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Varados por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Disfruten

 

 

La noche era estrellada y bella, no había una sola nube. A pesar de que las últimas semanas había llovido casi sin cesar, esta noche estaba despejada y limpia. Y nuestros protagonistas estaban en la entrada de la cueva observando las estrellas.

Sentados, tomados de la mano, disfrutando de su compañía el uno del otro. Disfrutando de su amor como la primera vez… y es que había ya pasado muchísimo tiempo… tanto que ya no sabían cuanto… se daban cuenta, por que ambas cabelleras estaban ya muy largas, pero no les importaba mucho… ellos vivían el presente… era mejor así, pues no se preocupaban de nada.

El vivir sin tiempo, era una sensación… reconfortante… para el CEO, siempre agarrado a los horarios, y para Joey, siempre atareado a causa de ellos. Eran libres de comer, beber, reír, dormir, entrar al mar, o hacer el amor cuando y como quisieran… solamente limitados a las condiciones de la isla.

En cuanto a su rescate, ambos estaban casi seguros que pasarían el resto de sus vidas ahí…lo cual estaba bien, tomando en cuenta el hecho de que estaban juntos y se amaban, pero… bueno, así como decía el rubio, la esperanza es lo último que muere, así que eso estaba vivo en su interior.

-Sabes cachorro?- el ojiazul rompió el silencio, y el rubio no contestó… estaba consciente de que su koi sabía que lo estaba escuchando con atención, aún si no decía nada ni volteaba.

-Me encantaría que hubieras conocido a mis hermanos-

-Mmm… a mí también me encantaría conocerlos, Seto… jejeje, estoy seguro que el día que los vea se sorprenderán… soy el hombre que cambio a su hermano de un cubo de hielo a un amante sensible y apasionado- El menor sonrió, y el CEO se sonrojó de sobremanera.

-Me sorprende que aún albergues esperanzas de que nos rescaten…-

-Pues, la esperanza es lo último que muere, es lo que digo… además, se realista Seto, si no tienen a la guardia nacional todavía buscándote, por lo menos a la C.I.A. o algo así- El rubio rió divertido.

-Pero… ha pasado tanto tiempo… parece que han sido años, no crees?- Joey volteó a verlo.

-No lo sé, y la verdad no me importa… lo único importante para mí en el presente es que estoy aquí contigo, que no necesito nada más que agua, fruta y pescado… y tu amor- Seto, aún sonrojado, sonrió ante las palabras de su amante.

Cuántas veces habían hecho el amor? También era un misterio. Les gustaba disfrutarse mutuamente a todas horas del día, y en todo lugar. De todos los lugares donde andaban en la isla, no había uno solo en que no hubieran hecho el amor. Estaban enamorados… tanto, o más, que el primer día.

El ojiazul se inclinó a besarlo, haciendo un contacto tierno y dulce… pero conforme los segundos pasaban, se tornaba más intenso y bochornoso. Seto se separó de él, y se levantó, tomando una mano de su cachorro, para guiarlo al interior de su lecho. Lo recargó contra la pared, y comenzó a besarlo, poniendo una de sus piernas entre las del rubio, sacándole un gemido callado por el beso. Aprisionó las manos de su cachorro con las suyas, a un lado de la cabeza del ojicastaño, haciendo el contacto mayor, y profundizando más en su boca.

Después de sentirse extasiado con el sabor de su cachorro, dejó su boca y siguió con su cuello, mordiendo primero suave y luego intensamente… había descubierto que su rubio era un poco masoquista… entre más fuerte lo mordía, más le gustaba y más pedía… siendo el ojiazul quien le diera gusto en la petición.

-Mmm… Seto, mi… dragón… ohh, sí, másss Seto…- El menor disfrutaba todas y cada una de las caricias que le daba su koi.

Seto soltó las manos de su cachorro, y bajo, lamiendo todo el pecho, disfrutando de cada centímetro de su amante, y recorriéndolo todo con sus manos. Llegó a su abdomen, y lamió el ombligo, sabiendo que esto volvía loco a su cachorro, pues sabía lo que seguía… y dándole gusto, introdujo toda su hombría en su boca, haciendo gritar al rubio, y casi caer del placer.

Una, dos, tres… muchas lamidas, mordidas y chupadas volvían loco al ojicastaño… y justo antes de que se viviera, Seto se separó, sacando un quejido de su amante.

Pero lo que sucedió después… eso si que Joey no se lo esperaba.

Seto tomó su mano, y lo jaló… hasta que rubio quedó sobre castaño, recostados en el piso. Se besaron intensamente, y Seto rompió el contacto. El ojicastaño estaba que no podía más con la excitación.

-Joey… mi Joey…- Seto volvió a besarlo.

-Mi dragón…-

-Cachorro… quiero… quiero que me tomes tú esta noche… quiero que me hagas el amor…- Ahí estaba el romántico Seto que le gustaba a Joey, nada más que en esta ocasión, lo descolocó su petición.

