Un leve rayo de sol tocaba su rostro; como si lo quisiera despertar y que se levantara de donde estaba. Era dificil después de aquella noche, aun estaba muy agotado y sentía que debía dormir al menos un par de horas más.
Pero aquella luz seguia en su rostro, molestandolo e interrumpiendo su descanso. Ahi recordó que tenía abrazado al rubio que dormia tranquilamente.
Se levantó y buscó una muda de ropa para su compañero que nuevamente dormia en un sueño tan profundo que no desperto ni cuando el de lentes limpiaba su cuerpo ni menos cuando le puso ropas secas. Leorio no estaba preocupado por eso, mientras mas dormía Kurapica mejor, mas cuando dormia bien y no con aquellos dolores.
Tomó el agua con nen en cada una de las articulaciones del rubio y un poco en su frente para evitar que la fiebre volviese. Ese era su principal objetivo, que la fiebre no volviera.
Finalmente el rubio abrió los ojos, miró a su compañero que estaba preparando algo de comer. Sintió aquel mismo rayo de sol en su rostro al igual que lo sintió su compañero; sentia el calor de aquella luz pero le gustaba, era cálido. Le recordaba a Gon.
De seguro estaba con Killua dando su mejor esfuerzo; sabia que los pequeños nunca se quedarian tranquilos; menos si se trataba de que Gon se encontrara con su padre. Los extrañaba, y deseaba volver a las aventuras junto a ellos y a Leorio.
- Que bueno que ya estas depierto, ten. -dijo el de gafas pasandole un plato de sopa caliente.
- Gracias. - tomó el plato y bebió un poco. -esta bueno.
- Claro, soy un gran cocinero. -rio.
- Hay sol. Hace cuanto que no veo un dia soleado...
- Si te comes la sopa quizas podamos salir un poco.
Luego de que el rubio se abrigara e intentara ponerse de pie, notó que caminar le seria imposible en el estado en el que estaba; mucho menos podria ir a cazar a la araña así. Se sintió muy angustiado al ver que nunca podría salir de esas cuatro paredes, ni para sentir el aire y el sol un rato que fuera. Leorio notó aquel sentimiento y no dudo en decirle q le esperara, que él iba y volvia.
Envidiaba que su compañero pudiera moverse libremente; que no sintiera aquellos dolores tan horribles que el sentía; pero también le alegraba y a la vez angustiaba al saber que su compañero estaba dejando su propia vida de lado por cuidar de él. Que impotencia más grande.
Leorio no tardó en llegar; para su sorpresa con una silla de ruedas; la había conseguido con unos compañeros de universidad. No sabía si Kurapica la aceptaria; pero debía probar.
El rubio se sentó en ella un poco triste, sintiendose tan limitado que no podía pensar en nada mas que en desaparecer y dejar de ser una molestia. El era una carga no solo para Leorio, también para Gon y Killua que estaban pendientes de él.
No era justo.
Al salir de sus pensamientos notó que estaban ya afuera; y que el sol estaba intenso en aquel cielo azul; que la brisa era deliciosa hasta el punto de no querer irse; Aun hacía frio, dado el clima invernal de la fecha; pero estaba bien abrigado.
Vio a unos niños correr y jugar libres de toda preocupación y una bandada de palomas que comian migajas del suelo proporcionada por los ancianos que iban al parque. Pero lo que más queria era sentir el sol en su rostro, sentir como su cuerpo recobraba calidez; sentirse que aun estaba vivo.
- Estoy vivo.
-Siempre lo has estado Kurapica. -dijo el de lentes que había sido ignorado todo este tiempo.
- Gracias. -Dijo a su compañero con una sonrisa. -No sé como voy a pagarte todo lo que haces por mi.
- Pues con esa sonrisa, me doy por pagado.
- ¿Eh?
- Hace mucho tiempo Kurapica, que no te veia sonreir y disfrutar tanto algo. Me alegra ser yo quien te diera eso.
No pudo evitar sonrojarse un poco, menos cuando Leorio toma sus manos cubiertas por unos pequeños guantes y le da un tierno beso. El rubio sintió como aquella calidez cruzaba por la lana de sus guantes y traspasaba su piel. Lo mismo en aquel beso. Un beso lindo, suave y bajo la luz del sol que tanto deseaba.
Eso era estar vivo y querer continuar viviendo.