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Terremoto en el piso 23 por Ruu Ochibisan

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Notas del capitulo:

·///· Lo siento... ¡Sé que he tardado muchísimo! Pero tengo que decir que no ha sido mi culpa, no he podido escribir nada en mi pueblo, y me han tenido en un pueblo de ***** sin poder actualizar ni conectarme... u///uUU

 

Caía la noche en la bonita y calurosa ciudad de Benidorm. En las últimas horas las luces urbanas se habían encendido, iluminando las calles, ya oscurecidas por la llegada del ocaso.

La temperatura del día oscilaba alrededor de los treinta y pico grados, aunque conforme pasaban las horas y se ocultaba el Sol los grados comenzaban a descender.

El cielo estaba despejado, como era común en verano, y el atardecer podía apreciarse desde casi cualquier punto de la ciudad.

Desde los teleféricos la vista era excepcional. La silueta de los grandes edificios y el parque de atracciones era lo único que se interponía entre ellos y el mar, que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Terumi y Atsuya estaban solos en el teleférico. Ambos jóvenes guardaban silencio. El pelirrosa miraba por el ventanal, con una mano bajo la barbilla, apoyado un poco contra la pared del vagón. Por otro lado estaba el rubio, cuyo corazón bombeaba sangre a mil por hora. Contemplaba la figura de su compañero desde su asiento, que estaba a poco más de un metro de distancia. El menor de los Fubuki giró levemente la mirada, conectando sus orbes verdosos con los carmesí del contrario, aunque rápidamente volvió a mirar al frente, fingiendo que no había pasado nada, pero en su cara quedaba la marca del encuentro a modo de sonrojo y las cejas fruncidas.

El capitán del equipo Zeus contempló la cara del menor por unos segundos, apartando la mirada al notar el sonrojo del contrario.

La atmósfera que había dentro de aquel cubículo era tan tensa como la cuerda de un arco, ambos chicos fingían que prestaban atención al paisaje, pero ciertamente no podían evitar centrar su atención en cualquier movimiento que hiciera el otro.

 

-Las vistas son geniales desde aquí, con la puesta de Sol… –Comentó el pelirrosa, que ya no soportaba más escuchar el eco de los latidos de su corazón como único sonido en la sala.

-Sí, es una vista preciosa… -Se aproximó al menor, mirando el paisaje por la misma ventana que el pelirrosa, quedando sentados uno al lado del otro, a escasos centímetros de distancia.

Atsuya volvió a desviar la mirada del frente, observando con disimulo como el rubio había recortado la distancia. Aún con la mirada baja y las mejillas encendidas no se atrevió a decir nada.

Nuevamente el silencio reinaba entre ellos. Ahora eran sus respiraciones lo único que amenazaba el silencio, aunque Afuro no parecía conforme con eso.

Tomó aire y cerró los ojos, preparándose para lo que estaba a punto de hacer. Para cuando sus orbes rojos volvieron a abrirse ya tenía muy claro que no iba a dejar pasar esa oportunidad.

Miró la mano que Atsuya tenía apoyada sobre el asiento, y poco a poco fue acercando la suya, hasta llegar a ponerla sobre la del menor de los gemelos.

El chico de piel pálida no tardó en reaccionar, apartando la mano con brusquedad, apoyando ahora sus dos manos sobre su regazo, más enrojecido que antes.

Terumi se sorprendió por el repentino movimiento del chico, quedándose quieto en el sitio, mirando a los ojos del pelirrosa con duda.

Nuevamente sus miradas se chocaron y Atsuya volvió a esquivar al rubio, bajando la mirada con el ceño fruncido. Como era ya costumbre en él.

Tensión.

Aphrodi no sabía qué hacer. Por un lado pensaba en disculparse por haber incomodado al menor con ese pequeño contacto, aunque Atsuya podía tomárselo a mal, ya que por su actitud daba a entender que prefería fingir que no había pasado nada y olvidarse del tema.

-Cuando salgamos del teleférico… ¿A dónde te gustaría ir? – Finalmente habló, pero cambiando de tema por decirlo de alguna manera.

-Es un poco tarde, y estoy cansado… Mejor si regresamos al hotel –Contestó sin retirar la mirada de sus propias manos, sobre su regazo.

-Como quieras –Forzó una pequeña sonrisa y dio por concluida la conversación.  Se sentía fatal, ahora el pelirrosa sólo pensaba en irse, seguramente se sentía incómodo con su presencia. Seguramente era una excusa para regresar que la “cita” acabara cuanto antes.

 

Terminó el trayecto en teleférico y ambos bajaron del vehículo, para emprender de nuevo el camino de regreso al hotel.

A mitad de trayecto Atsuya insistió en comprar comida para llevar, que acabó pagando Afuro, no porque el menor se lo pidiera.

Llegaron al hotel, y finalmente a la puerta de la habitación en la que ahora se hospedaba el pelirrosa.

