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Lazos de Sangre por anzu_brief

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Notas del capitulo:

 

Michi_Saku, goten trunks5, Yeli... ¡Muchísimas gracias por vuestro apoyo! Este capí va por vosotras.


Lazos que se entrecruzan

 

La tibia luz del crepúsculo inundaba la espesura confiriendo un color tostado a las hojas de los árboles. Había dos figuras. La primera algunos centímetros más alta que la otra, de piel tostada y ojos azul brillante, cargaba un gesto estoico que no parecía encajar muy bien con su personalidad habitual. La otra, una kunoichi de ojos verdes y cabellos rosados, una joven atractiva, cuya belleza se veía enturbiada por los cercos de preocupación que habían surgido alrededor de su frente. Ambos lucían protectores en la frente, marcados los dos con el símbolo de Konoha.

A pesar de que habían abandonado la aldea hacía más de tres días, sus amplios bosques todavía los rodeaban. La misión encomendada por la Hokage era sencilla y no conllevaba peligro alguno, por lo que no había motivo para apresurar el paso a enmiendas de agotarse. Quizá fuera precisamente esa falta de riesgos la responsable de la tensión que inundaba el ambiente.

— ¡Naruto! —Sakura lo había intentado, pero ya no resistía más tiempo el silencio—.

Algo en su interior se quebraba ante la falta de palabras del rubio. Extrañaba su sonrisa. Necesitaba su sonrisa; esa que le convencía de seguir adelante, ese que prometía que todo saldría bien y que al final la lucha merecería la pena.

— ¿Sakura-chan? —el ninja aludido se detuvo de golpe, imitando a su compañera—. ¿Qué ocurre?

— No lo soporto más… ¡Deja de estar enfadado, por favor!

Había sido una petición espontánea, no era eso lo que pretendía decir, pero sí lo que realmente la inquietaba. Naruto la escuchó y relajó levemente su gesto, dedicándole una pequeña sonrisa y acercándose a ella, hasta apoyar la mano en su hombro. Sakura se sintió reconfortada por ese breve toque, y correspondió su sonrisa.

— No es contigo con quien estoy enfadado, Sakura-chan, lo sabes.

— Lo se —asintió—. Pero aun así no me gusta. Tsunade-sama sólo se preocupa por ti. Estuviste a punto de morir sin explicación alguna. Ni siquiera entendemos cómo pudo ocurrir… o si volverá a suceder algo así. ¿Y si ocurre durante una pelea? Ninguno queremos perderte…

Naruto suspiró al percibir la sinceridad y la tristeza de su amiga y contuvo una amarga replica, la misma que le había gritado a la Hokage cuando le ordenó cumplir con esa misión de pacotilla. Su parte lógica entendía cómo se sentían ellas, pero su otra parte…

¡Ya no era un crío! Por mucho que insistieran en tratarlo de tal modo, ya no lo era. Después de todo lo que había vivido, después de todo lo que había luchado, perdido, aprendido… Tenía la madurez suficiente para decidir sobre su destino, y odiaba el hecho de que no le permitieran ejercer tal derecho porque… ¡Joder! Él también se había asustado, pero aun así…

Y su "enfermedad" no había sido el único motivo para alejarlo de la aldea. Lo sabía, aunque nadie se lo hubiese confirmado. Su reciente enfrentamiento con Sasuke también tenía mucho que ver.

Naruto cerró los ojos. Volvió a suspirar y observó de nuevo a su compañera. Ella era su amiga, la chica que le gustaba cuando era un niño, su enclave seguro, un miembro del equipo siete. No podía ni quería herirla, de ningún modo.

Por Sakura podía darse el lujo de fingir que todo iba bien, una vez más.

— Está bien, Sakura-chan —sonrió—. Lo entiendo. Y no estoy enfadado ni contigo ni con nadie, ¿me crees?

La joven escrutó sus ojos durante unos instantes, antes de asentir. Naruto amplió su sonrisa y tomándola de la mano añadió:

— Vamos a darnos prisa. Si aceleramos un poco el paso todavía podremos cubrir unos cuantos kilometros antes de que anochezca.

