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Terremoto en el piso 23 por Ruu Ochibisan

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Notas del capitulo:

Siento haber tardado tanto en subirlo u////u pero ya tengo este capítulo y los dos siguientes hechos, así que no tardaré nada en volver a coger el ritmo n///n ~~Enjoy~~

 

 

Lo primero que vio al despertar fueron los rayos de Sol filtrarse por la ventana de la habitación, Iluminando con su fuerte luz toda la sala.

Seguía abrazado al cuerpo tibio de su niño, que dormía apaciblemente a su lado.

Se incorporó sin llegar a levantarse y le retiró el pelo de la frente con el dorso de la mano, teniendo cuidado de no despertarlo y le besó los labios con ternura y delicadeza.

El albino sonrió inconscientemente ante el contacto y susurró un par de palabras que el pelirrojo no consiguió entender.

 Sonrió con cariño y volvió a besarle la mejilla. Se levantó con cuidado de la cama y estiró los brazos por encima de su cabeza.

Abrió las ventanas para que el aire fresco inundara la habitación y refrescara el ambiente. Respiró un poco de ese aire puro y fue al baño a darse una merecida ducha. Después de todo, la noche anterior fue muy intensa y necesitaba relajar el cuerpo.

 

Entró en la ducha y al abrir la llave del agua sintió como esta golpeaba contra su piel, haciendo que el frío inundara su cuerpo de golpe, pero no se apartó, la noche había sido calurosa y en cierta forma se agradecía.

Reguló la temperatura hasta que el agua se volvió cálida y agradable, y fue entonces cuando comenzó a enjabonarse.

Tardó cinco minutos escasos en lavarse el cuerpo y otros cinco en terminar de aclararse pelo.

Salió del cuarto de baño desnudo, como acostumbraba a hacerlo y vio que el chico de cabellos blancos seguía durmiendo en la misma posición que antes.

Rebuscó en su armario, en busca de algo cómodo que ponerse, y se decantó por una camiseta de tirantes blanca y unos pantalones cortos, negros y con bordeados azul claro.

Terminó de secarse el pelo con la toalla y se la colocó sobre los hombros, para que no mojara su ropa, y se sentó en el borde de la cama, observando al moreno dormir.

Un dilema cruzaba su mente; Despertar a chico o dejarlo dormir. Era bastante tarde, pasaba de la hora de comer, y si querían aprovechar el día más vale que se espabilaran pronto, pero por otra parte, con todo lo que había bebido en la fiesta el moreno para su poco aguante, seguro que se pasaba el día con una resaca horrible, con dolor de cabeza, náuseas, pitido de oídos y todos los demás síntomas que acarreaba pasarse con el alcohol.

Se levantó nuevamente y salió de la habitación sin hacer ruido, para traerle algo de comer al moreno.

Estuvo fuera unos diez minutos y volvió con una infusión y unas tortitas que le habían hecho en la cafetería del hotel. Podía haberlas pedido por teléfono para que les subieran el desayuno, pero prefería hacerlo él para que no molestaran al moreno, que tenía un sueño bastante ligero.

Colocó las tortitas y la manzanilla en la mesilla de cama y volvió a tumbarse en el colchón, después de todo no tenía nada que hacer, solo esperar a que Suzuno despertara.

Pasaron los minutos y el Sol cada vez se alzaba más en el cielo, iluminando con sus rayos la habitación.

El albino sintió la calidez y la luz de del gran astro sobre su rostro, lo que le hizo despertar y apartar la mirada de la potente luz.

Rodó sobre la cama con mucha pesadez y abrió los ojos lentamente, para acostumbrarse a la claridad de la habitación.

Le escocían los ojos y la cabeza le daba vueltas. Los cerró rápidamente y se intentó incorporar sobre la cama, dejando de lado el dolor de estomago que empezaba a sentir.

Sintió como las manos del pelirrojo le ayudaban a sentarse, de forma suave y con mucho cuidado. Cuando finalmente lo consiguió, se llevo una mano a la cabeza y empezó a acariciarse las sienes, intentando que la cabeza dejara de zumbarle.

-¿Estás bien? –Escuchó la voz de Haruya susurrarle desde su posición. Agradecía que usara ese tono de voz tan débil.

Suzuno negó con la cabeza lentamente, sin dejar de masajearse las sienes.

