Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fan número uno por rina_jaganshi

[Reviews - 267]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—¿Mamá, qué haces aquí? —al ver el ceño fruncido de su progenitora rectificó—: es decir, bienvenida a casa —comentó avergonzado al notar que ahora los ojos violetas miraban a su inesperado invitado—. Oh, sí, él es, bueno, obviamente sabes quién es pero… ¡Esto no es lo que parece! ¡Deja que te explique! —exclamó cuando una sonrisa se posó en los delgados labios de la mujer. El cantante, al darse cuenta que los balbuceos del rubio los llevaba a la nada dio un paso al frente.  


—Buenas noches, soy Sasuke Uchiha y lamento la hora de mi visita —respetuosamente hizo una inclinación con su cabeza, enseguida, extendió su mano izquierda, la cual, la pelirroja tomó maravillada. El ojiazul entró en pánico. Conocía demasiado bien a su madre como para saber lo que seguía, así que, aprovechando que el azabache no podía verlo, comenzó a hacerle señas para que, por lo que más quisiera, no lo avergonzara con una escena frente al artista. Durante un instante el semblante de la mujer se deformó en una mueca ofendida, luego, sonrió.


—Mucho gusto —contestó por fin—, no es necesario que te disculpes, es un gusto tenerte en nuestro hogar —con decepción soltó la mano del joven pero, sin dejar de sonreír, levantó la bolsa que sostenía en la extremidad libre—. Es verdad, permíteme ofrecerte un pedazo de este delicioso postre —no pudo evitarlo, guiñó un ojo con coquetería, provocando que su hijo se golpeara la frente frustrado.  


—A él no le gusta la comida dulce —se revolvió nervioso cuando los otros dos le miraron, el cantante con presunción y su progenitora con picardía.


—Oh, en ese caso, al menos puedes tomar una taza de té o café. ¿Naru ya le ofreciste algo? —el chico negó con la cabeza— ¿y qué estás esperando? ¡Ve! —saltó en su lugar antes de salir corriendo a la cocina. El moreno iba a hablar para hacerle saber que no era necesario pero pudo distinguir la mirada de la mujer, aquella que los empresarios siempre tenían cuando discutían las cláusulas del contrato—. Siéntate por favor —con un suspiro la siguió a la sala, donde, tal como le indicó, ocupó un lugar en el sillón doble mientras la dueña de la casa se sentó en el individual frente a él.


Por unos segundos permanecieron en silencio, observando al contrario. Kushina se estremeció entusiasmada. Estaba viendo al famoso Sasuke Uchiha, al cantante favorito de su hijo. Ahora veía claramente. No necesitaba exigirle una explicación a Naruto, sin embargo, era su obligación, como madre, estar enterada de todo. Y que mejor oportunidad que esta. Se aclaró la garganta.


—Disculpa mi atrevimiento pero necesito saber cuáles son tus intenciones con Naruto —el artista no pudo evitar hacer un gesto de sorpresa, no imaginó que fuera directo al punto—. No me malinterpretes, es sólo que me preocupa que para ti sea un juego, sobre todo al ver la influencia que tienes sobre él —al ver la expresión dubitativa del azabache la mujer comenzó a explicar—: durante las últimas semanas lo he visto cambiar de un estado de animo a otro. Unos días desborda alegría y, en un segundo, pareciera que su mundo se destruye ante sus ojos —el Uchiha apretó los puños.


—Yo no estaba enterado de eso y le prometo que no voy a permitir que suceda de nuevo —la decisión en sus orbes negros provocó que la pelirroja retuviera el aliento—. Mientras viva, Naruto no volverá a pasar tristeza alguna —esta vez suspiró asombrada, ese chico era todo lo que quería para su pequeño. Le dedicó una sonrisa.


—Me alegro de escucharlo —hizo una pausa en la que su rostro fue adornado por una expresión más sombría— Por otro lado, estoy al tanto de la diferencia de edad que existe entre ustedes, por lo que, confío que serás todo un caballero y jamás obligarás a mi lindo niño a hacer algo que, según tengo entendido, es severamente penado por la ley —el azabache tembló, no obstante, afirmó fervientemente con la cabeza. La mujer volvió a su habitual felicidad, justo a tiempo en que su hijo salía de la cocina, tambaleándose con una bandeja.


De inmediato el de piel blanca se puso en pie para ayudarle pues sabía que era peligroso dejar al rubio caminar con agua hirviendo. Con cuidado retiró el objeto para colocarlo sobre la mesita. Luego volvió a sentarse, el ojiazul iba a ocupar el lugar a su lado pero su madre le miró con gracia.