Ella se dejó arrastrar por él, sintiendo su toque. Pero no era el toque que ella ansiaba. A pesar del contacto de sus pieles, él parecía estar muy lejos. Y de forma instintiva, Sakura adivinó que ya nunca volverían a estar cerca. No de esa forma. No con ella.

 


 

La temperatura descendía lentamente, como aviso de la llegada del alba. Naruto apartó la vista del cielo y se arropó aun más en el saco. Debería haber despertado a Sakura hacía ya horas, para el cambio de guardias, pero intuyendo que él sería incapaz de dormir, decidió dejarla descansar un poco más. Y ahora pronto amanecería.

En el fondo, sabía que no era del todo justo con ella. Cada vez que la miraba se sentía… ofendido, herido… sin entender por qué. ¡Habían ocurrido tantas cosas en tan poco tiempo! Había conocido a sus padres, había descubierto su identidad, había perdido ha muchos amigos para verlos después resurgir a la vida… Había vuelto a reencontrarse con Sasuke, a ver el negro de sus ojos… el dolor y el odio en su mirada.

Sakura había tratado de impedir ese reencuentro. Había querido liberarlo de su promesa argumentando falsamente que era a él a quien amaba. Había actuado únicamente para protegerle, lo sabía, pero aun así…

¡No! Comprendió de pronto. ¡No era eso lo que le enfadaba! Era el hecho de que los demás creyeran que lo único que le ataba a Sasuke era esa maldita promesa. Él no estaba dispuesto a llegar tan lejos por ese juramente. Lo que había sacrificado, lo que estaba dispuesto a sacrificar… no tenía nada que ver con Sakura. Era algo exclusivamente suyo. De él. De Naruto. Y de Sasuke.. Y aquella era una verdad demasiado importante para que la pasaran por alto, o para que trataran de eliminarla con unas simples palabras.

Naruto percibió como un leve sensación de alivio recorría su cuerpo hasta metamorfosearse en una pequeña sonrisa. Se sentía mucho mejor ahora que había conseguido resolver el asunto. Aunque la sonrisa duró apenas unos segundos antes de desvanecerse, tras comprender que aquella respuesta sólo lograba sumarse al caos que reinaba en su mente desde hacían unos días y aumentarlo.

No importaba. Suficientes divagaciones mentales y psicoanálisis por una noche. El resto debería esperar para más tarde. Ahora era el momento de levantarse y buscar alguna rica fruta que sirviera de desayuno para tenerlo listo cuando Sakura-chan despertase. ¡Seguro que se llevaba una grata sorpresa!

Sonriendo animado, Naruto enrolló el saco y se colgó la mochila de víveres a la espalda. Manipulando habilmente el chakra de sus pies ascendió de un salto a unos de los árboles más próximos y se preparó para dar el siguiente salto. Pero sus ojos se desviaron un instante hacía Sakura-chan, que dormía placidamente. Tal vez no fuera mala idea escrutar el lugar antes de dejarla sola y asegurarse de que no había ningún chakra peligroso cerca.

Cerró los ojos y se concentró sintiendo el bosque a su alrededor, tal como le había enseñado Gamabunta en uno de sus entrenamientos. Percibió la energía viva de cientos de animales, primero los más complejos, luego los pequeños roedores e incluso los insectos que había bajo tierra. También percibió la esencia de miles de plantas. Pero a excepción de Sakura y él mismo, no había más humanos en decenas de kilómetros a la redonda. Podía alejarse tranquilo. No…

Se detuvo de golpe, paralizado por la sorpresa. Si que había captado algo. Una energía excesivamente débil, casi a punto de extinguirse, pero a la vez demasiado compleja para pertenecer a un simple animal. Ni siquiera a un humano corriente. Obligatoriamente debía de tratarse de un ninja. Un nija poderoso. Pero…

