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No me olvides por LoveShonenai

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Notas del capitulo:

Tenerlo cerca y no poder tocarlo, amarlo, recuperar el tiempo...Si antes pensaba que el destino no existía, ahora estaba seguro de que si, pero el destino estaba devolviéndole el karma, obligándole a sufrir diez o muchas veces más...el dolor que Shuichi había vivido a su lado.

“No me olvides”

 

Capítulo final: Recuérdame…

 

“Tenerte y no poder amarte”


Cada músculo de su cuerpo estaba lejos de alejarlo de aquel ser al que abrazaba con tanto apego. Creía estar soñando, creía haber perdido finalmente la cordura, estaba frente a un supuesto fantasma del pasado, mientras lo abrazaba posesivamente, pensaba en la posibilidad de que la gente pudiera haber estado jugando con sus sentimientos. Se separó inmediatamente de él y comenzó a analizarle detenidamente, nada de todo él parecía realidad, no podía ser realmente Shindou Shuichi.

- D-Disculpe si lo abracé –se disculpó.

Eiri lo miró con extrañeza.

- Haruka-kun, ¿por qué no me acompañas un momento a la cocina? Seguro que quieres enseñarle a mi hermano lo que preparaste –dijo Mika.

El más joven sonrió de una manera muy jovial y acompañó a Mika hasta la cocina.

- ¿Haruka? –preguntó confundido el escritor.- ¿E-Él no es…Shuichi?

Touma se sentó al lado del padre de Eiri y se dispuso a aclarar sus dudas.

- Lo es, Eiri-san…es el Shuichi que amas tanto –dijo con pesar, viendo la emoción que denotaban los ojos el otro rubio.- Pero a la vez, no es él.

- ¿De qué hablas? –preguntó- De pies a cabeza es Shuichi…

- Lo que mi cuñado quiere decir, aniki –continuó su hermano menor- es que mi cuñado ha perdido sus recuerdos de cuando fue Shindou Shuichi.

Tomó asiento, bastante consternado, mientras que su padre solo vigilaba sus movimientos. Touma lucía decaído, a comparación de su hermano y su padre que, como siempre, se encontraba serio.

- Me dijiste que lo declararon muerto, Touma…me mentiste.

- Esas fueron las pericias policiales cuando dieron por cerrado el caso. El criminal que los atacó así lo dijo. Además, no fui yo quien logró hallar a Shuichi-san, fue tu padre, Eiri-san…

Eiri no pudo evitar mostrar una cara llena de sorpresa. Sabía perfectamente que su padre detestaba a Shuichi y todo lo que tuviera que ver con él, por lo que nunca imaginó que él mismo se decidiera a ahondar en la investigación hasta el final. Retiró su mirada, sin saber qué hacer.

- No lo hice por ti…-dijo el monje.- ni por él…

Tatsuha miró a su padre y bufó un poco.

- Padre e hijo son igual de orgullosos –suspiró- La verdad es que papá se esforzó mucho por encontrar a Shu cuando le llegaron noticias de que habían hallado a un chico con sus características cerca de Kyoto.

- Solo me conmovió la esperanza de su madre al tratar de encontrarlo.

Touma miró al rubio y continuó con el relato.

- Los pueblerinos que lo encontraron, dijeron que lo hallaron brutalmente golpeado  a orillas de un río y que lo tuvieron en cama por muchos días, pero cuando despertó, él no recordaba nada.

Sintió como su corazón se estrujó un poco. Se sentía tan culpable.

- El doctor dijo que su memoria regresaría con el tiempo, así que por eso no debes preocuparte, Eiri-san…y si ahora está rodeado de su entorno natural, no tardará en recuperarse.

Se llevó una mano al rostro, tratando de ocultar su angustia. Había agonizado dos años por la muerte de su pequeño y ahora lo tenía nuevamente frente a él, trayéndole comida, como si fuese obra de un milagro. Lo veía avergonzado, tímido, inocente y tranquilo, sirviendo la mesa para después sentarse al otro extremo de la mesa.

