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Terremoto en el piso 23 por Ruu Ochibisan

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Notas del capitulo:

¡Wola! >/////< Por fin he terminado este interminable capítulo (se me ha hecho eterno, creo que es el capítulo más largo te todo el fic X3) Y bueno, dejar en acta que no me ha gustado como me ha quedado, y pedir disculpas. Me hubiera gustado aclarar más aspectos del fic, pero el capítulo ya se me estaba haciendo muy largo u////u así que el el próximo capi contaré tooodo sobre la lucha de Tachi y Jordan y como termina la ''cita'' de Suzu y Afuro e////e... -/////- y bueno, en serio que lo siento, no he estado muy inspirada >/////< lo haré mejor la próxima vez TT////TT

El repentino sonido de su teléfono móvil le despertó de su mar de pensamientos. Se levantó con mucha pereza del sofá y se acercó a paso lento al mueble donde reposaba su dichoso aparato. Lo cogió con desgana y sin interés, al menos hasta que reconoció el número de la persona que lo llamaba.

 

-¿Suzuno? –Preguntó efusivamente el chico. Su mirada deslumbraba de alegría.

 

-Así es –Contestó una suave voz al otro lado de la línea, con un toque de dulzura en sus palabras.

 

-V-valla… ¡Qué sorpresa! Hacía mucho tiempo que no sabía nada de ti… -Se sentó de nuevo en el sofá, muy atento a su conversación.

 

-Por eso mismo te llamo, me gustaría quedar contigo… -La voz del moreno era sumamente agradable, como el sutil ronroneo de un gato.

 

-Me encantaría, pero lo veo difícil, yo estoy en Benidorm y tú no sé por donde andarás –Dijo entristecido el chico, mirando al suelo.

 

-Eso es lo de menos… -comentó tranquilamente el moreno- ¿No sabías que estamos en el mismo hotel? –añadió con tono divertido.

 

-¿Qué? Me estás tomando el pelo… -No sé lo creía, si fuera así, ya se hubiera dado cuenta.

 

-Lo digo en serio ¿Es que no me crees? –Fingió sentirse traicionado y triste.

 

-¡No! Claro que te creo, es sólo que me ha sorprendido –Contestó rápidamente el chico, con una sonrisa nerviosa.

 

-Entonces… ¿Te apetece que nos veamos? –Preguntó el albino con un tono de voz inocente, impropio de él.

 

-¡Por supuesto! –Contestó efusivamente el otro chico.

 

-¿Te apetece mucho? –Preguntó con voz dulce e infantil.

 

-S-si… -Contestó algo avergonzado el chico por las inocentes acciones del moreno.

 

-¿Mucho, mucho? –Seguía preguntando con su vocecita de niño pequeño.

 

-Err… S-si –Contestó nuevamente, con las mejillas encendidas de un tenue color rojo.

 

-¿Mucho, mucho, mucho? –Preguntó por tercera vez el ojiazul, sin quitar esa voz que estaba utilizando.

 

-Y-ya te he dicho que sí… -Respondió nuevamente, intentando no tartamudear.

 

Se escuchó una pequeña carcajada al otro lado de la línea –Entonces cierra los ojos –dijo con voz de siempre, con un pequeño toque misterioso.

 

El chico estaba apunto de replicar, pero finalmente cerró los ojos algo inseguro, para no defraudar al moreno.

 

Estuvo unos cuantos segundos así, sin moverse, con los ojos cerrados y el auricular del teléfono móvil en la oreja.

 

-Abre los ojos –Escuchó la voz del moreno muy cerca de él, y su voz no provenía del teléfono. Abrió lentamente los parpados, pudiendo así observar la esbelta figura del albino muy cerca de él, con una pequeña sonrisa.

 

-Cuanto tiempo, Afuro-kun –Comentó dulcemente, ampliando su sonrisa.

 

El rubio no lo dudó dos veces y lo abrazó fuertemente, lo que provocó que el peliblanco riera –Yo también te he echado de menos – Le correspondió el abrazo con suavidad.

 

-Eres malo Suzuno, podías haberme avisado antes –Replicó el chico de ojos color carmesí, con un pequeño puchero.

 

-He estado ocupado últimamente, pero te he avisado ahora ¿No? –Respondió el albino sin quitar su sonrisa.

 

Terumi asintió y rompió lentamente el abrazo, para después ponerse al lado del moreno.

 

-Bueno… ¿A dónde quieres ir? -.

 

-Cualquier sitio que esté muy lejos de aquí me sirve –Contestó el ojiazul, con un pequeño tic nervioso en la ceja.

 

-¿Te ocurre algo? –Preguntó al preocupado el rubio.

 

-Es una larga historia –Se rascó la nuca nerviosamente – Pero vayámonos de aquí, por favor –Pidió algo desesperadamente Gazelle, a lo que Afuro accedió, y ambos se dirigieron a la salida del hotel con bastante prisa.

 

 

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

 

 

Un chico pelirrojo salía de la ducha de su habitación con una toalla alrededor del pelo… y nada más.

 

Estaba algo cansado después de todo lo que había pasado en Terra Mítica, pero eso no le quitaba las ganas de rogarle un poco a su novio y repetir ‘’esperiencias’’.

