Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La competición de los Sannin por Giselle Blanchard

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Y con este capítulo llegamos al final del fic! ^^

Después de dos intentos estrepitosamente fallidos llega el turno de Orochimaru; ¿lo conseguirá? O.O ¡A leer!

Por cierto, quisiera agradecer a Athan_Anubis, Saya_Misaki, Tama-chan Hanabira, Yais y lady sekhmet -de quien aprovecharé para recomendar su nuevo fic; HOLLOW, ¡pasad a leerlo, no tiene pérdida!- por sus comentarios y también al resto de lectores ^^

Dicho esto -ahora sí-, ¡a leer! xDD

 

 

Capítulo 3: Orochimaru

 

Orochimaru, apelando a toda su astucia, llegó a la conclusión de que, a no ser que quisiera que la piel de sus huevos terminase forrando el bolso de alguna vieja de la villa, no debía dejarse ver en su forma original. Barajó la posibilidad de transformarse en un animal u objeto, pero se olvidó de ello cuando se le ocurrió pensar que ninguna de aquellas alternativas tenía la capacidad de hablar, condición fundamental para convencer a su adorado Sasuke y al bobo de Naruto de que besarse era una de las mejores cosas que podían hacer para amenizar la velada.

 

Y es que todavía quedaban muchas horas hasta el amanecer y el hombre-serpiente sabía de primera mano que ambos muchachos padecían un mal llamado insomnio después de lo sucecido en el local de Tösakusha.

 

Al final encontró una solución a su problema que no pasase por robarle la identidad a nadie más.

 

* * *

 

—¿Qué haces aquí, usuratonkachi?—preguntó Sasuke cuando Naruto apareció junto a él en la entrada de Konoha.—Creía que te habías vuelto a casa a dormir.

 

—Y pensaba hacerlo. Lo malo es que me encontré una...—el rubio rebuscó en sus bolsillos hasta tenderle un trocito de papel al otro.—...nota un poco rara.

 

En el Kekkon antes del amanecer.—leyó el Uchiha arrugando la frente.—Vaya, a mí me ha pasado lo mismo.

 

—¿Crees que tiene algún significado en particular?

 

—Obviamente quieren que vayamos al Kekkon antes del amancer, ¿qué otro significado puede tener, dobe?—ironizó Sasuke, devolviéndole la nota a Naruto. Un tenso silencio se formó entre ellos solo roto por el crujir de las hojas de los árboles al ser mecidas por el viento. El moreno carraspeó.—¿Deberíamos ir?

 

Aquella había sido una pregunta realmente estúpida si se tenía en cuenta que ambos estaban de pie a las puertas de la villa en mitad de la noche. Además, ¿acaso Sasuke había pensado siquiera por un segundo que alguien como el rubio ignoraría un reto como aquel? Seguramente estaría pensando que alguien quería proponerles una misión para ponerles a prueba y su mayor deseo era salir airoso de ella. Bueno, no solo airoso, sino con él muerto de cansancio detrás suyo.

 

—¡Por supuesto que sí!—exclamar aquello, fue confirmar lo evidente.

 

Sin mediar palabra, los dos amigos se encaminaron hacia el lugar en el que les habían citado. 

 

Sasuke estaba inquieto; el Kekkon era un ridículo montecito situado en la periferia de Konoha que solía ser frecuentado por todas las ñoñas parejas de enamorados ya que circulaba la leyenda de que si no ibas allí la víspera de tu boda, tu matriomonio se convertiría en un suplicio. Eso y que, si querías encontrar a alguien que te soportase durante el resto de sus días, debías poner tu nombre en un papelito y enterrarlo en algún rincón convenientemente lejano de las zarpas de algún animal con ganas de hacer la puñeta.

 

Un Uchiha como él no creía en aquellas tonterías dado que si no le salía de las narices irse allí de picnic obviamente no lo haría y mucho menos cometería el atentado contra su dignidad de meter bajo tierra su nombre. Demonios, ¿qué debía hacer después? ¿Esperar sentadito en el sofá a que algún arbusto rellenase y le enviase por correo un impreso con el nombre y dirección de su media naranja? Desde luego el romanticismo estaba sobrevalorado. 

 

A él, por su parte, le producía urticaria.

 

—Teme, ¿no crees que la vieja y el senninfómano están bastante raros?—preguntó Naruto, harto de mantenerse callado. Alguien como él, con tanta sabiduría que ofrecer, no podía tener la boca cerrada más de dos segundos no consecutivos.