-¿Tienes hambre? –Volvió a susurrarle el pelirrojo, acariciándole los cabellos con cuidado, mientras le dedicaba una mirada divertida.

El albino volvió a negar con la cabeza, cuando sintió que su estómago se retorcía, y las nauseas se hacían presentes.

Se llevó una mano a los labios y rápidamente se levantó para ir al baño. Por suerte el pelirrojo le ayudó, cargándole de un brazo.

Ese día sería bastante aburrido sin duda. Su chico estaba sufriendo de lleno todos los síntomas de la resaca, y él, como buen novio que era, iba a quedarse con él para cuidarlo y darle mimos, que es lo que se necesita, según Haruya, para sanar cualquier mal.

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

Midorikawa se había levantado bastante pronto esa mañana. No podía sacarse de la cabeza todo lo que había ocurrido el día anterior. ¿Cómo se le había pasado por la cabeza a Hiroto esa estúpida idea de fingir ser pareja? Había que reconocer que el pelirrojo era un chico muy apuesto y muy popular, que imponía y un montón cosas más.

Siempre actuaba con mucha seguridad y además tenía el título de ser el máximo representante del poder de la academia Alius, y simplemente la idea de que el chico de ojos jade se hubiera fijado en él le resultaba ilógico e imposible.

 

Siempre lo había mirado de forma especial, sentía mucha admiración y respeto hacia el pelirrojo, y cuando su amistad empezó a profundizarse se sintió muy feliz. No podía negar que sentía algo más que amistad hacia él, pero nunca se le había ocurrido pensar que ese sentimiento incógnito fuera amor… después de todo los dos eran chicos.

Estaba mal que dos chicos estuvieran juntos, o eso había pensado hasta el momento que observó a sus ex-compañeros Gazelle y Burn romper con los ideales impuestos por la sociedad.

Si a pesar de ser chicos podían quererse… ¿Podía ser que estuviera enamorado de Hiroto?

Demasiadas preguntas sin respuesta que necesitaba contestar.

El pelirrojo siempre era tan cariñoso y bueno con él, que en cierta forma, era normal que se sintiera atraído ¿No? Pero no sabía si estaba confundiendo amor con un cariño especial, o si simplemente estaba confundido por la repentina relación que habían demostrado tener  el otro pelirrojo y el chico de hielo.

 

Salió de la habitación que compartía con Hiroto sin hacer ruido y salió del hotel, para dar una vuelta por la playa y así despejar la mente un rato.

A los pocos minutos ya había llagado a la arena. El Sol brillaba como nunca y una suave brisa soplaba se colaba entre sus cabellos. Era muy agradable.

En vista de que el día era estupendo y que no había ni una nube en el cielo, se quitó los zapatos y comenzó a caminar descalzo por la costa, cargando los zapatos en la mano derecha.

Todo estaba muy tranquilo. Los turistas que se habían levantado temprano para coger sitio en la playa, disfrutaban de la tranquilidad de la mañana, tranquilidad que se desvaneció como el humo cuando un grupo de chicos y alguna que otra chica aparecieron en escena, cargando cada uno con una tabla de surf, corriendo y saltando como una jauría de perros descontrolada mientras gritaban eufóricos.

-¡Marea alta! ¡Por fin!- Gritó un joven moreno que cargaba con su tabla de surf sobre su cabeza.

-¡Calla y corre! –Respondió una chica que corría a su lado.

La marabunta avanzaba implacable hacia el mar, en busca de las olas que venían cuando la marea subía.

Un joven comenzó a adelantarse al resto del grupo. Al chico no se le veía la cara, pero Midorikawa lo reconoció al instante por su famosa tabla con el número 273 y su singular cabello rosado. La pregunta era… ¿Qué hacía Tsunami con esa gente y cuando la había conocido? Sin duda ese chico no perdía el tiempo.

Midorikawa siguió adelante con su paseo, mirando con una pequeña sonrisa como lo celebraban Tsunami y los demás surfistas.

Tsunami llegó el primero al agua, pero en vez de adentrarse a toda prisa, como era de esperar, dejó la tabla clavada en la arena de tal forma que se mantuviera en pie, y salió corriendo nuevamente en dirección contraria, donde se encontraba una sombrilla roja y azul. Para sorpresa del peliverde, Tachimukai estaba sentado debajo de esta.

-Tachi, gracias por acompañarme hoy –Dijo el surfista con una de sus brillantes sonrisas –Te lo compensaré.

