~ Pov SeungRi ~ (PASADO)
Hacía meses que Dae le mandaba señales, él no era ningún tonto. Sabía lo que el otro quería. Pero no sabía si debía hacerlo. No estaba seguro, pero sabía que algo había entre Dae y DG, y no quería dañar a su líder. No cuando era el que había insistido para que estuviera en el grupo, no cuando lo trataba como un hermano pequeño. Se sentía protegido estando con él. Por eso no podía caer en los tentáculos de Dae.
Y aunque no tuvieran nada, él sabía que Ji amaba al chico con la sonrisa de ángel. Siempre se lo decía, siempre le repetía que algún día aquel chico sería solo suyo. Y entre esas declaraciones y la cercanía que tenían desde hace algún tiempo, aunque su amigo no se lo hubiera confirmado, sabía que aquellos dos tenían algo. Además de que sabía que vivían juntos. Ya que ambos residían fuera de Seul, y sería muy peligroso, y costoso para la compañía mantenerlos fuera de Seul. Por ello vivían juntos.
Pero no era de piedra, y si Dae seguía por ese camino seguro que caía a sus pies de una manera u otra. No quería defraudar a su amigo, pero tampoco era como si le fuera indiferente ese chico. Porque cualquiera que tuviera ojos en la cara jamás negaría lo bueno que estaba. Y más si comenzaba a quitarse la camiseta de manera sensual, justo como hacía en esos momentos delante de él.
Veía a Ji, se hallaba como a cinco metros de ellos. Y Dae se atrevía a juguetear con él. Aquello era imperdonable. Pero él no podía hacer nada, se había enamorado hacía mucho tiempo de aquel chico, pero no decía nada por consideración a su hyung. Aunque parte de culpa la tuviera él por hablar tanto de los atributos de Dae. Todos los días eran lo mismo, desde que los cinco empezaron juntos en Big Bang, siempre era lo mismo, Ji hablándole de Dae. Nunca entendió la obsesión que tenía con él. Pero al oír hablar todos los días de él, poco a poco se fue enamorando del chico de la sonrisa de ángel.
~ Pov TOP ~ (PRESENTE)
Había estado buscando por toda la casa las llaves de las puertas, se sentía muy intrigado por el resto de las habitaciones. Si su cuarto era así, no quería ni imaginar el resto de las estancias. Seguro que era igual de magníficas. Pero el problema residía en que no tenía las llaves, y por más que buscara no las encontraba.
Por lo menos no tenía que presentarse hasta el lunes en la compañía para que le dieran las directrices que tenía que seguir ahora. Por ello tenía todo el fin de semana para cuidar de Ji y buscar las llaves. Se encaminó a la cocina, tenía algo de hambre, no había comido nada, ni siquiera había bebido agua.
Cuando por fin pudo ubicarse y encontrar la cocina, se tendría que acostumbrar a esa casa. Que más bien parecía un laberinto. El sonido de la puerta volvió a sobresaltarle, ¿es que todo el mundo tenía llaves de esa casa menos él? Reconoció la voz de Dami, diciéndole a alguien, que lo más seguro que su umma estuviera en la cocina. Cuan equivocada estaba. Pero no la sacaría de su error, solo esperaba que no se desmayara al igual que su hermano.
Tal y como se lo esperaba se llevó el susto de su vida. Pero al contrario que su hermano pequeño ella no se desmayo. Para su suerte. Pero se quedó sorprendido, aquella personita no la conocía, lo más seguro que fuera la hija de Dami. ¿O no?
Se les quedó mirando con expresión de querer explicaciones. La verdad, era que él único que tenía que dar explicaciones era él. Pero que más da, siempre tuvo una buena relación con Dami. Y por eso mismo, ella le devolvía la misma mirada de querer saber el por qué de su presencia en aquella casa. Al final ambos acabaron riendo. Y la pequeña que estaba al lado de Dami les miraba un tanto extraña. Ella nunca le había visto por eso creía que no sabría quien era.
Dami mando a buscar a la pequeña a su padre, cosa que TOP impidió ya que Ji no estaba en condiciones y no quería que la pequeña le viera con todas esas vendas en la cabeza. Por lo menos hasta mañana que viniera el médico por la mañana y le quitara parte de las vendas cuando le curara.
Ambas le miraron extrañadas cuando detuvo a la pequeña. Porque él no era nadie para hacerlo. Y ante el par de miradas indignadas tuvo que contarles todo lo que había pasado. Por lo menos su versión de los hechos. Porque sabía que Ji tardaría en despertar, y no podría contar por lo que él había pasado.
Tardó poco en contarles todo lo que había pasado, y para su desgracia ambas chicas se quedaron en silencio durante unos minutos. Hasta que la más pequeña empezó a gritar y a golpearle, no sabía cuando se había levantado de su silla y había ido hasta donde él estaba, que eran como unos tres metros de distancia. Solo para golpearle y decirle, gritando, asesino, que lo único que quería hacer era asesinar a su umma.
