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Un tesoro enterrado por Khira

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Un tesoro enterrado

por Khira

Capítulo 2: Celos



Con una toalla en la cintura y el pelo chorreando Rukawa buscaba desesperadamente algo de ropa normal para ponerse, pero casi todas sus prendas eran de deporte.

"Kuso! No puedo salir de marcha en chándal!"

Después de varios encuentros semanales con Michael en la cancha plagada de críos, éste le había dicho el último sábado que su compañero de trabajo ya estaba recuperado y que ya no tendría que encargarse más de esa clase. A Rukawa le dolió el corazón al pensar que ya no volvería a verle, pero entonces el chico rubio le propuso de ir a comer juntos el domingo siguiente, a lo que aceptó de inmediato. Rukawa sabía que no tenía que hacerse ilusiones, aunque Michael pareciera también tener mucho interés en seguir viéndole, lo trataba como un amigo.

"Como un verdadero amigo", pensó Rukawa mientras una sonrisa asomaba en su rostro. Él nunca había tenido uno.

La comida fue muy agradable, tanto que Rukawa reunió el valor suficiente para pedirle de quedar otro día con la excusa de que tenía que devolverle la invitación. Michael aceptó y quedaron de nuevo; en esa segunda cita fue cuando le propuso de salir de marcha el sábado con él y unos amigos suyos. Rukawa al principio se negó, admitiendo que le daba corte salir con gente que no conocía, pero Michael le convenció diciendo que no se separaría de él.

"Diciendo eso me podría convencer de cualquier cosa."

Por fin después de revolver todo el armario encontró un jersey beige que le había regalado su madre por su cumpleaños y que estaba sin estrenar y unos vaqueros azul oscuro. Se vistió y miró el reloj: todavía faltaba media hora para que Michael pasara a recogerle.

Entró en el baño y se miró al espejo. Se pasó la mano por los despeinados cabellos hasta que adoptaron una forma decente. El corazón le latía con fuerza en el pecho, nunca antes había estado tan nervioso.

Se sentó en el sofá y encendió la tele. Hizo zapping por todos los canales hasta que por fin oyó la llamada perdida en su móvil que significaba que Michael ya había llegado. Cogió la cartera, el móvil y las llaves y salió de su casa hecho un flan. En la puerta le esperaba un coche blanco de estilo deportivo, dentro del cual había tres jóvenes: Michael, que era el que conducía, otro chico de apariencia extranjera y un japonés, que estaban sentados en la parte de atrás.

Rukawa abrió la puerta delantera del coche y se sentó junto a Michael.

- Buenas tardes – saludó.

- Buenas tardes, Kaede – saludó Michael – Te presento a Brian, como ves tampoco es de aquí, le conocí en un chat de gente americana en Japón, y este es Kenji, un compañero de trabajo. Chicos, este es Kaede Rukawa, el amigo del que os hablé.

- Encantado – dijeron ambos a la vez

- Igualmente – dijo Rukawa estrechándoles la mano.

- Y una vez hechas las presentaciones, nos vamos! La noche es joven!

oooooooo

La discoteca era más bien un pub de ambiente algo bohemio, aunque tenía una gran pista de baile. Rukawa pudo entrar a pesar de no ser mayor de edad porque Kenji conocía al portero. Una vez dentro se encontraron con el resto de amigos de Michael: tres chicas y dos chicos, todos ellos japoneses y aproximadamente de la edad del chico rubio. Rukawa sintió unos celos espantosos cuando una de las chicas, Megumi, se agarró cariñosamente del brazo de Michael y le susurró algo al oído.

Pidieron de beber en una barra y se sentaron en unos sofás alejados lo suficientemente de la pista como para poder hablar sin que el volumen de la música lo impidiera. Para sorpresa de Rukawa la conversación era muy agradable y entretenida: hablaban especialmente de política, pero de una forma tan sarcástica e irónica que el chico moreno apenas podía reprimir la risa. Después el tema pasó a ser el deporte, y entonces Rukawa se convirtió en el centro de atención.

- Michael nos ha dicho que juegas a baloncesto – dijo Megumi.

- Así es – contestó Rukawa.

- En que escuela?

- En Shohoku.

- Tenéis un gran equipo – dijo Kenji – Os faltó muy poco para ganar el campeonato interescolar.

