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LA CONTINUACIÓN DE UN FINAL……¿UNA VIDA SIN TI?. por Lady Marivette

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Capítulo: 4

 

CUESTIONES….”AMOR Y DESESPERACIÓN

Tres meses ya habían pasado desde  esa vez en el bar. Subaru pensó, arrepentido, quizá no volver a verlo… Por que, tal vez, sólo estaba buscando un reemplazo casi idéntico de Seishirou.

Su celular. Ese aparato que ni él mismo sabía como se había animado a comprar, estaba repleto de mensajes de texto y de voz, cortesía de Daichi, cada día. Y ni que decir de las llamadas, a las cuales no respondía, por temor a involucrarse más de lo debido con aquel joven. Se repetía una y mil veces que eso era lo mejor, debía continuar sólo hasta sentirse lo suficientemente valiente como para poder.  Pero, ¿para poder qué?.... ¡Con un Demonio!… Eso era lo peor. El no saber ni el por qué de aquella decisión. Seishirou-san ¡Estaba muerto!… No tendría porque seguir obsesionado con guardarle un luto eterno. Aunque si por él fuera, en eso se iría su existencia, pero no, ese no era el plan.

Él ya lo entendía. No valdría de nada su decisión si no se animaba a cambiar y socializar más; si es que eso era posible.

Suspiró derrotado mientras estaba recostado en su cama. Debes en cuando  se removía en  su propio sitio, girando sobre si mismo para tomar su almohada, presionarla fuertemente contra su pecho y resoplar frustrado.

*¿Qué debo hacer? ¿Quizá debo llamarlo?... Pero, de seguro, estará muy molesto… Si hasta he evitado frecuentar la cafetería donde trabaja.*

Se quedó mirando el borde de la cama, se cansó de eso, y dirigió sus ojos hacia el techo… * ¿Por qué tengo que hacer las cosas tan difíciles?… Seishirou-san, debió haberme tenido mucha paciencia para aguantar mis silencios e indiferencia.*

Soltó la almohada. Se incorporó rápidamente, quedando sentado en medio del lecho, y se llevó las manos a los cabellos, para refregarlos y desordenarlos completamente. * Pero que estoy diciendo… Si él…. Sólo fingía paciencia conmigo para poder matarme y burlarse de mí… - exhaló fastidiado…-  aún así… Te sigo amando…*; aceptó para sus adentros. Cerró los ojos, decidiéndose qué hacer. Tomó impulso con sus pies hasta llegar a la piecera de la cama. Y se levantó irguiéndose por completo  sobre el piso. Desvistiéndose de sus pantalones de tela ligera y suave que tenía por pijama, se dirigió al baño. Se dio una ducha rápida. Escogió algo indeciso qué ponerse, y para sorpresa de él,  se encontraba nervioso por el rumbo que le obligaría tomar aquella decisión;  pues una vez vestido, con unos vaqueros grises y una camisa blanca de manga corta. Y después de haberse visto insistentemente en el espejo. Estaba parado en una esquina que colindaba con la cafetería en donde trabajaba Daichi. Miró su reloj. Era la enésima vez que lo hacía, para comprobar si ya era las 16:00 p.m; hora en la que, según su memoria no le engañaba, le había dicho que era su horario de salida.

Faltaban tan solo 15 minutos.

No se animó a entrar a la cafetería pues temía “La reacción de Daichi”… Ya que al parecer éste, había  desistido en sus intenciones. Ya no llamaba, ni mensajeaba a su celular. * Y ¿si ya no quiere verme? Soy un estúpido… debí llamarlo…*…Sus cavilaciones fueron interrumpidas por la imagen que llegaba a su cerebro por medio de sus ojos. Se sobresalto un poco y sus manos comenzaron a enfriarse como si las hubiera metido en una cubeta llena de agua helada.

Daichi salía por la puerta trasera de la cafetería colocando una mochila de combinaciones negras y rojas en sus hombros, se acomodaba un poco el  cabello negro azulado que poseía, para terminar alisando innecesariamente la camisa negra que colaboraba muy bien con sus jeans color azul de apariencia desteñida. Ladeó el rostro de izquierda a derecha, como verificando la cercanía de alguien. Dio unos pasos para cruzar la pista, y al dirigir su mirada celeste hacia el frente del lado contrario. Lo vio. Ahí estaba  él. Subaru Sumeragi. Con un semblante que no hacía más que delatar su nerviosismo. Se le quedó mirando de forma severa por unos minutos, que para él médium eran una eternidad, para después sonreír levemente y recorrer finalmente los metros que no hacían más que separarlos.

Subaru lo observaba mientras el chico estaba cada paso más cerca de él. Respiró hondo y se obligó a amenazarse internamente, que debía evitar cualquier balbuceo o incoherencia que salieran de sus labios.

- Hola…- Dijo el ojiceleste muy tranquilo, pero sin quitarle seriedad a su tono de voz.

Y por fin había dado el último paso que los separaba; quizá era la culpa que sentía o tal vez simplemente era la verdad, pues Daichi se veía muy bien.  Muy guapo, y eso era peor o alentador. Tragó saliva al escuchar el saludo sereno y cortante que le brindó la replica  mitad extranjera de Seishirou. Se quedó en silencio. No sabía por qué se comportaba así.  Debía acabar con estos ataques de nerviosismo, y mejor si era en ese instante, aunque sea intentarlo. Entreabrió sus labios y las palabras afloraron y se dispersaron cual disparo silencioso.

- Discúlpame, no merezco ni que me saludes, no sé cómo explicar lo que me está sucediendo y sobre todo contigo y eso hace que tenga ganas de acercarme y alejarme lo más pronto posible de ti… - tomó una bocanada de aire. Y continuó…- Lo que pasa o creo que pasa, es que siempre he alejado a las personas de mi lado por temor a involucrarme demasiado, siempre que lo hago el final es demasiado doloroso; aunque nada es comparable con mi primera experiencia, con mi primera gran decepción... y tú… me lo recuerdas tanto, con cada gesto, cada palabra… y no digo que seas él… pero no puedo evitarlo… me agradas y mucho. Estos meses que no nos hemos visto me han servido para pensar, y a pesar de que haya sido sólo un día en que nos hemos tratado, siento la necesidad de explicarme y disculparme contigo, por mi comportamiento tan infantil… y si ya no quieres seguir viéndome… yo lo entenderé.-

Daichi lo observaba en completo silencio sin hacer ninguna mueca de estar impresionado u ofendido; sólo lo escuchaba atentamente, calibrando cada palabra que vocalizaba el Sumeragi. Cuando por fin terminó de hablar sin descanso. Otra vez el silenció quiso capturar el ambiente entre ambos, esta vez sin éxito. Pues el que instantes atrás se había dedicado a escuchar decidió que era hora de hablar al ver el semblante triste en el hermoso rostro del médium.