—¿No crees que faltan platos y cubiertos? —el chico infló las mejillas, no obstante, se limitó a volver en sus pasos. La pelirroja empezó a preparar el té.


—No pretendo ser descortés pero lo mejor será que me retire, ya es muy tarde —hizo ademán de levantarse, la mujer negó con la cabeza.


—Oh no, por favor no puedes irte a esta hora —le miró consternada— por lo mismo que es muy tarde deberías quedarte aquí, eres bienvenido a…


—¿Qué? —la exclamación llamó la atención de ambos. El ojiazul se sentó depositando la vajilla, luego, los miró— ¿Sasuke va a dormir aquí? —preguntó ladeando la cabeza.


—¡Sí, no es fantástico! —el cantante bufó con fastidio, él todavía no había aceptado, iba a replicar pero se quedó mudo al ver la tenue sonrisa que se formó en los labios del chico de aspecto zorruno. Tal vez era una oportunidad para pasar tiempo juntos. Con la decisión tomada, agarró la taza que la mujer le ofrecía, enseguida, sus orbes negros se posaron sobre el rubio que, ensimismado, sacaba del molde un biscocho. Con extremo cuidado lo partió para servirlo en dos platos, le extendió uno a su madre, quedándose con el otro. En cuanto lo comió, sonrió abiertamente.


—Sasuke, tienes que probarlo, no es tan dulce, estoy seguro que lo puedes soportar —sin pensar mucho en sus actos, le acercó a los labios su propia cuchara con una pequeña porción del panqué. Su madre tuvo que ahogar un gritito de dicha, lo que menos quería era arruinar el momento como si de una fanática se tratara. Así que, tapó, con ambas manos, su boca. Esperando ansiosa que se completara la escena. Lentamente el artista permitió que el ojiazul le alimentara.


Kushina se puso en pie haciendo lo posible por no perturbar el intercambio de miradas y sonrisas que empezó entre los chicos. Rápidamente pero en silencio se dirigió a la cocina. Jamás creyó que su hijo pudiera actuar de esa manera. Era tan…tan… ¡Condenadamente lindo! Por fin se dio gusto. Saltó de un lado a otro, todavía reprimiendo sus chillidos. Estaba fascinada con la situación. Sabía que podía confiar en el cantante, era un chico responsable, serio, sumamente atractivo, inteligente, talentoso, era perfecto. Se abanicó con sus manos en un intento por tranquilizarse. Debía hacer lo posible porque el rubio se sintiera en confianza.


Con eso en mente, regresó a la sala, sin embargo, tuvo que detenerse pues ahora el artista soplaba hacia la lengua de su hijo, todo indicaba que se había quemado con el té. Respiró hondo varias veces, esos dos le iban a provocar un ataque cardiaco. ¿Cómo podían ser tan adorables? Esta vez su escándalo fue notado por los dos jóvenes, que la miraron extrañados, ella hizo lo posible por sonreír inocentemente.   


—Entonces, supongo que es momento de irnos a dormir —aplaudió para entrelazar sus manos— vamos, vamos, suban, yo me encargaré de limpiar —los chicos, resignados, se pusieron en pie. El rubio le indicó al cantante que le siguiera. Pronto lo guio escaleras arriba.


Una parte de él se encontraba emocionado de tener al de ojos negros a su lado. Es decir, después de pensar que no podía hablar con él durante tres largos días, ahora, podría darse el lujo de platicar toda la noche. No obstante, también estaba nervioso de tener que compartir su habitación, aquel lugar tan íntimo donde las personas suelen refugiarse del mundo exterior, donde la mayoría se siente protegido, acompañado de la familiaridad de estar entre las cosas que más le gustan y… ¡Y un póster del presumido cantante en su techo! ¿Cómo es que había sido tan descuidado?


El de aspecto zorruno se congeló justo antes de girar la perilla. Su respiración se volvió agitada, asimismo, sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. ¡Maldición, maldición! No podía dejar que el artista viera eso. ¿Qué iba a pensar de él? Seguramente creería que todo el “desprecio” que le mostró al principio era una farsa y que, en la cruda realidad, era un fanático más. O peor aún. Llegaría a la conclusión de que sus tácticas de conquista eran tan efectivas que le había hecho caer rendido a sus pies. Se estremeció al sentir sobre su oído el cálido aliento del dueño de sus desdichas.


—¿Dobe? —brincó ridículamente en su lugar, enseguida, giró en sus tobillos para enfrentarse a las perlas negras.  


—Espera aquí, tengo que acomodar algo —comentó intranquilo. Su interlocutor sonrió con altanería.