- Ya.

- A Michael también le gusta mucho el baloncesto, de hecho también jugaba tanto en el instituto como en la universidad – comentó Brian.

- Ah si? – exclamó sorprendido Rukawa – No me lo habías dicho – añadió mirando al chico rubio, quien sólo se encogió de hombros.

- No le gusta contarlo porqué en la universidad se pasó cuatro años en el banquillo HAHAHA!

- Oh, cállate! – le dijo Michael a su compatriota algo molesto – Porqué siempre quieres dejarme en ridículo?

- Porqué me gusta ver esa carita de enfadado que pones.

- De veras que no entiendo como pude salir contigo…

Todos empezaron a reír menos Rukawa, que casi se atragantó con su limonada al escuchar aquello. Michael y Brian habían sido pareja en el pasado? Eso significaba que Michael era gay, o como mínimo bisexual…

"Tengo una oportunidad…" pensó. Pero enseguida se quitó esa idea de la cabeza. Era todo demasiado perfecto para ser verdad, además Michael era ocho años mayor que él, seguro que nunca pensaría en él de esa manera.

Pero pareció justo lo contrario cuando miró de nuevo a Michael y se encontró con que éste le estaba observando tan fijamente que sintió como se ruborizaba y decidió desaparecer un momento antes de que la cosa fuera a más. Se levantó y dijo que tenía que ir al baño.

- Es un chico muy agradable – dijo una de las amigas de Michael cuando se hubo ido.

- Y tiene un buen polvo – añadió Brian con una sonrisa perversa.

- Eres de lo que no hay… - le riñó Megumi dándole una suave colleja.

- No piensas en otra cosa que no sea el sexo? – preguntó Michael.

- Oh vamos, no te hagas el santo que a mí no me engañas, Mike – se burló Brian – Ese chico te pone cachondo y está claro que tú a él también.

- No me llames Mike.

- Mejor nos vamos a bailar, antes de que digas más gilipolleces – dijo Megumi levantándose y arrastrando con ella a Brian.

Cuando Rukawa volvió a los sofás vio que sólo estaba Michael.

- Y los demás? – preguntó sentándose a su lado.

- Megumi se los ha llevado a bailar.

Rukawa miró hacia la pista y efectivamente los vio allí bailando. Entonces notó una mano en su pierna y dio un respingo. Miró de nuevo a Michael y se quedó paralizado al ver su rostro tan cerca.

- Te molesta que sea gay? – preguntó el chico rubio acercándose más a él.

- N-no, en absoluto – tartamudeó Rukawa.

La mano de Michael se arrastró suavemente por sus pantalones hasta alcanzar su entrepierna provocando un leve gemido por parte de Rukawa. Satisfecho de notar la creciente excitación del chico más joven, la mano continuó su camino hasta situarse en su espalda, acariciándola. Rukawa, a pesar de lo mucho que habían insistido los amigos de Michael en que probara el alcohol, se había negado, pero ahora se sentía tan mareado como si se hubiera bebido una botella entera de sake. De pronto Michael se acercó tanto que sus labios estaban apenas a un par de centímetros.

- Quiero besarte – susurró Michael.

Rukawa no aguantó más. A pesar de la actitud lanzada de Michael, fue él quien eliminó la distancia entre sus bocas, apretando furiosamente sus delgados labios contra los de aquel hombre que le estaba volviendo loco. Después de la sorpresa inicial Michael decidió no quedarse atrás y enseñar a su joven conquista como era un beso de verdad.

oooooooo

Sakuragi observaba a Rukawa en las duchas del gimnasio. Ahora que había admitido sus sentimientos por el chico de aspecto zorruno se sentía desesperado. Era muy duro darse cuenta de que aquél a quien siempre había tratado con desprecio se había convertido poco a poco y sin darse cuenta en la persona más importante de su vida.

Pero aparte de que Rukawa probablemente le odiaba, estaba el hecho de que ambos eran hombres. Y lo peor de todo era la actitud feliz del chico moreno; si Ayako estaba en lo cierto y el motivo era que Rukawa estaba enamorado, Sakuragi no tenía nada que hacer.