- No tienes nada de qué disculparte…- Subaru quiso protestar e interrumpirlo para sacarlo de su error…- Yo ya te escuché, ¿no es cierto?... ahora déjame hablar a mi… ¿de acuerdo?.... – Subaru asintió y bajó la mirada, como si fuera a recibir un regaño. Daichi no lo permitió, y con una mano lo tomó del mentón para obligar a mirarlo…-- Me gusta que me miren cuando hablo… y tú no eres la excepción, pues lo que te voy a decir tienes que entender y escuchar con atención… -- Se sorprendió al ver la seriedad con la que le hablaba Daichi. Ahora ya no podía apartar sus ojos de él y no le molestaba que siguiera agarrándole el mentón… -- En primer lugar, te repito… no tienes por que disculparte conmigo, quien tiene que disculparse aquí… soy yo… por presionarte de esa manera, no debí ser tan insistente, pues no eres nada mío. Tú estabas en todo tu derecho a no querer seguir viéndome, no me prometiste nada, sólo me diste la oportunidad de pasar una tarde, valgan aclaraciones, una tarde y por que no decirlo, noche maravillosa contigo. Ni en mis más descabelladas fantasías me imaginé que tú… Subaru-san… me permitirías acercarme a ti. Si cuando tu entrabas a la cafetería, tan triste y distante, tan absorto en tu mundo. Yo quería, no sé, decirte “que todo estará bien… que ya no debes estar por siempre triste…”. Pero no veía la manera adecuada de poder hacer contacto contigo… sólo me conformaba con el poder mirarte y quizá tropezarme contigo… aunque tú ni sabías que yo existía… eso era más que claro… - Tras estas palabras soltó por fin el mentón de Subaru con mucha suavidad. Sus dedos eran muy suaves…- Hasta que ese día esperado, sin esperanza alguna, tú llegaste… aunque serio y distante como siempre… te veías diferente, había algo en tus ojos. Un brillo especial. No sabría cómo explicarlo… - Esto lo decía con total entusiasmo en su voz… - Estabas distinto, yo lo podía notar… como ferviente admirador de tu persona. Lo noté,  y no podía dejar pasar esa oportunidad. Así que, aprovechando el alboroto de tus eternas fans, me acerqué a ti, y bueno tú ya sabes el resto. Discúlpame, si he sido muy molesto y asfixiante o si te estoy aburriendo con esto. Te debe parecer hasta patético. Pero necesitaba decírtelo. Cuando me diste tu número, pensé sin caber en mi… que querías verme de nuevo, a pesar de mis insinuaciones y atrevimientos… de cierta forma me divertían tus reacciones… eso no te lo voy a negar… yo soy así… somos tan distintos.-

Subaru se disponía a abrir la boca, pero Daichi lo interrumpió, poniendo sus dedos en sus labios, sellándolos… -- No he terminado aún. No seas tan impaciente… -  Le sonrió dulcemente, y el médium se calló…- Ahora me dices que te recuerdo a alguien que te hizo mucho daño… me dices eso… pero puedo ver que a pesar de todo… Lo amabas, corrección, lo sigues amando… y no te voy a negar que eso me pone envidioso y celoso… sin tener derecho a estarlo, lo sé… - Liberó los labios de Subaru y se quedó en silencio.

El médium, sin poder soportar más aquel pesado espacio mudo….- Él está muerto… y estoy aprendiendo a aceptarlo…-

- No importa si esta muerto o no… lo que importa es que lo amas… y no tienes la más mínima intención de olvidarlo, no te engañes, ni trates de engañarme. No te estoy reclamando, ni nada por el estilo… solo te estoy ayudando a aclararlo… tampoco espero, que quieras darme la oportunidad… no soy paño de lagrimas de nadie; pero si me gustaría ser tu amigo. Si quieres, aún sabiendo lo que siento por ti… no pretendo fingir nada.-

Subaru  no sabía que decir. Todo llegaba a su cabeza. Se preguntó: ¿A dónde se fue toda la sangre que tenía en el cuerpo? Y su pregunta fue contestada. A sus mejillas. Lo supo, por que Daichi le tomaba de las manos, entrelazándolas con las suyas, mientras lo miraba fijamente. Por unos segundos creyó que esos ojos traspasaban su cuerpo y escrutaban su alma… ¿Qué debía hacer? ¿Disculparse por no poder corresponderle y largarse de ahí?... Esa era una alternativa muy fácil, y estaba harto de tomar el camino fácil, el cual terminaba siendo el más difícil. El problema estaba en que, Daichi sentía algo especial por él y, Subaru le temía a eso, deseó estar equivocado, deseó haber escuchado mal y no haber entendido nada; pero sabía que no era así.

- No tienes por que sentirte obligado… si quieres que lo dejemos hasta aquí… yo entenderé… no moriré, te lo aclaro de una vez, por si te estás haciendo ideas extrañas. Además sólo te estoy dando la oportunidad de ser mi amigo. Te advierto que ese privilegio se los doy a pocos, o sea a un grupo selecto… como tú comprenderás…-- Lo dijo en un tono engreído, haciendo que Subaru arqueara una ceja, y al entender el chiste, se pusiera a reír… --- Eso esta mucho mejor, tienes la sonrisa más bella que he visto… - El médium además de reír se puso colorado…- Cómo sabías que el sonrojarte también te va muy bien?… mataría por una cámara fotográfica y captar este momento… aunque estoy seguro, que si nos seguimos viendo… tendré muchas oportunidades como esta… - Le siguió bromeando el ojiceleste.

Subaru detuvo su ataque de risa y se le quedó mirando un instante más. Suspiró con alivio…- Claro que nos seguiremos viendo, necesito que me enseñes a salir de mi caparazón… entonces…. ¿Amigos? -

Una sonrisa resplandeciente fue la respuesta anticipada que le dio, siguiendo las palabras…- Claro… amigos…- Estrechó más sus manos como confirmación a su acuerdo… - Todo esto esta muy bien… pero me muero de hambre, que tal si lo celebramos con comida… y si quieres unas bebidas… ¿cerveza?... ¿Tequila? -

Subaru pareció pensarlo unos segundos….- Comida esta bien, con respecto a las bebidas, parece que me estas queriendo inducir al mundo del alcoholismo...-

- ¡Oh, por dios!... ¿Sabias hacer bromas?... esto es un descubrimiento, deberían ponerlo en las noticias…- Aseveró serio y falsamente sorprendido, para terminar carcajeándose por la mirada resentida que le mandó el de mirada bicolor…- ah, y agreguemos, que también eres muy sensible. Lo tomaré en cuenta…- Hizo el ademán de estar apuntando algo en el viento.

- ¿Te estas burlando de mi?...-

- ¿Yo?, tú crees que sería capas de una infamia como esa?-

- Bueno, pues, parecía que si lo hacías….- Dijo no muy convencido, pero en el fondo muy divertido el Sumeragi.

- Cómo es posible que creas eso de mi, dime si en “tooodooo” este tiempo que nos estamos tratando… yo… mírame bien… ¿yo he bromeado a tu costa o me he burlado de ti?

Ambos se miraron a los ojos muy serios y amenazantes por un lapso muy corto. Siendo Subaru el que no pudo contenerse y otra vez soltó en carcajadas seguido de Daichi; y se dio cuenta que era muy fácil el reír, si estaba él a su lado. No quiso y no pudo seguir pensando, ya que la voz de Daichi lo llamaba diciéndole a donde irían a comer; él solo asintió y se dejó llevar por su entusiasta y muy hablador amigo.