—No será esconder algo —dijo soberbio, aún con la sonrisa de medio lado.


—¡No lo tengo porque yo quiera! —exclamó rojo de vergüenza e ira, su actitud no hizo más que despertar la curiosidad del cantante, quien, lo más gentilmente que pudo, apartó al chico para adentrarse en el cuarto. Velozmente recorrió cada rincón con su mirada, nada le parecía sospechoso. No entendía entonces el drama. Frunció el ceño sabiendo que tenía que haber algo. Dio un paso más, observando con suma atención a su alrededor.


—Hn, no veo el… —su enunciado murió en sus labios. Su vista se posó en el techo. “Oh, ahí estaba”. Un póster de tamaño completo de su persona. Tenía que aceptar que se veía bastante bien en esa foto, sosteniendo la guitarra—. Sabías que es de edición limitada —el rubio le propinó un ligero golpe en la cabeza.


—¡Sólo ignóralo quieres! —con pesadez se sentó sobre la cama. El Uchiha caminó hasta ubicarse a su lado. Por unos momentos reinó el silencio, el cual, el Uzumaki rompió con una pregunta que estaba rondando su cabeza—. ¿En serio estabas preocupado por mí? —sus hermosos ojos azules destellaban con esperanza y miedo.


El artista se aproximó. Con parsimonia tomó en sus manos el rostro del rubio. Sin duda alguna era más sencillo dialogar con él por teléfono, ya sea por mensajes o llamadas. Tenerlo frente a él lo alteraba, claro que lo ocultaba muy bien pero… en instantes así, perdía ante el deseo que le quemaba por dentro. Ninguno hizo el intento de apartarse, por el contrario, ansiaban que el contacto se consumara.


—Me estaba volviendo loco —le habló en un susurro— nunca vuelvas a hacer eso usuratonkachi —antes de que pudiera replicar. El azabache se apoderó de sus tersos labios, tan sencillamente como eso. La satisfacción inundó a los dos chicos y, por más que se esforzaban, ninguno podía ocultar la desesperación por sentir más. Por lo que, pronto sus lenguas se encontraron para comenzar a danzar entre ellas.


Naruto sabía que la situación se estaba saliendo de control, él no esperaba algo así pero no podía detenerse, en realidad, no sabía si lo quería o no. Todas las dudas que tenía, los pesares que le atormentaban, nada importaba más, nada que no fuera la manera en que el de ojos negros, que se supone era su amigo, le devoraba la boca. Se separaron un momento para tomar aire e inmediatamente volvieron a besarse. Se sentía infinitamente bien. Ni siquiera notó que se había recostado sobre el colchón, mucho menos que el otro estaba arriba de su persona, o que una de las pálidas manos había comenzado a pasearse por su costado derecho.


Una vez más, se apartaron. Esta vez, el artista dirigió su atención al cuello del menor. Poco a poco perdía la capacidad de razonar lógicamente. El placer que le inundaba era demasiado como para ignorarlo o detenerse. Quería más. Y los melodiosos gemidos que emanaban de la boca contraria le incitaban a continuar. Sin embargo, los ligeros golpecitos en la puerta hicieron que se apartaran bruscamente, tanto así que el Uchiha terminó con el rostro sobre el suelo mientras el rubio colgaba del lecho, con la cabeza a punto de chocar contra la alfombra.


—¿Naru? ¿Puedo pasar? —el nombrado se puso en pie como pudo, acomodándose la ropa y regulando su respiración. Esperó a que el cantante hiciera lo mismo.


—Sí, pasa mamá —la mujer entró con una sonrisa.


—Les traje un futón —alegremente extendió la cama provisional, enseguida, les dirigió una mirada extrañada a los jóvenes— ¿todo bien? —su hijo rio nervioso.


—Por supuesto —su madre volvió a sonreír.


—Que tengan dulces sueños —se despidió con un gesto de su mano antes de salir de cuarto. La presencia de la pelirroja, logró regresar al artista a la realidad, por ende, al hecho de que prometió que no tocaría de manera indebida al chico rubio que era menor de edad. Bufó con fastidio, recriminándose su estupidez. El de aspecto zorruno no podía esconder el tenue rubor que cubría sus mejillas.


—Ehm —se aclaró la garganta, tratando de concentrarse. Sabía que no era prudente besarse de esa manera con su madre a metros de distancia. En su defensa, jamás creyó que el azabache tuviera ese efecto en su persona. Lo mejor, por el momento, era ignorar y superar el momento incómodo—. Voy a cambiarme de ropa. ¿Quieres que te preste algo? —el cantante le miró por unos segundos.