-Bueno… -El chico de ojos carmesí quería hacer la despedida lo más breve posible – Ha sido divertido, espero que lo repitamos alguna vez –Le dedicó una bonita sonrisa y dio un paso atrás –Buenas noches, qué descanses -. Se volteó para irse, no tenía muy claro a dónde, no estaba cansado ni quería dormir, pero ya se las apañaría para buscar una distracción.

La mano del menor agarrando su chaqueta con fuerza lo detuvo. Susurró algo, pero no llegó a escucharlo.

-¿Qué? –Se acercó hasta su posición y aproximó levemente su oído para llegar a entender lo que decía, dejando de lado por un momento la sorpresa que se había llevado cuando Atsuya le había frenado.

El chico de ojos verdes suspiró con enojo y un leve sonrojo. –He dicho qué gracias -.

Afuro ya no cabía en su asombro, a ver, se suponía que le odiaba o algo parecido.

-Me lo he pasado muy bien, hacía mucho que no veía una puesta de Sol como ésta -Prosiguió el menor – y gracias por invitarme –Miró la bolsa de plástico en la que llevaba la comida que acababan de comprar- Es para Yako- Dijo con una pequeña sonrisa.

-No ha sido nada, me alegro de que te lo hayas pasado bien –Contestó el rubio con una sonrisa sincera, colocándose un poco su pelo. Era la primera vez que le dedicaba una sonrisa exclusivamente a él.

-En fin, entonces te dejo descansar –Volvió a dar un paso hacia atrás, pensando que el menor no tenía nada más que decirle, pero nuevamente fue detenido por el mismo, esta vez fueron sus palabras las que le frenaron.

-Lamento que haya terminado tan pronto, es que… bueno, Yako necesita que le den de comer y estos últimos días han sido, bueno, agitados y… -.

Terumi estaba que no se lo creía. Ahora Atsuya, el orgulloso y cabezota hermano pequeño de Shiro estaba dándole explicaciones, a ÉL.

-Por favor, no te preocupes, es normal que estés cansado –Se atrevió a acariciarle un poco la cabeza y se aproximó a él. –Buenas noches, Atsuya -.

Y de repente ocurrió. El menor se inclinó un poco hacia delante y le besó sutilmente la mejilla, aunque más cercano a la comisura de sus labios. Fue un pequeño roce, muy breve, pero lo suficiente para dejar al mayor toralmente desorientado. –Buenas noches, Terumi -.

El recién nombrado parpadeó un par de veces, y, tras procesar lo que acababa de pasar volvió a la realidad y caminó hacia la salida, hasta desaparecer al cruzar la esquina del pasillo.

 

El pelirrosa sonrió un poco y se dio la vuelta, giró el pomo de su habitación y abrió la puerta, encontrándose a su gemelo con la oreja pegada a la puerta, que casi se le cae encima al abrirla,  con su querido novio al lado, de igual manera.

Silencio. Cruce de miradas. Ansias asesinas comienzan a emanar dentro del cuerpo y la mente del pelirrosa.

Shiro y Shuuya comenzaron a retroceder lentamente, dejando un espacio entre ellos y el recién llegado, que rápidamente recortó Atsuya, aprovechando para entrar en la habitación y cerrar la puerta tras de sí.

Miró a los ojos a su hermano mayor. Miró a los ojos al indeseable de su novio.

Estaba cansado, muchas cosas acaban de pasar, y aunque parezca mentira ni la tentadora idea de patearle el culo al moreno que tiene justo delante le saca de ese estado.

Apretó la bolsa de comida que sostenía con su mano izquierda y sin mediar más palabra que un bufido de desagrado se dirigió hacia la sala en la que se encontraba Yako, el cual al verle dio un salto de alegría y se puso a dos patas, apoyándose en él.

-Hola Yako –Le saludó con una sonrisa cansada mientras le acariciaba detrás de las orejas con la mano libre y le acercaba al hocico la comida que le había comprado, bueno, más bien que le había comprado Terumi –Mira lo que te he traído – Yako ladró y comenzó a mover la cola frenético, tratando de alcanzar la bolsa.

Atsuya cogió el recipiente en el que le habían puesto agua a Yako hace unas horas y tras vaciar lo poco que quedaba, sirvió la comida y lo dejó en el suelo. Yako no tardó en comenzar a devorarlo.

 

Se agachó para poder acariciarle la cabeza y se dirigió al cuarto de Shiro, donde se dejó caer sobre la cama. A los pocos segundos notó un peso extra a su lado y luego sobre él.

-No te enfades Atsuya –Escuchó a su hermano canturrearle al oído mimosamente mientras le rodeaba con los brazos. Atsuya infló los mofletes y giró la cabeza.

-Lo siento, no debimos dejarte sólo con Afuro sin avisarte –Lo abrazó con un poco más de fuerza y le besó la mejilla -¿Me perdonas?-.

