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Pendiente por Nekolaly_

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Notas del capitulo:

jejeje volvi se me olvido decir que a partir de ahora va a ser de los recuerdos de quien narro en el cap anterior asi que esto seria como un flasback O.o no se si me explique xP como sea

Draco Malfoy se levanto, sin mucho entusiasmo, de su calentita cama con doseles y sabanas de seda verdes. Despeinado y somnoliento como estaba no podía evitar la tentación de quedarse ahí y no despertar hasta que todo hubiera pasado. Seguir durmiendo todo el año hasta que su sentencia hubiera acabado y los problemas hubieran sido olvidados.

¡Pero no! Él era un Malfoy, quizás no el mejor de los Malfoy y definitivamente no el más valiente pero era un Malfoy después de todo, y los Malfoy no eludían sus problemas los enfrentaban.

Y si eso quería decir que tenía que levantarse de su casa y despedirse de su vida de lujos y comodidades lo haría para tener su libertad y un expediente limpio. Pasaría esa hoja y empezaría un nuevo capítulo de su vida…

Pero quizá lo mejor sería que empezara el día con un buen desayuno. Nadie podía reprocharle comer adecuadamente.

Draco se encamino al baño. Antes que nada estaba su aseo personal. Así que hiso todas sus necesidades, se cepillo los dientes y tomo un relajante baño de espumas, deseando que la sensación de adormecimiento le acompañara a lo largo de ese fatídico año. Luego se seco con pereza y peino un poco su cabello.

No eran necesarios muchos cuidados, después de todo era en parte veela y su pelo quedaba como le daba la gana solo son desearlo. Últimamente no había tenido tiempo de cortarlo y como resultado ahora su pelo le hacía cosquillas en la nuca. No había crecido mucho pero si estaba algo más salvaje que antes, o sea que ahora se veía algo ondulado y aunque lo peinara hacia atrás siempre algunos mechones se escapaban y caían sobre sus ojos como un flequillo algo largo y desprolijo (desprolijo según él)

Pansy había dicho que eso le daba un aspecto más salvaje y que terminaba, un poco, con esa apariencia de niño pijo que siempre había lucido. Draco aun no estaba seguro de si eso era algo bueno o malo.

Bajo las escaleras de su pequeño hogar de ocho habitaciones y entro a la cocina dispuesto a prepararse el desayuno. Abrió la nevera y saco la leche, dudo un momento sobre que quería desayunar ese día, hasta que vio el chocolate y sus dudas desaparecieron. Su madre habría dicho que comer tanto chocolate le haría mal a la piel, pero su madre no estaba ahí.

Con unos movimientos de su varita su desayuno estuvo listo y caliente y con otro saco un pan del día anterior y comenzó a desayunar.

Si, ahí, en la mesa de la cocina. En el lugar vulgar y común donde lo hacen los elfos domésticos. O lo harían si tuviera alguno, claro. Nuevamente el fugaz pensamiento de lo que sus padres hubieran dicho si lo veían en esa situación paso por su mente, pero lo evadió de inmediato.

Ninguno de sus padres estaba ahí. Después de todo había tenido que mudarse de Malfoy Manor porque ese estúpido dementor no dejaba de rondarla y le ponía los pelos de punta. Ahora entendía porque Harry Potter se había desmayado en la escuela y casi se sentía mal por haberse reído de él, casi.

Su madre había sido condescendiente con él. No le había regañado por su falta de aplomo ni le había recriminado dejarle sola con ese ser. Solo le había dado chocolate y varias caricias hasta que pudo dominarse. Después de todo despertarse con eso en la habitación le quitaba el autocontrol a cualquiera. Y tampoco era como si no hubiera conseguido quitárselo de encima con un Patronus, había gritado solo porque no había conseguido dar con su varita. Eso era comprensible.

Pero sin embargo el ser salvado por su madre le había abochornado. Había intentado quedarse en casa con todas sus fuerzas pero convivir con esa cosa simplemente era imposible y no creía aguantar mucho dando sobresaltos con cada movimiento, por inocente que fuese.

Su madre, siempre tan amable, le había comprado una casa pequeña en las afueras, lejos de los curiosos y oculta de los periodistas, y la había dicho que ya era hora de que se independizara. Pero Draco no era estúpido, podía leer entre líneas. Ese dementor iba a quedarse en la mansión para evitar que su madre escapara (como si el uso de un traslador, la red flu o una simple desaparición fueran un problema para una bruja tan diestra como ella) de la casa y para defenderla de posibles atacantes. Tenía que aceptar que el dementor se había deshecho de los periodistas y otros incordios, pero no era como si su madre fuera tan estúpida como para escapar del arresto domiciliario al que había sido sometida por dos años.

