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Cada error se paga en esta vida ( Adaptación) por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola minna... jiji aqui les traigo la actualizacion... me alegro que les este gustando... mis mas sinceros agradecimientos a:

- Hisana san

- lala

- Kitsune neko Aya

Por sus esplendidos mensajes... me hacen muy feliz.

 

Tal y como dijo Sesshoumaru, él aprovecho esa disposición y poco a poco, lo que parecía una simple amistad se transformo en amor… aquellos tres años ahora transcurridos, habían hecho un gran cambio en su vida… lo que creyó ser amor con Naraku no era ni una pizca comparada con lo que el albino le había brindado. Amor, protección, comprensión, detalles, todo eso y mucho más recibía por parte de Sesshoumaru; y no solo el, Sesshoumaru adoraba de igual manera a Izayoi… como si fuese su propia hija.

 

-       Inu, y la niña?

 

-       Se durmió, apenas le dijiste que la llevarías a los juegos mecánicos se acostó de inmediato.

 

-       Es como tratar con un pequeño Inuyasha  *sonriendo*

 

-       Que malo eres Sessho… *haciendo pucheros*

 

-       Me encanta cuando haces así… te ves tan apetecible *besándolo*

 

-       Mmm… Sesshoumaru… subamos al cuarto

 

 

Sesshoumaru cargo al peli-plata, haciendo que aquellas canelas y finas piernas rodearan su cintura.  Subieron por las escaleras entre beso y beso, logrando entrar aunque fuese torpemente a la habitación; con delicadeza, dejo caer el cuerpo de Inuyasha en la cama mientras el se posicionaba encima.

Acaricio las mejillas de su amor y al unísono robaba varios besos de aquellos deleitables labios.

 

-       Mmm… Sessho…

 

-       Te amo Inuyasha

 

-       Y yo a ti Sesshoumaru

 

Apreso de nuevo los carmines labios, solo que esta vez, de una manera mas apasionada.  Amaba tener ese hermoso cuerpo debajo suyo, escuchar esos suspiros o gemidos con su adorable voz y poseerlo sin cansancio… y esto siempre lo hacía pensar, en como aquel hombre, había traicionado a alguien tan maravilloso como Inuyasha?.  Como pudo darle la espalda a alguien tan magnánimo? y  como pudo abandonar a esa hermosa familia?.

 

-       Sesshoumaru… que pasa?...

 

-       No quiero que me apartes de tu vida si el decide regresar.

 

-       Sesshoumaru, eso jamás pasara, yo te amo… y te amo como jamás imagine hacerlo, Naraku solo tiene derecho sobre mi hija, mas no en entrometerse entre tu y yo… Sesshoumaru…mi hija y yo somos ahora tu familia, y ese hecho ni Naraku puede cambiarlo.

 

-       Eres mío Inuyasha?

 

-       Por completo… y no vuelvas a dudarlo.

 

Descargo su peso haciendo que ambos miembros chocaran, lamio la mejilla para luego subir hasta la oreja e introducir variadamente su lengua.  Sintió las manos de su peli-plata amante introducirse por su camisa, acariciaban desesperadamente su desierta espalda… amaba lo apasionado y entregado que era Inuyasha.

 

Pidió a su amor levantar los brazos para despojarlo de su camisa, cuando lo hizo no pudo evitar perderse ante tal belleza… belleza de la cual, era dueño.  Besó y succionó el cuello del menor, para luego descender por la clavícula y hacer énfasis en los erectos botones rosa.

 

-       Mmm… Sesshoumaru, marca mi cuerpo como tuyo

 

El albino tan solo sonrió, le encantaba lo osado que llegaba ser Inuyasha en esas situaciones, sin dudas, jamás se cansaría de poseer aquel escultural cuerpo.  Chupó con ahínco las tetillas del peli-plata, mientras que con sus manos, iba retirando el pantalón del menor y luego los bóxer, liberando así, la erguida erección.

 

Prosiguió descendiendo por el plano vientre, topándose con el pequeño orificio; hundió su lengua varias veces, robando sonoros jadeos… eran su estimulante.

Las manos de su peli-plata, se pasearon por su cabellera cuando inicio con las felaciones; el olor y sabor de esa virilidad le encantaba… cada rincón de Inuyasha lo embriagaba.

