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Fan número uno por rina_jaganshi

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—Repíteme el plan.


—Saldremos para que conozcas la ciudad.  


—No me gusta ese plan.  


—¿Por qué no?


—Mejor sigamos el mío.


—¿Aquel donde me arrastro y pido perdón a Kakashi? Eso no va a suceder dobe —ambos se mantuvieron la mirada. El rubio fue el primero en romper el contacto visual, con decisión caminó hacia la puerta de la habitación.  


—Entonces no voy a salir, es más, creo que debería regresar a mi casa —antes de que pudiera tocar la manija, una pálida mano apresó su muñeca. Como siempre, la fuerza del otro le sorprendió, ya que bastó un simple jalón para hacer que su cuerpo se moviera en la dirección mandada. El brazo libre le capturó por la cintura, levantó ligeramente el rostro para observar, enojado, los orbes negros.


—Pasarás este día conmigo —susurró contra sus labios— cada hora, cada minuto y cada segundo —frunció el ceño recordando la manía que el cantante tenía por dar órdenes. Sus reclamos murieron en su boca al ser invadida por la lengua contraria. Por unos instantes cerró los ojos, permitiéndose disfrutar del placentero roce. Luego, encontró la voluntad para separarse.


—Y mañana regresarás a cumplir con tus obligaciones —demandó, haciendo lo posible por ignorar el cálido aliento que chocaba contra su rostro. El artista asintió con la cabeza—. ¿Lo prometes? —rodó los ojos con fastidio.


—Lo prometo —por fin una bella sonrisa fue lo que recibió por parte del Uzumaki e inevitablemente, volvió a unir sus labios, tan sólo por unos segundos.   


 


—Está bien, ahora quiero ver el disfraz que me conseguiste —se apartó de su novio, emocionado, tomó la bolsa para dirigirse al cuarto de baño— ¿estás seguro que nadie me va a reconocer? —inquirió una vez dentro.


—Completamente seguro —el Uzumaki no alcanzó a apreciar la siniestra sonrisa que enmarcó el inexpresivo rostro, asimismo, con una impropia alegría, se sentó sobre la cama para esperar. Uno, dos, tres, cuatro, cin…


—¡Qué demonios es esto! —no pudo reprimir una ligera carcajada, menos cuando el chico salió con el ceño fruncido, un puchero en los labios y las mejillas sonrojadas— ¡Es un vestido! —exclamó apuntando a la prenda que ahora cubría su cuerpo. Un bonito vestido con estampado a cuadros, rojos y negros. Una tira de botones adornaba desde el cuello en forma de “V”  hasta unos centímetros debajo de la pelvis. La parte baja caía hasta cubrir la mitad de sus muslos.  


—También hay unas medias y una peluca —le indicó haciendo lo posible por no estallar en carcajadas.


—¡Pedazo de idiota pervertido! ¿Por qué compraste esto? —decir que estaba enojado era poco. Con un puño en alto, se acercó a su pareja, el cual estaba lejos de sentirse intimidado.


—Dijiste que por ningún motivo te expondrías a los reporteros y que no querías que las fans supieran que eres mi novio, pensé que el mejor disfraz sería aquel que muestre lo que definitivamente no eres, en este caso, una chica —recitó de memoria, sabiendo que cubría cada posible objeción. Sonrió satisfecho al notar que el adolescente se mordía los labios con impotencia.


—¡Sólo quieres ponerme en ridículo! —se cruzó de brazos, enseguida, giró, ocasionando que la falda diera un sutil vuelo, permitiéndole al artista ver el ajustado bóxer que cubría sus partes íntimas. Por un momento sopesó la idea de salir a comprar unas pantaletas pero de inmediato la descartó, ya había tentado demasiado a la suerte. Se puso en pie para entrar y salir del cuarto de baño con lo que faltaba del disfraz. Arrojó la bolsa a la cama, quedándose sólo con un trozo de tela con el mismo estampado—. ¡Quítame las manos de encima! —el rubio forcejeó pero nada pudo hacer para evitar que el cantante atara dicho trozo alrededor de su cintura, dejando un lindo moño en la parte de enfrente. 


