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Eien no Kage por RiSaNa_Ho

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Notas del capitulo:

Hola, espero que les guste el capi n.n

IV. Las ambiciones de la damisela

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By RiSaNa_Ho

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…oooO*Oooo…

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Después de caminar varias horas en medio del bosque por fin llegaron al pueblo. Aquel en donde unos días atrás Naruto anduvo deambulando solo antes de encontrarse con Orochimaru. En ese momento recorrían las calles empedradas cerca del centro, perdiéndose entre la multitud de gente que asistía al mercado improvisado de la tarde. Durante el resto del trayecto Sasuke no volvió a hablar, omitiendo el hecho de haberse quedado parado a mitad del camino. El mayor parecía pensativo. Sin embargo, el rubio notaba que sus ojos brunos no perdían de vista sus acciones. Cómo si el cazador quisiera atravesarlo y entrar en sus pensamientos; una sensación incomoda para los dos.

Decidieron regresar al pueblo para perder de vista a los hombres que les seguían los pasos. No estaban seguros sobre ellos, les pareció extraño haberlos perdido tan fácil. Trataron de no darle importancia y seguir su camino. Tenían cosas más importantes en que concentrarse.

Por otra parte, a las personas no les sorprendía ver a un cazador entre ellos -el símbolo del clan Uchiha que Sasuke portaba en su chaleco no pasaba inadvertido-, Naruto prefirió colocarse nuevamente la capucha de su capa, cubriendo su inusual color de cabello, pasando desapercibido. Ningún aldeano les prestaba atención, cada uno concentrado en sus propias tareas, ignorando a los forasteros que eran comunes en ese lugar; la mayoría pasaba a descansar, surtirse de víveres o a pedir indicaciones para dirigirse al puerto o a la montaña. Para ellos un día común como cualquier otro.

No obstante al pasar por un puesto de frutas, las tripas del rubio gruñeron, causando que Sasuke lo notara, alzando una de sus cejas. Naruto llevó ambas manos al estomago con la cara roja. El moreno dejó de mirarlo para volver su vista al frente.

—Comeremos antes de seguir.

No fue una pregunta, ni tampoco pedía una opinión, la oración sonó a una orden en voz grave que no dejaba contradecir. Buscó con la mirada un lugar para comer, y al poco rato diviso una casa de madera con un cartel de comida. Caminó hasta entrar en la pequeña taberna. Naruto dudó acompañarle, pasando unos minutos terminó entrando. Parecía seguirlo sin problema; error, el ceño fruncido y la mala cara que poseía bajo la capucha decía todo lo contrario. Podría tener hambre pero no aceptaría la lástima del cazador.

Uchiha paseó hasta sentarse en una de las mesas más alejadas. Una joven moza llegó para colocar una bandeja de pan y una jarra con agua. Ella le sonrió escuchando las parcas palabras de moreno pidiendo la comida. La mujer se retiró un poco nerviosa ante la mala mirada de Uchiha, pensó que era guapo, pero esa mirada le causó miedo. Naruto entró al poco tiempo, tomando un lugar enfrente al otro.

—No necesito de la caridad de un cazador-ttebayo —sus palabras sonaron como un susurro molesto, bastante audible para el mayor.

Sasuke rió de medio lado antes de contestar.

—¿Quién dijo que yo te alimentaría? No comparto mi comida con cualquiera.

—Tampoco esperaba que un Hantā tuviera buen corazón.

Uchiha entrecerró los ojos con molestia.

—¿Y me lo dice un demonio?

—¿Un asesino tiene mejor palabra que un "animal"-ttebayo?

—Tienes razón, un asesino como yo, no está a la altura de un animal salvaje.

Naruto clavó sus ojos azules en el rostro del moreno, detallando esa sonrisa prepotente que tanto le comenzaba a fastidiar. No soportaba tenerlo en frente. De un brusco movimiento se levantó de la silla, provocando que ésta callera hacia atrás por la repentina sacudida. Apretó los puños y sus colmillos salieron a relucir. Debía controlarse, aunque las palabras de Uchiha le molestaran al compararlo con un salvaje, no podía darse el lujo de revelar su verdadera identidad antes las demás personas. Para su buena suerte, su malestar fue interrumpido por la voz de la joven moza. La mujer regresó con una bandeja llena de comida; un gran trozo de carne ahumada, verduras cocidas, pan y una botella de vino. No parecía mucho, pero en ese instante asemejaba un banquete para sus ojos. Al tener sus sentidos más sensibles por ser un Kemono, Naruto tragó grueso al percibir el delicioso aroma. Tenía casi un día sin comer, pero no le daría el gusto a Sasuke de humillarse por un trozo de carne y un trago de vino. Prefería ir a la basura antes de comer en la misma mesa.