 

—Son bastante extraños, dobe, está en su naturaleza.—respondió Sasuke, metiéndose las manos en los bolsillos.

 

—Pero, ¿no te da la sensación de que, bueno, de que se están comportando diferente respecto a otros días?—el rubio parecía realmente convencido de ello.

 

El chico Uchiha evitó que sus ojos negros se cruzasen con los azules y se puso a dar vueltas a lo que su mejor amigo decía; lo cierto era que sí tenía algo de razón, tanto la alcohólica mujer que desgraciadamente era su Hokage como el pervertido que soñaba con echar raíces en los baños termales de la villa parecían haber sufrido un grave transtorno.

 

¡Y eso que no sabía exactamente qué le tenía tan turbado de aquellos dos! Lo único que tenía era el mal presentimiento de que ambos Sannin tenían un concepto totalmente erróneo de él y Naruto.

 

—Puede ser.—admitió Sasuke.

 

* * *

 

—Ugh, ¿esto...es el Kekkon?—preguntó el Uzumaki con el morro arrugado. Su acompañante parecía indiferente, pero lo cierto era que por dentro moría de ganas de destruír el montecito y a todos los degenerados que hubiesen en él cuando se desatase su furia; sexosexosexo parecían gritarles las plantas, todas ellas adornadas con condones usados como si estos fuesen sus frutos.

 

Y es que ambos habían esperado, no sé, una decoración propia de San Valentín con corazoncitos, flores, cajas de bombones por si a algún novio despistado se le había olvidado comprar una para su enamorada, ¡decencia, por Kami-sama!

 

—Es asqueroso.—sentenció el chico Uchiha. La gente ya no respetaba las buenas tradiciones, entre ellas, esperar hasta la noche de bodas para el ehm, acto sexual.

 

Si ambos muchachos no hubiesen estado tan ocupados preocupándose por si algún preservativo se les metía en el cerebro sin que se diesen cuenta, habrían visto un arbusto que desentonaba bastante con el resto del entorno y que, curiosamente, avanzaba pegadito a sus talones.

 

—¿En qué parte del Kekkon querían reunirnos, teme?—cuestionó Naruto, cruzándose de brazos y rezando para que aquel fuese un lugar convenientemente libre de obscenidad. Sasuke sacó su propia nota de uno de sus bolsillos y apretó los labios al no tener ni idea, cosa que no podía permitirse; de los dos el idiota era el rubio.

 

Debía inventarse algo cuanto antes.

 

—A-allí.—dijo el Uchiha señalando con el dedo índice algo flácido hacia...ninguna parte. Podía estar señalando recto, hacia la derecha e incluso hacia el suelo pero Naruto no se percató de aquel insignificante detalle y sonrió complacido antes de elegir él mismo el rumbo.

 

Sr. Arbusto maldijo con un rumor de hojas y arrojó una nota a los pies de Sasuke antes de cubrirse de condones; así el afilado ingenio del moreno no se atrevería a sospechar de su inocencia. Ni a meter la mano entre sus ramas.

 

—¡Espera, dobe, no te he dicho que fueses por ahí!—exclamó el chico Uchiha, aliviado e ínfimamente asustado de aquella oportuna coincidencia.—Izquierda; derecha; recto; izquierda.—murmuró, leyendo el trocito de papel. Bien, seguirían el camino y acabarían lo que fuera que tuviesen que hacer en aquel terrorífico lugar.—Vamos, sígueme.

 

Hasta la Luna que resplandecía en el cielo parecía estar esperando el momento perfecto para atacarles.

 

—¿Y esto?—preguntó Naruto cuando hubieron llegado a un claro en el que una hoguerita iluminaba dos botellas de sake enterradas en un cubilete con hielo. 

 

Sasuke llegó a la conclusión de que todo era producto de una mala broma que alguien había querido gastarles -o eso o se estaba volviendo total e irremediablemente loco-, dado que algo no cuadraba en aquel asunto; tanto la fogata como el condenado cubilete parecían haber sido dispuestos hacía poco tiempo puesto que ni las ramas estaban excesivamente consumidas ni el sake nadaba en un charquito de agua.

 

¿Motivos aparentes? Alguien les estaba siguiendo muy de cerca.

 

—Oh, Kami-sama, ¡Sai tenía dos de estos!—exclamó el rubio con una emocionada sonrisa.—Son muy divertidos, teme, ¡deberíamos jugar! Así posiblemente podría quitarte la palabra rancio de la frente.