—Listo —comentó sonriendo de medio lado, cínicamente, dejó sus manos en la cadera del otro, que le miró furioso.


—No sabes cuánto te odio en estos momentos —musitó temblando por la ira. Por su parte, el Uchiha se limitó a darle un rápido beso en los labios.


—Termina de vestirte —ignorando la siguiente lista de insultos, se dio la vuelta para tomar otra bolsa y regresar al cuarto de baño.


Una vez que cerró la puerta, caminó hasta pegar su frente en la pared más cercana. Sin poder reprimirse más, comenzó a reír. Solamente ese torpe podía despertar en él esa atípica sensación de júbilo. Tosió un par de veces para recuperar la compostura. Por el contrario, su disfraz no era más que ropa común. Suficiente ridículo hizo él con la peluca de rizos y el bigote falso, así que, esta vez, se limitaría a usar un sencillo pantalón de mezclilla junto a una camisa negra sin mangas pero con capucha. Extraño pero práctico diseño, ya que así podía mantener oculto su cabello.


Se colocó las botas negras, finalmente guardó su cartera y su celular en los bolsillos del pantalón. El aparato electrónico lo tenía apagado con el fin de ignorar las insistentes llamadas de su mánager, sin embargo, conociendo al rubio, tenía que estar preparado para llamar a una ambulancia en cualquier momento. Resopló con fastidio. Esperando que el chico no terminara accidentándose. Bueno, se supone que, mientras permaneciera a su lado, nada le pasaría. Una nueva sonrisa se dibujó en su inexpresivo rostro. Para su desgracia, pudo ver en el espejo la boba mueca que tenía, así que, una vez más, maldijo a los sentimientos.


Giró en sus tobillos con la intención de salir del cuarto de baño. Abrió la puerta y se quedó ahí, observando con adoración al adolescente que peleaba con una de las medias. Despacio se acercó para hincarse, le arrebató la prenda y, con cuidado, comenzó a deslizarla hasta posicionarla un poco más arriba de la rodilla. Alzó la mirada para encontrarse con el semblante molesto, sin embargo, nada podía hacer para esconder el sonrojo. Sasuke se levantó lo suficiente para cazar los apetecibles labios, su mano se movió con voluntad propia, acariciando el muslo expuesto. Devoró con ansias la cavidad ajena, recorriéndola con su lengua que, de vez en vez, se rozaba con la contraria.


Sin darse cuenta, terminó por recostar al rubio sobre la cama, con su propio cuerpo encima. Se sentía tan bien tenerlo así de cerca. Un gemido se ahogó en sus bocas cuando el cantante volvió a apretar la suave piel, está vez, un poco más arriba, por debajo de la ropa interior. Se separó de los labios sólo para descender lamiendo el cuello, desabrochó los primeros dos botones para bajar un poco el vestido y poder repartir mordidas por toda la clavícula, hasta llegar al hombro. Estaba por destrozar la estorbosa prenda cuando a su mente llegó el rostro furioso de Kushina. Su raciocinio volvió en un santiamén. Rápidamente se alejó del objeto de su deseo.


—Uh… ponte la otra… —deprisa se levantó para ir hacia el clóset en busca de sus anteojos negros.


Naruto se quedó ahí, respirando agitadamente sin tener idea de lo que acaba de pasar. Su cabeza daba vueltas, cada parte que fue tocada, besada, mordida o lamida por el artista parecía arder al rojo vivo. Se revolvió incómodo, todavía sin ser capaz de salir de aquel estado. Jamás había experimentado tal cosa. Nunca había intimado de esa manera con otra persona. Despacio se irguió, sin embargo, al intentar ponerse en pie, se fue al suelo. Sus piernas temblaban. Resignado permaneció ahí, tratando de recuperar el control de su cuerpo. No pasó mucho para que el artista le prestara atención.  


