Buenas noches
Únicamente quería llegar a casa.
Cuatro horas después de su hora normal de salida, Minato por fin se libraba de todos los pendientes que tenía en la universidad. Malditos mocosos que no estudiaban. El curso que estaba impartiendo -a "petición" de su madre- acerca de economía del desarrollo sustentable,* a su manera de ver, no era muy complicado. Sólo una introducción para que se tuviera algo de ética laboral en la carrera de administración de empresas. El problema comenzó cuando sólo uno ¡Uno! De sus estudiantes aprobó el curso con todos los honores. Ese chico sí que era destacado. No como la otra bola de sus incompetentes alumnos que se fueron directo a finales.
Malditos hijos de papi confiados; todos venían de familias con muy buenas posiciones económicas. Minato estaba consiente que era un maestro estricto, pero que cualquiera con algo de interés y estudiando lo suficiente, podía aprobar su materia. El punto es que todos esos escuincles estaban más que consentidos; creían que nadie se atrevería a tocarlos, así que no se esmeraban en absoluto por nada. Profesaban que todo en la vida les iba a llegar fácil. Tan fácil que no necesitan ni estudiar. Ingenuos.
Y ahora él era el que tenía que sacrificar su tiempo aplicando exámenes.
Que digan que dios le dio paciencia, de otra manera ya todos estarían reprobados. Ni siquiera pudo pasar por su nene—. Por lo menos era el día libre de Kushina —opinó suspirando distante, al momento de aparcar el auto frente a su pórtico.
— Ya llegue —anunció contento de estar finalmente en su hogar. Por lo menos era viernes; podría pasar lo que restaba del día jugando con su adorado retoño; rodeado con sus delgados bracitos, recibiendo el calor y la admiración de su sol.
— ¡Papi! —gritó eufórico su niño, yendo directo a sus brazos; acurrucándose en su pecho y dándole un tierno beso de bienvenida en la mejilla. Sí, definitivamente este día no podía terminar mal—. Tenemos visita-ttebayo —avisó entusiasmado el blondo niñito. Minato pudo ver la exaltación que presentaba el pequeño; quizás eran sus padres, después de todo a Naru le encantaban sus abuelos.
El zorrito no perdió tiempo y llevó apresuradamente a su papá a la sala, donde se encontraba su invitado.
Buena estuvo la sorpresa, al constatar que no se trataban de sus padres, ni siquiera un adulto; en lugar de ello ahí en medio de los sillones se encontraba un niño de cabello negro y piel pálida, rodeado de diversos juguetes y con un camioncito en las manos.
— Buenas tardes, Minato-san —saludó cortes el chiquillo, parándose para formar una reverencia.
— Sasuke está aquí papi, y se va a quedar a dormir ¿No es genial? —informó el rubio angelito, esbozando una inmensa sonrisa. Soltándose del agarre de su progenitor y corriendo directamente al moreno.
Ahora que lo analizaba bien. Todo su día se podía ir directo al demonio.
— ¿Qué? ¡¿Qué? ! —poco le faltó al Namikaze mayor para atragantarse en su saliva. Aunque a decir verdad, el grito, quizás, fue un poco exagerado. No pretendía que los niños se le quedaran viendo con cara de susto, sobre todo el pequeño bruno.
— ¿No es maravilloso? —cuestionó una voz a espaldas de Minato. Ahí parada en la puerta lateral de la estancia estaba Kushina, con una disimulada sonrisa de advertencia, trayendo en las manos fruta picada con algo de miel—. Tomen niños, su aperitivo —dijo al momento de depositar la pequeña charola con la comida; los infantes se acercaron cautos, ante otra inesperada reacción por parte del rubio adulto—. Amor, acompáñame a la cocina —pidió con dulce voz la hermosa pelirroja.
No era su intención dejar a su querubín con semejante esperpento. Pero sabía que no tenía más opción que obedecer a su terroncito de azúcar. Así que de mala gana, la siguió sumiso, sin quitar la mirada de los niños que se volvían a sus juegos.
— ¿Qué hace ése aquí? —inquirió rápidamente, al momento de estar fuera del alcance auditivo de los críos—. ¿Y cómo es eso de que va a pasar aquí la noche?
Desde que Naruto entró al preescolar hacia seis meses, no existía día, en donde su dorado ángel no mencionase a ese tal Sasuke. Que Sasuke hacía esto, que tenía tal cosa, que el otro. Realmente ni había convivido con el niño azabache y ya sentía que nunca le podría agradar ¡Ese mocoso le robaba la atención de SU hijo!
Y ahora el enemigo estaba ahí en su morada, dividiéndose campante en compañía de Naruto.
— En primera es un niño —replicó de inmediato su esposa—. Es el mejor amigo de tu hijo —agregó a disgusto del hombre—. Así que actúa de tu edad, porque efectivamente se va a quedar —indicó terminante, desafiando con sus inmensos ojos verdes a que Minato dijera lo que fuese.