 

-       Mmm… me encanta sentir tu lengua jugando con mi pene

 

Corroborando tales palabras, lamio el tallo y luego el glande; su lengua se paseaba descaradamente por ese trozo de piel, degustando y grabándose aquel característico sabor.  Con sus manos, tanteo sin pudor los torneados testículos, apretándolos, liberándolos y masajeándolos con parsimonia.

 

Para Inuyasha, el mar de sensaciones era abrasador, sus sentidos se hallaban nublados y su razón desaparecida; solo podía percatarse del placer que vivía… del placer que le provocaba aquel hombre de cabellos color armiño… se sentía derretir entre sus manos.  Su miembro dolía y supo que la hora de su orgasmo se aproximaba.

 

-       Se… Sesshoumaru…mmm… ya no puedo más…

 

Ignoro aquellas palabras y siguió con el vaivén de su boca, escucho un largo gemido y luego como su boca era invadida por la blanquecina sustancia.  La contuvo en sus labios para después compartirla en un beso con su peli-plata… adoraba aquel sabor, mezcla entre el semen y la saliva de Inuyasha.

 

Sus ojos ambarinos contemplaron por largo rato la beldad enfrente de él, simplemente irresistible y apetecible sin límites.  Con Inuyasha, jamás creyó poseer aquel sentimiento que constantemente lo embargaba… miedo.  Miedo de perderlo, o de que lo arrebataran de sus brazos, porque de toda su existencia… su peli-plata era lo único que realmente amaba.

 

-       Sesshoumaru… mi amor… soy tuyo

 

-       …….

 

-       Lo diré las veces que sea necesario para que te convenzas de ello…

 

-       Te amo

 

-       Yo también

 

Tanteo aquel cuerpo con delicadeza, sus manos se volvían adictas a esa piel de marfil; descendió por las finas piernas hasta finalizar en la anhelante entrada.  Introdujo uno de sus dedos, sacándolo y metiéndolo dificultosamente por aquella estreches que lo envolvía.

Observó el rostro de su amante y aquella visión solo hizo que se excitase más; sus ojos estaban fuertemente cerrados, su boca jadeaba constantemente dejando a la vista  un hermoso hilo de saliva, su pecho saltaba violentamente y sus hebras platinas yacían pegadas a su tez…. Maravilloso.

 

Un segundo digito no se hizo esperar, ingreso con menos dificultad reiterando así la preparación; abría sus dejos de forma de tijeras o realizaba un mete-saca constantemente. Cuando pretendía meter su tercer y ultimo dedo, la mano de su amante lo detuvo.

 

-       El… el tercero no lo necesito… si no me tomas ya… siento que enloqueceré.

 

 

Lo besó sin compasión, ingresando ágilmente su lengua, incitando a la otra para envolverse; unísonamente, introdujo su hombría en aquel cálido y estrecho interior, ambos suspirando en el acto.

Se quedo inmóvil, esperando que Inuyasha se acostumbrase a la intromisión pero al sentir como sus caderas se movían, continuó con las penetraciones.

 

Sus estocadas fueron lentas, disfrutando de esa placentera conexión; le gustaba tener en aquella posición al peli-plata, puesto que así, no se perdía ni un solo detalle de esos eróticos gestos.   Aumentó el ritmo del vaivén, ante las desesperadas peticiones de su amante, tratando de encontrar en cada intromisión el punto clímax de Inuyasha.

 

-       Mmm… ahhh…si…no te detengas Sessho

 

-       Grrr… Inu…yasha

 

En aquel arduo frenesí logró encontrar el punto estimulante del peli-plata, haciéndolo gemir casi a gritos.   Inuyasha envolvió su cadera con ambas piernas, permitiéndole un mejor acceso e imponiendo a que el vaivén fuese más violento.

 

Entre lazo sus manos con las del peli-plata, llevándolas arriba de las hebras plata; mientras embestía besaba los labios, cuello y orejas de su amante, haciendo que el menor se desbordase en pasión.

 

-       Ahh… si… así Sesshoumaru… mmm que rico… ahh

 

-       Me… gusta tenerte así Inuyasha

 

-       Mmm… ahh… y a mi… tenerte dentro… Sessho

 

Bastaron unas cuantas embestidas, caricias apasionadas y palabras lujuriosas para que culminaran, Inuyasha en ambos pechos y el albino en aquel cálido interior.