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- Todo sigue en orden. Al parecer, nuestros esfuerzos darán fruto pronto…-  Se sentía aliviado y con esperanzas al decirse esto. Aunque su mente viajaba a otro lugar….*Donde estará Shizuka, no ha llamado o tal vez debo llamarlo… Pero qué estoy diciendo?… parezco como una esas mujeres histéricas, posesivas y celosas. Y no lo estoy, claro que no, esas son tonterías. sólo estoy velando por mis intereses. Nada más.*… pensaba incesante y no menos ansioso el hombre de anteojos rectangulares, mientras chequeaba unos papeles y monitoreaba los signos vitales que le mostraba la maquina que estaba cerca del contenedor, que tenía dentro el cuerpo flotante del Sakurazukamori, la cual emitía un sonido monótono… era como un…”Bip, bip, bip…”

– Lo importante es que sigue estable… es irónico, ni siendo el mejor en mi especialidad… sé, cual será el estado de Seishirou-sama cuando despierte. Llevó demasiadas horas muerto, o mejor dicho, lo dejaron morir, según me enteré su cuerpo estaba siendo conservado en un lugar parecido a una morgue. No tenían la rápida intención de enterrarlo…

- Pero claro está, ni se inmutaron al quitarle su único ojo… creo que fue una suerte, que yo siga tantos experimentos. No perdía nada en intentar revivirte y lo conseguí. La gracia nos costó mucho tiempo y dinero… aunque con respecto al dinero, no hubo tanto problema, pues tu fortuna acumulada por todos los “trabajos” que hiciste, fue suficiente, es más, aún posees mucho…  -

Tocó unos botones, azules y amarillos, haciendo combinaciones, calculando probabilidades…- A pesar que le dije que yo sí podría regresarle su ojo perdido, con un trasplante y lo último en tecnología experimental, me rechazó  de forma rotunda. No entendía esa manía en dejarse casi ciego… Bueno, eso no afectaba a su trabajo, pero en todos esos años siempre ésta reacción me llamó mucho la atención… ¿Por qué?... por qué sentía esa extrema fijación en los hombres con ojos verdes… ya no era novedad que se involucrara con jóvenes no menores de 18 a 25 años. Todos con el mismo estereotipo: Cabellera oscura, apariencia frágil y profundos ojos verdes. Aunque, como era de esperarse, siempre terminaba matándolos… Pues al parecer no eran lo que él buscaba… - vio los resultados que la maquina semejante a una gran calculadora, emitía en papel impreso y cogió un bolígrafo del bolsillo de la bata blanca que tenía puesta, para escribir en sus notas. Le dio una mirada analítica al cubículo, y decidió que sería mejor agregarle un litro más de la sustancia amarillenta; que él denominaba… “Liquido vital”. Una vez hecho esto caminó hacia la computadora “Beast”. Buscó en sus archivos y salió la imagen que deseaba ver… – No comprendía el por qué de su obsesión por seguirte, por saber que es lo que estabas haciendo, si tú eras su más grande enemigo… pero eso fue hasta que ví tu fotografía.- La imagen mostraba a un muy joven Subaru Sumeragi, con enormes ojos verde-esmeralda sonreír ligeramente, se le notaba algo nervioso. Junto a su hermana gemela, quien si sonreía sin pudor a la cámara… - Al principio pensé que se trataba de tu hermana, pero al saber que la había matado… y que tú juraste acabar con él para vengarla… me quedé confundido… - Cambió a la siguiente foto, en donde Subaru posiblemente tenía unos 20 años, pero en esta no sonreía. Se encontraba, sólo, sentado en una banca de un parque, y ya no tenía el semblante inocente de la foto anterior, se le notaba triste y atormentado.- Al parecer nuestro líder. Te amaba… ¿amor?... esa palabra se la dije a Shizuka, sé lo que significa, pero no la entiendo… y no sé por qué se la dije… - Siguió apretando la pantalla táctil, y las imágenes siguieron apareciendo, una tras otra, mostrando al médium en varias facetas, en distintas calles, sólo y una que otra vez acompañado de varios Dragones del cielo, en especial de… Kamui...; pero Fausto no le daba importancia a esto. Pues a decir verdad, su mente volvió a viajar hacia el desconocido paradero de Shizuka.

*Esto si que es fastidioso. ¡¡¡Demonios!!!... que me llame de una jodida vez…*… Buscó en sus bolsillos y no encontró lo que deseaba con urgencia en esos momentos. Se sintió frustrado por unos instantes, pero lo recordó: *Mi oficina.*

Se volteó sobre si mismo en Dirección a su oficina. Percatándose sin interés alguno, que varios de sus “ayudantes o subordinados” , estaban realizando sus funciones, cada uno absorto en sus propias cosas. Sonrió, pues a él no le importaba si  escuchaban sus monólogos en voz baja. Le daba igual… pero eso si, si se trataba de Shizuka, él era muy reservado. No le gustaba y ni le apetecía que los demás se enteraran de sus debilidades momentáneas. Por que eso era Shizuka, algo momentáneo, pasajero, efímero, simplemente eso, uno de sus tantos caprichos… nada mas…

Una vez dentro de su oficina. Buscó en sus cajones, y ahí los encontró, una cajetilla de cigarrillos y su encendedor negro con bordes plateados, los tomó y, mientras sacaba un cigarrillo y lo prendía, se acomodó en su confortable sillón detrás de su escritorio. Le dio una larga calada a su vicio y expulsó el humo suavemente, disfrutándolo. Necesitaba relajarse. Serenarse. Necesitaba a Shizuka. Claro estaba, para pasarla bien. Si, eso. Necesitaba una buena y relajante sesión de sexo. Realmente Shizuka era muy bueno dando y recibiendo, eso no lo podía negar.

Cerró los ojos y no pudo evitar sonreír, cuando las imágenes, nada inocentes y sí muy calientes, se aglomeraban en su estresada mente…* Tal vez, sí, sería buena idea llamarlo…*…  Sacó el celular del bolsillo de su pantalón, estaba apunto de presionar el botón de llamada, cuando sintió que el aparato vibraba y soltaba una música. Era la melodía de un piano. Esa melodía le recordaba tanto a él. Se sorprendió un poco al ver la pantalla; y volvió a sonreír triunfante y complacido. Era imposible que se diera cuenta, pero sus ojos rubí brillaron.

Era Shizuka. Dejó que sonara más tiempo, quería saborear el momento. No podía parecer ansioso, aunque si lo estaba… *Esto sí que es conexión,  u ordinaria casualidad…*; pensó al instante en que por fin se decidía a contestar la méndiga llamada.

+++ Moshi moshi… +++…. Quiso decir algo más, pero la voz ronca y siseante del culpable de sus tormentos, le interrumpió totalmente campante. Se le notaba feliz. Reía. Se escuchaba claramente que estaba acompañado de “alguien”, al parecer un hombre, y un pequeño pinchazo se clavó en quién sabe donde dentro de su pecho.

++ Hola fausto. Ya no aguanté más… tenía que llamarte. Te extraño tanto…- le dijo esto último en un susurro, para después seguir hablando con normalidad. ++ Cómo va todo, es decir…. ¿Cómo estás?...++

No pudo evitarlo, tenía que preguntar de una vez, sino explotaría…+++ ¿Con quién estás?... escucho la voz de alguien más…+++

++ ¿Qué?... ah, es mi hermano… no lo veía desde hace mucho, y me lo encontré. Te hablé de él… ¿recuerdas?...++

+++ Tu hermano, Haruka?... pero qué casualidad… que existiendo más lugares en el mundo, te lo encontraras en Australia…+++…- trató que su voz se escuchara lo más serena posible.

++ Pues si, yo también me sorprendí, pero como te había contado el tiene la responsabilidad de cerrar y pactar varios negocios para la empresa en donde trabaja…++… Shizuka, no era tonto; notó el cambio repentino en la voz de Fausto. Estaba molesto… por más que intentara disimularlo, y no comprendía el ¿por qué?