- Haruka-kun ¿por qué no te sientas al lado de Eiri?

- ¡¿Eh?! –exclamó avergonzado- No, aquí estoy bien, además no quiero causarle problemas al sensei…

El escritor lo miró algo irritado.

- Puedes sentarte conmigo –dijo.

Vio nuevamente ese sonrojo en sus mejillas…lo sentía tierno y encantador, pero falso, no porque no fuera Shuichi, si no porque su personalidad no era la misma de antes y eso lo entristecía. Se sentía incómodo, quería que su Shuichi se tirara encima de él como siempre, quería que lo llenara de besos en frente de todo el mundo como era su costumbre, quería que le dijera “Yuki, Yuki” con esa voz chillona que siempre había amado.

 

***

- Les agradezco mucho el que me hayan invitado, siempre quise conocer al sensei, desde que leí una de sus obras el año pasado.

- ¿Vas a irte a casa ahora, Haruka-kun?

- Puedo quedarme en un hotel por hoy, mañana regresaré a Kyoto –dijo sonriendo tímidamente.

- De eso nada, puede pasarte algo en el camino. Podemos ofrecerte que te quedes esta noche en la casa –sentenció el mayor de los Uesugi, sorprendiendo a los demás invitados.

- Ya han hecho mucho por mí como para agregarles una molestia más, así está bien.

 Mika se acercó al escritor y después miró a Haruka.

- Mi hermano también piensa quedarse hoy en casa ¿verdad, Eiri? –preguntó Mika, mandándole indirectas a su hermano.

El escritor asintió.

- Pues, si no les molesta, aceptaré –dijo el menor.

Tatsuha sonrió y pasó su brazo por los hombros del pelirosa, asustándolo. Lo miró de manera pícara mientras Haruka intentaba liberarse de su agarre.

- Entonces puedes dormir conmigo, cuñado…a mí no me molestaría.

- ¿Cuñado? –cuestionó el menor, siendo después jalado por el escritor.

- Te dije bien claro que quitaras tus manos, Tatsuha…-dijo amenazadoramente Eiri.

Haruka solo atinó a sonreír ante el escándalo, mientras que Mika trataba de detener a los dos hermanos, más a Eiri, quien ya estaba a punto de cavar un hoyo en el suelo para enterrar a Tatsuha. El padre de Eiri se retiró de la mesa sin decir más, mientras que Touma hacía lo mismo, pero en una dirección distinta a la de su suegro. Mika se dio cuenta de esto y lo siguió.

- Haruka, ¿por qué no duermes en la habitación de mi hermano?

- ¿Eh? ¿Y-Yo? –tartamudeó el menor, mirando de reojo una y otra vez al escritor.

- Por mí no hay problema –sentenció el de ojos dorados- ¿No quieres? –preguntó duramente.

- Eh…si no es problema para usted, está bien…

Esas mejillas acaloradas y esos ojos tímidos le provocaban amarlo ahí mismo, pero se retenía muy a pesar de sus deseos, era doloroso tenerlo y no poder amarlo, tocarlo como amante, besarlo como amante, hablarle como amante, abrazarlo como si fuera su más preciada posesión. Haruka lo miró con preocupación. Se cubrió el rostro de la vergüenza ante tales pensamientos…

Realmente se había enamorado de Shuichi.

Ambos caminaron lentamente por el pasillo hasta llegar a la antigua habitación del escritor. Ninguno de los dos dijo nada, Haruka se quedó de pie en la puerta, mirando de reojo a Eiri mientras este se cambiaba de ropa. El escritor se dio cuenta de esto y sonrió internamente. Al topar su mirada con la del escritor, se ruborizó y dejó de mirarlo. Eiri siguió cambiándose de ropa.

- No me importa que veas, si quieres puedes acercarte más.