 

Sí, Sasuke no tenía ni idea de qué había querido decir Naruto, pero nuevamente quiso disimular que lo había entendido perfectamente. Haciendo lo que hacía siempre que el Uzumaki abría la boca, bufó y le arrebató de las manos lo que fuese que tanta alegría le causaba.

 

El poco color que tenía le resbaló del rostro; eran dos dados. Dos dados que parecían normales pero que definitivamente no lo eran. 

 

La única parte del diccionario que la mente del chico Uchiha procesaba en aquel momento era la que incluía definiciones de besar, lamer o morder y cuello, labios o pezones. ¡Pezones! Oh, Kami-sama.

 

—¿Jugamos?—los ojos azules de Naruto brillaron en una muda súplica que habría derretido a Sasuke de no ser porque el chico estaba más ocupado en impedir que el corazón le estallase. Además, tenía que procesar la información recién recibida; ¿por qué el rubio había jugado a los dados eróticos aquellos con alguien como Sai?

 

—¡Ni hablar!

 

—Oh, vamos, teme, ¡Sai y Kakashi-sensei se lo pasan muy bien!

 

Cuando Sr. Arbusto vio al chico Uchiha agarrar con apuro una de las botellas de sake del cubilete que la mantenía fría tuvo que contener el imperioso impulso de bailar la danza de la lluvia dado que aquello podría resultar algo sospechoso.

 

Ah, ¡Naruto Uzumaki y su insana inocencia valían su peso en oro!

 

—Bueno, realmente nunca les he visto jugar porque no me dejan.—refunfuñó el rubio con obvio rencor. Sasuke sintió que un gran peso se le quitaba de encima. 

 

No obstante, siguió pensando que perder la consciencia era mejor que pasar una noche en compañía de Naruto, así que continuó con la ardua labor de vaciar la botella de alcohol.

 

—Siempre dicen que es un juego súper secreto e importante y que...mentes virginales como la mía no podrían comprender su moraleja.

 

El Uchiha estuvo más convencido que nunca de que lo que su rubio amigo tenía en la cabeza era una réplica exacta en plástico del cerebro humano pero sin neuronas. Ni una maldita y triste neurona que indicase que existía conocimiento en sus casi sesenta kilos de huesos, piel y músculos.

 

—Bueno, ¿jugamos?—Sasuke se sintió al borde de la muerte cuando el trago de sake que había dado justo cuando Naruto pronunció aquellas dos palabras cometió el error de introducirse por su tráquea con la clara intención de inundar sus pulmones.

 

Por suerte, consiguió sobrevivir e incluso fulminar con la mirada al rubio, que desistió finalmente en su intento por convencerlo de que jugar con aquellos dados eróticos era una buena forma de divertirse.

 

—Tsk.—se quejó el Uzumaki, agarrando de mala manera la otra botella de licor y dando un sustancioso sorbo que prácticamente hizo llorar a su garganta.

 

El tiempo pasaba y ninguno de los dos amigos se atrevía a abrir la boca, demasiado ocupados haciendo creer al otro que no necesitaban entablar una conversación con él ni que, interiormente, estaban temblando de nervios y deseos tan extraños e incongruentes como que en un momento de locura pasajera serían capaces de tocar alguna impúdica parte del cuerpo contrario.

 

Curiosidad o no, resultaba terroríficamente tentador.

 

Sasuke había seleccionado el trasero respingón del rubio, repentinamente ansioso por comprobar si aquellas sensuales nalguitas estaban tan bronceadas como el resto de su cuerpo. Naruto se había decantado por ser un poco más tierno a la hora de elegir, quedándose con aquellos musculosos pectorales tan blancos como el marfil que el chico Uchiha lucía siempre que tenía ocasión.

 

Bien, probablemente no hubiera sido tan mala idea pasar un rato con los dados. Siempre era positivo el querer estrechar lazos con compañeros de equipo, ¿no?

 

—¿Qué se siente, teme?—rompió la tensión del ambiente Naruto, firmando una tregua con el sake; en breves volvería a por él. El moreno arqueó una ceja con evidente confusión.—¿Qué se siente al ser deseado por toda una villa?

 

Sr. Arbusto, que observaba fijamente a los dos muchachos, tembló excitado ante la pregunta que había hecho el rubio. Tal vez, si algún día las plantas gobernaban el mundo, le perdonaría todos sus pecados; eso si conseguía calentar un poquito a Sasuke. Lo necesario como para que su sangre Uchiha fuese consumida por el deseo.

