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Amor editado o ¿inédito? por senyu

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Abrió sus ojos lentamente, con dificultad, comenzando a mover de a pocos sus músculos buscando despabilarse, prepararse para otro día de trabajo. Sus músculos como duras y pesadas piedras le impedían el moverse abiertamente sobre aquella mullida cama que no parecía querer dejarle ir. No recordaba mucho de la noche anterior, apenas si había estado con Hasegawa esa noche, pero no recordaba nada mas, ni si se despidió de este, que dijo o como llego a casa, y teniendo en cuenta que se había despertado por sus propios méritos y no por el despertador, estaba casi que seguro que era ya tarde, debía levantarse si no quería llegar mas tarde de lo que podría llegar nunca, pero… los síntomas tales de la resaca comenzaban a hacer estragos en su cuerpo, Comenzando por el dolor de cabeza, siguiendo por la inutilidad de sus músculos, incluso por resentimiento de su estomago.

Pronto y para su sorpresa el insoportable pitido del despertador comenzó a taladrar su ahora sensible oído, odiando ese aparato del demonio por más que se alegrara por dentro el saber que no estaba tan tarde como pensó. Quiso levantar la mano que colgaba del borde de la cama y se rosaba contra el piso, una idea que se quedo alojada en su cabeza, pero su cuerpo no parecía querer responder, hasta que sintió el movimiento al lado suyo, el cuerpo apoyándose levemente contra su espalda, el como la mano de aquel extraño que estaba con el en esa cama, apagaba el despertador.

Su cuerpo paralizado por la pereza que le asaltaba, ahora, se encontraba estático por la  sorpresa, sus ojos verdes esmeraldas abiertos a su totalidad por el terror de no recordar con quien estaba, y ahora que lo pensaba y analizaba su alrededor, se daba cuenta que esa no era su habitación…

Miles de pensamientos cruzaron su cabeza, pero el único que permanecía estampado en su mente  como un letrero neón era una pregunta que el no sabia como responderse, sin volverse a mirar al que estaba a su lado.

<<¿Me acosté con Hasegawa?>>

Escucho el gruñido del otro a su lado y su espalda se arqueo en el preciso instante en el que el otro se daba la vuelta abrazándose a su cuerpo. Onodera quería darse contra las paredes, salir corriendo y tirarse por la ventana o balcón más cercano. Saltar a las vías del tren o que lo atropellara un auto, cualquier cosa para no tener que hacerle frente a tan bochornosa situación.

<<Seré idiota… >> pensó con ira absoluta hacia si mismo y sin saber como salir de esa.

<<¿Que voy a hacer?... ¿como salir de aquí sin tener que darle la cara?>> pensaba con terror. <> planeo en su mente, muy seguro de que Hasegawa se tendría que levantar en cualquier momento a la ducha. Pero tal vez el destino era cruel con Onodera Ritsu, el mundo no lo quería o a ese Dios en el cielo, le gustaba reírse a carcajadas limpias de él, pero todo su plan se fue al piso al sentir el aliento del otro en su oreja.

—tenemos que levantarnos…— le susurraron suavemente y Onodera quiso moverse, alejarse de el dale una explicación estúpida, la misma explicación después de una noche de copas… “todo fue culpa del alcohol, no me malentiendas, pero esto no debió pasar” pero aunque la escena de él saltando de la cama y saliendo corriendo gritando esa patética excusa se reproducía en su cabeza, su cuerpo seguía allí tendido inerte, shockeado.

El otro se alejó de su lado, apoyándose contra la cama, encima suyo, podía sentir su mirada sobre su persona, y todos los bellos del cuerpo se le encresparon por el escalofrió que le recorrió. Tenía miedo de mirar a Hasegawa, quería fingirse dormido pero seguía con los ojos bien abiertos, deseaba fervorosamente que se lo tragara la tierra…

—te amo…

Esas palabras le hicieron reaccionar, esa voz le despabilo por completo, todas sus ideas de calma y afrontar la situación “maduramente” si así quería pensarlo él se disolvieron en su cabeza. Su cuerpo reacciono solo a esa voz y se volvió bruscamente a mirar al que estaba sobre el sin poder borrar su expresión de sorpresa de su cara.

