Capítulo 3
Compañía.
"Alzó la mirada llevándose una sorpresa; a lo lejos vio una silueta bastante alta, pero de pronto lo vio desaparecer y fundirse en la negrura. Ahora lo único que quería hacer era descansar en paz."
-¡Sasuke!
La escuchó gritar, sin embargo, no la podía ver, desesperado comenzó a dar vueltas al mismo tiempo que los gritos aumentaban.
-¡Sasuke, ayúdame!
Aquel grito lo hizo voltear, topándose con el cuerpo dañado de una joven mujer.
-¡Sakura...!-exclamó con desesperación y con rapidez corrió hacia ella, sin embargo al correr más, la mujer se alejaba.
-¡Sasuke, no me dejes!
El sonido de su alarma lo despertó como todas la mañanas.
De nuevo había tenido ese sueño y cada vez lo dejaba más pensativo. Desde hace un año sabía lo que significaba aquel estresante sueño. Una y otra vez su mente le recordaba la culpa que se llevó desde aquel día. Sabía que no lo superaría, de eso estaba totalmente seguro, pero si alguna vez lo hiciera, algo bueno tendría que pasar para hacerlo olvidar por completo, no obstante, ese "algo bueno" no había aparecido en todos estos años de soledad.
Como todo día normal, comenzó con lo siempre; se vistió con ropa ligera, hizo su desayuno mientras veía el mismo canal de televisión a la misma hora y se lavó los dientes una vez que terminó de desayunar.
Pensó varias veces en salir este día, más no tenía las ganas suficientes para ir a rondar el lugar que ya le estaba pareciendo bastante monótono. En pocas palabras se estaba dando por vencido poco a poco hasta resignarse. Debía de ser realista y dejar de creer en los cuentos de hadas. No había nadie más que él y así siempre será, punto. Un lengüetazo le sacó de sus pensamientos y bajando la mirada se topó con la suplicante de su perro, se hincó a la altura de su mascota y le acarició el cráneo.
-Conozco esa cara-sonrió de lado al ver que su perro ladeaba la cabeza al mismo tiempo que sacaba la lengua.
Sin recibir ladrido alguno, se levantó del suelo y jaló a su mascota del collar, se acercó a una gaveta, agarró la correa y se la colocó para luego despeinarle un poco su pelaje con cariño. Antes de salir, se abrigó con una chaqueta de cuero café para después armarse de la misma AK 47 junto con algunas otras más. Tomó sus llaves y salió. Fue gratamente recibido por el primer afortunado del día en desaparecer de la faz de la tierra de una buena vez. Con un codazo lo tiró al suelo y con furia le pisó el cráneo que crujió como la manera, acto seguido, continuó con su paseo. En el camino se topó con varios caminantes de los cuales siempre era el mismo resultado: todos terminaban eliminados. La mascota también ayudaba de vez en cuando, sin embargo, casi siempre él se encargaba de todo contando con su fiel compañera.
Era ya de noche, aún no había llegado a casa, se encontraba más ocupado mirando la luna desde el techo de un supermercado junto con su compañero durmiendo al lado suyo mientras él lo acariciaba lentamente. Estos días había estado últimamente pensativo y sus constantes pesadillas aumentaban conforme pasaba el tiempo. Suspiró sonoramente, se pasó la mano por el cabello y cerró los ojos por un momento. De pronto, escuchó un grito, alarmándolo no sólo a él, sino a Max, su perro, quien se incorporó rápidamente alzando las orejas al mismo tiempo que fijaba la mirada en un punto en específico.
Se quedó inmóvil. Esperaba el segundo grito, su corazón latía con fuerza a mil por hora. Se sentí raro, varios sentimientos bombardearon su ser como granadas, no podía identificarlo realmente. Era como una combinación, lo único que podía descifrar era lo ansioso que se sentía. El segundo grito no se hizo esperar, fue ahí cuando se puso alerta, afiló la mirada para visualizar mejor y pudo ver perfectamente una manada de zombis correr. No podía aún creer que no se encontraba solo en este inmenso mundo, sin perder más tiempo, tomó al perro de la correa con rapidez, Max pudo sentir la fuerza, más no opuso resistencia y lo siguió fielmente al mismo tiempo que su valiente dueño cargaba a la AK 47 de municiones para después asegurar de que se encontraba bien armado.
Nunca se había sentido tan lleno de vida y con ganas de patear traseros podridos, estaba tan ansioso y... feliz. Cuando vio que se acercaba, se pudo dar cuenta que no eran unos cinco u ocho muertos caminar, sino que tal vez podía calcularse unos quince o veinte siguiendo a una sola persona. Se detuvo, amarró a su perro en un poste de luz, ya que, realmente no quería perderlo y una vez hecho esto se aseguró de que estaba bien armado, por último, lo acarició.
-Volveré-el perro ladeó la cabeza confundido, pero él, hizo caso omiso a esa acción dirigiéndose hacia los caminantes.
No se había fijado que ya tenían rodeado a la persona, con desesperación aumentó la velocidad, no quería perder esta oportunidad, no otra vez. Al llegar a ellos, comenzó con los golpes y disparos, al ver que se le acabaron las municiones, sacó el machete de su pierna con lo cual comenzó a rebanar parte por parte los cuerpo que se le venían encima, la sangre salpicaba en su cara, más no era consciente, partes desmembradas caían al suelo de la cual estaba teñida de un gran charco de color rojo, uno que otros rasguños tenía, más no era nada para él. Al notar que no era suficiente daño el filo del machete, sacó su tercera opción, una HK USP45mm*; con ella comenzó a disparar. Conforme caían los cuerpos, se podía ver lo que tanto protegían, que exactamente lo que protegían como suyo era un cuerpo tirado en el suelo en posición fetal. Una vez que se deshizo de todas las escorias, con rapidez se acercó al bulto que estaba en el suelo, se sorprendió al ver que se trataba de un chico que le calculaba unos 20 años a tientas. Se hincó con precaución a él, le tocó el cuello en un punto en específico donde podía sentir el pulso y exhaló sonoramente el aire por la nariz totalmente despreocupado, al ver que el joven se encontraba vivo. Se fijo en su cuerpo que realmente se encontraba dañado, más a ver una especie de mordida en su brazo, se alarmó bastante, tomándolo con rapidez entre sus brazos, dándose cuenta de que se encontraba inconsciente. Lo colocó en su espalda y fue directo hacia su perro, quien no había parado de ladrar en todo momento. Lo desamarró para a continuación ir directamente hacia su casa.
Al llegar, dejó el cuerpo del chico en su cama, para que sin perder tiempo le curara las heridas superficiales, por último dejó la mordida la cual la checó con cautela y detenimiento, chasqueó la lengua resignado al notar la profundidad de la herida, se pasó la mano por el cabello conteniendo las ganas de gritar por la furia que sentía. Próximamente él no tardaría en convertirse en uno de ellos. Todos los sentimientos que anteriormente inundaron su ser, se esfumaron tanto más rápido que como había llegado. Se sintió la escoria más asquerosa al ver que no había podido salvarlo. Todas sus esperanzas se destruyeron enfrente de él. Qué estúpido había sido de solo pensar que al fin no se iba a encontrar solo nunca más. Chasqueó sonoramente la lengua con enojo, de nuevo. Apoyó los codos en las sábanas para después apoyar la frente en sus manos al mismo tiempo que apretaba los dientes con furia contenida. Tenía tantas ganas de matar a golpes al maldito animal que se había atrevido a morderlo.
Todas las esperanzas de poder tener un compañero en la vida, se esfumaron tan rápido que ni le había dado tiempo de gozar de ello.