 

—¿A qué viene eso?—cuestionó el moreno, él sin dar descanso al alcohol que incineraba paulatinamente su laringe.

 

—Contesta.—exigió Naruto, alentado por el sonrojo latente en las mejillas de Sasuke. El ceño moreno se frunció con fiereza.—¿Qué se siente al saber que toda la villa querría follarte?

 

—Oh, por Kam...¡eso no es cierto, dobe!—sin saber por qué, el Sharingan brilló en la antes oscura mirada del chico Uchiha.—Tú no querrías follarme.

 

Contrariamente a lo que Sr. Arbusto hubiera querido, ni Naruto obligó a Sasuke a que se bajara los pantalones ni Sasuke forzó a Naruto a que se lo pidiera. 

 

Mierda, cierto Sannin de horrible -a pesar de abudante- pelo gris, encrespado y con las puntas horriblemente abiertas hasta la raíz le estaba pegando su recién adquirido amor por los traseros masculinos. Preferiblemente vírgenes e inexpertos, muchas gracias.

 

—En eso llevas razón.—la mencionada tregua entre el rubio y su sake finalizó justo en aquel momento. Tras un poco elegante hipido y algo parecido a un eructo, el Uzumaki completó su frase.—Yo querría que tú me follaras a mí, ¡pero eso no tiene importancia! ¿Qué se siente, teme? ¡Dímelo!

 

Sasuke pensó en dos posibles formas de saciar la curiosidad de Naruto; la primera, confesar que si realmente le importase que detrás de cada esquina podía haber alguna integrante de su club de fans dispuesta a saltarle a la yugular, andaría desnudo por Konoha y no luciendo cuellos altos incluso cuando el verano llegaba a su punto álgido. Bien, se podría decir que últimamente había cambiado su estilo por uno un poco menos asfixiante, ¡pero todo era para que unos ojos azules cuyo dueño no iba a nombrar ni en su lecho de muerte se fijaran en sus músculos, maldita sea!

 

La segunda, coger los dados eróticos y enseñarle de forma totalmente altruista al Uzumaki cómo se jugaba y por qué los pervertidos de Sai y Kakashi-sensei disfrutaban tanto. Tal vez aquel cambio drástico de tema lo distraía de su pregunta.

 

—Las reglas son sencillas.—dijo Sasuke, importándole más bien poco que aquello no tuviera nada que ver con lo que Naruto había dicho momentos antes.—Cada uno tira ambos dados en su correspondiente turno y tiene que hacer lo que ellos ordenen.

 

—Oh.—barbotó el rubio. El chico Uchiha hubiera jurado que su amigo estaba a un pelo de descubrir cuán obscenos y peligrosos podían ser aquellos dos cuadraditos aparentemente inofensivos. Todo era una trampa, ¡el sexo en sí era una condenada trampa!

 

—Y si no lo haces te quitas una prenda.

 

Genial, pensó Naruto, ¡justo hoy que me había puesto los bóxers de zorritos! Y es que la oportunidad de dejar de ser virgen podía presentarse en el momento menos esperado...Un momento, ¿quién había dicho nada de ser desvirgado? Maldito Sasuke que lo confundía con su lengua viperina y sexy.

 

—Además de que me darás permiso para tratarte de gallinita delante de los demás. Incluída Sakura.—advirtió el chico Uchiha por si acaso el rubio escurría el bulto e ignorando profundamente el hecho de que la adoración que Naruto sentía hacía ya varios años por la chica del pelo rosa se había desvanecido completamente de su sistema.

 

A aquellas alturas, el único cuerpo que podía intoxicar al Uzumaki era el suyo. ¿Por qué? Ni Kami-sama lo sabía; las hormonas, el alcohol, la necesidad de no morir sin estrenarse...Cualquier posibilidad era válida y convincente.

 

—¡Empiezo yo!—sentenció Naruto, acabando con su sake de una vez por todas y arrojando la botella lejos.

 

Un grave insulto dirigido hacia su persona se dejó oír amortiguado en algún punto entre la vegetación, pero ninguno de los muchachos le dio mayor importancia que la de algún idiota que se había cruzado en el camino de su lanzamiento.

 

Sr. Arbusto decidió no quejarse hasta ver su objetivo cumplido; la cosa pintaba bien.

 

Lamer...—de acuerdo, podrían haber comenzado el juego de otra forma.—...Cuello.—Sasuke se estremeció, agradeciendo infinitamente a su pereza el no haber lavado sus suéters de cuello vuelto y haberle obligado a usar una sencilla camiseta de cuello de pico que dejaba un total acceso a su piel. 

