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Amor editado o ¿inédito? por senyu

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Arrastras más por el hecho ebrio de estar ebrio que por la razón de que estuviera intentando de que el mayor dejara de jalarle cual muñeco de trapo, Takano y Onodera aún no lograban dimensionar lo que había pasado, ni lo que ocurría en ese momento.

 

Sabia que hacia unos minutos estaba con Hasegawa, un amigo y ahora compañero de trabajo y al segundo siguiente estaba dejándole atrás con un malestar inexplicable, todo por aquel pelinegro que le había sacado de allí sin ninguna explicación solo un simple “nos vamos de aquí ahora…” lo que hacía que se preguntara ahora ¿Cómo era que no había replicado aun? Como era que no le había dicho nada todavía? ¿Era su afán lo que lo obligaba a salir de ese sitio por lo que se dejó arrastra por Takano?... no era que la estaba pasando mal, era mas bien que no lograba adatarse por que no había parado de pensar en eso precisamente, en esa conversación que había sostenido con Takano.

 

Pronto y de improvisto su rostro se estrello contra la espalda del otro que detuvo sorpresivamente su marcha sin siquiera Onodera pudiera esperárselo. El castaño se separó lentamente  quejándose por lo bajo del dolor que le atenazaba en la cara y como era que se sentía tan desorientado si básicamente había bebido poco o al menos eso creía.

 

—entra—ordeno Takano no más moverse para dejarle pasar a su apartamento.

 

—¿Por qué?—pregunto desorientado. Entendía el significado de la palabra “entra” no veía por que debía entrar al apartamento del pelinegro y no al suyo que estaba justo al lado.

 

—porque estas borracho, y el estar solo en casa te vuelves peligroso para ti mismo.

 

—¿peligroso para mi mismo?—pregunto el castaño esta vez comenzando a enfadarse.—no hay razón para ello—objeto—así que déjame quiero irme a mi casa y a mi cama.

 

—mi apartamento también es una casa y tiene una cama—alego Takano.

 

—tu casa y tu cama, no mi casa ni mi cama, están en el apartamento del lado.

 

Si en algún momento hubiera querido seguir discutiendo tal vez lo hubiera hecho pero al solo ser acallado por los labios de Takano, lograron que todo dentro de el diera un gran salto. Eran tibios… suaves… deliciosos, su cuerpo, sus fuertes brazos, sujetándole como si se fuera a ir nuevamente, como si se le fuera a escapar.

 

Tal vez las cosas pasaban por una razón, el hecho de encontrarse de nuevo con Takano Masamune después de diez años de una relación fallida estúpidamente por un mal entendido, era lo que el mundo quería para el.

 

Con un destino indefinido y un afán palpante por no estar a la sombra del apellido y de su padre, había huido al exterior, incluso había conseguido otro empleo, para lograr ser alguien diferente… pero a quien quería engañar, todo era una mentira… su apellido no dejaría de atormentarle, el trabajo que desempeñaba en ese momento jamás le gustaría y nunca podría dejar de amar a ese hombre.

 

Por lo que aunque quería atribuirle aquello que pasaba a su grado de alcoholemia, no tardo un segundo en apegarse a Takano y dejar que sus lenguas se encontraran en un beso acalorado que casi parecía transmitir por si mismo todo lo que los dos sentían.

 

Por ello y casi por puro instinto, entre tropiezos y caricias varias, la ropa iba cayendo en el camino a la habitación del editor en jefe, terminando por desplomarse ambos en la cama, con Takano sobre el castaño, terminando por deshacerse de lo que le quedaba de ropa al otro y hasta olvidándose de incluso si habían cerrado la puerta del apartamento o no… pero la verdad era el menor de sus problemas.

 

Se separo de los labios del castaño por unos segundos, sus pulmones le exigían algo de aire. Sus respiraciones entrecortadas no lograban cortar sus deseos carnales, podían leer lo que al otro quería en sus ojos llenos de lujuria y desenfreno.

