Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La competición de los Sannin por Giselle Blanchard

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Como prometí, ¡aquí está el segundo capítulo! Quisiera agradecer sus hermosos comentarios a a chan , Athan_Anubis , lady sekhmet , Yais y Saya_Misaki . Así como también a aquellas otras personas que al menos se hayan pasado a curiosear qué narices se me había ocurrido esta vez xDD

¡Espero que este capítulo os divierta tanto como a mí me divirtió escribirlo y que me dejéis alguna opinión al respecto por si queréis que cambie algo! Estoy abierta a cualquier tipo de sugerencia ^^

¡Besos y a leer!

 

 

Capítulo 2: Tsunade

 

 

Tsunade se acomodó en el sillón de Hokage de su despacho, cruzando los brazos bajo aquel desastroso montón de calcetines que daban la impresión de que tenía un pecho más grande que el otro. En fin, la cirugía aún estaba demasiado lejos de sus capacidades y no iba a pedirle a Shizune que la ayudara a rellenarse el sujetador.

Sus ojos ámbar cayeron sobre el reloj de su mesa de trabajo y se entrecerraron molestos; ya iban con media hora de retraso. ¿Dónde estaban aquellos dos mocosos?

Después del escandaloso fracaso de Jiraiya, era ella la que debía recoger los platos rotos y pegar cada trocito en su sitio; no sería fácil, pero tampoco imposible. Aunque lo principal para llevar acabo tamaña tarea era, sin duda, que Sasuke y Naruto se dignaran a aparecer por su oficina, ¡cosa que aparentemente no podían hacer!

—¿Vieja Tsunade?—preguntó una amortiguada voz al otro lado de su puerta. La rubia mujer compuso una falsa sonrisa amable y les dio carta blanca para entrar a hacerle una visita. Naruto entró con la misma energía de siempre, dispuesto a todo. Sasuke en cambio arrastró los pies hasta situarse frente a su gran escritorio, como si le hubiese costado un mundo transportarse hasta allí. Seguro que pensaba que aquello no era digno de un Uchiha. Estúpido narcisista.

—Bien, chicos, a pesar de que la puntualidad la tenéis en un sitio que no voy a nombrar porque soy una señorita...—comenzó la rubia, intentando ser agradable para no espantar a los jóvenes.—Os he mandado llamar porque tengo una misión para vosotros.

Al Uzumaki se le iluminaron los ojos. A Sasuke se le revolvieron las tripas.

—¿De qué se trata, vieja?—Tsunade contó cincuenta para no golpear aquella hueca cabeza rubia que desde que se habían encontrado aquella mañana no había parado de utilizar la palabra tabú refiriéndose a ella. Vieja. La rubia mujer se juró a sí misma que algún día la eliminaría del diccionario.

—Un buen amigo mío me ha pedido que dos de mis mejores ninjas le ayuden a transportar unos valiosos objetos hasta su casa.—mintió la Hokage, consciente de que si revelaba la verdad (empezando por la identidad de ese gran amigo suyo) ambos chicos se negarían rotundamente a aceptar la dichosa misión.

—¿Y no puede hacerlo él solo?—preguntó Sasuke, cruzándose de brazos.

Crío maleducado, refunfuñó una voz dentro de la rubia mujer, que acalló su furia mediante una forzadamente complaciente sonrisa.

—Si me ha pedido ayuda, Sasuke, dudo que pueda hacerlo él solo.—puntualizó Tsunade, apretándose un falso pecho para desahogarse.—¿Y bien? ¿Qué me decís?

—¡Lo haremos!—exclamó Naruto muy emocionado, cortando una protesta de parte del chico Uchiha.

—¡Perfecto! Aquí tenéis la dirección.—dijo la mujer levantándose de su asiento, entregándole un papel al Uzumaki y empujándolos a ambos fuera de su oficina con presteza.—¡Espero que mi amigo quede satisfecho con vosotros!—cerró al puerta tras ella, pegando la oreja a la misma en el momento justo para oír un grave insulto hacia su persona que le cayó como una patada en el trasero.