Fausto se quedó en silencio por varios segundos, antes de volver a hablar…+++ ¿Cuándo te veré? ¿Cuándo volverás? Me tienes algo abandonado. Si sigues demorando tanto, creo que buscaré a otro que si tenga tiempo para mi… y no ande perdiendo el tiempo en su trabajo, usando como excusa, que se encontró a un… hermano… el cual no vio, en más de cinco años…+++

++ Ja… Como si pudieras encontrar a alguien mejor que yo… te deseo suerte entonces en tu “nueva búsqueda”…  y con respecto a tus preguntas pensaba llegar mañana, pero al parecer, no necesitas que llegue pronto… he decidido quedarme más tiempo, para realizar un trabajo perfecto, limpio y sin ningún rastro… y quizá yo también deba buscarme a alguien más. No tengo más que decir… ++….-No quiso seguir escuchando lo último que le decía. Se sentía muy molesto con él…. ¡Idiota  y mil veces Idiota de Fausto… *y uno molestándose en llamar y extrañar a alguien que no lo merece… creo que el ¡IDIOTA! … Soy yo…*…- pensó, y resoplando furioso cerró violentamente su celular, lo apagó y tiró sobre su maletín de cuero, que se encontraba abierto. Su hermano que había ido a traer unas bebidas frías… se acercaba con dos vasos repletos y cubiertos por sombrillitas. Shizuka suspiró y se obligó a tranquilizarse. Adoraba a su hermano, a pesar de tener uno de los trabajos más sangrientos y sucios, lo mejor es que nunca se enterara. Lo había extrañado mucho, y no quería malograr el momento; después se pondría a pensar en Fausto y su inexplicable comportamiento. Y por que no, en el suyo propio. Aunque él ya lo estaba teniendo más definido y vagamente aceptado.

- ¿Pasa algo Shizuka?....- Preguntó su hermano, dejando los largos vasos, llenos hasta el tope, en la mesa de madera tallada; y acomodándose en su silla, cerca de Shizuka.

- No, claro que no…- Le dio un sorbo a su bebida y sonrió dulcemente a su amado hermano…- Estoy muy feliz de verte, Haruka…

Los dos hermanos se observaron por varios segundos. Reconociéndose. Dos jóvenes rubios, uno de mirada dulce y castaña, y el otro de profundos y joviales ojos negros. Se sonrieron y empezaron la charla.

 

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+++Shizuka…. No te atrevas a colgarme…..+++….- Fue lo último que dijo, y obtuvo como respuesta un monótono sonido, significaba que la llamada ya estaba terminada. Marcó su número. Estaba apagado. La rabia se apodero de él. Lanzó el móvil con enfado hacia el sofá que tenía cerca…. *que ni se atreva a hacer lo que me dijo… él no puede hacer eso… no puede. Porque me pertenece….*…   *Diablos!!!… no debí decirle eso…. El muy imbécil es muy pasional y, mejor no me imagino nada….*…

Buscó su cigarrillo. Y cuando lo halló… vio que estaba en el piso; apagado y hecho añicos. Sacó otro cigarrillo de la cajetilla que se encontraba encima del escritorio. Lo encendió y en un dos por tres ya le había dado como tres caladas… *Esto se esta volviendo insostenible….ya arreglaré cuentas, con él. Cuando se decida a regresar…* Otras tres caladas más y tan solo quedaba el filtro. Colocó las sobras en el cenicero, se levantó y rápidamente se recostó en el sofá. Tomó el celular en sus manos y con cuidado lo guardó en el bolsillo de su pantalón. Tenía la leve esperanza de que Shizuka le llamara de nuevo... Decidió que lo mejor era dormir una pequeña siesta, para después continuar con su trabajo.

Eso esperaba hacer, pero estaba muy lejos de poder encontrar un poco de sosiego… pues el ruido amortiguado que emitía la gruesa y pesada puerta  llegó a sus oídos… no lo escuchaba muy bien, ya que se había quedado dormido unos minutos, no quiso hacerle caso, así que ni se inmutó.

 Pero los golpes seguían y esta vez traían consigo una voz.

- Señor… Señor Fausto… ¿Me escucha?.... necesitamos que regrese, perece que algo esta resultando mal… y no sabemos que hacer….- Le decía la voz temerosa y exaltada de uno de sus ayudantes.

*Qué ¡Demonios pasa!!... es que no puedo tener un poco de tranquilidad?... pero esto solo me sucede… por trabajar con ineptos…*…. Mascullaba mentalmente, pues no tenía ni ganas de hablar. Se levantó de mala gana del sofá y caminó hacia la puerta. La abrió, estaba tan acostumbrado a su peso que no le resultaba tanto esfuerzo el manipularla.

Una vez abierta… vio la imagen de uno de sus ayudantes. Tenía el semblante totalmente desencajado y lleno de preocupación…. - ¿Qué sucede…? ¿Dímelo de una vez, que no tengo tu tiempo…?.- Preguntó impaciente.

- Señor… tiene que verlo… no nos explicamos que le está pasando… sus signos vitales, están fuera de control… - Respondió entrecortadamente…-

- Eso es imposible… si yo lo dejé estable… - 

- Derrepente comenzó a convulsionar. Y temíamos que se ahogara, sus pulmones se contrajeron y su ritmo cardiaco esta acelerado…. Si sigue así, no podremos hacer nada… - Trataba de relatar a pesar de los tartamudeos.

- Tal vez ha tenido una recaída…. Quizá está rechazando los transplantes…-

Al llegar hasta donde estaba toda la maquinaria y, en especial, el inmenso tanque en donde estaba sumergido Seishirou…. No pudo evitar jadear y llevarse las manos al pecho. Algo estaba saliendo muy mal.

Se acercó al tanque. En el interior de este aparato Seishirou se removía frenéticamente. Revisó sus signos vitales en la pantalla del electrocardiograma… era cierto, sus pulsaciones estaban fuera de control.

Se giró en dirección de la Supercomputadora y los análisis que ésta estaba emitiendo… UN ERROR… <<<* No puede ser… yo no cometo errores… Demonios… me excedí con la sustancia que le suministré… - Resopló …- Pero no morirás, claro que no… aunque ahora tu recuperación tardará mucho más de lo que se planeaba…*>>>

- Desconéctenlo… ahora…- Ordenó rápidamente… y al instante los demás se dispusieron a obedecer.-

*****++++****++++****+++***+++****+++

El seguir o mejor dicho vigilar a Subaru. Se había vuelto una necesidad, no lo podía evitar a pesar de estar muerto, corrección rozando la vida y la muerte.

Su espíritu, el ente en el que se convirtió, estaba extrañamente ligado al Sumeragi. Como asesino y onmyouiji sin sentimientos, que fue, siempre se preguntó, el por qué?… de su cambio…. ¿qué le había pasado?… Todo estaba tan bien, todo era tan natural para él. La vida le parecía simplemente indiferente y la muerte no era la excepción. Personas que vivían, personas que morían, ya sea de forma natural, por el destino o por que él los mataba. Esto no le causaba nada. Ni remordimientos, ni diversión, ni una pizca de duda; él era un asesino, alguien que mantenía el equilibrio del bien y del mal, nada más.

Aunque esto, sinceramente le importaba poco menos que una persona convertida en un cadáver  por su oficio… ¿Había algo de malo en eso?... Esta pregunta en la mayoría de veces le arrancaba una sonrisa por el golpe moral que daba el sólo pensarla. Si. Eso sí se podría definir como divertido. Otro de los momentos que lograban distraerle del aburrimiento era cuando asesinaba; su mano siendo sobrecogida por la carne penetrada y empapada por la calidez espesa y roja de la sangre. El abrigo macabro que daba el interior del pecho de sus victimas. Los latidos eufóricos del corazón al presentir la muerte, las yemas de sus dedos incrustándose cual navaja a través del músculo palpitante, todo esto acompañado del jadeo involuntario que emitían los cuerpos producto de la sorpresa; resultado del entendimiento humano.  Comprensión que era pagada con el último brillo efímero de sus pupilas. Debía aceptarlo, no era divertido. Era fascinante e inquietante.