Tenia a Takano mirándole fijamente, con una sonrisa  apacible y tranquila, como si no hubiera pasado nada; la sangre de Onodera comenzó a hervir, la ira subiéndole como un volcán a punto de hacer erupción, su rostro rojo, demostrando su estado de pánico y vergüenza, su ceño fruncido ante tremenda charada y su mente agradeciendo profundamente que fuera el y no Hasegawa por mas que intentara recordar como diablos había terminado acostándose con Takano, como no podía recordarlo, mas sus ojos nos podían despegar el contacto que tenían con los ojos café rojizos del mayor, la tranquilidad que expresaban y simplemente estallo.

Tomo la almohada tras su cabeza y con toda la fuerza que pudo aplicar, la estrello contra el rostro del mayor. Estaba tan enojado, tan iracundo que no espero ni cinco segundos en levantarse y comenzar a vestirse.

—tus modales no van a cambiar, siempre tienes una manera extraña de decir buenos días… — gruño Takano burlón, sin siquiera inmutarse por el almohadazo recibido y que no le había afectado en nada, Ni siquiera un mínimo de dolor, pero si sabia  a que iba a atenerse ahora.

—eres un sínico—gruño Onodera colocándose la camisa de mala manera.—como aspiras que reaccione si amanezco en tu cama, y sin poder recordar nada?

—ayer no parecías quejarte…—sonrió Takano, sin quitarle un segundo los ojos de encima, divirtiéndose con el enojo de Onodera, el como se volvió a mirarle Homicida, un contraste muy diferente a lo que le había dicho apenas esa noche, unas horas atrás.

—¿que no puedes entender que esto no va a funcionar….?—pregunto el castaño iracundo. –¿no te das cuenta que lo de nosotros ya fue? ¿Que ya no va a volver? Ríndete!

Esas palabras, en cualquier otra ocasión podían dolerle, podían hacerle sufrir y obligarse a pasar a otras acciones no tan convencionales, empeñarse mas en lograr que el menor le amara, pero ahora esas palabras no significaban nada frente a esos “no te vallas” o los “no me dejes solo” que le había dicho mientras hacían el amor, Palabras que no dejaban de repetirse en la cabeza del pelinegro y que le hicieron sonreír divertido.

—¿de que diablos te ríes?—cuestiono el castaño furioso, Takano sabia que lidiar con el menor así era casi imposible, y aunque la situación era incomoda, él estaba feliz, feliz de saber realmente que pensaba el menor, a pesar de sus inútiles intentos de negar que le amaba y que no había dejado de repetírselo esa noche, así que simplemente resoplo divertido levantando las manos en señal de paz sin querer pelear mas, un simple gesto que hizo descomponer al castaño saliendo de la habitación y posteriormente del apartamento gruñendo cuanto insulto podía pasar por su cabeza.

—si… y también te amo—sonrió burlón a pesar de que el menos ya no podía oírle.

***

Abría con dificultad sus ojos, el oscuro techo sobre él se materializaba de a pocos mientras su mente le traía las escenas pornográficas de la noche anterior.

Su cuerpo se sentía ligero e incorpóreo, tan relajado, complementado con lo cómodo del colchón se sentía en una nube donde nada ni nadie podría bajarlo ni molestarlo.

Sonriendo por lo bien que se sentía  físicamente y los recuerdos de esa noche, Misaki dejo caer su cabeza hacia un lado para así poder fijar sus ojos esmeraldas sobre el reloj que marcaban las siete y cuarenta y cinco de la mañana.

Leía el número una y otra vez, estático en su posición, había algo en su cabeza que le decía que olvidaba algo, que esa hora significaba algo malo… pero simplemente no lograba recordar que era. Pronto el reloj digital cambio de minuto marcando las siete y cuarenta y seis de la mañana, suficiente para que Misaki saltara de la cama como loco.

—¡VOY A LLEGAR TARDE AL TRABAJO!

***

Bajo el periódico que estaba leyendo tras escuchar el estruendoso grito de su pequeño universitario.