No pudo evitar reír al ver como el niño se ponía de los mil colores por su comentario. Se acercó a él y acarició gentilmente su cabeza, notando como el más joven temblaba.

- Solo era una broma, no te asustes…

Haruka lo miró a los ojos y acarició su rostro inconcientemente, dejando un poco sorprendido a Eiri, quien solo se dejó llevar por el roce de aquellas cálidas manos pasearse por su rostro. Esas manos eran de Shuichi, esa calidez solo la podía tener él y nadie más. Abrió los ojos y lo miró, tenía tantas ganas de besarlo y tocar su piel, pero algo se lo impedía, algo llamado cordura, algo llamado miedo. Se separó bruscamente del pequeño, dejándolo un poco asustado por su reacción.

- Dormiré hoy en un cuarto para invitados…-dijo Eiri.

- ¡No es necesario! –exclamó Haruka.- es mi culpa por venir a importunarlo, sensei. Yo me iré a dormir a otro lado.

Antes de que pudiera cruzar la puerta de la habitación, la mano de Eiri detuvo  su brazo derecho, impidiéndolo seguir caminando. Se quedó de pie esperando a que Eiri lo soltara, pero no ocurrió, solo pudo escuchar como el mayor le susurraba algunas cosas que lograba comprender con un poco de esfuerzo.

- Quédate…no te vayas. No te vuelvas a ir…nunca más.

- S-Sensei… ¿qué quiere decir con eso?

Volteó a verlo y vio tanta tristeza y dolor en los ojos de Eiri que no pudo ignorarlo. Tomó la mano que lo detenía y se acercó a paso lento a su sensei, notando unas cuantas lágrimas amenazando con salir de sus hermosos ojos dorados. Sintió una nostalgia tan abrumadora en ese momento que no pudo contenerse más y abrazó fuertemente a aquel hombre que tenía en frente. Eiri lo abrazó fuertemente y el joven no tuvo ninguna intención de rechazarlo. Por alguna razón conocía esos ojos desde antes, el roce de sus manos, su cuerpo desnudo, su aroma, su esencia. Se ruborizó al pensar en esto último.

- ¿Por qué está triste?

- No digas nada, solo quédate así y no te separes de mí…

Haruka se preguntó internamente si era posible enamorarse a primera vista de alguien, su cuerpo había vibrado con verlo la primera vez. Sintió que el corazón iba a salírsele del pecho. Cuando lo vio por primera vez, le pareció tan natural abrazarlo y no sabía por qué, sentía como si ya lo hubiera hecho antes, aunque realmente fuese la primera vez que lo veía en persona. Se apegó más al abrazo y sus cabellos se erizaron cuando sintió las manos del escritor descender hasta su cintura, atrapándola hábilmente, sin darle la opción de poder huir de él. Lo intentó, intentó zafarse, pero la fuerza del mayor era indiscutible más intensa que la de él. Tembló un poco, pero no se separó de su captor, la sensación no se le hacía desagradable, es más, podía hasta decir que aquel hombre podía hacer de él lo que quisiera.

 

¿Qué me está pasando?

¿Qué es lo que tiene este hombre que me conmueve?

¿Por qué deseo quedarme junto a él para siempre?

¿Por qué mi corazón salta de alegría cada vez que lo veo?

¿Por qué quiero hacer feliz a este hombre?

 

Sus manos, de manera instintiva, rodearon el cuello del mayor, quien, inmediatamente aprovechó esa facilidad para unir sus labios con los de él. Movió sus labios al mismo paso que el escrito y aquel sabor se le hacían tan conocido, aquella textura de sus labios, su lengua, que, discretamente se colaba entre sus labios. Sin saber por qué, le dio paso sin  ningún problema y se aferró más a su agarre como si fuera la cosa más natural del mundo, como si él fuera…su amante.

 

Amante…

 

Haruka se separó de él bruscamente y salió corriendo del cuarto, dejando a Eiri de pie e inusualmente contento. Se acostó en la cama y dejó que Morfeo se apoderara de sus sueños, esperando que al siguiente día…pudiera ver nuevamente a Haruka, a su Shuichi, porque no iba a permitir que se volviera a ir de su lado.