¡Condenado Uchiha! La próxima vez que Sakura babease por su estreñido trasero le haría una exhaustiva revisión médica en busca de alguna droga o deficiencia mental que la hiciese pensar de aquella forma.

—Maldita sea, dobe, ¡este es el barrio gay de Konoha!

* * *

 

Tsunade se ajustó las gafas de Sol que cubrían sus ojos, sin apartar su atención del nervioso golpeteo que el pie de Sasuke daba contra el suelo. Parecía tan nervioso que incluso resultaba gracioso el verle. ¿Dónde narices estaría Naruto?

—Disculpe, señora, no he podido evitar ver que tiene bastante rato esa manzana en la mano.—dijo al voz del dueño de la verdulería en la que la rubia se había detenido a espi...observar a sus dos angelitos.—¿Quiere comprarla o prefiere llevarse algo más?

—Demonios, ¡cállate! ¿No ves que estoy comprobando lo blandas que están? ¡Odio las manzanas blandas!

Y Tsunade también odiaba hacer mal cualquier cosa que se propusiera, por eso, cuando se dio cuenta de que Naruto y Sasuke ya se habían puesto en marcha decidió que cerraría aquella estúpida tiendecita por poner en peligro la correcta realización de su tarea. Bueno, no lo haría; sería demasiado cruel atentar de aquella forma contra la salud de sus konohenses, dado que el mundo vegetal seguía siendo estrictamente necesario para evitar...Mierda, ¿qué importaba eso entonces?

Ató mejor los extremos del pañuelo que cubría su cabeza y empezó a seguir a los dos chicos, sin darse cuenta de que el dependiente al que había gritado acababa de avisar a un Jounin de que una sospechosa anciana se había llevado una de sus valiosas frutas sin pagar.

Para cuando Tsunade se percató de que también la seguían, Sasuke y Naruto se habían perdido entre las calles.

—¿A qué clase de amigo se referiría la vieja, teme?—preguntó el rubio, dando vueltas al papelito con la dirección que la Hokage les había dado hacía unas horas.

—Pues a...—el Uchiha le arrebató el papel de las manos.—Otoko no Hito Tösakusha.

—¿No es un nombre un poco extraño?—comentó Naruto, recuperando el papel y metiéndolo en su bolsillo hecho una bolita.

—Tienes razón, es casi tan estúpido como Naruto Uzumaki.

—Imbécil.

Ambos amigos siguieron caminando en mitad de un repaso a todos los insultos inventados y por inventar hasta que la perversión en el ambiente frenó sus ganas de hablar, sustituyendo sus férreos orgullos por una ingente incomodidad. Sentían las miradas de los bohemios de Konoha clavadas en lugares de sus anatomías que nadie salvo ellos o sus futuras parejas debían tener el derecho de contemplar con semejante descaro.

No obstante, no pensaban dejar que el otro supiera que aquella situación les ponía nerviosos.

—Será mejor que tengas cuidado, usuratonkachi, las nenitas como tú suelen dejarse llevar por las viperinas lenguas de estos desviados.—provocó Sasuke, con una sonrisa ladina.

—La única nenita que hay aquí eres tú Sasuke-no-mezcles-ropa-de-color-con-la-blanca-Uchiha.—refunfuñó Naruto.

Sus pies les llevaron hasta la entrada de un local bastante grande cuya fachada era de un intenso tono carbón coronado por unas letras luminosas en morado que rezaban algo que el chico Uchiha solo había leído en los libros eróticos que el rubio guardaba debajo de su cama y que, por motivos de salud mental, no iba a pronunciar en voz alta.

—¿Estás seguro de que es aquí?—preguntó Sasuke con un hilo de voz.—Debes de haber leído mal la dirección, dame el papel.

Pero la condenada dirección era correcta. Aterradoramente correcta.

—Si no estás convencido puedo preguntarle a alguien. ¡Disculpa!—dijo Naruto, acercándose a un hombre que se apoyaba sobre una farola y miraba con ojos lascivos todo cuerpo masculino que ocupase su campo visual.—¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto, cariño, pero para ello tenemos que subir a mi apartamento.—le respondió el hombre, marcando los músculos de sus brazos al cruzarlos sobre el pecho.