 

—te amo—dijo Takano, acariciándole el rostro con cariño, con devoción, sin que ninguno de los dos dejara de mirarse. Onodera aún tenía sus dudas, tenía miedo, miedo de creer en esas dos palabras, que volvieran a lastimarle y no quería. No quería volver a llorar, que terminara de despedazar lo que le quedaba de confianza y se quebrara su remendado corazón.

 

Los labios de Takano volvieron a juntarse a los suyos empujándolos al placer desenfrenado, al volver a disfrutar de esa vieja relación de “amor puro” que él había soñado en el pasado, seria la noche en la que volverá a tener a Takano para él, volver a creerle por una noche.

 

Por ello le beso, correspondió a las caricias de sus labios, abrazándose al cuello del mayor, rosándose contra su cuerpo provocándole, dejando que sus manos acariciaran su piel, arrancándole algunos temblores a su paso todo lo que su cuerpo le permitía sentir, definitivamente era la gloria.

 

***

 

—Usagi…—suspiro como un intento de alejar al mayor de sus zonas sensibles pero a oídos del mayor, era como una exhalación llena de placer que le incitaba a continuar su deliciosa labor con todo el esmero y la dedicación justas del momento.

 

 Con la habilidad y la experiencia que sus años le atribuían siguió arremetiendo contra el cuerpo del menor. Su lengua saboreando cada milímetro de la piel del cuello del castaño. Sus manos tocando aquellos puntos que podían lograr que la mente de un hombre divagar en malos pensamientos.

 

Si, hacia un rato habían discutido por el empleo del menor y su empeño en continuar ejerciendo a pesar a que él se oponía. Sabia que no podría obligarlo mucho menos convencerle, pero aun podía hacerle suyo, marcarle para dejarle en claro al estúpido editor de dibujitos que a Misaki solo lo hace estremecer el, no más, nadie más.

 

Le beso, rosando sus labios con los propios, roses que conseguían amplios escalofríos recorriendo el cuerpo de Misaki, logrando que se contoneara suavemente. El cuerpo del castaño estaba ansioso y deseoso  de más y él no iba a negarle todo eso y un poco mas.

 

***

 

Dibujaba y torturaba con sus dientes y  lengua el pezón izquierdo de Ritsu deleitándose con sus gemidos y las caricias que le propinaba en su espalda demostrándole con ella su total  enérgica participación en aquel acto de total amor.

 

Le encantaba como gemía su nombre, sus piernas moverse cada cierto tiempo por las ansias. Lo estaba disfrutando tanto, era una de las pocas veces que podía tener al castaño en la cama, de las pocas veces que podía ser sincero y demostrarle que le amaba apresar de repetir hasta el cansancio que no era así.

 

Con una sonrisa en sus labios, deleitando la vista de tan perfecta imagen, bajo sus manos por todo el pecho del castaño, acariciando con la yema de sus dedos todo el recorrido hasta toparse su objetivo, el miembro erecto del otro, uno que no dudo en acariciar y masturbar. Primero de una manera suave, después aminorando la marcha en lo que su otra mano bajo un poco mas buscando la entrada de castaño preparándolo para hacerlo suyo otra vez.

 

Primero deslizo uno de sus dedos en el interior del menor, escuchando aquel quejido que intento mitigar al acelerar el ritmo de la mano con la que lo masturbaba. Era estupendo nada importaba todo estaba resumido en ellos dos, el resto solo era otro cuento.

 

***

 

Yokosawa No estaba seguro de que le dolía más. El ver a Takano teniendo sexo con alguien más o el hecho de que fuera con el mismo estúpido que lo rechazaba y lastimaba sin parar.

 

Si la vida podía ser cruel…. La gente inconsciente y las sentimiento un gran problema, no era la primera vez que le pasaba, no era la primera vez que se encontraba con una desilusión de ese tipo, no era la primera vez que el jefe de editores pelinegro le destajaba el corazón de esa manera. Se podía suponer en primer momento que las cosas pasaban solo porque la vida era cruel e injusta, por más que realmente eso solo pasaba como una confirmación de que ya enserio debía… debía aceptar que era el final, ya no eran solo las palabras de Takano, que él no quería creer, Onodera le obligaba a decir, no era la señal de que debía seguir adelante y hacer que al reloj que se había detenido ese mismo día que él y Takano habían terminado. Todo ese tiempo en adelante todos sus esfuerzos solo eran para recuperarle pero ya era tarde ¿cierto?... si lo era ya lo era.

