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Terremoto en el piso 23 por Ruu Ochibisan

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Notas del capitulo:

¡Por fin! En esta capítulo por fin ocurre~~ Es un especial pareja ^^ De Endo Y kazemaru, y con eso lo digo todo ^O^ apartir de ahora todo y todos serán mas yaoi nwn. Espero que les guste, y aunque Nagu y Suzu no aparecen el al capítulo, no os preocupeis, que el siguiente es sóoolo para ellos ^3^ Besos~~

 

Habían salido temprano para poder coger el barco de las nueve y media. Apenas había podido despedirse de sus amigos antes de salir disparado por la puerta. Se encontró con Kidou de milagro y mientras corría le dijo que les comunicara a los demás que él y el portero se iban de excursión, por llamarlo de alguna manera.

 Antes de salir por la puerta se recolocó la camiseta y se echó un último vistazo en el reflejo del cristal de un cuadro de la entrada. Tenía que estar perfecto para Endo.

Se terminó de recolocar el pelo, respiró hondo y salió con paso firme del hotel, esperando a encontrarse al castaño allí.

Lo buscó con la mirada, y lo encontró apoyado en la pared de la fachada del mismo hotel, con la mirada perdida en la nada. Llevaba unos pantalones por la rodilla de color blanco, una camiseta ligera roja, su inseparable cinta naranja, unas deportivas y una pequeña mochila cargada a la espalda.

Se acercó tímidamente al chico y con su dedo presionó el hombro del portero, sacándolo así de sus pensamientos y haciendo que lo mirara.

-¡Kazemaru! –Dijo alegremente el chico al darse cuenta de la presencia de su compañero.

-Hola Endou- Contestó el peliazul con una sonrisa -¿Llevas mucho tiempo aquí?

-Acabo de llegar –Le devolvió la sonrisa al peliazul y se acercó levemente a él.- Bueno… ¿Nos vamos?

-Claro -. Ambos chicos comenzaron a andar todo recto, hacia el puerto, que estaba  solo a un par de calles de donde se encontraban.

-Estoy muy contento de que hayas venido conmigo, Kazemaru. –Confesó inocentemente el chico de la cinta naranja, sin dejar de sonreír. –La verdad es que pensaba que no ibas a querer venir-.

Kazemaru lo miró bastante confuso -¿Por qué dices eso? ¡Claro que iba a querer! Por algo estoy aquí –Aseguró el peliazul. No quería que Endo pensara lo contrario.

-Lo siento –Se disculpó el portero riendo nerviosamente.

Kazemaru no le respondió, pero hizo un gesto con la mano, como queriendo decir ``Nunca cambiaras´´.

Anduvieron durante unos minutos y finalmente llegaron al puerto. Allí había un montón de turistas esperando al barco, que no tardaría en llegar, para poder disfrutar de las vistas.

-Hay mucha gente… -Comentó al viento el castaño, mientras observaba todo el barullo que allí había.

-Si queremos un buen sitio, habrá que pasar –Dijo el peliazul, refiriéndose a la masa de personas que esperaban al barco en la zona de embarque.

Endo asintió y tragó saliva.

El castaño empezó a abrirse paso entre la gente, seguido del ex-velocista, que como era menos robusto que el portero, le costaba más igualar el rumbo del primero. Lograron cruzar la mitad de puerto con algo de dificultad, pero a partir de ese punto era aun más difícil avanzar.

-¡Endo! ¡E-espera! –Le llamó el peliazul cuando se quedó atorado, y empezó a notar como la marea de gente lo arrastraba en dirección contraria.

El portero se dio la vuelta al escuchar su nombre y por instinto extendió su brazo en dirección al peliazul -¡Coge mi mano!-.

El defensa tardó un instante en reaccionar. Estiró su mano hasta unirla con la del castaño, que la sujetó con fuerza.

Endo empezó a caminar sin soltar la mano del peliazul, que podía notar cómo era guiado por el portero.