—Oh, de acuerd...—fue a decir el rubio, siendo interrumpido por Sasuke.

—¡Estamos donde toca, usuratonkachi, no es necesario que preguntes nada!—Naruto fue a protestar, pero los ojos negros del Uchiha le cerraron la boca. Cuando se hubieron alejado a una prudente distancia del frustrado hombre, Sasuke se atrevió a reprenderle.—¿Ves como eres una nenita fácil de persuadir?

El rubio se abstuvo también de replicar frente a aquel comentario, demasiado ocupado en seguir al Uchiha dentro del local. No quería separarse mucho de él, tan solo por si las moscas.

El interior del lugar todavía no estaba al límite de su capacidad, cosa bastante obvia teniendo en cuenta que apenas estaba llegando la hora de la cena. No obstante, fue gracias a ello que ambos chicos pudieron comprobar cuán bien ambientado estaba; cada pared, taburete o servilleta parecía incitar a intimar con alguien. Al menos para Sasuke era bastante obvia la intención de todo aquel que pasaba por aquel sitio y esta estaba sin duda relacionada con el sexo.

Tras la barra iluminada por focos de neón de un azul celeste que dolía mirar había un menudo hombrecillo midiendo la distancia entre una hilera de vasos de chupito.

—Perdona, ¿sabes dónde podríamos encontrar a Otoko no Hito Tösakusha?—preguntó Sasuke.

—Lo tienes delante de tí, dulzura.—el hombre se giró y compuso una amable sonrisa que se volvió lasciva al comprobar el grado de candencia que desprendían aquellos dos muchachos.—¿Puedo ayudaros en algo?

—Lo cierto es que sí.—el chico Uchiha carraspeó, algo incómodo.—Tsunade nos ha comentado la misión.

—¿Misión? ¿Es así como lo llama?—cuestionó el tal Tösakusha extrañado. Al poco se encogió de hombros.—Bueno, ella sabrá.—se apoyó en la barra.—Os explicaré en qué consiste mi petición.

—Vaya, ¿tú no necesitas que subamos a tu apartamento?—preguntó Naruto. El dueño del local pareció considerar la oferta, pero una mirada de Sasuke algo rojiza le incitó a olvidar lo que acababa de oír. El rubio y su estupidez se vendían aparte.

Para hacer más llevadera la charla, Tösakusha sirvió tequila en tres de aquellos vasitos que había estado ordenando recelosamente e hizo los honores de empezar a beber. Sasuke lo hizo por educación y Naruto por curiosidad y porque no quería quedarse atrás respecto al Uchiha. Ambos se arrepintieron.

—Un strip-tease.—dijo el propietario cuando el ardor en su garganta se esfumó.—La señora Tsunade y yo hemos aclarado el tema del dinero y otras pequeñeces más así que espero que os empleéis al máximo ya que una despedida de soltero lleva la inherente condición de ser absolutamente inolvidable.

Sasuke empezó a toser como un energúmeno.

—¿U-un strip-tease?—preguntó el rubio, dando golpes en la espalda del chico Uchiha (quien parecía estar al borde de la muerte, por cierto).

—Sí, ya sabéis; un centenar de tíos arrojando billetes al escenario, un bailecito sensual y la ropa poco a poco desprendiéndose de vuestros hermosos cuerpos lubricados. ¡Nada que no puedan hacer dos antiguos gogós!—rio Tösakusha. Se puso serio.—Empezaréis sobre las diez.

—¡P-pero...!—quiso replicar Naruto, callado por una mano alzada de su jefe temporal, que se perdió tras una puerta a un lado de la barra.

El rubio nunca había deseado tanto un arranque de dignidad Uchiha como en aquel momento. Sin embargo, el complejo de macho alfa de Sasuke estaba en grave peligro debido a aquel persistente ataque de tos. Maldita vieja, ¡se la había jugado a ambos!

* * *

 

—¿Siguen ahí?—preguntó Naruto con un hilo de voz, sacándose de dentro del trasero sus ajustados slips de cuero.

