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Cuando el Hielo se Derrite en Tu Cuerpo por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Bueno aqui les dejo el capi cinco... espero sea de su total agrado ya que todo empieza a complicarse un poco más... tengan paciencia si?

y muchas gracias por sus reviews ^^ 

CUANDO EL HIELO SE DERRITE EN TU CUERPO

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 5.- Camus es mío. 

 

 

 

         Lo miró levantando una ceja mostrando su incredulidad y pardeó marcadas veces intentando no mostrar su agrado por las ocurrencias de Milo… siempre era tan… era imposible aburrirse.

 

         - Ya sea que tengas calor, o mueras de asolación yo no soy un refrigerador para que me pidas cubos de hielo – dijo Camus negando con la cabeza – Aléjate Milo si no quieres que te congele, así me libras de tus molestas ocurrencias.

 

         - Nah! – Repuso – digas lo que digas yo se que te vi sonreír. Dile molestias ocurrencias, pero son éstas tonterías las que te hacen feliz – Milo le señalaba los labios como advirtiendo que ahí vio la sonrisa mencionada.

 

         - Mientes – Camus le miró reacio – Yo no tengo razones para que tus tonterías me hagan feliz.

 

         Milo torció los labios sin saber que responder… en ocasiones se le hacía más difícil hablar con Camus que de lo costumbre, se llevó la mano al cuello para masajearlo… debía mantener el aire relajado, fresco.

 

         - Felicidad eh? ¿Qué te hace feliz entonces? – Pregunto apoyándose a un árbol. Estaban en las cercanías del Santuario.

 

         Camus se limpió la frente de sudor, estaba entrenando antes de ser interrumpido por Milo que en los últimos días le frecuentaba.

 

         - ¿Comer helado? – Supuso Milo por el silencio de Acuario - ¿No? – Se contestó solo, interpretando el silencio que recibía por respuesta y la mirada fastidiada – A todos nos gusta el helado… hay de tantas variedades y se puede usar la imaginación  para crear alguno y decía que quizá a ti te guste más el helado porque eres el caballero helado… digo de los hielos.

 

         Camus no pudo evitar esbozar una sonrisa a medias suavizando sus facciones.

 

         - Si, me encanta de la igual manera como a ti te fascina comer insectos venenosos ¿No? Porque digo… eres el Caballero bicho y…

 

         Milo le interrumpió con sonoras carcajadas.

 

         - Si fueras así todo el tiempo no andarías tan solo – Dijo Milo calmando sus risas – Eres un buen tipo.

 

         - Oh! Gracias – Milo no supo si se lo agradecía usando sarcasmo o en serio.

 

         Otra vez silencio donde Camus se quitaba los vendajes de las manos que utilizaba para los entrenamientos y las dejaba a un lado. Milo apoyado en el árbol le examinó con la mirada.

 

         - Vine a invitarte a mi Templo a almorzar – como siempre se esforzaba por matar los silencios entre ellos - ¿Vienes Camus?

 

         - No gracias – respondió sin siquiera mirarle pero se sorprendió por la inesperada propuesta de comer juntos… Milo se empeñaba por caerle bien y lo estaba logrando. Estos días ya se le hacían costumbre verse rodeado de él en cualquier momento.

 

         - ¡¿Qué?! – Exclamó – ¿Prefieres tener qué comer tu comida cocinada por ti, cuando alguien más te invita a comer y no tienes que hacer nada?

 

         - ¿Qué tiene de malo mi comida? – Respondió de inmediato mirando a Milo.

 

         El Escorpión miró a los lados buscando las palabras para no ofenderle demasiado, si repetía los rumores que le llegaron, Camus podía en verdad congelarle.

 

         - Pues dicen que no sabes ni freír un huevo y hasta el agua lo quemas… ¿prefieres la comida enlatada a mis deliciosas preparaciones culinarias?

 

         Milo sonrió ampliamente al descubrir el efecto de sus palabras en el Caballero de Acuario, se mordía el labio, nervioso.

 

         - No cocino tan mal… - fue su respuesta por lo bajo – Además que en ésta época de calor es mejor alimentarse de fruta y verduras. Saga dice que el cuerpo necesita más líquidos así que es mejor…

 

         - Basta, no necesito saber lo que Géminis dice – Milo lo abrazó de repente pasando su brazo por los hombros franceses – Comamos algo digno de un par de Caballeros Dorados, por supuesto cocinado por mí – le giñó un ojo – Te encantará.