Haruka se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala, pensativo y dudoso, que ni siquiera se dio cuenta de la presencia de alguien más en el lugar. Esta persona se sentó tranquilamente a su costado y observó su cara de confusión por algunos minutos, hasta que él cayera en cuenta de su presencia. Volteó y vio a la persona amable que lo había guiado a conocer a su escritor favorito. A su costado estaba Seguchi Touma.

- ¿No puedes dormir?

- No es eso…es solo que me siento algo incómodo estando al lado del sensei, así que decidí salir de ahí…

El empresario pareció un poco sorprendido.

- ¿Te desagrada mi Eiri-san?

 

Mi Eiri-san, mi Eiri-san, mi Eiri-san…

 

Por alguna razón, ese término “mi”, hizo vibrar el corazón de Haruka de una manera no muy cómoda.

- No es que el sensei me desagrade…solo son nervios…

- Eiri-san es una persona hermosa, pero muy solitaria. Desde que su último amante falleció, no ha podido recuperarse.

- ¿Amante? –cuestionó.

Touma sonrió un poco.

- Alguien a quien Eiri-san jamás podrá olvidar, aquella persona siempre será el amor de su vida.

Sintió una opresión fuerte en el pecho, como si estuviera a punto de ahogarse. Touma se dio cuenta de esto y sonrió para sus adentros. Tenía que haber hecho el papel del buen cuñado preocupado y solidario, para así no levantar sospechas de sus verdaderas intenciones. Aunque no quería admitir que todo le había salido mal al ser encontrado Shuichi después de dos años. Lo miró tan diferente a como era antes, le irritaba el que fuera así de inocente, así de tímido, así de exasperante, mucho más que antes. Tenía tantas ganas de desaparecerlo.

- Ya veo…supongo que es una persona muy especial para él…

Una duda surcó por la mente del rubio.

- De casualidad, en la habitación… ¿Eiri-san y tú…?

El más joven se ruborizó, provocando cierta molestia en el mayor, quien tuvo que contener las ganas de golpearlo en ese momento. Con o sin memoria, nuevamente Shindou Shuichi le había arrebatado a Eiri-san de su lado, lo odiaba tanto que quería matarlo, quería eliminar su existencia con sus propias manos.

- Sería mejor que te fueras –dijo.

El menor se exaltó un poco por la “recomendación” pero creyó que era lo mejor que podía hacer, ya que si le hacía caso a su corazón, terminaría enamorándose de un escritor que ya tenía dueño y el dueño no era uno cualquiera…era un joven muy especial que ya no existía en este mundo…y contra eso, él no podría luchar.

- Al parecer sí pasó algo entre ustedes… ¿o me equivoco?

Haruka bajó la mirada sin responder.

- Eres muy parecido físicamente al gran amor de Eiri-san, así que no dudes en que él te confundirá con ese amor que ya no existe más. No es que él te ame, él ama a la persona a la que te pareces.

Haruka no supo si creerle, pero anteriormente recibió ese beso como si hubiese sido algo natural, algo que hubiera hecho a diario con alguien amado. Sintió los brazos de Eiri como una calidez cotidiana, con una nostalgia a la que no le encontraba motivo o razón de ser. Quiso llorar en aquel momento, pues el desengaño había lastimado sus ilusiones, se había enamorado a primera vista de los ojos tristes y solitarios de aquel hermoso escritor. Se puso de pie e hizo una respetable reverencia a su acompañante y salió de la casa sin dar ninguna otra explicación.

- Eiri-san tiene que ser mío, y ni tú volviendo de la muerte, va a volver a arrebatarme mi lugar a su lado…Shuichi-san.