—Que disfrutes tu comida, bastardo.

Namikaze volteó con rapidez, comenzando a caminar a la salida. Uchiha pasó su vista de la espalda del demonio a la enorme cantidad de comida sobre su mesa. En un principio tuvo la idea de compartir sus alimentos con ese Kemono, pero sus palabras le habían molestado bastante. ¿Qué sabía él de asesinos? Su apetito quedó olvidado por un segundo al verse solo. No le importaba. No le interesaba nada relacionado con el áureo. Cortó un pedazo de carne, llevándolo a su boca para masticarlo, sintiéndolo simple y desabrido.

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S&N

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—Maldito bastardo, ojala y se atragante con un pedazo de carne, y se muera-ttebayo —refunfuño molesto mientras esperaba sentado afuera del local.

Su estomago volvió a gruñir. En verdad tenía hambre, pero no contaba con dinero para comprar nada. En el bosque cazaba, en el pueblo -en donde se necesita de un intercambio monetario- le era difícil subsistir. En momentos como ese extrañaba su hogar, y la comida caliente de su madre. Deseaba encontrar pronto su objetivo, alejarse de esas personas y seguir viviendo tranquilo. No odiaba a los humanos, aunque tampoco se fiaba de ellos. Pasó media hora en la misma posición, podía irse y dejar atrás al bastardo cazador mientras se atragantaba. Algo le detenía. Posiblemente el hecho de encontrar "eso" olvidado que ambos compartían.

—Toma.

La repentina voz de Sasuke lo sacó de sus pensamientos. Naruto alzó la mirada, viendo que el moreno le aventaba una bolsa de papel. Namikaze logró atraparla a tiempo antes de dejarla caer al suelo, frunció las cejas al percibir el olor a comida. Lo que le faltaba, que lo considerara un perro para que comiera sus sobras.

—¡Ya te dije que no quiero tu lastima, ni mucho menos tus sobras!

—No son sobras, idiota. Y no es gratis, esa comida a cambio de algo que necesito saber.

Un gesto desconfiado se reflejó en las facciones del menor. Sasuke lo pensó por largo rato antes de encontrar una forma para que el rubio aceptara la comida. Su orgullo era demasiado grande, y era la primera vez que hacía esas cosas por otro ser vivo. Además no saldría con las manos vacías.

—¿Algo que deseas saber-ttebayo?

Uchiha sólo asintió.

—¿Qué?

—Todo sobre Kurama.

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S&N

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En un par de horas buscaron una posada retirada del centro del pueblo. Encontraron una sencilla, cómoda y barata. A Sasuke no le importaba el dinero, la fortuna de su Clan era cuantiosa, y el dinero que le pagaban los aldeanos por eliminar algunas bestias le ayudaba mucho. En esos días los ataques de Kemono eran poco comunes, pero siempre había otros demonios que asechaban los bosques y los cultivos. Habría podido pagar algo mejor, aunque dudaba que Namikaze aceptara ir con él. No que le preocupara, sólo era precaución.

Debían descansar antes de tomar una decisión de su destino. Su meta común seguía siendo el encontrar sus "recuerdos y memorias", pero aún no sabían por cual lugar comenzar. Además, la conversación sobre Kurama seguía pendiente. De mala gana, Naruto aceptó la comida a cambio de información, sólo necesitaban el momento indicando y un lugar sin interrupciones. Después de la comida y durante la búsqueda del alojamiento, ambos permanecieron distraídos. En la posada fueron recibidos por una anciana. La propietaria del lugar los llevó hasta la habitación, en esos días tenía todas las habitaciones ocupadas, ellos sólo consiguieron una. El cuarto era bastante sencillo, acondicionado con dos camas individuales, un pequeño buró con una vela y un par de sillas.

Al entrar, Namikaze ocupó una de las camas, sentándose y sintiendo lo duro de ésta. Su cuerpo estaba ahí, pero sus pensamientos parecían indagar en otro lugar. Aceptó la propuesta, no sólo por la comida, sino para frenar un poco la curiosidad del cazador. Sasuke no se quedaría tranquilo hasta saber todo, y eso sería mucho peor. Tampoco tenía pensado decirle la verdad, sería como sujetar la espada de Uchiha y colocarla directo en su corazón. No podía decirle que Kurama residía en su interior, y que éste sólo despertaba cuando su vida corría peligro. Podría parecer despistado y un tanto confiado, pero no un idiota ni suicida. Sólo le contaría la parte neutral de la historia. No sin antes tantear el terreno, terreno muy peligroso.

—¿Por qué?

Preguntó de la nada al ver que Uchiha cerraba la puerta.

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué quieres saber sobre Kurama?