 

         - Vale… pero suéltame – dijo adelantándose unos pasos para apartar las manos de Milo.

 

         - Te apetece tomar un vino después del almuerzo o te inclinas a bajar al pueblo a un bar más tarde – ofreció al alcanzarle.

 

         Camus apretó los labios pensando en ser sincero ante tal invitación.

 

         - Nunca he bebido – fue su respuesta directa – No tengo intenciones de empezar hoy. Almuerzo y punto, si tu invitación tiene dobles intenciones…

 

         - Alto, alto – Milo suspiró – Un “No gracias, no bebo” era suficiente. No soy un tarado que no entiende de eso, yo respeto… ¿Dobles intenciones? No bromees, me agradas Camus por eso te invito con o sin alcohol.

 

         - No gracias , no bebo – dijo entonces  sin dejar de andar.

 

         Caminaron unos metros sin decir nada, en los días anteriores la caminata juntos y el silencio de por medio no era tan incómodo como lo supusieron, resultaba incluso agradable. No lo habían descubierto antes porque empezaban a tratarse recién en ésos días, pero ambos se dieron cuenta casi instantáneamente que compatibilizaban sin hacer esfuerzos. De alguna manera las ocurrencias de Milo robaban sonrisas a Camus y la seriedad de éste equilibraba sus locuras.

 

         - ¿De verdad crees que estoy solo? – Preguntó Camus de repente mientras almorzaban una deliciosa comida, cortesía de Milo. Éste que cortaba con paciencia su carne asada le miró deteniéndose.

 

         - Perdona si te ofendí – dijo con calma – Pero desde que te conozco nunca te vi en una relación ¿Hay alguien en tu vida Camus?

 

         - ¿Te referías a eso? Shura es mi amigo y a Saga lo considero… más que a un hermano – contestó mientras se llevaba a la boca ensalada cocida y trozos de arroz blanco.

 

         Milo bebió un poco de soda helada esperando que Camus termine de responderle, no creía que el francés retomara la conversación adentrándose en ésos temas, si había una oportunidad de saber sobre su pasado pues era esa. Así sabría la calidad de experiencia que tenía Acuario… y sería más fácil formular una estrategia para conquistarle. Si Camus tenía el corazón roto podía actuar como un perfecto salvavidas y repara corazones. Si tenía un amor oculto y aprovechando su  posición de amigo le propondría el que se sirva de él para darle celos… y llegar más lejos. Y si de verdad era tan frío como lo parecía y no tenía ni corazón… en su cuerpo encontraría la victoria a su apuesta.

 

          “Tu sabes que Camus tiene un cuerpo que es humano, por muy frío y no sé qué cuentos… tiene debilidades. No vengas aquí a ponerme excusas Milo. Sabes que Camus de Acuario está fuera de tu alcance y nunca podrás poner un solo dedo en él”.

 

         Las palabras de Kanon debían ser ciertas. Camus no podía ser tan perfecto como lo parecía, en algún lado se encontraba aquel punto donde se lograría hacerle flaquear. Ganaría la apuesta a como dé lugar, no estaba dispuesto por nada del mundo a tener que doblegarse por Kanon, a sufrir ser humillado por éste que no se contendría.

 

         - ¿Hay alguien con quien no hayas estado antes? – Contestó Camus con otra pregunta – Supongo que esa lista es más corta formulada de ésa manera.

 

         Milo se señaló con el dedo así mismo.

 

         - No es justo, tu no respondiste – Se quejó Milo - ¿Estás enamorado? ¿Camus de Acuario hay alguien que te hace temblar la voz, que te pone nervioso y te hace soñar despierto?

 

         - Mariposas en el estómago, escribir su nombre mil veces y querer sólo tocar su mano te hace flotar

 

         - Si… eso – Milo le animaba.

 

         - Que escuchar su voz te calma y te mueve el saber que te está esperando y te hace pensar:  ”Sólo por ti haré esto o aquello”. Que no puedes ni contar los minutos sin verle porque te huele a fatalidad… que es tu esperanza y razón.

