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Terremoto en el piso 23 por Ruu Ochibisan

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Notas del capitulo:

¡Hola buena gente! Aquí les dejo el capítulo 8 ^w^ Aunque no sé si alguién estará leyendo este fic, pero bueno u.uU Me ha costado un poco más de lo habitual escribirlo porque me parecía que el fic estaba perdiendo su esencia, no sé si me explico... Bueno la cosa es que creo que me ha quedado un poco cursi, pero no tanto como para volver a escribirlo de nuevo -.-U En fin... Espero que les guste ^3^

Un muchacho pelirrojo de ojos verde jade miraba entristecido el lugar donde antes había estado sentado el chico que le gustaba.

 

Midorikawa no había dado explicaciones de ningún tipo, simplemente se había marchado.

 

 

 

Tsunami y Tachimukai también se habían ido a su cita, o lo que fuera, y la mayoría de sus otros compañeros se habían ido a comer a algún sitio a pie de playa.

 

Los únicos que le hacían compañía en ese momento eran los estrategas del equipo, pero no era ni la mitad de divertido que cuando estaba con el peliverde.

 

-Venga Hiroto, no te deprimas, que seguro que Mido vuelve enseguida –Intentaba animar al pelirrojo, el estratega de la coleta.

 

-Pues yo no creo que vuelva así sin más, teniendo en cuenta la forma en la que marchó… –Aclaró el otro estratega.

 

Hiroto no prestaba demasiada atención a las palabras de sus compañeros, en su mente sólo estaba Midorikawa.

 

-Oye chicos… Yo me voy, estoy un poco cansado… - Hiroto se levantó pesadamente de de su tumbona, recogió sus cosas y se fue de vuelta al hotel bajo la entristecida mirada de los estrategas.

 

Pasaron unos minutos y el chico de ojos jade llegó al hotel. Subió a su habitación y dejó los accesorios de playa en el primer hueco libre que encontró. No se molestó ni en ponerse una camiseta. Con su bañador holgado era suficiente.

 

Ahora lo único que tenía que hacer era encontrar el peliverde y hablar con él, así que salió de su cuarto y comenzó e recorrer el hotel, buscando en todos los lugares donde el moreno pudiera estar.

 

Empezó buscando por el comedor, pero para su sorpresa el peliverde no estaba allí, luego buscó en un pequeño jardín que tenía el hotel, y cómo tampoco lo encontró, decidió preguntar a sus compañeros del Inazuma que en ese momento estaban en el hotel, pero ninguno sabía el paradero de Midorikawa.

 

Finalmente, sin saber muy bien cómo, llegó a la piscina, que era el único sitio donde no había buscado junto con la azotea, pero era tan improbable encontrar ahí al moreno, que lo había descartado de antemano.

 

El pálido chico se sentó en un escalón a mirar la piscina sin mucho interés. Dentro del agua había dos chicos intentando acabar el uno con el otro, o eso parecía, no le dio mucha importancia. Continuó observando los alrededores bastante apenado, cuando su vista se paró en seco al reconocer una silueta muy familiar para él.

 

¡Era Midorikawa! Estaba sentado en el borde de la piscina, con los pies sumergidos y con la mirada perdida en la nada. El reflejo de la luz del Sol en el agua iluminaba su piel, dándole un brillo especial que le hacía ver más hermoso de que costumbre.

 

Hiroto se levantó de su singular asiento y con sigilo se acercó al moreno por la espalda.

 

Estaba a menos de un metro de distancia del chico de ojos negros que había estado invadiendo su mente durante las últimas horas, y ahora que lo tenía en frente no sabía muy bien que decirle. Se acercó con cuidado, para que el peliverde no se percatara de su presencia y lo abrazó por la espalda, usando una mano para taparle los ojos al chico.

 

Notó como el cuerpo del moreno se sobresaltó por el contacto. Pegó sus labios a la oreja del chico que había estado buscando y que por fin había encontrado y le susurró quedamente.

 

-¿Quién soy? –Preguntó inocentemente el pelirrojo, haciendo que el peliverde reconociera al instante su voz.

 

-¿H-Hiro?- Preguntó sorprendido el centrocampista, volteándose para poder encarar a su amigo.

