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Fan número uno por rina_jaganshi

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—No puedes venir, es decir, ninguno puede venir conmigo —aclaró por enésima vez, recargándose sobre la puerta de la entrada, en un inútil intento porque los tres atractivos sujetos no salieran. Aunque, cualquiera podía simplemente empujarlo pero ninguno lo haría.


Cruzó los brazos sobre su pecho, tratando de que su rostro se deformara en una mueca de seriedad, lo cual era bastante difícil puesto que la actitud desconforme de sus invitados le parecía extraña pero graciosa. Sacudió su cabeza para poder concentrarse en lo importante, tenía que ir a reunirse con su mejor amiga si no quería que la chica fuera en su búsqueda y, dadas las circunstancias de que el obstinado cantante había decidido pasar el fin de semana en su casa, su prioridad era mantener a Sakura alejada. Regresó a la realidad cuando una mano enguantada se posó sobre su hombro.


—Es mi trabajo cuidar de ti —declaró el de ojos blancos. De inmediato, el azabache se puso delante de su persona para evitar cualquier, indeseado, contacto.   


—Te dije que estás despedido —masculló comenzando una guerra de miradas contra el guardaespaldas. Esto lo aprovechó el de la coleta, que rodeó a su hermano para captar la atención del menor.


—Yo puedo llevarte hasta el lugar al que vas y esperar a que salgas —ahora el odio fue dirigido hacia éste.


—Yo también puedo llevarlo —hablaron al unísono los otros dos. El rubio suspiró con cansancio. ¿Cómo explicarles que no iba a arriesgarse a que los descubrieran? Bueno, al guardaespaldas nadie lo conocía pero a los Uchiha sería muy difícil no reconocerlos. Necesitaba que se quedaran escondidos para no tener problemas o mujeres persiguiéndolo por la calle, para ser más exactos. Paseó sus orbes azules por cada uno, quienes continuaban discutiendo y lanzándose miradas mordaces. Iba a interrumpirlos, sin embargo, se quedó mudo al escuchar una parte en específico.


Su cuerpo entero se estremeció. Sasuke traía su motocicleta. Una hermosa y única Kawasaki Ninja H2. Inyección electrónica, turbo, cuatro cilindros, encendido digital, seis velocidades. La mejor en todo el mercado. Además de la literatura, Naruto amaba las motocicletas, no obstante, cuando eres un mortal común es imposible que aspires a comprar tal máquina. Haciendo memoria, había leído en varias revistas que el azabache poseía una pero siempre creyó que para él, era un simple artículo que mantenía guardado junto a su colección de autos. Jamás imaginó que en verdad la usara. Aguantó la respiración por unos segundos, asimismo, avanzó hasta hacerse notar, instintivamente jaló la playera del artista, quien puso fin a la disputa para mirarlo.


—¿Traes tu moto? —el cantante sonrío prepotentemente, gesto suficiente para que al rubio se le iluminara el rostro, por el contrario, los otros dos bufaron con fastidio— ¿Puedo verla? —inquirió anhelando una respuesta afirmativa, la cual no tardó mucho en llegar.


—Como dije, puedo llevarte en ella —el rubio juraba que fuegos artificiales explotaron en su cabeza. ¡Se subiría a la mejor moto del mundo! Rebosando en júbilo se lanzó a abrazar al causante de tal estado de ánimo, quien lo recibió gustoso.


—¡Sería fantástico! ¡Siempre he querido conducir una! ¿Me enseñas? —pidió con esperanza.


—Por supuesto —la mueca soberbia se borró al recibir un golpe en la nuca de parte de su hermano mayor.


—Esa clase de vehículos son los responsables de miles de muertes al año. Lo más seguro es que Naruto viaje en un coche —el de cabello castaño apoyó la moción con un gesto de cabeza.  