 

         A medida que las oía Milo sólo se dedicó a afirmar boquiabierto y sin palabras. Camus le hablaba mirándole directo a los ojos sin parpadear y eso le incomodaba.

 

         - Si… eso – dijo simplemente cuando Acuario calló.

 

         - No.

 

         - ¿…? – Milo puso expresión de interrogación – ¿Entonces de donde sacaste todas ésas cursilerías?  Sonabas a como si las hubiera sentido.

 

         - Pues no… - bebió un poco de agua – He escuchado bastante a Shura antes de que te me acercaras y piénsalo un poco, es fácil inventar todo eso, es sólo cuestión de imaginarlo.  Además que el responsable directo es Afrodita, siendo mi vecino tengo que soportar que cualquier noche Máscara de Muerte le lleve serenata… es un trauma tener que escucharle cantar sus propias composiciones – Milo terminó riendo ante la desesperación un poco exagerada adrede por parte de Camus.

 

         - Si… supongo que ésos dos se aman de ésa manera cursi – apoyó Milo mirando a Camus comer con paciencia sus verduras mezcladas con salsa y aceitunas, masticaba con paciencia y calma haciendo intervalos entre bocado y bocado.

 

         “La gente es lo que no ves”

 

         Pensó dedicándose a aplastar con los cubiertos su porción de papa. “Estirado, amargado, frígido” ésos eran los adjetivos que utilizaba para describir a su compañero de armas protegido por la constelación de Acuario. Pero, ahora debía pensarlo con detenimiento y precisión. Camus era…

 

         - Oh! Dioses esto está buenísimo – exclamó Camus sacando a Milo de sus pensamientos, lo vio masticando un trozo de carne asada – En verdad eres bueno… Milo – dijo esforzándose en hablar con la boca llena.

 

         - Con calma que el plato no se escapará – Milo sonrió al ver como Camus se apresuraba en cortar otro trozo.

 

         Camus era genial…

 

         Tenía su carácter y cierta barrera repelente pero… atravesarla era cuestión de acercarse con amabilidad y un buen saludo. Camus siempre respondería de la misma manera dándole paso a conversar. Se le hizo un hobby el ofuscarle con ocurrencias y tuvo el placer de verle una que otra escasa oportunidad sonrojado ante algún cometario pasadito de tono y cuando sonreía… la manera cómo se suavizaban sus facciones cuando bajaba el rostro y el flequillo del cabello acuamarín le cubría los ojos y de la nada se desplegaban hacia sus mejillas sus labios en una sonrisa apenas perceptible…

 

         En sus acercamientos sin invitación siempre le permitían tener a Camus entre un abrazo a medias o caminar casi pegado a él y notándolo casi al instante se vio hechizado ante la fragancia sutil a rosas que éste despedía ¿Era una colonia? ¿Su jaboncillo? En ocasiones se encontró así mismo olfateando su propia ropa por las noches, al darse cuenta que la fragancia a rosas estaba impregnado también en él…         

 

         En una ocasión que pasaban la tarde viendo el atardecer se dio la oportunidad de hablar de sus desventuras de la niñez, Milo comprendió que la mirada de Camus también podía reflejar tristeza nítida y sin barreras. Sus bellos ojos que le recordaban al frío del hielo se transformaron en fragilidad. Milo adecuándose a la situación también relató uno de los sucesos más tristes de su pasado… nunca había hecho algo parecido, algo como compartir sus penurias enterradas pero lejos de deprimirse se sintió increíblemente cómodo  y aliviado al saber que sería comprendido, algo que jamás sintió al hablar con Kanon o Aioria, con el que compartían copas algunas veces, Máscara de Muerte que parrandeaba de igual forma.

 

         Milo había colocado a modo de consuelo y apoyo su mano en el hombro del francés cuando éste terminó de relatar el día en que supo que a su corta edad estaba solo en el mundo y Camus repitió la acción con Milo cuando, a pesar de haber vivido cosas peores, la que más le marcaba y dolía fue cuando en su niñez no sintió más impotencia al ver morir a su perrito entre sus brazos ceñidos en un abrazo esperando lo inevitable.

 

         - ¿Por qué te acercaste a mí de repente? – Preguntó Camus al terminar de comer y bebía agua – Me pareció extraño dado que nunca antes lo hiciste.

