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"LA COLINA" por 861000

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Notas del capitulo:

¡Nas!, un millón de disculpas por la actualización tan retrasada T-T me merezco un buen tutifruti por ésto, ¡que empiecen los lanzamientos de frutas!

Mil gracias por los Reviews del cap. anterior♥ me inspiran ^^

 

[II]

Aquella noche no pudo conciliar el sueño. El viento azotaba con fiereza los cristales sueltos de las ventanas, remeciéndolas como si fueran cual pedazo de papel.

El invierno daba la bienvenida a los Phantomhive.

El perro aullaba con un sentimiento lastimero hacia el infinito, oculto entre las sombras de los muchos árboles que había en su jardín, complementando a la perfección con aquel paisaje tétrico y hermoso.

Aquello le gustaba, la naturaleza. Tan pura, y tan peligrosa a la vez.

Sintió pasos dudosos en pasillo, giró su cuerpo hacia la pared dando la impresión de estar dormido. Esperó el chirrido de la puerta abrirse con lentitud, a su hermana asomar su cabeza al borde del llanto y luego accedería a dejarla dormir con él, otra vez. Pero nada de eso sucedió. Nada se asomó en su puerta, ni tampoco cesaron las pisadas.

—¿Lizzy?— reincorporó su cuerpo dándose apoyo con sus codos en el colchón.

Silencio.

Tap, tap, tap.

Las tablas mal colocadas en el piso sonaban a un ritmo excesivamente lento. Daban la impresión que avanzaban hasta la el final, pero justo antes de dar vuelta al pasillo siguiente retrocedían, entonces paraba.

Tap, tap, tap. Volvían a escucharse.

El corazón del pequeño comenzó a bombear más rápido, sintiendo los latidos en sus oídos como si estos fueran truenos.

¿Un ladrón había entrado en la casa?

Destapó su cuerpo por completo y bajó de la cama a paso lento hacia la puerta. La adrenalina que sentía era una nueva sensación completamente extraña, y no estaba seguro que le agradara. Cogió la perilla y la giro, todo estaba bañado por la negrura de la noche.

Miró a sus costados,  no había nada. Todo parecía normal, pero obviamente no era ése el caso.

Tap, tap, tap.

Inhalando de una sola vez y llenando sus pulmones de valor, salió de su recámara al encuentro con lo que fuese el causante de los ruidos.

Oscuridad, oscuridad y más oscuridad.

Tanteó con sus manos las paredes para así no perderse en el camino jamás recorrido y, a lo lejos del pasillo siguiente, divisó un par de ojos rojos. Audaces, desafiantes, llenos de un deseo incomprensible.

¿Por qué había ratas en la casa? Se suponía que la habían revisado bien antes de mudarse.

Su respiración se regularizó al descubrir que el causante de aquellos desesperantes ruidos no era más que un roedor que, a la mañana siguiente, presentaría a su mascota.

Fin del asunto.

Suspiró y curvo sus labios en una pequeña sonrisa. Había sido muy paranoico.

—Ciel—

Tap, tap, tap.

Los pocos segundos de seguridad que tuvo se esfumaron por completo al notar como aquella mirada siniestra tomaba altura a medida que avanzaba hacia él.

Sus labios se movieron, pero ninguna palabra salió de su boca.

—Ven a mí, Ciel.— se trataba de una voz varonil. Grave, profunda, no se atrevería a confesarlo, hasta le pareció seductora. Era como el canto de las sirenas que atrae a los marineros hacia su muerte.

Ciel retrocedió. De pronto ya no era sólo un par de ojos, se multiplicaban a medida que avanzaban más y más a su encuentro. Cuatro, seis. El aire le faltó unos segundos, su cuerpo se tambaleó y la sensación de volar se hizo presente.

Iba a desmayarse. En ese corto período de tiempo pudo notar con claridad la perfecta curva y dos hileras de dientes blanquecinos. El diablo le había sonreído.

[—]

Vincent Phantomhive se encontraba sentado en la mesa del comedor, con una taza de té caliente y un periódico en su mano. Con total atención en el encabezado.

¿Cómo le explicaría a sus hijos que debía viajar a Londres por treinta días o más?, les había hecho una promesa. Nunca más les dejaría solos.

Frunció el entrecejo. La capital últimamente se había convertido en la sede nacional de la delincuencia juvenil.

—Papá…— la voz de su princesa sonaba angustiosa, tratando de camuflar la desesperación en pequeños actos como estrujar la parte baja de su camiseta rosa de algodón que usaba a diario para dormir.

—¿Mmm? ¿Qué pasa, cielo?—

La chica miro el suelo y gotas saladas brotaron de sus ojos. Soltó a su muñeco de felpa Bitter Rabbit y corrió hacia su padre.

—¡Ciel, Ciel, papi Ciel desapareció!— chilló, atragantándose con sus palabras mientras era acogida en los fuertes brazos de su padre.

El mayor no dio crédito a sus oídos. Ya no escuchaba los sollozos, no sentía aquel cuerpo frágil que trataba de consolar.

No podía, ni quería digerir la información.

¿En qué momento había abandonado la casa?, y lo más importante… ¿Por qué?

Notas finales:

¿Reviews? Disculpen lo corto que me quedó u__u


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