 

-Jo, no es divertido si lo adivinas a la primera –Fingió enfado el pelirrojo, poniendo un puchero bastante infantil y cruzándose de brazos.

 

-¿Qué haces aquí? –Preguntó nuevamente Midorikawa.

 

-¿Acaso no es obvio? Estaba preocupado por ti –Respondió el pelirrojo, luchando contra sí mismo para que su sonrojo no se notara demasiado.

 

A Mido se le iluminó la mirada al escucharlo. Hiroto no sólo no estaba enfadado con él, sino que además le había estado buscando y se preocupaba por él.

 

-Ah… Perdona, no quería preocuparte…-

 

El chico de ojos jade intentaba mantener la compostura ante los adorables gestos del moreno, haciendo todo lo posible para no tener un derrame nasal.

 

-N-no importa, no ha sido para tanto –Le restó importancia al asunto y se sentó a su lado sin meter los pies en el agua.

 

-Entonces… ¿No estás enfadado conmigo?- Estaba seguro de que Hiro no le guardaba rencor, pero quería oírlo de sus labios.

 

-¡Claro que no! ¿Por qué iba a estarlo?

 

Midorikawa pensaba responder al pelirrojo con alguna tontería, pero en vez de eso, le abrazó. No sabía muy bien por qué lo había hecho… simplemente había sentido la necesidad de hacerlo.

 

El pelirrojo se sorprendió ante el repentino contacto, pero no se apartó. Correspondió al abrazo con gusto, presionando su espalda contra su cuerpo. El peliverde estaba un poco húmedo, seguramente se había dado un chapuzón en la piscina, pero eso al Hiroto no le importaba.

 

Estuvieron así un buen rato, no sabrían decir cuánto. Lo único que sabían es que cuando quisieron darse cuenta, la tarde se les había echado encima y estaba empezando a anochecer.

 

-Ya es tarde… -Comentó tímidamente el chico de ojos negros, mientras se separaba de Gran, rompiendo así el abrazo que los unía.

 

El chico de cabellos rojizos lo miraba a los ojos fijamente, con sus profundos y penetrantes orbes verdes, que lo hipnotizaban.

 

Hiroto no contestó, y eso hizo que Midorikawa se pusiera nervioso. Sabía que el pelirrojo estaba pensando en algo, algo importante, pero no sabía el qué, y eso, junto con la insistente mirada del oji-jade sobre sí, le ponía muy nervioso.

 

-O-oye Hiro –Mido no pudo terminar la frase, ya que el pelirrojo le había tapado la boca con la mano haciéndole callar. Parecía que el pelirrojo estaba intentando escuchar algo y por eso pedía silencio.

 

Hiroto miró a la derecha y a la izquierda, como si estuviera comprobando algo, y fijó la vista nuevamente sobre los ojos negros de Midorikawa, que cada vez estaba más tenso y comprendía menos la situación.

 

-Mido… -Le llamó Hiroto con un tono de voz bajo y dulce, retirando la mano que antes había puesto sobre sus labios.

 

-¿Q-qué? –Contestó el peliverde también en un tono de voz débil, acercándose un poco a su compañero para oírle mejor.

 

-Estamos solos… -Susurró con tono meloso el pelirrojo, mirando a los ojos al moreno, esperando su reacción.

 

Midorikawa abrió la boca dispuesto a responder al su compañero, pero las palabras se congelaron en su garganta. No sabía que decir, sabía que tenía que decir algo, cualquier cosa que tuviera un poco de sentido, pero a su mente no acudían las palabras. Su cerebro se había colapsado.

 

El pelirrojo sonrió tiernamente al ver la inocente reacción del centrocampista y no pudo evitar soltar una suave carcajada. Acercó su mano al rostro del moreno, la posicionó sobre su mentón y le cerró la boca con suavidad, sin que la sonrisa desapareciera de su rostro.

 

-No tienes que decir nada –Habló dulcemente el pelirrojo acariciándole la mejilla con la mano con la que antes le había cerrado la boca. –Simplemente… -Fue acercándose lentamente al pequeño Mido, que lo miraba atónito y con las mejillas enrojecidas.

 

Hiroto se detuvo a escasos milímetros de distancia entre sus rostros. Sus alientos se fundían en un cálido vaho, junto con ambas respiraciones.