El librarse de Azkaban había sido una suerte y un dementor no era la gran cosa comparada con los que había en la prisión mágica (Él lo sabía muy bien porque había sido enviado ahí unas semanas luego de ser arrestado y no le resulto nada divertido) pero en definitiva había resultado mucho para el frágil estado mental en el que lo había dejado la guerra, la cárcel, el juicio y demás.

Su padre por otro lado era un tema totalmente diferente. Él aun estaba en la cárcel esperando un juicio por sus actos bajo el mestizo psicópata que casi los había asesinado a los tres. Infortunadamente sus antecedentes habían hecho que no pudiera pegarse de las buenas acciones de su esposa y su hijo para salir de la cárcel rápidamente. Y el dinero tampoco podía ayudarle ya que lo habían tomado como ejemplo de lo que les esperaba a todos los que se hubieran atrevido a seguir al bando perdedor.

Con él también habían querido hacer lo mismo pero no habían podido, de hecho su testimonio solo consiguió que la comunidad mágica lo tuviera como una clase de héroe o rebelde que le hizo frente a sus padres y a “su señor” para defender lo que estaba bien. Nada más lejos de la verdad por supuesto. Pero el hecho de que su juicio fuese público le aseguro la simpatía general y por lo tanto le evito pasar en la cárcel una buena temporada, pero también causo que su padre y sus amigos dejaran de escribirle tan seguido, que sus decisiones fueran cuestionadas y sus caprichos cumplidos con condiciones.

Draco no era estúpido, perfectamente notó como sus amigos rompían el contacto de a poco, como su padre le escribía una vez por mes y a su madre cada semana, como tres meses después de su liberación era el orgulloso propietario de un piso nuevo con pocas habitaciones, pero espaciosas, en un edificio muggle convenientemente alejado de la magia y todo lo que tuviera que ver con ella, como su familia por ejemplo.

Draco termino de comer y dejo las cosas sucias en el lavavajillas mágico que las limpiaría sin ayuda.

Se limpio las manos y los dientes, deseoso de posponer el momento de salir de la casa todo lo que fuese posible.

Arreglo su ropa y busco su mochila. Reviso una vez más por si se olvidaba un libro e hizo uso de la red flu para viajar hasta la universidad mágica.

Elegir una carrera también había sido problemático. Como todo Malfoy tenía un conocimiento vasto sobre la ley, sus correspondientes lagunas y por supuesto la manera correcta de eludirla. Eso se complementaba con su impresionante encanto, su gran personalidad y una buena mente para los negocios. En definitiva Draco poseía el potencial para llevar los negocios de la familia con éxito y ser el orgullo de sus padres, excepto por un detalle insignificante…

Quería ser sanador.

Después de ver tantos asesinatos y torturas el porqué quería ser sanador era un misterio para él. Después de todo en Hogwarts había torturado, envenenado y utilizado el Imperius contra dos personas, en sexto, y en séptimo había perdido la cuenta. Era muy bueno en maldecir a la gente y rápido en los combates, podía trasformar un hechizo insignificante en una trampa mortal o sumamente vergonzoso para su víctima, ¡su apellido era Malfoy, por Morgana! Sin embargo quería ser sanador.

Estaba demás decir que su padre había gritado de un modo que haría rabiar de envidia a una banshee. Solo después de que su madre le convenciera sobre cómo debían mantener una fachada y que él podía dárselas sin problemas fue que acepto no borrarlo del árbol familiar. Con la condición de que también rindiera alguna carrera de leyes libre. El intercambio de opiniones había sido por carta, claro.

Draco había aceptado porque no había tenido otra opción. Su madre estaba enojada con su padre por ello. Pero era necesario para que en un futuro Draco pudiera ser la cabeza de la familia.

Draco corrió los últimos metros hasta su aula rezando por qué no fuera tarde ¡Maldito el momento en que creyó que sería buena retrasarse!

Suspiro cuando se dio cuenta que el profesor no había llegado y se sentó en el primer lugar libre que vio. Inspiro y expiro con nerviosismo resuelto a no dejarse vencer por un par de problemas sin importancia.

- -¿hurón? ¿qué haces tú aquí?

Draco se giro para encontrarse con Seamus Finnigan quien le miraba asombrado en un asiento a su lado. Mierda, un Gryffindor

¿Cuántas cosas podían salir mal en un día?

#

Harry Potter se preguntaba lo mismo. Había tenido un día agotador. Bueno no agotador en el sentido de haber hecho muchas cosas si no en lo pesado de las cosas que hizo. Escuchar lo muy importante que era cada materia y como cada profesor la consideraba la más importante de todas había una constante que se había repetido a lo largo del día, era más o menos el mismo discurso que siempre te daban los profesores a principio de año en la escuela, y la universidad no fue la excepción a la regla. Ni siquiera obviaron la parte de que se trataba la materia, incluso cuando se trataba de algo así como “Sigilo y rastreo”

Cuando entro en la academia de aurores no creyó que todo fuera así de molesto. Agobiante, esa era la palabra.