 

***

A la mañana siguiente, todos despertaron a la hora punta. Mika salía de su habitación seguida por su hermano menor, Tatsuha, quien desde ya buscaba con la mirada a su hermano mayor de mirada dorada. Las sirvientas comenzaron a servir el desayuno en la mesa mientras el jefe máximo de la familia se acomodaba en su asiento especial, seguido de los demás miembros de la familia, exceptuando a Eiri y a Haruka.

- ¿Dónde están esos dos? ¿Aún no se han levantado?

Mika vio como Touma tenía la misma tranquila sonrisa de siempre.

- ¿Los has visto, Touma? –preguntó su esposa.

- ¿Yo? –preguntó de forma calmada.- No, Mika-san. Me supongo que vendrán juntos ¿no?

Pocos minutos después, Eiri apareció frente a la familia, extrañando a sus hermanos, que esperaban que él saliera acompañado de Haruka. El rubio se tensó al ver a todos, menos al jovencito que se había ido de su habitación la noche anterior.

- ¿Dónde está él? –preguntó.

- Pensábamos que estaba contigo, Eiri… ¿no durmió contigo anoche?

Eiri negó…e inmediatamente se dirigió a su cuñado.

- ¿Dónde está? –le preguntó.

Touma se sorprendió por la forma de hablar de su Eiri-san.

- ¿Por qué lo sabría yo, Eiri-san?

- Acabo de hablar con una de las empleadas de la casa y dice que te vio hablando con él anoche, así que ahora mismo me vas a decir qué demonios le hiciste a Shuichi, Touma.

Su cuñado tragó fuerte, sin posibilidad de escapar de la culpa.

- ¡Él ya no es Shuichi-san! ¡Eiri-san, Shuichi-san está muerto! Era mejor que se fuera de esta casa.

- ¡Ese es Shuichi, con o sin memoria! y es el amor de mi vida, así que tú no tienes derecho a intervenir en mi vida, Touma. ¡Entiende de una vez que jamás voy a amarte! El que hayas estado a mi lado y me hayas apoyado después de haber cometido un asesinato, no te da derecho a decidir sobre mi vida.

No esperó ningún otro comentario, así que salió de la casa. No iba a perder nuevamente a Shuichi, Haruka o como se llamara. Comenzó a preguntar por la calle a la gente que se encontraba en el camino, mostrándoles la foto de Shuichi, pero estos parecían no haberlo visto por ningún lado.

Siguió corriendo en direcciones desconocidas, solo quería encontrarlo, no le importara tener que buscar el camino de regreso a casa. Pasó cerca de un pequeño lago y vio a una persona sentada mirando, a su parecer, la profundidad de aquellos mares. Se acercó sin hacer mucho ruido y un aroma muy familiar lo puso en estado de alerta…

- ¿D-Disculpe?

Se acercó un poco más a él y notó que estaba cubierto por una manta de pies a cabeza. Lo movió un poco, pero este no respondió. Parecía estar dormido.

Sonrió. Era su Shuichi.

El joven despertó un poco pálido, asustándose de ver a Eiri muy cerca de él.

- ¡Sensei! – se hizo para atrás.

- ¿Has dormido aquí con tanta nieve?

El joven negó, aunque tiritaba de frío.

- Había un lugar cerca donde me quedé a dormir. Lamento el haberme ido de la casa sin avisar.

Eiri lo abrazó, sin importar que este comenzara a forcejear.

- ¡S-Sensei! Por favor, suélteme…yo no soy él.

El escritor se separó de Haruka, quien no se atrevía a devolverle la mirada. Lo agarró fuertemente de los hombros, asustando al más pequeño, quien cerró los ojos con temor, debido a la impresión.

- ¿Quién te habló sobre eso? ¿Acaso fue Touma?

- No importa quién me lo haya dicho, yo no quiero usurpar el lugar que le corresponde a su amante, señor…Yo no soy el reemplazo de nadie. –dijo, mirándole con lágrimas en los ojos.- No puedo negar como me siento cada vez que usted me toca, pero…no quiero que cada vez que usted me vea, piense que soy su amante muerto.

