CAPITULO VEINTINUEVE
LA PROMESA DE ITACHI
Él joven sasuke caminaba por los largos pasillos de paredes blancas de aquel lugar. Ese laboratorio que tanto odiaba. Escuchaba sus pisadas junto con las de las otras dos personas que iban delante de él.
Kabuto, el humano que no salía del laboratorio y aquel hombre que tanto odiaba Fugaku Uchiha, su padre.
-Se lo digo Uchiha-sama, después de muchos intentos fallidos, por fin hemos encontrado los portadores del kyubi. – hablo kabuto, Fugaku le había prometido vida eterna, sí lo ayudaba en su investigación. Pero sasuke podía saberlo, eso nunca pasaría, porque su “padre” nunca cumplía promesas. Ni siquiera esa vez, hace tres años cuando prometió no hacerles daño. Mentiroso. Él de verdad había creído en él.
Siguieron caminando, adentrándose en ese laberinto y después de un giro en la esquina se detuvieron en la habitación XVIII
-cuantos son?- pregunto Fugaku con falsa ignorancia. “Como si tu no lo supieras padre. Fuiste tú mismo el que se encargó de que ellos cayeran en su trampa.” Pensó sasuke mientras apretaba sus puños con enojo.
-Creemos que el gen se encuentra en los últimos descendientes de la familia Namikaze.
Fugaku se inclinó por la pequeña ventana observando una habitación de paredes blancas, y en una de las cámaras se encontraba una joven pareja, ambos vestidos con ropa de hospital, y muñecas vendadas. Se veían cansados, en especial el hombre, alto, rubio y de ojos claros, mientras que su compañera una bella mujer, de ojos verdes y pelo rojo, se encontraba a su lado, aferrando su mano.
Sasuke aparto la mirada. Los Namikaze eran buenas personas, sí él no los hubiera atraído hasta aquí con la excusa de recoger a naruto, no los hubieran atrapado. Pero no sabía, era muy pequeño en ese entonces para ver las mentiras de su padre y el plan tan retorcido en que lo envolvió. Si tan solo no se hubiera vuelto tan cercano a naruto. Nada de esto hubiera pasado.
-En este momento estamos realizando los experimentos correspondientes para determinar las características de la sangre kyubi. Hasta el momento hemos podido determinar que el portador desprenderá un olor exquisito en su sangre. Por lo general son inmunes al control mental, y sus recuerdos y pensamientos pueden ser bloqueados ante nosotros a voluntad. Además de esto se sospecha que su resistencia y capacidad de auto curación son superiores al humano corriente.
Olor exquisito
Naruto..
En ese preciso instante, dejo de escuchar todo lo demás. Y sintió un profundo escalofrió recorrer su cuerpo, cuando Fugaku pregunto por el menor. Tenía genuino miedo. Miedo por naruto.
-en la IX.- Kabuto contesto con un desprecio en la voz.- Pero no se preocupe por él, hasta ahora las señales lo ha presentado solo su padre.
Fugaku no pareció prestarle atención, ni siquiera miro la ventana de la habitación IX, continuo caminando y se perdió en los pasillos junto a kabuto.
Y de nuevo pudo respirar tranquilo, estos últimos tres años se había encargado de cuidar de naruto, de no dejar que nadie le pusiera los dedos encima y de una u otra forma se las había arreglado junto con itachi para dejar a naruto fuera de los experimentos. Pero ahora tenía miedo, no podía seguir así. Algún día Fugaku y kabuto se enterarían de todo, o peor comenzarían a mostrarse interesados por el rubio.
Marco la clave en la puerta y esta se abrió, avanzo lentamente hacia la habitación del rubio que conocía bastante bien, de paredes acolchonadas blancas y con una cama pequeña.
Naruto estaba sentado, sujetando sus piernas, de ese pequeño alegre, que le hablaba de lo bonita que era la noche, ya no quedaba casi nada. En estos tres años, su cabello había crecido al igual que él. Su cabello aunque seguía rubio ya no brillaba y sus ojos, que una vez le parecieron como el azul del cielo ahora eran rojos. Naruto estaba llorando. Algo dentro de si, se rompió. De verdad le dolía verlo así.
-¿Por qué estas llorando? – En el mismo momento que hizo la pregunta, se arrepintió. Era por su culpa que naruto lloraba.
-Mff mfff- El pequeño limpio cualquier rastro de lágrimas, y aparento ser fuerte. No quería que sasuke se entristeciera por su culpa. Lo miro de nuevo y le sonrío. Pero sus sollozos no se iban.
-me … me… mff mfff de…dejaron solo mff mff -contesto mientras trataba de parar su sollozo. Hace dos días que lo separaron de sus padres, ya no los veía, ya no los escuchaba. Poco a poco lo estaba dejando solo.
Levanto su cara, y vio al niño de ojos y cabello negro delante de él, sasuke. Sasuke lo cuidaba, cada vez que lo veía, él hacia lo posible por hacerlo sentir mejor. Que pasaría sí sasuke también se fuera. No, no podía. Ese sentimiento horrible se posiciono en él y sin poder evitarlo las lágrimas ya se derramaban por sus ojos.