— No quiero —la última carta, ponerse al nivel de niño malcriado—. Me cae mal.
— ¡Por todos los santos Minato! Es sólo un niño—le daban ganas de estrellarle a su cónyuge, algo en esa dura cabezota, no entendía como en ocasiones podía ser tan inmaduro. Pero dos podían con el mismo juego, si no quería aceptar al niño por las buenas lo haría por las "malas"—. Sasuke le comentó a Naruto que sus padres iban a salir todo el fin de semana —empezó a relatar—. Según entendí en tal circunstancia lo normal es que se quedara bajo el cuidado de su hermano, pero parece que el chaval también tenía que ir —continuó demostrando tristeza en la voz, como quien anuncia un desamparo—. Sasuke se iba a quedar en casa de unos primos, con los que no se lleva muy bien; pero aun así acepto para no causarles molestias a sus padres —por fin la atención del rubio era suya—. Nuestro hijo me pregunto hoy, sí era posible que permaneciera estos días con nosotros.
— Y le dijiste que sí.
— Hable con la madre de Sasuke y le concedió el permiso a su pequeño —dijo desviando la mirada al salón, dramatizado la escena—. Debiste de ver lo feliz que se puso Naru al saber que su amiguito estaría aquí en su casa; al igual que Sasuke, ya que no tendría que pasar un mal fin de semana —comentó añorante—. Y ahora llegas tú y le quieres quitar la felicidad a dos inocentes criaturas; pensé que amabas a tu hijo ¿Es que acaso no lo quieres ver contento?
Eso era puro chantaje emocional. Kushina sabía que su esposo era incapaz de poner en tela de juicio, el amor que se profesaba a su pequeño. Pobre pichón manipulable.
— Ok. Me comportare —siseó molesto.
Otra batalla que ganaba el poder Uzumaki.
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— ¿Los dos? —cuestionó, inseguro de los planes del zorrito.
— Sip, así no pasaremos frío-ttebayo.
Luego de la agradable cena; que ocurrió sin más perturbaciones que una que otra intimidante mirada por parte del Namikaze, hacia ciertos ojos ónices; Naruto le estaba mostrando su habitación al Uchiha, para de paso explicarle que ambos dormirían en la misma cama, ya que está era sumamente amplia, después de todo se trababa de una matrimonial.
— ¿Por qué tienes una cama tan grande?
— Es que mi mami dice que me muevo mucho en la noche, y que con una cama chica me caería, así que me compraron una grande; era eso o una con barrotes a los costados-ttebayo —explicó contento. En su eterno estado de felicidad.
Tenía la noción de que su amigo era hiperactivo y torpe, pero no pensó que fuera para tanto, digo, que se cayera todos y cada uno de los días no indicaba que el pelirrubio pudiese presentar actitudes más gafes... ¿O sí?
— Así tampoco tendrás miedo por estar lejos de tus papis, toda la noche voy a permanecer a tu lado. Hasta te puedo prestar uno de mis peluches si quieres.
— ¿Quién te dijo que tengo miedo? —rebatió al momento, algo molesto por el comentario; en absoluto lo incomodaba estar fuera de casa, era un Uchiha y como tal -en palabras de su Aniki-, tenía que enfrentarse a todo con la frente en alto y salir victorioso.
— Es que a mí, sí me daría miedo estar tan lejos de mis papis-ttebayo —en todo lo que podía recordar de su existir, nunca se había separado de sus padres por más de unas horas; bueno, de su madre quizás, pero su Otou-chan, en la vida se alejó de él.
Para el pequeño Naruto, era muy agradable que su mejor amigo estuviese con él en su casa; pero hasta cierto punto sabía que Sasuke quizás se sentía intimidado ante la falta de la protección parental; así que intentaba hacerle pasar al moreno el mejor rato posible.
— Eres muy valiente Sasu —apremió el blondo abrazando al otro niño en el proceso—. No sabes cuánto te admiro; ya hasta sabes leer.
— Si conocieras a mi Aniki, entonces de verdad te sorprenderías; él es la persona más genial que conozco —exclamó orgulloso el neko.
— No más que mi Otou-chan —aseguró Naru —mi abuelita dice que él es un projidio*, no sé qué es eso, pero suena muy bien-ttebayo.
— Pues mi aniki es mejor —resistió componiendo una pequeña mueca, que con los años se volvería en una eterna expresión de superioridad.
— Que no —testarudo como nadie; habito que con el tiempo se volvería su mejor arma.
— ¡Que sí!
— ¡Que no!
Es curioso mirar la estampa, de los renacuajos enfrascados en una de sus primeras "batallas", considerando hacia donde se dirigirá toda esa "furia" en el futuro. Gracias al cielo sólo tienen -aún- cuatro inocentes años, casi cinco.
