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Kesenai por Sluoda

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Notas del capitulo:

Dicen que el amor rompe barreras, ¿podrá ahora superar este pequeño gran obstáculo?

El ex líder de NEWS, Yamapi o mejor conocido como Pi, retrasó su vuelo.

Ryo, su mejor amigo y ex compañero también de NEWS, recibe una noticia algo... rara.

¿Qué hará Tegoshi cuando se entere de lo que está sucediendo?

 

Los días seguían transcurriendo, cada vez convirtiéndose en más normales.

— ¡Yuya el desayuno ya está listo! —gritó desde la cocina. —Apúrate, vamos a llegar tarde a grabar.

—Hmm… Ya voy… —respondió el aludido, dando un par de vueltas sobre la cama  para luego bostezar y estirar sus brazos sintiendo el ruido que sus huesos hacían por la mañana. —Un rato más, Massu… Tengo noni —dijo con un tono infantil en su voz, mientras se refregaba  los ojos para despertarse.

—Como quieras, te quedarás sin tostadas entonces —rió.

— ¡Siempre te comes las mías! —bufó, levantándose de la cama sin ganas.

Se encontraban dos tazas de cafés enfrentadas sobre una pequeña mesa en la cocina, con un plato lleno de tostadas en el medio de ella. Takahisa, como todas las mañanas era el encargado de preparar el desayuno para ambos. Desde la desaparición de Ikuta, todo había cambiado.

Yuya por las noches, si no tenía trabajo extra, investigaba el paradero de su novio perdido. Pero como cada día, era en vano. No había nada de información, la gente ya se había olvidado de dicho acontecimiento, por eso optó ser él quien estuviese a cargo de todo.

Masuda por su parte, prefirió no entrometerse, sabía perfectamente que esa persona que tanto odiaba, estaba quién sabe dónde… Muerto.

Lo sentía a flor de piel.

Nada podía haber fallado.

El ingreso de su persona en la vida del rubio, era lento. Pensó que todo sería más rápido, pero no. Al menos, había conseguido poder dormir con él en la cama. Sólo dormir, por ahora. Algo era algo, y aunque Tegoshi una noche le había dicho que lo acompañara, que se sentía solo durmiendo ahí… El pelirrojo sabía que no era por eso, sino por las largas noches que pasaba enfrente de su computadora buscando información sobre Toma, con una luz tenue, pero que lo desvelaba. Además, cada vez que se tocaba el tema sobre el morocho desaparecido, una ira incontrolable recorría todo su cuerpo. Aún muerto, parecía hacerle la vida imposible.

— ¿Sucede algo? —tomó una tostada del plato.

—No nada, tengo sueño solo eso.

—Siempre lo mismo con vos.

—Con vos también. —refutó observando el plato donde solamente quedaba una sola tostada. — ¡Siempre te comes las que me corresponde!

—Deberías levantarte más rápido.

—Ok, mañana vas a ver entonces, me voy a levantar más rápido. —sonrió, tomando un sorbo de su taza. —Vas a ver.

—Espero…—rió, mientras terminaba de tomar todo su café.

— ¡Listo ahh! —se alejó un poco de la mesa dando pequeños golpecitos sobre su panza después de haber terminado todo el desayuno. —Me voy a cambiar, salgo un rato antes que tengo sesión de fotos, en… ¡15 minutos!

Los ojos del rubio se abrieron tan grandes como platos, levantándose rápido de la silla, corriendo rápido a su habitación y vestirse.

Se puso un jeans blanco, con una musculosa del mismo color. Arriba, una camisa rosa dejándola desabrochada y en sus pies, un par de botas negras que casi le llegaban a las rodillas.

—Me voy… —salió, tomando las llaves de su auto que descansaban sobre la pequeña mesita que estaba cerca de la puerta de calle, junto a sus lentes de sol, colocándoselos antes de irse.

— ¿No te olvidas de algo? —preguntó el pelirrojo, en ropa interior mientras buscaba su vestimenta que había preparado la noche anterior. —Digo… Saludarme…

—A veces pareces mi padre, Massu —rió, caminando hasta su lado y depositar un beso en la comisura de sus labios. — ¿Así?

El aludido asintió afirmativamente con la cabeza, sonriendo.

—Todavía no te perfumaste, espero que te pongas el que más me gusta —susurró en su oído, para luego depositar un sonoro beso en su mejilla e irse.