—Mierda, ¡pues claro que siguen ahí, usuratonkachi!—exclamó un alterado Sasuke aflojándose la pajarita que Tösakusha había atado hasta el límite de la asfixia.

No culpaba al rubio por querer cumplir el deseo de ver desaparecer a todo su público, dado que él mismo había ansiado que se cansasen de esperar y se marcharan. Si solo quedaban un par de desgraciados sería más fácil desnudarse. Mierda, ¡ni por esas! Un Uchiha no estaba hecho para enseñar su idílico cuerpo a nadie. Sasuke recordaba perfectamente que su padre solo había mostrado su colita para concebir a Itachi.

…l fue un descuido que Fugaku se había molestado en remarcar; culpa única y exclusivamente de Mikoto y su manía de ponerse ropa ajustada para dormir.

No obstante, aquel era un tema aparte.

—¿Qué vamos a hacer?—dramatizó el rubio, dejándose caer sobre un sofá y enterrando los dedos en su revuelta cabellera. Sasuke suspiró pesadamente, sintiéndose torpe y estúpido. Tomó asiento junto a Naruto.

—Podemos matarlos a todos y huír. Sé cómo hacer que todo parezca un accidente.

—¡Muy bien, muchachos! ¿Están listos esos culitos para dejarse ver?—preguntó Tösakusha, dando unas poco elegantes palmadas.—El que está sentado en el trono es el festejado; aseguráos de hacer que se arrepienta de entregarse a la monogamia, ¿entendido? ¡Venga, salid ahí de una vez!

—Verás, el dobe y yo no podemos hacer esto.—dijo Sasuke, levantándose del sofá.—Demonios, ¡ni siquiera somos maricas!

—¿Cómo?—exclamó el dueño del local, altamente indignado.—¡Tsunade me juró y perjuró que sí!

—¡Eso es imposible!—se quejó Naruto, también levantándose.—¡La única polla que he visto ha sido la mía y porque no me queda más remedio al ducharme o mear!

—Oíd, ¡no podéis dejarme tirado ahora! O-os pagaré el doble, ¿de acuerdo?—insistió Tösakusha.—Maldita sea, ¡cuando me envió vuestras fotografías me aseguró que...!

—¿Fotografías?—preguntó Sasuke.

—Sí, mirad.—y cuando Tösakusha les plantó bajo las narices un par de comprometidas imágenes tomadas, sin duda alguna, sin sus consentimientos, el Uchiha se juró a sí mismo que cuando aquella fuerza descomunal que la caracterizaba abandonase a la rubia mujer, se cobraría con creces aquel ultraje a su intimidad. Eso y que colocaría cristales tintados en las ventanas de su cuarto de baño.—¡No me abandonéis, chicos, necesito el dinero de esa jodida despedida o el local se me irá a la ruina!

Sasuke temió que aquella súplica enterneciese el influenciable corazón de Naruto, pero fue demasiado tarde para evitarlo.

—¿Es eso cierto?—preguntó el rubio, una vez más sacándose del trasero los slips. Los ojos de Tösakusha se iluminaron y Naruto compuso una sonrisa desenfadada.—¡Entonces está decidido!

—¡De eso nada, usuratonkachi! Si tú quieres salir a perder la dignidad junto con los pantalones, ¡adelante! Pero no pretendas arrastrarme contigo porq...

—¿Acaso tienes miedo de que todos los aplausos me los lleve yo, teme?

Tösakusha se retiró a un prudente segundo plano, dedicándose a observar el avance del diálogo entre los dos muchachos. Si todo salía correctamente, no le pediría explicaciones a Tsunade por ofrecerse a traerle dos inexpertos bailarines al haber visto el letrero que había colocado en la puerta de su local.

—¡Muy bien, tú lo has querido; voy a bailar tan bien que en tu parte del maldito escenario no habrá ni la luz de los focos!—sentenció Sasuke, estirando los tirantes que salían de sus correspondientes slips.