 

         - Bueno… ¿Qué te puedo decir? … eh… - Milo bebía su soda helada – Tu siempre despides un aura fría de tu cuerpo y en ésta época de calor estar cerca de ti es como tener aire  acondicionado portátil y andante.

 

         Camus levantó ambas cejas sorprendido.

 

         - No te preocupes, en invierno no me acercaré a ti – dijo Milo sonriéndole de manera coqueta.

 

         - ¿Aire acondicionado? – repitió Camus – Felicidades por tu creatividad, he escuchado muchos apodos…

 

         Milo rió otra vez. Estar cerca de Acuario le divertía, era una buena persona. Parecía ser entendido por él y el mundo giraba más rápido a su lado. Estar cerca de Camus no le resultaba complicado o difícil, es más…

 

         “Camus es una persona que se llega a apreciar con facilidad”.

 

         Pensaba cuando las bromas entre ambos surgían de la nada y la conversaciones de banalidades se extendían horas sin rumbo y su camino era igual, donde sea que los lleve sus pies. Tan relajante era estar con Camus, sin sentir la competencia con Kanon en conquistas o el alcohol de por medio para divertirse, incluso llegaba a olvidar lo que le empujó a buscarle y acercarse, era por la apuesta. Lo olvidaba…

 

         En las noches, mirando su techo y en silencio entre las cuatro paredes de su habitación ideaba nuevos rumbos para allegarse más a Camus, pensando en su día juntos y las conversaciones que sostuvieron. Buscando cómo acaparar más el tiempo de Camus “Es aburrido estar sin él” pensaba cuando el silencio le rodeaba. Pensando en qué le gustaría… dónde le gustaría ir… si sería bueno hablarle de esto o del otro…  Olvidando el motivo por el cual actuaba, olvidando el objetivo… la apuesta ya casi no importaba.

 

         De un día para otro la actitud de Camus cambió da la nada y se transformo en el odioso  Caballero Dorado, estirado y amargado que siempre creyó rebasando sus expectativas. Guiado por su orgullo Milo tampoco se dejó “No le voy a rogar nada” pensaba, y de dos semanas que la pasaban completamente juntos se separaron.

 

         De la misma manera sorpresiva Camus de Acuario, de la nada y sin anuncios se apareció en su Templo ya caída la noche.

 

         Hablaron un poco y no rieron nada. Notando que había algo más que una simple visita nocturna Milo sedujo a Camus, él se dejó para sorpresa del primero y así fue como llegaron a la recámara del Templo de Escorpión, retozando en un encuentro pasional de sus cuerpos.

 

         Estar con Camus…

 

         Había cumplido la apuesta y no estaba satisfecho… ¿Sucedía  algo malo?   

 

         Ésa noche Camus llegó a su Templo sin ser invitado y tampoco se había anunciado que iría. Llegó y ya. Al momento de tener relaciones sexuales, a pesar de que la pasión se desbordaba no dio todo lo que tenía o no actuó como lo hubiera deseado. Si llegaba a cumplir con la apuesta estaba en su mente hacerle el amor con la dulzura y dedicación que le inspiraba. Milo tuvo muchos amantes, pues en su naturaleza estaba el ser un conquistador empedernido. Ya sea por un reto de Kanon o porque realmente llamaran su atención se acercaba a su “objetivo” y hacía gala de su experiencia conquistando en el arte del amor. Nunca les fue infiel, siempre dedicó su tiempo a cada uno de ellos  y luego, simplemente dejaba que la relación se apague.

 

         Tuvo incontables amantes, si. Pero, procuraba no hacerles daño a ninguno de ellos para no dejar sabores amargos. Es más, tenía el don que sus ex amantes no le guardaran rencor y fácilmente le perdonaban las asperezas.

 

         Su reputación de conquistador se disparaba por los aires pero sorpresivamente eso no provocaba que se alejen de él. Más al contrario eso atraía más jóvenes deseosos de experimentar con Milo y envolverse en su fuego.

 

         Supuso que hasta Camus conocía sus andanzas, pero tratándose de él debía ser más cuidadoso, medir cada paso al milímetro… porque deseó, aunque por unos segundos efímeros, tratarle con dulzura, hacerle el amor, cumplir con la apuesta y…

 

         - Que no me apartara de su lado -  Murmuró Milo para sí.

