurró el joven de ojos azules "Una oportunidad es todo lo que pido, entiendo que jamás seré como Himeko-san pero estoy seguro que ella querría verlo feliz y eso quiero hacer." Besó delicadamente la sien izquierda del profesor, "Por favor, Hiro-san…"

Se quedaron en esa posición y en silencio, Nowaki esperando una respuesta del profesor, quien no sabía exactamente qué decir. ¿Cuántas había sido rodeado por aquellos brazos? No tenía una respuesta exacta, pero por el número que fuese seguía sin engañar a su mente que estar de esa forma con el pelinegro se sentía tan bien. Además, por más que intentara evitar responder, sabría que el pelinegro no descansaría hasta tener una respuesta.

Unos golpecitos a la puerta los regresaron a la realidad y el joven se separó lentamente del castaño para que este pudiera atender a la entrada. Pero antes de que saliera de la habitación, Hiroki miró por encima del hombro a médico como excusa para que el sonrojo no se viera tan obvio.

"Si gustas quedarte, ha-hablaremos después de la cena."

"Por supuesto," respondió suavemente.

Cuando salieron de la habitación, el profesor le dijo que esperara en la sala mientras él iba a abrirle a su hija. El otro obedeció sin antes robarle un beso en la frente, haciendo que el sonrojo del mayor se triplicara, y fue imposible ocultarlo cuando por fin les abrió la puerta a su hija y a la joven.

"¡Lamento la tardanza, Kamijō-san!" se disculpó la niñera mientras la niña entraba al departamento y empezaba a quitarse los guantes.

"Tami-chan no dejaba de tomar fotografías," decía la pelinegra ahora quitándose la bufanda.

"Descuida Tamiko, lo bueno es que ya están aquí," y mentalmente agradecía ese pequeño retraso.

Miku terminó de quitarse su abrigo y se lo dio a su padre para que este lo colgara en el perchero, se despidió de la joven y se dirigía a la cocina cuando notó al otro visitante. Su rostro se le iluminó y caminó rápidamente para saludar al médico, quien ahora traía más de una razón para sonreír ese día.

Mientras tanto en la puerta, el profesor platicaba con Tamiko al mismo tiempo escuchaba la animada conversación que su hija tenía con el joven de ojos azules. Se sintió aliviado ya que, desde que la niña había dicho que nadie sería el reemplazo de su madre, tenía días de no escuchar la voz de su hija tan llena de vida.

"No tiene idea de la cantidad de veces que Miku-chan menciona al doctor Kusama, Kamijō-san," comenta la joven al escuchar también la conversación en la otra habitación.

"Puedo imaginármelo, él es como el ídolo de mi hija," responde el castaño.

"Un buen partido (1), ¿no lo cree?" preguntó juguetonamente la joven.

"¿Di-Disculpa?"

"¡Oh, mire la hora!" exclamó la joven al ver rápidamente la pantalla de su celular "¡Perderé el último tren! Le mandaré las fotos por correo electrónico. Felices fiestas, Kamijō-san."

Hiroki cierra la puerta mientras intenta convencerse a si mismo que la joven no se estaba refiriendo a él con ese comentario, pero no pudo evitar pensar por un segundo que ella tenía razón. Regresa a la sala donde puede ver a su hija con Nowaki en la cocina preparando la cena, el segundo mostrándole a la pequeña como preparar un platillo. Se les queda viendo por unos minutos sin que los otros se percaten, pensando seriamente sobre la palabras del joven de ojos azules.

No podía hacer una decisión sin antes pensar si aquello podría perjudicar en algo la vida de su hija. Este era uno de esos casos; si le diera una oportunidad al pelinegro, ¿Miku aceptaría la relación? La niña admiraba al joven médico y se emocionaba cada vez que lo veía pero, ¿lo querría lo suficiente para aceptarlo como un segundo padre?

"Estoy pensando en esto demasiado enserio," pensó como si se tratase de algo malo y decide retirarse al baño para remojarse un poco el rostro sin darse cuenta que Nowaki lo mira irse con preocupación en su rostro.

Cuando las gotas de agua caen se resbalan por su piel, se observa en el espejo y pasa una de sus manos por su frente haciendo que el recuerdo del tacto del pelinegro sobre esta causó que sus mejillas se tornaran rojizas nuevamente.

"Es un tramposo."

oOOo

"Ne, ne, Nowaki-san," la pequeña Kamijō le llamó al ver que el joven médico se había distraído al voltear hacia otro lado.

"¿Ah?" exclamó el de ojos azules al reaccionar y le sonrió a la pelinegra "¿Si, Miku-chan?"

"¿Tiene planes para Navidad, Nowaki-san?" le preguntó emocionada.

"Me ofrecí para trabajar durante esas semanas hasta después de año nuevo," le respondió "Supongo que eso contaría como un plan."

Hizo una mueca en forma de puchero, "Lástima, quería invitarlo a la cena de Navidad de mis abuelos. ¡Estoy segura que habría amado la comida de mi abuela Hana!"

"No pongo en duda eso, pero creo que tendrá que ser para la próxima."

