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Mystique por SHINee Doll

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Notas del capitulo:

Capítulo II ¡Up! ~ Esta vez es el turno de Key de contarnos parte de la historia. Creo que de momento irá de esta manera, un capítulo cada uno ~ Disfrútenlo.

Mystique ~

Capítulo II. Fría Realidad

Key POV

~ ♥ ~

Abrí los ojos lentamente, contemplando por algunos segundos aquel techo blanco, comenzando a preguntarme dónde me encontraba. Los recuerdos de lo acontecido con Jjong me golpearon con fuerza, ocasionando que mis ojos se llenaran de lágrimas. Me levanté de la cama de forma lenta, sujetándome el estómago al instante, mientras una punzada de dolor me robaba el aliento. Me miré al espejo, sorprendido. ¿Cómo es que las cosas habían acabado de esa manera? En un principio, todo había sido maravilloso, como un cuento de hadas. ¿Cuándo fue que comenzamos a desmoronarnos?

Llevé una mano a mi rostro, cubriendo mi boca, mientras los sollozos comenzaban a escapar de mis labios. Mis mejillas estaban húmedas a causa del llanto y mi pecho dolía de una manera devastadora. Dejé que mi cuerpo se desplomara, sin importarme lo patético que pudiese ser aquello. Después de todo, ¿qué importaba?

- Tranquilo.- susurró una voz con dulzura, tratando de frenar mi llanto. –Yo estoy contigo.-

Nuevamente fui atrapado en un abrazo cálido. Podía sentir mi corazón detenerse, para luego comenzar a latir en un ritmo frenético, enloquecedor. Cerré los ojos y dejé que su cabeza descansara en mi hombro, aún dándole la espalda. Su respiración era un tanto irregular y sentía el calor de sus mejillas, única prueba del sonrojo que debía haberse instalado en su rostro.

- Key, necesito curarte un poco.- sus palabras me regresaron a la realidad.

Asentí torpemente. No deseaba aquello, no quería que me viera de frente, que curara mis heridas. Simplemente porque no lo merecía. Jonghyun tenía razón. Me había convertido en algo que él odiaba, que yo mismo odiaba. ¿Dónde había quedado el verdadero Kim Kibum, aquel al que llamaban “Almighty Key”, el que podía hacerlo todo?

Acepté la mano que Minho me ofrecía, levantándome con delicadeza. Sabía cómo moverme para no sentir el dolor. Después de todo, no era la primera, y tampoco sería la última vez, que me encontraría en tal situación. Aquello se había convertido en una rutina sin sentido, una costumbre dolorosa. Quizá fuese demasiado masoquista.

- ¿Quién es él?- preguntó el dueño de aquella casa, mirándome con sus ojos oscuros.

- Mi novio…- mi voz se rompió estúpidamente y me mordí el labio, avergonzado. –No, nosotros ya…-

- No es la primera vez, ¿verdad?- enmudecí. ¿Qué debía decirle? –No tienes que responder, es más que obvio.- tomó otro algodón con alcohol y lo pasó por mi labio. –Aunque no entiendo por qué dejas que te trate de esta manera.-

- Ha sido mi culpa.- murmuré, algo molesto. ¿Quién se creía para juzgarnos? –Siempre es mi culpa.-

- Sabes que no es así.- afirmó, acariciando mi mejilla. Sonreí tristemente.

- No sabes nada de mí.- dejé escapar en un susurro. –Soy un chiquillo egoísta, egocéntrico y demasiado molesto.- le miré a los ojos, demostrándole la verdad de mis palabras. –Siempre debo obtener lo que quiero, aunque sea un simple capricho. No me importan los demás…-

- Mentiroso.- sonrió de aquella manera que me gustaba, que sólo me dejaba ver a mí. –Aún si fuera verdad, no me importaría que fueses una diva.-

Se levantó de la cama donde ambos estábamos sentados y dejó la habitación. Por algunos segundos, me dediqué a observar la puerta cerrada tras su salida, analizando sus palabras, buscando el significado tras aquella mirada, aquella sonrisa… Minho y yo éramos dos extraños. Aunque el destino parecía tener preparado algo para ambos, pues me había llevado hasta él una y otra vez, aunque supiese lo incorrecto de aquello. Jamás actuaba por impulso, nunca jugaba con los sentimientos de los demás, no coqueteaba con otras personas… hasta que le conocí. Y me había costado demasiado. Había perdido a Jonghyun.