 

-Te quiero Mido – Fue lo que dijo el pelirrojo antes de acabar con la distancia que los separaba.

 

Cuando el peliverde sintió los suaves labios de Kiyama sobre los suyos, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Era una sensación sumamente agradable y placentera en cierto modo. Estaba inmóvil, no sabía si debía corresponder. Ambos eran chicos, mejores amigos y compañeros desde hacía años… ¿Realmente estaba bien? Lo único que sabía con seguridad era que ambos se correspondían, y que Hiroto había tenido la valentía de dar el primer paso.

 

Si rechazaba esa oportunidad tan clara y nítida, era casi seguro que no tendría otra igual, y no sólo eso… Su amigo, su amado estaba abriéndole su corazón.

 

Es cierto que estaba hecho un lio, y que no tenía casi nada claro, pero ese beso le había abierto los ojos.  Quería a Hiroto, pero no como un amigo.

 

 

 

Midorikawa cerró los ojos, disfrutando del contacto de sus labios. Sintió como el pelirrojo lo abrazaba por la cintura y lo unía más a su cuerpo. No le molestaba en absoluto.

 

Se armó de valentía para corresponder a los gestos del oji-jade, subiendo su mano hasta el pecho de Hiroto, sintiendo la calidez que emanaba su piel.

 

El pálido chico dejó escapar una pequeña risita al notar los nervios del peliverde, y cómo intentaba corresponder sus acciones con movimientos torpes.

 

Estuvieron unos segundos fundidos en ese suave y delicado contacto hasta que el chico de ojos verdosos se separó del moreno, para dedicarle una sonrisa cómplice.

 

-Gracias Mido… - Hizo una pequeña pausa – Te prometo que no te arrepentirás -.

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

El portero suplente del Inazuma Japan caminaba alegremente por la calle con un cucurucho de helado con sabor a vainilla, seguido del surfista del equipo. Acababan de bajar de un autobús que les había llevado al centro de la cuidad, y con ayuda de un mapa que el mayor había conseguido, y que nadie sabía de dónde había sacado, estaban intentando llegar a tiempo a todos los lugares que tenían previstos visitar antes de que se hiciera tarde y tuvieran que regresar al hotel.

 

-Si vamos por aquí, deberíamos llegar en cinco minutos al parque de L’Aigüera –Comentó el pelirrosa señalando una calle que torcía a la derecha.

 

-Pues vamos – Dijo alegremente Tachimukai, cogiendo del brazo al surfista y arrastrándolo por la susodicha calle.

 

Anduvieron unos minutos y finalmente llegaron al parque. Al ser verano, las plantas estaban en su mejor momento, y todo estaba lleno de verde y alguna que otra flor. Dieron un paseo rápido por los alrededores, ya que estaban algo cortos de tiempo y emprendieron el viaje de vuelta a la estación de autobús.

 

Mientras caminaban hacia la parada, las farolas se iluminaron. Ya empezaba a ponerse el Sol.

 

-Me lo he pasado muy bien – Dijo tímidamente el portero, rompiendo así el silencio que inundaba el ambiente.

 

-Yo también, habrá que repetirlo –Contestó el moreno con una de sus típicas sonrisas, que hicieron que el menor se ruborizara.

 

Siguieron andando, cogieron el autobús por los pelos y llegaron al hotel en veinte minutos.

 

Todo era calma y tranquilidad. Al entrar al hotel, uno de los vigilantes de turno les saludó educadamente y estos le devolvieron el gesto, luego tomaron el ascensor hasta el piso 23, recorrieron el pasillo hasta su habitación y finalmente entraron a la pieza.

 

Tsunami fue el primero en entrar, busco entre la oscuridad el interruptor de la luz y cuando consiguió iluminar la sala Tachi entró y cerró la puerta a su paso.

 

-Es un poco tarde ¿Dónde crees que estarán los demás? –Preguntó el portero mientras guardaba sus cosas y se quitaba los zapatos.

 

-Seguramente estén cenando – Contestó el pelirrosa dejándose caer pesadamente sobre la cama en inflando los mofletes.

 

Tachi miraba con cariño las infantiles acciones del moreno. Aunque fuera el mayor del grupo, era bastante infantil cuando quería.