 

Naruto compuso una sonrisa indescifrable y, haciendo uso de una sensualidad que solo le había visto en el antro de Tösakusha, sacó la lengua y, primero con la punta y después con el resto, subió de la clavículas hasta la mandíbula de Sasuke, adorando el vello erizado que dejaba a su paso.

 

—Me toca.—dijo el Uchiha, agarrando los dados.—Besar...—Labioslabioslabios, rezaba Sr. Arbusto, cruzando sus ehm, hojas.—...Pezones.—Mierda.

 

El Sharingan volvió a relucir en todo su esplendor a medida que Sasuke deslizaba sus manos por todo el torso de Naruto hasta dejarle la camiseta a la altura de los hombros. Saliéndose un poco de las pautas, el moreno utilizó sus dientes para endurecer los oscuros botones de su amigo, haciendo que este jadeara complacido.

 

—Decía besar, no morder, teme.—puntualizó el rubio, lamiéndose los labios con gula.—Quítate la camiseta. O mejor, los pantalones.—el chico Uchiha decidió ser bueno y obediente por una vez y cumplió la petición de Naruto con un cadente contoneo de sus caderas. Poco masculino pero suficientemente atractivo como para que el rubio empezara a salivar.

 

Besar...—Labioslabioslabios, volvió a repetir Sr. Arbusto, embelesado con el rostro anhelante del Uzumaki, algo extraño en él teniendo las deliciosas piernas de Sasuke al descubierto y unos metros de distancia.—...Lengua.

 

—¡Joder, qué cerca ha estado!—se quejó Sr. Arbusto, lo que para los dos chicos fue el lamento de algún pobre y caliente hombre al que su enamorada había negado los placeres del sexo. Sr. Arbusto estuvo contento de ello, pero amenazó a los condenados dados con, no sé, abandonarlos en algún casino que la Sannin Tsunade frecuentaba. ¿Quién sabía? Tal vez en un arranque de rabia por el dinero perdido en apuestas estúpidas los quebraba.

 

Así pues e ignorando cualquier cosa ajena al calor que Sasuke desprendía, Naruto se inclinó sobre la lengua de su amigo y, también pasando de lo que los dados habían dictaminado, lamiéndola. Sus ojos azules brillando deseosos de más.

 

El chico Uchiha hizo ademán de besar al rubio pero, para desesperación de Sr. Arbusto -que sentía que se le desprendían las raíces de la impaciencia- el aspirante a Hokage se apartó con una sonrisa traviesa.

 

—Tampoco he cumplido la orden; ¿qué quieres que me quite?—oh, ¡por Kami-sama que Sasuke amaba aquel Naruto tan pervertido!

 

—Los bóxers.—sentenció el moreno. El Uzumaki parpadeó confuso.

 

—No puedo si no me quito los pantal...Oh.—sonriendo, el rubio se deshizo de sus pantalones con una lentitud que rayaba en la desesperación, seguramente movido por la ingente cantidad de impúdicas promesas que hacían los ojos rojos de su compañero y mejor amigo.

 

No obstante y para molestia del Uchiha, la sensual atmósfera creada alrededor de la hoguera se rompió cuando la Madre Naturaleza le llamó desde sus bajos fondos. Traducción; tenía la vejiga a punto de crear un desastre tanto para su reputación como para sus bóxers. Enfadado consigo mismo, se llevó las manos a la entrepierna y presionó sin obtener ningún resultado positivo.

 

—¿Qué narices estás haciendo, teme?—inquirió Naruto, abandonando sus intentos por quedar expuesto de cintura para abajo. En su lugar, se cubrió los bóxers -sorprendentemente horribles a juicio de Sasuke- con el cubilete en el que el hielo se había convertido ya en una diluída masa de agua fría. Definitivamente, no había sido buena idea escoger a los zorritos aquella mañana, tal vez debería haberse decantado por los Shurikens.

 

—Yo no hago nada, ¿a qué esperas para quitarte esos bóxers?—el rubio tal vez y solo tal vez, le hubiera creído si el chico Uchiha no estuviese moviendo las piernas como si estuviera sufriendo un ataque epiléptico.

 

Dándose cuenta de las sospechas de Naruto, Sasuke enroscó sus muslos y esperó impaciente a que el Uzumaki siguiera a lo suyo. Sin embargo, tiró la toalla cuando sus testículos se contrajeron en una silenciosa amenaza. Fue cuestión de segundos que se levantara y perdiera entre los árboles al grito de No te vistas o..., que supuso un jarro de agua fría, gélida, para el rubio.