No había nada más, hasta que… lo volvió a ver. Corriendo desesperado y distraído tras un Shikigami alzando el vuelo. Estaba un poco más grande, claro, era de esperarse, ya habían pasado más de siete años… ya no era un niño, sino un adolescente. Sonrió divertido, al ver que tropezaba. No desperdiciaría esta oportunidad. Se acercó a él. Le ayudó a levantarse, fingiendo preocupación en su muy  atractivo rostro. No necesitaba ver sus manos; sintió el hechizo en sus guantes. Clavó sus ojos en el par de esmeraldas brillantes, que le observaban agradecidos y muy avergonzados. Seguía manteniendo esa inocencia, esa fragilidad. Le entraron ganas de tomarlo entre sus brazos para que su piel se rozara salvajemente con la suya, respirar su aroma… Morderlo. Morderlo, aflorando de esa forma el depredador que por naturaleza era. Hasta hacerlo sangrar, hasta romperlo como la hermosa pieza que era. Mientras le preguntaba si se encontraba bien y un Subaru muy sonrojado balbuceaba que… <<Si,… gra… gracias…>>  Se obligó a reprimir sus instintos… esos que casi nunca salían de su control… ¿Por qué?...¿Por qué, cada vez que te veo… Logras que la sorpresa pueda llegar a mi?. Dejó esas preguntas para después, ya que tenía una apuesta que llevar a cabo. Se lo había prometido, el Sumeragi merecía una oportunidad; aunque Seishirou ya sabía quien era el ganador, o eso pensaba.

Pasó el tiempo estimado. Un año… En el transcurso de la apuesta, se sentía frustrado y decepcionado… Por que, por más  que ponía de su parte, no lograba amar a Subaru. Ni toda su dulzura e  inocencia, hacían efecto en él. La máscara que se había puesto, para tratar su cometido, ya le estaba cansando. Ni todos los acercamientos lograban que sintiera… “eso” que se llama “amor”… ¿deseos?... deseos… si… deseos era lo que sentía. Una noche en la que pudo tener a Subaru sólo para él, después de haber matado a una mujer, trató de quitarle sus guantes pues no entendía ¿cómo?... pero deseaba sentir la piel de sus manos… las imaginaba suaves, delicadas… como cada rincón de la piel de Subaru. No logró quitárselo, no por que no pudiera. Sólo que decidió dejarlo para después y darle más tiempo… él sabía que sus deseos eran sólo animales, nada más.

Ver las marcas de sus manos, confirmación innecesaria de que era su presa y él su cazador… oh, si… su dueño, y por lo tanto podía hacerle lo que se le viniera en gana.

Cuantas veces había estado a punto de besarlo, hubiese sido  tan fácil…

El perder su ojo. Fue un sacrificio y promesa al mismo tiempo, pues era parte de la apuesta, debía cuidar y protegerlo, pero es ahí donde las cosas cambiaron; algo diferente en él afloró. No podía aceptarlo. Se suponía que ya todo estaba listo, él era el ganador y Subaru el perdedor. Era su presa, ya podía jugar con él a libre disposición, como un gato juega con su victima a la lenta tortura, antes de matarlo… <<<¿Por qué?... ¿Por qué, alargo el comienzo del final… de tu final? .. ¡¡Es inaudito!! Sé que sólo yo puedo hacerte daño, sólo yo… nadie mas… si, esa debe ser la razón del que me tome tantas molestias contigo. Yo ¡¡No!! puedo sentir nada… tú  me provocas nada, debo deshacerme de ti… si… eso debo hacer, debo cortar el peligro de raíz. Me divertiste por un tiempo, pero ya es hora de hacer otras cosas más divertidas. Te mataré. Por que debo hacerlo, es tu destino. Además no puedo permitir que ames a alguien más, ya que ni tú lograste enamorarte de mí… así que…. Adiós Subaru-kun…. El momento de ajustar nuestra apuesta… ha llegado finalmente…  >>>

Lágrimas. Una expresión de espanto y profunda tristeza, sólo eso recibía. No podía encontrar odio, alguna reacción de defensa. Nada. Sólo su mirada fija, interrogante y vacía; como si le suplicara que lo matara. Eso le frustraba tanto. Siguió golpeándolo, quería que gimiera, que le gritara, que le detestara. Que dejara toda esa amabilidad que le asfixiaba y que, para horror de él, hacía que le amara. Eso dolía… ¿dolor?... ¿eso estaba sintiendo?... <<<*pero si estoy sonriendo, si estoy disfrutándolo… como puede doler… ¿cómo?.. ¿Por qué haces que no entienda nada?...  Debo matarlo, pero… ¡Mierda!... ¿por qué no se defiende?… ¿tu muerte será tan patética?... y yo seré libre…- Rió entre dientes- … y tú también lo serás… serás solo mío… *>>>

No pudo matarlo. Su abuela se interpuso… si, claro… pagó un alto precio… <<< ¿Pero en verdad ella te salvó?... dejémoslo en que… si…>>>

Mientras caminaba al costado de Subaru, y éste conversando alegremente con él, con Daichi. Nunca le había visto así; sonreír de esa forma. Sonrojarse por el comportamiento del otro. Contestar o tratar de contestar sarcásticamente a las bromas que aquel muchacho le hacía. A pesar de siempre haberse caracterizado por ser alguien sin sentimientos y ahora agregar el hecho de estar casi muerto, ser un espíritu que no puede separarse del médium, debía aceptar que la, digamos, ¿curiosidad?... ¿sorpresa?... se apoderaba de él… bueno, por que hacernos los tontos… la frustración y los celos… esta bien… LOS CELOS… lo embargaban.

Debes en cuando rozaba las mejillas del Sumeragi. En el pasado, según recordaba, esto le hacia sonrojar o le molestaba o parecía molestarle… pero ahora, no obtenía ninguna reacción… y lo peor de todo era que no podía reprochar nada pues, lo entendía, simplemente no lo sentía; eso le llamaba mucho la atención… ¿Por qué no podía siquiera sentirlo?… se supone que es un médium… un onmyouji, ¿verdad?

Solo podía mirarlo. Mejor dicho observarlos, por que últimamente siempre estaban juntos.

Era irónico. Realmente lo era. Después de haberlo tenido a su libre disposición: matarlo, tomarlo si quería. Ahora sólo podía limitarse a vigilarlo.

Bueno, eso lo había hecho siempre; desde que la apuesta terminó y Subaru le odiaba. Adquirió la costumbre, por no llamarlo…”necesidad”… de saber de él… ¿era su presa, no?... Así que debía acecharla, acorralarla, lograr que se desesperara;  para luego dejarla ansiosa y en eterna espera de él.

Había conocido a chicos que tenían el parecido físico a Subaru. Cuando los encontraba, se acercaba a ellos fingiendo esa amabilidad y dulce sonrisa que sabía muy bien poseía; era un experto conocedor de cada uno de los gestos que podían encandilar a todos.

La rutina era simple. Se cruzaba con ellos, obviamente a propósito, no quería perder el tiempo. Los observaba fijamente detrás de sus gafas oscuras, al mismo tiempo en que les preguntaba algo con esa voz embriagante y sonrisa preciosa que engañaba e hipnotizaba a cualquiera. Los jóvenes incautos quedaban sorprendidos al principio y cuando se daban cuenta, ya estaban cautivados por él… Ya estaban dentro de su “Maboroshi”. 

Seishirou se dedicaba a conocerlos un poco, solo lo suficiente. Le encantaba esos ojos verdes y la fragilidad que cada uno proyectaba; y una vez que los poseía, hasta el cansancio, la verdad llegaba a él… Eran simplemente revolcones, chicos que no tenían siquiera la oportunidad de ser Subaru. No significaban nada, y sin pensárselo se deshacía de ellos. El hecho de amar al Sumeragi no significaba que negaría lo que era. Un asesino. Ya podía sentir… y sí que sentía. Pero era sólo por Subaru, por nadie más. Sólo por él. Quitarle la vida a alguien no dejaba de ser su trabajo, seguía sin sentir nada al hacerlo.

