Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Terremoto en el piso 23 por Ruu Ochibisan

[Reviews - 133]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Madre mía, madre mía, madre mía! >////< ¡He tardado más que nunca en actualizar! ;///; lo siento mucho, se me han juntado un montón de cosas; estudios, mudanza, malos rollos... en verdad que lo siento, pero he intentado compensarlo con un capítulo más largo de lo usual, y con bastante contenido u////u espero que no me odiéis mucho por esto. Gracias por leer~~ :3

-Yuuto ¿Podrías apartarte? Me das calor – Rompió el silencio del ambiente cierto chico de ojos verdes, que empujaba con desgana hacia un lado el cuerpo de su compañero.

-Que poco romántico eres a veces, en serio – Contestó el estratega sin molestarse en abrir los ojos, ignorando el hecho de que Fudou le intentara echar de la tumbona.

-Yuuto – Repitió algo más fuerte mientras se incorporaba y le miraba furtivamente.

-Cariño, vete a darte un chapuzón, te refrescas un poco, y vuelves –Le sugirió el ojirojo, sin mover ni un músculo.

-… Eres una mierda de novio. – Fudou se puso en pie con cara de pocos amigos. La verdad es que la idea no le había parecido mal del todo, pero le molestaba que el otro estratega ni siquiera se molestara en mirarle a los ojos.

Desentumeció sus articulaciones mientras se acercaba a la orilla a paso tranquilo, y sin pensárselo mucho se metió en el agua de una zambullida.  Estaba helada, así que dio un par de largos y salió de esta tan rápido como había entrado. Volvió a su querida y ocupada tumbona y se puso frente a su, en esos momentos, perezoso novio.

-Kidou, déjame un hueco –Exigió.

El chico de ojos carmesí refunfuñó por lo bajo, abrió los ojos y enfocó su mirada en la silueta de Akio.

-Mmm… Qué sexy –Dijo con una pequeña sonrisa mientras extendía los brazos hacia Fudou.

Su cuerpo resplandecía por el reflejo del Sol en las gotas de agua que lo empapaban, remarcando su delgada silueta, y su pelo caía libre y despeinado por su frente, y algún que otro mechón por su rostro.

-Ven aquí –Le dijo con tono cariñoso, sin borrar la sonrisa de su cara.

El número ocho del Inazuma se quedó mirando a su compañero, algo pensativo, pero acabó encogiéndose de hombros y se dejó caer sobre el cuerpo del otro, empapado como estaba.

-Uh, que fresquito estás –Le susurró alegremente. Fudou sonrió ante el comentario pero no dijo nada, sólo se volvió a acomodar sobre el chico de ojos rojos, para volver a echarse una siesta.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-Me alegro de que esos dos se hayan reconciliado – Sakuma giró levemente la cabeza para mirar a Genda mientras que este hablaba –Así, con un poco de suerte, Kidou se mudará a la habitación de Fudou, y no tendremos que esperar a quedarnos solos en la habitación para tener un poco de intimidad -. El castaño sonrió pícaramente y se tumbó sobre su toalla, jugando con los pies en la arena. -¿No crees que estaría bien?- Sakuma asintió – Kidou me cae muy bien, y es un buen amigo, pero creo que ahora necesitamos algo más de tiempo para nosotros, y él para Akio -.

-Sí, lo sé… Además, creo que Kidou se lo pasará mejor con él que con nosotros – Rió el moreno, a lo que el chico de ojos azul oscuro rió también.

-Pero hay que reconocer que era divertido ver a Yuuto estresado pidiéndole perdón a Fudou –Agregó el chico de cabellos claros.

-Qué malo eres –Le dijo en tono de broma el portero.

-¡Ja! Si tú eres el que más se ha reído –Le dijo burlonamente el otro.

El castaño le sacó la lengua al delantero y casi al instante se puso en pie y se alejó un par de metros corriendo, llenando de arena al moreno en el proceso.

-¡Venga Sakuma, mueve un poco tu bronceado culo y a ver si me coges!- Le retó Genda mientras se alejaba del chico del parche, sin esperar ni siquiera a que este contestara.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-¡Cuidado! – Se escuchó gritar a un chico, cuya voz era conocida. Kazemaru rápidamente se dio la vuelta para ver lo que pasaba, encontrándose con Genda haciendo una especie de regate imposible para no chocarse con Hiroto y Midorikawa, que estaban durmiendo en su tumbona tranquilamente.

El chico de ojos azul oscuro, de alguna forma, desafiando las leyes de la gravedad y la lógica, consiguió no caerse sobre ellos, pero se tropezó con una de las patas de la tumbona y el pobre Mido acabó en el suelo de cabeza, y Hiroto se despertó al notar tanto movimiento a su alrededor, encontrándose con su adorado peliverde escupiendo la arena que casi se había tragado al caer.

-¿Mido? ¿Estás bien? –Le preguntó mientras le ayudaba a levantarse, cogiéndole de un brazo.

-S-sí –Dijo mientras intentaba quitarse la arena de la cara.

-Déjame que te ayude –Cogió su toalla y con cuidado le limpió la cara, mientras que Mido se sacudía las manos, que también tenían algo de arena.