 

Se dio cuenta de que miraba al surfista embobado y apartó rápidamente la mirada. Se dirigió a la ventana de la habitación y la abrió de par en par con la esperanza de que entrara algo de aire fresco que les hiciera la noche más apacible. Se alegró al ver que así era.

 

-Tachi ¿Te apetece bajar a cenar con los demás? –Preguntó Tsunami sin levantarse de la cama.

 

-Creo que es lo más adecuado, después de todo, ni siquiera saben que ya hemos llegado, y a lo mejor están preocupados-.

 

El moreno comprendió que el menor tenía razón, así que con toda la pereza del mundo se puso en pie, se peinó un poco el pelo, y se dispuso a bajar al comedor. Tachimukai simplemente se puso un calzado cómodo y ambos salieron por la puerta

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

Todos los jugadores, ya fueran del Inazuma Japan, o de cualquier otro equipo comían apaciblemente a lo largo de varias mesas.

 

La que más destacaba era una que estaba en una esquina, cerca de un ventanal. Los chicos que estaban sentados alrededor de la susodicha debatían efusivamente sobre un tema trivial, que para algunos parecía tener mucha importancia.

 

-¡No da igual!

 

-Sakuma, creo que le das demasiada importancia… -Se burlaba Genda de su compañero, y de cómo se tomaba tan en serio algunas cosas.

 

-¡Le doy la importancia necesaria! El arcoíris tiene siete colores ¡No seis! ¿Por qué siempre se olvidan del añil? ¡Pobre añil! –Decía el peli azulado del parche, montando una escenita digna de una telenovela.

 

-Es cierto que no siempre lo ponen, pero tampoco es para ponerse así – Kidou Intentaba tranquilizar al moreno.

 

-¡¡Vosotros no lo entendéis!! Casi nunca ponen el color añil, y cuando les da por ponerlo, en vez de poner añil, se confunden y ponen azul oscuro ¡Es de locos!

 

-Pero Sakuma ¿El añil no es azul oscuro? –Preguntó Genda sin mala intención.

 

Sakuma miró al portero como si tratara de matarlo con el contacto visual - ¿Estás diciéndome, que el azul oscuro y el añil… Son lo mismo? –El moreno estiró la mano a lo largo de la mesa, hasta llegar a sus cubiertos. Cogió su cuchillo y empezó a juguetear con él, sin quitar la mirada de asesino que le estaba dedicando al portero.

 

Todos tragaron saliva al ver como el amante de los pingüinos cogía el cuchillo, algo les decía que estaban a punto d presenciar un homicidio.

 

-Sa-Sakuma… D-deja el cuchillo ¿Eh? Hablemos como p-personas… -Mientras hablaba retrocedía, por si a su amigo le daba por lanzar el objeto que tenía en las manos.

 

Sakuma levantó el cuchillo con su mirada de psicópata asesino, pero justo antes de que nadie saliera herido ocurrió un ‘milagro’.

 

-¡Hola Chicos! –Saludó el surfista del equipo, haciendo su aparición estelar y salvando involuntariamente la vida de Genda.

 

-Buenas noches –Saludó también el pequeño portero del Inazuma Japan, que venía con el pelirrosa.

 

-¡Tsunami, Tachimukai! –El antiguo portero de la royal se escondió tras los recién llegados, y se asomó por encima del hombro de Tachi para ver que hacía Sakuma.

 

El moreno del parche dejó el cuchillo sobre la mesa y esbozó una sonrisa totalmente natural, como si no hubiera pasado nada –Hola ¿Os quedáis a cenar? –Preguntó amablemente mientras hacía hueco a su lado para que los chico pudieran sentarse a la mesa.

 

-Sí, muchas gracias, vamos a por sillas, ahora volvemos – Dijo Tachimukai, llevándose al surfista cogido de la camiseta.

 

-¡Os acompaño! –Dijo rápidamente Genda, que no quería volver a su antigua sitio al lado de Sakuma.

 

Al cabo de un rato todos estaban comiendo apaciblemente alrededor de la mesa. El tema del color añil y el arcoíris se habían quedado olvidados, y la faceta asesina de Sakuma no daba señales de vida.

 

-¿Sabéis algo de Midorikawa? –Preguntó el portero suplente. –Es que pensaba que estaba con vosotros-.