Finalmente el entusiasta capitán consiguió poner un pie en ``área deshabitada´´ y salir de la aglomeración de gente. Pero Kazemaru no tenía tanta suerte, ya que un chico que estaba a su lado lo empujó sin querer, y entre eso y que el castaño estaba cogiéndole fuertemente de la mano, acabó cayendo encima suyo sin poder oponer la más mínima fuerza.

-Lo… lo siento… -Logró murmurar el peliazul, mientras  se incorporaba vagamente sobre el portero. Lo miró para asegurarse de que no le había causado ningún daño y sus miradas se encontraron a escasos centímetros de distancia.

El castaño no contestó, estaba demasiado ocupado observando los hermosos ojos del chico, que a causa de la caída, estaban expuestos completamente a la vista, sin el flequillo de por medio. Podía sentir la cálida respiración del defensa mezclarse con la suya propia, y apreciar cada curva de su rostro. Se quedó embobado mirando sus orbes sin pestañear, fijándose en cualquier remoto detalle que la cercanía le dejaba ver, cada gama de color, ya fuera cobre o rojizo, que relucía por el Sol de la mañana, cada gesto…

-¿Endo?- Preguntó temeroso el peliazul, al sentir la persistente mirada del portero sobre sus ojos, y nervioso por la cercanía que ambos compartían. Su mano aun estaba unida a la del portero.

El castaño salió de su embelesamiento al escuchar la voz alterada de su compañero.

-E… ¿Eh? ¡Ah! ¡P-perdona! –Se separó de él bruscamente y le soltó la mano con un pequeño rubor cubriendo sus mejillas.

-N-no te disculpes, la culpa es mía por haberme caído encima de ti, perdona…- Dijo apenado el defensa, mientras terminaba de levantarse y le extendía la mano al castaño, para ayudarlo a levantar.

-No es nada –Respondió Endo, restándole importancia al asunto con una sonrisa adornando su rostro. –Ahora que ya estamos aquí, lo importante es asegurarnos un buen sitio.

Kazemaru no contestó, su sonrisa lo hizo por él. Ambos se colocaron un poco la ropa y el pelo y comenzaron a dar vueltas por el lugar, buscando una buena posición para esperar al barco.

 

Tras un rato de búsqueda encontraron unos bancos, que estaban bajo la sombra de un gran árbol, y que les parecieron perfectos para sentarse y pasar el rato hablando.

 

-Kazemaru ¿Qué crees que estarán haciendo ahora los demás? –Preguntó el castaño con la intención de sacar un tema de conversación.

-Pues… Tsunami estará surfeando, Tachi estará viendo como surfea, Fubuki estará con Goenji, Goenji… no sé, quizá esté poniendo orden, Kidou y Fudou estarán discutiendo por cualquier tontería, como siempre, Mido estará comiendo, Hiroto estará mirando como Mido come, las chicas estarán de compras por algún lugar, Someoka estará asuntando a Heigoro y a los otros y…  Sakuma estará durmiendo y creo que Genda igual.-

Endo se le quedó mirando un poco confuso.

-¿Pasa algo?

-¿Eh? No nada –Dijo sonriente el castaño, que estaba un poco sorprendido por la respuesta tan elaborada que le había dado el peliazul.

 

Tras eso, tan rápido como había nacido, la conversación se esfumó. Por fortuna o por desgracia, el móvil del peliazul sonó, rompiendo un poco el monótono silencio que se había formado entre ellos.

-¿Sí? –Contestó el defensa, con el móvil al oído.

-… ¿Miyasaka? ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal?-

-… … … ¿En serio? ¡Qué pasada! Yo estoy en Benidorm… sí, en el hotel Bali

-… … Sí, todo el equipo de Inazuma… ajá… aunque hace mucho calor, pero la playa lo compensa… en primera fila ¿No es genial? … … Je, por supuesto –El peliazul no paraba de sonreír mientras hablaba con su ex-compañero del club de atletismo, y eso al portero no le gustaba para nada, y aunque le molestara aceptarlo, le disparaba los celos.