-Se me ha metido arena en el ojo –Se quejó el moreno, que mantenía el ojo derecho cerrado fuertemente –¡Escuece!- Dijo algo más alto, con expresión de dolor, mientras agitaba las manos.

-Ven, vamos a buscar algún sitio donde nos dejen usar el baño –Habló el pelirrojo de ojos verdes, tomando la mano de su novio y comenzando a caminar por la arena, hacia la zona de restaurantes costeros.

Los demás veían como Midorikawa y Hiroto se alejaban lentamente, mientras el primero se quejaba por lo bajo y se restregaba el ojo, y viendo como Hiroto le regañaba diciendo “No te lo toques”.

Luego sólo hubo silencio, y poco a poco todos desviaron su mirada hasta dar con el culpable de esa situación… sólo había un problema; Genda ya estaba muy lejos de allí, seguramente Sakuma seguía persiguiéndole.

-Kaze –Llamó la atención del peliazul el capitán de la selección japonesa – Vamos a dejar el partido para más tarde, los chicos ya están cansados ¿Te apetece que hagamos algo juntos?–Dijo con su amigable tono de siempre, a lo que el defensa le sonrió y asintió.

-Claro ¿Qué quieres hacer? –Preguntó ahora el ex-atleta.

-Lo que tú quieras –Respondió, quitándole importancia –Lo que me importa es estar contigo -.

El chico de ojos color cobre se sonrojó levemente y sonrió con algo de nerviosismo. A veces la sinceridad de Endo le jugaba malas pasadas.

-N-no sé, cualquier cosa está bien –Respondió con un deje de timidez, llevándose una mano a la nuca y la otra tras de sí.

-¿Te apetece hacer algunas compras? Yo, al menos, no he comprado nada todavía, y querría llevarme algún recuerdo, s-si te parece bien, claro –La sonrisa de Endo no desapareció en ningún momento mientras hablaba. Estaba muy emocionado, y se notaba a la legua.

-Por supuesto –Respondió Kazemaru - ¿Nos vamos ya? -.

-Tengo que ir al hotel a por ropa y a por dinero –Recordó que no se había traído ropa de calle, ya que como el hotel estaba a pie de playa, se podía ir en bañador directamente.

-Sí, yo también tengo que cambiarme y coger algunas cosas-. El peliazul se puso las sandalias con las que había venido, y los dos chicos se despidieron con la mano de su equipo y demás compañeros.

-¡Nos vemos luego! –Dijeron a dúo, y simplemente se fueron al hotel.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-¿Te gusta esta? –Preguntó el menor mientras le tiraba la prenda a su hermano, que como no estaba atento en ese momento a lo que hacía el pelirrosa, no cogió la camiseta, y le dio de lleno en la cara. Atsuya ni se enteró, seguía rebuscando en su maleta.

-Sí, no está mal –Respondió quitándose la prenda de la cara e inspeccionándola. Era una camiseta de tirantes blanca.

-Tienes razón, demasiado sosa – Afirmó el menor de los Fubuki, descartando la prenda de su posible vestuario.

-Yo no he dicho que… -Nuevamente, otra camiseta impacto contra su cara, interrumpiendo sus palabras.

-Esta es más colorida, pero es de manga larga… mmm… ¿No tenía una parecida sin mangas? –Hablaba consigo mismo Atsuya, que seguía desperdigando su ropa por la habitación.

-¿No es esta? – Preguntó fijándose en la camiseta que le había lanzado su hermano, por segunda vez.

-¿Eh? –Giró la cabeza nuevamente y examinó con alegría la susodicha prenda.

-¿Cómo es que la tienes tú? –Se levantó rápidamente para cogerla, y nada más tenerla en la mano se la puso, ignorando el hecho de que se le había caído la toalla al levantarse. Después de todo, tenía confianzas con su hermano.

Era de color blanco, pero tenía las mangas de color azul claro, con una calavera negra dibujada en el centro.

Shiro sólo se limitó a sonreír nerviosamente, con varias gotitas de sudor en la nuca. Qué distraído se volvía el menor cuando se le metía algo en la cabeza, tal y como lo recordaba.

-Me gusta como me queda, me hace más delgado –Comentó para sí mismo, mirándose en el espejo de la sala. La camiseta era un poco corta, y cuando movía los brazos o saltaba, se le veía parte del abdomen hasta el ombligo, dependiendo del movimiento que hiciese.

-¿Más delgado? Como adelgaces medio gramo  más, parecerás un esqueleto – Dijo con tono de regañina el mayor, aunque claramente no estaba enfadado por el comentario, solo le molestaba, de alguna manera. Atsuya le sacó la lengua sonriente.

-Anda, termina de vestirte –Le sugirió el mayor. Se levantó del sofá en el que estaba sentado y comenzó a vestirse también, empezando por la ropa interior. No era tan exhibicionista como su gemelo.

El pelirrosa no tardó mucho en volver a su tarea. Se puso unos vaqueros negros y anchos, por encima de la rodilla, con bastantes bolsillos, y unas zapatillas deportivas con cordones.