 

-Ni Midorikawa ni Hiroto han aparecido desde que nos separamos esta tarde, sobre la hora de comer.- Contestó Endo.

 

-A saber que estarán haciendo esos dos… -Comentó Fudou con picardía, mientras miraba su plato sin muchas ganas.

 

-No todos somos como tú, Fudou –Kidou Contrarrestó el comentario del estratega.

 

-¿Por qué siempre tienes que dar tu opinión?

 

-¿Por qué siempre tienes que hacer comentarios mal sonantes?

 

-¿Me estás retando?

 

-O-oye chicos, relajaos ¿E-eh? –Intervino Kazemaru, hablando por todos los del grupo, intentando calmar a los dos estrategas.

 

-No tengo la culpa de que este no sepa mantener la boca cerrada –Dijo Kidou, cruzándose de brazos bastante indignado.

 

-¿Ahora soy yo el que no sabe mantener la boca cerrada? –Preguntó con enfado el chico de la cabeza semi-rapada.

 

-Por favor chicos, dejar de discutir –Intervino Afuro – Podéis discutir todo lo que queráis cuando hayamos terminada de cenar ¿Qué os parece?-.

 

-No pienso discutir con este idiota –Dijeron a dúo los estrategas, mirando al lado contrario en el que se encontraba su rival.

 

-Son tal para cual…- Susurró para sí Terumi, con una gotita en la nuca.

 

 

 

Después de aquello, la cena transcurrió sin interrupciones. Terminaron de comer, se despidieron y cada uno se fue a su habitación.

 

Tsunami y Tachimukai volvieron juntos a su cuarto y estuvieron hablando un rato sobre todo lo que habían hecho ese día.

 

El surfista en poco tiempo acabó teniendo sueño y se durmió sin siquiera haberse cambiado de ropa.

 

Tachi estuvo a punto de despertarlo varias veces para que se pusiera el pijama o lo que usara para dormir, pero cada vez que lo intentaba, se fijaba en el apacible rostro durmiente del moreno, y le resultaba imposible sacarlo de sus sueños.

 

-Maldición ¿Por qué tienes que tener esa cara cuando duermes? –Se preguntaba el castaño, con un pequeño sonrojo adornando sus mejillas.

 

Una idea pasó por su mente en menos de una milésima de segundo. Estaban solos y el mayor dormía profundamente. ¿Y si…?

 

Se volteó para encarar al moreno, y se arrodillo a los pies de su cama para estar a su misma altura.

 

Se acercó hasta quedar a pocos centímetros de distancia de su rostro, con las mejillas ardiendo.

 

No podía apartar la mirada de sus labios, estaban tan cerca que podía sentir su relajada respiración mezclarse con la suya, que estaba muy exaltada.

 

Se acercó más aun, eliminando casi por completo la escasa separación que había entre ellos.

 

-``Como desearía que sintieras lo mismo que yo siento por ti´´ -Pensó apenado el oji-azul al rozar sus labios con los del surfista, en un suave y delicado beso.

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

-Hi-Hiro… No estoy muy seguro de esto –Dijo tímidamente el peliverde en un susurro casi inaudible.

 

-¿Por qué no? Será divertido, ya lo verás… -Le tranquilizó el pelirrojo mientras jugaba con uno de los mechones del moreno.

 

-Pero… ¿Y si nos descubren?

 

-No nos van a descubrir, no te preocupes… -Hiroto atrajo al peliverde a su cuerpo y le dio un pequeño beso en la nariz.

 

-¿Cómo estás tan seguro? –Preguntó con un pequeño puchero.

 

-No lo estoy, pero ‘’El que no arriesga, no gana’’ –Dijo  alegremente el oji-jade, imitando la manía que tenía Midorikawa a usar refranes.

 

El pequeño Mido lo miró a los ojos, y vio la mirada de cachorrito que le estaba dedicando Hiroto. No podía resistirse a esa mirada, así que acabó cediendo.

 

El pelirrojo le cogió de la mano y ambos de dirigieron a la piscina con mucho cuidado de que nadie les oyera.