Naruto no había olvidado la mueca de inquietud en el rostro de Sasuke cuando pronunció el nombre de Kurama. Le pareció rara la acción del cazador al detenerse de repente. Por un momento pasó por su cabeza que Uchiha conocía al demonio zorro, pero eso sería imposible. Sólo unos cuantos sabían de su existencia.

Sasuke permaneció callado por unos segundos, jaló una de las sillas hasta colocarla frente a Naruto, la puso en sentido contrario sentándose con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre el espaldar. Sus ojos brunos se concentraron en los orbes añiles del rubio, quien le sostuvo la mirada. Observándolos de esa manera, recordó esos rojos irises felinos sustituyendo al azul, el chakra rojo cubriendo su cuerpo y la voz gutural saliendo de su garganta. Seguía sin comprender los trozos entrecortados de los recuerdos que su subcontinente parecía ofrecerle en momentos críticos. La respuesta a la pregunta de Naruto sería esa; conocer la razón del odio que ese ser sobrenatural desprendía contra él. No obstante, omitió dichos detalles contestando con una mentira.

—Quiero entender porque lo buscan.

La respuesta no convenció del todo al Kemono, pero tampoco podía reclamarle tal razón. Soltando un suspiro resignado, se acomodó en su lugar para comenzar a hablar.

—Es una leyenda que pocos saben, los humanos no conocen mucho de ella, pero nosotros sí.

—¿Una leyenda?

Con un movimiento afirmativo continuó a contarle.

—Hace mucho tiempo existían nueve espíritus que protegían la tierra, y vivían en armonía con los Kemono. Nosotros los venerábamos como deidades, ellos fueron los que crearon el bosque Kinshi; nuestro hogar. Durante mucho tiempo fue así, hasta los humanos fueron atraídos por la prosperidad del lugar. Ellos ambicionaron su poder, despertando la avaricia de esas personas. Rikudou sennin, el padre de esas deidades decidió sellarlos para que los humanos no obtuvieran ese poder. No conforme con eso, Rikudou decidió hacer una barrera alrededor del bosque. Y Kurama es el nombre del espíritu zorro de nueve colas, el más fuerte…

—¿En dónde está ahora?

—Nadie sabe en donde se encuentra-ttebayo. Es sólo un mito.

—¿Y por qué preferiste salir corriendo?

La historia parecía tener ciertos tintes de verdad, aunque sonara fantasiosa. Tal vez la barrera en verdad existía, siendo el refugio de esos demonios. Sin embargo, Sasuke no le creía por completo. Indagando en su memoria -la primera visión que tuvo-, recordaba muy bien el nombre de "Kurama" salir de sus propios labios. «¿Está dentro de ti?» Quiso preguntarle, pero estaba seguro que sólo pondría en alerta a Namikaze y huiría de él al verse descubierto. No le convenía si quería terminar con su maldición.

—Los únicos que saben sobre la leyenda somos nosotros, es lógico que quieran capturar a los Kemono para que les digamos sobre él-ttebayo.

La afirmación de Naruto le hizo regresar de sus cuestionamientos. Namikaze no podía engañarlo. Si la existencia del Kyuubi resultaba ser cierta, los cazadores harían lo que fuera por capturarlo. No sólo los cazadores, sino cualquier persona ambiciosa de poder. Pero existía otra frase que para Uchiha carecía de sentido, una oración que salió de sus labios, palabras sin lógica o significado: "¿No sería hilarante e irónico, que llevaras dentro de ti a un Uchiha?" ¿A qué se refería con esa oración? Una cuestión más que esperaba descubrir pronto. Levantándose de su lugar, decidió dar por terminada la conversación, siendo consciente que Naruto no le diría nada más.

Él buscaría esas respuestas por sus propios medios.

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El hombre empujó a la mujer dentro de la tienda en un brusco movimiento, haciendo que ella cayera de rodillas en el centro del lugar. La rubia alzó la cabeza con rapidez mirando el rostro sonriente del tipo, le clavó la mirada como puñales pero el sujeto sólo sonrió más.

—Ni intentes escapar, dulzura. El lugar está rodeado y los demás querrán "estrenarte" —advirtió divertido antes de salir de la carpa.

Una vez estando sola, el fuego de las velas le permitió ver a su alrededor. A pesar de poseer la carpa más grande del campamento, en el interior era demasiado sobria. Contaba con un amplio catre, una mesa en donde permanecían varios papales, una silla, un baúl en una esquina y otra mesa pequeña con algunos recipientes. Con dificultad se puso en pie, hizo un gesto de dolor al sentir el nudo apretado de sus muñecas, aquellos hombres no se compadecían a la hora de jalarla. Seguía con las manos atadas, pero fue un error no atarle los pies. La consideraban una persona débil que no servía para nada. Frunció el ceño mirando la entrada de la carpa, ya se vengaría después de ellos. Ocuparía esa oportunidad para realizar lo necesario.