—¡Seré muy cuidadoso! —exclamó juntando sus manos en forma de súplica— por favor, por favor Itachi-san —ni siquiera se detuvo a pensar en que el verdadero permiso debía venir de su progenitora, no de un sujeto que apenas conocía pero estaba demasiado entusiasmado como para reparar en ese pequeño detalle y, al parecer, los demás también. El neurocirujano estaba por negar, cuando el sonido de su celular le interrumpió. Con una mueca de cansancio se alejó unos pasos para contestar.


El de ojos azules se removió inquieto en su lugar. Estaba a nada de pasear en la motocicleta de sus sueños. Definitivamente tal situación merecería un baile de la victoria. Una vez más, perdido en sus cavilaciones inundadas en felicidad, tomó las manos del artista para obligarlo a danzar bajo un ritmo inexistente. El azabache, desorientado se dejó guiar, incluso, saltó un par de veces imitando al rubio. Neji se mantuvo estático a un lado, sin entender el comportamiento. En ese instante la dueña de la casa apareció por las escaleras, rápidamente dejó la caja que traía en manos para unirse a la celebración.


—¿A qué se debe el festejo? —interrogó dando un giro en su propio eje.


—Sasuke me va a llevar en su Kawasaki ninja H2 —la mujer sonrió.


—¿Y no es muy peligroso? —esta vez sus ojos violetas se fijaron en el artista, el cual se liberó del agarre para detenerse.


—Manejaré con cuidado y a baja velocidad —Kushina, complacida con la respuesta, levantó sus pulgares concediendo la autorización.


—Excelente —Fue el turno de la pelirroja de parar de brincar, enseguida, recogió la caja que, momentos atrás, depositó sobre el suelo—. Encontré algo que puede servirles —sin borrar la sonrisa de su rostro, el adolescente se acercó a revisar. Hurgó entre el sinfín de disfraces que usaban en noche de brujas hasta que tomó una peluca azul de risos y un bigote falso. Divertido se los colocó al artista, sin poder evitarlo comenzó a mofarse ante la imagen.


—¡Nadie te reconocerá! —a él se unió la melodiosa carcajada de su progenitora y una ligera risa burlesca del castaño. El cantante arrugó el entrecejo retirándose los accesorios pero guardándolos en la bolsa delantera de su sudadera.


—Vámonos de una vez —demandó rodando los ojos con fastidio. Su hermano mayor volvió a reunirse con ellos.


—Tengo que regresar al hospital —anunció— Sasuke espero que para el lunes regreses a cumplir con tus obligaciones —le dedicó una mirada seria antes de posar sus ojos negros sobre el guardaespaldas— Neji, recuerda que eres una sombra —el susodicho se cruzó de brazos molesto. Itachi dio dos pasos al frente para tomar la mano de la pelirroja, la cual besó— Muchas gracias por recibirme —la mujer, una vez más, suspiró maravillada.


—Es un placer, por favor ven a visitarnos pronto —el neurocirujano sonrió cortésmente, enseguida, centró su atención en el rubio, revolviéndole el cabello.


—Ten cuidado, no quiero tener que atenderte de nuevo.  


—Prometo que no me lastimaré —sus orbes azules destellaron con seguridad— Muchas gracias por el libro —estaba dispuesto a rodear con sus brazos el cuerpo ajeno pero el artista se lo impidió, jalándolo hacia atrás. Le miró inflando las mejillas. El mayor de los Uchiha no dijo nada más, con un gesto de mano se despidió, saliendo por la puerta. Los demás lo observaron hasta que su lujoso auto se perdió en la distancia.


—Es momento de que todos nos vayamos —Kushina empujó a los chicos fuera de la casa— Neji y yo iremos a comprar las cosas para la comida —informó aferrándose al brazo del castaño que parpadeó confundido. Su trabajo era permanecer al lado del rubio, no ir al supermercado. Iba a replicar pero su protegido se adelantó.


—De acuerdo, Sasuke y yo iremos a la reunión, después regresaremos para comer todos juntos —Los familiares sonrieron, se desearon buena suerte y tomaron caminos opuestos—. ¿Dónde dejaste tu moto? —preguntó ansioso. El cantante se colocó los lentes oscuros, la ridícula peluca, finalmente la capucha de su sudadera antes de tomarle de la mano para guiarlo a un pequeño estacionamiento público que había a unas cuadras de su casa.