Usagi sabia que hacia cuarenta minutos mas o menos cuando se despertó debió levantar a Misaki para que se fuera a trabajar… el problema era evidente, no lo había hecho y la razón era muy lógica… no quería que Misaki siguiera trabajando en Murukawa, ¿porque? Pues por que ese estúpido jefe de dibujitos siempre estaba muy cerca a su Misaki y eso simplemente le dañaba todo el día. Aunque ese día no seria diferente al ver al pequeño salir de la habitación organizándose la ropa como podía, y como su lógica deductiva le daba la evidencia de lo que no quería pensar. Levanto el periódico algo molesto para ignorar el revoloteo del Universitario por el lugar, aunque si algo tenía muy presente es que un buen regaño le iba a caer de parte de Misaki por no despertarle, eso era más que evidente, tanto que no tardo en llegar.

—¿Porque no me despertaste?—fue la pregunta iracunda que llego a él, seguido del golpe en la mesa que le obligo a bajar el periódico y dejar que sus ojos lilas se encontraran con los ojos enojados de Misaki. –voy a llegar tarde….!

El peliplata no respondió, seguía mirando al menor con una expresión neutra en su cara, sin poder dar una razón evidente al por que no le había despertado. No por que no la tuviera por que bien podía darle una razón, el problema era que Misaki la aceptara, pero aun así el castaño seguía mirándole fijamente esperando una explicación, una explicación que Usami no quería volver a dar, por lo que suspiro derrotado, dejando el periódico sobre la mesa.

—te llevare, así llegaras mas rápido…— propuso, y aunque igual sabia que el chico iba a llegar tarde, aun tenia la vaga esperanza de que eso mitigara la ira de Misaki.

—¿en serio?—pregunto el menor desconfiado.—sin trampas? Sin llevarme a  un lugar equivocado?

—seguro, directo a editoriales Murukawa, lo prometo.

—¿y prometes también que no pelearas con Takano?

Gruño molesto, no estaba muy agraciado de escuchar el nombre de ese editor de dibujitos, pero no pudo mas que responder con lo que Misaki quería oír.

—bien… entonces vámonos porque se me hizo tarde.

***

salió de su apartamento afanado, le había tomado mas tiempo del normal prepararse esa mañana, tal vez por que se había quedado un rato revisándose cuantas magulladuras le había hecho Takano, como buscando igualmente la ropa adecuada para cubrir todos y cada uno de ellos sobre todo los del cuello. Las maldiciones y la resaca persistían a pesar del baño que se dio con agua fría y aun así, no sabia por que se sentía tan bien.

—pensé que no saldrías nunca…— la voz que llego a él, le hizo detenerse inmediatamente, fijando sus ojos verdes en el editor en jefe que estaba apoyado contra la pared listo para trabajar y evidentemente esperándole.

—¿que haces aun aquí?—cuestiono el castaño rogando mentalmente de que Takano estuviera esperando a otra persona que no fuera el, pero no era estúpido para no darse cuenta evidentemente que era a él a quien estaba esperando.

—sé que es evidente así que no creo que tenga que responder.

—puedes irte, yo puedo llegar solo…

—llegaras tarde.

—no importa…

Intento continuar su camino al ascensor, alejarse de Takano y el remordimiento que le daba verle, el hecho que hiciera saltar el corazón cada vez que estaba cerca y el hecho mas reciente el no recordar el como se enredo con el esa noche ni el que le dijo. Pero Takano le sujeto del brazo evitando que se fuera, sin dejarlo irse sin dejar que escapara de él, y de las cosas que habían pasado, que no lo ignorara bajo su capa de fastidio y odio. Pero esta vez no pretendía hablar, mas por que tuviera mas que una cosa para decirle, si que era importante que ambos llegaran a la oficina, por lo que jalo al castaño con el, sin intensión de dejarle ir y dejándoselo bien claro.

—yo te llevo.

***

El tedioso viaje inundado solamente de silencio y un ambiente aplastante lograban hacerle desear a Onodera no haberse levantado esa mañana. El día prometía ser solo desastres desde el momento en que abrió sus ojos encontrándose con las mayores razones para pensar que era un estúpido sin remedio. Había caído nuevamente ante sus encantos. Su actitud egocéntrica y fría, el color de sus ojos castaños, el olor de su cuerpo, el como el rose de los dedos del otro erizaban su piel, las palabras que le dijo cuando despertó, ese “te amo” que quedo plasmado en su mente cuando se despertó aterrorizado, pero feliz…. Feliz de que fuera el y no una locura mas, feliz de que a pesar de todo siguiera intentando, pero que seria un buen y puro amor sin algo de resistencia.