-no me dejes…sasuke – era una súplica, no quería quedarse solo, no quería que sasuke desapareciera.
Sasuke lo miro sorprendido, pero con calma se acercó hasta él, saco un pañuelo de seda de su bolsillo y se lo ofreció para que secara sus lágrimas. Se separó de él, y le dio la espalda. Odiaba verlo llorar. Y se odiaba a si mismo por causar esto.
no me dejes…sasuke
Esas palabras se le habían clavado en el alma, una profunda tristeza lo embargo, pero no podía ser tan débil, naruto lo necesitaba. Convirtió todo su pesar en determinación, apretó su puños con fuerza y se lo juro en un susurro.
-Siempre estaré contigo.- “y te sacare de aquí”
El pequeño sonrió deslumbrantemente, como hacía mucho no lo hacía. Y sin previo aviso se aferró a él por la espalda, y con sus pequeñas manitos rodeo la cintura de un muy sorprendido pequeño de ojos y cabellos negros.
Se quedaron asi por mucho tiempo mientras sentía como su corazón volvía a latir. Latir rápido cada vez que naruto se le acercaba.
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-Tienes el código?- Sasuke me pregunto ansioso, ese era el día, ya no tenían más tiempo. El papá de naruto lamentablemente no resistiría y cuando el muriera, naruto se convertiría en su remplazo. Mire a mi hermano, sasuke definitivamente no permitiría que algo así pasase.
- si, acá esta- le mostré un pequeño papel con el código de seguridad que sasuke me había entregado después de meses de investigación. El código de la habitación de Kushina.
- y el de naruto?- Volvió a preguntar nervioso.
- me lo sé de memoria- conteste mientras sonreía con picardía tratando de relajarlo un poco. Pero no resulto, en su rostro se veía la preocupación. Tome aire y me puse serio. Ahora sasuke necesitaba de mí. Y no lo defraudaría.
- repasemos el plan- Saque un mapa del lugar y señale el pasillo A, este conectaba con la sala donde estaban las habitaciones XVIII Y IX. A su vez conectaba con el ala 3 y 4, justo donde estaban los guardias y Fugaku.
-necesito que bloques la entrada al pasillo A , lamentablemente solo se puede cerrar desde la sala 4, así que después de que lo cierres no nos podrás seguir.
Sasuke mi miraba – por favor itachi, cuídalos.
Asentí con firmeza y continúe.
- yo sacare a la señora Namikaze y a naruto de sus celdas, saldremos por la salida B, y desde ahí les despejare el camino para que ellos sigan corriendo hacia el bosque. Tenemos que ser lo más discretos posibles, nadie se puede enterar que ya no están, y es por esto que no podemos huir con ellos. Entiendes sasu-chan?
-si- respondió, estaba tan preocupado de que algo saliera mal, que no se molesto por el sufijo.
-Cuando todo se calme, los alcanzaremos y juntos viajaremos para América, allí estarán a salvo. – Le sonreí de nuevo tratando de calmarlo, luego mire la hora y ambos salimos. Ya era la hora.
Avanzamos por el salón tres sin que nadie reparara en nosotros, y al llegar al salón 4, sasuke se adelantó y abrió la puerta para mí. Había hecho un estupendo trabajo con los códigos de todas las puertas.
-onee-san- Esa forma de llamarme que hace años no escuchaba me hizo detenerme antes de salir corriendo una vez cruzada la puerta. - Sálvalos – me pidió por última vez, yo solo asentí con la cabeza y corrí, sasuke entonces cerró la puerta y comenzó el protocolo para sellarla.
No perdí tiempo, avance rápidamente por el pasillo. La primera puerta que vi, fue la de naruto, así que marque el código que sasuke había conseguido para mi y abrí la puerta.
-sasuke?- escuche que me decía en la oscuridad naruto – ¿eres tú?
- soy itachi– el pequeño rubio avanzo hacia mí, y lo pude ver claramente. Aunque no se llevaban muchos años con sasuke, estos años habían obligado a mi hermano a madurar de forma más rápida, ahora parecía un adulto, y no un niño de 10 años que apenas era. Mientras que naruto, aún tenía esa esencia de niño pequeño e inofensivo. Realmente comprendí por que sasuke se preocupaba tanto por él. Verlo así, tan inofensivo y vulnerable, también me dolió.
- Ven naruto, es hora de irnos - lo cogí de la muñeca y salí de allí, directo a la habitación de kushina. Era una verdadera fortuna que quedara al lado.
Apenas abrí la puerta, Kushina salió, parecía dispuesta a atacarme, seguramente me había confundido con los vampiros que se llevaron a su esposo, para nunca más devolverlo. Y probablemente kushina sabía eso.
Afortunadamente tan pronto como vio a el pequeño sostenido de mi mano, paro. Sus ojos se llenaron de lágrimas y corrió a abrazar a su hijo. Ella es una buena madre.
-Naru, mi Naru, estas bien?- .preguntaba insistentemente mientras observaba sus brazos y se fijaba que no tuvieran ninguna perforación.