—¿Estás bien? —con cuidado le ayudó a volver a la cama. En cuanto sintió los brazos rodearle, recostó la cabeza sobre el hombro ajeno.


Por varios segundos permaneció así. Confundido, sin saber qué hacer. Tal vez debió pasar más tiempo con Kiba seduciendo mujeres… bueno, en realidad, dudaba que ese tipo de experiencia le ayudara ahora. Después de todo él estaba con otro hombre. Suspiró, por fin logrando recuperarse. Se apartó de los protectores brazos y se enfrentó a los orbes negros que le escudriñaban. Su estómago gruñó, haciéndolo consciente del hambre que tenía y, por consecuencia, olvidando lo demás.


—Salgamos de aquí —ordenó el azabache. Naruto asintió, se colocó la otra media y sus tenis, ya que no estaba dispuesto a usar algún calzado femenino. Antes de que cruzaran la puerta, regresó en sus pasos para tomar la peluca negra de largas coletas. La acomodó sobre su cabeza, escondiendo su cabellera rubia. Se miró en el espejo, a pesar de todo, sonrió. Nadie lo reconocería. Entusiasmado tomó la mano de su novio para salir corriendo por el pasillo, fue hasta ese instante en que notó la diferencia de sus “disfraces”. Arrugó el entrecejo.


—Idiota —masculló, ocasionando que el cantante riera suavemente, asimismo, afianzó el agarre en sus manos, arruinando su intención de soltarle. Suprimió su ira, por ahora tenía cosas más importantes en las que pensar—. ¿A dónde vamos? —inquirió sin contener la emoción.


—No lo sé, ¿qué quieres desayunar?


—Dijiste que había un postre que tenía que probar. Baket, Baken… —se concentró unos momentos intentando dar con el nombre. El Uchiha sonrió de medio lado. Una vez que estuvieron en la privacidad del elevador, aprovechó que sus manos estaban entrelazadas para jalar al chico hasta colocarlo frente a él pero con la espalda pegada a su pecho, enseguida, descansó el mentón en el hombro ajeno.   


Baked Alaska* —le susurró al oído, satisfecho con el ligero temblor que ocasionó su cálido aliento. Despacio abrochó los dos botones que fueron víctimas de su momento de debilidad.


Era la primera vez que hacía algo así, lo peor es que desconocía si el rubio estaba consciente del deseo que despertaba en él. Le miró por el rabillo del ojo, encontrándose con la resplandeciente e ingenua sonrisa. “Por supuesto que vive en la ignorancia”. Pensó con enojo. La urgencia de estrellar la cabeza contra la pared más cercana le abordó, sin embargo, recordó que los Uchiha no tienen ese tipo de comportamiento. Rechinó los dientes molesto, de ahora en adelante, sería en extremo cuidadoso, si es que quería evitar la ira de su suegra.


Regresó a ocupar el lado izquierdo para salir del elevador y caminar en dirección de la entrada del hotel. A pocos metros de distancia de la recepción, el Uzumaki se detuvo. Sasuke inspeccionó el lugar con la mirada, localizando a Neji que intercambiaba palabras con la recepcionista. Bufó con fastidio, rápidamente abrazó por la cintura a su novio. Depositó un inocente beso en su mejilla para tener al alcance su oído.


—Recuerda que no lo conocemos —retomaron el andar. Conforme avanzaban la conversación era más audible.


—No puedo darle esa información —comentó la joven mujer con un gesto cansado.


—Es por orden de su mánager —sin importar lo que dijera, seguía recibiendo negativas.  