El auto se detuvo al fin, dejándole ver a menos de treinta metros de distancia la salida temporal a Takano, las puertas de la editorial Murukawa. Sin esperar un segundo mas se bajo del auto, cual alma que llevaba el diablo. Quería alejarse rápidamente del pelinegro y no darle mas largas a esa situación que se había acabado en ese cuarto hacia escasas horas, Cerro la puerta del vehículo tras el, apenas diciendo gracias, para no alargar tan tortuoso momento, ignorando incluso el deportivo rojo que había aparcado atrás del auto de Takano y quienes descendían de él.

—Onodera….—la voz que logro detenerle en ese momento, le hizo darse la vuelta rápidamente para poder decirle al imbécil que se interponía entre el y su huida de Takano, que se callera a un agujero, pero al momento de darse la vuelta se encontró con los ojos lilas de Usami, y a su acompañante, nada menos que Misaki.

Se volvió a ver a Takano en ese instante, para asegurarse que no estuviera muy cerca, para que todo aquel enredo de madeja insoltable que era su problema con Takano no se fuera a la luz publica. Y hay le vio, a unos tres metros de él, mirando a Usami fijamente, como si se tratara de un perro rabioso listo para atacar a su próxima presa.

—Usami-san… buenos días—saludo disimulando su enojo, incluso aclarándose la garganta para evitar tonos inadecuados que llevaran a los malos entendidos.

Ignorando cualquier espectador incluso al mismo Misaki, Usami se acercó a Onodera, para poder hablar mas tranquilo y un poco mas personalmente, quedando frente al castaño, bajo la intensa mirada de Takano y el Universitario.

Takano había cosas que podía soportar, habían cosas que no acababan con su paciencia a pesar de ser del tamaño de la cabeza de un alfiler, pero nada, nada hacia que se enojara mas que ver a ese escritor de quinta acercase a su Onodera, que se atreviera incluso a ignorarle, a irrespetar su propia autoridad. Recordaba ampliamente lo que había visto ese día que había visto al peliplata entrar en el departamento de Onodera, la cara de estúpido que se le quedaba a este cuando veía al escritor, el como parecía que todo el mundo desaparecía para el, y eso lograba que no solo se enfadara, que su paciencia se esfumara sino que sus celos afloraran, sentía muy en el fondo de su ser que ese peliplata podía ser su mayor interferencia para que Onodera volviera a amarle, y era algo que él no iba a esperar de brazos cruzados. Por ello y sin mediar palabra alguna, el jefe de editores se acercó al castaño mayor, jalándole con el, sin mediar palabra alguna con el escritor, sin siquiera querer dar una explicación, hasta que el mismo Onodera se soltó de mala manera, mirándole inquisidoramente.

—¿a donde me llevas?

—Tenemos una reunión y vamos retrasados—fue su mejor explicación mas lógica.

--no lo siento, yo no tengo ninguna reunión, el único con una reunión eres tu—corrigió el castaño organizándose la ropa.—no interfieras con mi trabajo.

El pelinegro respiro profundo para mantener la compostura, guardándose todo su enojo y la frustración que le dio, para pasar por el lado del peliplata sin decir una sola palabra.

--lamento el altercado—se disculpo Onodera ampliamente avergonzado.—¿que me quería decir Usami-san?

El peliplata sonrió, no tenia que ser genio para dar con el verdadero punto débil de Takano, como podía mantenerlo a raya con Misaki, y ese era justamente Onodera.

--si, era para decirte que el Manuscrito nuevo, ya esta listo y pensaba que podíamos ir a desayunar para revisarlo, si no te molesta o estas muy ocupado.

Aquella proposición, no fue nada extraña para Onodera, de hecho lo veía como una buena manera de huir de Takano. Por el lado contrario el primero en parar la oreja fue Misaki, confundido; ¿en que momento Usagi había terminado un manuscrito sin la necesidad de que lo acosaran e intentaran matarle? ¿Por qué ponía tanto empeño con Onodera si con Aizawa apenas si tocaba su estudio para trabajar?, miro a Usami unos segundos, dándose cuenta que ni siquiera estaba al pendiente de él, que toda su atención estaba sobre Onodera, esperando su respuesta, casi como si se hubiera olvidado de su existencia; y le dolió, fue como si algo dentro de su cuerpo hiciera clic y le enojaba.