 

—¡Los jóvenes de hoy en día son un desastre para ligar, maldita sea!—Naruto se frotó los ojos repetidas veces. No obstante, siguió teniendo la extraña sensación de que acaba de oír hablar a un arbusto.

 

Mierda, ¿cuándo volvería Sasuke?

 

* * *

 

—Ugh.—gimió el chico Uchiha con infinito alivio cuando hubo descargado. Se guardó el miembro en los bóxers y se recargó sobre el tronco de un árbol, repentinamente cansado. Definitivamente, el alcohol y él eran almas irreconciliables.

 

Pensó que, tal vez si descansaba la vista unos minutos y volvía con renovadas ganas de verle el trasero, al rubio no le importaría cuánto exactamente había tardado en regresar al improvisado campamento que algún ente generoso les había montado para algún retorcido fin sobre el que no quería elaborar hipótesis para no ponerse nervioso y arruinar las pocas horas de sueño que le quedaban.

 

Sí, realmente era un buen momento para desconectar.

 

—¡Tú, niño estúpido, ¿qué se supone que estás haciendo aquí?!—exclamó la tempestuosa voz de la Hokage, apareciendo de Kami-sama sabía dónde. Hábilmente intuyendo que no le había visto mear, Sasuke se propuso inventar una excusa creíble que no pasara por algo tan vulgar como la verdad; los Uchiha eran tan etéreos y superiores a los demás mortales que no tenían necesidades tan básicas. Mucho menos para atenderlas en mitad de la noche en un bosque cualquiera.

 

—Entrenando.—Sasu-chan, eres un genio, se alabó el propio moreno, ignorando su propia y ridícula forma de llamarse a sí mismo.

 

—¿Sin pantalones?—preguntó Tsunade.—Y borracho.—alguien tan experto en el tema como ella, sabría reconocer a un ebrio incluso con los ojos cerrados. Además, o el clan Uchiha tenía una forma realmente peculiar de practicar sus oscuras técnicas -tal vez la desnudez les hacía ser genios en el arte ninja- u Orochimaru había estado a un apenas perceptible paso de conseguir lo que ni Jiraiya ni ella habían conseguido. Cosa que debía evitar a toda costa ya que la montaña de sujetadores tamaño jumbo que se acumulaba en sus cajones no le causaba más que problemas.

 

—Igual la que está borracha eres tú porque ni yo voy sin pantalones ni he bebido.—negó Sasuke a pesar de la evidencia. Sino fuera porque la rubia también había tragado un pelín de sake -lo justo como para no poder caminar recta- le hubiera propinado tal puñetazo por su osadía que le habría deformado el rostro de muñequita de porcelana que tenía.

 

El chico Uchiha resbaló por la corteza del árbol en el que seguía sosteniéndose para que no se le doblaran las rodillas patéticamente y se preguntó qué haría la mismísima Hokage en el Kekkon, sintiendo lástima por el pobre incauto que la hubiera citado allí si es que aquel era el caso.

 

No obstante, no tuvo tiempo de pegar el trasero al suelo, ya que de un tirón Tsunade lo levantó, violando su primerísima norma personal; nadie invadía el espacio de Sasuke Uchiha a menos que fuese Naruto y el propio moreno lo consintiera. El Sharingan apareció en sus ojos pero la mujer no se amilanó y siguió poniendo en peligro la correcta cohesión entre los huesos del brazo izquierdo del chico Uchiha, que tuvo que morderse la lengua para no chillar como una nenita.

 

—¿Dónde está Naruto?—¿cómo había llegado Tsunade a la conclusión de que Sasuke estaba con el Uzumaki? Sencillo, nadie que no fuese aquel inconsciente rubio sería capaz de soportar toda aquella estupidez y prepotencia contenida en un cuerpo que apenas se había desarrollado desde la adolescencia. O al menos eso era lo que ella veía.

 

Esperándome, sin pantalones y haciéndose a la idea de que hoy no vuelve virgen a casa, dijo una vocecilla pecaminosa en algún rincón de la mente del moreno, a la cual se apresuró en castigar por su atrevimiento al sugerir que él iba a hacer que Naruto dejara de ser virgen.

 

Una aterradora sacudida se extendió por toda la entrepierna de Sasuke.