 

-Nee Suzu-chan ¿Te apetecen unos mimitos? – Preguntó con tono seductor mientras salía del baño, encontrándose para su sorpresa la habitación vacía.

 

-¿Suzu-chan? –Preguntó nuevamente, pero no obtuvo contestación.

 

Empezó a buscar por toda la sala, pero Fuusuke no daba señales de vida por allí.

 

-Que raro… -Se sentó en la cama, pensando en dónde podría estar el moreno, cuando encontró una nota de papel sobre su almohada. La cogió con curiosidad y comenzó a leerla;

 

 

 

‘’Querido Nagu:

 

He salido a buscar a un amiguito para salir a dar una vuelta. No te lo he dicho antes porque sabía que pondrías pegas, y ya que lo iba a hacer de todas formas…

 

Intenta no destruir la habitación en mi ausencia, y no me esperes para cenar.

 

Ya te lo recompensaré ¿Nee?

 

 

 

PD: No te hagas ilusiones, no habrá segunda ronda.

 

Suzuno Fuusuke’’

 

 

 

Tras leer la nota, cerró el puño con fuerza, arrugando así el papel y luego lo fragmentó en pequeños trozos, que salían volando por la habitación. Estaba muy, pero que muy enfadado.

 

-No me digas que este idiota… ¡Mierda! –Tiró al suelo lo que quedaba de la nota del moreno y comenzó a vestirse a toda velocidad. Tenía que encontrar al albino ¡Ya!

 

Terminó de vestirse en un santiamén y salió embalado por la puerta. Cogió el ascensor, pero iba muy lento, por que había mucha gente bajando en diferentes pisos, así que salió en el séptimo y bajó el resto del camino por las escaleras.

 

Llegó al vestíbulos muy agitado, pero no se dio el lujo de para a coger aire, y siguió corriendo. Dejó las llaves en la recepción y finalmente salió del hotel. Se detuvo un momento, para ver si distinguía al peliblanco entre la gente, y como no fue así, volvió a emprender su marcha por una calle al azar, con la esperanza de encontrase con el moreno.

 

No tuvo suerte, y probó con la segunda calle más próxima al hotel, en la que tampoco encontró a su querido albino. Hizo lo mismo con todas las calles de los alrededores, pero nuevamente, el resultado fue el mismo.

 

Detuvo su paso y dio una gran calada de aire. Estaba exhausto y cabreado, una mala combinación. Empezó a andar con paso lento hacia el hotel. Estaba claro que si no había encontrado ya al peliblanco, no lo iba a encontrar ahora, así que decidió volver a la habitación y maldecir mentalmente al rubio afeminado que había osado robarle a SU chico, aunque solo fuera por una noche.

 

-Maldito Hermafrodita afeminado del demonio… Como me enteré de que has tocado a MI Suzuno, te juro que te mato… -Susurraba para sí el pelirrojo, envuelto en ira. Odiaba a ese chico, y sabía de sobre por la nota de Suzuno, que ahora mismo estaba con él.

 

Suspiró con resignación y continuó su camino en silencio. Ya pensaría en un buen castigo para su novio por haberle hecho esto.

 

 

 

 

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

 

 

-¿Q-qué? –Preguntó cortadamente Fudou, bajo la atenta mirada de sus compañeros de la Royal Academy.

 

Sakuma y Genda se miraron de forma cómplice, y el mayor habló por los dos.

 

-Felicidades –Fue lo único que dijo, con un tono un poco nervioso. Después de todo se trataba de Fudou, y sabían de sobra que tenía un carácter complicado.

 

Los dos estrategas habían enmudecido de repente. Seguramente por la vergüenza.

 

El chico de ojos verdes en un momento cogió la mano de Kidou y salió de allí con prisa, llevándose consigo al estratega de las gafas.

 

-Pobres, deben de morirse de vergüenza –Comentó el del pelo azul mientras jugueteaba con su pelo, y veía como sus compañeros desaparecían por los pasillos.

 

-¿Y qué esperabas? Les hemos pillado de lleno, es normal –Dijo tranquilamente el castaño, rodeando los hombros del delantero. –Venga, vamos a dar una vuelta por ahí –Empezó a andar seguido del peliazul. Ya encontraría otra cosa con la que entretenerse.

 

 

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

 

 

-… ¿Por qué has hecho eso? –Preguntó el chico de la coleta nada más llegar al cuarto de su compañero, donde por fin estaban solos.

 

-Mejor que quedarnos allí sin decir nada – Contestó Fudou mientras se sentaba en su cama pesadamente, notablemente incómodo por lo que había pasado segundos antes.

 

Kidou lo miró con una pequeña sonrisa y se sentó a su lado –Bueno… así ya no tenemos que darles la noticia nosotros – Apoyó tímidamente su cabeza sobre los hombros del ojiverde, y este a su vez apoyó su cabeza sobre la del castaño.

 

-Sí… -Rodeó la cintura del ojirojo con su brazo y lo acercó más a su cuerpo, para poder darle un pequeño beso en los labios.

 

-Podía haber sido peor… -Intentó pensar en positivo el chico de la cresta.

 

-Y Además se lo han tomado bastante bien… Pensaba que Sakuma montaría un numerito o algo por el estilo –Confesó Kidou.