Shiro no se lo pensó mucho. Se puso los primero que encontró, y que combinara mínimamente, que fueron unas bermudas blancas con tirantes caídos, una camiseta turquesa pálido de manga corta, y unas zapatillas tipo convers de color rojo.

-Te queda muy bien –Le dijo Atsuya con una sonrisa y un casi invisible rubor sobre las mejillas.

-Gracias, lo mismo digo de ti –Le respondió con una sonrisa suave, típica de él.

-Bueno ¿Ya estás listo? Recuerda que nos esperan en la playa. Tenemos prisa –Le recordó Shiro.

-Me tengo que peinar, no tardo nada –Gritó el pelirrosa desde el baño, donde terminaba de darse los últimos retoques.

El chico de pelo plateado miró el reloj de la habitación y suspiró. Llegaban tarde para su gusto.

-Ya estoy –Anunció mientras aparecía por el umbral del salón, con su mochila a la espalda, y el pelo peinado, bueno, más bien dicho, despeinado hacia atrás, excepto parte de su flequillo, que le cubría la frente.

-¿Nos vamos?- Preguntó tranquilamente.

Shiro abrió la puerta de la habitación, cogió su mochila con lo justo y necesario, y cuando Atsuya estuvo fuera cerró la puerta con llave.

-¿Yako no viene? –Preguntó algo sorprendido el defensa y delantero del Inazuma.

-Está durmiendo. El pobre ha estado toda la noche perdido por ahí, y está cansado -. Le miró alegremente y palmeó su hombro con suavidad –No te preocupes, le conozco, se pasará todo el día durmiendo. Además, le he puesto un cuenco con agua, sólo tenemos que acordarnos de traerle algo de comida cuando volvamos-.

-Vale, me lo apunto -.

Los dos chicos comenzaron a caminar por los pasillos con paso veloz. El peliplata tenía más prisa por llegar que su gemelo.

Tras un corto paseo por las instalaciones llegaron a la salida. No hubieran tardado tanto si Atsuya no le hubiera ido guiñando el ojo coquetamente  a cada persona que se le quedaba mirando, aunque era divertido verlo. El pequeño pelirrosa era un rompe corazones en toda regla.

Salieron a la calle cuando Atsuya terminó de hacer su debut como inquilino en el hotel, y Shiro aprovechó para acelerar la marcha y llegar en pocos minutos a la playa, donde su novio le esperaba, y quien sabe, quizás su futuro cuñado también.

-¡Cuánto Sol! –Se quejó el menor, rebuscando en su mochila, hasta que encontró lo que quería. Unas bonitas y resplandecientes gafas de Sol.

-Mucho mejor –Comentó aliviado al ponérselas.

Shiro rió levemente. –Creo que yo haré lo mismo –Comentó divertido mientras imitaba el gesto de su hermano pequeño.

-Date prisa, Goenji y Afuro estarán a punto de venir a buscarnos, con todo lo que hemos tardado… –Shiro cogió la mano del pelirrosa y comenzó a correr, no muy deprisa, pero lo suficiente para que ambos que tuviera que sujetarse las gafas para que no se les cayeran.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Abrió los ojos pesadamente, y tardó unos segundos en conseguir ver con claridad. Lo primero que distinguió fue el llamativo color rojo del pelo de su novio, que simplemente descansaba a su lado, esperando que repusiera fuerzas, para ducharse y volver a la playa.

Se llevó una mano a los ojos para quitarse alguna legaña que hubiera podido formarse, lo que hizo que el chico de fuego notara que su compañero estaba despierto.

-Me quedé dormido, perdona –Se disculpó el peliblanco, mientras estiraba un poco las piernas.

Haruya sonrió y se incorporó sobre la cama, imitando el gesto de Suzuno y estirando sus articulaciones.

-No pasa nada, es normal –Le dijo tranquilamente. –Voy a preparar el baño, ¿Quieres dormir un poco más mientras tanto? –Se recostó levemente sobre el moreno y le recolocó la almohada, para que estuviera cómoda y mullida.

-Cinco minutos más… luego despiértame ¿Vale? –Se acurrucó perezosamente en el revoltijo de sábanas y volvió a cerrar los ojos para conciliar el sueño.

Burn le besó la mejilla de forma tierna y rápidamente fue al baño a preparar la bañera, aun sin haberse puesto algo de ropa que tapara sus vergüenzas.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

El viento soplaba suavemente alrededor de la costa, y el oleaje era perfecto para los que se aventuraran a surcar las olas.

Cerca de la orilla, un adolescente que llevaba una tabla de surf bajo su brazo derecho, se adentraba en el agua, con otro joven detrás de él.

-¿De verdad me enseñarás?-  Preguntaba alegremente un chico de cabello castaño y grandes ojos azules, mientras poco a poco el agua iba cubriendo más parte de sus cuerpos al ir adentrándose en el mar.

-Claro, no es muy difícil, sólo hay que cogerle el punto –El mayor de los dos, el cual tenía el cabello despuntado y de un tenue color rosa, se volteó un momento para sonreírle confiadamente y volvió a mirar al frente, buscando una zona suficientemente profunda y tranquila, para que Tachimukai pudiera aprender con más facilidad.