Se reunió con Yohei en la puerta del gimnasio, y junto a Ryota, Ayako y Haruko empezaron a caminar. Al salir de la escuela les llamó la atención un deportivo blanco aparcado frente a la entrada.

- Que chico más guapo… – dijo Ayako señalando disimuladamente al conductor.

- Pero que dices, Aya-chan! – exclamó Ryota deteniéndose con lágrimas en los ojos.

- Se parece a Paul Walker – añadió Haruko.

- Tienes razón.

- Eh? Quién es ese? – preguntó Sakuragi.

- Es un actor americano – explicó Ayako - No lo conocéis?

- No… - dijeron los tres chicos a la vez.

En ese momento Rukawa pasó andando por su lado y después de despedirse con un gesto de Ayako y Ryota se encaminó hacia el coche.

- Dónde ha dejado hoy la bicicleta? – preguntó Ryota.

- No lo sé, pero se dirige al coche de Paul Walker – dijo Ayako.

Los tres chicos y las dos chicas observaron como Rukawa se subía al coche y saludaba al chico rubio con… un beso en la boca.

Se quedaron atónitos. El chico rubio arrancó el coche y éste se alejó de Shohoku con el kitsune dentro.

- Habéis visto lo mismo que yo? – murmuró Ryota.

- Ya os dije que estaba enamorado… – dijo Ayako recuperándose de la impresión.

- Sí, pe-pero de un hombre… - tartamudeó el capitán del Shohoku.

- Y eso que más da? – preguntó Yohei.

Haruko empezó a llorar y se fue corriendo. Yohei estuvo a punto de seguirla pero al ver la cara de Sakuragi se detuvo.

- Hanamichi?

Sakuragi reaccionó al sentirse observado.

- Nos vamos? – preguntó intentando disimular el dolor que le había provocado esa escena.

- Claro…

Ryota y Ayako observaron partir a los dos amigos muy preocupados por el pelirrojo.

- Qué le pasa a Hanamichi? – preguntó Ryota.

Ayako le miró un momento y suspiró.

- De verdad que no os enteráis de nada…

Mientras en el coche…

- Una fiesta? – preguntó Rukawa.

- Sí, el sábado en casa de Brian – contestó Michael – Vendrás, verdad?

- No lo sé, ya sabes que me da mucho corte…

- Pero si ya conoces a la mayoría de mis amigos. Por cierto, cuando me presentarás a los tuyos? Les he visto en la entrada.

Rukawa no contestó. Cómo decirle que sólo eran compañeros de equipo y que en verdad no tenía un solo amigo?

- Te avergüenzas de mí? – preguntó el chico rubio.

- No! – exclamó Rukawa – Claro que no…

- Entonces invita a alguno a la fiesta.

- No creo que les interese… además yo no he dicho que vaya a ir.

De pronto Michael detuvo el coche a un lado de la calle.

- Qué pasa? Ya hemos llegado? – preguntó extrañado Rukawa. Era una calle muy oscura y vacía, no parecía que por allí cerca hubiera un restaurante como el que le había descrito Michael.

- Sabes que estás muy sexy con el pelo mojado? – preguntó Michael acercándose a él y acariciándole el rostro.

Rukawa se ruborizó. Aún no se acostumbraba a esas salidas de Michael. Cerró los ojos para disfrutar al máximo esa caricia, pero los volvió a abrir cuando sintió la mano del chico rubio en su entrepierna.

- Ey… - exclamó.

- Shhhh – susurró Michael – No pasa nada.

Con manos hábiles le desabrochó los pantalones y sacó el ya erecto miembro de Rukawa del interior de sus calzoncillos. Sin perder tiempo empezó a masajearlo con firmeza provocando numerosos gemidos por parte del chico moreno, quien se aferraba con fuerza a ambos lados del asiento.

- M-me voy a correr ya… - jadeó Rukawa después de unos minutos.

Michael se sacó un pañuelo de papel del bolsillo y cubrió el pene de Rukawa con él impidiendo así que manchara los pantalones. Mientras Rukawa se recuperaba medio desvanecido en el asiento Michael arrancó de nuevo el coche en dirección al restaurante.

- Entonces vendrás a la fiesta? – preguntó Michael muy sonriente.

- Si me lo pides así… - contestó Rukawa devolviéndole la sonrisa.



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