Entonces en la cabeza de Tabi hubo un cortocircuito ¿umma? Aquella niña era hija de Ji. Ji había tenido una niña, de su relación con alguien, pero ¿cuántos años tendría? Al parecer, al suyo más bien esa niña tendría unos 6 ó 7 años. Por lo que cuando disolvió el grupo debería de estar ya embarazado. Pero eso no era motivo suficiente como para dejarlo todo como lo dejo, y desaparecer. No era motivo suficiente.
Cuando se cansó de que la chiquilla le pegara como una maniática, y le llamara asesino, la levantó del suelo, y comprobó que era muy ligera, la sentó encima de la encimera (mármol, o como le digáis vosotros al trozo de mármol, o gres que hay a los lados del fregadero y cocina). Le secó las lágrimas con sus dedos largos, para luego decirle que las chicas guapas no lloran porque se ponen feas. Y poco a poco la niña se fue calmando. Pero aún así le miraba con algo de resentimiento.
TOP se disculpó como un millón de veces con la pequeña, e incluso le prometió que no se iría hasta que su umma no estuviera con ella como antes, sin tener ninguna herida, y sin ninguna secuela. Las cuales todavía no sabían que tenían.
Al parecer la niña se tranquilizó un poco, pero no del todo, todavía le miraba recelosa, no era para menos, él también miraría así a quien hubiera agredido a su umma. Aunque si a ella no le hubieran detectado aquel cáncer a lo mejor todavía estaría con él, y no hubiera ocurrido nada de eso. Las cosas hubieran sido muy diferentes. Pero no era momento de lamentarse, si no de preparar la cena.
Porque estaba seguro de que sus dos acompañantes tenían tanta hambre como él. Y todos tenían que cenar. Pero para su sorpresa, Dami declinó su invitación a cenar, y dijo que ella tenía que marcharse, porque ella también tenía familia, a lo que la pequeña soltó que si un marido borracho era una familia, que se fuera con él.
A TOP el comentario de la pequeña le produjo una risa estridente, no cabía duda de que era la hija de Ji, no solo por la apariencia física, sino también por la manera de moverse y hablar. Tras la marcha de Dami, Seung sacó un poco de carne del refrigerador y la puso en una sartén, además de poner a cocer algo de arroz, no solo para ellos sino también para Ji, para cuando despertara. Y con ese pensamiento en la cabeza, vió que habían varias verduras en el frigo, junto con un poco de carne, hizo un caldo para tenerlo preparado para cuando despertara.
La niña le miraba curiosa moverse por la cocina, le sorprendía que se moviera tan bien en la cocina de su umma, porque esta era un poco especial, su umma no tenía las cosas donde una persona normal las tendría, su umma tenía su propio sentido del orden. Por ello le parecía extraño que aquel señor pudiera desenvolverse tan bien en aquella cocina.
Tras cenar y dejar todo limpio, y preparado por si Ji se despertaba en mitad de la noche y tenía hambre, ambos salieron de la cocina dispuestos a ir a la habitación de la pequeña, la cual se encontraba en el mismo pasillo que la de su umma.
Al abrir la puerta se encontró con una estancia muy bonita, las paredes eran de un tono rosa claro, junto con un suelo de madera, le daba un toque acogedor, tenía una mesa de estudio delante del gran ventanal que daba al patio interior. Desde ahí también se veía algo la habitación de Ji, aunque no se veía la cama, si te sentabas en la mesa o te pegabas al cristal se veía parte del armario pero no le quitaba intimidad al otro cuarto.
Era perfecta, una habitación de niña muy bonita. No se extrañó al ver aquel ropera tan enorme, lleno, ¿cómo no? De ropa de último modelo. Ji nunca cambiaría, seguro que era la mejor umma de todas. Ayudó a la pequeña a guardar la ropa que llevaba en la maleta, maleta que él mismo había llevado hasta la habitación. Al parecer la pequeña estudiaba en un centro que tenía habitaciones.
No se percató del resto de la habitación hasta que terminaron con la tarea de guardar y ordenar la ropa. La pequeña era igual de maniática que su umma. Y por casi le pega por reírse de ello. Pero cuando se giró para ver el resto de la habitación por casi le da un sincopé. ¿Cómo no se había dado cuenta del armatoste aquel? Se notaba que Ji había decorado aquello. Era enorme y él ni siquiera se había dado cuenta al entrar. ¿Cómo fue posible? La niña no paraba de reírse de la cara de imbécil que se le había quedado y se burlaba de él. (n/a: http://www.estilopeques.es/wp-content/uploads/2010/09/927_pd2-300x300.jpg http://www.estilopeques.es/wp-content/uploads/2010/09/927_pd3-300x300.jpg http://3.bp.blogspot.com/-ZVcZ5GWqg58/TkdChJuZ0HI/AAAAAAAAsDc/vNA9TmImBhA/s1600/closets-para-ninas-closets-para-bebes-color-rosado-disenos-closets-design-walking-closets-kids.jpg )
En medio de la habitación había un carruaje, sí un carruaje con una cama dentro. Era hermoso. Pero según la pequeña aquello solo lo usaba cuando alguna amiga suya se quedaba en casa, y ni a veces eso. Porque ella dormía en otra cama, que el gustaba más.