-Bueno, ahora estoy con Endo, apunto de coger un barco para dar un paseo… … … ¿¿Qué?? … ¡Claro que no!... ¡Te digo que no! … ¡No!... ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? ¿Eres idiota o qué? … Como lo vuelvas a repetir una vez más, te cuelgo… Voy a colgar… Adiós.- El defensa pulsó el botón rojo de su teléfono y bajó la mirada al suelo, para esconder el sonrojo que ahora poseía.

-Miyasaka baka… -Susurró para sí mismo el peliazul, maldiciendo a su rubio amigo.

-¿Ocurre algo? –Preguntó portero, intentando sonar inocente, pero realmente estaba muy interesado, y molesto por la reacción que había ocasionado a su defensa.

-No… sólo que tengo un amigo al que le encanta molestarme –Contestó el chico de ojos color cobre, sin apartar su vista del suelo.

-Es el chico del club de atletismo ¿No? Uno rubio, con los ojos verdes… -

-Sí, ese mismo

-Es muy amigo tuyo ¿Verdad?

-Bueno, le conozco desde que éramos pequeños y siempre hemos estado muy unidos…

-Ya veo…

 

Otro silencio incómodo. El portero no podía evitar echarle las culpas al Miyasaka, que aunque diera la sensación de que apenas le conocía, sabía bastante acerca del rubio, después de todo, eran enemigos y rivales por el corazón del atleta.

 

El sonido de una bocina les sacó a cada uno de sus pensamientos, haciendo que se dieran cuenta de que el barco ya había llegado. Ambos se apresuraron a la zona de embarque y fueron de los primeros en subir a bordo.

 El barco era muy amplio, y de color blanco, con pequeños detalles azules de diferentes tonos. Cuando todos los pasajeros estuvieron dentro de la nave, esta zarpó, haciendo que una agradable brisa envolviera la cubierta del braco, junto con el frescor que desprendía el mar.

 

-Parece interminable…- Comentó el peli azulado mirando al mar, con la vista fija en el horizonte, que se fundía con al azul de las aguas.

-Es muy hermoso –Comentó el portero, pero no se estaba refiriendo al mar. Miraba a su compañero con disimulo, refiriéndose a él en secreto, esperando algún día poder decirle ese tipo de cosas cara a cara.

-Hoy hace un día perfecto para navegar –Comentó felizmente el defensa.

El portero esbozó una minúscula sonrisa y convenció a Kazemaru para ojear un poco el barco, y buscar el mejor lugar para ver el mar.

 

Y así lo hicieron. Se pusieron a dar vueltas con el barco, como si fueran niños pequeños, corriendo sin rumbo fijo.

 

-Este es un buen lugar –Dijo entusiasmado el portero, sintiéndose orgullosos por haber encontrado, el que era sin duda, el sitio con las mejores vistas de toda la embarcación. Ni más ni menos que la proa del barco.

- Yo diría que es el mejor –Le contestó el chico de ojos cobre, mientras se apoyaba sobre la barandilla de seguridad y apreciaba el paisaje nuevamente. El barco ya había tomado cierta velocidad, y se balanceaba con suavidad. Todo parecía demasiado bueno para ser cierto. El mar en calma, Sol, una brisa fresca, una temperatura ideal… Si alguno de ellos quería confesar sus sentimientos, ese era el día, o mejor dicho, el momento perfecto.

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

-Hey, Mido… ¿Qué hacemos? –Preguntó que pelirrojo de ojos jade, mirando aburrido a la arena, refugiado en la sombra de su sombrilla.

-Tú haz lo que quieras. Yo estoy ocupado –Respondió sin prestar mucho interés en las palabras de su amigo, mientras seguía dando forma a la fortaleza que estaba creando con arena, conchas, y otros objetos que había encontrado en la orilla.

-Jo… ¿Todavía estás enfadado? Pero si sólo era un broma… -Volvió a repetirle el pelirrojo. La quinta vez ya esa mañana.