El pequeño portero se puso en pie –No hay por qué darlas, es divertido verte surcar las olas –Le contestó el castaño mientras jugueteaba con sus dedos, símbolo de timidez.

-¡De todas formas te lo compensaré! –Insistió el chico del pelo rosa haciendo una pose guay de las suyas.

El chico de ojos azules rió levemente ante su gesto y asintió con delicadeza. –Tsunami, si no te das prisa, te van a quitar todas las olas –Comento el menor mientras señalaba a los demás jóvenes, que ya habían comenzado a montar las susodichas olas.

Tsunami le revolvió los cabellos cariñosamente y salió corriendo como un loco, que al parecer era la única forma de correr que conocía, cogió su conocida tabla de surf y se tiró al mar.

 

El moreno se tumbó sobre su tabla y comenzó a remar con sus brazos para darse impulso, adentrándose a la zona donde rompían las olas. Todos sus movimientos eran precisos y para el pequeño portero, eran hermosos. Todo lo que tenía relación con el moreno, para él era hermoso, sin excepciones.

 Se quedó embelesado viéndolo surfear. Lo hacía increíblemente bien, y no sólo eso, además le regalaba una preciosa vista; su cuerpo relucía aun más recubierto por el agua que salpicaban las olas. Se veía tan sexy así…

 

-Bonita vista ¿Verdad? –Preguntó el peliverde, que se había acercado a la sombrilla donde descansaba el pequeño portero, sacándolo de sus entretenidos pensamientos.

-¿Eh? –Giró la cabeza y se sorprendió al ver al peliverde allí -¡Mido! ¿Qué haces aquí?

El aludido se sentó al lado del castaño. –Estoy de paseo… ¿Y tú?

-Tsunami-san me pidió que lo acompañara a su ``entrenamiento´´ matutino –Contestó con notable alegría el portero.

-Ya veo… -El peliverde volvió a mirar al mar, donde Tsunami se divertía retando a los demás surfistas  haciendo piruetas imposibles. –Entonces… ¿Te has levantado tan pronto sólo para verle surfear?

El castaño amplió su sonrisa aun más –No, Tsunami me dijo que luego visitaríamos la cuidad y tomaríamos un helado –Dijo desbordante de felicidad el chico de ojos azules.

-¿Tienes una cita con Tsunami-san? –Le preguntó burlonamente el peliverde, que se había quedado pensando en que le apetecía un helado.

-¿Q-q-qué? ¡N-no! –Respondió como pudo el pequeño portero mientras hacía gestos exagerados con las manos en señal de negación– ¡C-claro que no!

El peliverde decidió molestar un poco a Tachi y empezó a picarle con preguntas incómodas. Le divertía ver como intentaba justificarse el castaño.

-¿Seguro? ~ Pero si se les ve muuuy enamorados~ -Canturreó el chico de ojos negros con un tono de voz exageradamente meloso.

El pequeño enrojeció de sobremanera y siguió negando rotundamente todo lo que decía el peliverde, haciendo gestos exagerados y tartamudeando una y otra vez.

-Venga Tachi-chan, no tienes por qué mentirme, no se lo diré a nadie~ -Seguía insistiendo Midorikawa en molestar al oji-azul.

-¡Y-ya te lo he dicho mil veces! –El castaño se puso en pie y fijó su vista en el pelirrosado, que ahora estaba en la orilla comentando con un compañero cosas de surfistas. –A Tsunami-san no le gusto, él me ve como un amigo, nada más.

 

Un silencio incómodo se adueñó del ambiente después de que Tachimukai pronunciara esas palabras. El peliverde había tocado un tema que era tabú para el castaño.

-Tachi… ¿Acaso te gusta Tsunami-san?

El pequeño lo miró a los ojos y luego bajó la vista apenado al suelo- No se lo digas a nadie…-Contestó sin apartar la vista del suelo, afirmando así, sus sentimientos hacia el mayor del Inazuma.

El peliverde sintió como si un balde de agua fría le cayera de golpe.

-¿Desde cuándo?- Preguntó al peliverde, que no terminaba de creerse la noticia que le había dado el pequeño.

-Desde que lo vi –Contestó con timidez el castaño, haciendo circulitos en la arena con el dedo.

Midorikawa aun no se lo creía.

-¿Y no se lo has contado nunca a nadie?