Siguieron preparando la cena en silencio, Miku cortaba algunas verduras mientras que Nowaki se encargaba de mezclar todos los ingredientes e incorporarlos al sartén caliente en la estufa, al igual que se aseguraba que la pequeña no tuviera algún tipo de accidente con la hoja filosa del cuchillo.

"Me alegra que nos visitara de nuevo, Nowaki-san," comentó de repente sin dejar de cortar con cuidado los vegetales "Siento que papá se pone feliz al verlo porque, después de la última vez que vino, papá ha actuado raro." Eso no le sorprendía mucho al joven, pero de todos modos fingió curiosidad al preguntarle sobre el tema. "Papá empezó a salir con mujeres que no conozco."

Sus movimientos cesaron al escuchar esas palabras y sintió la sensación de que su corazón era apretado fuertemente. "¿Y eso te molestó, Miku-chan?"

La niña se quedó callada unos segundos antes de responderle con seriedad, "Un poco."

La respuesta dada hizo que el pelinegro no le hiciera más preguntas al respecto y cambió de tema mientras le explicaba que la comida tenía que tener cierta consistencia para poder así ser servido.

"¿Tiene novia, Nowaki-san?" la repentina pregunta hizo que el joven médico se sobresaltara un poco.

"No, pero ¿a-a qué viene esa pregunta, Miku-chan?" le preguntó con una sonrisa nerviosa, rezando mentalmente que la pelinegra no se hubiera dado cuenta de la situación entre él y el profesor. Pensaba que el asunto entre ellos no era tan obvio a los ojos de otros, pero sabía que la niña era bastante lista y podría haberse dado cuenta de algo.

Sonrió tiernamente con un casi perceptible sonrojo, "Curiosidad."

Nowaki volvió a sonreírle para después enfocarse otra vez con la cena. Estaba colocando las verduras ya cortadas en la olla cuando se escuchó que Hiroki se acercaba a la cocina, pidiéndole a su hija que fuera poniendo los platos en la mesa y evitando lo más posible cualquier contacto visual con el pelinegro.

"Papi, papi," le llamaba emocionada Miku "¿Crees que Nowaki-san y Tami-chan harían bonita pareja?"

La pregunta sorprendió a ambos adultos; Nowaki solo se limitó a soltar una risa nerviosa mientras que el castaño solo sonrió ante las ocurrencias de su hija y le dijo que no era momento para que se pusiera a jugar a Cupido.

Cuando la pequeña pelinegra se retiró un momento al baño, los dos restantes se miraron por unos segundos mientras llevaban la comida a la mesa. Ambos tenían que admitir que Miku había calmado un poco la tensión en el ambiente.

oOOo

Estaba siendo un cobarde.

Hacía varios minutos que Miku se encontraba en el quinto sueño y Hiroki todavía no salía de la habitación, no solo para asegurarse de que la pequeña se encontrara descansando, si no porque el joven de ojos azules le esperaba en la sala para que pudieran hablar… y exactamente lo que el profesor no quería hacer.

"Debí correrlo en ese momento y no decirle que se quedara," pensaba sintiéndose arrepentido "Si lo hago esperar más tal vez… claro que no se irá hasta que le responda." Se acercó a la puerta y tomó la perilla, "Simplemente tengo que decirle que no y esto se acabará de una buena vez."

Salió con cautela del cuarto y cerró la puerta con la misma delicadeza pero se quedó parado frente a esta, desde ahí podía ver a Nowaki esperar en la sala con inquietud e intentando distraerse con observar los adornos navideños que había en la estancia. El profesor se tranquilizó un poco al ver que no era el único que estaba siendo comido por los nervios.

Cuando el pelinegro notó la presencia del mayor, ambos se miraron en silencio por unos pocos segundos antes de que el primero sonriera por unos instantes antes de tomar primero la palabra. "Entiendo que esto no es sencillo para usted, Hiro-san."

No comentó nada, simplemente caminó hasta la sala y tomó asiento en uno de los sillones; el joven le imitó y se sentó en otro de los muebles quedando así a un lado del profesor, su rodilla izquierda a pocos centímetros de la rodilla del otro; Hiroki notó eso pero no se movió y ni dijo algo al respecto, simplemente intentó mostrarse sereno.

"Miku-chan me comentó que…" el médico continuó al ver que el otro seguía sin articular palabra alguna "Usted estuvo saliendo con otras personas."

Soltó un suspiro antes de hablar. "Y mi hija lo tomó muy mal, eso me pasa por hacerle caso a mi madre."

"Pude notarlo," comentó el pelinegro.

"Ahora que sabes de ese error, quiero que entiendas el porqué no puedo aceptar tus sentimien—"

"Disculpe Hiro-san," le interrumpió y puso su mano sobre la rodilla del otro, haciendo que este se sobresaltara "Pero creo que es usted quien no está entendiendo."

"Mocoso insolente, el que no entiende y está siendo un necio eres tú," le dijo mientras se quita de golpe la mano en su rodilla, pero esta regresa como imán al mismo lugar

"Usted está buscando la felicidad para Miku-chan al querer conseguirle otra madre, pero… creo que eso no es lo que quiere ella."