 

—No quiero saber en qué estabas pensando.—dijo Tsunade y el chico Uchiha se dio cuenta, algo azorado, de que se había puesto duro. Más o menos; la presencia de la Hokage tenía una magia especial para matar cualquier señal de lujuria.—Haz el favor y vuelve con Naruto, seguro que tenéis asuntos importantes que tratar.

 

* * *

 

—¡Suéltame de una vez, vieja pelleja!—exclamó Sasuke, alejándose al fin del fiero agarre al que la rubia mujer le sometía. Algo sorpendido, se dio cuenta de que Tsunade había conseguido convencerlo de que la llevara hasta donde estaba reunido con el rubio.

 

También sorprendido, se dio cuenta de que del escandaloso chico no quedaban ni las luces.

 

—¿Dobe?—preguntó al aire, sin recibir más respuesta que un hipido de parte de la Hokage.—¡Naruto!

 

De repente, Sasuke se sintió expuesto y avergonzado y casi corrió a cubrirse con los pantalones, pateando después los dados del demonio que le habían tomado el pelo como habían querido. Entonces estaba excitado, sin el Uzumaki y con una mujer cuya edad era equiparable a la que tendría su abuela de seguir con vida.

 

Unas cálidas manos le rodearon el pecho con sensualidad, arrugando su camiseta a la altura de los pectorales.

 

—¿Me llamabas, Sas...teme?—preguntó Naruto, los labios demasiado pegados a la oreja de Sasuke de lo que este podía soportar sin sentirse al borde del colapso. Lentamente, el moreno se giró y encaró el zorruno rostro de su amigo, cuyos ojoz azules resplandecían con lascivia. Una lascivia que aceleró el corazón del chico Uchiha a niveles insospechados.

 

—¿Qué haces todavía con los bóxers puestos?—inquirió Sasuke, llevando sus manos a la cinturilla de los mismos y estirando hacia abajo, revelando una fina mata de vello rubio apenas perceptible sobre la bronceada piel y la oscuridad rota levemente por las llamas de la hoguera, que empezaba a extinguirse en ese momento.

 

—Espera.—se negó Naruto, cogiendo las pálidas muñecas de su mejor amigo.—Antes quiero que me beses.

 

Algo en el cerebro del Uchiha se quedó en suspensión unos segundos, sin poder procesar la última palabra pronunciada por el rubio. Bien, por suerte o por desgracia ya habían tenido un primer beso juntos, no era como si Sasuke no tuviese experiencia ya en aquel sentido. No obstante, había algo en el ambiente que hacía flaquear la seguridad del moreno.

 

El Uzumaki fue acercando sus rostros y, cuando cerró los ojos, Sasuke llegó a la conclusión de que ya no había marcha atrás. De hecho, sentía unas placenteras y perturbadoras cosquillas en los labios que nunca nadie le había producido antes -sin tener en cuenta el hecho de que jamás había permitido que nadie se acercara a él de esa forma sino quería pagar las consecuencias después con la castración o la pérdida de algún miembro de vital importancia- y que era incapaz de ignorar, ¡a la mierda la educación Uchiha, él no era de piedra y Naruto derretía cualquier rastro de raciocinio que hubiera en él después de haber bebido sake!

 

—¡Alto ahí, impostor!—gritó una voz a sus espaldas.

 

Sasuke se sintió torpe y estúpido cuando vio a otro rubio sosteniéndose del dedo acusador de Jiraiya y a él mismo sosteniendo el borde de los bóxers de Orochimaru.

 

—Oh, Kami-sama.—dijo el moreno como en trance, tragando saliva y sintiendo que estaba a punto de desmayarse del asco.

 

—¡Eh, tú, aparta de mi hombre!—exclamó Naruto recuperándose rápidamente y corriendo a separar al amante de las serpientes del Uchiha.—Teme, ¿se puede saber qué ibas a hacer?—el rubio sentía el corazón en la garganta del coraje; había decidido que los besos de Sasuke eran única y exclusivamente suyos, al igual que la vena pervertida que indudablemente el chico tenía y que, por tanto, él mismo se reservaba el derecho a despertar.

 

—Demonios, Orochimaru, ¡eso es juego sucio!—exclamó Tsunade, cogiendo del cuello al Sannin de piel ceniza y agitándolo con su descomunal fuerza. Sus afilados ojos amarillos se tornaron de un enfermizo color rojo que no aplacó las ansias asesinas de la Hokage.