El menor se incorporó un poco y le miró a los ojos, aun con el puchero de antes. –Te perdono, pero sólo por esta vez –Murmulló fingiendo que estaba enfadado todavía, aunque ciertamente no podía enfadarse con su gemelo, para eso estaba Shuuya, al que se encargaría de culpar por todo.

 El mayor de los Fubuki sonrió y se sentó a su lado. –Vale, pero… No parece que te haya ido tan mal con Afuro – Su voz estaba cargada de doble sentido - … ¿Te ha besado?-.

-¿QUÉ? ¡NO!-.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-¿A dónde me llevas? –Preguntó a la vez que tironeaba de la camiseta del otro estratega, haciendo que el chico de ojos rojos se recolocara la prenda.

-Ya lo verás cuando lleguemos- Sentenció Yuuto sin girar ni siquiera para mirar a los ojos a su acompañante. Ya quedaba poco para llegar, y quería ser puntual ya que había reservado mesa y no quería que se la quitaran.

El último tramo del trayecto lo hicieron en silencio. Caminaron cogidos de la mano como una pareja normal, disfrutando de la tranquilidad por unos breves momentos.

Llegaron al restaurante en unos veinte minutos, aunque el paseo se les hizo muy agradable, y no les importó. Era un gran local lleno de ricos estirados, como los denominaba Fudou, Con las paredes muy blancas una gran lámpara de araña con adornos de cristal que reflejaban la luz como si fueran diamantes. Sonaba de fondo una pieza de Mozart y los camareros iban y venían apresuradamente, con sus trajes impecables, sirviendo platos realmente caros.

A Fudou nunca le habían gustado esos sitios, y Kidou lo sabía de sobra.

-Yuuto ¿Por qué coño me traes aquí?  Ya sabes que no pinto nada aquí –Bufó mientras se cruzaba de brazos y fruncía el ceño.

El aludido le dedicó una sonrisita amistosa y puso su diestra en el hombro del joven- No seas así, sólo trata de pasártelo bien ¿Sí? –Tras decir eso le dio un leve empujoncito en la espalda para que continuaran caminando hasta donde estaba la recepción, allí el estratega del número catorce se encargó de que le mostraran la mesa que había reservado y una vez allí, los dos se sentaron. A los pocos segundos un camarero les trajo dos menús y se los dejó frente a ella, para después retirarse.

Akio suspiró y cogió la carta sin mucho entusiasmo, pero tratando de poner buena cara a las circunstancias y pasar una velada agradable, después de todo Kidou se había molestado en buscar el lugar, reservar mesa y lo más duro de todo, afrontar la cuenta, aunque para él no era gran cosa, a Fudou le dolía ver números tan elevados en una simple factura de restaurante.

 

-Creo que yo pediré lubina –Comentó tranquilamente el chico de ojos rojos mientras miraba la carta a través de sus usuales gafas.

-Yo tomaré lo mismo que tú –Respondió el número ocho dejando la carta sobre la mesa y volviendo a enfocar sus cristalina mirada en su pareja. –Por cierto Kidou ¿No vas a quitarte las gafas ni mientras cenamos? –Refunfuñó. Le gustaba poder mirar a la cara a su novio y verle los ojos para variar.

-¿Eh? Ah, se me había olvidado –Con cuidado se retiró las lentes y las dejó a un lado de la mesa, mirando coquetamente al chico en frente de suyo. -¿Mejor?-.

-Mucho mejor –Sonrió de igual forma y se acomodó en el asiento, disfrutando de las vistas.

A todo esto, el mismo camarero que les había traído los menús volvió con una libreta para apuntar los pedidos de los jóvenes. Yuuto nuevamente se hizo cargo de pedir. Tuvo algunas dudas a la hora de pedir bebidas, pues eran menores de edad, pero se arriesgó y pidió una botella del mejor vino que tuvieran, y bueno, pareció que el camarero o bien no se atrevió a preguntarles su edad o simplemente por la madurez y seriedad con la que actuaba Kidou pensó que tenían más edad de la que realmente tenían.

Fueron atendidos y en poco tiempo ya tenían todo en la mesa.

-Tiene muy buena pinta, espero sea merecedor de todo lo que cuesta –Comentó mientras observaba con detenimiento el gran plato que tenía frente a él, sin saber por dónde empezar a devorarlo.

-Esto, Yuu… ¿Para qué cojones hay tantos tenedores? –Miró con algo de incredulidad la lujosa cubertería,  haciéndose un dilema mental para elegir uno con el qué comer.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

El pelirrojo abrazó  por la espalda a su chico y estuvieron así unos segundos largos, hasta qué se atrevió a romper el silencio.

-¿Estás nervioso? –Le susurró al oído sin disolver el cálido abrazo que les unía,  acariciando el torso del moreno por encima de su camiseta.

-No –Contestó el peliverde sin pensarse la respuesta, apretando las manos que su chico tenía sobre su pecho.

Hiroto no necesitó nada más para sostener las mejillas de su chico y atraer los labios de éste hacia sí, besándolos suavemente mientras ambos se recostaban sobre la cama en la que llevaban sentados unos minutos, creando un buen ambiente para su segunda vez.