 

Y de la misma manera en la que había llegado a ese apartamento con toda la intención de hacer que Takano entendiera de una vez por todas la realidad, se marcho, derrotado, queriendo fingir que no había visto nada que el dolor no estaba, que la rabia no existía que la tristeza no se hallaba, todo aquello se quedaría guardado en su interior menos la idea de destruir a Onodera, todo ese dolor era su venganza.

 

***

 

El beso acalorado, las caricias, las pequeñas heridas deliciosas que Onodera le hacía al clavar las uñas en su espalda, todo eso lo llevaba a empujarle mas al incontrolable desenfreno que eran los deseos de los dos.

 

Acomodado entre sus piernas, Takano estaban concentrado en diferentes partes del cuerpo del castaño logrando gemidos y contoneos varios de placer que lo llevaban a aumentar el ritmo. Su boca ocupándose del pezón izquierdo del otro, y su mano izquierda ocupada en masturbarle era la distracción perfecta que necesitaba para que el Onodera aferrado a las sabanas no opusiera resistencia alguna a lo que venia.

 

Furtivamente deslizo su mano derecha nuevamente a la entrepierna del castreño creando deliciosos roses con las llenas de sus dedos sobre sus testículos y posteriormente ubicándose en su entrada. Estaba impaciente por hacerle suyo, impaciente por hacerle sentir todo lo que el mismo sentía por el.

 

—te amo…— susurro antes de volverle a besar con tanta urgencia, con desenfreno, aventurarse a su interior oyendo ese pequeño gemido de dolor y placer que recorrió al castaño y que lo obligo a arquear su espalda pegando su pecho al del editor en jefe.

 

Así continuaron dejando que sus bocas degustaran el sabor de la boca del otro, que sus lenguas se encontraran, como sus cuerpos reaccionaban a las caricias del otro, sus piernas se rosaban entre si, como los dedos de Takano se iban adentrando uno a uno siendo ahora casi tres dedos en el interior de Onodera, dilatando su entrada para hacer de aquella cogida algo único en todas las veces que ya lo habían hecho en circunstancias meramente similares.

 

Pronto sus bocas se separaron dándose un mínimo de espacio suficiente para dejar que sus ojos se encontraran y se perdieran en la profundidad de los ojos verdes de su castaño favorito, del amor de su vida.

 

—te amo…— le repitió el pelinegro en un susurro cargado de sentimientos dulces de anhelo y devoción. –nunca deje de hacerlo….

 

Pero a pesar de todo no recibió respuesta, solo podía ver el rostro ruborizado del menor, el como le miraba embriagado, no solo por el alcohol consumido, sino del placer que se reflejaba en su mirada. Y a pesar de que no le decía una palabra, no necesitaba oírlas para leer en su cara, que Onodera Ritsu sentía lo mismo que él. Que le amaba y le deseaba con locura, que a pesar de todo ese tiempo… esa flama de amor que había nacido esporádicamente, con un acto irracional y muy mal planeado seguía ardiendo.

 

***

 

Los suspiros y gemidos que se escapaban de su garganta y labios no tenían comparación a lo que Usagi sentía al compararlos con una de las piezas de música más finas jamás escuchada, instándole a mover su lengua y boca mas rápido mas fuerte, disfrutando de las caricias del castaño, de sus dedos enredándose en sus cabellos plateados, el como sus piernas temblaban ante su perfecto trabajo.

 

—Usagi…

 

El universitario divagaba entre el placer y las ansias de sentir nuevamente al peliplata en su cuerpo, recordándole cuanto le amaba, no solo con sus palabras sino también con sus acciones, deslizando el miembro del menor hasta su garganta, sintiendo como arqueaba su espalda y sujetando con fuerza, no solo su cabello sino la cogineria a su lado.