"¿Y cómo sabes eso?" le preguntó desafiante, quitando por segunda vez la mano cálida del pelinegro de su rodilla y mientras retiraba su mano, esta fue envuelta en dos mas grandes.

"Sólo escúcheme, Hiro-san," le pidió al sujetarle firmemente "Muy poco tiempo ha pasado desde la muerte de Himeko-san pero he notado que Miku-chan ha sabido aceptarlo, lentamente, pero lo hace y sigue teniendo una vida feliz." Se levantó de su asiento para acercarse al castaño, colocando una rodilla como soporte a lado de las piernas del otro y sin dejar de mirarle con ternura "…Hiro-san, es usted quien necesita esa felicidad y su hija lo sabe. Tal vez ella no aceptó que usted viera a mujeres porque se dio cuenta que solo sería algo que ambos no necesitan."

"Creo que no vez tu punto, Nowaki. Si Miku no quiere otra madre en esta familia, ¿qué te hace pensar que te va a aceptar a ti?"

Soltó una de sus manos para poder posarla en una de las mejillas del castaño, quien no se inquietó ante el contacto. "No lo sabremos hasta intentarlo, Hiro-san." La distancia entre sus rostros fue acortaba pero todavía quedaron separados por unos cortos centímetros, los suficientes para que ambos se miraran fijamente "Tal vez sea un acto egoísta de mi parte, pero desde que lo conocí me propuse que sería yo quien le quitaría ese dolor detrás de sus ojos."

"Que cosas dices…" murmuró el profesor y sus ojos comenzaron a mirar hacia otro lado cuando comenzó a sentir que la sangre se le volvía a subir a la cabeza.

Nowaki, al ver como esas mejillas que acariciaba se tornaban rojizas, no pudo evitar pensar que el hombre debajo suyo se veía muy lindo de esa manera, deseado poder ver esa expresión por siempre.

"Por favor, Hiro-san, déjeme amarle… quiere ser el único que le recuerde y que le enseñe lo que el amor verdadero puede hacer."

El corazón de Hiroki, por cada palabra que escuchaba, latía a mil por hora y parecía que en cualquier momento terminaría por explotar. Jamás en su vida había escuchado a alguien declarársele de esa manera y mucho menos creía que todo estaba sucediendo. Sintió como sus ojos comenzaron a humedecerse y por que intentó contener sus lágrimas, estas lograron escaparse y recorrer su mejilla.

El joven de ojos azules al ver eso se preocupó e inmediatamente le preguntó al otro si se encontraba bien mientras se disculpaba una y otra vez.

"Idiota…" logró decir y las lágrimas seguían saliendo "Prometiste que nunca me harías llorar…"

Nowaki suavizó su mirada y con su mano aun en la mejilla del castaño limpió algunas de las lágrimas antes de cerrar esa distancia en un tierno beso, el cual el profesor no rechazó pero daba tímidos movimientos mientras correspondía al tacto; ahora sin dejarse llevar por el deseo carnal que por poco les hace cometer una equivocación.

¿En dónde había quedado el decirle que no?

oOOo

"Hiro-san, ¿qué desea de regalo de Navidad?" preguntó el pelinegro cuando se encontraba en la entrada colocándose los zapatos.

"No estés pensando en comprarme algo," le contestó algo molesto pero se mostraba un poco conmocionado por la cuestión "Estás en modo de prueba, así que ni pienses comprarme con ese tipo de ideas."

"Jamás haría eso, Hiro-san," se giró para poder ver al profesor y sonreírle "En verdad quisiera regalarle algo, además que no podré verlo hasta después de Navidad."

"T-Tú enfócate en tu trabajo," le dijo mientras desviaba su cabeza para, claro estaba, tratar de esconder su sonrojo "Ya pensarás en algo."

"De acuerdo, Hiro-san," se acercó y le depositó un beso en la mejilla para consecuente abrazarle fuertemente "No sabe lo feliz que me ha hecho hoy, prometo no defraudarle."

"…Solo te pido absoluta discreción, en especial con Miku hasta que sepamos si esto va funcionar."

"Descuide, Hiro-san."

Más tarde esa noche, cuando Nowaki ya se había retirado a su propio departamento, por primera vez en varios meses Hiroki no volvió a soñar con el pasado; en cambio, solo eran él y su fallecida esposa en un campo lleno de girasoles, parados uno enfrente al otro mirándose fijamente mientras soplaba el viento levemente. La pelinegra tomaba las manos del castaño y le sonreía sinceramente mientras pronunciaba unas simples palabras.

Buena suerte, Hiroki-kun.

Continuará…

 

Notas finales:

(1) Si no están familiarizadas con la expresión, "un buen partido" significa que esa persona tiene las cualidades necesarias que se espera de una pareja.


Muchas gracias por sus reviews y sus opiniones sobre el lemon, me ayudaron bastante. Me dirán indecisa, pero todavía le sigo pensando seriamente al lemon pero tarde o temprano les iba a pedir su opinión al respecto.

Espero que les haya gustado este capítulo y dejen review con su comentarios.

Mata ne~


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