Por otra parte Takano se quedo estático un segundo, sorprendido; esperaba que Akihiko Usami podía ser un descarado, o eso le parecía de lo poco que había podido conocer de su grotesca persona, pero ser tan descarado como de invitar a Onodera a desayunar ¿bajo sus narices? Casi deseaba que se tratara de una broma. Así que con fuerza y celoso, tomo a Misaki por la muñeca, al pequeño universitario que apenas  había mirado y que no había notado en el su expresión desencajada y sobresaltada, jalándole con el al edificio, a esa dichosa reunión que le impedía meterse entre su Onodera y el ridículo escritor de Tercera que quería quitárselo.

Misaki, no pudo quitarles la mirada de encima, Ni siquiera cuando paso por su lado y los ojos de Usami ni se ladearon a Mirarlo, en ese momento pudo ver como los otros dos tomaban camino a la cafetería mas cercana, pero ese no había sido el problema, el problema real era ver la acción del peliplata, como ponía su mano en el hombro del otro castaño como si fuera lo mas cercano del mundo y eso mas lo enojo, mas le ardió, comenzando a conjeturar cosas en su adolecente cabecita.

<<¿Le gusta?... ¿es que si le gusta? ¿Le gusta mas que yo?>> eran los pensamientos que pasaban por la cabeza del universitario, comenzando a hacer estragos en su imaginación.

***

Aparco su auto en el parqueadero del edificio de la editorial Murukawa, con sus ojos lilas pegados en dos personas que iban pasando, hablando animosamente.

No había descendido del auto, ni tampoco llevaba mucho tiempo allí, había acabado de llegar incluso de quitar la llave del sistema de encendido cuando les vio pasar. Si, eran Onodera y Usami, no había tardado nada en reconocerlos y es que era imposible no reconocer al peliplata, al que si le había costo un poco era reconocer a Onodera, ya que por un segundo había creído que era la pulga castaña de Misaki.

<<interesante…>> pensó al ver lo animados que se veían juntos.

Bajo del auto con cosas atropellando su cabeza, cosas malas tenia que aceptarlo, camino hasta la entrada del edificio, fraguando una pequeña bromita con la cual divertirse y que los días no se le hicieran tan complejos y aburridos. Uno que tal vez le ayudaría a cumplir un propósito que jamas había podido cumplir…

<< no seria tan malo >> pensó con una sonrisa alegre en sus labios. <> pensó animosamente, aunque sabia que no podría hacerlo, aunque su afición siempre había sido escribir un libro, jamás había podido, bien fuera por que no tenia media idea de que escribir o por que no era fluido en sus parlamentos, pero… era tan tentador…

Pronto sus ojos se quedaron fijos en Takano y en Misaki que iban abordando el ascensor. Era su momento.

--detengan el ascensor—pidió apresurándose al ascensor que fue detenido rápidamente por Takano.

--buenos días—saludo Takano guardándose su enojo.

--Buenos Días—saludo Misaki, no muy contento pero sin perder su cortesía.

--como van?—pregunto por cortesía.

--bien—contesto Takano.—y usted?

Era una buena pregunta, la justa para comenzar con su bromita.

--sorprendió—soltó relajado.—y es algo que quería hablar contigo.

--¿de?-- Pregunto Takano, sin interés alguno.

--no se si tendrás alguna objeción, con dejar a Onodera como el editor permanente de Usami.

Justo en ese momento se abrieron las puertas del ascensor… justo en ese momento las almas de Takano y de Misaki se cayeron al suelo. ¿Qué era lo que había dicho?”

 

**(continuara)***

 

Notas finales:

Bueno 

aqui tienen la primera parte del capitulo 10

se que he tardado MESES en actualizar, pero con dos trabajos las cosas nos e hacen faciles, asi que hago lo mejor que puedo y pido mucha paciencia, espro que les guste y feliz lectura.

Esto se me esta haciendo un poco largo por lo que ya tenia planeados los caps, asi que es un poco incierto cuantos mas seran.

alguna cosa me comentan

 

gracias

 

SENYU


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