-Te lo estoy contando a ti ahora –Esa fue la única respuesta del oji-azul.

No. El peliverde no se lo creía, definitivamente no podía creérselo. ¿Cómo había podido estar tan ciego y no darse cuenta de los sentimientos del chico? Es cierto que a veces no era el más avispado, pero siempre había contado con una gran perspectiva de lo que ocurría a su alrededor.

-Valla… que sorpresa –Fue lo que se le ocurrió decir a Midorikawa. Estaba en blanco. ¿Qué contestarle a una persona en su situación?

El castaño lo miró con ojos cargados de tristeza -¿Crees que estoy loco?

-¿Qué dices? ¡Cómo voy a pensar eso! –El peliverde se acercó al menor y pasó un brazo por su cuello, dándole su apoyo. –No elegimos de quienes nos enamoramos ¿No? –Le dedicó una sonrisa para animarlo, y al parecer funcionó.

-Gracias Mido, eres un buen amigo –Se limpió una pequeña lágrima que había estado a punto de salir de sus ojos.

-Bueno, para eso estamos ¿No? –Sonrió el oji-negro como él solía hacerlo.

 

Después de esa breve conversación se quedaron mirando al surfista surcar las olas. De vez en cuando hacían un comentario de la pirueta que hacía alguno de los chicos, o se reían cuando alguno se caía, menos si era Tsunami, claro. Eso a Tachi no le hacía ni la más mínima gracia.

 

-Oye, es un poco tarde, me vuelvo al hotel. Hiroto a lo mejor se ha despertado, y puede estar preocupado.- El peliverde se quitó la arena de la ropa con cuidado, y después de despedirse del portero y dejar un saludo para el surfista se retiró a su habitación.

 

Cuando llegó vio que todo estaba igual. El pelirrojo no se había despertado todavía y el reloj marcaba las nueve y media de la mañana.

 

-``No me lo puedo creer… ¡Mis mejores amigos son gays y yo sin darme cuenta! Primero Burn y Gazelle, y ahora Tachi… Solo me falta que Hiroto se me declare´´-Pensaba el peliverde mientras se tiraba en su cama boca arriba.

 

-``Aunque… No estaría mal´´ -Se quedó mirando al techo unos segundos. Un momento…

-``¿¿Qué??´´ -Se levantó de golpe de la cama. ¿Qué acababa de pasar por su mente? No podía haber pensado eso.

-``¡No, no, no, no, no! Mido relájate, tú no puedes haber pensado eso´´ -Se repetía mentalmente el peliverde mientras deba vueltas en la cama.

En una de esas vueltas se calló al suelo, con tan mala suerte que despertó al pelirrojo por el sonido del golpe que provocó.

 

-¿Mido…? –Preguntó adormilado Hiroto mientras se restregaba el ojo izquierdo y buscaba con la vista a su compañero de cuarto. Lo encontró tirado en el suelo, rojo como un tomate y con una extraña expresión en la cara.

-¿Mido estás bien? –El pelirrojo se levantó para acercarse a su amigo, que seguía tirado en el suelo sin decir nada.

Le puso la mano en el hombro y lo movió con suavidad -¿Mido? –Preguntó nuevamente Hiroto. Ahora estaba preocupado.

-Estoy bien –Susurró el peliverde mientras hacía un puchero bastante cómico.

-¿Qué haces en el suelo?- Preguntó un tanto confundido el chico de ojos jade

-Estaba contando las pelusas que hay debajo de mi cama –Contestó el peliverde con una sonrisa nerviosa. Debía buscar excusas más creíbles.

Al pelirrojo le apareció una gotita en la nuca. Cierto es que no es normal contar las pelusas de debajo de la cama, pero era de Mido de quien estábamos hablando.

-Bueno… ¿Te apetece desayunar? –Preguntó el pelirrojo mientras ayudaba al peliverde a levantarse e intentaba cambiar de tema.

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

-¡Ya te vale Sakuma! -

-¡Pero si es tu culpa!

-El que tiene que taparse el cuello con un pañuelo cuando hace unos 40 grados a la sombra soy yo ¡No tú! ¡Así que la culpa es tuya!

-¡Eso te pasa por ir por ahí semidesnudo!

-¡Yo no iba desnudo! Es solo que mi camiseta sufrió un desafortunado accidente…

Sakuma lo miró mal – Si, seguro que fue por eso –Dijo sarcásticamente el chico del parche.