-Se… seguro?...-

-Totalmente… te amo, y… quiero dejar situaciones del pasado donde deben de estar… atrás… y necesito tu ayuda para eso, Joey… necesito que me hagas el amor…- Al menor le sonó más una súplica que una petición, pero se sentía inseguro.

-Pero… si te lastimo yo…-

-No me vas a lastimar, Joey… yo confío en ti… confía en ti mismo también…- Joey supo que era el momento… Aquella vez que se lo pidió, nunca pensó que el CEO en verdad cediera a la petición… pero ahora que lo hacía se sentía nervioso… se sentía demasiado responsable de su amante, y eso lo hacía temblar… pero no era momento de sentirse débil, necesitaba ayudar a su koi… supo, desde que se lo pidió, que iba en serio… muy en serio…

Así que Joey besó a Kaiba… apasionadamente, como sabía que le gustaba al castaño. Luego, siguiendo las “enseñanzas” del mayor, siguió con su cuello, sin morderlo tan fuerte, pues no era tan masoquista como él.

Bajó a su pecho, y a su abdomen… Mientras besaba todo a su paso, comenzó a masturbar al ojiazul, haciéndolo gemir deliciosamente.

Bajó más, y chupo su miembro. No costó mucho tiempo o trabajo hacer que el castaño se derramara en su boca, extasiándolo una vez más con su sabor.

Después, él mismo acomodó a Seto boca abajo, recostado totalmente, para que se pudiera relajar, con las piernas ligeramente abiertas. Se posicionó, y se dio cuenta de que el CEO estaba muy tenso…

-Seto…- le habló de un lado de su cabeza. –Seto, mírame- El CEO abrió los ojos, y se encontró con una mirada llena de amor y preocupación.

-Seto… soy yo, Joey… tu cachorro… estoy contigo, Seto- El CEO re relajó un poco…

-Vamos… inhala profundo… exhala… inhala… exhala… inhala…- el castaño hacía caso a todas las indicaciones, sintiéndose mejor…

-Exhala… inhala… exhala…- Y en esa exhalación, Joey se abrió paso en la entrada de su dragón. Estaba increíblemente estrecho. No pudo creer que no fuera la primera vez que lo abrían, pero el pensamiento le generó algo de tristeza.

Se quedó así unos momentos, y al sentir que su ojiazul se había relajado, comenzó a moverse más adentro. Se detuvo como a la mitad… se dio cuenta que el castaño estaba llorando…

-Seto?... quieres que me salga? estas bien?- El castaño seguía sollozando, pero cuando el rubio intentó salir, su amante se lo impidió…

-Joey… hazme sentirme tuyo… haz que la suciedad que siento en mi ser se vaya… hazme el amor, Joey- El ojicastaño se dio cuenta de que su dragón había sufrido todo este tiempo, sintiéndose sucio aún sin ser verdad. Besó sus cabellos, y muy lentamente, comenzó a moverse.

Estaba tan estrecho, que una gran oleada de placer recorrió su cuerpo. Con ello, y al liberar algunos fluidos, la penetración se hizo más fácil, moviéndose más profundo y empezando a hacerlo placentero para el castaño.

-Seto… te amo mi dragón… mmm, es… ahhh, estas… sumamente estrecho… Ahhh!- El vaivén era hermoso, y entonces, Joey se sintió satisfecho al oír a su amante.

-Sí Joey… más… soy… mmm…. Soy tuyo mi cachorro… Ahhh!- Joey supo que había tocado el punto clave, ese que a él lo volvía loco cuando Seto lo tocaba… haciéndolo gemir más fuerte, denotando cuanto estaba disfrutando el contacto.

-Ohh, sí… te amo cachorro… soy tuyo-

-Y yo tuyo, Seto… me voy a…-

-Hazlo dentro! Por favor… maaaaas… AAHHHHH!- Con un gran grito, el castaño se vino en el suelo, y un par de segundos más tarde, el ojicastaño se vino dentro de su koi.

Joey se recostó unos momentos en la espalda de su koi, reposando un poco el cansancio y recuperando el rimo de la respiración. Seto hacía lo mismo.

Cuando se hubieron tranquilizado, Joey salió del interior del ojiazul con sumo cuidado de no lastimarlo…

Se acostó a un lado de él, boca arriba, y el CEO no se movió ni un centímetro. Pasaron un rato así… cuando el rubio se dio cuenta… de que una vez más, su dragón lloraba silenciosamente, recargada su barbilla en sus brazos cruzados. El rubio se giró hacia el.

-Seto? Estás bien? Te lastimé?- Preguntó el ojicastaño muy preocupado.

El ojiazul volteó a verlo, con gruesas lagrimas resbalando por sus mejillas.

-No, estuvo… perfecto, Joey-

-Pero… estás llorando…- El ojicastaño seguía preocupado.