 

         Tenía la ilusión  de ocultarle a Camus la verdad sobre la apuesta por siempre y quedarse con él, planificar una vida…

 

         Ése Caballero de los hielos era cándido a su manera, tan… “Quiero estar junto a ti” Estuvo consciente que lo juzgó mal sin siquiera tratarle y una vez cerca… estaba cómodo, en quietud y se divertía.

 

         Tener relaciones sexuales con Camus, tal y como se dieron las circunstancias,  resultó insípido, sin gloria, como una banal entrega de sexo y una noche más de actividad. Fue excitante…sí, bastante. Pero, al tener a Camus así en su lecho no le inspiró ni robarle un beso.

 

         Sintiéndose vacío.

 

         Confundido.

 

         Incompleto.

 

         En definitiva Camus no era el mismo que había tratado dos semanas atrás.

 

         Sin atreverse a cuestionar le escuchó llorar después de quedarse dormidos por el cansancio que suele dar el sexo. Tuvo intenciones de preguntar y consolarle tal vez, si se lo permitía.

 

         Milo no entendía de sentimientos complicados y Camus lo estaba enredando todo.

 

         ¡Sabía de la apuesta!

 

         ¿Por qué se entregó entonces?

 

         Le restregó en la cara que conocía de las intenciones de Milo y que mostraría el chupetón famoso ¿Qué planeaba?

 

         Sintiéndose perdido Milo no lo demostró y continuó. Total la apuesta ya la había cumplido.

 

         Al momento de hablar con Kanon en el entrenamiento del día siguiente le dijo que ya estaba hecho pero, no contó detalles como solía hacer. Por alguna razón quería guardarlo para sí. Le resulto complicado ya que Kanon no tenía tacto para tratar temas así y dudaba que lo entendiera… frente a todos lo trató de farsante y mentiroso.                               

 

         El chupetón no estaba.

 

         ¿Qué estaba pasando?

 

         Lamentó el no poder contenerse ese día en el entrenamiento y gritó a todos los vientos  “- ¡¡¡Joder Camus follamos anoche!!!”  No quería que todo el Santuario y quizá hasta Zeus se entere en el cielo, eso alejaba las posibilidades de ser perdonado algún día. Las mejillas tiñéndose de carmín del francés…

 

         ¿Para qué lo había hecho si iba a negarlo?

 

         “- Lo haría si tuviera dos minutos y pastillas contra las náuseas.”

 

         Ésa palabras le resonaban en la cabeza.

 

         Había venido a su Templo por voluntad propia y terminaron durmiendo juntos. Camus llora a su lado y luego se va. Al día siguiente lo oculta y niega ¡¿Entonces para qué lo hizo?!

 

         Cuarenta y ocho horas.

 

         Dos días y una noche…

 

         Faltaba muy poco para que se cumpla el lapso de tres semanas y Kanon ya no lo veía como un juego, el Geminiano estaba ansioso que terminara el tiempo establecido…

 

         Pero, más allá de sentirse presionado por la apuesta y su tiempo en retroceso, sintía una presión en el pecho extraña y nueva.

 

         Nunca antes se había sentido así…

 

         Extrañaba la presencia de Acuario.

 

         Sabía que no podía acercarse a él como si nada. Lo sabía… pero cuánto deseaba volver a aparecérsele de la nada y pasar el tiempo juntos.

 

         Pasar el tiempo juntos…

 

         Juntos… 

 

         - Camus…

 

         Sin saber qué hacer exactamente en su tiempo libre… lo atormentaba el hecho que no pueda acercarse a Acuario. Afligido, deprimido, como un forastero sin nacionalidad…

 

         ¿Y la apuesta?

 

         Debía resignarse a perderla si no hallaba la forma de convencer a Camus que le confirme la verdad a Kanon, demasiado irreal ¿Otra prueba que verifique los hechos? Tal vez si kanon pegara la nariz a sus sábanas encontraría ahí la fragancia de Camus, su sutil aroma a rosas, pero pedírselo a Kanon le parecía absurdo.

 

         ¿Qué podía hacer?

 

         Y a todo esto ¿Quién le dijo de la apuesta a Camus?

