Capítulo 2
— Ah sí. Joey está aquí.
Respondió desdeñoso Tristán restándole importancia al peligro que se avecinaba. Apretó un botón de su inseparable pantalla portátil y en seguida un escáner transporto a Joey fuera, frente a Seto.
— ¡Qué demonios pasa con ésta extraña tecnología! — Exclamó Joey mientras era transportado. En cuanto estuvo frente a Kaiba comenzó a gruñir como un perro.
— ¡Ah! Ya me imaginaba que todo el día habías estado aquí— Exclamó aliviado el oji-azul— Si vas a estar fuera todo el día por lo menos llámame.
— ¿Qué te llame?— Joey avanzó dos pasos para enfrentar a su enemigo. — ¿Por qué habría de hacerlo?
— Porque me preocupo, cachorro.
Seto respondió con un tono dulce en su voz, uno que jamás había escuchado Joey, quedándose estático, dejó que los brazos de Kaiba rodearan su cintura y que éste le diera un beso en la frente. Joey sintió sus rodillas doblarse y casi se derrite en los brazos de ese maldito engreído que tanto odiaba.
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Mientras tanto, en el pasado. El supuesto Joey se paseaba por el patio trasero de la escuela, recordando viejos tiempos al ver al fondo del patio el árbol de cerezos en el cual Seto solía sentarse, siempre solo. No pudo evitar sonreírse y recordar la forma tan graciosa en la que siempre el oji-azul lo corría y él de todas formas se sentaba a su lado. <<Sería divertido espiar al Seto del pasado, siempre tan enojón>> Pensó travieso Joey, conforme iba avanzando hacía el árbol pudo vislumbrar la figura de Seto bajo el cerezo. Su corazón latió rápidamente. De verdad era el antiguo Seto y se veía tan guapo como siempre, a pesar de que en esa época era cruel, Joey recordaba lo agradable que fue conocerlo mejor. Trató de esconderse para no tener contacto con él, simplemente quería espiarlo pero el crujir de las hojas bajo sus pies lo delataron. Seto levantó la mirada y frunció el ceño al reconocerlo.
— ¿Qué demonios quieres?
— Seto…
— ¡Oye no uses mi nombre de pila!— reclamó enfurecido el castaño sin quitarle la colérica mirada de encima — No somos cercanos.
— Pero… << ¡Cierto! En ésta época nos llevábamos mal, pero según Tristán su máquina del futuro solo me podía enviar 7 años en el pasado y se supone que en esa época mi relación con Seto ya no era tan mala. Mmm quizás esa cosa esta errónea y estoy en otra época, trataré de investigar. >>
— ¡Oh! ya veo, vienes a pedir perdón por tu comportamiento matutino. Bien — Seto sonrió y apartó su lap top. — te perdonaré solo si te arrodillas.
— ¡Oye! Yo no te hice nada.
— ¿Ahora eres un perro amnésico?
— ¿De qué estás hablando?
Kaiba bufó, pensando que no era gracioso hacerse el desentendido. << Tal vez hace esto para tratar de disculparse… ¡no! No puedo albergar más ese tipo de esperanzas. Ésta mañana cruzó la línea y con lo que le pidió al director me demostró que no debo de tener ningún tipo de fe. Simplemente debo ignorarlo, eso nunca será. >>
Llenando su mente de pesimismo Seto recordó lo ocurrido esta mañana en la oficina del director.
— Creo que no preguntaré las razones de ésta pelea, está claro que…
— ¡Él empezó!
— ¡Cállate, perro! Y deja al director hablar.
— Los dos guarden silencio. — reprendió el director con cara de pocos amigos. — Su comportamiento fue deplorable. ¿Acaso piensan que la escuela es un lugar para salvajes?
El par continuó en silencio mientras el calvo anciano trajeado los examinaba minuciosamente desde su cómodo asiento detrás del escritorio, con esos lentes de fondo de botella que hacían que sus pequeños ojos se vieran ridículamente grandes.