-¡No tengo la culpa de ser peligrosamente sexy!

-¿Y yo si la tengo? Y además… ¿¿Quién ha dicho nada de sexy??

-Nadie, pero es tan obvio…

-Deja de tirarte flores –Le miró mal nuevamente.

-No sé de qué te quejas, el que va a morir de calor por la mierda del mordisco en el cuello voy a ser yo –Repitió el portero mientras se ahuecaba la susodicha prenda que llevaba al cuello, para que el aire se colara por el pequeño espacio y le calmara un poco el calor que le daba el, según él, endemoniado pañuelo.

-Así aprenderás a no arrastrarme a lugares indebidos a altas horas de la noche

-¿Me estás diciendo que no querías ir? ¡Ja! –Rió irónicamente el mayor de los dos.

-No pienso discutir contigo –Dijo secamente el moreno, que dejó de prestar a tención al castaño y empezó a comer un poco de su plato, aunque no tenía nada de hambre. Por muchas aspirinas que hubiera tomado, las copas de ayer le habían revuelto el estomago, pero aun así lo llevaba bastante bien.

-Eres de lo peor –Dijo con un puchero mientras imitaba el gesto de su novio y se ponía a escarbar en su plato sin mucho interés.

En ese momento entraron al restaurante del hotel Midorikawa y Hiroto. Los ex-jugadores de La Royal Academy les llamaron para que se sentaran con ellos a desayunar.

-Buenos días –Saludaron a dúo los recién llegados.

Sakuma y Genda les devolvieron el saludo y les hicieron un hueco en la mesa para que los acompañaran.

-¿Y ese pañuelo? –Preguntó el peliverde mirando intrigado a la tela que adornaba el cuello del portero.

-Es que ha cogido algo de frío en la garganta –Contestó rápidamente Sakuma, antes de que el mayor contara alguna de sus pésimas excusas.

-¡Pero si hace un calor que ni en el mismísimo infierno! ¿Cómo va a coger frío? –Dijo Midorikawa tan entusiasta como siempre.

-Ayer estuvo demasiado tiempo en el agua –Volvió a contestar el chico del parche.

-Podrías dejarme contestar a mí, para variar –Contestó con enfado fingido el chico de ojos azulados.

-Es mejor que no hables o tu garganta empeorará –Dijo el peliazul con una sonrisa algo forzada.

Genda lo miró como si pretendiera matarle con los ojos, y se resignó a callarse y mirar su plato con frustración. Cuando llegará la noche haría saber al peliazul lo que valía un peine.

 

Cuando la atmosfera se calmó un poco, los cuatro chicos comenzaron a hablar de temas triviales, sin importancia mientras esperaban a que el capitán del equipo y los demás aparecieran por allí.

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

El chico del pelo rosado se dejó caer pesadamente sobre su sombrilla. Estaba exhausto de tanto surfear.

-Has estado genial –Le dijo el castaño, ofreciéndole su toalla para que se secara el cabello.

-Gracias –El moreno le regaló una de sus características sonrisas.

El castaño le sonrió con algo de timidez y escondió las manos a su espalda cuando el mayor cogió la toalla que le había ofrecido.

-¿Te parece si vamos a desayunar a hotel y luego salimos a ver la cuidad? –Preguntó el surfista mientras se ponía una camiseta, que a causa de que su piel estaba levemente húmeda, se le ciñó, marcando cada línea de su torso.

Tachi estaba demasiado ocupado con esa escena como para responder al mayor.

-Ta-chi ~ -Le volvió a llamar el moreno, haciendo que saliera de su ensoñación.

-¿Eh? ¡S-si! Me parece g-genial –Dijo nerviosamente desviando la mirada, para que no notara su sonrojo.

-¡Pues en marcha! –Dijo eufóricamente el moreno, cogiendo su tabla con una mano y la sombrilla con la otra.

Tachimukai  cogió las toallas y salió corriendo detrás de Tsunami, que se alejaba a lo lejos a todo correr dando saltos. Estaba muy contento. Le encantaba la playa.

 

Cuando llegaron al hotel, dejaron sus cosas en la habitación que habían escogido. El mayor se dio una ducha para quitarse la sal del mar y la arena, y se cambió de ropa. Tsunami tenía un estilo muy fresco y natural que conjuntaba perfectamente con su alocada personalidad.

Salieron de la habitación, ya más relajados y llegaron al comedor del hotel.