 

El peliverde no contestó al comentario y siguió a lo suyo, tan feliz de la vida colocando caracolas alrededor de la torre que acababa de construir.

 

-A veces me da la sensación de que estoy hablando con Gazelle en vez de contigo –Comentó en alto Hiroto, con la intención de hacer de rabiar a su amigo peliverde y conseguir que este le hiciera caso.

No es que a Midorikawa le molestara que le compararan con Suzuno, Lo que le molestaba en verdad era que el pelirrojo lo hiciera con esa intención, porque él se sentía orgulloso de su don de gentes, ya que para él llevarse bien con sus compañeros era crucial… más o menos todo lo contrario que el peliblanco, que aparte de su fría personalidad y su casi inexistente humor, sólo se dirigía a palabra con un grupo muy reducido de gente, que se podía contar con los dedos de una mano.

 

-Me siento alagado –Comentó sarcásticamente el peliverde, que seguía sin mirar a la cara al chico de ojos jade.

El pelirrojo suspiró. Su plan no había funcionado, pero no perdía las esperanzas, tenía otros recursos más ``efectivos´´ para que Mido volviera a su estado alocado y alegre de siempre.

-Bueno…  no te molesto más, sigue con tu trabajo, que yo me comeré un helado mientras tanto -Dijo tranquilamente Hiroto, mientras se sentaba en una silla plegable que le había prestado Fubuki, y buscaba en su neverita portátil el helado que le apetecía más.

 

Midorikawa al oír las palabras de su amigo, dejó de modelar el castillo y se quedo inmóvil.

-He… helado… -Susurró para sí, tragando saliva dificultosamente. Hacía más de 6 horas que no comía helado, es más, en lo que llevaba de día no había comido helado. Sin duda, algo muy grave.

-Veamos… ¿Cojo uno de limón o uno de fresa?... no, creo que mejor cojo un polo de piña… -Comentaba en alto el pelirrojo, consiguiendo que el pobre Mido, que era muy débil ante esas tentaciones, se viniera abajo poco a poco.

- D-de piña… -Volvió a susurrar para sí el peliverde, que amaba ese sabor, y se imaginaba comiendo el susodicho polo. Ya no podía aguantarlo más, ¡Necesitaba un helado!

-Es una pena que estés enfadado por esa tontería, yo que había comprado toneladas de helado para ti… -Seguía diciendo Hiroto.

-C-cállate… no sigas… -El pobre Midorikawa no quería ceder, realmente no quería, pero no estaba preparado para soportar aquello. La cuestión no era perdonar a Hiroto, sino ceder ante su propio orgullo. No podía renunciar al helado, pero tampoco podía dejar impune el hecho de que el pelirrojo le hubiera…  Err… ¿Cómo decirlo? ¿Humillado? No… más bien, avergonzado, y de ``esa´´ forma además.

-¿Eh? Es que estaba buscando una botella de granizado del que te gusta, que compré antes, y no te prestaba atención ¿Decías…?-

El peliverde estalló. Se acerco gateando hasta donde estaba el pelirrojo y se incorporó, hasta ponerse a su altura. El flequillo tapaba sus ojos, dándole un aspecto siniestro.

-Hiro… -Susurró el peliverde con un tono de voz ultratumba y ronco.

El pelirrojo no se atrevió a responder. Temía por su vida ¿Acaso Mido pensaba asesinarle y luego comerse sus helados?

 

Midorikawa levantó la mirada, dejando ver sus ojos, algo humedecidos, y con una expresión muy adorable en el rostro.

-Hiro… y-yo… -El peliverde se tiró a los brazos de Hiroto, mientras lloraba como si fuera un niño al que acaban de regañar.

-Hiro… lo... lo siento, no quiero que estemos enfadados –Lloriqueaba el moreno sin soltar al chico de ojos jade.

-No llores Mido, yo no estoy enfadado –Le acarició la cabeza con suavidad con una mano, y con la otra le abrazó por la espalda. Estaba feliz de que Mido hubiera caído en su pequeña y piadosa trampa –Nee… ¿Quieres un helado?