 

Al llegar dejaron las toallas en una esquina, y Hiroto no tardó ni medio segundo en tirarse de cabeza al agua. Mido no estaba del todo seguro y por el momento sólo miraba al pelirrojo mientras nadaba.

 

-Mido ~~ Entra al agua conmigo –Canturreó mientras tiraba de su bañador.

 

El peliverde se sentó en el bordillo de la piscina metiendo los pies en el agua - Pero está muy fría…

 

El pelirrojo se acercó al oji-negro y apoyó sus brazos sobre las piernas de Midorikawa -Si tienes frío, yo puedo calentarte –Dijo de forma sensual mientras acariciaba con la yema de sus dedos su bronceada piel.

 

Midorikawa estaba más rojo que el pelo de su compañero. Sin saber muy bien cómo, acabó zambulléndose en el agua para evitar ese peligroso contacto con Hiroto. Ese pervertido iba demasiado rápido.

 

-¿De qué te escondes? –Preguntó pícaramente el pelirrojo al notar lo nervioso que se había puesto el peliverde cuando le había mandado la indirecta. Le abrazó a la altura de la cintura y le acercó a él. -¿Tienes miedo? –Preguntó socarronamente

 

-¡C-Claro que no! – Respondió bastante molesto sin mirar a los ojos del pelirrojo. Le daba demasiada vergüenza.

 

-Eres tan lindo cuando te pones nervioso~~ -Canturreó nuevamente el pelirrojo, abochornando al pequeño Mido hasta límites insospechados.

 

-¿Quieres parar de hablar así? Me molesta –Se quejó el moreno a punto de estallar de la vergüenza que sentía.

 

-Sólo si me das un beso

 

-¿Q-q-q-qué?

 

-Un beso, como el que me has dado antes –Aclaró el pelirrojo con una sonrisa.

 

Midorikawa se quedó callado, mirando cómo Hiroto esperaba a que le diera una respuesta. Sabía que esa era la forma en la que el pelirrojo le reclamaba su cariño, y no le culpaba. Desde que se habían dado su primer beso el moreno había estado muy cerrado con su novio y Hiroto lo había notado.

 

-E-está bien –Susurró el peliverde haciendo uso de la poca valentía que conservaba en esos momentos.

 

Levantó la mirada para encarar a su chico y darle lo prometido, pero antes de que pudiera hacer nada el pelirrojo ya había sellado sus labios.

 

El beso que ahora compartían era diferente al anterior. Estaba lleno de seguridad. Los dos tenían claros sus sentimientos hacia el otro y por eso ese era en muchos aspectos su primer beso, el auténtico.

 

La atmosfera era tan íntima y tan confortable, que era casi imposible que ese beso no fuera a más. El pelirrojo atrajo todo lo que pudo el cuerpo del peliverde al suyo, haciendo fricción entre ellos. Sentir la piel del moreno contra la suya le encantaba. Sus labios apresaban los otros con dulzura y pasión al mismo tiempo, mientras sus manos recorrían la espalda del peliverde de forma posesiva.

 

-E-espera… -Logró decir Midorikawa al separarse del pelirrojo, casi sin aliento.

 

Hiroto no tardó en comprender que estaba yendo muy rápido con su pareja. Cierto era que  Midorikawa destacaba por ser una persona abierta, empática y atrevida, pero cuando se trataban de temas más íntimos, se volvía alguien conservador y tímido como nadie.

 

Se separó un poco del moreno sin romper su abrazo y le acarició su mejilla derecha –Iremos despacio ¿Vale?

 

El peliverde asintió con timidez, con las mejillas impregnadas de un tono magenta que le hacía verse realmente adorable.

 

-¿Por qué no volvemos a la habitación? –Preguntó el pelirrojo, con el fin de intentar arreglar su reciente metedura de pata.

 

-Me parece bien –Respondió Midorikawa con una pequeña sonrisa.

 

Salieron de la piscina, se secaron lo más que pudieron y caminaron con sigilo hasta que llegaron a su cuarto.

 

 

 

Cada uno se sentó en su cama. Estaban nerviosos por varias razones, una de ellas era que tenían que ducharse, y ahora que compartían habitación con su pareja, era un tarea ``un poco´´ comprometida.

 

-¿Te apetece si nos duchamos juntos? –Preguntó el pelirrojo de repente, haciendo que el peliverde se sobresaltara.