 

-Sí, eso pensé yo también… -Se recostó sobre la cama y tiró de la camiseta de su novio para que este imitara su gesto.

 

-Hoy estás muy cariñoso, Fu-kun –Le acarició la mejilla y le dio un pequeño beso en esta –Deberías portarte así más de vez en cuando – Sonrió cariñosamente y apoyó su cabeza sobre la almohada.

 

Se quedaron así un rato, mirándose. Fudou miraba al otro estratega con los ojos entrecerrados, como si estuviera dándole vueltas a una incógnita dentro de su cabeza. Finalmente se decidió a hablar.

 

 

 

-Kidou… -Lo llamó con un susurro –¿… Puedo follarte? –Soltó sin más el chico de la cresta, mientras miraba expectante al castaño, esperando un sí por respuesta. Estaba claro que ser sutil no iba con él.

 

-¿¿T-tú eres idiota?? –Se separó de él de un empujón, bajó torpemente de la cama, y se refugió en una esquina de la habitación, cogió una silla que había en la sala como arma y protección para que su compañero no se acercara, y le amenazó con golpearle con ella.

 

-T-tengo una silla y no dudaré en usarla –Decía como podía el estratega del Raimon, con una mezcla de miedo y nervios invadiendo su cuerpo.

 

Fudou le miraba con una gotita en la nuca.

 

-Sólo era una pregunta… -Se defendía el ojiverde, mientras se acercaba muy lentamente a su histérico novio

 

-¡No te acerques pervertido! – Intentó asentarle un golpe con la silla, pero Fudou lo esquivó, por los pelos.

 

-¿Quieres calmarte? –Intentaba arrebatarle la silla sin morir en el intento, pero su compañero se lo ponía difícil.

 

-¡No! ¡Todavía soy muy joven para que un pervertido mancille mi cuerpo! –Seguía dando golpes al aire para alejar al otro estratega, pero este finalmente consiguió inmovilizar la silla y a su portador.

 

-Kidou cálmate –Tras forcejear consiguió quitarle el ‘’arma’’ al ojirojo, y este se separó de él todo lo que pudo, hasta chocar con la pared.

 

-No te acerques –Repitió con la voz más firme que pudo entonar.

 

-Creo que exageras un poco… -Re arrinconó de forma que no pudiera escapar –Porque yo sé que te va a gustar… -Le susurró provocativamente al oído, acto que hizo que el ojirojo se sonrojara.

 

-C-cállate –Intentó separarlo de él, pero era inútil, sus fuerzas le habían abandonado.

 

-¿Qué pasa? ¿Es que tienes miedo de que te guste tanto que te quedes con ganas de más? –Seguía susurrándole de esa forma tan estimulante, y que tanto le excitaba, pero por mucho que esas palabras tuvieran efecto sobre su cuerpo, no quería ceder ante sus actos. Tenía miedo de que resultara doloroso. Tenía miedo de hacerlo mal.

 

-No te hagas de rogar, porque sabes que no lo voy a hacer –Dio con sorna el estratega número ocho, mientras delineaba la cadera del ojirojo, con mucha sensualidad.

 

-Eres un impaciente ¿Lo sabías? –dijo finalmente el castaño, sujetando las manos de Fudou para que no siguieran moviéndose a sus anchas.

 

-Y tú eres un aguafiestas –Le contestó divertido el ojiverde. –No sé porque todos os empeñáis en haceros los difíciles, si en el fondo lo estáis deseando –Se separó de Kidou y se tumbó en la cama boca abajo. Bastante frustrado.

 

Kidou se sorprendió de que su novio no hubiera seguido insistiendo -``¿Ya está? ¿Eso es todo?´´-.

 

-Haz lo que quieras, ya me da igual –Dijo con voz algo enojada el chico de la cresta, sin levantar la cara de la almohada.

 

El ojirojo se sintió mal al ver a su novio tan desanimado. –Venga Fudou, no te pongas así… -Se sentó en el borde de la cama y le acarició la cabeza.

 

-Ya lo haremos en otra ocasión ¿Vale? –Le despeinó la cresta y le dio un pequeño beso en la oreja. Como el ojiverde no respondía a ninguno de sus gestos optó por dejarle solo con su enfado. Sabía que él lo prefería así.

 

Se levantó de la cama y se encaminó a la salida, y cuando estuvo apunto de girar el manillar de la puerta, notó como era arrastrado de nuevo a la cama, y como los fuertes brazos de otro estratega lo abrazaban con fuerza de la cintura.

 

-¿De veras te has creído ese cuento del enfado? Te tomaba por alguien más suspicaz, Kidou –Comentó con prepotencia, tumbándole bruscamente sobre la cama, inmovilizándole los brazos y las piernas.

 

-Cabrón… -Fue lo único que llegó a decir el estratega de ojos rojos. Había sido idiota por confiar en las supuestas buenas intenciones del chico.

 

-Eres un malhablado Kidou-kun, creo que voy a tener que darte una lección –Dijo con una mezcla de ironía y falsa inocencia el ojiverde, mientras empezaba a subir la camiseta de su compañero.