Caminaron en silencio hasta su destino. El Uzumaki ni siquiera se sorprendió del negro que cubría la mayor parte del armazón, mucho menos de los delicados detalles en color rojo. Completamente extasiado caminó alrededor de la motocicleta para apreciar el poderoso motor. Con cuidado paseó sus dedos por el bello chasis, sintiendo una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal. El azabache le observó mientras examinaba cada parte. Sin embargo, por mucho que le gustara ver los ojos azules desbordar alegría, tenían que apresurarse para acabar de una vez por todas la molesta visita a la presidenta de su club de fans, después podrían pasar el día recorriendo la ciudad.


Con eso en mente le ofreció el casco, por desgracia era el único que traía, así que era preferible que lo usara el rubio. Una vez que el susodicho se lo colocó, Sasuke tomó su lugar para, en segundos, sentir al chico de aspecto zorruno subirse a la parte de atrás, quien posó las manos sobre sus hombros. El cantante sentía el corazón latir tan rápido que le dolía el pecho con ese sencillo contacto. Recobró la compostura y encendió el vehículo de dos ruedas para emprender su camino.


Naruto levantó la visera para que nada estorbara a su voz, de modo que las indicaciones eran dadas en el oído del Uchiha, logrando que el cálido aliento le hiciera estremecer. Tuvo que usar todo su autocontrol para no frenar y besar ahí mismo los tersos labios. Cada minuto que pasaba al lado del revoltoso rubio le fascinaba, sus expresiones, su conducta, su voz, su risa, sus preciosos ojos, todo en él le tenía encantado. La mayoría de las veces sentía la necesidad de escribir canciones, tocar algún instrumento o simplemente sostener su guitarra, sin embargo, esa urgencia no se había hecho presente en el transcurso del día. 


Por el contrario, sentía una impropia calma, incluso con la presencia de su estúpido hermano mayor. Sonrío de medio lado al escuchar el eufórico grito que emanó de la garganta ajena cuando dieron una vuelta cerrada. Si el tráfico estuviera menos denso, se atrevería a aumentar un poco la velocidad pero la imagen de Kushina le hizo descartar rápidamente la idea. Mantuvo firme el manubrio rebasando unos cuantos autos de manera segura, dándose el gusto de escuchar las exclamaciones de su pasajero, además, de disfrutar del momento en que se abrazó a su cintura.


Lastimosamente habían alcanzado su destino. En realidad estaban a una cuadra pero el rubio insistía en que no se acercara demasiado, después de todo, la chica de cabello rosa conocía perfectamente cada parte de su persona e incluso con la peluca, los lentes o la capucha, no le costaría nada reconocerlo. Bufó con fastidio pero no hizo ademán de bajarse de la moto, por el contrario, el de ojos azules ya estaba sobre la acera. Tomó el casco de sus manos para dejarlo colgando del acelerador. En un veloz movimiento, atrapó la muñeca del chico para atraerlo hacia sí y robarle un beso. 


—No tardes —susurró contra los labios ajenos. El dueño de los mismos, le golpeó ligeramente el hombro antes de salir corriendo. Aun así, el cantante pudo distinguir el tenue rojizo en sus bronceadas mejillas.


Le divertía bastante hacerlo rabiar. Extraño pasatiempo o manía que había desarrollado en un intento por mantener la atención de Naruto. Al acomodarse en el asiento, no pudo evitar mirar su reflejo en el espejo retrovisor izquierdo. Se veía ridículo con algunos de los artificiales mechones azules enmarcando su rostro. No obstante, la motocicleta ya llamaba demasiado la atención de los peatones puesto que el modelo era bastante caro. Así que el “disfraz” se quedaría hasta que regresaran a la casa del rubio. No iba a permitir que las fanáticas arruinaran sus vacaciones.