Era tan exasperante, el tiempo pasaba… y su recuperación era tan lenta…  Debía ser paciente, esa era una virtud de la cual él podía presumir. La paciencia, su más grande arma.

Al ver que Daichi prácticamente se le declaró a Subaru… lo primero que quiso hacer, era clavarle su mano en el pecho, sacarle el corazón y apretarlo hasta hacerlo colapsar, sin importar si la sangre chispeara en uno de sus finos trajes. Desgraciadamente no lo podía hacer. !Maldita sea¡ No podía hacer nada. Además de muerto e inútil, este chico estaba protegido; lo sentía claramente.

Se acercó al médium una vez más, éste se encontraba sentado conversando y bebiendo de una copa de vino, sonriente, relajado. No lo podía aceptar. Viéndolo así tan tranquilo, tan divertido, y con otro. Con ese sujeto llamado Daichi… Si Subaru no lo podía sentir, pues le obligaría a sentirlo. Se acercó aún más y con sus labios rozó su oreja derecha, tratando de dejar su aliento fantasmal… y lo consiguió, pues Subaru se estremeció. No pudo evitar sonreír, había logrado llamar su atención. El médium volteó su rostro hacía esa dirección, quedando sin saber frente a frente con Seishirou. Sólo centímetros los separaban. Se podría decir que hasta sus alientos chocaban y sus miradas se cruzaban. Seishirou viéndolo claramente, apreciando la pálida piel de sus mejillas, su perfecta nariz, sus ojos antes totalmente verdes y ahora dispares; sus delgados, rosados y bien delineados labios; si algo en el mundo era insanamente bello… pues, Subaru lo era.

No lo aguantó.

Inmediatamente levantó sus manos y acarició sus labios, con una necesidad y ternura inauditas en él. Se acercó más, eliminando el fastidioso espacio que se guarecía entre los dos,  y lo besó.

Podía sentir el más que visible estremecimiento en el cuerpo del médium. Sus labios estaban entre abiertos por la sorpresa y no pasó por alto el jadeo que dio… Si, realmente era increíble  besar al médium. Siendo espíritu o no; y era mucho mejor si este se encontraba despierto. Por primera vez se lamentó de algo. Lamentó el no tener labios, lengua, dientes, saliva reales,  y poder besarlo como tanto deseaba. Como tanto anhelaba. Abrió los ojos… ¿Los había cerrado?... No se había dado cuenta. Al abrirlos, pudo ver el desconcierto en los ojos del Sumeragi. Y a pesar de seguir entrelazando sus labios, su mirada escrutó en las pupilas del otro. Eran como espejos y esos espejos no lo reflejaban, ni una imagen. No había nada. Se suponía que eso no le debería afectar, pero lo hizo, no podía creer que aún sin tener un corazón palpitante y vivo pudiera sentir un pinchazo de dolor. No lo entendía. De pronto algo se removió en él, se separó abruptamente, y como fantasma que era no se percibió ninguno de sus movimientos.

Aquel restaurante al que había seguido a Subaru era enorme. Repleto de personas, era muy elegante, no pensó que Subaru frecuentara esos lugares. Por supuesto que él si lo había hecho, su trabajo daba muy buenos dividendos y  no le temblaba la mano el pagar tales sitios, pues sus gustos exquisitos y caprichos, no solo se limitaban  a trajes finos y muy caros.

Los presentes hablaban y comían con total ceremonia. Si ya había ruido, pues se intensificaron. El sonido de los cubiertos, las pequeñas risas, las conversaciones, los susurros. Todos estos sonidos juntos, le taladraban los oídos; cayó de rodillas, tapándoselos con las manos tratando de acallarlos. Levantó la cabeza para mirar a Subaru, pero ya no lo veía. Todo estaba borroso. El ruido paró y se desmaterializó.

Sintió como si le jalaran sin nada de cuidado  desde el ombligo; era una sensación horrible, no le temía al dolor, pero esto lo tomó por sorpresa. La presión sobre su tórax le obligó a gemir, hasta que todo se detuvo.

Ahora no le dolían lo oídos, sino el pecho. El corazón le latía a mil. Los ojos le pulsaban y no podía abrirlos. Los pulmones se le agitaban, el respirar le dolía y se sofocaba. Tenía algo en la boca pero no sabía que era, no podía hablar.

¡¡¡¡¡Esperen un momento!!!!!

¿Le dolía respirar? ¿Su corazón…. ¿LATÍA?...  deseó seguir preguntándose, pero un fuerte espasmo y choques eléctricos le nublaron la conciencia y  ya no supo más. Sólo tuvo la sensación de caída.

Lo último que creyó escuchar fue… aunque la voz era lejana…

- Desconéctenlo…. Ahora.-

 

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Subaru se había dejado llevar por Daichi. La otra vez, terminó comiendo comida rápida y bebiendo en un bar; no estuvo mal. Y ahora, estaba parado frente a una mesa cuadrada, cubierta por un fino mantel blanco y sobre esto un pequeño florero con rosas blancas, cuatro sillas de cedro y  acolchonadas se distribuían a cada lado de la mesa. Observó con más detenimiento, a pesar de la confusión que se arremolinaba en su interior, cuatro pares de platos y sobre estos una servilleta de tela color guinda, cubiertos y cuchillos, acompañados de dos pares de copas para cada plato… Un mozo muy amable y que al parecer conocía a Daichi, los había escoltado desde la puerta hasta la mesa.

El lugar era inmenso o al menos eso le pareció al Sumeragi. Las paredes pintadas de color blanco marfil. Los cuadros, los adornos sutiles y delicados; las elaboradas y plateadas arañas que colgabas del techo emitían una luz acogedora. Las demás mesas de los otros comensales estaban distribuidas en filas con una separación de unos dos metros cada una. En una esquina estaba el estrado y en el tocaba una banda de tres violinistas, dos saxofonistas y otro que tocaba el piano. Esto realmente era bello… pero… 

- Trabajas como mesero… ¿y me invitas a un lugar así?...- Preguntó algo confundido y volteando a ver a un muy sonriente Daichi.

- Solo creo que te mereces lo mejor… - Seguía sonriendo el de ojos celestes.

- Pues creo que… estas sobregirando tu chequera… mejor vámonos….- Ya estaba dando media vuelta en dirección a la puerta, cuando la mano de Daichi se cerro alrededor de su brazo y detuvo su caminar….- No necesito esto… ¿entiendes?… somos amigos, no es una cita, ni nada por el estilo.- Comenzaba a aclarar el Sumeragi.

- Lo sé… sólo quería que… bueno, sí trabajo como mesero… pero no es por que lo necesite… solo es una forma de pasar el tiempo… nada más…-

- ¿Perdón?.... ¿pasar el tiempo?...- Ya cedía el médium al agarre que el otro ejercía sobre su brazo. Volteó para encontrar sus rostros, pero esto no le hizo sonrojar, más bien le sorprendió pues Daichi tenía las mejillas rojas. ¿estaba avergonzado?.. eso sí que era nuevo…

- Pues veraz… no vayas a pensar que soy un niño rico mimado… y que su nueva diversión es  trabajar….mmmm…- Subaru arqueó una ceja con incredulidad, esto  hizo sonrojar más aún a Wataru…- Esta bien… mi padre es un empresario adinerado en EE.UU.… pero lo de mimado es cierto… no lo soy…- Puso cara de perro apaleado.

- ¿Y esperas que te crea eso?.... -

- Esta bien… formo parte de la mafia japonesa… y mi careta es la de un humilde mesero. Muy guapo, claro esta… pero humilde e inocente mesero, y agrégale estudiante universitario… ¿contento?... - Recitó como si se lo hubiera memorizado para un examen, pero con clara burla en su tono de voz.