Su corazón se detuvo para comenzar a latir dolorosamente fuerte en su pecho. Sin siquiera detenerse a pensar, comenzó a correr como un loco hacía la energía detectada. Él conocía ese chakra. Le era… terriblemente familiar… ¡Sasuke! Y aun así, no podía ser él… Notaba… una pequeña diferencia. Pero eran tan… tan similares… ¡Por kami-sama, que no fuera él! ¡No ahora! ¡No así! No…

Sin aliento, se detuvo al llegar a la fuente. Un pequeño recodo del bosque oculto entre matorrales. Deteniéndose allí buscó su cuerpo con los ojos, desesperado por encontrarle y rezando porque él no apareciera.

Lo encontró, oculto en un entresijo de ramas, como si incluso en esa situación quisiese pasar desapercibido. Su ropa estaba desgarrada y manchada de barro y sangre. Y su rostro… su rostro…

Naruto se paralizó. Aquello debía ser una mala broma. Un… genjutsu. O un milagro.

La parte racional de su mente que aún le vivía, despertó al volver a notar el estado de sus múltiples heridas. Broma o milagro, no quedaba mucho tiempo. Se inclinó hacía él, tratando de despertarlo, pero quedó espantado al reparar en el aspecto de sus ojos. O en la carencia de ellos. Dos cuencas vacías eran todo lo que quedaba ahora en su lugar. Después de muerto, alguien se los había extraído.

Rezando porque sus sospechas no fueran ciertas, Naruto contuvo una náusea. No podía darse el lujo de vomitar. No mientras a él le quedaran tan pocos minutos de vida.

— ¿Itachi?

Pronunció su nombre en busca de alguna reacción que le diera esperanza, pero no se produjo cambio alguno en el renegado. Su rostro continuaba mortalmente pálido, su cuerpo inerte y su respiración sumamente lenta y dificultosa.

— Itachi… —lo volvió a intentar, desesperado—.

Nada. Ninguna respuesta. Sus esperanzas se desvanecían.

A punto de darse por vencido, percibió con sorpresa como el movía los labios. Apenas había sido un gruñido inteligible, que aun así lo inundo de alivio. ¡Había esperanza! Entonces él volvió a decir algo.

— ¡Sasuk…! ¡…suke!

Únicamente repetía ese nombre una y otra vez. Naruto sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas al escucharlo. Había odiado a ese hombre tanto tiempo al considerarlo culpable de la perdida y del sufrimiento de su amigo. Pero todo podía ser mentira. Sasuke pudiera estar vivo gracias al sacrificio de ese hombre. Pudiera ser que Sasuke volviera a estar vivo gracias a la intervención de ese hombre. Naruto estaba convencido de ello.

— Aguanta —le susurró—. Sasuke esta bien… Sasuke estará bien —se corrigió inconscientemente—. Yo te llevaré con él, pero debes aguantar hasta que yo vuelva con ayuda, ¿de acuerdo? Aguanta Itachi, y te llevaré con Sasuke.

No hubo respuesta por parte del herido. Naruto tampoco la esperaba. Simplemente alzó los ojos al cielo y suplicó porque Itachi estuviese vivo cuando él regresara.

— ¡Sakura! ¡Sakura despierta!

La joven abrió los ojos soñolienta, al tiempo que el ninja la sacudía.

— Naruto, qué…

— ¡Te necesito! Hay un herido en el bosque, no le queda mucho tiempo. ¡Tienes que ayudarle!

Aquellas palabras obraron un efecto milagroso. Un instante más tarde la kunoichi ya se había incorporado, sin rastro de somnolencia en sus ojos, y corría tras él hacía el lugar donde se encontraba un herido.

Sakura contuvo una exclamación al observar su estado por primera vez. Apenas había esperanzas. Pero él respiraba, y mientras lo hiciera ella no tenía derecho a rendirse.