Minho regresó unos minutos después, diciéndome que podía quedarme en aquella habitación y subiendo algo para que cenase. No tenía hambre, ni deseos de hacer nada, salvo quedarme ahí y perderme en mis pensamientos. Le sonreí forzadamente, dándole las gracias por sus atenciones, aunque decliné el alimento. Pareció comprenderlo y me dejó solo de nuevo, cerrando la puerta a su paso. Silencio.

- ¿Qué debo hacer?- pregunté en voz alta, deseando saber la respuesta. -¿Debería llamarlo?- tomé mi móvil rápidamente, pero me arrepentí. –Si lo hago, ¿qué debo decir?- lo arrojé contra la almohada, dejándome caer. –Jonghyun, ¿aún me amas?- sus palabras me golpearon con fuerza. “No te necesito”, eso había dicho. -¿Aún te amo?-

Mi móvil comenzó a sonar en ese momento y lo tomé torpemente, con el corazón latiendo con fuerza dentro de mi pecho.

            “Lo siento, Kibummie”.

Lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas. Hacía demasiado tiempo que no me llamaba de aquella manera. Cerré el mensaje y miré la fotografía de fondo en mi celular, aquella donde ambos estábamos sonriendo, luciendo enamorados. Como hace mucho tiempo no nos veíamos. Mi rostro se reflejó en la pantalla ahora oscura, mostrándome lo que esa relación estaba haciendo conmigo. Lo que Jjong estaba haciendo conmigo.

Me quedé dormido con el celular aún entre las manos. Sin embargo, mis sueños no fueron del todo alentadores. Aquellas imágenes que mi mente se esforzaba en crear no eran similares a las coloridas situaciones acostumbradas de años pasados, sino recreaciones lúgubres de momentos vividos y que me esforzaba por olvidar cada mañana. Pesadillas. No, más que eso: recuerdos.

Abrí los ojos asustado, como cada noche. Dejé que algunas lágrimas se deslizaran por mis mejillas y salí de la cama, siendo tan cuidadoso como me era posible. No había visto más allá de aquellas cuatro paredes, pero no me resultó complicado encontrar el baño. Permanecí frente al espejo varios minutos, contemplando las marcas que ahora se apreciaban en su totalidad. ¿Cómo llegamos a esto, Jonghyun? Me mojé el rostro, sintiéndome mejor ante el contacto con el agua fría. Una pequeña duda invadió mi mente, aunque parecía insignificante en la situación actual.

Aún así, ¿cómo es que había terminado en la casa de Minho? Es decir, llegué a Mystique con la excusa de comprar algo dulce, pero la verdadera razón es que deseaba verle. Sin embargo, Jjong me había seguido y terminamos discutiendo –como siempre- en el callejón de atrás. Le había dicho tantas cosas, lo había molestado y finalmente explotó. Cuando recibí el primer golpe, dejé que un “te odio” escapara de mis labios. Me arrepentí, porque no es eso lo que siento. ¿Amor? Ya no lo sé. Es tan confuso… Recordaba la calidez de Minho, sus brazos alrededor de mi cuerpo, el aroma de su piel; luego, todo estaba oscuro. Cuando abrí mis ojos, ya me encontraba en esa habitación. Acaso, ¿él vivía ahí?