-Te lo agradezco, pero te advierto que no tengo mucha habilidad para estas cosas –Dijo algo nervioso –De hecho, soy pésimo –Se llevó una mano a la nuca y rió nerviosamente, hasta que chocó con la espalda del mayor, que se había parado de golpe.

-Este es un buen lugar –Dijo tranquilamente, y dejó su conocida tabla con el número 273 flotando sobre la superficie del agua –Bueno, ¿Qué quieres hacer primero; Practicar el equilibrio o el impulso? –Preguntó mientras se volteaba para mirar al menor nuevamente.

-Eh… ¿El equilibrio? –Dijo al azar, un poco dubitativo, pues no sabía por cual decantarse.

-Genial –Le contesto el pelirrosa. Se acercó a la tabla y la sujetó por los lados, para que no se moviera –Sube -.

El portero asintió, y muy decidido comenzó a subirse en la tabla. Primero se puso de rodillas, con bastante facilidad, y poco a poco comenzó a incorporarse con ayuda del moreno.

-Apóyate en mis hombros si quieres –Le ofreció amablemente Tsunami, sin soltar la tabla en ningún momento.

-V-vale –Puso ambas manos, una en cada hombro del surfista, y apoyándose sobre estos consiguió despegar las rodillas de la tabla, quedando prácticamente en pie, pero con las piernas flexionadas y cogido todavía de los hombros de su compañero.

-Muy bien, ahora intenta ponerte un poco más recto –Le animó el mayor. Tachimukai obedeció como pudo, y muy lentamente fue incorporándose. Dejó de apoyarse en los hombros de Tsunami y consiguió estabilizarse él sólo, aunque su equilibrio era algo inestable.

-¿Así? –Preguntó el castaño mientras luchaba por no caerse.

-Sí, muy bien -Le dedicó una sonrisa cálida y se desplazó a uno de los extremos de la tabla, sin soltarla. –Ahora voy a soltar la tabla, intenta aguantar de pie ¿Vale? –

Tachimukai empalideció. –E-espera, ¡Me voy caer si la…! –Pero ya era tarde, Tsunami había dado impulso a la tabla y la había soltado, por lo que ahora flotaba a su antojo.

Yuuki, haciendo fallidos intentos por no hacer el ridículo delante de su flamante moreno, no duró mucho antes de caer al agua.

Tsunami enseguida se acercó al pequeño y le ayudó a ponerse en pie sobre la arena del fondo marino.

-Ya te dije que no se me daba bien –Dijo con un pequeño rubor el portero.

-Es normal caerse al principio, nadie nace sabiendo –Le revolvió el cabello juguetonamente y volvió a poner la tabla en posición.

-Una vez más –Le sonrió como él solía hacerlo, dando ánimos al pequeño castaño, que no podía negarse ante los encantos de mayor.

-Vale, vale, pero ya sabes –Le advirtió fingiendo un leve enojo, mientras volvía a repetir el procedimiento, comenzando a subir a la tabla lentamente.

Se arrodilló sobre ella, y cuando fue a ayudarse de los hombros del pelirrosa para poder ponerse en pie, notó como este miraba con seriedad y concentración el agua, algo que le llamó la atención, pues era raro ver al moreno sin una sonrisa en la cara.

-¿Qué ocurre, Tsunami? –Preguntó con curiosidad, apoyando sus manos en la tabla del surfista.

-No te muevas… -Contestó en un susurró el defensa, lo que dejó todavía más desconcertado al portero.

-¿Qué no me mueva? –Interrogó el vos alta, sin comprender a lo que se refería su compañero.

-Hazme caso Tachi –Volvió a susurrar el moreno, que había empezado a moverse con mucho cuidado en dirección a la orilla.

El castaño  empezaba a preocuparse por la extraña actitud de su flamante moreno, y ya que parecía estar muy concentrado, prefirió mirar directamente lo que pasaba en el agua, antes que preguntarle.

Al principio no vio nada. Observó la mirada de Tsunami, y fijándose en su punto de vista enfocó s mirada en el mismo punto, distinguiendo así un pequeño objeto bajo la superficie, de color blanquecino.

-¿Qué es eso…? –El pelirrosa no tuvo tiempo de contestar, ya que antes de eso, el grito de una chica lo hizo por él.

-¡MEDUSAS! – Anunció una voz aguda y chillona, haciendo que más de uno se sobresaltara del susto, y que los que estuvieran en el agua se dieran prisa en salir de allí.

De un momento a otro todas pal persona que estaban dentro del mar se movilizaron, dejando las aguas desiertas.

-¡Ay¡ ¡Mierda! – Exclamó el moreno antes de que salieran del agua, sin soltar a Tachimukai, al que sujetaba con loso dos brazos para que la gente que pasara por su lado no le tirara de la tabla.

-¿Estás bien, Tsunami? –Preguntó bastante preocupado el menor justo en el momento en que llegaron a tierra y pudo apoyarse en la arena para hablar con su querido surfista.

-¡Me ha picado en el pie la muy…! –Llegó cojeando hasta su toalla y se sentó pesadamente sobre ella, observando su pequeña pero dolorosa picadura. -¡Joder, como escuece!-.