 

         Más bien, agradecía a Atena el tener que hacer algo esa tarde. Le había llegado un comunicado diciendo que debía presentarse en la brevedad posible a los aposentos del Patriarca. A su característico caminar lento cruzó su Templo hasta la entrada del templo de Acuario.

 

         La próxima vez que le viera ¿Cómo debía hablarle? ¿Qué debía decirle? Excusarse y pedir disculpas parecía lo apropiado e intentar recuperar, al menos un poco, lo que compartían en el pasado.

 

         Esperar a ser perdonado.

 

         Agrandando su sensación de ser un patán miserable no encontró a Camus en su Templo y pasó sin detenerse. Las cosas que cruzaban por su cabeza le molestaban… le inquietaban ¿Por qué no se sacaba del pensamiento a Acuario?     ¿Se debía a la apuesta? ¿O a las ansias tremendas de correr a su lado y probar sus labios, saborearlos como el manjar que eran y enmendarse con él mismo por no robarle el aliento cuando pudo…

 

         Salió corriendo del Templo de Piscis, despavorido. Lo menos que necesitaba era escuchar a sus colegas en plena acción…

 

         ¡No podían ser más silenciosos!

 

         ¡Afrodita y Máscara de Muerte que poco recato!

 

         Sin cuidado a causa de los gemidos entremezclado de Piscis y Cáncer que amenazaban en volverse un trauma empujó la puerta del Patriarca adentrándose con un ruido sordo.

 

         - Eh… lo lamento – dijo al tiempo que se acercaba hacia el centro del amplio salón – Buenas tardes Patriarca, compañeros…

 

         - Si Escorpio, sin formalidades. Puedes mantenerte en pie.

 

         - Gracias.

 

         Estaba apenado por llamar la atención de esa forma, aunque se recuperó pronto al examinar a sus colegas. A ninguno parecía importarle.

 

         Con razón Camus no estaba en su Templo, ahí estaba hablando con Saga. Más allá Shura y Aioria hablaban con Shaka.

 

         Shion estaba de pie frente a ellos, mirándoles con cierta paciencia en el rostro, pero si se observaba bien la descripción que lo calificaba mejor era… adormilado, cansado pero contento.

 

         - Bien – dijo al fin, todos en el salón callaron y lo miraron. Aioria se acercó a Milo y lo saludó – Creo que están todos a los que mandé a llamar.

 

         - Disculpe Patriarca – habló Shaka – su aspecto ¿Se encuentra todo bien? – Hizo la pregunta que todos tenían en mente.

 

         - Huele a vino – dijo Aioria.

 

         Ahora que lo mencionaba era cierto, aquel olor dulzón  flotaba en el aire.

 

         Shion suavizó sus facciones en una sonrisa divertida.

 

         - No tenía planificado reunirles, las órdenes de Atena fueron inesperadas. Disculpen que vean éste lado mío. En ésta fecha es el aniversario de mi envestidura como Patriarca… bueno festejé un poco…

 

         Todos se vieron asombrados y le felicitaron sin fingir su agrado.

 

         - Muchas gracias – dijo y tras unos segundos en los que respiró hondo se dispuso a explicar el porqué de su presencia – Cumplirán unas misiones, irán en parejas para asegurar su cumplimiento pronto y exitoso.

 

         Todos asintieron y Shion continuó.

 

         - Camus y Shura acompañarán a la Señorita Atena a Japón hasta que se reúna con los Caballeros de Bronce. Shura eres el responsable de la misión.

 

         - Sí su Santidad – dijeron a la par.

 

         - Aioria y Shaka irán a la Isla Dodecaneso, hubo una rebelión leve que ya fue controlada por los Caballeros de Plata, deberán ir a recoger a los aprendices y traerlos al Santuario. El responsable es Shaka.   

 

         - Si Patriarca.

 

         - Delo por hecho.

 

         - Milo y Saga irán a la Isla de la Reina Muerte, hay amenazas que el volcán despierte y hay una pequeña población que se asentó ahí, recójanlos. Partan inmediatamente. Saga eres el responsable directo.

 

         - Patriarca – dijo Shura – existe la posibilidad de cumplir mi misión con Aioria – el mencionado bajó la mirada un poco.

 

         - No deberías inmiscuir asuntos personales con la Orden, Capricornio – dijo Shion sin molestarse pero sorprendido por la intervención.