 

—más…—gimió el castaño desesperado por más atención, por más placer que no le dejara pensar en nada mas que no fuera el nombre de su escritor.

 

Resoplo divertido de esas palabras, era la señal que necesitaba para poder subir de nivel, quería que el castaño le rogara por mas para poder subir el nivel y llevarle al punto de delirio que mas le gustaba.

 

Sin dejar que su boca descuidara su trabajo, introdujo lentamente su dedo medido en la entrada del castaño, escuchando como este gruñía de excitación, ni siquiera de molestia, incuso levantando un poco mas su cadera para darle más acceso a ese trabajo que estaba haciendo y que requería de muchas “concentración”

 

“te amo… —gimió Misaki con sus mejillas rojas y sus ojos entrecerrados mirando el techo sin poder concentrarse. Palabras que obligaron a Usami a alejarse del miembro del mayor satisfecho. Eran las dos palabras que podían arreglarle todo el humor y darle el dulce que requería para su vida, el y solo el.

 

***

 

—dime que amas…—pidió acomodándose entre sus piernas, dejando que sus labios rosaran los labios de Ritsu excitándole y llevándole al borde de la locura sexual.—dime que me amas y prometo que jamás me iré, Onodera.

 

—¿Seguro?—pregunto Al fin el castaño, tras media faena en un mutismo constante.—¿jamás te iras?

 

Sonrió dulcemente ante la inocencia que reflejaban sus palabras.

 

—no me iré.

 

—¿no me dejaras solo?

 

—no me iré…

 

—no volveré a sentirme muerto?

 

—no dejare que te pase nada…

 

Abrazándose a su cuerpo, dejando que el menor bebiera de las palabras que le hacia, de esa promesa que no pudieron hacerse años atrás. Le penetro lentamente, escuchando los gemidos de dolor y placer de su amado contra su oído mientras sentía como los brazos del otro se aferraban a él permitiéndose clavarle las uñas en la espalda, lleno de placer.

 

<< Es el nirvana >> pensaba…<>

 

***

 

Misaki se aferraba al espaldar del largo sofá, mientras el peliplata se deleitaba en hacerle temblar, besando cada centímetro de su espalda. Parecía disfrutar el aplicarle tal deliciosa tortura mientras seguía envistiéndole con sus dedos. Obligándole así a sacar cuanto ruego hubiera posible para que subiera más el nivel.

 

—dime que me amas… Misaki…— le susurró al oído, pegando su pecho a la espalda del menor… llevando su mano al miembro del otro comenzando a masturbarle, embriagándose con los sonidos que le arrancaba, sonidos deliciosos llenos de impacto para su propia excitación.

 

—Usagi…— susurro el chico enderezándose hasta donde su espalda se lo permitía al sentir los labios del mayor dibujando sus hombros.—te amo…—soltó Misaki. en una voz tan baja y profunda que antecedió a un gemido cargado de profundo placer simple y puro placer producto a su miembro enterrándose en el cuerpo del menor. Era la gloria, simplemente perfecto.

 

Sujetando al menor por las crestas de su cadera comenzó un vaivén lento y acompasado que comenzaba a aumentar el placer en el castaño y a regalarle oleadas de placer a su propio cuerpo que lograban sacarle algunos jadeos de placer. Aumentando el ritmo a cada lee movimiento que el castaño hacía para acelerar su compas.

 

Imaginarse su rostro lleno de placer era tan perfecto y maravilloso que era casi comparado con el mejor de los artes, una pintura que se incrustaba en su mente y quería ver una y otra vez.

 

Abrazándose al cuerpo de Misaki, sin dejar de estocar su cuerpo ahora rápidamente, llevando entonces su boca a la oreja del menor.

 

—te amo… eres mío y de nadie más… solo mío

 

***(Continuara)***

 

 

Notas finales:

bueno 

se que muchas quieren matarme

pero aqui ya tengo el cap de este fic despues de casi 6 meses sin actualizar. aqui esta el cap espero lo disfruten.

e intentare comenzar a actualizar mas seguido

espero que les guste y ya me contaran que tal.

adios

 

SENYU


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