Midorikawa apoyó la cabeza en la almohada y se retiró la coleta para estar más cómodo, bajo la mirada del pelirrojo, que lo observaba con los ojos cargados de dulzura.

Pasó su brazo por su cintura y lo alzó un poco para volver a juntar sus labios en un beso, esta vez con pasión.

Ryuuji rodeó su cuello con los brazos y lo atrajo hacia sí, aprovechando para colar su lengua en la boca de Hiroto, que la recibió encantado, acariciándola con la suya propia, colando también su lengua en la cavidad del moreno.

Empezaron a librarse de la ropa con lentitud. Midorikawa acarició la espalda del ex –capitán de Génesis y al llegar al final de su camiseta, coló las manos por dentro de la prenda, tirando de ella suavemente hacia arriba, dejando la pálida piel del chico expuesta.

Kiyama rompió el beso por unos instantes para terminar de quitarse la camiseta y volvió a trabajar en la boca del moreno, llevando ambas manos a su cintura para poder desabrocharle la bragueta y bajarle los pantalones hasta que cayeron por el borde de la cama y acabaron en el suelo.

El beso acabó por terminar él solo, dando tiempo para que ambos jóvenes terminaran que desnudarse y  volvieran a la posición inicial, comenzando a tocarse con más confianza.

Hiroto no tardó en comenzar a acariciar los muslos y piernas del peliverde, subiendo lentamente hasta su miembro, que ya había reaccionado al beso y las caricias del mayor.

-Ah… -Dejó escapar un profundo suspiro al sentir las cálidas manos de alien en su zona más sensible.

Un poco tenso llevo su diestra a la entre pierna del pelirrojo, ya que no quería que Hiroto lo hiciera todo.

-Hnm… -El pelirrojo gimoteó suavemente al tacto de la mano del moreno, presionando su miembro contra su mano para incrementar  la sensación.

El peliverde se sorprendió un poco ante ese hecho, pero no dijo nada y aumentó el ritmo de la masturbación de su chico.

-Qué… atrevido –Susurró en su oído con una sonrisilla traviesa. En comparación con su primera vez, Midorikawa estaba actuando de una manera muy osada, aunque eso para nada le molestaba al chico de ojos verdes.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-Me estoy empezando a aburrir –Comentó Haruya mientras revisaba las últimas fotos que habían sacado de la ciudad.

-Lo mismo digo ¿Volvemos ya al hotel? Tengo hambre –Sugirió Suzuno mientras miraba la hora en su móvil, viendo que era una buena hora para cenar.

-Me parece bien, yo también me muero de hambre –El pelirrojo tomó la mano de su compañero y comenzaron a caminar tranquilamente por la calle, observando cómo las luces de la ciudad se iban iluminando.

Cuando llegaron al hotel pasaron directamente al restaurante y ojearon el menú especial del día. Cuando fueron a buscar una mesa que les gustara se encontraron Genda y Sakuma, que también estaban cenando. Les saludaron con la mano y se sentaron en una mesa al mismo lado del restaurante, donde las ventanas estaban abiertas para que entrara un poco de brisa

Tras un rato sentados y pensando que iban a comer, fueron finalmente a por una ensalada y dos piezas de fruta, pues a los dos se les había ido un poco el hambre y preferían algo ligero.

No tardaron más de veinte minutos en acabar con todo y sin más se dirigieron a su habitación. De camino a la susodicha, Suzuno casi tropieza con uno de los estrategas del Inazuma, que debía de haberse tomado algo que no debía, o eso dedujo el pelirrojo cuando el chico de ojos verdes e inusual corte de pelo casi atropella a su novio.

Después de compartir unas miradas de curiosidad entre ellos con respecto a los estrategas siguieron su camino sin percances.

Abrieron la puerta y entraron. Se quitaron los zapatos antes de dar un paso más y ambos se dejaron caer sobre la cama de Nagumo, suspirando satisfactoriamente por poder descansar los músculos después de un día tan ajetreado.

El chico de ojos azules se incorporó un poco y le acaricio el pelo a su chico con cariño, a lo que Haruya accedió encantado.

-¿Te lo has pasado bien? –Preguntó el chico de fuego enfocando su mirada en el moreno, que simplemente asintió con la cabeza-  Hoy ha sido un día… bastante agotador, pero divertido ¿No crees?-.

-No lo hubiera descrito mejor –El pelirrojo se incorporó, poniéndose de rodillas en la cama y se dejó caer nuevamente, esta vez sobre Gazelle, dejándolo tumbado boca arriba entre él y el colchón.

-Estás cansado ¿Verdad? –Nagumo acarició las mejillas del peliblanco a la vez que le dedicaba esas palabras con tranquilidad, notando en la mirada y rostro del moreno su falta de fuerzas.

-Un poco… -Susurró el delantero de hielo, cerrando los ojos al notar las manos del pelirrojo acariciando su cara.