 

         - Al contrario Patriarca. Al ser el responsable que la señorita Atena llegue a salvo a Japón debo mencionar que dado que Aioria ya estuvo ahí antes él ya tiene conocimiento para cumplirla mejor – Shura miró a Camus como pidiendo disculpas.        

 

         - Si Leo está de acuerdo – dijo al fin Shion.

 

         - Si su Santidad

 

         Shura se sonrió a sí mismo por su agilidad mental, acababa de inventar tal cuento. Sólo deseaba estar más tiempo con su león dorado. Una mentira blanca no hace daño a nadie ¿no?

 

         - Gracias Shura - Bueno… tal vez el afectado era Camus – Si para eso tengo amigos…

 

         Saga miró de reojo a Milo que estaba de pie a su lado y luego a Camus.

 

          “- ¡¡¡Joder Camus follamos anoche!!!” 

 

         Le resonaba aquella declaración en la cabeza ¿Acaso Camus…? Apretaba los puños y se mordía el labio al sólo pensar que era verdad. Camus ya no era un niño al que sermonear y estaba en su derecho de actuar en su libre albedrío y con su vida privada podía hacer lo mismo ¿Pero qué era esa sensación en el pecho que le incomodaba? Estaba acostumbrado a tener a Camus fiel a su amistad y sentimientos… sentir que se alejaba, no era nada agradable, ser testigo que Acuario podía empezar una vida con alguien más…

 

         Miró Milo con cierta bronca contenida ¡¿Por qué con Milo?! ¿Camus estaba loco? ¿Acaso no estaba enterado de la reputación de éste?

 

         “Bueno Camus es alguien maduro que sabe lo que hace… creo”

 

         Pensó, pero no por eso dejaría el camino a Milo tan fácilmente. No… no con Camus, alguien tan especial para él, que formaba parte de su pasado y lo conocía desde niño… alguien a quien quería como aun hermano… ¿o era algo más?

 

         - Patriarca en ése caso preferiría cumplir mi misión con Camus – El mencionado y Saga miraron sorprendidos a Milo por su intervención inesperada.

 

         Camus no pudo guardar su sorpresa.

 

         “¡¡¡¡Qué!!!” 

 

         - Patriarca, si lo permite la misión sería cumplida rebasando expectativas, si la realizo con Acuario – habló Saga.

 

          “¡¡¡¡Qué!!!” 

 

         Camus que se había resegando a cumplir su misión con Shaka en cuanto Shura lo abandonó no esperaba que Milo ose hablarle o peor aún pedir ir juntos a una misión dadas las circunstancias o que Saga discuta en ése tono de voz, tan tajante,  por ir con él.

 

         - Bicho, no te dejaré acercarte a Camus – susurró Saga, sólo Milo lo escuchó.

 

         - Él es mío – dijo entre dientes dedicándose entre ellos miradas asesinas, como si dos trenes colapsaran.

 

         Todos en el salón notaron la tensión del ambiente en crecimiento entre ambos Caballeros y Camus no fue ajeno a todo aquello.

 

         - Disculpe Patriarca – Intervino Shaka con su tono de voz tan peculiar. Pero Milo y Saga no dejaron de mirarse – No me hago ningún problema en ir solo a mi misión.

 

         - ¿Qué? – Camus apenas salía de su coma mental “Se están peleando por ir conmigo” – el que prefiere ir solo soy yo – dijo.

 

         Shura se masajeaba el cuello con cierto arrepentimiento de por medio, no pensaba que dejar a Camus sin pareja le traiga tanto problema con ésos dos.

 

         - ¿Por qué están peleando por Camus? – Preguntó Aioria por lo bajo a su novio.

 

         - Supongo que por la calor que hace en la isla de la Reina Muerte y ninguno quiere ir sin un refrigerados andante… - Shura no quería dar detalles – o porque Shaka es demasiado jactancioso.

 

         - Te escuché – dijo el rubio de Virgo.

 

         - Patriarca un volcán no es algo que pueda esperar… - dijo Milo

 

         - Hay gente en ese lugar, Milo lo estropeará todo – le interrumpió Saga.

 

         - Insisto que puedo ir solo – terciaba Camus.