Deidara atenuó su oído, percatándose que la voz de Uchiha aún se escuchaba a lo lejos gritando ordenes. Sonrió al acercarse a la mesa más pequeña que funcionaba como comedor. Miró con agrado la botella de vino y de agua. Perfecto. Rebuscó entre sus ropas una pequeña botella que sacó de inmediato. Con dificultad logró abrirla y cuidadosamente colocó varias gotas en ambos líquidos. Una vez que el veneno estuvo dentro de los recipientes, decidió realizar su segundo y más importante movimiento; buscar información. No quería parecer sospechoso al mover todas las cosas antes de que Uchiha llegara, así que esperaría el movimiento adecuado.

Sonrió. Nadie sospecharía de ella, sólo era una mujer inútil y débil.

Nadie sospechaba que bajo esos trapos, ese largo cabello rubio y esa bonita cara, se ocultaba un hombre astuto. Su aspecto andrógino muchas veces logró humillarlo, pero con el paso del tiempo y con las "personas indicadas" supo darle un mejor uso; un espía fue su mejor opción.

Él ni siquiera pertenecía a la aldea que fue quemada, sabía que los hombres del moreno atacarían el lugar. Justo un día antes llegó como una "viajera" en busca de alojó. No fue coincidencia que ella le pidiera al líder de los aldeanos que fingiera entregarla en contra de su voluntad a cambio de la vida de los pequeños. Aquellos hombres idiotas habían caído en su propia trampa. Volvió a sentarse en un rincón, agachando la cabeza y haciéndose un ovillo. No pasó ni media hora cuando la tienda volvió a abrirse, dejando pasar al moreno.

Itachi entró a la carpa, desabrochando su gabardina. Apenas puso un pie dentro del lugar pasó su mirada por todo el alrededor, encontrando lo que buscaba en una esquina, encogida en un ovillo y temblando de miedo. Le pareció extraño dicha actitud, si una hora antes parecía acribillarlo con la mirada. Suspiró imperceptiblemente, yendo hasta su catre y dejando caer la prenda. A un lado estaba la mesa pequeña, tomó la botella sirviéndose un poco de vino. Lo miró por un segundo antes de tomar la copa y menearla ligeramente. Vio de reojo como ella temblaba. Caminó hasta ella, agachándose a su altura y levantando su barbilla para contemplar mejor sus facciones, pasando uno de sus dedos por sus secos labios.

—Tengo que ser caballeroso, tómalo tu primero.

Deidara abrió ligeramente los ojos al escuchar la petición, Itachi dejó de tocar su rostro para sujetar sus manos atadas y colocar la copa entre ellas. Por un instante sus ojos azules recayeron sobre el líquido rojizo. Reprimió un gesto desesperado, llevando el cáliz hasta sus labios. Sin embargo, en un rápido movimiento derramó el contenido sobre la cara de Itachi, aprovechando el descuido para levantarse y huir de ahí. Para su mala suerte, no contaba con los buenos reflejos del mayor, quien lo sujetó con rapidez del brazo, haciendo presión y jalándolo hasta su cuerpo. Le tiró en el catre, presionado sus brazos sobre su cabeza y subiéndose sobre él.

—Debo admitir que has sido muy astuto, mis hombres no se dieron cuenta del fraude de su "linda damisela".

Ante la repentina afirmación, el cuerpo del rubio sufrió un espasmo. ¿Cómo lo había notado? ¿Por qué no dijo nada desde el principio? Las palabras no podían salir de su garganta.

—Te preguntaras como lo supe, digamos que soy muy observador y detallista.

—¿Aprovecharas la oportunidad aún sabiendo que no soy una mujer-uhm?

Itachi se encogió de hombros restándole importancia, concentrado en algo más importante.

—¿Quién te ha mandado?

El rostro del moreno seguía serio, calmo como una característica que siempre lo distinguía, contrario a su voz, gruesa y demandante por una respuesta. No obstante, aquel gesto de superioridad no fue suficiente para amedrentar a Deidara. El rubio sonrió.

—Nadie.

Uchiha frunció ligeramente sus cejas, viendo su rostro a detalle. Por primera vez en la noche, dibujó en sus labios una mueca de sonrisa.

—Mala respuesta.

Obtendría una respuesta por las buenas o por las malas. Lo asustaría un poco, humillándolo y haciéndole sentir como la zorra que intentó aparentar. Lo besó. No con amor o algún otro sentimiento parecido, sino con una lujuria desmedida. Deidara percibió la insensata necesidad de respirar ante la presión de aquellos labios, pero la unión de aquel beso apenas le daba pequeñas porciones de aire a sus pulmones. Pretendió alejarlo sin éxito. Itachi metió su lengua, enredándola con la contraria en un brusco movimiento, haciendo que un poco de la saliva fuera derramada por las comisuras de ambos.