 

-¡NOOOO! –Gritó con todas sus fuerzas el pobre chico, haciendo que su chillido hiciera eco por todo el hotel, como mínimo, mientra veía como su virginidad vivía sus últimos momentos de existencia. Sería una primera vez algo violenta para el estratega…

 

 

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

 

 

-¿Has oído eso? –Preguntó Afuro mientras dejaba su bebida sobre la barra del bar en dónde estaban.

 

-¿El qué? –Preguntó el albino cuando dejó de beber de su zumo de piña. Terumi le había prohibido terminantemente beber alcohol debido a su tendencia a embriagarse con muy poco de esta sustancia.

 

-Juraría que he oído… No es nada, cosas mías… -Dijo finalmente el rubio, quitándole importancia al asunto. -``Juraría que oído a Kidou… ¡Vah! Eso es imposible´´

 

-Dime Afuro-kun ¿Qué tal las vacaciones? –Preguntó tranquilamente el moreno, apoyándose ligeramente sobre la ‘’mesa’’.

 

-Muy tranquilas, la verdad. He ido mucho a la playa y a dar paseos por la cuidad… ¿Y tú?

 

-Bueno, tranquilas no es la palabra adecuada, más bien… alocadas. –Se incorporó y encaró al rubio –No he parado ni un día, Nagumo y yo hemos ido de fiesta, a la playa, al parque de atracciones, a la piscina… ``Y eso sin contar el sexo´´  Pero no puedo quejarme, me lo estoy pasando bastante bien –Sonrió levemente y se peinó el flequillo de forma adorable, obviamente él no era consciente de aquello.

 

-¿Haruya ha venido contigo? –preguntó el rubio, con cierto recelo, bien disimulado.

 

-Sí ¿No te lo había comentado? -.

 

-Pues no, aunque no me sorprende, Haruya y tú siempre habéis estado muy unidos –Pegó un trago a su copa. –Yo diría que hasta demasiado –Soltó una pequeña risa mientras decía la última frase, bajo la curiosa mirada de Gazelle. – No me malinterpretes Suzuno, es sólo que Nagumo a veces es demasiado acaparador contigo, no sé, ni que fuerais novios –Dejó la copa nuevamente sobre la barra, sin fijarse en la cara que se le acababa de poner a su acompañante.

 

-Novios, que tontería, jejeje –Rió nerviosamente el peliblanco intentando no atragantase con su propia saliva.

 

-Sí, ya sé que es estúpido decirlo, pero es que Nagumo a veces se comporta como un novio celoso –Se explicó el rubio, con una sonrisa burlona.

 

-Creo que exageras, él es más como un hermano sobre protector –Mintió el albino, intentando aparentar naturalidad.

 

-Mmm… Visto así… -hizo una pequeña pausa- Pero creo que sigue dando más el pego de novio celoso que de hermano – Se terminó su bebida de un solo trago y sonrió ampliamente.

 

-Creo que la cerveza te empieza a afectar al cerebro –Dijo con un pequeño mohín el moreno.

 

-¡Pero si es verdad! Hay veces que me da la sensación de que me odia porque te llevas bien conmigo –Explicó con tono tristón el ojirojo.

 

-¡Q-qué va! Son cosas tuyas, Haruya no te odia ``Sólo te desea la muerte´´ -Pensó mientras bebía nuevamente de su baso de zumo de piña.

 

-Me gustaría creerte, pero es que a veces me mira como si quisiera matarme con la mirada, no sé si me entiendes… -.

 

-Te digo que son cosas tuyas, es que a Nagumo no se le da bien lidiar con la gente –Volvió a excusar el comportamiento de su novio con pequeñas mentiras.

 

-A lo mejor es que le gustas y le da vergüenza decírtelo –Comentó tranquilamente el rubio, haciendo que el albino casi se ahogara con su zumo.

 

-¿Q-qué? – Preguntó a punto del colapso el peliblanco.

 

-Lo que oyes…  Yo creo que no se atreve porque teme ser rechazado –Seguía con su discurso – Pero teniendo en cuanta la forma en la que te mira en los vestuarios pues… Creo que está muy claro que siente algo por ti –Finalizó triunfante el chico de ojos color carmín.

 

-¡Pero que dices! Venga ya, ¿Yo? ¿Gustarle a Nagumo? Es lo más estúpido que he oído en mi vida ``Maldito tulipán degenerado y salido ¿¿Cuántas veces te he dicho que no me mires en los vestuarios??´´.

 

-No te hagas el tonto Suzuno, que sé que tú también te has dado cuenta de las miraditas que te echa, es más, todo el equipo se ha dado cuenta –Se aireó el pelo con la mano. –A ti lo que te pasa es que no quieres aceptar que le gustas a tu mejor amigo -.

 

A Suzuno no se le calló la mandíbula al suelo porque estaba demasiado ocupado en no sufrir un ataque de nervios. ¿Desde cuando Afuro sospechaba de su relación?

 

-Yo creo que deberías darle una oportunidad, a lo mejor te das cuenta de que te gusta. Haríais una buena pareja –Dijo tranquilamente con una sonrisa gatuna.

 

-A-Afuro, yo… -Intentó desviar la conversación por algún lado, pero no le salían las palabras.

 

-Además, estamos en pleno siglo veintiuno, la homosexualidad está más que aceptada –Seguía hablando el rubio – Así que si os gustáis, no veo el problema en que salgáis juntos-.