Burn dejó asomar por sus labios una sonrisilla divertida y besó rápidamente los labios de su novio. –Pues vamos a dormir entonces – Se quitó los pantalones y ayudó al moreno con los suyos para que no tuviera que levantarse.

-¿No es un poco pronto? –Últimamente se habían estado acostando bastante tarde, y ahora no llegaban a las doce y media. A Suzuno no le salían las cuentas ni la lógica.

-Bueno, pues así madrugamos y aprovechamos la mañana~ -Canturreó felizmente el ex-capitán de Prominence al tiempo que se abrazaba a la espalda del contrario, con cierto tono pervertido en la forma de hablar. Gazelle se volteó para encarar a Nagumo y besó sus labios a modo de buenas noches, siendo correspondido al instante.

-Buenas noches Burn –Le susurró el peliblanco justo después de cerrar los ojos dispuesto a dormirse. El pelirrojo sonrió risueñamente y apretó suevamente el cuerpo de Suzuno contra sí.

-Buenas noches Gazelle-.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-Hey, Fudou ¿Estás bien? –Le preguntó Yuuto mientras le sostenía del brazo, ya fuera del restaurante. Había sido una cena muy tranquila y agradable. Akio había tenido algunas dificultades con los tenedores, pero tras superar eso y los elevados precios todo había ido muy bien.

-Sí, sí… Sólo que se me ha subido a la cabeza tanto vino, pero se me pasa en un rato –Contestó mientras se dejaba ayudar, algo bastante poco usual en él, para luego pasar su mano por la espalda del otro estratega, hasta posarla en la cintura del mismo.

La caminata de camino a casa fue algo pesada para Kidou, ya que al ver a su chico mareado y con peligro de acabar en el suelo si daba un mal paso, decidió y convenció a Akio para cogerlo a caballito, aunque éste apenas se opuso, después de todo siempre era más cómodo que caminar.

Finalmente Fudou posó los pies en la tierra cuando llegaron a la puerta del hotel. Seguía mareado, pero se negaba a coger la mano de Yuuto estando tan cerca de su habitación.

-Déjame ya, en serio, puedo caminar sólo, llevo haciéndolo, err… no sé ¿Dieciséis años? –Apartó la mano del chico de ojos rojos y siguió su camino, sin haberse percatado de que Suzuno y Nagumo acababan de cruzar el pasillo, dándose cuenta cuando ya estaba casi sobre el peliblanco.

-¡Ten cuidado! –Se quejaron ambos aliens mientras recobraban la compostura y seguían su camino hacia donde fuera que se dirigieran.

-Sí, ya veo, todo un profesional –Comentó irónicamente Kidou mientras ayudaba al chico de ojos verdes a incorporarse- Venga, deja de hacerte el duro y déjame ayudarte –Volvió a tomarlo del brazo y finalmente pudieron llegar a la habitación de Fudou, donde ahora ambos estaban alojados.

Kidou cerró la puerta cuando ambos estuvieron dentro y dejó con cuidado al otro chico sobre su cama y lego le acarició la cabeza cariñosamente.

-¿Estás un poco mejor? –Preguntó mientras lo miraba con una sonrisa que decía “Desde luego, nunca cambiarás”

-Qué sí, ya te he dicho que no me pasa nada, se me está pasando ya- Se quitó los zapatos con los pies, sin siquiera cambiar de postura, y de la misma forma se quitó los calcetines.

-Bueno… Sabes lo que viene ahora ¿No, Kidou? –En su rostro se dibujó una sonrisa traviesa, que aumentaba conforme recortaba la distancia entre ellos. Por supuesto, Kidou no se había olvidado, ni por un momento, y estaba preparada para disputar y ganar ese “duelo”.

Dejó que Fudou diera el primer paso, y cuando le besó se dejó dominar, ya que era parte de su plan, aunque seguramente Fudou ya lo sabía.

Se retiró la camiseta y dejó que ésta cayera al suelo sin importarle en absoluto, e hizo lo mismo con la camiseta de su compañero.

-¿De verdad piensas que voy a dejarme?- Le susurró Akio en el oído lujuriosamente, antes de introducir su lengua en la cavidad auditiva del castaño, aprovechando para empujarle y dejarlo recostado en la cama. Sonrió satisfecho y se relamió los labios.

-“Qué empiece la fiesta”-.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Atsuya no parecía estar de mejor humor que cuando entró por la puerta de su nueva habitación. Además, y para disgusto del pelirrosa, Goenji parecía haberse apalancado en aquella habitación, y la idea de estar durmiendo en el mismo lugar que su hermano y su novio le ponía de peor humor, si eso era posible, y bueno… temía escuchar ruidos extraños en mitad de la noche.

-Shiro, mi amor… -El moreno rodeo la cintura del susodicho y lo atrajo hacia sí suavemente- Vamos a la cama –Le canturreó con tono cariñoso, a lo que el chico de piel pálida simplemente sonreía con las mejillas algo coloradas. Atsuya trató de enfocar su mente en otra cosa para no gritar o arrancarle la cabeza a Shuuya. Si iban a “eso” al menos podía intentar que él no lo supiera ¿No?