—¿Ah, sí? ¡Pues yo lo haré tan bien que el futuro novio abandonará a su pareja para casarse conmigo!—exclamó Naruto, echándose encima una generosa cantidad de aceite que iluminó todo su torso de forma irresistiblemente sensual.

Tösakusha sonrió con alivio y corrió a atravesar el telón para dar una merecida presentación a aquel par de ardientes pedazos de carne, recibiendo aplausos y silbidos alcoholizados.

En breves, Sasuke y Naruto habían salido a la tarima, mirándose con un odio que pareció el inicio de una caliente representación.

Al escuchar los primeros gritos lascivos, ambos se dieron cuenta de lo que estaban a punto de hacer. Sus lubricados cuerpos se tensaron como las cuerdas de un piano y ya ni el orgullo estaba por delante de la astronómica vergüenza que los embargaba.

Con una rigidez muy poco sexy, el chico Uchiha tomó la iniciativa de dar el primer paso y agarrarse a uno de los palos sobre el escenario, dando pie a un torpe movimiento de pelvis que provocó risas y su consecuente sonrojo furioso. Naruto apretó los labios para no reírse él también e imitó el movimiento de su amigo con un poco más de soltura. La música empezó a sonar y Sasuke creyó marearse.

—¿No decías que ibas a hacerlo tan bien, Sasuke-baka? ¡No veo que te esfuerces!—provocó el rubio, ridículamente tembloroso.

—¡Tú tampoco estás haciendo nada que valga la pena superar, dobe!—se defendió el Uchiha, con la mano grapada al palo.

El silencio se adueñó del local, solo roto por la sensual música que debería haber puesto en marcha aquel par de estrechas y fuertes caderas. Tösakusha les hizo desesperadas señas desde su puesto de DJ cuando los participantes en la despedida empezaron a mostrarse impacientes.

Naruto se dijo a sí mismo que aquello era una maldita misión, ¡tenía que hacerlo bien, tenía que hacerlo mejor que Sasuke!

Aquella fue la motivación que necesitó para dar un giro alrededor de su palo. Compuso una sonrisa traviesa que Kami-sama sabía dónde había aprendido y pegó la espalda al maldito palo, arqueando la cabeza y dejándose caer por él lentamente, hasta que su trasero rozó el suelo. Después volvió a subir sinuosamente y dirigió una coqueta mirada hacia Sasuke, que comprendió que él también debía hacer algo.

Eres un Uchiha, se dijo el moreno, ¡ante todo eres un puñetero Uchiha!

Exacto, llevaba la sensualidad en la sangre. Enredó una de sus piernas en el palito y subió y bajó por él al ritmo de la música, agitando sus oscuros cabellos cada vez que sacudía su cintura. Su público empezó a aplaudir, satisfecho con el cambio.

En algún momento que él no percibió, Naruto se despegó de su bendito palo y se acercó con una elegancia felina a él, agarrando su pierna flexionada y pegándola a sus slips húmedos por el aceite. Silbidos, gritos y sucias promesas dedicadas a ellos les animaron a seguir. Sasuke apartó su pierna de donde la tenía y obligó al rubio a darse la vuelta, girándose también para quedar de frente a sus espectadores.

Acto seguido, zigzagueó con sus manos por el torso de Naruto y desprendió los tirantes de su uniforme, acriciando después sus pectorales. Irremediablemente recordó el espectáculo de Jiraiya de aquella mañana y se sintió considerablemente más sexy y seguro. El rubio movía sus caderas en círculos, agarrando el trasero de su amigo y forzando a que su entrepierna quedara apretada contra el palo que les separaba.

Inesperadamente, Naruto ató las pálidas muñecas de Sasuke al mismo con los tirantes que él le había quitado, llevándose después las manos al trasero arqueado hacia el público, que bramó exhaltado.

Pellizcó uno de los pezones del Uchiha y su lengua de deslizó a lo largo del níveo cuello, acariciando después su mandíbula y deteniéndose a tiempo de morder sensualmente la barbilla. El moreno estaba tan sorprendido que no pudo evitar perder aquella mueca desvergonzada de su rostro. No obstante, le siguió el juego cuando palmeó su trasero por encima de los slips.