 

El ojirojo suspiró y miró al albino, notando así el sonrojo que se apoderaba de la cara de este.

 

-Esto… no quería que te enfadaras, perdona si te he molestado hablando de más –Se disculpó el rubio. Se sentía fatal por haber abochornado de esa forma al peliblanco.

 

-No te disculpes –Dijo con un hilito de voz el moreno –Soy yo el que te debe una disculpa… -Reunió todos sus fuerzas y su valentía y comenzó a contarle la verdad al ojirojo.

 

 

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

 

 

-Nee... Mido-chan –Le llamó el pelirrojo mientras le enjabonaba la espalda suavemente al peliverde.

 

-¿Sí? – Contestó con su voz dulce el moreno, girando un poco su cuello para poder mirar a los ojos al pelirrojo.

 

-Estaba pensando… que no tienes que ducharte conmigo si no quieres –Dijo algo apenado Hiroto, comenzando así el plan que había estado maquinando desde que había tenido la conversación telefónica con Burn.

 

-¿Qué? ¿Por qué dices eso? Claro que me gusta –Confesó tímidamente el peliverde, con las mejillas de un tenue color rosa.

 

Hiroto se mordió el labio para no saltar encima del ojinegro en ese mismo momento. -``Sólo un poco más´´ - Se decía a sí mismo.

 

-No tienes porque obligarte a hacer esto, si no te gusta, dímelo sin rodeos, no me voy a enfadar –Seguía insistiendo el oji-jade.

 

-Hiro-chan, no me digas eso… tú a mi me gustas mucho, y deberías saber que me encanta pasar tiempo contigo, sea dónde sea… -Hablaba bastante avergonzado el moreno, mirando a un lado, para no tener que mirar al pelirrojo a los ojos.

 

Hiroto tragó saliva. –Entonces… ¿Por qué lo evitas?- Se acercó lentamente al peliverde hasta quedar a pocos centímetros de él. Midorikawa sabía perfectamente a lo que se refería su novio. -¿Es que no sientes curiosidad? –Le miraba fijamente a los ojos, y aunque el peliverde no le miraba a la cara, sentía los hermosos orbes de su chico clavados sobre los suyos.

 

-Hiroto, yo… claro que siento curiosidad, es sólo que… que… -No conseguía pronunciar esas palabras. Tener al pelirrojo tan cerca hacía que su mente se sobrecargara.

 

-Puedes contármelo, no te preocupes, sea lo que sea lo entenderé –Le acarició la mejilla, que estaba humedecida a causa del vapor de agua, y le regaló una de sus cálidas sonrisas.

 

-Es que… tengo miedo de hacerlo mal, e-es mi primera vez, y… y quiero que salga bien –Dijo finalmente con las mejillas teñidas de un llamativo color rojo, alzando poco a poco la mirada hasta conectar con los ojos del pelirrojo.

 

Hiroto rompió la escasa separación que compartían con un pequeño beso sobre sus labios, y otro, y otro… cada vez más largos y más intensos.

 

-Mido, yo no te voy a querer menos porque no tengas experiencia –Volvió a besar sus labios con mucha suavidad y rodeó su cuerpo con los brazos, reposando sus manos sobre la espalda del moreno. – Todo lo contrario. Me hace muy feliz ser el primero-.

 

Deslizo sus manos por la tersa y bronceada piel del moreno, palpando cada centímetro con mucho detalle. –Te quiero Mido-chan, te quiero mucho – Le volvió a besar, no se cansaba ni se cansaría nunca de hacerlo. Ponía todo su amor en cada contacto y en cada caricia, quería ganarse la aprobación de su pequeño, pero no por pena ni por compasión, no… Quería que lo deseara tanto como lo deseaba él.

 

-¿Qué dices Mido-chan? –Cogió con delicadeza la mano del peliverde y se la puso en su propia mejilla, haciendo fricción contra esta. -¿Quieres hacerlo? -.

 

Midorikawa miraba con emoción al pelirrojo. Sentía que su corazón iba a estallar en cualquier momento. Se sentía tan querido, tan amado… que la felicidad no le cabía en el cuerpo. No sabía donde se había metido su miedo, pero la realidad era que ya no estaba. Se sentía seguro en los brazos de su chico. Sabía que haría nada que él no quisiera, y quería confiarle al pelirrojo, a la persona que amaba, su cuerpo.

 

Sujetó la mano del pelirrojo con el mismo cuidado con el que Hiroto le estaba tratando y la separó de su rostro para poder besarla. –Como quieres que me niegue… ¿Si me lo pides así? –Contestó en un susurro, volviendo a besar con suavidad la mano del oji-jade. No podía negarse, por mucho empeño que pusiera, no habría conseguido dar un no por respuesta. Admiraba la valentía de su novio por haber confesado lo que sentía, y sus deseos, y adoraba todo el amor que le demostraba. Si alguien tenía que robarle su primera vez, sin duda, tenía que ser Hiroto.

 

Observó al detalle como la mirada del pelirrojo se iluminaba al escuchar su respuesta, para después abrazarle con fuerza contra su pecho.

 

-Gracias Mido, muchas gracias… Esto significa mucho para mí –Lo apretó más contra su cuerpo y le dedicó su mejor sonrisa.