Naruto desvió la mirada justo antes de que sus ojos se cruzaran con los del guardaespaldas. Desde el enfrentamiento con Kakashi, Sasuke y él habían permanecido en otro cuarto durante las siguientes dos horas, más que nada discutiendo. Para su ventaja, las políticas del hotel prohibían dar el número de habitación de los huéspedes, por lo que los otros no sabían en dónde estaban. No podía evitar sentirse mal por Neji, después de todo, él sólo quería cumplir con su trabajo de cuidarlo, a diferencia de cierto idiota prepotente que canceló cada entrevista, sesión fotográfica y demás.


Más le valía a su egocéntrico novio cumplir con su promesa de retomar sus actividades al día siguiente, de lo contrario, le daría una paliza. En realidad, estaba lejos de ganarle en una pelea pero siempre podía contar con la posibilidad de amenazarlo con regresar a su casa y, al no querer que se fuera, terminaría por obedecerlo. Por un momento se sintió rebosar en seguridad al darse cuenta del poder que tenía sobre el cantante. No pudo contener la risa ante sus pensamientos.


Por otro lado, el de cabello negro, ya bastante acostumbrado a que el adolescente se riera solo, continuó guiándolo. Tuvo que detenerlo para evitar que se tropezara con el equipaje de un anciano, de igual manera, le abrió la puerta antes de que se estrellara contra el vidrio. Bufó con cansancio. Iba a ser un día muy largo. Una vez que estuvieron fuera, emprendió el trayecto. Sabía exactamente el lugar a donde irían a desayunar, el cual estaba a unas cuantas cuadras de distancia. Se regañó mentalmente al sentir una ligera chispa de emoción. Si seguía así terminaría actuando como todos los idiotas enamorados que alguna vez despreció.


Rodó los ojos con fastidio, recordando sus últimas acciones. “Es muy tarde para impedirlo” escuchó su propia voz en su cabeza, ocasionando que gruñera por lo bajo. Incluso con sus discusiones internas, permanecía al pendiente del revoltoso que caminaba a su lado. Observando y apuntando cada cosa a su alrededor. Por lo mismo de su habitual distraída manera de ser, el cantante tenía que ir cuidando que no chocara contra otros transeúntes, que no fuera atropellado al cruzar cuando no debía la calle y, en algunas ocasiones, tuvo que correr detrás de él para regresarlo al camino que tenían que seguir. Agradeció a cualquier divinidad existente cuando su destino apareció en su campo de visión.       


Naruto se detuvo para mirar asombrado el enorme edificio, ninguno de los otros se le comparaba. Su escudriñamiento se vio interrumpido cuando su pareja le jaló por la muñeca para obligarlo a caminar. Pasaron por lo que a él le parecieron oficinas, luego, con curiosidad se metió en el elevador. Nunca en su vida había tenido que usar uno para llegar a un restaurante. Se decepcionó al notar que el espacio era cerrado, esperaba poder ver la ciudad. Le restó importancia al asunto cuando su estómago volvió a gruñir. De manera infantil se arrojó a la espalda del cantante.


—¡Sasuke, aliméntame! —chilló.


Usuratonkachi, ya estamos aquí, aguanta un poco más —el menor lo zarandeó al percibir el tono burlesco.


—¡No he comido desde que estuve en el avión! —se quejó— voy a morir de hambre y será tu culpa —antes de que el artista pudiera replicar, la puerta se abrió. El rubio no lo pensó dos veces, corrió y dio un salto para entrar.   


El lugar era mucho más elegante que aquel restaurante donde tuvieron la cena. Tragó en seco e irremediablemente, se arrimó a su novio al percatarse de las miradas de las demás personas, todos vestidos como si de la realeza se tratara. No se sentía cómodo ahí. De reojo, miró la infinidad de cubiertos en una mesa. Definitivamente no quería pasar la mayor vergüenza de su vida al no saber cuál debería usar. Por si fuera poco, notó que dos mujeres comenzaron a murmurar. Siguió la línea imaginaría del dedo índice que le apuntaba. Terminó observando su tenis.