Le enseñaría a ese rubio que nadie se burlaba de él.

Sujetó con más fuerzas el nudo de sus muñecas, ocupando la mano libre para introducirla dentro de su ropa y acariciar la piel de su abdomen y pecho. Despejó el área de su cuello, mordiendo la piel blanca. Deidara reprimió un gemido de dolor al sentir los dientes de Uchiha clavarse con saña.

—Te arrepentirás de esto-uhm —gruñó con enojo contenido.

—No lo creo —respondió Itachi, sin dejar de acariciar su cuerpo.

No obstante un repentino grito del exterior rompió el encanto.

—¡Señor!

Itachi detuvo sus movimientos. Sus hombres no se atreverían a interrumpirlo si no fuera algo realmente importante. Acomodando su camisa, se levantó de un salto, dejando a Deidara en la misma posición.

—¿Qué sucede? —cuestionó irritado al abrir.

El hombre vio a la mujer en la cama y el aspecto desarreglado de su jefe, desvió la mirada por haber ido en un mal momento.

—Siento interrumpir, pero los hombres que fueron a investigar el lado Norte han regresado. En el camino se encontraron con dos extraños, un chico raro de cabellos rubios, que no sabemos si era un Kemono y… —dudó continuar ante la reacción del moreno.

—¿Y?

—Y otro joven con el símbolo del clan Uchiha.

La insinuación del nombre de su clan caló hondo en los sentidos del moreno.

—¿Qué haremos? —preguntó dudoso para tener la atención de Uchiha, éste pasó su mirada del hombre, al rubio que aún permanecía sobre el catre. No podía seguir perdiendo el tiempo, no sabiendo que alguien de su clan estaba cerca, y si resultaba ser su hermano sería el doble de problemas, aumentando al que estuvo a punto de poseer.

—Átale —con un movimiento de cabeza indicó al de ojos azules—, pero ésta vez de pies y manos. Tengo pendientes con ella que me falta solucionar.

El hombre asintió, entrando por completo a la tienda mientras Itachi salía de ésta. Deidara que había escuchado la conversación olvidó por un segundo lo que Uchiha estuvo a punto de hacerle, concentrándose en los datos obtenidos.

Debía buscar la forma de salir de ahí.

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Acomodándose sobre su cama, Sasuke se recostó contra el respaldar con los brazos detrás de su cabeza. Cerró los ojos concentrarse en recordar cualquier cosa. Sólo unos minutos pasaron antes de quedarse dormido en la misma posición.

«En medio del camino un grupo de cinco hombres enmascarados lo atacaron. No tuvo dificultad para noquearlos a todos ellos, pero el sexto sujeto que apareció de la nada le dio más batalla. Después de un duro combate, terminó con él clavándole su espada en el estomago. No sabía de donde habían salido y poco le importó. Decidió continuar con su camino, sin embargo, el sonido de unos aplausos le pusieron en alerta. Apuntó con su espada al causante del sonido, un hombre que apareció por detrás de un árbol. Un hombre que también poseía una máscara.

—No cabe duda que eres el actual heredero del clan Uchiha.

Sasuke afiló la mirada, sin bajar su arma.

—¿Quieres tú?

El tono de voz sonó demandante. No se confiaría de ese sujeto. Éste no se inmutó por la gravedad en la voz de Uchiha.

—Digamos que alguien que requiere tus servicios de cazador —Sasuke no habló, como única respuesta activó su sharingan. El mayor soltó una carcajada divertida bajo la máscara—. Yo no soy muy paciente y veo que tú tampoco, iré directo al punto. Quiero que trabajes para mí.

—¿Por qué lo haría?

—Tienes razón, nada en esta vida es gratis, por eso pienso recompensarte muy bien.

—No me interesa.

Dio media vuelta para comenzar a caminar.

—¿Ni aunque se trate de tu hermano? —ante la pregunta los pasos de Sasuke de detuvieron, motivando al desconocido enmascarado a continuar con su oferta—, yo puedo decirte muchas cosas sobre él, en donde está, por ejemplo.

Uchiha no quería parecer un ingenuo, pero las palabras de ese tipo sonaban tan convincentes, aunadas a la inquietud de encontrar a su hermano, resultaba en un punto débil.

—¿Qué tengo que hacer?

—Esa voz me agrada.