A Mido se le iluminaron los ojitos y empezó a desprender corazones. Hiroto rió para sus adentros. Sabía que el moreno reaccionaría así.

-¿Cuál quieres? –Preguntó dulcemente el pelirrojo, con una de sus agradables sonrisas

-¡El polo de piña, el polo de piña! –Dijo felizmente el oji-negro, con sus ojitos iluminados nuevamente.

Hiroto sacó rápidamente el polo de la neverita, le quitó el envoltorio y se lo extendió al peliverde, pero este no lo cogió. Hizo algo que sorprendió al oji-jade.

-Aahhh ~~- Canturreó Mido, mientras abría la boca y cerraba los ojos, esperando el helado.

Hiroto se quedó un poco shockeado, pero tras ver la cara de enfado que empezaba a poner su compañero al no saborear el helado, se lo introdujo en la boca.

Midorikawa al instante emitió un sonoro gritito de satisfacción, y su expresión paso a ser la definición de felicidad.

 

-``Qué tierno es cuando quiere, ojalá siempre fuera así’’- Pensó el pelirrojo mientras daba suaves golpecitos en la cabeza de Mido, como si fuera un cachorrito.

La mirada de alguien sobre ellos, hizo que girará la cabeza, para buscar a esa persona, encontrándose con Fubuki y Goenji, mirándoles con sorpresa, y en particular Fubuki, con un notable sonrojo.

-``¿Qué les pasa a estos dos?´´- Pensaba algo incómodo el pelirrojo.

Al instante halló la respuesta. Y es que se le había olvidado la posición en la que estaban. Mido sobre él, él abrazándolo y para colmo dándole de comer, todo esto a escasos centímetros de distancia.

 

-¡L-lo sentimos!- Se disculparon los dos chicos, notablemente avergonzados. Hicieron una rápida reverencia y salieron corriendo.

-¡E-esperar! no… ``No es lo que parece´´- Pensó el pelirrojo. No valía la pena intentar explicárselo. Estaban tan lejos, que ni le oirían.

 

Mientras Hiroto se resignaba a pensar en las conclusiones que habrían sacado ese par, Midorikawa seguía comiendo de su mano tan feliz de la vida.

-Hey, Mido… -Le llamó el pelirrojo, pero este le ignoró.

-Ryuuji –Dijo más serio, pero el peliverde seguía demasiado ocupado relamiendo el helado como para enterarse. El moreno empleaba todos sus sentidos en la ardua misión de saborear al máximo su exquisito helado.

El chico de ojos jade le arrebató el helado de entre sus labios, haciendo así que el pequeño Mido volviera al mundo real.

-¿Porqué no coges TÚ el helado? –Le preguntó, más bien, ordenó el mayor. Estaba muy nervioso y sonrojado por lo que acababa de pasar con sus compañeros del Inazuma.

 -Claro –Respondió amablemente el peliverde, cogiendo el polo y volviéndolo a chupar.

-Err… -Hiroto intentaba decir algo pero no sabía muy bien el qué- M-Mido, te… te importa…? –Le hizo un gesto con la mano para indicarle que su postura no era la más indicada para el lugar en el que estaban.

El inocente peliverde se apartó rápidamente, y volvió a la arena con su castillo y sus caracolas. Así Hiroto no podría ver su sonrojo.

-Gracias por el helado…

-D-de nada… -El pelirrojo más que avergonzado, estaba sorprendido… Ver a Mido así no le había molestado en absoluto, es más, aunque se le hiciera raro reconocerlo le gustaba compartir esa cercanía con él moreno, y verle en ese tipo de postura le había parecido excitante. Realmente excitante.

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

-Kazemaru –Le llamó el castaño haciendo uso de toda su fuerza de voluntad y valentía.

E l peliazul le miró, esperando a que el moreno le dijera lo que fuera a decir.