Arrugó el entrecejo, descartando la timidez y remplazándola por ira. Lo importante en las personas no es cómo se vistan, sino la personalidad que tienen. En lo que a él respecta, podría salir desnudo a la calle y nadie tenía porque criticarlo. Se irguió seguro de sí mismo. De manera provocativa alzó ligeramente la parte baja de su vestido. Varias mujeres exclamaron escandalizadas. Un hombre se relamió los labios y, la que seguramente era su esposa, le miró colérica. El rubio le sacó la lengua infantilmente, provocando que el sujeto riera ante la mueca de indignación que distorsionó el rostro de la mujer.


Dobe —miró a su lado.


—Ellos tienen la culpa, me han estado señalando desde que entré —susurró, cruzando los brazos sobre su pecho y haciendo un puchero con los labios. El cantante le acomodó el vestido, luego le abrazó por la cintura.


—Descuida, nosotros vamos a una mesa privada —dejó que le guiara hacia unas ostentosas escaleras. Pudo distinguir la sorpresa en todos los presentes. Orgulloso se giró para verlos.


—Esto debería enseñarles a no juzgar a las personas por su apariencia —de inmediato sintió un par de manos posarse sobre sus hombros.


—No entendieron ni una palabra de lo que dijiste, ellos hablan inglés —el rubio hizo un puchero con los labios, inclinó la cabeza hacia atrás para mirar en dirección del techo, en su lugar, se encontró con el egocéntrico rostro, aun con los lentes sabía que la mirada altanera estaba ahí. La diferencia de estatura era mayor al estar parados en distintos escalones.


—Y supongo que no vas a traducirles mis insultos —el cantante sonrió de medio lado. Sin responder, se alejó para retomar su camino, el rubio no tardó en seguirle, no sin antes sacarle la lengua a las indignadas personas de la alta sociedad. Pasaron varios espacios que asemejaban cubículos, hasta que se detuvieron en uno. La mesera, que había estado frente a ellos todo el tiempo, se hizo a un lado para que pasaran. Impulsivamente, el rubio corrió hacia la barandilla de cristal— ¡Se puede ver todo desde aquí! —exclamó maravillado.


El Uchiha intercambió algunas palabras con la mesera, indicándole los platillos que quería, una vez que la chica se retiró, regresó su atención a su novio. Retuvo el aliento al ver que el muy torpe tenía medio cuerpo, literalmente, en el aire y, más importante aún… ¡En esa posición podía apreciar perfectamente su trasero! Bastaba que el viento soplara un poco más fuerte para que el vestido se levan… Sacudió la cabeza para concentrarse. Ahora maldecía haber escogido ese “disfraz”. Gruñendo se acercó. Le jaló por el brazo, obligándolo a regresar al suelo.


Dobe, te caerás si no tienes cuidado —sus advertencias eran en vano, pues el adolescente se subió de nuevo.


—¡Quiero ir a eso!


—“Eso” se llama noria.


—¡Oh, también quiero ir a eso otro!


—No hay nada interesante ahí, es un edificio financiero.


—¡Y a lo que está a su lado!


—¿Estás escuchando lo que…? —su cuestión quedó inconclusa pues sorpresivamente su boca fue sellada por el enérgico chico. Sólo sus labios sobrepuestos. Para él, dicho contacto no era suficiente, por lo que se apresuró a irrumpir en la húmeda cavidad, recorriéndola con su lengua. Sus manos se posicionaron en la cadera ajena, brindándole el apoyo necesario al rubio que seguía arriba de la barandilla de protección.