-Ejem… -Tosió falsamente para llamar la atención de los chicos, como diciendo “Hola, estoy aquí ¿Recordáis?” y Shiro, al notar que su hermanito estaba incómodo se separó del goleador de fuego y le sonrió nerviosamente.

-Ejeje… Tú ve acostándote, que ahora voy yo –Le guiñó el ojo al mayor y después de que éste accediera y se fuera a acostar, Shiro fue a hablar con su gemelo.

-Hola –Le saludó con su voz suave a la vez que se sentaba a su lado en el sofá. El pelirrosa le respondió con la misma palabra.

Se quedaron en silencio. Shiro cogió aire para decir algo, pero el menor de los Fubuki se adelantó.

-¿Por qué Goenji se tiene que quedar? Si tantas ganas tiene de mojar que lo haga en su cuarto- Se quejó al tiempo que se cruzaba de brazos.

Shiro decidió ignorar la expresión de “mojar” y fue al grano -¿Tanto te molesta? –Preguntó apenado el mayor.

-No es que me moleste, bueno, a ver, me molesta, pero no es por el hecho de que él se quede, sino que así no podemos pasar tiempo juntos y… yo aquí estoy solo, tú eres la única persona que conozco lo suficiente y… -Shiro le puso un dedo sobre los labios con una sonrisita- ¿Estás celoso? –Preguntó, aunque por la forma en la que lo dijo parecía que lo afirmaba.

-¡No es eso! –Negó rápidamente, con un sonrojo- ¡Sólo que pensaba que tenía prioridad! Soy tú hermano y hacía años que no nos veíamos… -Hizo un puchero cómico y miró a otro lado- Además, ¿Cómo crees que me siento escuchando a mi hermano mayor haciendo “eso” con su novio, a dos metros de distancia de mí? Es como si yo y Terumi lo hiciéramos en medio del salón contigo en el cuarto –Trató de poner un ejemplo, aunque puede que la persona no fuera la más indicada.

-¿Terumi? –Preguntó el mayor.

Atsuya asintió, pues no había caído en la situación que había descrito.

-¿Afuro Terumi? –Volvió a preguntar, luciendo ahora una sonrisa maliciosa.

-Pues claro ¿Cuántos Terumi crees qué…? –Finalmente captó la indirecta visual que le mandaba su gemelo.

-¡Era sólo un ejemplo! ¡No pienses nada raro, Shiro! –Gritó enfurruñado de nuevo, llamando la atención de Shuuya, que seguía esperando a su querido níveo, para probar suerte.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-Genda, pásame el champú –Le pidió el moreno mientras señalaba el bote con la susodicha sustancia. El portero así lo hizo.

Pese a qué era tarde para tomar un baño, a los tortolitos les apetecía pasar un momento romántico entre sales de baño y espuma. Ambos desnudos y cuerpo contra cuerpo, el chico de ojos cobre reposando la espalda en el pecho del más mayor. El cabello de Sakuma cubría su ojo derecho, usualmente escondido de las miradas tras un parche.

-Déjame que te enjabone –Se ofreció es castaño mientras le arrebataba la esponja de las manos y la impregnaba con un gel de flores del trópico y esencias de aceites de no sé dónde. De forma lenta y sensual comenzó a contornear el cuerpo del moreno, comenzando por sus hombros, bajando por su pecho, hasta acariciar su cadera, y finalmente acabar, de forma algo repentina y sin avisar, entre sus piernas.

-Ah… -Sakuma dejó escapar un leve gemido, más parecido a un sobresalto al notar la mano ajena en sus intimidades. Pese a todo, él estaba encantado, y obviamente no se resistió.

Genda sonrió alegre al ver que el moreno aceptaba su invitación, aunque no se había replanteado lo contrario, después de todo a Sakuma le gustaba el sexo más que a él, o al menos le daba esa impresión.

-Tenías muchas ganas ¿Eh? –Le susurró el portero al notar como el delantero abría sus piernas para intensificar el contacto con su mano, que ya había comenzado a estimular la zona.

-Hn… -Ronroneó como respuesta a lo que el chico de ojos azules le mordió la mejilla cariñosamente.

–Date la vuelta, quiero verte esa carita sonrojada cuando ya no puedas más –Le susurró maliciosamente mientras le contorneaba las facciones del rostro.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Era deliciosamente tentador y dolorosamente placentero. No poder entregarse a esa excitante sensación que recorría toda su espalda cada vez que Fudou acariciaba su piel, era, sencillamente, una tortura. Su tibio aliento chocaba contra su cuello, donde se mezclaba con su saliva y sus dientes cada vez que los clavaba en su nuez, como si por un momento tratara de asfixiarle.

