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Varados por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Disfruten

 

 

A la mañana siguiente, el primero en despertar fue el castaño. Aún se encontraba en las piernas del rubio, así que con sumo cuidado se levantó. No fue gran hazaña levantarse sin despertarlo, pues si algo sabía hacer Joey, era dormir como una piedra.

Kaiba fue y busco un plátano, pero para su mala suerte ya no tenían provisiones. Volteó hacia la cueva y luego a la entrada de la selva. Miedo? La última vez que intentó entrar, acabó bastante lastimado, pero debía intentarlo. Joey tenía razón, se necesitaban el uno al otro, y si algo detestaba en la vida, era sentirse inútil y dependiente. Así que entró a aventurarse entre las palmeras, los arbustos y todo lo que había por ahí.

Vagó un rato, sin encontrar nada. Teniendo sumo cuidado en fijarse por donde iba y como regresar.

Y entonces se le ocurrió voltear hacia arriba, y en una palmera bastante alta, de unos 5.50 metros, vio unos deliciosos y apetecibles cocos. Ahora, la incógnita era… cómo carajos le iba a hacer para subir por ellos y bajarlos, sin lastimarse en el intento? Grandiosa pregunta!

Empezó a trepar como podía, no llegando muy lejos, y cayendo constantemente. Después de unas 15 veces, dedujo que debía intentar de otras maneras… con las rodillas, las plantas de los pies o incluso lo intentó con las puras manos. Ya después de un buen rato, y unos cuantos raspones y cortadas, logró llegar a los cocos. Con mucho cuidado los arrancó y los echó al suelo, cuidando lo más posible que no cayeran demasiado fuerte para que no se abrieran. Todo iba bien, bajó 5 cocos… hasta que llegó el momento de bajarse de la palmera… y es que, todo lo que sube, tiene que bajar… el problema era como…

Empezó a resbalarse, abrazado de la palmera, pero sintió que realmente se hacía daño al hacer eso, y era verdad, los raspones eran cada vez mayores. Como pudo y sus instintos le indicaron, bajo tratando de rasparse lo menos posible… aunque sí, los antebrazos sangraban un poco, y la rodilla le dolía. Cuando lo logró, tomó los 5 cocos como pudo, y fue hacia el “campamento”. Al llegar, dejó los cocos afuera de la cueva, donde siempre solían dejar las provisiones de alimentos. Y con un poco de desidia, fue hacia el mar. Sabía que tenía que lavarse las heridas como el cachorro lo había hecho aquella vez.

Se quito el pantalón antes de entrar, sabía que no se podía quedar sin ropa… su orgullo no se lo permitía. Se quedo en ropa interior, pensando en vestirse al salir. Primero, al entrar, luego luego sintió la sal del mar actuar sobre los rapones de su rodilla. Con cuidado, y poco a poco pues no era bruto, solo necio… tomó agua con una mano y se limpio la herida contraria. De no ser por que sabía que era estrictamente necesario, no lo hubiera continuado.

Estuvo ahí un buen rato, lavándose y aguantando el dolor, que era muy fuerte. Cuando vio que ya ningún brazo sangraba, salió y se dirigió a la cueva, planeando no ser visto por su rubio compañero…  pero el no controlaba eso, y cuando entraba a la cueva, Joey lo vio.

-Kaiba… donde estabas?- Sip, el rubio también era algo torpe y no se percató a primera vista de lo sucedido.

-Fui…- fue interrumpido-

-Estas sangrando!- El rubio se acercó e invadió su espacio personal intempestivamente, tomando una de sus manos para revisarle el antebrazo. El castaño experimentó un sonrojo imperceptible para su compañero de isla.

-No es nada, ya me lavé- dijo el castaño, entrando a la cueva y sentándose.

-Cómo que no es nada? Yo veo sangre, eso sí es algo.-

-No es nada, te lo dije, ya pasará… Fui a buscar unos cocos, es solo que al bajar me hice esto- Dijo al tiempo que se ponía el pantalón, que a su vez la acción generó que sangrara más abundantemente.

-No es nada mis…. Ven- No le preguntó, fue más bien una orden, a la vez que lo tomó del brazo (no el antebrazo) y lo jaló literalmente hasta el mar. Lo metió al mar junto con él, valiéndole gorro la ropa, hasta que el mar les llegaba a la cintura a ambos. Joey empezó a lavar los brazos del castaño con una delicadeza que sorprendió al mismísimo CEO.

-No vuelvas a hacer eso, Kaiba- Al mayor le molesto ese comentario.

-No me gusta sentirme inútil Wheeler, y no recibo órdenes de nadie- Movió bruscamente su brazo, haciendo una mueca de dolor agudo por el fuerte movimiento.

-Anda idiota, muévete para que veas como te va…- Joey lo tomó de nuevo, y volvió a su trabajo. Unos minutos después, las heridas terminaban de sangrar, Joey estaba dispuesto a ser escuchado.