 

—¡Tú los enviaste a un maldito antro de maricas!—replicó Jiraiya, sumándose a la discusión.—¡El único que hizo las cosas como tocaban fui yo!

 

—¡Y aún así te salió el tiro por la culata!—puntualizó Orochimaru, quien parecía estar disfrutando de las atenciones de la rubia.—Eres un idiota.

 

Sasuke y Naruto observaron la pelea sin comprender nada. Eso sí, el Uchiha puso cara de ofendido para que el resto pensara que sabía perfectamente de que iba el asunto. El rubio le hubiera imitado de no ser porque acababa de darse cuenta de un detalle bastante inquietante; ¿aquello que sobresalía del escote de la Hokage era un calcetín? Si era así, el mito se le había caído.

 

—¡Saboteaste mi plan, Orochimaru, es bastante excusa para destrozarte el culo a patadas!—gritó Tsunade, disponiéndose a cumplir su amenaza.

 

Sasuke y Naruto decidieron que lo que le pasara a aquel desgraciado les importaba poco y nada. Compartieron una mirada cómplice y se sentaron a jugar con los dados una vez más, el rubio olvidando que debía hacer desaparecer sus bóxers y el moreno demasiado metido en la idea de obtener cierto resultado como para pedirle que lo hiciera.

 

—Kami-sama, Orochimaru, ¡te juro que si no consigo el beso al primero al que me follaré será a tí, maldito imbécil!—exclamó Jiraiya con gesto de desagrado.—¡Y lo haré mirando tu horrible calva!

 

Orochimaru fue a reprocharles que los dos le estuviesen atacando aprovechando su desventaja. No obstante, su atención se centró en un dato de vital importancia para ellos en aquel momento.

 

—Eh, ¡eh, se están besando!—Tsunade dejó de intentar arrancarle la cabeza y Jiraiya de animarla a que lo hiciera para observar los apasionados movimientos de las lenguas de ambos muchachos, tirados en la hierba peligrosamente cerca de la hoguera, que daba sus últimos coletazos de vida.

 

—Mierda.—maldijo el del pelo gris cuando vio una potente erección entre sus piernas, ¡la culpa la tenía Sasuke por manosear con tantas ganas el trasero de Naruto!

 

Como atraído por la situación, el Sol empezó a brillar por encima de las montañas, dando por terminada la competición entre los tres Sannin.

 

—Oh, Kami-sama, ¡creced, bonitas, creced!—exclamó la rubia observando sus senos y arrojando todo el relleno que llevaba bajo la ropa.—¡He traído a Sasuke de vuelta con Naruto, me merezco el deseo!

 

—¡De eso nada, yo les preparé el sake, la hoguera y los dados, la pasión se encendió gracias a mí; el pelo es mío!—puntualizó Orochimaru arrancándose la larga peluca.

 

—Ah, no, ¡yo detuve a Orochimaru, el deseo es mío!—exigió Jiraiya, sobándose la abultada entrepierna con las manos y ansiando con todas sus fuerzas que la hinchazón bajara.

 

No obstante, el tiempo pasó y la única cosa que rompió la precaria calma del momento, fue un grito ahogado de Naruto.

 

—¡¿Dónde está mi ropa?!—el rubio se cubrió cuanto pudo por medio de sus manos, sorprendentemente pequeñas a su juicio. Sasuke se mordió el labio inferior con anhelo.—Mierda, teme, ¡¿qué has hecho con mi ropa?! ¿Cuándo me la has quitado?

 

Los tres Sannin se miraron con los ojos como platos y pocas esperanzas de futuro, intuyendo qué había pasado. La explicación que dio el Uchiha fue suficiente para saber que, si querían acabar con sus vidas, era el momento idóneo.

 

—No lo sé, simplemente he pensado que desearía verte desnudo, dobe.

 

Moraleja; nunca dejes que Orochimaru interprete una profecía.

 

Fin.

 

Notas finales:

Al parecer estos Sannin se ganaron lo de legendarios en una tómbola porque lo que es cumplir una misión sencilla, eeen fin xDD

¡Y hasta aquí queda esto! Espero que hayáis disfrutado tanto leyendo como yo lo hice en su momento escribiendo; es genial dejar que la mente patine a su gusto de vez en cuando, aunque no es recomendable si queréis hacer un buen fic, ¡aquí tenéis lo que me ha salido a mí!

Me alegro de que hayáis leído hasta aquí y espero algún comentario que me ayude a mejorar si sóis tan amables.

¡Nos vemos la próxima vez que tenga algo interesante que mostraros! ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).