El pequeño Tachimukai no tardó en ponerse a su lado para examinar la herida, dándole demasiada importancia a esta, exagerando un poco la situación.

-¿L-llamo a una ambulancia? -Cogió la mano del moreno como si fuera su último minuto de vida, con los ojos llorosos y un puchero triste.

-No es para tanto Tachi, no te preocupes –Le trató de tranquilizar –Con que luego compremos una pomada para este tipo de cosas será más que suficiente. Es una picadura muy pequeña ¿Ves? -.

El defensa acarició con cuidado los húmedos cabellos del castaño y le dedicó una sonrisa sincera, de las suyas.

-Sí… Lo siento –Le devolvió la sonrisa, pero de forma más tímida –Y gracias por sostenerme antes, si no seguro que me hubieran picado también -.

-No ha sido nada, lo he hecho encantado. –Deslizó su mano desde su cabeza hasta la nuca, acariciándola suavemente – Proteger a mi precioso niño es mi prioridad –Acercó al menor hacia su cuerpo y besó su frente con delicadeza, haciendo que el menor se sonrojara, acto que pasó desapercibido entre el escándalo que se había formado.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

El viento mecía el cabello de ambos chicos mientras esperaban sentados en un banco a pie de playa. El más moreno de ellos no parecía muy descontento con el hecho de que el Sol les diera de lleno, mientras que el rubio de ojos carmesí se cubría los ojos con la mano derecha. Se habían aburrido de esperar pasando calor en la arena, así que se habían arreglado con la ropa que habían traído a la playa y se habían refugiado en la irregular sombra de unas palmeras.

 

Pasaron unos escasos segundos, cuando apareció un gracioso dúo formado por dos gemelos prácticamente idénticos, a excepción del pelo y sus expresiones faciales. Uno de ellos presentaba una sonrisa tierna y algo nerviosa, seguramente debido a que llegaba tarde a un compromiso, mientras que el contrario fruncía el ceño de forma adorable, haciendo un puchero mientras hablaba con su acompañante.

Goenji se puso en pie al reconocer a su pareja y al hermano de este, y llamó la atención del rubio para avisarle, aunque no hizo falta, ya que el dúo era bastante llamativo.

Los Fubuki seguían andando con prisa, buscando con la mirada a los chicos con los que habían quedado, aunque estaban mirando en dirección opuesta debido al cambio de posición de sus compañeros.

-¿Crees que se habrán ido? –Preguntaba el mayor, algo alterado por no reconocer al delantero entre la gente que allí estaba.

-Tsk, ¿Y yo qué sé? Se habrán ahogado o algo –Comentó sin mucho interés el pelirrosa, cruzándose de brazos.

-Atsuya, así no me ayudas… - Se quejó Shiro, justo antes de sentir como unos fuertes brazos lo rodeaban por la espalda.

-Qué mono qué eres Shiro, siempre preocupándote demasiado –Goenji besó la mejilla del chico níveo sin cambiar de posición, haciendo que se sonrojara levemente.

-Shuuya, no hagas eso –Le regañó falsamente mientras sonreía al ver que su novio no estaba molesto por su retraso, aunque él no se enfadara por ese tipo de cosas. Lo importante era que ya se habían reencontrado, y podían dar un paseo tranquilo y disfrutar del clima y el lugar.

Y aunque la parejita estaba de lo más feliz, el menor de los Fubuki fruncía el ceño, dando a entender que ver al goleador de fuego tratando con tanta confianza a su hermano no le agradaba en demasía. Ni siquiera se había molestado en mirar mal al otro rubio.

-¿Y qué hacemos? –Preguntó Afuro, acercándose al grupo de jugadores –Está empezando a hacer demasiado Sol como para quedarse aquí, nos acabaremos  carbonizando. –Y razón no le faltaba, el Sol era muy intenso ese día, y a juzgar por la piel color blanco inmaculado de los gemelos, no durarían ni medio minuto fuera de la sombra.

-¿Al cine? –Propuso el mayor de los gemelos.

-Ni de coña –Negó rápidamente el pelirrosa. -``¿Y dejar qué ese idiota te meta mano mientras vemos la película? ¡Y una mierda!´´-.

-Bueno… ¿Y la bolera? –Volvió a preguntar el mayor de los Fubuki.

-Aburrido –Volvió a decir Atsuya.

-¿Y qué propones?- Preguntó el moreno de ojos negros, mirando expectante al pelirrosa, con una gotita en la nuca.

-Yo hubiera preferido quedarme en casa con Shiro – Refunfuñó el menor mientras se aferraba al brazo del aludido, aproximando las mejillas de ambos gemelos

-Atsuya, venga, no seas así –Le pidió Shiro, usando sus ojitos de “niño inocente e indefenso” que enternecían a cualquiera –Vamos a tratar de pasar un buen rato todos justos ¿Sí? –Añadió una sonrisa infantil para rematar la tarea de engatusar a su hermanito, que por cierto, no había podido evitar que un pequeño rubor se adornara las mejillas, por lo que hizo un puchero y apartó la mirada del grupo y de su hermano.

-Qué remedio… -Murmuró mientras cedía a la petición de su gemelo, tratando de parecer desconforme con lo pactado.