El hombre enmascarado volvió a sonreír. »

Uchiha abrió los ojos de golpe, sin borrar los detalles de su anterior sueño. No un sueño, sino un recuerdo. Esa fue la forma en que conoció a Tobi, quien le pidió quemar el bosque Sacred con el Amaterasu. Una técnica que sólo poseían los usuarios del Mangekyou sharingan, y él no recordaba haberlo tenido en ese entonces. Ese detalle le confundía más. Se decía que cerca de ese bosque estaba el hogar de los Kemono, pero ningún cazador había podido encontrarlo. Si llevaba a Naruto con Tobi… ¿éste le daría las respuestas a sus preguntas?

Sin embargo sus cavilaciones fueron interrumpidas por el portazo que dio el menor al entrar a la habitación, había ido al baño antes de disponerse a descansar.

Naruto ignoró la presencia del moreno, quitándose la capa para poder dormir. Sin la gran prenda sobre él dejó ver la figura de su complexión. Desde la cama -en su misma posición- Sasuke no perdió detalle. Delineando con la mirada aquel cuerpo delgado con músculos firmes. Recorrió de arriba a bajo, aprovechando que le daba la espalda, notando sus piernas largas y su espalda delgada. Arrugó su entrecejo al descubrirse ante tal actitud. Ni él mismo sabía porque no despegaba sus ojos del rubio.

Namikaze se sacó su camisa -estaba sucia y la dueña le había regalado otra-, dejando ver el gran tatuaje en espiral que permanecía en su estomago al rededor de su ombligo. Le pareció raro no escuchar a Sasuke quejarse por cambiarse de ropa en el mismo espacio. Dio la vuelta para saber la razón de su mutismo. Al estar de frente, Uchiha no pudo evitar concentrar sus ojos carbón en el espiral que residía en el cuerpo canela. Pareció hipnotizado, porque ante la sorprendida mirada de Naruto, Sasuke se levantó de su lugar, quedando a centímetros, invadiendo su espacio personal. El cazador alzó la mano pasando sus dedos pálidos delineando la espiral.

—¿Sasuke?

Un escalofrió recorrió el cuerpo del menor al sentir aquella sensación sobre él. Intentó alejarlo, soltarle un insulto o un golpe, pero su cuerpo pareció rígido ante las caricias de Uchiha.

—Te he extrañado tanto, Naruto —pronunció el moreno en un susurro.

El blondo no entendió esas palabras, pensó que sería una broma del mal gusto por parte del cazador, pero al levantar la mirada para encararlo, los ojos ébano del moreno permanecían cubiertos por los cabellos de su flequillo. No parecía él mismo, no era aquel tipo arrogante. Lo comprobó en el instante que Sasuke alzó la mirada. Naruto sintió que sus irises carbón se clavaron en su alma, desgarrándola hasta hacerla pedazos. Su conciencia quedó olvidada. Como si algo los poseyera a ambos.

La simple sensación de tocar sus cuerpos, deslizó su consciencia al cálido estupor de la alucinación.

—Y yo a ti, Sasuke —respondió Naruto en el mismo tono del mayor.

El cazador, siendo guiado en su hipnotismo, bajó su rostro con lentitud hasta sentir como sus labios se unían a los contrarios. Besándose no en una escena olvidada, no en un sueño o una alucinación; sólo en su realidad. La realidad de sentir sus labios unidos, de retractar el peso del tiempo y degustar el éxtasis de lo prohibido.

«—¿Un lazo maldito?

—Un lazo que nos unirá para siempre.»

Al despegar sus labios, volviendo a mirar sus ojos, percibieron como el velo blanco que nubló sus sentidos desaparecía con el sonido de sus respiraciones entrecortadas. Un sabor amargo sustituyó el dulce de unos instantes atrás. Por alguna razón, una sensación asfixiante, un hueco en el pecho y en el estomago les hizo enmudecer. Naruto fue el primero en reaccionar, separándose de él como si su cuerpo le quemara la piel. Sasuke siguió en la misma posición, ignorando el sonido de la respiración acelerada de su compañero, concentrado en apaciguar esa reciente libídine que le carcomía el alma.

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—¡Entra ahí, maldito!

El guardia metió al hombre dentro de la celda y cerró con rapidez la rejilla. A pesar de la fuerza del empujón no cayó, el prisionero bufó antes de ir directo a los barrotes a gritarle al guardia una sarta de su vocabulario vulgar. Cuando perdió de vista la silueta del guardia -y dejó de escuchar sus pasos-, suspiró resignado girando al interior. Vio a otro par de sujetos que permanecían sentados en una esquina, sin otra opción fue a sentarse junto a ellos. Sin embargo, un pequeño quejido llamó su atención, no provenía de la misma celda sino del frente. No le hubiese dado importancia -parecía común en un lugar lleno de mendigos a quienes les privaron de su libertad-, pero aquel quejido salió demasiado delicado y lastimero. Al detallar la celda de enfrente se encontró con un pequeño cuerpo hecho un ovillo en el rincón del lugar, pensaría que era un hombre escuálido o desnutrido, aunque el par de protuberancias frente al pecho le decían lo contrario. Enarcó una ceja sin comprender. Uno de sus nuevos compañeros pareció darse cuenta de su pregunta mental.

