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El último día por Badlolita

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“De la orden, decencia y decoro

que se debe guardar en la invención “

 

 


 

 

 

Capítulo 3: Decōrum

 

 

 

 

Silencio. Creí que todo había terminado finalmente ,y yo, sin darme cuenta, había evitado un trámite demasiado tedioso.

La luz blanquecina que parecía impregnar todos mis sentidos, desde la vista hasta el olfato, obligaba a mis ojos, que cerrados, se contraían, como si mis párpados no filtrasen nada.

Me remuevo, aparente, inquieto, auque no se exactamente si mi cuerpo responde al instintivo temblar interno,  y me incorporo con lentitud.

No puedo saber si estoy en paz, pero se que tal vez nunca antes estuve tanto tiempo sin pensar en algo.

La misma utopía lograba que una extraña sensación de quietud se apoderase de mi mente, y con ello mi cuerpo , o lo que creía que era mi cuerpo, pues no sentía el tensarse de mis músculos ante la intención de abandonar el letargo.

Ahora que lo veo claramente, yo siempre he pensado lo que siento; mas nunca he sentido lo que pienso.

- Mr. Yuy- escuché con (repentina)claridad, y con fría certeza me incorporé al instante. El dolor insoportable parecía estrangular mi cabeza, y el solo hecho de pensar o intentar razonar me causaba un sufrimiento demasiad alto.

-Pensé que nunca despertaría- dijo nuevamente el interlocutor, divertido, y con la vista busqué el origen del sonido que ahora me aturdía. Mis ojos, sensibles ante la luz demasiado intensa, se entreabrieron con temor, y su rostro juvenil y pálido hizo que mi corazón saltase de su lugar.

Los recuerdos del pasado próximo entonces me invadieron , y al intentar llevarme las manos a la cabeza, descubrí que ellas estaban inmovilizadas.

 -Mn...- Dije orgulloso, pues posiblemente ese extraño sujeto esperaba que preguntara sin parar o que suplicara por la liberación. Estaba secuestrado, no sabía en donde, y la ausencia de ventanas en el lugar me hizo pensar que estaba en algún tipo de sótano.

-Veamos...- llamó mi atención al comenzar a hablar- Heero Yuy, carné de conducir, buena foto- el hombre, o muchacho pues ya no sabía nada, estaba revolviendo mi billetera tirando papeles y tarjetas. Odiaba que tocasen mis cosas, odiaba el desorden.

- Si vas a matarme hazlo de una vez, no me interesa perder el tiempo contigo- solté  con tono agresivo, y sus ojos violáceos parecieron divertirse mas.

-No...- dijo acercándose hasta la silla donde yo estaba, y sentándose sobre mis piernas colocó  las suyas a un lado. El norteamericano apoyó su fría mejilla sobre la mía. ¡Se estaba burlando de mi! – Vine a rescatarte. Deberías agradecerme por haberte sacado de ese lugar, Heero- su voz sonaba tan consternada, que estaba seguro que el creía aquello.

-Termina con esto – dije crispado por su cercanía, y mirándolo fríamente intenté soltar mis manos de las cuerdas. Sentía el dolor de mi piel quebrándose ante el tirón, un ardor comenzaba a molestarme pero la sensación de tenerlo encima era aun peor. Estaba intentando mantener la calma, (debía hacerlo), pero el frenético movimiento de mis manos apretándose contra las cuerdas era la clara confirmación que mi misión, había fallado.

-Aún estas enfermo- dijo aseverando su afirmación - Pronto comenzará la desintoxicación, al principio te sentirás morir pero luego te recuperarás-

 Algo se removió dentro de mi al escucharlo, y es que simplemente no comprendía ni una palabra de lo que decía aquel sujeto. Mas allá de su monólogo desquiciado, o el hecho de haberme secuestrado, tan solo con ver sus extraños ojos grandes y violáceos, hacía que temblase por completo. No es que fuesen carentes de brillo, sino que cuando me miraba me sentía completamente a su merced, estaba desnudo ante su mirada sedienta.

-Estas completamente loco- le dije con furia, volviendo a mover mis manos intentando escapar del amarre de las cuerdas. No sabía si era peor la privación de mi libertad o el tener que lidiar en este momento con algo así.

Todo se iría al diablo en menos de un día, y mis planes de dormir largas horas se habían visto truncos por este sujeto. ¡Lo odiaba!

-Pobre de ti, no sabes lo que dices- mi secuestrador tuvo la brillante idea de pasar su brazo tras mis hombros, estrechando el contacto que tan asqueado me tenía, y con palabras quedas terminó por beberse la poca cordura que me quedaba.- Cuidaré de ti, como tu hiciste conmigo-  No se si la sensación de sus labios sobre los míos fue una de las cosas mas perturbadoras que he vivido, pero de seguro se le acerca.

Moví con fuerza mi rostro hacia un lado, terminando con aquel contacto que me quemaba de ira, y sin poder evitarlo grité. Nunca había gritado en toda mi vida, por lo menos que yo recuerde, pero esto fue suficiente para lograr que el hombre de larga trenza castaña se pusiese de pié. – ¿Heero, realmente no me recuerdas?- preguntó con tono dolido, y en su rostro blanco mortecino se dibujó una sonrisa amarga- ¿Qué te han hecho?- preguntó apoyando sus manos sobre mis hombros, inclinándose de forma que su rostro quedase a la altura del mío. Sentí su respiración inquieta y dispar chocando contra mis labios, y un repentino impulso por apartarme hacia atrás. –ya deja de jugar- le dije padeciendo un ataque de heroísmo- Nadie te dará nada por mi, así que dame el maldito tiro- Era extraño escucharme utilizar ese vocabulario, pero lejos del desagrado, me hizo sentir que aunque sea por un instante estaba siendo sujeto y no predicado. Yo estaba allí, tomando el control por un momento, sintiéndome fuerte, vivo.

 

Notas finales:

Saludos a todos desde Argentina, pronto subo el próximo capítulo!

Badlolita


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