Una mueca burlesca se formó en su rostro. Hace años que no tomaba un descanso y, aunque un fin de semana como tal no era digno de ser llamado periodo vacacional, por el momento era a lo único que podía aspirar. Maldijo mentalmente la negativa del rubio ante la idea de viajar con él a Londres, así como a su nula capacidad para hacerlo cambiar de opinión. Por una parte comprendía su postura, definitivamente sería una distracción, una dulce, rubia y torpe distracción. Por otro lado, el simple hecho de alejarse le causaba malestar.


Resopló frustrado. Sobre todo con los idiotas de Neji e Itachi rondando al de ojos azules, cual animal salvaje asechando a su presa. Pésima metáfora para transmitir el mensaje. Ahora se encontraba molesto, anticipando la ansiedad de su partida. Debía encontrar la forma de llevárselo con él. Genial, ahora sonaba como un maldito acosador incapaz de aceptar un no como respuesta. Esto de los sentimientos era bastante difícil de controlar. Algo que definitivamente no le gustaba. Todo tenía que estar en perfecta armonía igual que en su música.


Con el pensamiento logró retornar a su inexpresivo ser. No obstante, un grupo de chicos llamó su atención. Los jóvenes se detuvieron frente al edificio en el que se encontraba Naruto. Frunció el ceño. Sacó el celular del bolsillo de su pantalón de mezclilla, enseguida, lo alzó para poder comparar la foto con uno de los tipos. Ese era el supuesto amigo que se atrevió a tocar lo que no era suyo. Excelente momento para hacer acto de presencia. Torció la boca, por más que quisiera no podía ir a darle una paliza, es decir, si era compañero del rubio, debía tener su misma edad, así que sería inmaduro golpear a alguien menor.


Aunque, el sujeto tenía a sus amiguitos que podrían intervenir y así sería él mismo el que estaría en desventaja, ocho contra uno es definitivamente poner la balanza en su contra. Nada que no pudiera manejar pero tenía que engañar a su moral para permitirse el gusto de estrellar su puño en el pálido rostro y borrarle la insulsa sonrisa. Estaba sopesando la idea cuando la conocida figura apareció por la entrada. De inmediato dos de los muchachos se acercaron hacia el de ojos azules, el idiota de la fotografía incluido. Apretó la mandíbula cuando uno le pasó un brazo por los hombros, más al notar que comenzaba a obligarlo a caminar con ellos al lado contrario de dónde él se encontraba.


Guardó el celular, se retiró los lentes oscuros y la peluca para meterlos en la bolsa de su sudadera. Tomó el casco para ponérselo. Sin miramientos encendió la motocicleta. El motor rugió aparatosamente llamando la atención de los jóvenes que se quedaron paralizados al ver la majestuosa pieza de ingeniería. El cantante aprovechó ese lapso de perplejidad, con una mano liberó al rubio atrayéndolo hacia sí. Fácilmente lo cargó acomodándolo enfrente de él. Le rodeó por la cintura antes de acelerar y dejar atrás los gritos de los otros.


Satisfecho, recargó el mentón en el hombro izquierdo de su acompañante, quien, al parecer, estaba demasiado distraído con la emoción de ir adelante como para recriminarle su conducta. Una sonrisa altanera se formó en su rostro cubierto por la protección al ver que Naruto no tardó en colocar sus manos en el manubrio. En un principio manejaron sin rumbo alguno, sólo dando vueltas por ahí o por allá. Pronto esto cambió pues el azabache comenzó a ir en cierta dirección.


—¿A dónde vamos? —inquirió.


—Al centro comercial —parpadeó confundido. Giró la cabeza una vez que se toparon con un semáforo.


—¿Estás loco? —la visera reflejó su rostro con un infantil mohín— ese lugar está repleto de admiradoras, cualquiera te podría reconocer. Además, ¿para qué quieres ir al centro comercial?


—Compraremos tu nuevo celular —el rubio frunció el ceño.


—No quiero que me compres uno, trabajaré este verano y juntaré dinero para pagarlo —sentenció, recibiendo un bufido como respuesta.