De repente, Sasuke dejó de sentir el resbaladizo cuerpo de Naruto sobre él y comprobó que el rubio estaba bastante entretenido moviéndose obscenamente sobre el festejado, que tocaba cuanto podía con lujuria y animado por los gritos de sus amigos.

—¿Naruto?—el aludido se congeló cuando oyó a alguien a su lado gritar su nombre para hacerse oír por encima de la música. Era Shikamaru.—¿Qué narices haces aq...? Kami-sama, ¡¿Ese es Sasuke?!

¿Qué demonios hacía Shikamaru lejos de su puesto oficial de observador de nubes? Oh, era de noche. No habían nubes.

Naruto se levantó de las piernas del futuro casado como si le hubiese quemado el trasero con un mechero y corrió hasta el moreno.

—Mierda, mierda, teme, ¡Shikamaru está aquí!—exclamó con los labios pegados a su oído. Sasuke perdió el color.

—¿Estás de coña?—Naruto negó con la cabeza.—Mierda, ¡desátame!—exigió, pataleando.

Fueron a emprender una rápida huída, pero Tösakusha tuvo la genial idea de arrojarles un balde de agua perfumada por encima, empapando el escenario y provocando su inminente caída. Lejos de morir de un ataque de risa por tan deplorable espectáculo, los allí presentes parecieron excitarse todavía más al ver el lío de piernas y brazos en el que se habían transformado los cuerpos de sus stripears.

—¡Quita de encima, maldita sea!—rugió el rubio. Sasuke sintió aquella escena aterradoramente familiar.

—¿No crees que si pudiera ya lo habría hecho? ¡No está entre mis pasatiempos favoritos estar a menos de un metro de tí!—contraatacó el chico Uchiha.

—¡Aparta!—repitió Naruto, arañando la espalda del moreno, que juró vengarse. Suerte que la música impidió que sus palabras llegaran a oídos de los demás.

Tal fue la insistencia del rubio en empujar a Sasuke de encima suyo, que no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde de que lo que tenía entre las manos no eran los slips sino un par de pálidas y turgentes nalgas. Gritos y algún que otro desmayo siguieron a aquel desafortunado desnudo.

—¡Maldito seas, dobe, te mataré!

—¡Lo siento, lo siento, lo siento!

* * *

 

Sasuke se colocó la quinta toalla encima, aún así sintiéndose patéticamente desnudo frente a la mirada de Naruto y el recién llegado Tösakusha. Aquella sería la última vez que aceptaba una misión de Tsunade; se marcharía de Konoha y se teñiría el pelo de verde. Cualquier cosa con tal de no volver a encontrarse con alguno de los hombres que aquella noche habían visto mucho más de lo que nadie había visto nunca de él.

—Fue sin querer.—dijo el rubio, incansable.—Si quieres salgo y me los bajo yo.

—Para empujarme no era necesario que me cogieras del culo.—reprochó el chico Uchiha.—Y ahora es tarde; no hay nadie ahí fuera que pueda verte.

El silencio se hizo nuevamente, solo roto por el crujir de los billetes que Tösakusha contaba con ferviente pasión.

—Kami-sama, chicos, ¡ha sido increíble, la mejor fiesta de despedida que he dado en los veinte años que tengo el local!—al menos alguien parecía feliz de su obra. Aunque realmente era incoherente que un strip-tease en el que el público apenas había visto media nalga (y quien dice media dice las dos) hubiera resultado tan impresionante.—¡Todos los que han venido me han asegurado que se pasarán por aquí antes de su boda!

Sasuke prometió con una mirada fulminante dedicada a Naruto que se quedaría también con su parte del dinero. El rubio no se atrevió a negarse.

—¡Muchas, muchísimas gracias!—dijo Tösakusha, palmeando el hombro del Uzumaki consciente de que si se atrevía a tocar al moreno, este le arrancaría la mano de un mordisco.