-Idiota, no lloró por que me duela…- “Un what the…” surgió encima de la cabeza del rubio…

-Es que… desde la primera vez que Gozaburo me violó… me sentí sucio… pero… ahora… ya no me siento así… ahora, me siento tuyo…- dijo entre lágrimas y algún que otro sollozo. Esto conmovió sumamente al menor, quien se sentó y se recargó en la pared de la cueva, jalando a Seto a que se recostara en sus piernas, acariciando su cabello, hasta que el cansancio venció, primero al ojiazul y luego al ojicastaño, y se quedaron pacíficamente dormidos.

 

A la mañana siguiente, un gran ruido ensordecedor despertó a los amantes, dormidos aún en la posición en que estaban anoche.

-Pero que es… UN MOMENTO!!- Joey salió disparado, mientras a Seto le dolía un poco la cabeza, y aunque quería ver que pasaba, sus movimientos eran más lentos, sobre todo por cierto dolor que sentía en el trasero…

-SETO!!!! SETO, VEN CORRE!!!- Ok, eso sí hizo que el castaño se moviera más rápido. Salió, y se quedo estupefacto y atónito ante lo que vio.

Ahí, sobre de ellos, estaba un helicóptero de rescate…

Una gama de diversas emociones recorrieron su cuerpo, sintiéndose afortunado, en especial al ver que el rubio no se reprimía su felicidad, y saltaba por doquier, haciéndoles señas aún dándose cuenta de que ya los habían visto.

Bajaron una escalera de cuerda, y bajó un rescatista. Por órdenes irrefutables del CEO, y sin oportunidad de negarse, subieron primero al rubio, quien además no hablaba inglés así que no podía objetar.

Cuando estuvieron en el helicóptero, el rescatista les informó que los llevarían lo más pronto posible al hospital más cercano. El CEO sí objeto, y ordenó que los llevaran a Ciudad Dominó, argumentando que si habían sobrevivido tanto tiempo, unas horas más de vuelo no los matarían.

El piloto, sin saber quien era, no tuvo opción, pues el hombre (o sea, Seto) hablaba y daba órdenes como si fuera alguien importante. Les dieron ropa y unas cobijas, diciéndoles que les darían alimento al llegar, pues por el viaje, si comían, podría ser contraproducente.

Justo antes de arrancar, ambos protagonistas se despidieron silenciosamente de la isla que los cuido durante quien sabe cuanto tiempo… y que vio nacer y crecer su gran amor…

Cuando emprendieron vuelo, el CEO abrazó a su koi, quien sentado junto a él, se sonrojó. Y es que a Seto poco le importó que lo estuvieran viendo extraño, haciendo que el rubio se sintiera nervioso… pero al fin y al cabo, era Seto, su amante… SUYO, así que, se dejó llevar, disfrutando del viaje, tratando de no marearse mucho… cosa que no dio frutos, pero aún así, disfrutó el viaje.

No podían llegar directamente a Ciudad Dominó, les informó el piloto, pues el helicóptero no traía tanto combustible, y el motor podría sobrecalentarse de más. Acordaron aterrizar temporalmente en Shanghái, lo cual le pareció perfecto al CEO, pues desde ahí podría hacer algunas llamadas.

Los rescatistas insistían en preguntar si se encontraban bien, física y emocionalmente, pues no era muy común que la gente sobreviviera en esas condiciones. Seto les dijo hasta el cansancio que estaban bien, que lo único que necesitaban era llegar a Shanghái, y que por favor ahí le dejaran hacer algunas llamadas.

No supo cuanto tiempo pasó, ciertamente en el tiempo en la isla, había olvidado a calcular el tiempo sin reloj alguno, así que solo se dedicó a abrazar a su cachorro, al que no soltó en todo el camino, disfrutando del paisaje y las nubes.

 

Una vez que llegaron, el aterrizaje fue muy sencillo. A Seto no le pareció como le parecía antes, pues después de todo lo vivido, eso era nada.

Apenas los ayudaron a bajar, y Seto pidió, si despegarse de su rubio, que le dejaran hacer una llamada. Le prestaron un teléfono mientras cargaban de gasolina el helicóptero, y les traían unas bebidas a ambos.

 

 

 

 

Una mañana tediosa y fastidiosa en KC… “una de tantas”, pensó el pelinegro.

La verdad es que, lo único que quería era llegar a casa, al lado de sus amados, para hacer el día un poco más agradable. Absorto en sus pensamientos, fue súbitamente sacado de ellos por el sonido del teléfono.

-Sí?- le dijo a su secretaria.

-Sr. Kaiba, tiene una llamada de China- “????” pensó el pelinegro.

-De quién?- la secretaria titubeó.

-Eh pues… dice ser el Sr. Kaiba…- Que demonios? Noah en China? O que clase de broma era esa… Un poco molesto, le pidió a su secretaria que pasara la llamada, pero nada en su corta vida lo hubiera preparado para la voz que escuchó a través del auricular…

-Kaiba al habla, quién es?- El tono del chico era molesto por la mala broma… en donde fuera Noah….

-Hola Mokuba-

-Quién es?- La curiosidad del menor despertó.

-Soy Seto… estoy vivo- …..

 


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