 

-Te prometo que te gustará –Le susurró quedamente al oído, empezando a deslizar sus manos por la espalda del moreno, hasta que paró en seco al darse cuanta de algo.

 

-Esto… ¿Prefieres hacerlo en la cama? –Preguntó alegremente el oji-jade, colocándole detrás de la oreja un mechón rebelde que había descolocado al abrazarle con tanto ímpetu.

 

El peliverde asintió tímidamente, mientras volvía a apartar su mirada a causa de la vergüenza.

 

Hiroto en un rápido movimiento se puso en pie y se colocó una toalla alrededor de la cintura, y a continuación envolvió el cuerpo del moreno con su toalla correspondiente y lo aupó en brazos, como si se tratara de una princesa.

 

Por suerte todavía no se habían mojado el pelo, y eso les ahorraba complicaciones.

 

Salió del baño con cuidado de no resbalar y se encaminó a la cama con una sonrisa en el rostro.

 

Cuando estuvo enfrente del susodicho mueble, se recostó un poco sobre él, y depositó con suma delicadeza el cuerpo del moreno, aun envuelto en su toalla.

 

No tardó en posicionarse sobre él y comenzar a llenar de besos su sonrosado rostro. Se veía tan vulnerable, tan… hermoso, que era imposible resistirse.

 

-E-espera –Llamó su atención el peliverde –¿Te importaría apagar la luz? –Susurró Mido, claramente nervioso.

 

-Claro – Le besó la frente y se levantó a apagar la luz. Cuando lo hizo volvió a recostarse sobre la cama, y aunque sólo contaba con la luz que entraba por la ventana, veía con bastante claridad todo el cuerpo del moreno, o al menos lo que le dejaba ver la molesta toalla.

 

Lentamente acercó sus manos a su pecho, y empezó a despojarlo de la prenda, dejando a la vista la suave y húmeda piel del peliverde.

 

-Nee, Hiro – Le llamó con dulzura –Ha-hazlo con suavidad… ¿Vale? – Sonrió angelicalmente, mientras se estiraba por completo sobre la cama, como señal de sumisión a las acciones de Hiroto.

 

-Por supuesto –Besó su frente cariñosamente una vez más y comenzó a bajar desde ahí, pasando por sus mejillas, sus orejas, sus labios, no quería dejar ni una zona por saborear.

 

Continuó la tarea de hacer desaparecer la toalla, que poco a poco iba cubriendo menos piel y dejando más a la vista.

 

Cuando tuvo todo el torso del peliverde despejado comenzó a morder con cuidado la clavícula del moreno, dejando pequeñas marcas, que estaban claramente hechas a voluntad.

 

Notaba como el cuerpo sobre el que estaba se estremecía con coda contacto, y eso le motivaba a continuar.

 

Deslizó sus labios hasta su pecho y comenzó a lamerlo lentamente, dejando un caminito de saliva por donde pasaba.

 

Midorikawa movía las piernas nerviosamente, su cuerpo estaba empezando a subir de temperatura, y cada roce que tenía con el oji-jade le provocaba mil sensaciones.

 

-Ah… -Dejó escapar el primer suspiro ahogado, que fue perfectamente escuchado por el pelirrojo.

 

-Eres muy sensible… ¿Verdad, Mido-chan? –Le susurró sensualmente mientras seguía descendiendo hasta su abdomen, volviendo a lamer y a mordisquear toda esa zona.

 

El peliverde no respondió. ¿Qué decir ante esa pregunta tan comprometida? Lo único que se atrevió a hacer, fue a colocar sus manos sobre los hombros del pelirrojo, y apretarlos levemente.

 

Cuando Hiroto terminó con el torso de su chico se incorporó un poco, hasta quedar sentado sobre los muslos del peliverde. Le dedicó una pequeña sonrisa y se dispuso a desnudarle por completo. Llevó sus manos hasta los extremos de la toalla y empezó a tirar de ella, pero no pudo terminar la tarea, ya que las temblorosas manos del moreno se lo impedían.

 

-¿Mido? –Preguntó al aire el pelirrojo, alzando la vista para encarar al pequeño ojinegro.

 

Midorikawa nuevamente no contestó. Estaba muy nervioso, y su gran sonrojo le delataba.

 

-¿Qué ocurre? – Preguntó dulcemente el mayor, acercando su rostro al de Ryuuji.

 

-M-me da vergüenza – Dijo con un pequeño puchero el peliverde, frunciendo levemente el ceño.

 

Hiroto no pudo evitar reírse ante el infantil comportamiento de su novio. –Eres realmente adorable ¿Lo sabías? -.

 

-N-no tiene gracia- Respondió el moreno sin quitar su cara de ‘’enfado’’.

 

-Venga, no te preocupes, prometo no mirarte mucho `` Ni yo me creo eso…´´ - Intentaba arrebatarle la toalla al ojinegro, pero este seguía oponiéndose.

 

-¡No, no quiero! –Lloriqueaba el peliverde, sujetando con más fuerza la toalla. Hiroto lo miraba con una gotita en la nuca.

 

-¡Desnúdate tú! –Dijo sin pensar el ojinegro, y cuando quiso retirar sus palabras ya era tarde, el pelirrojo había sido más rápido que él. Midorikawa se sonrojó más que en todo su vida al observar la esbelta silueta de su novio, desnudo y con una pose tan extremadamente sexy.