—Sí, es una mujer.

El nuevo reo alternó su mirada del sujeto a su lado, al ovillo del otro lado de la reja. ¿Una mujer? No le extrañaba que esos sujetos también tuvieran mujeres como presas, pero pensaba que las tenían de sirvientas o esclavas, no esperó que alguna la mantuvieran encerrada en ese podrido agujero.

—¿Qué hizo? —preguntó curioso.

—No estoy muy seguro, creo que mató a alguien. Nadie lo sabe, casi nunca habla.

Ante la mención del "delito" el cuerpo del otro lado de la celda sufrió un estremecimiento. Ella giró levemente la cabeza hacia el par de hombres, causando un ligero brinco de asombro en el nuevo, al notar el color tenue de unos ojos claros. Su aspecto era lamentable; con ropas desgastadas, el cabello en tono marrón por tanta suciedad y el rostro cubierto de manchas de mugre. Y aún de esa manera, el sujeto pensó que la mujer seguía siendo bonita. La presa desvió la mirada al notar el escrutinio del hombre.

—Yo lo mate —susurró bajito mientras tapaba su cara con ambas manos.

Lágrimas recorrieron sus mejillas. No evitando recordar su pasado, aquel día. Aquel día que no se arrepentía.

"La fría tarde de otoño contagiaba los alrededores. El sonido de sus pasos presurosos resonaba por el silencioso bosque, siendo interrumpido por el fuerte eco de algunos gritos y voces. Entre la espesa hilera de arboles corría sin mirar atrás, su capa negra se rasgó con algunas ramas pero no importó, con ésta lograba camuflarse y perder a los sujetos que le iban pisando los talones. Una nueva ráfaga de viento helado la azotó, provocando que aferrara con mayor fuerza a su pecho, el pequeño bulto sollozante que llevaba entre los brazos. 

Cayó sobre las hojarascas del bosque amortiguando la caída con sus codos y antebrazos para no hacerle daño al bebé que seguía llorando. Si continuaba de esa manera el llanto del pequeño delataría su posición. Destapó la cobijita de color roja, colocando una de sus manos sobre la cabecita ejerciendo un poco de chakra para dormirlo. Parecía tan indefenso. No obstante su rato de quietud fue roto por el sonido más cercano de pasos y voces. Miró hacia todos lados, detallando los arboles con amplias raíces, arbustos espesos, los huecos que los animales ocupaban como madriguera, y más adelante un claro de luz. Volvió a bajar la mirada para toparse con la cara durmiente del niño y después observó hacia delante. Sabía que cruzando ese claro era el fin del camino. Apretó sus puños con fuerza. Lo había decidido, esa sería su última carta.

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Junto a sus hombres, Sasori no perdían la pista de la mujer, guiándose por el agudo sonido de los llantos del niño. Sin embargo estos cesaron desubicándolos por un segundo, pero no tardó para identificar que el área del bosque terminada. No fue difícil acorralar a la traidora, quien seguía corriendo hacia el claro de luz. Pronto acabaría su caza.

Ella llegó al filo del acantilado, con todos los hombres a su espalda, detuvo sus pasos antes de ver hacia abajo, definiendo una línea que determinaba el rio. Apretó con más fuerza el pequeño bulto contra su pecho.

«Perdónenme»

Pensó antes de dar la media vuelta y quedar de frente a sus agresores. Con los pies al filo del barranco tiró algunas piedrecillas que se desprendían de la superficie debido a su peso. Respiró hondo, clavando sus ojos verdes en los orbes miel del pelirrojo.

—Nos vemos en el infierno. A dónde me llevare a este maldito niño.

Sonrió de medio lado antes de impulsarse hacia atrás con gran velocidad, sin dejarle oportunidad a los demás para detenerla. Ellos quedaron perplejos al observar la aventurada acción de la mujer. Sasori corrió hasta el despeñadero, frunciendo el ceño al ver como el cuerpo caía sobre el agua del rio. Podría estar muerta, existía una gran posibilidad. Pero vivos o muertos, recuperaría ambos cuerpos.

—¡Quiero que todos los busquen ahí abajo!

Los hombres asintieron ante la voz furiosa del bermejo. Inquiriendo alguna vía para acceder al fondo del precipicio.

Tres días. Tres días tardaron para encontrarla, y para su desgracia; viva.

La hallaron tirada varios metros rio abajo, aferrada a la orilla por culpa del tronco de un árbol que le impidió ir más allá. Durante todo el trayecto del bosque a la fortaleza de sus captores, sostuvo con fuerza la mitad de la frazada roja, sin el bebé en ésta. Cuando llegaron, lo primero que hicieron fue llevarla delante del señor del lugar.