Eiri sollozó por momentos, y lo que hizo inmediatamente fue abrazarlo.

- Te amo, Shuichi…tenía que decírtelo, quería hacerlo, pero no me atrevía.

- ¿Shuichi? Yo no me llamo así…usted me está confundiendo.

- ¡Eres tú! Mi mocoso… ¿por qué no quieres recordarme?

Sintió las tibias lágrimas del mayor humedecer su cuello, y no supo en qué momento comenzó a llorar él también. Intentó soltarse, pero Eiri no se lo permitió, ya no iba a dejar que aquel que le devolvió la vida, volviera a quitársela nuevamente, para después sumergirlo en la más recóndita oscuridad. Haruka fue correspondiéndole poco a poco, algo dentro de su cuerpo le decía que no se separara de él, que debía seguir a su lado, pero no sabía qué tipo de fuerza sobre-humana le impedía alejarse del cuerpo que ahora lo rodeaba con esa grandiosa calidez que lo estremecía.

- E-Eiri…

El escritor lo miró a los ojos y le sonrió de una manera muy dulce, que se le hizo irresistible.

 

Aún si soy un reemplazo…

 

Nuevamente, como la anterior noche, acarició el pálido rostro del escritor, bañado en lágrimas. Eiri se rindió ante aquel gentil roce de las manos cálidas de Haruka pasearse por sus mejillas y, posteriormente, por sus labios. Se ayudó de una mano para secar las lágrimas que arruinaban, según él, la belleza de ese rostro angelical que tenía en frente. El más pequeño estaba extasiado, atrapado, inundado de amor.

 

Aún si soy el recuerdo de alguien que ya no vive…

¿Puedo amarlo, sensei?

Aún si soy el vivo retrato de una persona muerta… ¿podré amarlo?

 

Volvió a llorar y no porque sintiera dolor o tristeza, lloraba de amor, porque a pesar de lo que él representaba para Eiri, quería amarlo, curarlo, aunque fuera un reemplazo de aquel personaje llamado Shindou Shuichi.

El escritor volvió a hundir su rostro en el cuello del menor. Haruka volvió a mirar la profundidad del agua y un recuerdo vago vino a su mente…un recuerdo en donde él se encontraba malherido a orillas de aquella laguna y frente a él, un hombre con una sonrisa sádica y espeluznante, a quien no tardó en reconocer. Tembló y Eiri sintió esa reacción. Rápidamente se separó de Haruka y lo vio realmente preocupado.

- ¿Qué sucede? –preguntó.

Haruka lo miró apenas, con algunas lágrimas recientes cayendo de sus ojos.

- Fue aquí, aquí me dejaron abandonado después de que me golpearon…Finalmente lo recuerdo, aquí fue donde me encontraron casi muerto, por eso vine aquí…

Eiri lo zarandeó un poco.

- ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas quién te golpeó hasta dejarte así?

El pequeño calló de repente. Su cabeza le dolía tanto…que no fue capaz de mantenerse consciente. Eiri logró detener la caída y lo mantuvo entre sus brazos, como siempre quiso tenerlo, aunque ahora él no recordara cuanto amor sentía en el pasado. Se quedó intrigado por saber quién era o quien había sido el autor de aquel ataque hacia Shuichi.

Haruka despertó casi en seguida, mas no abrió los ojos, solo se dejó engreír por aquellos fuertes brazos que lo sostenían con fidelidad.

Nunca le diría a su sensei que la persona que lo mandó matar, fue nada más que alguien, según él, que amaba mucho a Eiri, quizá, más de lo normal

 

Shuichi…recuérdame.

 

Fin capítulo 2

Notas finales:

Aquí el capítulo 2, espero que les haya gustado, será corto el fic, pero les prometo que antes de que acabe, tendrá su merecido lemon, como siempre ^^ espero que hayan pasado una hermosa navidad ^^

Saludos!

LoveShonenai


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