—Si eso te hace feliz, lo haré.

—Mucho…—le guiñó el ojo, abriendo la puerta para irse. —Nos vemos más tarde en la compañía.

— ¿Almorzamos?

—Puede ser, siempre y cuando me dejes algo para mí. —cerró la puerta, dejando solo en aquella habitación a su compañero.

 

A lo largo del largo pasillo del tercer piso del edificio de la compañía, lo distinguió. No había nadie, era demasiado temprano para que algún alma recorriera esos lugares a esa hora.

— ¿S-sos… vos? —descendió apenas sus lentes de sol para ver y corroborar que no estaba errado con lo que veía.

— ¡Tegoshi desu! —se sacó sus anteojos para luego taparse su rostro con su mano para luego correrla y reír. Así siempre había saludado Yuya ante sus fans. — ¿Qué haces aquí? Pensé que tenías un tour por Shangai.

—Lo tengo —respondió. —Vine porque vos me citaste.

Los ojos del rubio se clavaron en los de su amigo.

—Pi… yo no te llamé.

—No juegues conmigo, me mandaste un mensaje que viniera urgente para que te diera los arreglos de Share mejor dicho mi parte, porque la semana que viene lo cantas vos —dijo, sin poder entender nada de lo que estaba ocurriendo.

—Perdón Pi, pero yo no dije nada de eso, y menos te mandé un mensaje —sus manos comenzaron a temblar. —Entonces…

— ¿A qué viniste vos entonces? —le preguntó, seriamente. —Si no viniste a buscar los arreglos…

—Recibí dos mensajes hoy apenas me levanté, de un remitente desconocido… “Espérame”, decía el primero —suspiró, mirándolo fijamente a los ojos. —No entendí que quiso decir con eso, pero después recibí otro… “Ve a la compañía como si tuvieras sesión de foto, sin Massu por supuesto”, eso decía…

— ¿Y quién piensas que te lo mandó? —en su voz se notaba la preocupación.

—Siempre el que me manda mensajes con números raros es Ryo, o porque se queda sin crédito o sin batería, siempre le pasa algo —rió sin ganas. —Y como desde la desaparición…

—Muerte —remarcó el morocho.

— ¡No digas eso! ¡Sólo está desaparecido! —suspiró enojado, volviendo a su línea para no perderse y concluir su idea. —Desde que Ikuta no está —clavó su mirada en sus ojos. —Ryo se volvió muy reacio con Massu, así que pensé que él me había citado, pero por lo visto, algo pasa acá.

—Así parece… ¿O sea que Massu no sabe que estás acá?

—Sabe, pero piensa que tengo una sesión de fotos —respiró hondo. —Le mentí.

—Ya me resultaba raro no verte con tu novieci-

— ¡Pi! Ya te dije, Massu no es mi novio, es mi mejor amigo —bufó.

Unos pasos se oyeron dentro de la sala principal donde solían tener las reuniones para decidir cómo serían los shows. Ambos, casi al unísono, giraron la cabeza observando cómo la puerta se abría lentamente.

—Buen día…

— ¡Eras vos entonces! —gritó el rubio.

—Sí y no. —le respondió el aludido. —Perdón por engañarlos, pero alguien más me trajo a mí hasta acá solo para que se enteraran de algo.

Ambos miraron a la tercera persona que los invitaba a entrar.

Así lo hicieron, tomando cada uno un asiento en aquella gran mesa redonda.

—Ryo…— el ex líder lo miró tratando de que hablara.

—Si soy yo Ryo —el hombre de Osaka rió, cerrando la puerta del lugar para ubicarse en una de las sillas que justo quedaba enfrentada a sus dos amigos. —Recibí esto… anoche… —suspiró, sacando un sobre rojo de su bolsillo, colocándolo sobre la mesa. —Alguien, anoche me mandó un mensaje que hoy los vería, a ustedes dos.

Los tres, sin querer mirar al otro, posaron sus ojos sobre el sobre, escuchando atentamente lo que el hombre de Osaka les decía.

—“Estoy vivo”, eso decía el primer mensaje que recibí, desde un número desconocido —suspiró entrelazando entre sí sus manos, apoyándolas sobre la mesa. —Llamé a ese número pero lo único que consigo es, que me mande al buzón de voz —agregó.