Allí estaban sentados alrededor de una mesa redonda Sakuma, Hiroto, Midorikawa, Genda y Kidou. Nada más verlos se acoplaron a su mesa.

Saludaron a sus compañeros y sentaron a escuchar su conversación.

-Pues como te estaba diciendo… Endou y Kazemaru se han ido de excursión a la ruta marítima, y van a coger un barco para recorrer toda la costa, o algo así –Terminó de decir el estratega.

-¡Qué suerte! –Comentó el peliverde alegremente.

-Si no conociera al capitán, diría que esos dos tienen una cita –Dijo Tsunami de la forma más natural del mundo. Todos lo miraron con cara de sorpresa, menos Mido, que se tiraba de los pelos ¿Es que todo le iba a recordar a lo mismo? Estaba harto de que saliera el tema homosexual en todas las ocasiones.

-Esto… ¿Qué tal os lo pasasteis ayer? –Tachi intentó cambiar de tema para que la tensión del ambiente que había creado la broma de su amado chico pasara de largo.

Sakuma y Genda se miraron con complicidad. Genda se recolocó el pañuelo disimuladamente mientras miraba al suelo con un ligero sonrojo.

-Bien, gracias por preguntar, me lo pasé genial ¿Y vosotros? –Contestó Sakuma mientras le daba un golpe bajo a Genda con el codo.

Este lo miró con un pequeño puchero y esquivó su mirada, a lo que Sakuma sonrió.

-Yo pasé el día con Fudou… ese tipo a veces es insoportable –Comentó Kidou sin mucho entusiasmo.

-Yo casi muero ahogado y aplastado, me sacaron fotos sin mi consentimiento un par de locas que no conocía de casi nada y fui vilmente traicionado por una persona que no voy a nombrar, pero su nombre empieza por ``Hi´´ y termina por ``roto´´ Contestó Midorikawa mirando con odio (que en realidad era fingido) al pelirrojo del grupo.

-¡Oh vamos! No fue para tanto, solo era una broma –Intentó excusarse el chico de ojos jade.

El peliverde no le contestó y se cruzó de brazos en señal de que no quería escucharlo. Cuando se acordaba de lo ocurrido se cabreaba.

-Yo conocí a unos tíos la mar de majos, y me invitaron a su club de verano de deportes acuáticos, así que lo visité, surfeé un poco y luego estuve dando vueltas por la playa con Tachi- Respondió el chico del pelo rosado sonriendo, como siempre.

-Yo lo único que conseguí fue un balonazo en la espalda –Dijo Hiroto sin mucho entusiasmo, que digamos.

-¿Y tu Genda? –Preguntó Tachi al otro portero.

El castaño se atragantó con la comida que tenía en la boca y después de tragarla con algo de esfuerzo, se inventó una historia alternativa a lo que había ocurrido de verdad.

-P-pues… estuve la mayor parte del tiempo con Sakuma y… cuando nos separamos me encontré con unos conocidos que no me esperaba encontrar aquí (N/A: Se refiere a Nagumo y Fuusuke. Como Genda no tomó mucho alcohol para su aguante, recuerda algunas cosas que ocurrieron en la fiesta.), hablé un rato con ellos y luego un loco con complejo de mujer salió de la nada y empezó a bailar. –Concluyó el portero. Ahora era él el que miraba con prepotencia a su compañero. Sakuma sabía que se refería a él.

-Genda, esa historia no se la cree ni Midorikawa –Dijo el estratega mientras se recolocaba sus singulares gafas que siempre llevaba puestas.

-¡Oye! –Se quejó el peliverde.

-Lo decía en broma –Intervino el surfista para evitar enfrentamientos.

 

Así el dúo dinámico (Entiéndase por Tachi y Tsunami) Comenzaron a calmar al chico helado, que desde que había sacado el tema de lo sucedido en día anterior estaba enfurruñado como un niño de preescolar.

Finalmente terminaron todos de desayunar, cosa que no fue nada fácil. Luego cada uno cogió caminos diferentes; Kidou había quedado con el chico del peinado extravagante con el que había estado el día antes. Mido y Hiroto se fueron a la playa y Tachi y Tsunami a su ``cita´´ para recorrer la ciudad y quizá… con suerte para el portero suplente, intimar con su querido moreno.

 

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? nwn espero que les haya gustado. Muchos besos y nos leemos~~


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