Unos gritos provenientes del exterior alertaron a los tres hombres de que no eran los únicos que seguían allí a pesar de que la fiesta había concluído. Extraño horario para un local de ambiente supuestamente nocturno cerrar cuando apenas pasaban de la medianoche.

—¡Quítame las manos de encima, pedazo de bruto!—un fuerte estruendo hizo temblar el sofá en el que Sasuke y Naruto estaban sentados.

Instantes después, la puerta del improvisado camerino en el que se encontraban fue abierta y ante ellos apareció una mujer de exuberantes pechos cubierta con gafas de Sol y un pañuelo. Sasuke sintió el rumor de su sangre hervir al reconocer a Tsunade antes incluso de que esta se desprendiera de sus increíblemente avispadas prendas de incógnito.

—Oh, vaya, ¡qué sorpresa, señora Tsunade!—exclamó Tösakusha, escondiendo el dinero tras su espalda.—Justo ahora les decía a sus ninjas que podrían pulir sus habilidades; me esperaba más de ellos.—mirada asesina de parte del moreno.—N-no obstante, creo que para unos principiantes el resultado obtenido a sido muy bueno.

—Ya, ya, muy bonito.—sus ojos ámbar cayeron ansiosos sobre los dos jóvenes.—Decidme, chicos, ¿os habéis besado?

Tsunade rezó a Kami-sama por una respuesta afirmativa ya que se había pasado toda la bendita tarde encerrada en los calabozos de su propia villa y custodiada por los mismos Jounin ineptos que ella se guardaba para aquella tarea tan estúpida. De nada había servido querer demostrar que ella era la puñetera Hokage porque todos aquellos a quienes trataba de convencer se molestaban en recordarle que lo que tenía dentro del sujetador era un amasijo de calcetines y no los auténticos pechos de Tsunade. Además de que uno seguía siendo más grande que otro.

¡Y todo por una maldita manzana! El poder legislativo en Konoha estaba de capa caída.

—¡Por supuesto que no, vieja Tsunade! ¿Por qué nos besaríamos?—exclamó Naruto, alterado tan solo de imaginar que algo así pudiera haber sucedido. Una desagradable vena azulada creció en el cuello de la rubia mujer.

—Os he citado y habéis llegado tarde. Me he pasado horas encerrada en una mugrienta celda viendo cómo los estúpidos de mis guardias jugaban al póker con reglas que ellos mismos se inventaban sobre la marcha. Os traigo al barrio gay de Konoha en el que un idiota dueño de un antro cuya reputación a subido gracias a mí me aseguró que conseguiría liaros...—sus rojizas uñas se clavaron en las palmas de sus manos.—¡¿...y no se os a pasado por las narices daros un maldito beso?!

A la porra la amabilidad, aquellos dos se besarían aunque fuese a la fuerza.

—Disculpe, señora Tsunade, pero me temo que si hace uso de la violencia en mi local me veré obligado a echarla.—informó Tösakusha, poniéndose repentinamente serio. Y como parecía que la mujer no atendería a razones, se propuso darle donde más le dolería.—Cualquier desperfecto será restado de la cantidad que acordamos a cambio de unos chicos que, por cierto, no tenían ni un tercio de la experiencia que usted me aseguró.

Aquello fue mano de santo dado que la Hokage pareció pensarse dos veces el incrustar sus poderosos puños en alguna parte del cuerpo de aquellos dos mocosos tan mojigatos.

—Con vuestro permiso, chicos, me gustaría hablar con la señora Tsunade a solas.—tanto Sasuke, que salió de la estancia enrrollado todavía en sus toallas, como Naruto se sorprendieron ante la pulcritud en el lenguaje del dueño del lugar. Seguramente tendría como prioridad el cuidar sus negocios. Además, no le convenía ganarse una enemiga del calibre de Tsunade.

Una vez los dos jóvenes se hubieron perdido tras la puerta, el rostro menudo y redondo de Tösakusha se alargó y perdió todo rastro de color. La rubia mujer ahogó una maldición al encontrarse con Orochimaru.

—Has sido tú, ¿verdad?—inquirió la Hokage.—¡Tú has evitado que se besaran, desgraciado!