De un salto, el rubio desesperadamente se levantó de su asiento, golpeando con los puños cerrados sobre la mesa.

— ¡Yo sabía es Toma! ¡Toma… está vivo! —rompió en llanto.

—Cálmate Tegoshi —dijo el ex líder de la banda, acariciando su espalda. —No sabemos si es él o si es alguien que nos está engañando y nos quiere usar.

Ryo tosió para que le prestaran atención.

—Según esto… —sacó un sobre más chico, color blanco y se lo entregó a Yuya quién de manera atropellada lo tomó entre sus manos, sin saber qué hacer, si abrirlo o no. —Dice que Yuya puede demostrar la verdad de todo.

— ¿Verdad? —preguntó Pi con más dudas que respuesta. Miró a su compañero, quien tenía el sobre entre sus manos, haciendo un leve gesto con la cabeza le dio a entender que lo abriera. Sin pensarlo dos veces, el rubio optó por hacerlo.

Sus ojos se llenaban de lágrimas, que sacaba constantemente para poder leer con nitidez y procurando no mojar aquel papel que para él, era tan valioso como el oro mismo.

—P-principito… —murmuró entre dientes, sin despegar sus ojos de aquella hoja.

— ¿Eh? —preguntaron conjuntamente sus compañeros.

—Cuando me teñí de rubio, Toma…—respiró hondo entre sollozos. —Toma comenzó a llamarme, Principito… Desde ese día, comenzó a llamarme así, solamente en la intimidad —se desplomó nuevamente sobre la silla. Su cuerpo temblaba de pies a cabeza, su mente estaba ida. Necesitaba abrazarlo, besarlo… Simplemente amarlo. — ¡Porqué no apareces idiota! —gritó a la nada, comenzando a llorar sin mostrar indicios de frenar su llanto.

—Tegoshi…—estiró su mano tomando la suya. —Pensá, sos una persona inteligente —Ryo le sonrió. —Por alguna razón no puede aparecer, pronto lo sabremos pero de algo hay que estar seguros. —miró reiterada veces a ambos. —Sólo nosotros tres sabemos de su existencia y más con esta verdad que acabás de afirmar.

— ¿Y ese sobre rojo? —preguntó el morocho, mientras abrazaba con fuerza al rubio.

—Es cómo tenemos que actuar cada uno de nosotros tres para que nadie sospeche nada. —respondió Ryo.

— ¡Me reúso Ryo-chan!

—No sos el único que está mal, Tegoshi. —contestó tomando el sobre rojo entre sus manos. —Toma es mi mejor amigo, nuestro mejor amigo —miró a Pi quien con un leve movimiento de su cabeza afirmó sus palabras. — ¡También quiero verlo! ¡Por eso estoy acá! —habló enojado.

— ¿Vamos… a volver a verlo? —su tono de voz pasó a ser infantil, entre medio de lágrimas. —Yo… lo amo… hace… mucho que… ¡Lo necesito!

—Todos lo necesitamos, Yuya —confesó Pi, sin dejar de acariciar la espalda del rubio mientras sus ojos ahora se posaban sobre los de Ryo.

—Si seguimos lo que dice esta carta, si seguimos al pie de la letra lo que cada uno tiene que hacer —respiró, llenando de aire sus pulmones. —Vamos a poder verlo.

—Digamos que… ¿se mantiene en contacto contigo por mensaje, Ryo?

—Y por mail. —respondió. —El último mensaje que me mandó dijo que el próximo lo recibiría por mail, porque por mensaje de texto es largo —una risa cantarina brotó de sus labios. —Es Toma, está desaparecido y aún así, hace chistes.

— ¿Por qué no se contactó conmigo? ¿P-por…qué? —dijo, calmándose de a poco.

—Por dos razones Tegoshi. Una porque detrás de todo esto, según mi presentimiento, aún Toma no me dijo nada al respecto pero uno de los motivos de su desaparición es por Massu —sacó la carta dentro del sobre y se la entregó. —Tienes que ocuparte de él, esa es la parte que te toca del plan.

— ¿Y la otra razón? —preguntó el rubio, leyendo detenidamente el labor que le tocaría hacer.

— Porque sabe que lo estás buscando desesperadamente y además porque si eras el primero en enterarte, le contarías a la primera persona que tuvieras al lado, o sea Takahisa Masuda.