Por otro lado los semes disfrutaban del show que les mostraban los hermanitos Fubuki, ya fuera por las caritas tiernas de Shiro o por los adorables berrinches de Atsuya, esa pareja parecía salida de alguna serie de televisión.

-``Qué monos´´-Pensaron a dúo mientras sonreían hacia sus adentros. Sus planes para ese día parecían prometedores si ese par estaba incluido.

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

El peliverde suspiró aliviado mientras mantenía su mano apretando muy suevamente su ojo dolorido, el cual acababa de limpiar con agua, y ya casi no le molestaba, sólo tenía que esperar un poco para volver a la completa normalidad.

-¿Mejor ahora? –Preguntó Hiroto, el cual se mostraba algo preocupado por su novio, aunque realmente no era nada grave.

-Sí, ya estoy bien –Le dedicó una sonrisa tranquila y se acercó a él, casi de forma coqueta, hasta estar a pocos centímetros de distancia de la cara del otro. –Gracias por ayudarme –Le besó suavemente los labios y volvió a sonreír, esta vez de forma juguetona.

-No ha sido nada -Respondió el pelirrojo con un pequeño rubor y una sonrisa nerviosa. Quizás era una sensación suya, pero notaba algo raro, no en el mal sentido, en el comportamiento de Mido. -Me alegro de que ya estés mejor ¿Quieres volver con los demás? Aunque podemos dar una vuelta o ir a algún lado…- Se preguntaba si esa sonrisilla que le había dedicado tenía doble significado.

El peliverde se replanteó por un momento la oferta, hasta que se decidió a hablar. -¿Tú qué prefieres?- Le respondió con otra pregunta de forma tranquila, mientras retiraba su mano del ojo en cuestión, abriendo este lentamente. Sólo estaba un poco rojo, pero no era nada que no se curara en media hora como mucho.

-¿Yo? – Preguntó en alto el chico de ojos jade -``Llevarte al hotel y enseñarte un par de posturas nuevas´´- Pensó Kiyama, aunque obviamente no lo dijo en alto.

-La verdad es que me da igual, cualquier opción está bien –Hiroto respondió con su usual tono tranquilo y respetuoso, mientras en su mente tenía lugar una guerra interna por expulsar pensamientos que pudieran resultar tentadores sobre cierto peliverde.

-Oh… Yo pensaba que con todo lo que me mirabas, tenías algo en mente –Por sus labios asomó un gesto bastante singular, sugiriendo que lo que fuera que pasara por su cabeza no era nada muy inocente. A este gesto se añadió un leve movimiento de cabeza hacia la izquierda, sin perder el contacto  visual en ningún momento, y un alzar de cejas bastante significativo.

Hiroto miró a Midorikawa durante unos instantes, como si buscara la razón de esa actuación del peliverde en  la inmensidad del cosmos espiritual. Quería creerse esas palabras.  Necesitaba creérselas.

Abrió la boca para hablar, pero antes de emitir sonido alguno, Ryuuji ya había contestado a su pregunta antes de tiempo.

-No bromeo con estas cosas –Aseguró el chico de ojos oscuros, mientras jugaba tranquilamente con uno de sus mechones.

-P-pero… ¿Cuándo, cómo…?- El pelirrojo estaba que no se lo creía. Pensaba que tras su placentera, pero puede que un pelín violenta primera vez, tendría que hacerse de rogar para conseguir consentimiento de su chico.

-Bueno… -Parecía que por un momento el peliverde volvía a recobrar un mínimo de su timidez, o eso pensó Kiyama -Es que me gustas mucho, Hiro-chan -.

Y otra vez, con pesar, se tapó la nariz con las manos para contener la hemorragia. No se esperaba ese tipo de contestación tan ¿Explícita? Y le había pillado con la guardia baja y las hormonas al acecho.

-Interpretaré eso como un “Yo también te quiero”, pervertido -Rió el amante del helado mientras se acercaba a su compañero y le ayudaba, dentro de sus posibilidades, a limpiarse la sangre.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-El baño ya está listo, Suzuno –Le acariciaba la espalda suevamente para despertarlo, consiguiendo que el peliblanco poco a poco fuera volviendo en sí, encontrándose con Haruya a su lado, sonriéndole tiernamente.

-El baño ya está listo –Repitió con un tono de voz suave y calmada. Suzuno se fue incorporando hasta quedarse sentado en el colchón, y una vez así le acarició la cabeza con cuidado.

-Gracias –Le contestó en un susurro, seguramente le era más fácil susurrar que alzar la voz, ya que acababa de despertarse.

El pelirrojo sonrió felinamente y se puso en pie, dejando espacio al chico de ojos azules para que se levantara también.

-Ven, vamos –Le ofreció la mano, que el peliblanco no tardó en coger, y le ayudó a levantarse, aunque Suzuno no parecía tener problemas de movilidad.

-¿Estás bien?- Nagumo parecía contento ante la salud física del moreno. Se esperaba que le doliera a horrores la espalda, por lo que se alegraba equivocarse.