En ese momento TOP se volvió a reprender, no había visto tampoco las escaleras, iguales que las de su cuarto, pero en madera, y estás en vez de bajar subían, al parecer a una estancia más grande, que tenía balcón y estaba decorada como si estuviera en una playa con sofás al rededor de una cama enorme, que colgaba del techo. Él quería una igual. No, él lo que quería era vivir por siempre en esa casa. No sabía como había podido vivir sin esas excentricidades a su alrededor, las necesitaba como el respirar. (n/a: http://imagesus.homeaway.com.mx/mda01/f0f42bd7f0f42adbcf6a64e6da7a167694e042b6 )
Hizo falta una pequeña niña para terminar de enamorarlo de su amor. Eso si que no se veía todos los días, tras ayudar a la pequeña, que era bastante independiente, a cambiarse y lavarse los dientes. Ya que su cuarto de baño se encontraba ahí arriba tras una puerta corredera. En el cual no quiso entrar por respeto a la pequeña, ese es un espacio de la casa donde cada uno podía ser libre de tener lo que quisiera.
Por eso la espero abriéndole la cama para acostarla, seguro que Ji era el que se encargaba de ello cuando ella se quedaba en casa. Pero ahora no podía hacerlo y una sensación de culpa le invadió.
Tras acostar a la pequeña en su cama colgante, bajo las escaleras con mucho cuidado, mientras escuchaba como la niña se reía de él. Y es que no era para menos a sus 33 años no era capaz de bajar aquellas escaleras sin le produjeran vértigo, era un poco patético.
Cogió su pequeña maleta que se hallaba en su moto, en donde llevaba una muda* y el pijama. Se adentró en la casa otra vez, ahora conociéndosela mejor, sabía que ya por lo menos hasta llegar a su cuarto no se perdería, que para su suerte era una de las cuatro puertas que habían en el pasillo de la habitación de Ji, la que quedaba justo en frente suya estaba cerrada con llave, la que se encontraba al lado de la suya también se encontraba cerrada con llave, y la que quedaba era la de la pequeña.
Bajo hasta su aseo, con más seguridad que la primera vez, seguro de que los escalones no se irían al suelo por su peso. Se dio una ducha rápida y se lavó la boca. Para luego ir a la habitación de Ji a dormir a su lado. Sabía que aquello era arriesgado, pero no quería estar muy lejos de él mientras estaba en aquella situación, luego cuando se recuperase si no lo quería al lado, mantendría las distancias. Aunque tampoco lo aseguraba, había ido ahí con la clara intención de declarársele y conquistarlo.
Aunque al parecer también tendría que conquistar el corazón de su pequeña. Porque estaba seguro de que Ji no lo querría a su lado si no le caía bien a su pequeña. Y aunque habían comenzado con mal pie, parecía que al final se entendieron, la pequeña era un calco a su umma. La verdad que en esos momentos le daba lo mismo cual fuera el padre de la criatura. Pero el muy desgraciado se perdía lo mejor de la vida de dos personas maravillosas.
Pero todavía quedaban cosas por aclarar. Seguro que el daño que le le llevo a disolver Big Bang fue más grande que el enterarse que estaba embarazado. Seguro que había algo más, y tenía que ver con alguno de los miembros de Big Bang, eso seguro. Porque si fuera con sus subordinados, lo hubiera echado y punto. En cambio si fuera uno de ellos cinco...
Tenía que dejar de pensar tanto, cuando sea el momento adecuado le pediría explicaciones a Ji. Porque esa sería la manera más segura de enterarse de las cosas, y no especular sobre ellas. Porque él sabía que no le había hecho nada a Ji, es más le dio todo su apoyo, antes de marcharse sin dejar rastro, con lo de su madre. Y con Bae, lo dudaba... Pero ya estaba volviendo hacer suposiciones. Sería mejor que durmiera, y mucho mejor abrazadito a Ji.
Y tal como lo pensó se acurrucó al lado de Yong, para poder dormir junto a su calor, y no tardó mucho en quedarse durmiendo, aquella cama era muy cómoda, y si a ello le sumábamos que estaba junto a la persona que amaba en una misma cama, aunque no pudiera hacer nada, aquello le daba una paz y una calma que nunca había sentido.