—En realidad… —sonrió de medio lado— duermo desnudo —la cara de terror casi le provoca el derrumbe de su indiferencia, tanto así que estuvo a punto de carcajearse, sin embargo, usó todo su autocontrol para mantenerse ecuánime y, al notar que su víctima no reaccionaba, agregó—: es una broma dobe —el menor frunció el ceño, le sacó la lengua y se metió por una puerta que se ubicaba al lado del armario.      


Con cansancio se acomodó en lo que sería su lugar para dormir. ¿Hace cuánto que no usaba un futón? No, la pregunta era si alguna vez había usado un futón. Se despojó de su chamarra, doblándola a su lado. Luego llevó los brazos detrás de su nuca. No pudo evitar sonreír con prepotencia al toparse con su propia imagen en el techo de la habitación. No mentía cuando dijo que era una edición limitada, sin embargo, preferiría cambiarlo por una foto normal de su persona, no posando para sus admiradores. El problema ahora sería enfrentarse a la ira del rubio. Seguramente no le molestaría deshacerse del póster pero ¿aceptaría remplazarlo?


Sus reflexiones fueron interrumpidas. El de aspecto zorruno regresó vistiendo un conjunto para dormir de pantalón y camisa azul, tan claro como el color de sus ojos. Le observó atentamente mientras se encaminó al apagador. Sin luz, fue un tanto difícil seguirle el rastro, no obstante, no duró mucho puesto que, desde la cama, el rubio encendió una pequeña lámpara que le permitió ver de nuevo el peculiar rostro, ahora sonriente. Sin poder evitarlo se quedaron así, mirando los ojos contrarios, sin decir palabra alguna. Para ambos las circunstancias en que su relación avanzaba eran en demasía extrañas.


No podían decir que no estaban emocionados y aterrados al mismo tiempo. Era bastante complicado de entender el por qué se sentían de esa manera en presencia del otro. Aun así, ninguno pudo evitar sonreír. Lo que sea que estuviera pasando, estaba bien. No tenían de qué preocuparse. Al menos, por esta noche el cantante podía olvidarse de su carrera y de sus obligaciones, así como, responsabilidades. Mientras que Naruto, paraba de atormentarse por engañar a su mejor amiga, al igual que, olvidaba su temor de saberse enamorado de aquel ser que creyó odiar.


—¿Estás bien ahí? —interrogó el rubio con una sonrisa— ¿no necesitas una enorme y costosa cama para dormir verdad? —cuestionó ahora burlesco.


—Hn, es una invitación para que duerma contigo —alzó una ceja ufano, asimismo, sonrió de medio lado, logrando que el otro se ruborizara.


—Buenas noches Sasuke baka —apagó la lámpara.


—Buenas noches dobe —luego de escucharle reír divertido, cerró los ojos para disponerse a conciliar el sueño. Tratando de reprimir el impulso de asaltar el lecho ajeno.         

Notas finales:

Rina: Sé que dijimos que no íbamos a tardarnos tanto en actualizar pero parece ser que la suerte no está de nuestro lado —suspira— el disco duro de nuestra laptop se descompuso y se borró toda nuestra información, toneladas de yaoi, doujinshis y, lo más importante, nuestros fanfics —llora desconsolada.


Rini: Todo lo que teníamos escrito, los capítulos avanzados de los fic que tenemos publicados y los nuevos que, en el futuro, queríamos compartir con ustedes —se cruza de brazos.


Rina: En estos momentos estamos más que resignadas puesto que ya pasó una semana desde que llevamos el disco duro a ver si podían recuperar la información, por lo mismo que estábamos a la espera no queríamos actualizar nada pero… —llora más— creo que ya no hay esperanzas.


Rini: Entonces, les pedimos por favor su apoyo y que nos tengan un poco de paciencia pues debemos tratar de recordar —frunce el ceño— espero que después de leer esto todos/as hagan un respaldo de su información —golpea a su hermana en la cabeza.


Rina: Lo siento —más lágrimas— también, si alguien por ahí tiene guardado el de “La vida empieza en la universidad” sería genial y le estaríamos eternamente agradecidas si se tomara la molestia de enviárnoslo —su hermana la vuelve a golpear.


Rini: Mejor que estar agradecidas, les escribiremos un fic, de lo que quieran, la pareja que quieran, el fandom que quieran, las advertencias que quieran pero de verdad nos urge recuperar los capítulos de ese fic —suspira.


Rina: Bueno, ojalá nos ayuden en estos difíciles momentos —vuelve a llorar desconsolada.


Rini: Gracias por leer esto. (Les debemos tonterías, bromas y peleas en las notas finales). 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).