Cesó por un momento, y cuando volvió a abrir los ojos se encontró cara a cara con el estratega de ojos esmeralda. Sintió fuego arder en sus pupilas. Por un momento el juego había quedado olvidado, perdido en esos orbes cristalinos, y antes de darse cuenta, la distancia entre ellos era tan corta, que no podía enfocar su vista en ellos.

Sus labios se movían al compás de un suave ritmo de caricias, siendo dirigido por su compañero nuevamente.

Llevó las manos a la nuca del contrario y cerró los ojos dejando que la temperatura aumentara en sus cuerpos.

Sus pantalones acababan de desaparecer, y su cordura iba detrás.

Estaba cerrando los ojos para dejarse hacer… cuando, como si un cubo de agua helada le cayera en la espalda, recordó  de golpe que no podía dejarse vencer así, por unos encantos demasiado bien acertados. Él era Yuuto Kidou, la derrota no forma parte de su rutina.

Sus ojos rojizos volvieron a recuperar la fuerza y la confianza que lo caracterizaban, y Akio se dio cuenta de ello, cuando estuvo bajo el cuerpo del otro, aprisionado y siendo el blanco de la mirada orgullosa y desafiante de Kidou.

-No quieras hacerlo todo tú solo – De un ágil movimiento le quitó los pantalones y al terminar cogió las manos del chico con las suyas y apoyó su peso en ellas, pera que no pudiera moverse, dejándolas sobre la almohada a la altura de su cabeza.

En un momento, el estratega famoso por su impecable juego del Inazuma había dado la vuelta a las tornas.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Había pasado una hora más o menos desde que se metió en la cama ilusionado por lo que pensaba, vendría a continuación. Lamentablemente para Shuuya no fue así. Decidió darse una ducha aprovechando que Shiro estaba charlando con el testarudo de su hermanito, y cuando salió del baño, perfumado, peinado y con la piel bien hidratada con una crema, que según él le disparaba las hormonas al mayor de los Fubuki, se encontró con que los dos lindos gemelos se habían quedado dormidos en la cama en la que segundos antes pensaba “tomar” al níveo.

Ver aquello le arruinó un poco los planes, pero la imagen de ambos hermanos era muy tierna, así que, tras quitarles los calcetines y los pantalones, aunque lo último sólo a Shiro, ya que no quería que Atsuya tuviera un nuevo motivo para tratar de asesinarle, les besó la frente con aire maternal y se acostó en la cama libre que había al lado. Igual era mejor dormir y recobrar fuerzas después de un día fuera de lo normal.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

Realmente no parecía que fuera a detenerse, ni ningún tipo de farol. No lo estaba forzando, pero tampoco obedecía cuando Akio le ordenaba que se detuviese, ya temiendo lo peor. Con el paso de los segundos el chico de ojos verdes acortaba cada vez más sus frases, acabando por decir únicamente el nombre del contrario, acallando la queja entre un gemido mal escondido en su garganta.

Desnudo completamente como estaba, y con las firmes manos del ojirojo contorneando con dicha su espalda, alzándola y apretándola contra su propia desnudez. Se besaban, apretaban sus cabellos con fiereza para juntar aun más sus bocas, y tratar de ganar el control de la situación, aunque Yuuto contaba con ventaja debido a su posición.

El mismo chico de ojos carmesí rompió el beso drásticamente y sujetando una de las muñecas de Fudou, llevó su diestra a su entrepierna, comenzando tras varios minutos de preliminares, la fase decisiva.

Akio trató de protestar, pero había caído de lleno en el bucle del vicio. ¿Cómo iba a no gustarle que su chico le tocara así? Por Dios, si era uno de sus hobbies.

-Te veo muy animado Akio… -Le susurró al oído con tono orgulloso mientras contemplaba sus adorables reacciones, y sus intentos fallidos por dominar sus ganas de querer más.

-Cállate… -Le contestó con la cara teñida de un tenue rojo, fingiendo de mala manera que ignoraba la forma en que lo miraba Kidou.

El susodicho soltó una pequeña carcajada y continuó con la masturbación de su compañero. Fudou gemía con esa característica voz algo aniñada que le salía de forma natural en esas situaciones, realmente a Yuuto le hacía gracia, en cierto modo.

Movió su mano lentamente hasta llegar a su trasero, lo que le provocó un espasmo al ojiverde.

-¡N-no…! –Gritó con la voz levemente rasgada, tratando en falso de escapar a aquello, ya que en realidad deseaba ir a más, aunque nunca lo aceptaría.

-¿El qué no quieres Akio? ¿Hmmn? –Le preguntó con malicia el mayor –Dilo. Dilo y haré lo que me pidas… -Le susurró con una lasciva y ronca voz, que dejó al chico de peinado punk bastante descolocado y con la mente en blanco.

No dijo nada. Se abalanzó sobre el castaño de ojos rojos y rodeó su cuello con sus brazos, juntando sus cuerpos hasta más no poder.