Con parsimonia cambió el ángulo de su cabeza para profundizar más la unión entre sus bocas. Asimismo, terminó de envolver con sus brazos al ojiazul. Otra vez la dicha invadió cada fragmento de su ser e igualmente sintió la necesidad de tenerlo más cerca, de dar ese paso y caer al vacío, aferrado al deseo que le quemaba por dentro. Se separaron por la falta de aire pero de inmediato volvió a cazar sus labios. Cegado por el caos de emociones, tomó las piernas contrarias para colocarlas alrededor de su propia cintura. Una de sus manos se quedó en el muslo derecho, apretujando la tentadora piel, la otra regresó a la espalda, sirviendo de soporte.


Los lentes oscuros cayeron al suelo debido al brusco movimiento que hizo al separarse por segunda vez. Mientras el rubio trataba de recuperar el aliento, el cantante atacó el bronceado cuello. Succionó con ahínco, esta vez, dispuesto a dejar una marca que el mundo a su alrededor pudiera ver, de esa forma, sin importar si estaba o no disfrazado, sabrían que era suyo. Que le pertenecía y que nadie podría apartarlo de su lado. En su cerebro, la última voz sensata estaba por ser ahogada por la pasión cuando una ligera tos interrumpió su momento.


Sin oponer resistencia permitió al adolescente escapar de sus manos y, por qué no, de sus intenciones. ¿Lo había hecho otra vez? Después de decirse a sí mismo que sería en extremo cuidadoso. ¿Qué demonios ocurría con él? ¿Cómo es que no podía controlarse? Ni siquiera sabía qué fue lo que disparó ese tipo de comportamiento. Por el contrario a la mayoría de los artistas, él se manejaba por el lado racional. Las pocas emociones que ponía en sus canciones iban dirigidas a un inexistente y amorfo ser. Se maldijo unos minutos más, mientras tanto, la mesera acomodó los platos.


—Muchas gracias, no, no, es decir, thank you —escuchó la ligera risa de la chica, que luego se retiró, sólo entonces se giró, juntó los olvidados lentes y se sentó a la mesa—. ¿Dónde está mi postre? —Sasuke alzó una ceja incrédulo.


—Lo pediré después de que termines de comer —comentó confundido con la mirada que el otro le dirigía, como si hubiera cometido la traición más vil—. No vas a desayunar sólo un postre —atinó a decir al comprender la situación.


—Idiota controlador —masculló.


De nuevo una boba sonrisa se dibujó en sus labios con sólo ver la felicidad desbordar por los hermosos ojos azules al probar cada platillo. Sacudió la cabeza para alejar las distracciones. Lo importante ahora era descubrir por qué su estúpido cerebro había decido darle vacaciones al sentido común para dejar en su lugar a lujuria. Una vez más, gruñó con sus propias cavilaciones, luego se dedicó a examinar al chico. El vestido definitivamente era un factor, cuando lo compró fue como una manera de molestarlo, jamás creyó que se convertiría en un arma de doble filo.


Lo que lo llevaba a su siguiente cuestión. ¿Podía existir la posibilidad de que Naruto lo estuviera seduciendo? Porque de ser así no tenía más que pedirle que lo pusiera sobre la cama para hacerle el amor una y otra vez, él aceptaría gusto… “¡Maldición, concéntrate!” Obviamente el rubio no haría algo así. El noventa y ocho por ciento de las veces que se besaban, era él quien comenzaba el contacto. Estúpidas estadísticas. Además, el muy torpe ni siquiera sabía diferenciar cuando una persona quería algo más allá de su amistad. Un claro ejemplo, el incompetente guardaespaldas.


Se detuvo un momento en esa línea de reflexión. Tal vez su cuerpo estaba reaccionando al notar la manera posesiva en que Neji se comportó durante su encuentro. Inconscientemente trataba de imponerse para demostrar que solamente él tenía derecho a tocarlo. Nadie más besaría sus labios. Únicamente sus manos recorrerían la tersa piel. Sería su nombre el que emanara entre gemidos una vez que… “Has considerado que simplemente eres un maldito pervertido”. Un tic nervioso se apoderó de su ceja izquierda. ¿Desde cuándo escuchaba voces? ¿Y por qué demonios estaban en su contra?