-Él está bien, señora Namikaze – kushina me miraba atenta y agradecida a la vez – Sasuke y yo lo hemos cuidado. Pero ahora es tiempo de irnos.
-Sasuke, ¿Dónde está sasuke?- pregunto naruto llamando la atención de los dos.
-Él ya nos alcanzara. – conteste sin verle a los ojos.
-De verdad?- Se le veía realmente preocupado. Sonreí enternecido, lo quería de verdad.
-Si- algo me decía que si decía lo contrario, naruto era capaz de no seguir - Por ahora tenemos que salir de aquí.- Mire a Kushina y esta entendió mi mensaje, sujeto a su hijo de la muñeca y ambos salimos corriendo hacia la salida. Yo adelante vigilando que no hubiera nadie que interfiriera con el escape.
Ya nos faltaba poco, solo una puerta nos separaba de la salida. Pero un sonido estrepitoso me detuvo, se escuchaba como una explosión en acero.
Se escuchaba como cuando una puerta de acero estalla en mil pedazos, el corazón se me acelero, esa puerta, era la que estaba cuidando sasuke.
Mire hacia atrás, agudice mi oído lo más que pude, y lo escuche, cientos de vampiros se dirigían hacia el sonido. De una forma cruel, esta era la oportunidad para escapar, pero… no podía irse.
-sasuke – susurre, deseaba con todas mis fuerzas que estuviera bien.
Les abrí la puerta y les ordene que se fueran. Pero el pequeño rubio no se movía. Lucia preocupado.
-Es sasuke no?- Su rostro se llenaba de lágrimas, y su cuerpo vi como lentamente se posicionaba para correr, pero no a la salida, si no hacia sasuke.
Mire a kushina y le pedí con la mirada que se llevara al rubio de allí. Ella como siempre entendió perfectamente mi mensaje, tomo al rubio con fuerza y lo llevo lejos de allí.
-Sasuke!, sasuke!!- le oía gritar ya de lejos – dijiste que no me dejarías!!
-Sasuke!, mamá déjame ir!!.- seguía suplicando con la voz quebrada - no voy a dejar solo a sasuke!!, suéltame!.
-SASUKE!!!– le escuche gritar en la lejanía, antes de que kushina seguramente le tapara la boca y saliera corriendo hacia el bosque.
Tranquilo naruto, prometo que algún día los volveré a reunir. Es una promesa.
Pensé mientras mis pasos me llevaban al lugar del sonido, como todos los demás vampiros.
-Pero que hacen aquí, idiotas!!- Fugaku, estaba histérico. Su rostro de falsa amabilidad ahora estaba desfigurado por la rabia. – Vayan y búsquelos, no pudieron ir muy lejos.
Esto fue lo primero que escucho cuando llego. El lugar estaba hecho un desastre, la puerta de acero ahora se encontraba vuelta trizas alrededor del pasillo, y en el salón 4 y 3, estaba repleto de vampiros que llegaban apurados ya aturdidos por el sonido, para luego dar media vuelta y salir en busca de los fugitivos, tal como Fugaku ordenaba.
Cuando el salón se desocupo, sus ojos pudieron mirar alrededor, en una búsqueda disimulada de su hermano, no quería mostrar interés y que Fugaku se diera cuenta.
-Que ha sucedido padre? – Hablo con la voz de póker.
Fugaku lo miro con el ceño fruncido y luego apunto con su mano una esquina del salón. Allí estaba sasuke, tirado en el piso inconsciente, con un fuerte golpe en su mejilla y marca de garras en su cuello. Pero gracias a Dios que aún estaba vivo, lo escuchaba respirar y eso era suficiente como para que su alma volviera en él.
-Este niñato, ha permitido que esos dos escapen – hablo con enojo su padre, luego respiro profundamente y torció su boca, en una sonrisa torcida que le desagrado – pero ya lo eh castigado.
Itachi lo volvió a mirar, los golpes no eran el castigo, sería mucho pedir que así fuera. De nuevo sintió miedo. Su padre era bueno controlando mentes. – como lo castigaste padre?
-Le eh borrado los recuerdos. Pero descuida, solo el nombre y rostro del niño kyubi.
Itachi estaba preocupado. Eso era monstruoso, quiso mandarlo al demonio, recoger a su hermano y salir de allí, pero se contuvo – Fuiste benevolente padre.
-De verdad? – la sonrisa retorcida se ensancho –Sasuke jamás podrá reconocerlo aunque este enfrente suyo. Y pasará la eternidad atormentado por sus recuerdos incompletos. Sintiendo que algo le falta y no saber qué. - Soltó otra larga risa y abandono la sala. No sin antes decirle que sacara a sasuke de aquí, esta era su expulsión definitiva del clan.
Tan pronto itachi se quedó solo, corrió en busca de su hermano, lo cargo en brazos y lo llevo lejos de allí, los rumores, pronto llegaron a sus oídos. Habían encontrado a la mujer pero no a naruto. Sonrío con algo de amargura, por lo menos naruto había escapado. Y justo ahora viendo el rostro de su hermano descomponerse en una pesadilla le prometió lo mismo que le había prometido a naruto.
Algún día los volveré a reunir. Es una promesa.