 

-Ahora te toca a ti –Dijo picaronamente el pelirrojo al mismo tiempo que le arrancaba la toalla al moreno de un tirón, para que no le diera tiempo a forcejear.

 

Para el peliverde todo ocurrió muy deprisa. Antes de que pudiera darse cuenta ya estaba desnudo, y notaba la suave brisa que entraba por la ventana chocar contra su húmeda piel.

 

En cuanto fue consciente de todo intentó taparse sus zonas bajas con las manos, pero nuevamente Hiroto se le adelantó y le inmovilizó las manos, colocándolas sobre su cabeza.

 

Mido respiraba entrecortadamente, se sentía tan indefenso y tan vulnerable que el miedo volvía a apoderarse de él.

 

-Hi-Hiroto, esto no me –Fue interrumpido por los labios de su novio, que lo besaban posesivamente, robándole el poco aire que había conseguido coger.

 

Tras unos interminables segundos, el pelirrojo rompió el beso al notar que a su pequeño novio le faltaba el aire.

 

Sin soltar del todo las manos del peliverde, hizo un esfuerzo y alcanzó a recoger la toalla que anteriormente le había dado tantos problemas, y con ella ató las manos del moreno a la cabecera de la cama, para poder tener ambas manos libres.

 

Midorikawa empezó a ponerse nervioso, bueno, más de lo que estaba, al ver como su novio le ataba a la cama.

 

-Hi-Hiro… ¿Q-qué haces? –Preguntó con un deje de miedo, mirando atentamente al pelirrojo.

 

-Es sólo por comodidad, no te preocupes –Terminó de apretar el nudo alrededor de las muñecas del chico y volvió a su antigua posición.

 

-Tú sólo relájate y disfruta – Alzó las piernas del peliverde y las acomodó sobre sus hombros, obteniendo así una vista panorámica perfecta del cuerpo de Midorikawa.

 

Comenzó a besar sus piernas, dando leves mordiscos de vez en cuando, dejando marcas rojizas. Mido jadeaba, y cogía grandes bocanadas de aire dificultosamente. Estaba asustado.

 

-Mido-chan –Le llamó con sensualidad el pelirrojo, haciendo que este levantara tímidamente la vista, encontrándose con el oji-jade muy cerca de él.

 

Con la pálida piel de la yema de sus dedos, acarició los labios del moreno, y los delineó con su dedo índice, para luego metérselo a traición en la boca. No hacía falta que le dijera lo que tenía que hacer.

 

Midorikawa no reaccionaba. Seguramente a causa de los nervios mezclados con el miedo que en ese momento sentía.

 

El pelirrojo al notar que su pequeño no respondía a sus acciones, decidió ayudarlo, comenzando el mismo a mover su dedo dentro de la cavidad del peliverde.

 

Lentamente Midorikawa fue moviendo su lengua, correspondiendo finalmente los gestos de su novio. Hiroto observó satisfecho como su pequeño le correspondía y añadió otro dedo dentro de la boca del menor, que lamió de igual forma.

 

Cuando dio por hecho que ya estaban lo suficientemente lubricados, los sacó de la boca del peliverde.

 

-Buen chico – Se acercó y le lamió la comisura de los labios, eliminando así un pequeño rastro de saliva que había quedado al sacar los dedos de su boca.

 

Llevó uno de sus dedos a la entrada del menor, y empezó a estimular la zona con mucha suavidad, notando como el cuerpo del peliverde se tensaba al instante.

 

-A-ah… - Se mordió el labio y tragó saliva, intentaba relajar sus músculos, pero era bastante difícil.

 

-Muy bien Mido-chan, lo estás haciendo muy bien –Le animó el pelirrojo, intentando desviar la atención del moreno para que se relajara.

 

Tomó su miembro con la otra mano y empezó a masajearlo lentamente, imponiendo el mismo ritmo con el que estimulaba la entrada del peliverde.

 

-¡Ah…! –Gimió al sentir el repentino contacto en esa zona tan sensible. Estaba comenzando a excitarse demasiado para su gusto, y había perdido el control de su propio cuerpo.

 

-Nee… ¿Se siente bien? –Le preguntó picaronamente Hiroto, acelerando el ritmo de sus manos sobre los dos puntos más sensibles del cuerpo del moreno.

 

-S… S-sí… ¡Ah! –Contestó a duras penas el ojinegro.

 

Movía sus caderas de arriba debajo de forma inconsciente, lo que satisfacía de sobremanera la visión del pelirrojo.

 

Finalmente penetró al moreno con el primer dedo, a lo que este dio un pequeño respingo, pero no pareció poner pegas.

 

Se acostumbró rápidamente a la primera intromisión, debido a su alto punto de excitación, y  con una tímida mirada, dio su consentimiento para que Hiroto continuara.

 

El pelirrojo introdujo el segundo dedo con cuidado, para no dañar a su pequeño, y aumentó el ritmo sobre su miembro para que se le hiciera más ameno acostumbrarse al dolor.

 

-Hi-Hiro, p-para… - Consiguió articular Mido, entre jadeo y jadeo –si sigues así, n-no aguantaré- Dijo finalmente el peliverde, recuperando el aire perdido mientras hablaba.