— No me esperaba esto de usted joven Kaiba. Y usted, joven Wheeler… bueno, ahora veo que sus malas notas solo reflejan su mala actitud para con sus compañeros.
El director movió la cabeza reprobatoriamente y se acomodó en su asiento antes de dictar la sentencia para el par de estudiantes. Recordando que solo eran jóvenes trató de encontrar el método más adecuado para lograr una buena convivencia entre ellos. Después de un sofocante silencio el hombre trajeado por fin habló.
— Estarán juntos en la sala de detención por dos meses. Además, me tienen que presentar un trabajo en equipo, desarrollando un tema de los que la psicóloga tratará con ustedes.
— ¿Tendremos una psicóloga? — Espetó el oji-azul levantándose de su asiento. — Esto es un insulto. — << Rayos, creo que todo pasa por una razón, estaré más tiempo con el cachorro. ¡Esta será mi oportunidad! ¡Oh no! Joey no luce feliz, debo de aparentar que tampoco lo estoy. >> — No solo estaré con ese perro, sino que también me hará ver a un psicólogo. Usted quiere que lo demande ¿Verdad?
— Es por eso que necesitan ayuda profesional. Descuide joven Kaiba, no los estoy tachando de locos o algo así.
— Yo me rehúso a tener que pasar otro día con este petulante. — Dijo Joey ásperamente.
— Bueno, ya que no están de acuerdo con mis métodos— Suspiró el anciano cruzándose de brazos para luego preguntar con sarcasmo. — ¿Qué sugieren que haga con ustedes?
— Cámbieme de grupo.
— Joven Wheeler… ¿Está hablando en serio?
—Muy en serio — Asevero el rubio escrupuloso. — porque si le soy honesto, no planeo ir a sus terapias disfrazadas y menos con éste imbécil. Solo cámbieme de grupo, yo creo que esa es la solución. Firmaré una carta compromiso, lo que sea, pero no quiero asistir a esas terapias.
Recalcó el ojimiel muy seguro de sus palabras, hiriendo inconscientemente al oji-azul.
— Joven Wheeler, aquí se hace lo que yo digo y si usted…
— Yo apoyo lo que dice Wheeler. —Interrumpió el castaño fingiendo su verdadero sentir. — soy una persona muy ocupada, no tengo tiempo que perder en una sala de castigos ¡Como si me importara llevarme bien con “mis compañeros!
— Ya veo… muy bien, entonces firmen estas cartas compromiso y mañana tramitaré su cambio de grupo, hasta entonces dejen de meterse en problemas.
Seto miró al rubio y le restregó sus acciones.
— Si, lo de ésta mañana, cuando le pediste al director que te cambiara de grupo. Espero que así ya deje de ver tu maldito rostro, aunque hubiera sido más conveniente que te cambiaran de escuela y si es posible de país.
— ¡¿Qué yo hice qué?! ¡Oh no! Esto es más grave de lo que parece… no… si yo no estoy en el mismo grupo que Seto entonces no… ¿Pero qué puedo hacer? Esto no es como recuerdo y si no llegamos al mismo futuro. ¿Será que he venido a reparar mi pasado?
Joey continuaba mascullando con un aire depresivo a su alrededor, con una cara de preocupación que llamó la atención del castaño, quién por fin notó que éste Joey tenía algo raro.
— ¿Qué demonios te pasa?
— No es en serio — El ojimiel entró en pánico, en la etapa de negación. — tú no me odias ¿verdad?
<< Ahora sí ¿no? Pues esa estrategia no te va a funcionar. Sufre un poco. >> Pensó triunfante Seto al encontrar un modo de reparar su orgullo dolido.
— Tienes razón, odiarte es demasiado para un perro inmundo como tú. Estoy bien con tu solución acerca del cambio de grupo. Ahora vete.
Escupió hiriente Seto regresando a su computadora. Esperando que sus últimas palabras decidieran todo, si Joey regresaba nunca lo dejaría ir, pero en caso contrario habría abierto una brecha imposible de cerrar.