Primero se ocupo de las heridas más graves, una que le atravesaba el pecho y otra en la cintura. Una vez comprobada la ausencia de venenos, procedió con los rasguños más leves. Limpio varios coágulos de sangre e improvisó vendas para sellar los huesos rotos. Ordenó a Naruto traer todo el agua posible desde el río para solucionar el estado de deshidratación del cuerpo. Sobre sus ojos no pudo hacer mucho. Limpió la sangre seca que había emanada de ellos y los cubrió lo mejor que pudo.

Naruto observó todo el proceso a una distancia prudente, siempre atento para operar según ella le pidiera. Realmente Sakura era una gran ninja-médico. Si había esperado alguna reacción cuando ella descubriera su rostro y averiguara su identidad, no se produjo. Apenas un leve instante de vacilación antes de continuar sanando.

Cuando concluyó todo el proceso el aspecto de Itachi había mejorado bastante, y su respiración también se había vuelto más uniforme. Sus labios seguían resecos y su piel amoratonada y pálida, pero ya no había sangre y sus heridas habían quedado vendadas.

Naruto suspiró con alivió. Sobreviviría. Estaba convencido de ello.

— Sakura-chan. ¡Sugoi! ¡Eres increíble! —manifestó con entusiasmo y sinceridad— No sé cómo darte las gracias.

La joven sonrió levemente, con agotamiento. Había sido un trabajo difícil y sus niveles de chakra se habían resentido.

— No tienes por qué. Yo soy médico, y él un herido. Mi compromiso es salvar vidas sin importar cuál.

Echó un vistazo al herido y añadió:

— Él es fuerte, lo conseguirá —el rubio amplio su sonrisa sin percatarse de cómo el rostro de Sakura se tornaba serio—. Pero mi labor como medico acaba aquí. No me pidas que haga más - suplicó -. Al menos no sin antes explicarme las razones.

A pesar de sentirse levemente angustiado por su petición, la entendía. Después de todo, él y Kakashi eran los únicos que sospechaban algo de lo que pudo haber ocurrido en verdad con el clan Uchiha. Y recordando las palabras de éste, sería mejor si el secreto continuara siendo un secreto, al menos por ahora. Pero Sakura no era la villa entera. Ella era parte del equipo. Ella también había jurado traer a Sasuke de vuelta. Tal vez ella tuviera el derecho de escuchar la verdad.

Frunciendo el ceño, Naruto elevó los ojos hasta encontrarse con los de su compañera y tomó una decisión.

— Te lo explicaré todo.


 

— ¿Y tú le crees? —inquirió la kunoichi, cuando se hubo recuperado del sopor que produjeron en ella tales revelaciones—. A fin de cuentas… Konoha es nuestra villa. Y ambos conocimos al tercer Hokage, era un buen hombre, incapaz de ordenar el asesinato de nadie. Madara, en cambio…

—Lo sé —la interrumpió el rubio—. Yo tampoco sabía qué creer al principio. Pero… - calló un momento; por alguna razón, quería guardar en privado su último encuentro con Itachi, donde el ninja había hablado de forma tan extraña, interrogándole sobre Sasuke y… cediéndole algún tipo de poder—. Pero Sasuke sí le cree —dijo en vez—. Por eso odia la villa. Y Madara no lograría engañarlo fácilmente. Además, el Hokage era una buena persona, pero consideraba la seguridad de la villa por encima de todo. Si el clan Uchiha amenazaba con empezar una guerra y los ancianos del consejo le presionaban, él si habría sido capaz de dar su aprobación.

No dijo a qué. Al exterminio del clan hubiera sido lo correcto, pero se sentía incapaz de ensuciar la memoria del Hokage de tal manera. Por lo menos hasta no saber con seguridad si era cierto. Pero cada vez le quedaban menos dudas. Especialmente después de las acciones de Danzou.

El ninja había querido muerto a Sasuke desde el principio. Esa era la razón inicial por la que Sai se había unido al equipo, para cumplir su misión y matar a Sasuke. Al último Uchiha. Y su último encuentro con Itachi no había sido normal. El ninja parecía sospechar como ocurriría todo, incluida su muerte, y quería asegurarse de que Naruto no escogería matar a Sasuke para salvar a la villa, sino que los protegería a ambos.