Todos sus compañeros se habían entusiasmado con él, hasta el punto en que casi no habían prestado atención a su profesor para ver como respiraba o comía su almuerzo el salvador del mundo mágico, el hombre que venció, como le decían ahora.

Por su parte los profesores, aunque mostraron su gratitud y admiración, le dejaron bien claro que no iban a hacer una excepción con él. Lo que llevaba a la inevitable pregunta de en que momento él había querido ser tratado diferente.

Ron sonrió a su lado

- Venga Harry tomemos un trago. Hay un nuevo local que quisiera visitar

Harry lo fulmino con la mirada. Desde luego a su amigo la atención le gustaba, pero claro a él no lo habían puesto como sujeto de pruebas o a limpiar el aula después de una poción desastrosa que había explotado. Pero claro, eso solo lo hacían para mostrarle o los de más alumnos que todos eran iguales. Eso no quería decir que en su afán de tratarlo como a cualquier otro le dieran un trato especial o algo. No, definitivamente no era eso.

- Vamos será divertido- insistió

Harry bufo y asintió, incapaz de poder dar los argumentos necesarios para irse a la Madriguera, donde estaba viviendo ahora, y librarse de esa lapa (Ron)

La lapa en cuestión le puso una mano en el hombro y se desaparecieron. En un momento estaban en las afueras de la Academia y en el otro estaban en la puerta de Las Tres Escobas.

- Ron…

Eso era raro ¿un lugar nuevo? ¿Las Tres Escobas? Un vistazo rápido al lugar le mostro que estaban en el callejón Diagon y no en Hogsmeade como se suponía que fuese. Al parecer había abierto una sucursal ahí, o quizá solo se había mudado. No era algo raro que madame Rosmerta hubiera puesto unos cuantos metros entre ella y Hogwarts, lejos de los recuerdos, dado que muchos se habían mudado hacia el exterior por esa misma razón. Era casi ridícula la cantidad de espacios vacios y agujeros en donde antes habían estado residencias de magos y brujas, un día estaban ahí y al otro se mudaban con todo a otro vecindario. Al parecer ese era el caso de Las Tres Escobas que, aunque esencialmente se veía igual, estaba más iluminada y alegre por dentro.

El único problema era que no había ningún indicio de la diversión que Ron le había prometido todo el santo día.

Y cuando quería decir todo el día era literalmente a lo que se refería. En realidad Ron había estado ansioso desde el comienzo del mes. Una emoción que aumentaba en el transcurso de este y que le había transmitido a todos aquellos que habían tenido la desdicha de tener contacto con él.

Harry había empezado a ponerse nervioso cuando despertó al amanecer con el pelirrojo sacudiéndolo con toda la euforia que había podido poner en ello, y eso era mucho, casi se había caído de la cama. Incluso él se había contagiado un poco con el entusiasmo de su amigo, así que no era raro que al ver el lugar tan familiar se sintiera desilusionado. Conociendo a Ron tanto alboroto se podía deber a la camarera, que le gustaba en la escuela, una comida gratis por la inauguración- había un cartel enorme que decía “inauguración” con letras grandes y hadas alrededor- o por alguna comida o bebida nueva. ¡Maldito seas estomago de Ron Weasley¡

Ron lo arrastro al interior del lugar. No estaba mal pero no era para armar un escándalo al respecto, habían exagerado con la cantidad de hadas que pululaban sobre las mesas. Encontraron una mesa grande en una esquina, ocupada.

- Harry – saludo alegremente Luna a través de unos extraños anteojos lilas de una forma rara

Con ella también se encontraban Ginny, Hermione, Seamus, Dean. Los últimos tres parecían igual de desconcertados que él. Ginny por su parte tenía una sonrisa de oreja a oreja.

- Hola – saludo Harry con cariño. Por fin una buena ese día.

- Neville no pudo venir – escucho a Ginny decirle a su hermano mientras él saludaba a sus amigos.

Hubo otro ruido de aparición y esta vez George, Lee Jordan y Oliver estaban ahí.

En realidad, mirando bien, parecía que todos los Weasley estaban más entusiasmados de lo normal.

- Bien ya estamos todos – dijo George, que parecía animado por primera vez en mucho tiempo, ignorando deliberadamente las confusiones de sus amigos.

- Se puede saber que se traen ustedes – exteriorizo Hermione lo que todos se preguntaban

- Ya lo veras- dijo el gemelo intercambiando una miraba cómplice con sus hermanos

- Entonces yo estaba ahí, buscando mi libro nuevo- escucho Harry a Seamus retomar la conversación interrumpida que había mantenido con Dean- y cuando lo saco no sabes a quien me encuentro al lado

- ¡Oye mozo!

- -¡¡¡¡Malfoy!!!

- -!Si! ¿Cómo supiste?

Pero ya nadie escuchaba, todos observaban a Draco Malfoy parado frente a ellos con la misma cara de sorpresa que les miraba él.


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