 

-¡Eres un pervertido!

 

-¿¿Qué?? ¡No soy un pervertido! Además… ¿No te había dicho que iríamos despacio? No tienes por qué ser tan desconfiado Mido-chan.

 

-Para ti es fácil decirlo, no eres el que sufre las consecuencias… -Dijo con un puchero el peliverde.

 

-Venga Mido-chan, te prometo que no haré nada, porfa~~

 

-… ¿De verdad que no harás nada?

 

-De verdad, lo único que haré será enjabonarte la espalda y lavarte el pelo ¿Nee? –Dijo melosamente el pelirrojo, levantándose de su cama y sentándose en la de Midorikawa, muy cerca del otro.

 

-Qué remedio… -Susurró el moreno poniéndose en pie y caminando hacia el baño con paso lento. Hiroto no tardó en levantarse y seguirlo.

 

 

 

Abrieron la llave del agua para que la bañera se fuera llenando y mientras tanto aprovechaban para desnudarse.

 

Midorikawa estaba bajándose su bañador, que era la única prenda que llevaba, pero en vez de terminar la tarea volvió a colocárselo nuevamente y se dio la vuelta para encarar al oji-jade.

 

-¿T-te importa…? –Preguntó tímidamente

 

-¿El qué? –Preguntó el pelirrojo de la forma más natural del mundo.

 

-Dejar de mirarme el culo.

 

 

 

XxXxXxXxXxXxXxXxX

 

 

 

 

 

El Pequeño portero del Inazuma Japan no podía dormir. Su día había estado lleno de momentos inolvidables y únicos, y no podía sacarse de la cabeza el beso que le había robado al surfista. En concreto,  no podía sacarse esa sensación de la cabeza, aun sentía los labios del moreno sobre los suyos.

 

Se levantó de la cama para asomarse por el balcón, y entretenerse un rato mirando las estrellas. Para su desgracia, había olvidado que el pelirrosa había dejado tirada su tabla de surf en medio de la habitación, y para cuando quiso darse cuenta ya era demasiado tarde.

 

Se tropezó estruendosamente con el dichoso objeto y acabó en el suelo con un chichón en la cabeza.

 

-Ay ay ay ay… -Se quejaba por lo bajo el castaño mientras se sobaba la cabeza por la zona afectada.

 

-¿Tachi…? –Se escuchó la voz adormilada del surfista, que se había despertado por el sonido del golpe.

 

- P-perdona Tsunami, me he tropezado… -Contestó nerviosamente el portero mientras se ponía en pie.

 

-¿Te has hecho daño? – Preguntó un poco más despierto el moreno.

 

-No es nada comparado con los entrenamientos –Respondió el oji-azul sin darle mucha importancia a su tropiezo.

 

-¿Y qué hacías despierto a estas horas?

 

-Emm… pues… Es que no podía dormir –Dijo tímidamente el menor.

 

-¿Has tenido una pesadilla?

 

- Mas o menos… - Fue lo único que se le ocurrió responder. No podía contarle que cómo le había robado un beso se sentía culpable.

 

- Si quieres puedes dormir conmigo –Dijo el moreno de la forma más natural del mundo.

 

-¿Eh? ¿E-en serio? –

 

-Sí… Pero ven rápido, que tengo sueño –El moreno le hizo un hueco en su cama a su compañero y se volvió a recostar en la cama.

 

Tachi avanzó con cuidado de no volver a caerse hasta la cama del mayor, y con mucho cuidado se acomodó en el hueco que le había hecho el surfista.

 

-Buenas noches –Dijo muy bajito el portero.

 

-Buenas noches –Le contestó el moreno. Luego cogió la mano menor, a modo de protección anti pesadillas, y se quedó dormido casi al instante.

 

Tachi se quedó de piedra cuando Tsunami junto sus manos, pero no dijo nada. Se acurrucó un poco más cerca del cuerpo del mayor y acabó quedándose dormido, aun con las manos entrelazadas.

 

 

 

 

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? Por fin Mido y Hiro estásn juntitos... La verdad es que pensaba juntarlos más adelante, pero he pensado ''¿Qué demonios? ¡Los junto ahora!`` y eso hecho >w< ¡Nos leemos!~~


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