-Escúchame bien, Neko engreído….- lo tomó de la barbilla, obligándolo a que lo viera a los ojos. –No eres un inútil, ni un dependiente, mucho menos un idiota. Eres un genio para los negocios, para los hermanitos, y para la ciudad, pero no sabes sobrevivir aquí sin ayuda… Eso no te hace tonto ni débil, eso te hace humano. Tener cualidades y defectos es solo eso, ser humano.- El CEO se sonrojó levemente, y sin saber que decir, volteó su mirada a otro lado.

Joey suspiró. Lo tomó de la mano, y se lo llevó caminando a la cueva. Sin pedirle permiso, rasgó la camisa del CEO  y lo vendó con ella. Mientras lo hacía, le dedicó unas palabras.

-Kaiba… recuerdas que ayer te dije que nos necesitamos?- Kaiba asintió, y el rubio lo vio solo de reojo pues estaba concentrado en su trabajo.

-Nos necesitamos Kaiba, pero ambos no podemos hacer todo lo que se necesita hacer. Yo hago esto, tú aquello... se trata de complementarnos, ayudarnos. Pero si tú estás aquí, lesionado, créeme que está cañón que me puedas apoyar con algo. Mejor aprende a pescar, y yo traigo la comida. Puedes traer también hojas para cubrir el suelo de la cueva, y cuidar el fuego cuando yo salga- Joey terminó con un brazo, y obligó al castaño a que lo viera a los ojos.

-Seto, cómo puedo ir a buscar comida cuando estoy preocupado por ti?- La mirada de Joey estaba llena de preocupación, y algún otro brillo que el CEO no pudo descifrar, pero que definitivamente ahí estaba.

-Está bien, Wheeler. Enséñame a pescar o algo que pueda hacer- El menor sonrió.

-Solo prométeme algo… Que te mantendrás alejado de la selva, sí?-

-No tienes ni que decírmelo- El rubio rió enternecido por el ojiazul.

-Bien. La cosa es que sí tendrás que reposar unos días sin hacer casi esfuerzo, puesto que puede volver a sangrar la herida si te fuerzas en algo. Así que mientras me encargaré yo, y ya que te recuperes, te enseño a pescar.- Joey terminó de curar el otro antebrazo, y se dispuso a traerle de comer al castaño.

Salió un momento, y con unas rocas pesadas que vio golpeó los cocos, abriéndolos.

-Mira lo que te traje- El rubio le dio de beber a Seto en la boca, siendo muy extremista en su “no te debes de esforzar para nada” y haciendo sentir a Seto como un niño verdaderamente pequeño.

-Sabes perro? Aún cuando detesto sentirme así, que no puedo hacer nada por mi mismo… es la primera vez que alguien hace algo así por mí, sin un interés oculto- Joey le sonrió.

Sabes? Te voy a decir algo, pero no te lo tomes a mal. Sí?- El castaño se extrañó, pero asintió.

-ERES ADORABLE- Ok, palabras justas, exactas y precisas para descolocar completamente al CEO. Y no solo eso, si no que se sonrojó notablemente, a la vez que sintió un ligero escalofrío recorrer su columna vertebral. El rubio se enterneció aún más con la escena, y siguió con su labor de alimentarlo.

 

Y así pasaba el tiempo. Días, noches, días, noches, días, noches… ya habían perdido la cuenta de cuantos días llevaban perdidos.

Por primera vez en su vida, Seto Kaiba dormía cuanto quería. Se le veía relajado y no se preocupaba por el tiempo… y no parecía un cubo de hielo andante. En si, Joey hallaba su compañía muy agradable, ya acostumbrado a ser llamado perro y ser insultado constantemente.

Por primero vez en muchos años, el castaño se sentía libre de reír, sonreír o incluso enojarse y sabía que el perro no lo iba a juzgar.

Había creado un lazo con ese ojicastaño que nunca había tenido con nadie, ni siquiera con sus hermanos.

Sus hermanos… no pasaba día en que no pensara en ellos dos… se preguntaba si aún lo estarían buscando. Lo dudaba, ya que en verdad llevaban ya muchos días ahí. De hecho, de no ser por Joey, él habría muerto desde hace mucho.

Y así estaban. Ambos en puro bóxer, ya casi todo el tiempo se encontraban así… la confianza entre ambos había aumentado, aunque fuera impensable para el CEO.

Seto estaba sentado en la orilla del mar, justo donde no le alcanzaba a llegar el agua, y Joey jugaba con las olas. Parecía que el rubio nunca se cansaría de estar en el mar.

Kaiba tenía que admitirlo, Joey era un joven muy hermoso. Constantemente el castaño lo observaba sin que se diera cuenta. Algo despertaba Joey en su interior. Y a la vez, algo en su interior lo impulsaba a arriesgarse a vivir esa nueva sensación, esa nueva emoción.

Tan clavado en sus pensamientos estaba, que no se dio cuenta cuando una bola de lodo voló hacia él, impactando en el pecho del sorprendido castaño.

-Eso te pasa por no contestarme, KAIBAKA!!-

Le sacó la lengua, y pronto comenzaron a llover bolas de lodo sobre del CEO. Unos momentos después, Kaiba era el hombre de arena. Tenía arena casi en todos lados.

-Ahora verás, pulgoso!- Oh oh! Tiempo de huir para Joey.