Las gélidas palabras de Seto retumbaron en sus oídos, desquebrajando su corazón. Jamás imaginó que su pasado estuviera tan mal. Ignorando todo lo que Tristán le advirtió acerca del pasado, Joey se lanzó hacía Seto, a punto de llorar abrazó al castaño posesivamente y antes de que el oji-azul pudiera alejarlo lo besó.
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Joey regresó a la realidad, traído por cortesía de las impacientes manos del oji-azul que ya no se conformaban con solo abrazarlo.
— ¡Oye, suéltame!
— Bueno entonces vamos a un lugar más privado. — Susurró Seto en el oído del rubio haciéndolo sonrojar.
— ¡Q-q-que demonios pasa con esa proposición pervertida!
Joey empujó a Seto de nuevo, necesitaba un poco de espacio, las cosas se estaban poniendo más extrañas que nunca. ¿Qué rayos pasaba con el futuro? ¿Qué tipos de tratos tenía Joey futuro con ese Kaiba? Las respuestas evidentes a sus preguntas lo asustaban mucho. Él siempre pensó que en cuanto terminarán la preparatoria, Kaiba ingresaría a la mejor Universidad que el dinero pudiera pagar y él, si tenía suerte, encontraría un buen trabajo con el cual podría despedirse de su familia y de los problemas. Aunque, si llevaba a cabo su plan de vida ahora sí no podría verlo más y eso siempre lo entristecía; obviamente no quería preguntarse por qué. Saber que en el futuro continuaba viendo a Kaiba le daba una sensación alentadora.
— Oye, cachorro, te sientes diferente. — Exclamó el oji-azul sacando a Joey de sus pensamientos. — ¿Por qué traes puesto el uniforme del instituto?
Seto continuó examinando a Joey, sonriendo al descubrir la respuesta presiono un botón en la puerta de “la casa de Tristán” y le pidió que los dejara entrar. Una vez dentro Tristán comenzó a darle cuentas a Seto sobre todo su proyecto. Desde su esquina Joey los miraba boquiabierto, definitivamente muchas cosas habían pasado en esos años.
— Y ¿Cuándo lo regresarás a su tiempo?
— Creo que hasta mañana — Contestó Tristán pensativo. — Aun debo de hacer ajustes… y tengo hambre.
— Bien, entonces me lo llevo, te lo traigo mañana temprano. — Seto se adelantó y tomó a Joey de la mano conduciéndolo a la salida.
Tristán bostezo mientras su estómago rugía e hizo un gesto afirmativo de que hicieran lo que quisieran.
— ¡Oye! — reclamó Joey tratando de soltarse del agarre del castaño. — ¿Porque rayos tengo que irme contigo?
— Porque te extrañó demasiado. — Respondió Seto con toda tranquilidad sin detener su avance.
—¿P-porque habrías de extrañarme?… — Exclamó de nuevo Joey sonrojado a más no poder—¡Pervertido!
— Porque estamos casados. — Respondió el castaño con toda la normalidad del mundo, escondiendo sus verdaderas intenciones.
— ¡¡¡¡¡¿QUEEEEEE!??!!!!
El grito de Joey regresó a Tristán a la realidad, tirando su taza de café corrió hacía la salida con toda su rapidez, que había disminuido en tantos años en el laboratorio, pero ya era demasiado tarde, su amigo estaba en shock.
— Se me olvidó…— Tristán trató de recuperar oxigeno recargándose en la pared. — decir que… no deben de hacer cosas… impulsivas que los informe acerca de sus respectivos tiempos, es muy…peligroso.
— Demasiado tarde Taylor.
El oji-azul sonrió de lado, dándole a entender a Tristán que por “algo” había hecho esa confesión. Y con una victoria en sus manos subió al petrificado rubio a su hiper- lujosísimo… “transformer”.
<<Descuida cachorro, si es contigo mismo, no cuenta como engaño>>
Continuará>>>