-Esto, veras… Err… -El portero no sabía muy bien cómo empezar la frase, ni siquiera estaba seguro de querer decir lo que intentaba decir. Tenía un lío mental de mucho cuidado dentro de la cabeza.

El defensa seguía mirándole esperando sus palabras.

-A ver… Yo… Desde hace mucho tiempo he pensado que... bueno, que tú y yo…  es decir, que tú… -Seguía balbuceando el portero, que estaba más nervioso que en toda su vida.

-¿Sí…? –El defensa intentaba ayudar al capitán, sin saber que eso sólo le ponía más nervioso.

-Lo que quiero decir es que yo… yo… - ``¡Parezco imbécil! ¡Díselo ya! No puede ser tan difícil, venga ¡Vamos!´´ - Kaze yo… -

-``Se…? No puede ser… ¿O sí? ¿Se me está declarando? ¿¿Endo a mi?? No puede ser… ¿O sí? ¡¡No lo sé!! No te hagas ilusiones Kazemaru´´ -Pensaba intranquilo el defensa número 2.

-Kazemaru- Dijo seriamente el portero, que sacó fuerzas de la nada, y cogió las manos del chico de ojos cobre entre la suyas, haciendo que este le mirara directamente a los ojos.

-Kazemaru, tú… tú me gus…- No llegó a terminar la frase, ya que la embarcación dio un brusco cambio de dirección a causa de una solitaria ola, haciendo que ambos jóvenes cayeran al suelo, por segunda vez consecutiva en lo que llevaban de día.

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

-Eres odioso

-Tú sí que eres odioso, la persona más pesada e insoportable que he conocido, y no me oyes quejarme.

-Si trataras con alguien de tu mismo nivel, no dirías lo mismo.

-Nadie ha pedido tu opinión

-Nadie ha pedido que vengas con nosotros

-Lo he hecho porque me ha dado la gana

-Igual que yo con mi opinión

-¿Siempre tienes que tener la última palabra?

-Si hablo contigo sí

-¿En serio? No lo había notado –Dijo sarcásticamente Fudou, cruzando los brazos por detrás de la cabeza, y dando la espalda al otro estratega.

Kidou lo miró con cara de pocos amigos, y decidió ignorar el comentario para que la discusión no fuera a peor.

-``No sé cómo puede gustarme este gilipollas´´- Pensaba el chico de la coleta, que por una vez en su vida se dejaba ver sus ojos. Ese día había decidido dejar sus extrañas gafas de lado. No quería que el Sol le dejara marcas por llevarlas, y aun menos que su irritante amado se burlara de él.

-¿Por qué no volvemos con los demás? Creo que Hiroto ha comprado helado – Comentó Kidou, intentando crear algo de buen ambiente entre ellos.

-No tenemos nada mejor que hacer ¿No? –Fudou volvió a encarar al chico de ojos rojos, y ambos emprendieron el camino de vuelta a la especie de campamento que habían montado todos los jugadores del Inazuma y compañía.

Caminaban tan tranquilos por la arena cuando se cruzaron con Fubuki y Goenji.

-Hey chicos ¿Qué hacéis por aquí? Pensaba que estabais con Hiroto y los demás… -Comentó alegremente el chico de la coleta.

-Bueno, Hiroto y Midorikawa estaban… muy ocupados y, bueno…  no queríamos molestar –Dijo tímidamente el delantero de fuego. Fubuki apoyaba sus palabras asintiendo con la cabeza, mientras miraba al suelo con un sonrojo sobre sus mejillas. No estaba muy claro si era por el calor o por vergüenza.

-¿Ocupados? –Kidou los miró extrañado. Ese par en vacaciones… ¿Ocupados?  Ni de coña. – Ocupados haciendo… ¿Qué?-

-Pues… cosas suyas –Se atrevió a decir Goenji.

-¿Cosas suyas?- Preguntó Fudou. Al parecer la conversación le empezaba a interesar.

- Sí –Contestó fríamente Shuuya. Que intentaba por todos los medios tener que describir lo ocurrido.