Desvió la vista hacía el cuerpo inconsciente del Uchiha. ¿Formaba esto parte del plan? ¿Había Itachi fingido su muerte o… realmente había vuelto a la vida?

"Te he dado algo de mi poder, espero... que nunca tengas que utilizarlo."

Esas palabras se repetían en su mente una y otra vez, como pudiera encontrar la clave de todo en su significado.

— ¿Y qué vamos a hacer ahora? —la voz de Sakura interrumpió sus cavilaciones—. Si lo que dices es cierto… —contempló a Itachi— debemos hacer algo más para ayudarlo. Pero aún si lo fuera, todavía no explica él puede estar vivo. El propio Sasuke confirmó que él lo había matado. ¿Y si todo es una trampa?

Naruto comprendía los reparos de su amiga. Aceptar aquella historia conllevaba renunciar a la idea idealizada de Konoha que habían alimentado hasta entonces. Conllevaba cuestionar demasiadas cosas, y desconfiar de demasiadas personas. Pero el ya tenía una respuesta clara, se había formado en su cerebro casi desde el mismo instante en que había comprendido que Itachi todavía estaba vivo. Que todavía quedaba esperanza.

— Voy a buscar a Sasuke.

Sakura ensanchó los ojos y lo contempló con horror, antes de traer de vuelta el dominio de sus expresiones faciales.

— ¿Qué estas diciendo? —cuestiono con un susurró asustado—.

— Voy a buscar a Sasuke —Naruto corroboró su idea sin dudarlo un instante. Sus ojos azules habían adquirido un brillo especial y la joven kunoichi comprendió, con horror, que ella no podría hacer nada para disuadirlo, ni siquiera ofrecerse a ir por él—. ¡Lo traeré de vuelta!

— Naruto… Sasuke no va a volver a la villa. Hagas lo que hagas, él no va a volver.

Odiaba ser ella quien lo afirmara, pero no tenía otra opción. Contrario a lo que había esperado, los ojos del ninja no se desanimaron o la contemplaron decepcionados. Continuaron pletóricos.

— A la villa no —explicó—. ¡Aquí! Lo traeré para que se reúna con Itachi. Eso funcionará… ¡Vaya que si!

— ¿Qué? Pero… ¡Pero si ni siquiera sabes dónde encontrarlo! —trato de formular razonamientos válidos—. Y quien te dice que no ha sido el mismo Sasuke el responsable de estas heridas —contempló el cuerpo de Itachi—. El siempre ha odiado a su hermano. Lo más probable es que intente asesinarlo nada más verlo —la sonrisa del rubio no tambaleaba—. ¿Y qué me dices de Madara? No te dejara llevarte a Sasuke; al contrario, sólo aprovechará para capturarte. Además… ¡Itachi no puede quedarse solo! Su estado podría empeorar en cualquier momento. Necesita vigilancia constante, Naruto.

— Por eso tú te quedarás con él —concluyó en el ninja, con un tono que no daba lugar a discusión—.

Sakura conocía bien esa expresión de sus ojos, tan centelleantes como decididos, y sabía que no habría ser en el mundo capaz de hacerle cambiar de opinión; excepto, tal vez uno; el causante de dicha discusión. Aun así, no cesó de intentarlo.

— No puedes hablar en serio —protestó—. Tú viste lo que ocurrió la última vez. Esto es no es un juego de niños, Naruto. Ya no estamos en la academia, el equipo siete se ha perdido en el tiempo. Cuando te vea, Sasuke va a intentar matarte. ¡Baka! —se enfadó, al ver que el otro continuaba sonriendo, sin que sus palabras lo afectaran para nada—. ¡Estúpido! ¡Eres un idiota, Naruto! ¡Baka! ¿Por qué no te importa nada que no sea él? ¿Por qué no te cansas de jugarte la vida por ese maldito recuerdo?

¡Plafff!