—¿Estás bien? —saltó ridículamente en su lugar ante la interrogante del rubio.


—¿Qué? —parpadeó un par de veces.


—Has estado haciendo caras desde hace rato. No dije nada porque me pareció divertido pero ya me estás asustando —le miró suspicaz. Por segunda vez en el transcurso de una hora, el cantante tuvo la urgencia de golpearse. Iba a ser un día extremadamente largo. 

Notas finales:

*Baked Alaska: es un postre de helado con una base de biscocho y cubierto con merengue, lo interesante de esto es que lo meten al horno el tiempo necesario para tostar el merengue dejando el helado intacto (en algunos lugares usan un soplete de cocina).


Ya saben que siempre tomamos en cuenta las sugerencias que nos dan, algunas veces no podemos integrar todo en un solo capítulo pero poco a poco saldrán en los siguientes. Por lo mismo, vamos a empezar a poner esto aquí, para que sepan a quien agradecemos por ciertas escenas en el fic. 


cristal uzumaki-uchiha -> Sasuke queriendo comerse a Naru y éste ni enterado. Sasuke impidiendo accidentes contra Naruto, una vez más, sin que éste se entere.


Y, debido a que varias personas se han decepcionado porque el fanfic no se tenía contemplado para que hubiera lemon, ahora lo habrá. Quienes hayan leído nuestros demás fanfics saben que no tenemos ningún problema con ese tipo de escenas, por el contrario, nos encantan, el problema en sí era que se supone que este era un one-shot pero creo que ya es tiempo de dejar de atormentarme por eso (Rina: XD). No sabemos en qué momento, todavía tenemos que agregar algunas cosas pero, como pueden ver en las advertencias, ya es un hecho.


Sigan mandando sugerencias.


Notas finales normales.


Rina: Muy bien, las encuestas dicen que… las personas te odian Neji —el susodicho resopla con fastidio— Por el contrario, Sasuke tu popularidad va en aumento.


Sasuke: Como tiene que ser —sonríe de medio lado.


Neji: Si Naruto me amara a mí, también sería el popular.   


Rina: ¡Neji, esa es la clase de comentarios que hacen que no les caigas bien! —el chico arruga el entrecejo.


Naruto: ¡No voy a ponerme eso! —llega corriendo para esconderse detrás de la otra chica.


Rini: ¡Pero te pusiste el vestido que el bastardo te dio! —exclama indignada— lo justo es que uses algo que yo te dé —le muestra el camisón rosa semi-transparente—. Puedo conseguirte ropa interior que haga juego.


Naruto: ¡Ese no es el problema! —sonrojado— ¡No voy a usar lencería! —todos los presentes pasean su vista entre él y la prenda—. ¡Dejen de imaginarme usándolo! —desvían la mirada fingiendo indiferencia.


Rini: Naru, Naru, Naru… es obvio que estamos teniendo un pequeño problema de comunicación —niega con la cabeza— ¡No tienes voz en este asunto, póntelo y modélalo para mí! —antes de que cualquiera pueda decir algo, el Uchiha le arrebata la prenda, luego, carga al rubio en uno de sus hombros y sale del lugar—. ¡Maldita nena, no voy a permitir que robes mi idea! —corre para perseguirlos.


Neji: ¿Cómo es que soy yo y no ella el personaje más odiado? —tic nervioso en su ceja izquierda.


Rina: Algunas veces yo también me lo pregunto… espera, no dije que tú fueras el más odiado, creo que ese es Kakashi —el de cabello plateado se encoge de hombros.


Kakashi: No tengo problema con eso, como dije, sólo hago mi trabajo. 


Rina: En fin, ahí está el nuevo capítulo de esta historia. Como siempre les agradezco por leer, a quienes comentan y por la paciencia que nos tienen. Gracias, gracias. Nos vemos en alguna otra actualización.    


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