Cap 3
Caía la nieve, hacia frio, esa era una clara señal de que Diciembre había llegado. A pesar de todo eso, dos chicos estaban sentados en una banca de un parque que estaba casi solitario. No era la primera vez que se veían desde que se habían conocido, que a pesar de ser poco tiempo, sentían que habían crecido juntos. Uno de ellos reía alegremente ante las tonterías del otro.
- Desde que te conocí eh pensado que te van muy bien las sonrisas – dijo el rubio viendo reír a su compañero – las lagrimas no te van tan bien, pero no digo que te veas feo, es solo que cuando sonríes te ves mucho mejor
El chico dejo de reír y le regalo una sonrisa
- Creo que las sonrisas de los últimos días te las debo a ti, tus palabras me ayudan mucho para no sentirme tan solo
- Sabes que no estás solo, te eh dicho que tienes a tus hermanos que te quieren – sonrió – y tus padres, por más estrictos que puedan ser, igual te quieren, solo creo que les cuesta un poco lidiar con tu forma de ser, suele pasar
- Todos ellos me quieren, según tu – lo vio seriamente – ¿y tú? ¿me quieres?
- Claro que si – sonrió – te quiero
- No te creo – dijo viendo hacia otro lado
Ambos se quedaron en silencio… hasta que el rubio hablo
- Hagamos una cosa Shu, algo así como un juego, pero no lo es tanto porque trata de los sentimientos y con eso no se juega
- Te escucho
Eiri se levanto y le extendió la mano a Shuichi para que la tomara e hiciera lo mismo, ya estando frente a frente el más alto se alejo del de ojos violetas a una distancia de diez pasos.
- Vamos a hacer algo, yo te voy a decir que te quiero muchas veces, pero solamente cuando me creas vas a dar un paso hacia mí, ¿estás listo? – el pelirosa asintió – Te quiero.
Así empezó el juego, hasta el tercer Te quiero, el chico dio un paso, y poco a poco, con cada Te quiero se fue acercando, con cada Te quiero su corazón latió con fuerza, ¿Cómo no creerle cuando lo miraba así? Era imposible. Al estar ya muy cerca, frente a frente, el rubio sonrió.
- Ves que si te quiero
Sin saber por qué, Shuichi abrazo fuertemente al chico que tenía enfrente. Cuanta seguridad podía llegar a sentir cuando estaba a su lado, cuanta paz podía llegar a tener con escuchar las palabras de consuelo que el le regalaba cuando estaba todo mal. Sin duda Eiri era un chico maravilloso, un chico que en ese momento, a pesar del repentino impulso de abrazarlo estaba correspondiendo ese abrazo con la misma fuerza que el
- Tu tan bueno y yo tan malo – eso era lo único que pasaba por la mente de Shuichi cuando estaba abrazando al chico.
Después de estar un rato así, se separaron sin muchas ganas de hacerlo.
- Hace demasiado frio - dijo el más alto para después sentarse – me gusta más el frio que el calor, en verdad no tolero el calor, mi auto tiene aire acondicionado, mi cuarto también – rio – creo que exagero
- No creo – se sentó a su lado – a mí el calor me pone de muy mal humor
- Lo anotare para no verte cuando haya calor – rio y después recibió un golpe en el brazo por su comentario
- El próximo fin de semana habrá un eclipse de luna, ¿lo veras conmigo?
- Si me sale una mejor opción no creo verlo contigo – dijo serio, pero cuando vio la cara de decepción del otro empezó a reír – claro que lo veré contigo, es más, voy por ti y me llevas a donde tú quieras para que podamos verlo
- ¿Es como una cita?
- No es como una cita, ES una cita – le sonrió para después levantarse – vamos, te llevo a casa, creo que querrás dormir.
- No es mi culpa que tú seas un vampiro y no duermas
- No soy vampiro, sufro de insomnio
Así fueron discutiendo hasta llegar a la camioneta del año que pertenecía al chico de cabello rubio.
Cada vez que platicaban se daban cuenta de que eran demasiado distintos, eran realmente polos opuestos, pero ahí comprobaban que esa teoría de… espera, teoría de… bueno, en realidad no importa, era real, “polos opuestos se atraen” y ellos sentían mucha atracción, tanto física como emocional y todo tipo de atracciones que pudieran existir. ¿Qué si discutían? El humor de Eiri no permitía que discutieran, era demasiado bromista, en verdad le encantaba molestar a Shuichi, y Shu, por su parte, al ver la sonrisa del chico olvidaba todo tipo de enojo. Eran amigos nada más…