—¡Yo lo mate, y me alegro mucho! —gritó con fuerza al estar frente a un imponente hombre.

—No digas tonterías, mujer. ¿En dónde está?

La voz del dueño retumbó por toda la habitación. Ella sintió miedo, pero no se amedrentó. Alzó la mirada dibujando una sonrisa en sus labios.

—¡La fuerza del rio se lo llevó! ¡Me da mucho gusto que esté muerto!

El moreno sonrió de lado al ver la determinación en las facciones de la mujer, intentaba parecer fuerte pero los latidos de su corazón acelerado la delataban. Caminó hasta ella quedando al frente, las cadenas que la tenían sujetada no le permitieron moverse.

—Sabes, podría matarte en éste momento —levantó su mano aferrándola al cuello delgado, apretándolo con fuerza y alzándola ligeramente del suelo. Ella intentó zafarse sin esfuerzo. Un segundo después la soltó—, pero soy tan benevolente que te dejare con vida hasta el día que lo encuentre. Y ver tu cara de sufrimiento.

—Nunca lo encontraras, está muerto —pronunció con dificultad tosiendo con fuerza.

Él negó, indicando con una seña a los guardias para que la llevaran a los calabozos.

—No lo aceptaré hasta ver su pequeño cuerpo inerte, Sakura.

Una semana después encontraron al pequeño junto a la otra mitad de la tela roja que le cubría, pero…muerto.

Y ella siguió encerrada en el mismo lugar.

Haruno limpió sus lágrimas con el dorso de su mano, ensuciando más su rostro por la mugre. Los ojos violetas del hombre volvieron a mirarla, le parecía angustiada, no peligrosa ni desquiciada, posiblemente era su manera de soportar aquel cargo de conciencia. Él no se consideraba un buen samaritano ni protector de nadie, la vida le había enseñado a sobrevivir como fuera, pero algo en esa mujer le decía que debía ayudarla, tal vez porque le recordaba a su antigua compañera -la última vez que la vio-. Suspiró frustrado antes de levantare y acercarse hasta los barrotes.

—¡Hey, tú! ¿Cómo te llamas?

Ella lo miró sin responder, nadie antes le había hablado. Cuando decían que era una asesina todos le huían. El peliblanco era extraño.

—Yo me llamo, Hozuki Suigetsu —continuó hablando—. ¿Quieres salir de aquí?

Tanto Haruno como los otros hombres presos lo miraron con incredulidad. Suigetsu sonrió con esos dientes afilados.

—Desde un principio no pensaba quedarme en éste lugar. ¿Y ustedes que dicen? —preguntó a los demás.

Los dos sujetos negaron.

—No queremos tener problemas, si nos atrapan sería peor.

Hozuki bufó, cruzándose de brazos.

—Son unos cobardes, pero si quieren pudrirse en este lugar, quédense. Yo me largo. Oye tú, ¿quieres venir?

Volvió a preguntarle, y para sorpresa de los demás, ella se levantó.

—Sí, quiero salir —no le importaba que fuera un desconocido. Si la sacaba de ahí, ella lo seguiría. Necesitaba salir y enmendar su error—. Y no soy "tú", me llamo Sakura.

—Bien, Sakura, prepárate porque pronto nos largaremos de este agujero.

Ella asintió.

Y por primera vez en mucho tiempo, sintió un poco de paz en su atormentado corazón.

.

Continuara…

.

…oooO*Oooo…

.

.

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Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Por qué Sakura mató al bebé? Creo que aunque suene a spoiler ya tienen una idea de quién era, y creo que ya siento sus miradas acusadoras por ese detalle, pero bueno muchas preguntas y aún seguirán mas XD, por ahora espero que les haya gustado n.n

Y como siempre, y esta vez aprovechando para contestar sus comentarios, decidí agradecerles respondiendo, así que muchas gracias a: patito (a verdad me gustaría decirte que días actualizo, pero es que no tengo fechas determinadas, aunque por lo regular son los jueves y viernes), Sasukita15, tsubasahime, La Black Neko, aoi ito (gracias por el comentario, y soy mujer XD), LEGNAEL, nessichan, Karin186, sukari (tienes razón, tengo varias historias que aun no termino, pero no te preocupes que aunque me tarde, todas tendrán su final, o eso espero ¬¬), liz, kaia shirley, Natura Karma, Ryoko Sakura, Cara Amaterasu, Koguitsune y tamashiyuki.

 

Ya saben, cualquier error me avisan n.n

Nos vemos, y como siempre cuídense mucho!

Y para terminar, un review? o.O?

Gracias x leer n.n


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