- No quiero volver a esa habitación.- torcí los labios, aunque me dolió. Mi reflejo parecía darme la razón. –Hace mucho tiempo que no duermo solo…-

Sabía que aquello era incorrecto, pero a estas alturas ya nada importaba. Vagué un poco por el departamento, percatándome que era más lindo de lo que alguna vez pude creer. Era diferente a lo que estaba acostumbrado, sin duda, pero no por ello menos acogedor. La mansión de mis padres y el enorme apartamento de Jjong parecían fríos en comparación con este lugar. Abrí la única puerta que estaba cerrada, dejando que mi mirada viajase por los alrededores, para finalmente detenerse en la cama.

Minho parecía dormir cómodamente, lo que me provocó algo de envidia. Yo también deseaba tener un sueño tan tranquilo como aquel. Cerré la puerta tras de mí, sintiéndome un acosador de lo peor, pero realmente no deseaba dormir solo. Sonaba tonto, principalmente porque estaba a punto de cumplir veintiún años, pero hacía cuatro que compartía todo con… Jonghyun.

- Minho, ¿estás dormido?- no obtuve respuesta, así que dejé escapar un bufido.

Caminé despacio, tratando de no hacer ruido. Llegué hasta la cama y acaricié su mejilla, dejando escapar un “gracias” que provocó una sonrisa en sus labios. Susurró mi nombre y me sonrojé al imaginar que pudiese estar soñando conmigo. Ese chico era demasiado extraño, pero de algún modo me gustaba.

- Ya inventaré algo por la mañana.- dije a la nada, al tiempo que apartaba la manta y me metía a la cama.

En algún momento, aquella situación dejó de parecerme vergonzosa y me acerqué aún más a su cuerpo, apoyando mi cabeza en su pecho. Era tan cálido. Mi corazón saltó violentamente al sentir uno de sus brazos rodear mi cintura. Un acto reflejo, pensé.

Desperté lentamente, sintiendo que algo hacía falta, o mejor dicho alguien. El reloj señalaba las diez de la mañana, así que Minho debía encontrarse en Mystique para ese momento. Aunque, ¿cómo podía irse y dejarme así nada más? La idea de encontrarme sobre la pequeña cafetería me resultó más tentadora que nunca en ese instante. El chico de los enormes ojos parecía incapaz de abandonarme de la manera en que en un principio creí estarlo.

“No quise despertarte, Key, parecías necesitar un buen descanso. Toma una ducha y baja a desayunar cuando lo desees. Estaré abajo con los chicos, trabajando. Sólo ten cuidado con la escalera, quizá aún te duela un poco”.  –Choi Minho-.

Leí la nota un par de veces, sin poder quitar la sonrisa de mi rostro. Era mucho más dulce de lo que pensaba antes de eso. Me estiré un poco, quejándome del dolor en las extremidades. Mis muñecas estaban amoratadas, como si me hubieran dejado mucho tiempo puestas un par de esposas. Me sonrojé ante la imagen que se dibujó en mi mente. ¿Qué demonios me estaba pasando?

Me dirigí al baño con la cabeza llena de ideas que prefería no expresar, encontrando sobre el lavabo un juego de ropa limpia. En ese momento reparé en algunas cosas que había optado por ignorar, como el hecho de que debía volver al apartamento de Jonghyun, donde estaban todas mis cosas y buscar un nuevo lugar para vivir. Aunque, si lo veía, lo más probable es que aceptara sus disculpas y todo volviese a la normalidad.

Me metí a la ducha aún analizando las diferentes opciones. El agua caliente parecía ser el mejor remedio para mi atolondrada mente. Me sentía mejor una vez limpio y con ropa distinta. Lamenté enormemente no llevar conmigo el maquillaje de cada mañana, principalmente después de ver todas las marcas que oscurecían mi rostro. Aunque tampoco era recomendable que aplicara algo sobre ellos. Suspiré y salí de ahí, buscando la dichosa escalera.

- ¡Key!- el pequeño grito de Jinki al verme provocó que Taemin soltase una de las tazas, la cual se rompió en pedazos.