 

-A-aguanta un poco… - Dejó de masturbarle y recolocó las piernas del peliverde sobre sus hombros, aproximando al máximo sus cuerpos.

 

-Mido, voy a hacerlo –Avisó el pelirrojo, retirando sus dedos de la entrada del peliverde y  sosteniendo firmemente la cadera de este.

 

Midorikawa tragó saliva y apretó sus dientes con fuerza, preparándose para lo que venía ahora.

 

Hiroto empezó a introducir su miembro lentamente en la entrada del moreno, intentando moderar sus respiraciones. Estaba muy excitado. Había esperado este momento mucho tiempo, y no quería dejarse llevar por sus impulsos.

 

Midorikawa emitía gemidos ahogados, de dolor y placer, que le eran imposibles contener por más tiempo.

 

Poco a poco consiguió entrar del todo dentro del menor, y una vez así, sólo era cuestión de esperar a que el peliverde se acostumbrara.

 

Hiroto cambió levemente de postura, apoyando sus brazos en el colchón, a la altura del pecho del moreno.

 

-¿E-estás bien? –Preguntó con voz grave al pelirrojo, a lo que Midorikawa asintió sin levantar la cabeza de la almohada.

 

-¿Puedo…? -. Midorikawa tardó en contestar, pero finalmente le dio su aprobación con la mirada.

 

Hiroto cogió aire y empezó a moverse lentamente, comenzando un vaivén que poco a poco iba cogiendo fuerza.

 

-¡A-aah! –Midorikawa se estremeció y encorvó la espalda como acto reflejo a la extraña sensación que estaba experimentando.

 

El pelirrojo no aguantó mucho tiempo ese tortuoso ritmo, y aceleró las embestidas sin previo aviso. Estaba extasiado, era sin duda la sensación más placentera que había experimentado nunca.

 

-Hi… Hi..ro –Le llamaba como podía el peliverde, haciendo un gran esfuerza por acallar sus gemidos –De… desáta…me –. Parecía más una súplica que otra cosa. A causa del movimiento de sus cuerpos, la toalla le había empezado ha hacer daño en las muñecas, aparte de que era incómodo. Hiroto no era el único que quería explorar el cuerpo del otro.

 

El pelirrojo paró un momento y comenzó a desatar el nudo que apresaba las doloridas muñecas de su pequeño. Nada más hacerlo el moreno se aferró a él, abrazándole con fuerza y clavando ligeramente sus uñas en la espalda del pelirrojo.

 

-Con… continua –Susurró de forma casi inaudible, pero gracias a su cercanía llegó a los oídos de su chico, y este comenzó nuevamente a embestir a su pequeño.

 

Se sentía culpable por haber sido cruel en un principio con el peliverde, por eso de haberle atado… Ya se lo compensaría con un helado.

 

-Mido… a-ah… -Hiroto ya estaba en las últimas, pero estaba conteniéndose todo lo que podía para complacer a su querido uke.

 

Midorikawa notaba la exaltada respiración de su chico, así como sus graves gemidos y las pequeñas gotas de sudor y agua resbalar por su pálida piel. Él tampoco aguantaría mucho más.

 

Continuaron el ritmo, aumentando su velocidad por momentos, hasta que ninguno de los dos pudo contenerse más, y acabaron con un profundo gemido por parte de ambos.

 

Mido sintió como le abandonaban sus últimas fuerzas, y cayó pesadamente sobre el colchón, seguido del pelirrojo, que tuvo que controlarse un poco para no aplastar al peliverde con su cuerpo. Se recostó sobre él con cuidado y salió del interior del peliverde de igual forma, una vez relajado se dio el gusto de coger una gran bocanada de aire, bien merecida.

 

-Ah… Mido-chan… -Le llamó, aun sin haber recuperado el aliento.

 

Este sólo giró la cabeza para poder mirarle, no tenía fuerzas para hablar.

 

-¿Te… Te ha gustado? – Preguntó esperanzado el oji-jade, moviendo torpemente su brazo

 

hasta colocarlo sobre la frente del moreno, quitando algunos pelos que le tapaban el rostro.

 

Mido abrió los ojos pesadamente y le dio un beso en la mejilla al pelirrojo.

 

-¿Eso es un sí? –Preguntó burlonamente el pelirrojo, devolviéndole el beso al su pequeño.

 

No hubo contestación. Mido ya estaba en el mundo de los sueños.

 

Hiroto le dedicó una sonrisa llena de amor, y con mucho cuidado se levantó de encima de él y le arropó para que no cogiera frío.

 

Gateó por el suelo hasta la mesa de la sala, y con todo el esfuerzo del mundo se levantó para coger su móvil.

 

Cuando lo tuvo en sus manos busco su carpeta de contactos, y escribió un pequeño mensaje, que luego envió a uno de los susodichos.

 

-Misión cumplida –Dijo alegremente para sí mismo, mientras emprendía el camino de vuelta a su lecho, dónde le esperaba su adorable novio, y dónde podría descansar después de un duro día de… ¿trabajo?

 

 

 

 

Notas finales:

Jou... ;////; Prometo que me esforcaré mas >////< de verdad... no me odiéis.... TT^TT No me merezco comentarios, ni siquiera me merezco tomatazos oO///Oo


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