El moreno asintió y comenzó a caminar hacia el baño aun con la mano de Burn entre sus dedos. Sí que le dolía un poco la espalda, pero era tan poca cosa que no le pareció necesario decir nada.

Abrieron la puerta del baño, y Suzuno fue el primero en meterse en la bañera, seguido por poco de Haruya, que aprovechó para tumbarse sobre el chico de hielo. Este al principio puso gesto de molestia, aunque realmente disfrutaba de la cercanía y calidez que le proporcionaba el pelirrojo.

-No te emociones mucho, que no estoy de humor para otra ronda –Le dijo el chico de ojos azules a modo de advertencia al ver que el otro chico se recostaba sobre él, y apoyaba la cabeza sobre su pecho.

-Lo sé, lo sé –Sonrió al ver lo desconfiado que era Gazelle. En cierta forma le hacía gracia. –Sólo quería darte mimitos –Se separó un poco para besarle su hombro derecho, y volvió a acomodarse -¿Ves?-.

Suzuno rió levemente y pasó sus brazos alrededor del pelirrojo, abrazándolo contra sí, sin mucha fuerza pero con firmeza.

-Qué adorable eres, Haruya – Sabía que le molestaba que dijera ese tipo de cosas, pero es que en ocasiones Nagumo era realmente tierno.

El aludido puso un puchero acompañado de un rubor muy leve, casi imperceptible – Lo dices para molestarme – Se quejó el chico de ojos ámbar.

-Claro qué no –Hizo una pequeña pausa y sonrió pícaramente –De verdad pienso que eres una monada~ – Le abrazó un poco más fuerte y puso un tono de voz algo más agudo, como si quisiera pasar por una típica fan obsesa.

Burn sólo agudizó su mirada como si acechara al peliblanco. –No me hago responsable de lo que pueda pasarte si sigues con eso–Amenazó con la mirada seria, como diciendo: ``Como te pases será tu culo el que salga perjudicado´´.

-Oh, vamos, no te pongas así – Movió sus manos hasta las mejillas del chico de fuego y lo acercó a su rostro, para besar su mejilla y su oreja.

El ex-capitán del equipo Prominence no parecía del todo complacido, pero se dejó dar cariño por  su novio.

-Bueno, vamos a darnos un poco de prisa – Se sentó sobre la cadera del moreno y cogió una esponja y jabón. De nada les servía haberlo hecho todo con prisas si ahora se pasaban dos horas para bañarse.

-¿Vas a enjabonarme? –Preguntó con tono juguetón el peliblanco.

-¿Te molesta?-.

-No he dicho eso – Se defendió mientras alzaba los brazos, pera que el pelirrojo pudiera comenzar su tarea.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Podía sentir el cálido y entrecortado aliento proveniente del joven que tenía arrinconado contra su propia cama, que pese a todo el forcejeo, había conseguido someter.

-Yuu… -No llegó a completar el nombre de su compañero, ya que este había vuelto a cazar su lengua con la suya propia, haciendo que un leve gimoteo se ahogara en sus bocas.

Aprovechó para subir las caderas del ojiverde, ciñéndolas a su cuerpo y separando sus piernas. Quería y necesitaba terminar con esa extraña agonía que le producía tener el cuerpo desnudo de Akio tan cerca, pero sin poder sentirlo en todo su “explendor”.

Rozó la entrada de Fudou con su miembro, queriendo avisarle que no aguantaba más.

-¡E-espera, Kidou...! –Apretó el agarre que tenía sobre el hombro y el brazo del ojirojo, dejándole marcas bastante notorias, que aunque le dolían, no les prestó la más mínima atención. Sus cuerpos habían quedado “fusionados” tras una fuerte estocada por parte del que ahora llevaba el ritmo de las embestidas.

Fudou ahogaba cada gemido en su propia garganta, evitando que salieran a la luz, ya que no podía enmudecerlos del todo, gesto que no parecía agradar a su acompañante.

-No te reprimas, Akio –Susurró roncamente en el oído del susodicho, deteniendo las embestidas por un momento, para que el estratega pudiera escucharle mejor.

-Que te jodan -. Esa fue la contestación por parte del número ocho del Inazuma. Su voz quebrada pero cargada de prepotencia le producía una extraña excitación que no recordaba haber experimentado nunca.

-``Tendrá que ser por las malas´´ -. Una sonrisa algo sádica apareció de la nada en su rostro, a la par que agarraba con fuerza el pelo de Fudou, dejándole con la cabeza contra la almohada,  y una expresión de dolor en su cara. Ante este gesto tan rudo no pudo evitar dejar salir un leve grito de dolor, fusionado con un profundo gemido que había estado conteniendo hasta entonces, que el mismo Kidou había provocado.

-Hijo de puta… -Volvió a maldecirle el chico de piel pálida, mientras se renegaba a dejarse hacer lo que el moreno quería, ya que no podía hacer nada para impedirlo.

El ritmo iba en aumento, y Kidou ya no necesitaba atajos para que Akio gimiera abiertamente, simplemente acompañaba cada estocada con un leve vaivén de las caderas del ojiverde, que aunque se esforzaba en demostrar cuanto odiaba aquello y al que se lo estaba haciendo, movía su cuerpo al compás, sin que Kidou le hubiera dicho nada. Sonrió por ello.