—¿Y cómo pretendes que nos comuniquemos mientras tanto? —Hubo una pausa entre ellos, hasta que el artista agregó—: no sé cuándo voy a volver. Las fechas se recorrerán para poder cubrir las entrevistas, conciertos y presentaciones que no hice en estos días. Podría pasar una semana, dos, un mes entero… —fue el turno del de ojos azules para buscar el contacto, recostando la nuca sobre el hombro del otro, en esa posición tenía una excelente vista del cielo.


La motocicleta volvió a ponerse en movimiento, al igual que todo a su alrededor. El tiempo seguiría su curso sin importarle que ninguno de los dos quisiera separarse de aquella persona que, rápidamente, se estaba convirtiendo en algo tan indispensable en su vida. En silencio siguieron su rumbo. No tenía caso discutir por algo tan trivial como un aparato electrónico. Lo quisiera o no, el rubio se había estado cuestionando lo mismo. ¿Cómo iba a hablar con Sasuke una vez que volviera a Londres? Suspiró resignado. Tendría que encontrar la manera de equilibrar las cosas. Algo debía tener que pudiera ofrecerle al artista. Con su pensamiento no pudo evitar sonrojarse, así que, por el resto del camino, se dedicó a mirar hacia el lado contrario.   


Tras varios minutos, por fin se adentraron en el enorme estacionamiento subterráneo. Pasaron uno a uno los niveles hasta que alcanzaron el más bajo. Una vez ahí, ocuparon el espacio más alejado. El azabache fue el primero en bajar del vehículo, se retiró el casco, con desagrado se colocó la peluca, los lentes negros y, nuevamente, la capucha. El Uzumaki rio divertido, asimismo, hurgó en la bolsa contraria para sacar el otro accesorio.


—Ponte tu bigote —de la misma manera que en su casa, lo colocó sobre el inexpresivo rostro e igualmente comenzó a carcajearse.


Su risa fue acallada por el artista, quien se apoderó de sus labios para complacer el deseo que le consumía. Naruto no opuso resistencia, por el contrario, permitió que introdujera su lengua para que explorara su cavidad bucal. Cada vez se sentía más cómodo con tan íntima unión, que acrecentaba no sólo sus sentimientos hacia el cantante, sino la angustia que le invadiría una vez que no pudiera llevarla a cabo. Su extraña relación era un arma de doble filo.     

Notas finales:

Rina: ¡Wa, yo también me quiero subir! —exclama maravillada— Pero con Naru —el azabache bufa molesto.


Sasuke: Ni siquiera te la voy a prestar, así que no —se cruza de brazos.


Rina: ¿Por qué? —triste.


Rini: No seas tarado, préstale tu moto y a mí a tu hermano —todos la observan— ¿Qué? Debía intentarlo —se encoge de hombros.


Naruto: ¿Cuándo me va a tocar a mí ser el de dinero? —puchero.


Rina: Es verdad, estoy segura que tú si me prestarías tu moto —el de ojos azules le sonríe.


Naruto: Claro que sí, podríamos ir a muchos lugares —la chica pretende correr para abrazarse al rubio pero no puede llegar muy lejos pues el Uchiha le mete el pie, tirándola en el proceso.


Sasuke: No hagas planes con ella o no te vuelves a subir —el Uzumaki le da un zape.


Naruto: Egoísta idiota —masculla.                    


Rina: Auch —la chica se levanta sacudiéndose el polvo— ya está otro capítulo, una vez más, nos disculpamos por tardarnos tanto —reverencia— espero de corazón les haya gustado…la moto, está hermosa —corazones en los ojos.


Rini: Imaginen a Itachi en moto, eso sí es hermoso —las dos se quedan perdidas en sus fantasías.


Naruto: Supongo es todo por hoy, nos vemos —se despide de las/os lectoras/es antes de subirse a la parte de atrás de la motocicleta. Sasuke la enciende para salir del lugar.


Rina & Rini: ¡Hey, nosotras queremos ir! —chillan.  


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