 

         Shion se sujetó la frente, había bebido demasiado vino y no quería intensificar su jaqueca y menos por culpa de ésos “niños”, deseaba volver lo más antes posible a su lecho al lado de…

 

         - Basta  - dijo por lo bajo cuando Milo, Saga y Camus continuaban hablando.

 

         - Shion… Shion…  mi corderito.

 

         Todos los presentes callaron intentando escuchar en nueva cuenta esa peculiar voz proveniente detrás de los doseles blancos.

 

         - ¿Dónde te estás ocultando? Shion…

 

         Rojo, así era el rostro del Patriarca en ése momento. No parpadeaba, al parecer ni respiraba… ¡Qué la tierra se lo trague! 

 

         Comprobando las sospechas del dueño de esa voz… ahí lo vieron Saga, Milo, Camus, Aioria, Shura y Shaka (había abierto los ojos) a Dokho, su querido viejo maestro, apareció entre los doseles y no sólo eso…

 

         Exponiendo su piel deliciosamente bronceada  entre una tela de seda roja envuelta a lo largo de su musculatura.

 

         Salió con una sonrisa coqueta que se congeló al ver el público que presenciaba su escena, pronto su rostro adquirió el mismo color que la tela de seda que cubría apenas su desnudez.

 

         Vino, hacer el amor, más vino, otra sesión de hacer el amor entre tragos de vino los llevó a ambos a caer en un estado rem excesivo. Al despertar no encontró a Shion a su lado y deseoso de tener a su amado entre sus brazos no midió circunstancias ni parámetros… gran error.

 

         - Retírense – dijo Shion, había cubierto su mirada con una mano – Shaka hazlo tu solo. Saga, Camus y Milo… son los encargados de ir a la Isla de la Muerta Reina…

 

         - Querrá decir, Reina Muerte – corrigió Shaka estupefacto al ver a Dokho perderse entre las cortinas blancas con gran lentitud.

        – Y qué… ¿los tres? - dijo Camus sin creer a sus oídos

 

         - Si, váyanse.

 

         - ¡Pero Patriarca! – Exclamó.

 

         - Acuario basta – sonó a una orden y no iba a repetirla.

 

          Inclinó el cuerpo en forma de despedida y fue el primero en salir del Salón seguido por el resto de sus compañeros. Algunos lo oyeron murmurar en francés, algo que hacía cuando estaba molesto.

 

         Apenas estuvo afuera tomó aire mirando el anochecer y las primeras estrellas. Apretó los labios con  fuerza ¿Qué estaba pasando? Debía ir a una misión con Saga y Milo juntos… los tres…

 

         A uno no lo soportaba lo suficiente para aguantar tal situación, el lapso de tiempo para la apuesta estaba por finalizar y sólo quería verle sufrir rogando que diga la verdad… y a Saga, desde que se encontraron ése día no hacía más que interrogarle sobre Milo, cómo si no tuviera suficiente del Escorpión, y del grito que todo el Santuario escuchó.

 

         “- ¿Estás con Milo? Sabes cómo es él ¿no? ¿No te das cuenta que está jugando contigo? ¿Camus no te creo capaz de…?”

 

         Etc, etc.

 

         Una cuestión era preocuparse por la amistad que los unía,  como Shura por ejemplo, pero otra era regañarle y buscar hacerle sentir culpable…

 

         ¿Qué pretendía Saga con esa actitud?

 

         Qué quería… después de romperle el corazón, mostrar tal interés que no mostró nunca.

 

         “Me confundes Saga”

 

         No quería ilusionarse… no, no otra vez…

 

“Si no quieres nada conmigo

 

simplemente no me mires así”

 

         Y Milo peleando así… rastrero ¿Tanto le interesaba cumplir su desgraciada apuesta?

 

         Sí al menos una de las veces que hablaron fue sincero… compatible, así se sentía con el Escorpión ¿Todo era para cumplir su objetivo?

 

“Si al menos fuiste sincero…

 

Eso explica porqué

 

tu esencia no se va de mí”.

 

         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno... en verdad espero actualizar pronto... pronto... por cuestiones de la universidad (entro a epoca de parciales) u.u no podre dedicarme tanto al fic como quisiera... pero lo hare en mis ratitos libres^^

Cuidense y no olviden los reviews.

Nos leemos!!!


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