— Sakura…

Con un centelleo de asombro e incomprensión, Naruto condujo su mano derecha a la mejilla donde instantes antes su amiga le había abofeteado. La bofetada en sí no era una sorpresa. Durantes los tres años de entrenamiento con Tsunade, Sakura había aprendido de su maestra algo más que su pasión y talento para la medicina. Raro era el día que transcurría si que ella golpeara algo, comúnmente a él mismo, que poseía el peligroso talento de llevarla al límite y resquebrajar con unas pocas frases su escasa paciencia. Pero aquel golpe había poseído un matiz diferente, más doloroso. Y no para él, sino para ella.

Naruto la miró a los ojos, deteniéndose en esas dos preciosas piedras esmeraldas que había aprendido a amar y conocer con el paso de los años. Sakura era su familia. Por ningún motivo querría que sufriese algún daño, o se sintiese herida. Pero la kunoichi esquivó bien su mirada, esos dos cristales que cargaban consigo el fuego del mismísimo cielo, y que ella había llegado amar de forma diferente con el paso de los años; de una forma que, sabía, jamás sería correspondida.

Cuando volvió a enfocar la vista en él, sonreía; y sin embargo a su amigo le pareció una sonrisa triste, que no alcanzaba sus ojos. Pero Naruto se encontraba demasiado ansioso, y cuando sus siguientes palabras le otorgaron por fin el permiso que tan desesperadamente anhelaba, ya no fue capaz de razonar nada más.

— ¡Lárgate ya, baka! Y más te vale traer a Sasuke de vuelta contigo, ¿de acuerdo? Yo os estaré esperando aquí con Itachi.

Ni siquiera prestó atención al ligero pensamiento de que tenía una amiga realmente bipolar.

— ¡Volveré pronto con él, Sakura-chan! ¡Lo prometo! ¿Me has escuchado tú, Itachi? —centró su atención en el ninja que seguía inconsciente sobre la hierba—. Tú hermano viene hacía aquí. ¡Dattebayo! ¡Vaya que sí!

No quiso entretenerse más. Sasuke lo esperaba. Plegó rápidamente su saco de dormir y guardo en uno de sus bolsillos un par de manzanas que había recogido la noche anterior. Cuando su mochila ya se encontraba sobre su hombro y se disponía a dar el primer salto, una voz lo detuvo.

— ¡Naruto! ¡Naruto, espera! —Sakura corría hacía a él y parecía agitada—. Naruto… Promete que te cuidarás, ¿vale? Tsunade me matará si te dejo marchar y además te sucede algo. Y vuelve con vida. Te necesito.

Aquel último ruego fue pronunciado en un susurró tan suave que tal vez se perdió entre las plantas del bosque, sin que nadie llegara a escucharlo. Naruto sonrió cuando los labios de su amiga se acercaron a su rostro y rozaron su mejilla en una caricia suave. Realmente la quería. La niña chillona, de ojos bonitos y cabello rosa que lo insultaba en las clases y lo traía loco, se había convertido en lo más parecida a una hermanita pequeña que un huérfano como él pudiera tener.

Tras ese breve instante reflexión, el ninja curvó sus labios con nostalgia y aprecio, acumuló el chakra en la planta de su pies, se alzó con fuerza, y se perdió entre las ramas de los árboles, ya varias millas más allá de donde se encontraba hacía unos momentos.

La misión más importante de su vida comenzaba ahora.

Hacía años que había perdido su corazón.

Llegaba el momento de recuperarlo.

¿Por qué se marchó con él?

Era una duda que ni siquiera el propio Naruto entendía. Pero pronto llegaría el momento de la comprensión, y entonces nada, excepto la resistencia de sus lazos, podría salvarlos del desastre que ya se aproximaba.

Notas finales:

No estoy especialmente orgullosa de este capítulo. Es más una especie de transicción necesaria hasta el auténtico comienzo de la historia, en el capítulo siguiente, que enlaza directamente con el prólogo. Aun así, espero que os haya entretenido y que no os decepcioneis demasiado.

 

Un saludo, tomodachis.

 

Anzu Brief


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