Se recostaron uno encima el otro, intentando regular sus respiraciones y aplacando los estragos de sus cuerpos; se miraron fijamente y les fue inevitable besarse de nuevo.

 

-       Inuyasha

 

-       Que pasa cariño?

 

-       Quiero que tengamos un hijo  *mirándolo fijamente*

 

-       Un… un hijo?

 

-       Si… Inuyasha, sabes que no te presionare, es solo mi deseo… pero quiero que sepas, que yo no hare  lo que hizo tu esposo.  Porque la prioridad de mi vida eres tú.  *acariciándole el rostro*

 

-       Se… Sesshoumaru

 

-       Shh… no tienes porque responder ahora, descansa * acobijando ambos cuerpos*

 

 

 

Fingió dormir hasta sentir como Sesshoumaru se quedaba dormido y abrazado a su torso.  Suspiro de felicidad, quería entregarle cada uno de sus días a su peli gris; sabia que el no seria como Naraku y eso hacia que disminuyera su temor de ser lastimado.

 

La idea de tener un hijo… un fruto de amor entre Sesshoumaru y él, era simplemente maravillosa.  Además, sabia que a su pequeña hija le agradaría la idea, puesto que ya le había hecho saber que deseaba un hermanito.  Beso el rostro de su dormido amor, para luego acurrucarse en su varonil pecho… aquel calor corporal jamás abandonaba su cama, aun fuese de día o de noche, ahí estaba para el; era tan diferente a las noches de agonía y despertares en pena con Naraku… definitivamente… Sesshoumaru era su felicidad que creyó perdida.

 

La mañana surgió lentamente, despertó pero no vio a su cónyuge en la cama, se dispuso a buscarlo y lo vio en la cocina junto a su hija, hablando amenamente y riéndose una que otra vez… cuanto hubiera dado para que el padre de su pequeña hubiese sido Sesshoumaru… pero tenia que aceptarlo… tenia que aceptar que aquel hombre era el padre de su adoración.  Ingreso a la estancia y vio tres desayunos servidos, sabia que era obra de su amor.

 

-       Te vi tan dormido que no quise despertarte, aliste a Izayoi para irnos al parque de diversiones.

 

-       Jiji... si mami, eres muy dormilón, papi Sesshoumaru siempre te gana despertando.

 

-       Es que yo sueño mas bonito que el, por eso duermo tanto.

 

-       Yo diría, que mas bien te desvelaste Inuyasha  *sonriendo maliciosamente*

 

-       Cla… claro que no *sonrojado*

 

 

Izayoi  solo sonreía ante la escena, su hogar era realmente feliz y dulce.  Por su mami (Inuyasha) supo desde el principio que Sesshoumaru no era su padre biológico, pero la forma en que él la trataba era realmente fraternal, ganándose a si el titulo de “Papi”.  La consentía, jugaba con ella, la apoyaba y reprendía con amor cuando era necesario; inconscientemente actuaba como un padre para ella.

 

De su verdadero padre tan solo conocía su voz, este la llamaba algunas veces pero no lo conocía personalmente, lo distinguía por ciertas fotos que su mami le había enseñado pero jamás había sentido cariño  de su parte.  Aquello no dolía, a pesar de ser su padre no lo consideraba como tal y esto era porque desde pequeña, el albino había tomado la imagen de padre para el.

 

 

-       Hijita, pasa algo?... no has probado bocado

 

-       No es nada mami, tan solo pensaba

 

-       Vamos princesa, mira que hice el desayuno que mas te gusta, además debes tener energías para ir al parque de diversiones.

 

-       Sii papi¡¡

 

 

Desayunaron amenamente, comer en familia era una costumbre que los tres habían tomado y aquel tiempo en convivencia los unía mas como un hogar. Terminaron de comer e Inuyasha comenzó a tallar los platos mientras que sus dos amores se alistaban para salir.  Escucho el timbre del teléfono, pero al tener las manos mojadas se le dificulto contestar.

 

-       Izayoi, cariño, puedes contestar

 

-       Si... mami…. ¿Hola?  *contestando la llamada*

 

-       ¿Izayoi?... ¿como estas, hija?

Notas finales:

Espero sus mensajes con ansias.. son mi recompensa n_n


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