Kidou tomó las definidas nalgas de su compañero y las apretó al tiempo que las separaba, lo justo y necesario para dejar accesible la entrada del chico punk, y comenzar a estimularla suavemente con sus dedos. Al principio dejó salir de sus labios gemido de molestia, aunque a los pocos segundos ya había encontrado el placer en el contacto que su chico le proporcionaba.

A todo esto, Fudou no era el único que recibía atenciones. No se había olvidado de su… ¿Seme?

Acarició su miembro con suavidad, aumentando la fuerza conforme se acercaba a la punta.

-¿Te gusta? –Le preguntó con tono juguetón, a lo que Yuuto simplemente sonrió y dijo: “No tanto como a ti.”

De alguna forma Kidou había logrado y conservado el puesto de activo, al menos esa noche, y por alguna razón, ya fuera por el alcohol, la excitación o simplemente el momento, Akio no parecía querer arrebatarle el puesto.

-Ah… A-ah… -Notaba los dedos de su novio introducirse en su interior lentamente, como aquella vez, no hace mucho tiempo, aunque no lo recordaba así de satisfactorio.

-¿No te duele? –Preguntó el estratega para asegurarse de que lo estaba haciendo bien, a lo que Fudou le lamió los labios, afirmando que estaba bien.

Casi sin cambiar la postura, Akio se aupó sobre la cadera del contrario hasta quedar sentado sobre su entrepierna, sintiendo el miembro erecto de éste entre sus apretadas nalgas.

Antes del momento clave, volvieron a unir sus labios para recordar algo de ternura, dejando claro que por mucho que se negaran a dejarse hacer nada por el otro, era sexo totalmente consentido, y sobre todo, con mucho amor.

El moreno tomó las mejillas del menor y las acarició con el pulgar con dulzura y una sonrisa protectora.

Akio asintió a la par que cerraba los ojos, pasando sus brazos por la espalda de Kidou, dejándole espacio para que se moviera por las zonas bajas. Pronto sintió el falo de su chico penetrándole firme pero lentamente. Apretó los dientes y los puños y deseó que esa fase acabara pronto, más no tenía miedo al dolor. Sabía que con Yuuto eso no pasaría.

Estuvieron así durante unos segundos, sintiendo el corazón del otro palpitando contra su pecho, hasta que se sincronizaron.

El chico de ojos verdes rompió ese leve trance para mirar el rostro de su chico, sonrojado y con, según él, “una tierna expresión de placer.”

 

-¿Demasiado apretado? –Le canturreó al oído, haciendo que abriera los ojos y apretara el abrazo. No contestó. Sonrió.

-Voy a moverme –Volvió a canturrear, contorneando la cadera felinamente, comenzando un ritmo pausado pero apasionado, que no tardó en provocar jadeos.

El otro estratega no tardó en sumarse a la coreografía, ayudando con sus manos sobre las caderas del punk y moviendo la pelvis todo lo que podía, ya que el peso de Akio sobre él le dificultaba la tarea.

-Kidou… ah… -Suspiraba, cada vez más alto, sin cesar el movimiento, profundizando gradualmente a una velocidad de vértigo.

-¡Ah! –Gritó repentinamente cuando El castaño cambió de posición, empujándolo para que quedara tumbado en la cama, propinándole una embestida bastante profunda.

Y por lo visto a Akio le gustó aquello, porque no parecía querer otro tipo de trato, aunque Kidou tuviera que dejarse la cadera en el proceso.

-¡Ah, ah! ¡Yuuto…! –Le clavaba las uñas en la piel involuntariamente, pero el aludido no decía ni una palabra al respecto, en cierta forma le parecía un intercambio equivalente.

-Ah… Akio… -Apenas tenía aire para respirar, era un gran esfuerzo físico, pese a que era un gran deportista, no podía evitar cansarse. Aunque obviamente no iba a parar hasta que todo acabara.

 

Parecía mentira pero los minutos pasaban, un par de posturas más, besos, miradas lujuriosas por parte de ambos, alguna expresión algo malsonante y pervertida por parte de Fudou, y vuelta a la primera postura. Ambos estaban empapados en sudor y les quedaba poco aliento y poco aguante.

 

-¡Ya no…! –Jadeó con voz quebradiza en punk, sentado sobre el falo del mayor, siendo ya demasiada la atención que recibía en su delantera y en su retaguardia.

Fue el primero en llegar al orgasmo por una diferencia de milésimas, ya que Kidou se vino de la misma forma al momento de sentir una fuerte contracción que asfixiaba su miembro.

Fudou se dejó caer por inercia hacia delante, apoyándose en el pecho de Kidou, y éste a su vez se apoyó contra el cabecero de la cama, respirando casi desesperadamente, casi sin tiempo para tragar saliva, y menos para darse las buenas noches antes de que se que se dejaran llevar por todo el cansancio acumulado a lo largo del día.

Notas finales:

Espero que podáis perdonar mi tardanza y que sigáis leyendo ;//u//; ¡Gracias y un besito!~


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