Pero reaccionó demasiado tarde, una bola ya iba en camino. Al menos, sus reflejos estaban bien despiertos, y esa ola tan solo lo rozó. Entonces ahora sí empezó a correr. Seto Kaiba no era muy bueno corriendo, definitivamente lo físico no era su fuerte, a pesar de contar con un cuerpo envidiable.

Pero el orgullo… ese sí que es su fuerte. Así que corrió tras su presa un buen rato.

No podía, ambos corrían entre burlas, pero el CEO nunca pudo alcanzarlo. Hasta que se le acabó el aire, de manera drástica, y tuvo que arrodillarse a tomar aire.

Joey en seguida se acercó a ver el estado de su compañero…

GRAN ERROR.

Seto volteó hacía él con una gran y altanera sonrisa triunfante, y susurró “caíste”. Joey tan solo sintió una bola de lodo en la mejilla, y en diversas partes del cuerpo, así que se dio la vuelta para irse, pero tropezó y calló de cara en la arena.

Kaiba se permitió soltar una gran y estruendosa carcajada. Cuando Joey se recuperó, vio que su tobillo era sujetado por la mano del castaño, la razón por la que había caído.

-Con que esas traes, eh!?- Ahora la sonrisa fue de parte del menor.

-Huh?- Fue lo único que salió de la boca del castaño.

Joey se puso de pie y se lanzó literalmente encima del ojiazul, haciendo que cayeran uno encima del otro,  quedando a solo centímetros entre rostro y rostro.

Oh si, definitivamente Seto se sacó de onda, pues no se lo esperaba, y se puso rojísimo de una violenta y obvia manera.

-Seto?-  Joey lo miró extrañado y el ojiazul volteó la mirada.

El rubio captó que no le había agradado la invasión a su espacio personal, así que inmediatamente se hizo a un lado. Ambos solo se sentaron, viendo al mar.

-Yo… lo siento, Kaiba…- Seto se extrañó.

-No tienes por que disculparte, no fuiste tú, fui yo…-

-No, yo me puse encima- dijo el obstinado rubio.

-Y yo no supe como actuar- “WHAT” pensó el rubio, y al parecer lo expresó con algún gesto.

-Qué? De verdad no lo entiendes?- Acaso no es obvio?- Más cara de what de parte del rubio, lo que le dio más inseguridad al castaño… pero ya había empezado, ya no había marcha atrás.

-Vamos Wheeler, acaso no lo notas?!-

-No… creo que… no- el rubio parecía sincero.

Kaiba volteó su cabeza al otro lado, y el rubio alcanzó a oír que algo murmuró, más no pudo distinguir lo que decía.

-Qué?-

-No me hagas decirlo de nuevo, Wheeler…- decir que el rubio estaba desconcertado, era quedarse corto.

-No, en verdad, no escuché…- Kaiba suspiró, se acercó mucho a Wheeler, y con la mirada fija en él, habló.

-Cachorro… no sé que me has hecho. Me siento muy raro cuando te veo, y cuando te me acercas de más me pongo nervioso, cosa fuera de lo común en mí-

-Kai…ba- Joey se sonrojó levemente-

-Cachorro… me… atraes…. Me agradas… me… gustas…- El CEO inmediatamente volteó la mirada, no pudo confrontar a Joey… y a la vez se perdió su sonrisa.

El ojicastaño se acercó hacia Kaiba por detrás, y lo abrazó por la espalda, quedando mejilla con mejilla, y sorprendiendo al castaño.

-También me gustas, Seto- y lo abrazó más fuerte.

El ojiazul sintió una serie de emociones diversas, como la panza hecha chicharrón, o el corazón latir a mil por hora. Un sonrojo inevitable, y claro, no podía faltar, una linda y tierna sonrisa de felicidad. Joey se separó del ojiazul e hizo que lo viera a los ojos.

-Se que para ti no es muy fácil admitir lo que sientes, por eso me queda claro que lo que me dices es real- El castaño sentía su corazón ir a 1000 x hora.

-Yo no se de estas cosas, Joey. Yo crecí sin sentimientos, pensando que no me era permitido sentir, pues me hacía débil. Ahora tú has venido a revolucionar mi mundo y mis maneras… y aunque no soy la persona más cariñosa, siento cosas contigo que jamás he sentido con nadie, y eso me agrada- Ambos estaban muy emocionados.

-No importa, te entiendo. Iremos a tu ritmo. No quiero presionarte, quiero que vivamos esos sentimientos y los compartamos sin prisas, que experimentes lo bonito que es estar juntos… No quiero que pienses que yo espero algo de ti…-

-Esto que siento es totalmente nuevo, nunca pensé poder estar con alguien que me quisiera a mí y no a mi fortuna-

-A mí me vale madres tu fortuna… aquí no tienes nada, y es tu transparencia y tu sensibilidad lo que más me gusta de ti- Ambos sonrieron.

-Gracias Cachorro-

-De nada, Kaibaka- esa pequeña broma le costó al rubio un buen guamazo con una bola de lodo, y ambos empezaron otra vez a corretearse, con una hermosa y agradable sensación en el pecho mientras corrían a risa y risa.


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