- Creo que debo empezar ha reconsiderar nuestra amistad… ¿enserio eres un mafioso?... no creo que me seas de buen ejemplo… - Respondió con una expresión de profunda concentración en su rostro.

- Si te resistes a ser mi amigo…. Me veré obligado a mover mis influencias, no puedo permitir que escapes… no otra vez… - Sonrió con una clara expresión que se entendía como un…”ni lo intentes…”

Subaru no pudo evitarlo….se puso a reír. No lo podía creer, se estaba burlando de alguien, y no se arrepentía de eso.

- Hey… no te burles… mejor siéntate… y deja que te invite de una buena vez…- jaló una silla para Subaru y éste se sentó en ella, sin dejar de sonreír, y el otro lo imitó.

El mozo regresó y les repartió la cartilla. Y como Daichi invitaba. Subaru dejó que el escogiera la comida. Los platillos franceses eran deliciosos, pero raros para el paladar de Subaru. De todas formas lo disfrutó.

Una vez terminaron de comer, o mejor dicho cenar, conversaron un poco; solo de cosas sin importancia y una que otra broma. Subaru, que ya había tomado dos copas de vino, estaba más relajado. No había querido hablar sobre lo que provocó que Daichi se sonrojara tanto; pero la cantidad de vino que bebió, el ambiente acogedor, la música relajante; lo incitaron y llenaron de valor, así que, simplemente no pudo contenerse más.

- ¿Así que trabajas para divertirte?.... – Preguntó mirando su tercera copa de vino medio vacía.

- Si, la mafia paga muy bien….-

- Hablo en enserio… o era verdad lo que me dijiste…-

- No… era una broma… sí trabajo como mesero…-

- Entonces, ¿Sí trabajas para divertirte? - Insistió en su pregunta.

- Oh, si claro… Ser mesero es muy divertido. Tener que soportar los malos humores de algunos clientes, las ordenes de mi jefa, el estar de aquí para allá, llevando y trayendo ordenes… ¡¡¡por supuesto!!!, es MUY divertido… no sabes cuanto…- Comentó con total sarcasmo Daichi.

- Lo siento… no quería burlarme… pero, tú me diste a entender  que era así…- Se excusaba descaradamente el médium… *Pero que diablos… se supone que yo no soy así… ¿Desde cuando tengo sentido del humor? *

- Ya déjalo… - Suspiró derrotado, atrajo la copa media llena de exquisito vino tinto hacia sus labios y bebió un poco, la dejó en la mesa, para volver a suspirar; esta vez mirando al médium y después sonreír…- Para serte sincero, quien tiene la culpa de que yo esté trabajando como mesero… eres tú… Subaru-san…

 

Si Subaru estaba sonriendo. La sonrisa se le borró por completo…- ¿Qué… la culpa la tengo yo?... explícate…- Pidió claramente desconcertado.

- Claro, ¿quién más? por ti fue que decidí trabajar ahí. Yo iba de vez en cuando a tomar el delicioso café que preparan… y en esas veces, te ví….- Para su desgracia, estaba rojo como un tomate… este comentario departe del otro muchacho, le daba tanta pena…- y bueno… noté que tenías habituado ese lugar para desayunar… y supe que sería imposible que me permitieras acercarme a ti… y bueno… mi padre siempre insistiéndome en que debería trabajar, para valorar más las cosas que tengo. Me bastó tanto su insistencia… y si podía verte todos los días… o todas las veces que ibas. Era simplemente increíble y tentador… así que aproveché que un amigo de la universidad dejó el empleo que tenía ahí…. Y me metí a trabajar en esa cafetería… con ayuda de él… claro está… -

El médium se quedó en silencio por varios segundos, no sabía que decir.

- ¿Ahora comprendes por que me dio tanta vergüenza que lo supieras? – El Sumeragi asintió. - Pero tampoco te creas tanto, las propinas son muy buenas; con eso pagué esta invitación.-

- Lo que tú digas… -

- ¿Subaru-san quieres bailar?-

Subaru estaba a punto de beber nuevamente de su copa, pero al escuchar la pregunta, casi escupe el vino por la sorpresa… y terminó atragantándose. Y entre el pequeño ataque de tos contestó.- Bromeas… ¿enserio?... yo no sé bailar… y no pretendo aprender contigo…-

- Eres muy cruel…- Hizo un puchero tierno.

- Solo digo la verdad… y no me convencerás, aunque pongas esa cara…- Sentenció Subaru.

- Oh vamos, deja de ser tan mojigato… Y acepta bailar conmigo ¿ves allá?...- Le preguntó mientras apuntaba con el dedo índice hacia una pequeña sala acondicionada como pista de baile, y en ella, varias parejas bailaban al compás de la música lenta que tocaba la banda.

- Yo no soy mojigato… solo discreto, y eso es lo que te falta… y en abundancia… ¿sabias? - Masculló el médium.

- De acuerdo, no eres mojigato… digamos, que solo… un poquitín tímido… lo que tú digas… pero deberías aprender a bailar… - Lo pensó un poco.- Uno de estos días te llevaré al lugar adecuado para enseñarte a bailar…  ¿Qué te parece? -

- Ni lo sueñes… ni lo intentes… es un definitivo y cortante… No…. Además, ¿quién te dijo que yo no se bailar?….- Al decir esto ultimo, sus mejillas se encendieron… y volteó rostro, para que Daichi no lo viera.

- Pero que carácter… conste que solo te quiero ayudar a ponerle un poco más de diversión a tu vida… a tus días…- Tomó otro sorbo de su copa…- Y si me preguntas quién me lo dijo… pues, se nota… no pareces el típico chico que sale a divertirse… yo lo hago con unos amigos de la facultad… es bueno quitarse el estrés acumulado de todos los días…- Subaru se veía medio enfurruñado.- De acuerdo… olvídalo… solo te estaba molestando un poco… por que si no hablo como cotorra… tú te quedarás callado, y no me gusta verte así…-

- No hablas como cotorra… sólo eres un poco parlanchín.-

- Supongo que debo darte las gracias por decirme parlanchín… - Bufó, alzando su copa, como si brindará a salud de lo que le acababa de decir el médium…-

Subaru sonrió y negó con la cabeza.

- De cierta forma, me agrada que seas así… me recuerdas tanto a alguien… ella también hablaba hasta por los codos. Era tan distinta a mi… y siempre me reprochaba el hecho de ser tan callado… - Vió que Daichi sonreía… y él  también sonreía con nostalgia…- pero era la única que me podía entender sin necesidad de que yo diga nada…

- Alguien así no se encuentra a menudo… ¿era alguna novia?...-

- No… era mucho más especial que eso… era mi hermana…-

- Vaya, me gustaría conocerla… nos llevaríamos muy bien…-

- Eso será imposible… ella ya no está con nosotros… ella murió…- Terminó de decirlo con una sonrisa de amargura en sus labios…

- Oh… lo siento mucho… discúlpame… yo no sabía…-

- ¿Sabes?... antes no podía siquiera hablar de ella y dejar de sentir que me moriría pero, algo está cambiando en mi… además ella no aprobaría que yo…- Se le quebró la voz. Respiró hondo y continuó…- Me regañaría por estar tanto tiempo triste, como solía hacerlo cuando éramos adolescentes.-

- Yo no sé, que es tener hermanos… pues, soy hijo único… aunque me enteré que tenía un hermano, pero murió… no lo pude conocer…- Su semblante cambió… a uno serio y frío… como aquella vez en el restaurante de comida rápida… pero sólo fue un instante. Entonces volvió a sonreír, como siempre lo hacía.

- Es bueno el tener un hermano… creo que por eso me agradas y puedo soportarte…- Aseveró el Sumeragi.