En vista de que el moreno no iba a decir nada, los dos estrategas miraron al pequeño Shiro. Le pedían información con la mirada.

-¿Q-Qué? –Preguntó inocentemente el chico de piel pálida al notar la mirada del par de estrategas sobre él.

-Suelta lo que sepas –Dijo rápidamente el chico de la cresta. Su mirada daba algo de miedo.

-Ya os lo hemos dicho… -.

A pesar de de las palabras del pequeño, los estrategas esperaban a que diera detalles. El peliplata se ponía nervioso cuando se sentía observado. No le gustaba sentirse en centro de atención.

-Vamos Kidou-kun, ni que fuera algo muy importante –Intentaba quitar importancia al asunto el delantero-defensa.

-Si no es importante ¿Por qué no quieres contarlo?-

-No me obliguéis a contarlo…- Suplicaba el pequeño delantero. Le daba muchísima vergüenza tener que contar lo que sus ojos habían visto sin querer.

-Creo que esto empieza a divertirme- Comentó alegremente Fudou. Le hacía gracia la inocencia del menor, y le intrigaba lo que había ocurrido con los dichosos ``Aliens´´.

 -¡Me niego! –Sentenció el peliplata –No pienso decir más acerca de este tema, si queréis información, buscarla vosotros.

- Si os dais un poco de prisa todavía llegáis a ver  el espectáculo –Agregó el chico de piel morena, para ayudar a su compañero a desquitarse con los curiosos estrategas.

Fudou los miró con un poco de enfado. Empezó a caminar siguiendo el rumbo que habían empezado, de camino al ``campamento´´.

-Sois unos aburridos –Fue su forma de despedirse.

Kidou se disculpó por parte de Fudou por su comentario y se despidió formalmente de sus amigos. Sin rencores ni nada.

 

Ambos caminaron durante un par de minutos hasta encontrarse con algunos de sus compañeros.

Sakuma y Genda acababan de llegar de nadar en el mar, y se dedicaban a tirarse arena para molestarse el uno al otro.

Afuro hablaba tranquilamente con Ichinose y Domon. Al parecer se llevaban bastante bien.

Someoka jugaba al balonmano con unos turistas de la zona que acababa de conocer. Tsunami, bueno… creo que es obvio ¿No? Tachi se distraía viendo como el mayor surfeaba, al igual que buena parte del equipo.

Los demás no estaban por allí. Seguramente estarían de excursión por la cuidad o de compras.

 

Los recién llegados buscaron con la mirada al peliverde del equipo, ya que al pelirojo lo encontraron casi sin necesidad de buscarlo, ya que su pelo destacaba entre la multitud.

Hiroto estaba en la misma silla en la que había estado sentado desde el principio, sin hacer nada más que mirar al horizonte. Por otro lado Midorikawa, que por cierto, su cabeza empezaba a echar humo de estar tanto al Sol, colocaba piedrecitas y conchas en la torre de su castillo de arena. No se sabía cuánto tiempo llevaba así, pero por la altura que tenía la montaña de caracolas, se podía decir que mínimo media hora.

-O-oye Mido… Creo que tu cabeza empieza a echar humo –Le dijo el chico de la coleta,  algo preocupado por su compañero.

-La espalda se te va a quedar como un trozo de carbón –Comentó con gracia Fudou y bastante indiferencia.

-No es nada, es que enseguida me pongo moreno, bueno, más de lo que ya estoy –Respondió el peliverde sin siquiera moverse para mirar a quienes hablaba, ignorando el comentario del primer estratega.

-¿Te pasa algo Mido? Te veo algo depre… ¿Ha pasado algo con Hiroto?

-¿Con Hiroto? ¡Q-qué va! – su voz denotaba que mentía.

-Pues me ha dicho un pajarito que ha habido tema entre vosotros –Volvió a comentar el chico de la cresta, intentando sacarle información de malos modos.