Sin avisar decidió cambiar de posición, quedando de rodillas sobre la cama, aupando al ojiverde para que quedara sobre su regazo, estrechando aun más el contacto.

-¡Ah! –Akio se estremeció por lo que suponía el cambio de posiciones. Arqueó su espalda mientras apretaba los dientes con fuerza, regañándose a sí mismo por haberle regalado a Yuuto esos gemidos tan audibles.

Por otra parte el chico de ojos carmesí ayudaba a Fudou con el movimiento de su cadera, sujetando esta con fuerza, marcando el ritmo.

No había podido evitar fijarse en lo dulces que sonaban los gemidos de Akio en comparación con su tono de voz usual, y eso le gustaba bastante. Era curioso ver cómo el placer le hacía parecer otra persona con respecto a su voz.

Pero todo cesó en un momento. Las paredes de la habitación se convirtieron en arena y niños jugando con palas, la cama en una tumbona, y su querido Fudou ahora estaba sobre él, tirándole de la mejilla, con cara de pocos amigos.

Sentía que le faltaba el aire, pero no era por su extenuante sesión de sexo con Akio, la cual había sido sólo un bonito recuerdo de lo que pasó no hace mucho tiempo, sino porque el susodicho le había tapado la nariz y la boca hasta conseguir que despertara, dejándole sin oxígeno hasta ese momento.

-¿Qué pasa? –Preguntó con tono risueño y algo mosqueado, una vez recuperado el aire.

-No sé –Contestó con gran ironía el estratega de ojos verdes - Puede que esto te de una pista – Su voz paso a demostrar enfado, o más bien molestia, a l tiempo golpeó con fuerza las intimidades de Yuuto con su puño, el cual se quedó de piedra y con los ojos llorosos, haciendo un gran esfuerzo por no gritar.

-Comprendo que soy irresistible, pero intenta no empalmarte en un lugar público, genio –Sonrió perversamente y se puso en pie, y se fue tranquilamente a saber a dónde, dejando a Yuuto sólo, dolorido, avergonzado y nuevamente dolorido, y obviamente con un problema entre las piernas. Akio no se había contenido nada con ese golpe.

Se dio la vuelta para quedar boca abajo en la tumbona y suspiró pesadamente. Prefería no pensar en nada hasta que no fuera realmente necesario.

-Joder… -.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Caminaban los cuatro por una calle algo lejana a la playa, rodeada de establecimientos de comida, cafeterías, tiendas y todo tipo de puestos.

Shiro caminaba tranquilamente cogido del brazo de su gemelo, mientras observaban con interés la cuidad, buscando a la vez algún sitio agradable paro tomar algo, o bien alguna tienda o sitio que les sirviera de entretenimiento. Goenji y Terumi iban cada uno a un lado de los Fubuki, comentando de vez en cuando algo del paisaje.

-Oye, Atsuya –Shiro sonrió con algo de nerviosismo, llamando la atención del pelirrosa –Sé que esto no viene al caso, pero… - Los cuatro jóvenes se pararon en el sitio, imitando al mayor de los Fubuki, que había detenido su paso para encarar a su hermano.

-¿Qué ocurre? –Preguntó el pelirrosa, mirando a su gemelo con curiosidad.

-Bueno, me preguntaba… ¿Qué has hecho todos estos años? ¿Dónde… has estado? –Preguntó el mayor finalmente, llevándose una mano a la nuca, mientras esperaba una respuesta por parte de Atsuya.

-Oh… -El chico de usual mirada confiada entristeció repentinamente, pero asintió con tranquilidad, esforzándose por sonreír.

-Supongo que te debo una explicación… -Se llevó, al igual que su gemelo, una mano a la nuca y suspiró profundamente. -¿Podemos sentarnos…? –Preguntó con un hilo de voz, bajando la mirada hasta el suelo, haciendo que su flequillo le tapara los ojos.

Terumi puso una mano en el hombro del pequeño, tratando de reconfortarle, pese a que no sabía a que había tenido que enfrentarse o que había tenido que soportar en todos esos años de ausencia.

Los demás le acompañaron hasta un pequeño parque, donde se sentaron en corro alrededor del menor en un banco un poco curvado.

Afuro seguía al lado del chico de rosados cabellos, transmitiéndole su apoyo a través de un pequeño contacto. La mano del rubio en la espalda del menor.

Estaba claro que no le gustaba hablar de ello, pero sabía que tarde o temprano tendría que afrontar la situación.

Por otro lado, Shiro no quería obligarlo, pero quería saberlo. Era algo muy importante para él, y aunque le dolía ver a su gemelo en ese estado de ánimo, tenía que resignarse a ello.

-Todo empezó el día del accidente…- Rompió el breve silencio que se había formado, dejando que entre las sombras que ocultaban su mirada tras su flequillo, asomara su ojo derecho, el cual parecía haberse perdido en la nada.

Notas finales:

Uff... espero no haberos aburrido mucho nwnU por favor, podéis mandarme un review para saber que no me odian y que seguís leyendo este fic ;w; Muchas gracias a todos, nos... ¿Nos leemos?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).