Ambos me miraban sin entender qué hacía en ese lugar. Yo tampoco lo sabía a ciencia cierta. Estaba en la cocina de la cafetería, o eso podía pensar. Lo que decía que mi idea inicial era cierta. Minho vivía en el piso de arriba de ese establecimiento.

- ¿Qué te pasó?- Taemin corrió hacia mí, acercando sus manos a mi rostro con cuidado. Me quedé estático ante el toque cálido de sus dedos. La preocupación era evidente en sus ojos. Sonreí sinceramente. –Onew, trae un poco de hielo.- me tomó de la mano y me obligó a sentarme en una de las sillas a mitad de la habitación.

- Estoy bien, chicos.- susurré, sosteniendo contra mi mejilla el paño helado que Jinki me había ofrecido. –No es para tanto, desaparecerán en un par de días.-

Minho entró en ese momento, mirando a los otros dos con el ceño ligeramente fruncido. Ambos le miraron con inquietud, interrogándole con la mirada. Él desvió su atención hacia mí, dedicándome una de esas sonrisas que tanto me gustaban.

- ¿Te sientes mejor?- acarició mi mejilla tiernamente. Me limité a asentir, algo avergonzado al recordar haberme metido en su cama. –Me alegra.-

Jinki y Taemin salieron de la cocina si dejar de mirarnos inquietos. Me cuestioné la razón de aquello, pero traté de no darle importancia. Los ojos de Minho se clavaron en los míos y sentí que podía ver el interior de mi corazón con ellos. Desvié la mirada, intimidado. ¿Por qué me hacía sentir de esa manera?

- Me sorprendió un poco verte esta mañana.- susurró, sentándose junto a mí y volviendo a acariciar mi mejilla. Me estremecí completamente. Sentía el sonrojo en mis mejillas. -¿Puedo contarte un secreto?- sus ojos brillaban curiosamente, y en su voz podía apreciarse una nota de diversión. Asentí torpemente, mordiéndome el labio. –No estaba dormido.-

Abrí la boca para decir algo, pero no encontré palabras. Estaba demasiado avergonzado para ello. Me sentía hasta cierto punto humillado, aunque todo había sido mi culpa. Tartamudeé algunas cosas sin sentido, bajo su mirada suave.

- ¡Minho!- le gritó Taemin desde el frente, sobresaltándonos.

- ¡Voy!- respondió al instante, volviendo a mirarme. –Puedes dormir conmigo si te sientes solo.- depositó un beso en mi mejilla y me brindó una última sonrisa antes de dirigirse donde los otros.

Me levanté torpemente y corrí escaleras arriba, sin importarme el dolor que eso me causó. Entré en la habitación que había preparado para mí la noche anterior y eché el seguro, ocultándome bajo las mantas. Estaba demasiado avergonzado como para salir de nuevo, por lo menos en lo que me quedaba de vida.

Choi Minho. Al menos ahora sabía su nombre completo. Aunque, ¿él conocía el mío? Jamás se lo había dicho, tampoco que me llamaban Key, pero él solía hacerlo, al igual que los otros. Acaso, ¿lo habían oído de alguien más? No era del todo importante, pero me causaba curiosidad. Aunque ahora no podía ir y preguntarles. No después de lo ocurrido la noche anterior.

Otra duda asaltó mi mente, uniéndose a la larga lista. Si Minho estaba despierto, ¿cómo es que me había abrazado de aquella forma? Una sonrisa tonta se formó en mis labios. También había suspirado mi nombre, ¿no? Entonces, ¿yo le gustaba? No quería albergar una ilusión de ese tipo, pero mi corazón se encontraba fascinado ante la sola idea de que fuese así. 

 

Notas finales:

¿Qué tal ha quedado? Siento un poco de pena por mi bebé ~ Key ~, pero creo que todo tiene su razón de ser. Él es tan adorable. Y Minho ni se diga. 


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