— ¡Lo que sea! —clamó el chibi Uchiha—. Los dos son Guau —dijo categórico, harto de tener que gastar tanta saliva; en su vida había discutido con alguien, y menos por tonterías.
Por el momento Naruto aceptaría el empate ¡Pero que nadie diga que se dejó vencer! En su corazón sabía que la victoria fue equitativa.
— Niños hora de dormir —anunció la maternal figura; para ayudar a los pimpollos a colocarse la pijama y conducirlos a que se lavaran los dientes. Dejarlos listos para la noche, y así poder descansar todos en paz.
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— ¿En dónde dormirá el crió? —preguntó Minato cruzado de brazos, mientras su esposa sacaba algunas mantas extras, ya que el clima refrescaba más que en días anteriores—. No has preparado el cuarto de invitados, ni puesto alguna bolsa de dormir en la habitación de mi hijo —recalcó ansioso por una respuesta.
— Naruto es muy pequeño —comentó casual la señora—. Me pregunto ¿Si no se sentirá muy solo, en aquella inmensa cama?
Por favor, que no estuviera insinuando tal cosa, era imposible, aberrante, catastrófico—. Dormirán juntos —las palabras le salieron en un hálito que le heló el corazón.
Sus piernas se movieron instintivamente, yendo directo al segundo piso de la casa, pasando de los gritos de su mujer, dirigiéndose al cuarto de su retoño; al abrir la puerta una escena horrorosa le golpeó en los ojos.
Su precioso tesoro, en la misma cama y recostado entretenido, sobre el pecho del niño azabache, mientras éste leía un pequeño cuento; obviamente la acción se detuvo, al percibir la demoníaca aura de aquel adulto tan raro que le causaba escalofríos al morocho.
Estaba decidido; huiría con su querubín, se quedarían esa noche en la casa de su fiel amigo Kakashi, y cuando Kushina recobrara la cordura, podrían volver a ser una familia no antes; ahora únicamente tenía que tomar a su precioso e irse.
Un golpe sordo lo dejó completamente fuera del combate.
— Perdón cariño, es sólo que tú padre tuvo otra crisis así que tuve que ponerlo a dormir —comentó afectiva la bella bermeja, luego de golpear en la nuca a su consorte, incapacitándolo al momento; para luego arrastrarlo hasta la habitación matrimonial. Seguramente tendría que volver a atarlo a la cama para que no hiciera uno de sus teatritos paranoicos.
Quizás era el hecho que de no conviviera mucho con su propia familia; pero Sasuke estaba seguro que ese tipo era un padre sumamente extraño, y digamos que la esposa no se quedaba muy atrás.
— ¡Buenas noches mami! —se despidió el rubiecito de su amada progenitora—. ¡Y también para ti papi! —agregó, a sabiendas que seguramente no le escucharía.
— Que descanses cielo, y buenas noches Sasu-chan.
Luego de un rato, el sonido de una puerta cerrarse, fue suficiente señal para saber que era hora de dormir.
— ¡Ohh no! —exclamó el niño sol, mientras se acurrucaba al lado de su amigo—. Mi Otou-chan olvidó mi beso de las buenas noches.
— Si quieres yo te lo puedo dar —ofreció de inmediato el Uchiha. Más que por el gusto de hacerlo, el verdadero motivo era que no le apetecía que el dobe llamara de nuevo a su padre; siempre que Minato le dirigía la mirada sentía escalofríos por todo el cuerpo—. Pero no sé cómo.
— Sólo me tienes que dar un besito en mi cara y decir "buenas noches" —explicó seguro el zorrito.
Sin nada de práctica en tales actitudes, Sasuke se aproximó reservado; fijando la mirada en la cara redondita, para diferenciar cual sería el lugar más apropiado para darle las buenas noches. De manera inexplicable, los rosaditos labios le trajeron inmediatamente. Y reuniendo coraje, le dio un inocente piquito al niño de los zafiros—. Buenas noches —dijo quedo—. ¿Estuvo bien así? —preguntó esperando el veredicto.
Su papi siempre le besaba la frente o la mejilla; pero aquel cauto roce le gustó también mucho, lo suficiente para incitarlo a que en un futuro repitiera dicha acción—. Sip muy bien-ttebayo.
— Entonces hasta mañana dobe.
— Hasta mañana —dijo mientras lo abrazaba; ambos sabían que tendrían dulces sueños aquella noche.
En otra habitación.
Podía ser la imaginación de Minato, pero algo le decía que su niño peligraba; de alguna forma su corazón de padre lo sentía. Si no estuviese tan adolorido, por las "caricias" de su princesita, juraba que iría a echar a ese demonio chibi en ese momento de su casa.
"Presiento que debo alejarlo de Sasuke antes de que sea muy tarde"
Después de todo el instinto paternal nuca falla... pero sí exagera.