- ¿Ah sí?... -

- Si…-

- Otra vez gracias por lo que me toca… tienes un tacto, para decir las cosas…-

- Eso dicen…-

- Y yo lo corroboro…. – bufó sonriente…- Que pena que mis clases empiecen en un mes, yo que deseaba seguir de vacaciones por más tiempo… aunque ya extraño el ajetreo eterno de las clases y los exámenes…

- Ah si… recuerdo que me contaste eso la última vez… estudias… Pediatría, ¿verdad? -

- Si, siempre me interesó esa rama de la medicina… y a ti, ¿qué te gusta?

- Pues… antes, soñaba con ser un veterinario… ser el dueño de un zoológico… y dedicarme a cuidar a los animales…-

- Tienes la pinta para ser un veterinario…-

- ¿Tú crees?...- No pudo evitar sonreír abiertamente…

- Claro… un chico tan guapo… y para colmo Veterinario… las chicas matarían para que les cuides y sanes a sus animales… y de pasada les cheques el pulso a ellas.-

-  Tú siempre dándole para ese lado.-

- Solo digo la verdad… los chicos como nosotros, no podemos evitar lo inevitable… simplemente debemos dejarnos amar por los demás.-

- Presumido… yo no soy así…-

- Ja… yo también decía lo mismo, pero terminé aceptándolo…- Decía con total naturalidad, como si fuese lo más obvio.

- Ya… volviendo al tema… planeo, estudiar Veterinaria… lo pospuse por… - Silencio. Aún no podía decirlo.

- A todos nos pasan situaciones que nos obligan a dejar nuestros sueños de un lado… es comprensible.-

- Tienes razón… pero no puedo seguir lamentándome por eso… así que volveré a estudiar…-

- ¿Enserio?... eso es genial… yo te ayudo…-

- No tienes que hacerlo…-

- No te estoy preguntando… te lo estoy diciendo… yo te ayudaré, en todo lo que necesites… -

- Gracias… en verdad, gracias…-

- Deja de agradecerme por todo… hagamos algo mejor…-

Subaru lo miró interrogante y algo asustado… pues a Daichi, se le ocurrían cosas tan descabelladas como bailar, sin tomar en cuenta que él también era un hombre…- ¿Algo mejor?... ¿como qué?

- Pues tomemos más vino… hoy debemos celebrar, que nuestra amistad esta dando inicio…- Tomó la botella de vino y sirvió en las copas de ambos…- Salud Subaru Sumeragi…. Gracias por darme la oportunidad de ser tu amigo…- Levantó su copa acercándola a la de Subaru.

Subaru cogió la suya y también la levantó algo avergonzado por la dedicatoria del brindis…- Salud, por querer ser mi amigo… Daichi Wataru.-

Chocaron las copas y bebieron el vino.

Subaru no dijo nada por unos segundos… entonces, recordó reprocharle algo. -   Además de traerme a un lugar así… y sin estar correctamente vestido y no es que me interese la etiqueta, pero eso sí, recibí una educación muy estricta con respecto a modales y no dudo que tú también… ¿has notado a la gente que viene a este restaurante?... Tú y yo somos como dos lunares, con nuestros jeans desteñidos… - Subaru a pesar de estar un poco alcoholizado por el vino, se cohibió y sonrojó un poco, al sentirse observado por los demás comensales.

Daichi le miró por unos instantes con cara de estar viendo a un extraterrestre y recién estarse percatando de eso.- Que observador… - El ojiceleste se puso a reír entre dientes, por el sonrojo de su acompañante…- Ese era el punto… dulce venganza… - Alzó su copa y dijo, muy risueño…- Salud, por los buenos momentos que me haces pasar. Ahora estas completamente perdonado, Subaru-san.

- ¿Qué? – Subaru se quedó con la boca abierta.

- Era una de dos… o te sacaba a bailar, o te dabas cuenta de nuestra desentonación social… Era lo mínimo que te merecías por ignorarme tres meses…- Dijo Daichi con sonrisa guasona.

Subaru negó con la cabeza sin creérselo…- Tendré cuidado contigo. – Y después sonrió.

Se sentía tan bien, no pudo evitar extrañar al joven Kamui y a los otros ex-dragones del Cielo. De pronto, la imagen de Seishirou-san apareció en su mente y sonrió por lo bajo; también lo extrañaba mucho… a pesar de todo… extrañaba sus ironías, sus sonrisas dulces y torcidas.

A pesar de estarla pasando tan bien con Daichi; sentía por momentos a alguien más cerca; y no era confusión, por los demás comensales. Era una presencia distinta y estaba muy cerca de él. Lamentablemente no la podía identificar muy bien, pero lo importante es que la sentía ahí. A su costado. Decidió ignorarla… y no estaba siendo tan simple.

Tal vez se estaba volviendo paranoico, pero esta presencia le recordaba tanto a Seishirou-san.

Siguió conversando y bromeando por más tiempo. Hasta que lo sintió.

Si, lo sintió, era muy claro.

Era un roce. Un roce claro en su oreja derecha. Tragó saliva. Su cuerpo se estremeció por completo; los latidos de su corazón eran violentos, y sólo por un momento se quedó totalmente quieto. No lo podía creer. Ya se había repetido tantas veces que eso era imposible… pero ya no estaba seguro de nada.

Volteó rápidamente.

No vio nada.

Era tan extraño, tan endemoniadamente conocido. Ya no escuchaba a Daichi, ya no escuchaba a nadie. Solo sentía ¿Pero qué sentía? Sabía que estaba frente a él, mejor dicho, sabía que esa presencia estaba muy cerca de su rostro, pues los roces se intensificaron y ahora recorrían sus mejillas y sus labios… y Subaru se sintió tan bien, tan acogido por la tibieza que embargaba y erizaba su piel. Quiso decir algo… quiso decir un nombre…   quiso decir su nombre; entreabrió los labios para susurrarlo… y lo que emitió no fue algún  sonido conocido como una palabra. Más bien lo que salió de su boca fue… un jadeo.

El tiempo se detuvo.

El aire desapareció.

El mundo entero se detuvo. Ya nada tenía sentido… y para qué encontrar sentido a algo tan banal e injusto como lo es… la realidad.

Sólo existían él y lo que sea que había atrapado sus labios.

¿Lo que sea?... OH DIOS…. él sabía qué era, o quién era… lo sabía muy bien.

Sus ojos permanecieron abiertos. Necesitaba verlo. Saber que no se equivocaba. Que se quedaría con él.

Pero no podía verlo. De pronto el roce paró, el beso se deshizo.

Estaba muy agitado.

Lo buscó con la mirada. Sus ojos viajaban como locos por cada rincón de aquel restaurante; sabía de antemano que no podría ver nada, pero la necesidad era más fuerte que la razón.

El aire estaba muy pesado y no cabía en sus pulmones, no lo aguantó más, se levanto de la silla y gritó.- SEISHIROU-SAN… POR FAVOR NO TE VAYAS… NO ME DEJES OTRA VEZ…. – Las lágrimas no tardaron en llegar a sus ojos. La frustración mezclada con la desesperación y la rabia lo sobrepasaron. Intentó sostenerse del borde de la mesa. Todo se estaba oscureciendo a su alrededor. Pero el llanto, las lágrimas no se detenían… y a pesar que hipaba y se estremecía, entre sollozos logró decir… - llévame contigo… esta vez, SI, te seguiría…- acto seguido se desmayó. Pero no tocó el piso… pues Daichi, muy impresionado, lo sostuvo en sus brazos.

- Así que… Seishirou-san… por él estas así…- Fue el comentario que dio… miró serio a Subaru y después sonrió levemente.

 

………………….CONTINUARÁ

 

 

 

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