— Me conoce…

— Te ama, Tegoshi —le sonrió, viendo cómo esa sonrisa tan normal en el rostro de Yuya comenzaba a aparecer nuevamente.

— Es un tonto…

— ¡Te ama! —dijeron Ryo y Pi al mismo tiempo.

Los tres rieron. Cada uno leyó el pequeño o gran deber que debían realizar por el bien de su amigo.

— ¡Hasta me puso que me ama en la carta! ¿Por qué es tan idiota? —un par de lágrimas se desprendieron de sus ojos recorriendo sus mejillas, pero esta vez esas gotas saladas eran por todo el amor que sentía hacia esa persona, hacia Ikuta Toma. Miró a sus compañeros quienes abrieron su boca atinando para hablar. —Sí, sí, ya sé… Lo hizo porque me ama —rió risueño respondiéndose a sí mismo. —A todo esto, Ryo-chan —cambió drásticamente de tema. — ¿Cuándo regresaría?

—No lo sé —respondió. —El sobre que me mandó a mí decía: "El día de mi muerte, es el día de mi resurrección".

—Son... tres meses... —suspiró el rubio. —Tres meses más sin él.

—Con todo lo que tenemos que hacer, se van a pasar rápido, además se va a mantener en contacto con Ryo, ¿verdad?

—Exacto. —contestó el aludido. —Vamos a seguir teniendo noticias de él, sólo que no vamos a poder verlo, bueno, hasta ese día.

El rubio suspiró, controlándose para no volver a romper en llanto.

Minutos después, salieron de la sala.

— ¡Massu! —dijo el rubio, tirándose encima suyo, abrazándolo con fuerza como si hubieran pasado años sin verlo. —Hmm… —olfateó su cuello. —Te pusiste el perfume que me gusta —susurró en su oído.

—Sí. —respondió cortante. — ¿Por qué están ellos dos acá? ¿No tenías sesión de fotos?

—Sí, ya las tuve. —miró a sus cómplices. —A Pi le pasaron el vuelo para mañana y aprovechó para pasarme sus partes de Share. —El líder sacó de su bolso, dicha canción mostrándosela al pelirrojo. —Y a Ryo me lo acabo de cruzar, también tuvo sesión de fotos pero con Kanjani, ¿o acaso ya no recuerdas que se vendió a otra banda? —rió, sacándole la lengua al hombre de Osaka mientras él por su parte mantenía enredados sus brazos alrededor del cuello de su compañero.

—Ahora entiendo. —rió Massu. — ¿Vamos a desayunar?

— ¡Ya desayunaste Takahisa Masuda! —se quejó entre risas el rubio. —Pero si ustedes quieren podemos ir, un jugo exprimido no me vendría mal. —sonrió, relamiéndose los labios.

—Ningún problema —respondió Ryo.

—Yo tampoco, de hecho estaba por ir a tomar un café, yo no desayuné nada —sonrió.

— ¡Entonces vamos los cuatro! —acotó el rubio, tomando la mano de su compañero comenzando a caminar hacia el final del pasillo de ese piso, donde se encontraba la cafetería de toda compañía. Allí solían desayunar, almorzar y hasta a veces cenar. — ¡Comencemos con el plan!

— ¿Qué plan? —preguntó Massu.

—El plan alimenticio —acotó Ryo entre risas, alejándolo casi a la fuerza de Tegoshi y ser ahora él el acompañante del pelirrojo.

—Tonto… —susurró Pi en el oído de Yuya, manteniendo algunos pasos de distancia con sus acompañantes que iban casi a las corridas hasta la cafetería.

—Perdón, fue la emoción

—Tené cuidado, a vos te toca la peor parte —murmuró casi en un secreto, entrelazando un brazo suyo con él y caminar con pasos un poco más apresurado para que no noten su ausencia.

—Lo sé —suspiró, cerrando sus ojos. —Ya llegamos… —dijo, entrando por la gran puerta mientras con la vista y una sonrisa falsa en su rostro buscaba al resto de los integrantes. —Ikuta, te amo —se dijo así mismo sentándose en una de las mesas, con el resto de los tres comensales, como si nada hubiese pasado, pero la realidad era, que pasaba de todo.

Notas finales:

Gracias por leer ^^

Espero que les haya gustado y bueno, nos veremos en el próximo~~

Bye bye bicycle~!!!


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