—Oh, ¡qué barbaridades pueden llegarse a oír hoy en día! ¿Por quién me tomas, Tsunade?—dijo el hombre-serpiente fingiendo estar gravemente dolido por la acusación de su antigua compañera de equipo.

—¡No te hagas el tonto conmigo, Orochimaru, porque te advierto que solo conseguirás que te dé una paliza!—amenazó la mujer con el dedo índice picando el pecho del otro.

Orochimaru se atusó sus sintéticos cabellos negros y compuso una sonrisa afilada; era el momento de tomar cartas en el asunto. Tanto Jiraiya como Tsunade habían fracasado en sus inútiles intentos de quedarse con el deseo, justo como él había planeado desde el principio. No obstante, debía admitir que la rubia mujer había hecho un buen trabajo trayéndolos al bar de ambiente que él mismo había tomado prestado al auténtico Tösakusha; Sasuke y Naruto parecían bastante perturbados y eso era algo que no dudaría en aprovechar.

Desde luego ningún desastre podía compararse al realizado por el cabeza hueca de Jiraiya.

—Me toca.—dijo simplemente, observando complacido cómo el rostro de Tsunade se surcaba de arrugas. Por Kami-sama, ¡qué visión tan desagradable! Desde luego debería hacerse mirar el cutis, cosa que él, con su hermosa y saludable piel, no tenía necesidad ni de pensar.

—¡De eso nada!—se negó la Hokage. Orochimaru mentiría vílmente si dijera que no estuvo a punto de hacérselo en los pantalones al ver el puño alzado de la violenta mujer.

Su único consuelo era que tanta rabia contenida en un frágil cuerpo femenino (adjetivo que pegaba más con él que con aquel proyecto de hombre; siempre había creído que Tsunade había nacido con un pene entre las piernas. No obstante, este debió de ser tan ridículamente minúsculo que recurrió al cambio de sexo para remediarlo) restaba años de vida.

—Acéptalo, princesita, has fallado.—remarcó Orochimaru.—Y ahora si me disculpas tengo un beso que provocar.

—¡Maldito id...!—insultó la mujer, mordiéndose la lengua. Soy una dama, se dijo, ¡una puñetera dama!—Te lo dieron, ¿verdad?—preguntó, confundiendo al hombre-serpiente.—Un trabajo como Drag Queen. Por eso estás aquí.

—Si esa es tu forma de desahogar la frustración de ser tan torpe espero que sepas que no tomaré parte de ello.—dijo Orochimaru, interiormente dolido en su orgullo masculino. ¿…l como Drag Queen? ¡Imposible! Era demasiado macho, demasiado duro y varonil. Aunque no le importaría probarse un kimono, parecían bastante cómodos.

De todas formas debía comenzar con su plan de unión; el Sol y la Luna se besarían sí o sí antes del amanecer, tal y como rezaba la profecía. ¡Y no volvería a tener que sacar su melena de una caja ni a pasarse horas poniéndose cremas en la calva por la irritación producida por la falsa queratina!

Notas finales:

Yyyyy, ¡hasta aquí el intento de Tsunade! Una vez comprobado que la vieja no es mucho más útil que el senninfómano es momento de dejar que Orochimaru entre en acción.

¿Lo conseguirá? ¿Habrá creado Giselle por una vez un final impredecible? ¡Todo se verá en el próximo capítulo que seguramente será subido el Jueves o, si lo preferís, dentro de dos Viernes, ¡lo que queráis! xDD

Avance - Capítulo 3: Orochimaru

La única parte del diccionario que la mente del chico Uchiha procesaba en aquel momento era la que incluía definiciones de besar, lamer, morder y cuello, labios, pezones. ¡Pezones! Oh, Kami-sama...¡estaban siendo el objeto de una broma astronómicamente pesada!

Si alguien ya sabe o intuye el plan de Orochimaru agradecería que se abstuviera de decirlo, ¡sé que la respuesta es obvia dada mi falta de creatividad! xDD No obstante, en esta pura incongruencia pueeeede pasar cualquier cosa.

¿Reviews? ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).