-¿C-cómo? ¡No ha pasado nada! ¡Nada de nada! ¡Solo fue un descuido, no lo hice a posta! –El peliverde de piel morena se puso en pie y encaró a sus compañeros- ¡FUE SIN QUERER!- Después de gritar y contradecirse, el peliverde cogió su cubo de playa y su pala y salió corriendo lejos de allí, dejando a los recién llegados perplejos.

 

-Pero ¿Qué he dicho?-

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

-Endo… ¿Qué ibas a decirme antes?

-¿A-antes? P-pues…

El capitán nuevamente tenía que pasar por declararse a su mejor amigo. Como si con una no fuera suficiente.

-¿Te importa si te lo digo donde estábamos antes? Es importante… -Dijo el portero, con un pequeño rubor coloreando sus mejillas.

El peliazul accedió a su petición sin quejas, y fueron a hablar a la proa del barco, que era el sitio más romántico para declarase, o eso pensaba el castaño.

-Kazemaru –Le llamó-  No sé si recuerdas el día en que nos conocimos –Comenzó a hablar el capitán – Yo lo recuerdo como si fuera ayer. Estaba buscando gente para reclutar en el equipo de Futbol. Tú fuiste la primera persona en unirse cuando necesitamos ayuda, aunque ya estuvieras en el club de atletismo. Desde ese día se podría decir que fuimos amigos, pero en realidad… yo nunca te vi como un amigo. –Hizo una pequeña pausa y agarró con suavidad las manos del chico peliazul- Tú siempre fuiste alguien especial para mí, incluso antes de ese día, tú siempre fuiste especial.-

El peliazul escuchaba cada palabra con incredulidad. Temía que su imaginación le estuviera jugando una mala pasada.

-Cuando estoy contigo, jugando al futbol, hablando, dando un paseo… sea lo que sea y pase lo que pase, cuando estoy contigo siento que todo es perfecto, que todo va bien…  -Apretó un poco sus manos –Yo te quiero… L-lo eres todo para mí, y… -No pudo continuar. Kazemaru le había tapado la boca con su mano.

-Es… ¿Es en serio? –Su mirada era tan intensa que el portero sentía que iba a atravesarle.

-No podría bromear con esto, ya lo sabes –

El peliazul estaba maravillado, tanto que no sabía si estaba soñando.

-Entonces… ¿Me quieres? –Lo miró a los ojos. Los suyos propios brillaban en esperanza de su eterno amor correspondido.

-Ya te lo he dicho, lo eres todo para mí –El portero le dedicó su mejor y más sincera sonrisa, haciendo que el defensa, presa de la emoción, empezara a sollozar.

-¿E-estás bien? –Preguntó preocupado el castaño.

-S-si, es solo que… todo es demasiado bueno para ser cierto- El chico de los ojos cobrizos intentaba que las lagrimas dejaran de brotar de sus orbes, pero parecía algo imposible.

-¿Eso es un ``Yo también´´? –Preguntó inocentemente Endo, ayudando al peliazul a sacarse las lágrimas.

El defensa asintió con timidez. El portero no tardó en abrazar a su, desde ahora, novio, amante, o como quisiera llamarlo. Desde ahora él era suyo. Suyo y de nadie más.

-¿Sabes una cosa? –Le preguntó pícaramente el portero al defensa.

-¿Qué?

El castaño se acercó a los labios del chico y los selló con un beso. Era un contacto suave y cálido, sin la más mínima malicia. Amor en estado puro.

Cuando el castaño se separó del sonrojado rostro de su chico, le sonrió nuevamente, y sin separarse demasiado de su rostro le apartó el flequillo de la cara.

-Tendrás que dejar de verte tanto con el tal Miyasaka ese… -Dijo con un puchero algo infantil el capitán

El peliazul no pudo evitar reír ante el comentario. Ya sabía una cosa sobre la faceta amorosa de Endo. Era de los celosos.

 

 

Notas finales:

¿... Y bien? Espero que les guste >/////< Me costó bastante idealizar este capítulo, así que espero que les haya gustado u////u


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