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Apple and cinnamon por Rhape

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Zack escuchó murmullos poco antes de salir del elevador. Se trataba de una voz masculina que, a pesar de sonar distorsionada a través de las puertas cerradas, pudo reconocer enseguida: era Genesis.

El castaño se encontraba apoyado contra la pared del corredor y sostenía un libro abierto entre manos.

- Mi amigo, ¿ahora volando te marchas hacia un mundo al que ambos aborrecemos? Todo lo que allí te espera es un mañana sombrío. No importa a dónde los vientos te lleven, mi amigo… – hizo una corta pausa al percatarse de una mirada curiosa sobre él, entonces continuó en voz alta –… su deseo es el que porta la vida, el regalo de la diosa. Incluso si el mañana es falto de promesas, nada podrá impedir mi regreso – cerró el libro – LOVELESS, tercer acto. ¿Has leído Loveless, Zack? –

- No – contestó rascándose una mejilla. Por alguna razón se sentía avergonzado por ello.

- Es una lástima. Deberías hacerlo. Tal vez así entraría algo de cultura en esa cabeza hueca tuya – comentó en un tono casi burlón.

- ¿Aah, sí? ¡Pues tú…! – intentó replicar pero el otro interrumpió.

- Tranquilo, cachorro, no busco pelea –

- No me digas así – musitó cruzándose de brazos.

- Quería saber si estarás ocupado esta tarde – se expresó con un apenas perceptible interés que Zack ni siquiera notó por estar pensando en lo poco cortés que era el castaño cada vez que se topaba con él.

- ¿Para qué quieres saber? –

El castaño dudó en contestar, con lo que se creó un incómodo silencio durante un par de segundos.

- No hay razón –

- Entonces no tengo porqué decirte – respondió tal cual niño de kinder y pasó de él sin mirarlo. Pero al poco rato se dio cuenta de que Genesis iba tras él - ¿Me estás siguiendo? – preguntó girando la cabeza para verlo desde el rabillo del ojo.

- Eso depende – dijo con una sonrisa juguetona, aunque haciéndose el inocente – Dime hacia donde vas y yo te diré si te estoy siguiendo –

El moreno entornó la mirada ante el cinismo y prefirió caminar más aprisa para intentar perderlo entre los pasillos, pero aquello fue en vano porque el castaño no dejaba de pisarle los talones.

- ¡Deja de seguirme! –

- No lo hago. Eres un cachorro paranoico – rió.

- ¡Basta! – Zack se detuvo y dio media vuelva.

Se acercó unos cuantos pasos a Genesis y lo miró fijamente a los ojos de manera desafiante. Algo en aquellos ojos azules no le gustaron, podía percibir una especie de aura perversa emanando de ellos; tan llenos de malicia y confianza que… ¡Eso era! Seguramente Genesis tenía una especie de plan retorcido que haría caer sobre él. Pero ¡Ja! el gran Zack era demasiado listo y se percató a tiempo. ¿Pero de qué se trataría? No. Era mejor no saberlo. Así que optó por un movimiento práctico y sencillo que salvaría su integridad física: … salió corriendo, dejando atrás a un desconcertado Genesis que no esperaba una huida así.

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En la Sala de entrenamiento

- ¡Angeal! ¡Angeal! – gritaba golpeando la puerta.

- ¿Qué pasa? – apagó el sistema de simulación para que Zack pudiera entrar al cuarto.

- ¡Angeal! ¡Sé mi novio! –

- ... ¿Qué? – lo miró atónito – ¿A qué viene eso? –

- Es que, es que, es que... quiero tener fans – confesó con ojitos de súplica.

- ¿Cómo vas a ganar fans con eso? –

- Mira. Déjame te explico...- tomó aire y comenzó a hablar con calma – Hace rato que patrullaba el Sector 8, había un grupo de mujeres en círculo y me acerqué a ellas por si tenían alguna clase de problema, pero me dijeron que todo estaba bien, que siempre se reunían junto a la fuente porque se trataba de un club de fans de soldados de primera clase. Después, una chica me preguntó mi rango, mi nombre y si había hecho algo relevante. Por supuesto le conté que estuve contigo en la unidad A durante la guerra contra Wutai...pero no me creyó. Entonces dijo que yo le parecía lindo, y prometió hacer un club de fans sobre mí si me conseguía un soldado de primera clase como novio...Y tú, como eres mi maestro y mi mejor amigo... –

- Olvídalo – dijo cortante.

- ¡Pero...! –

- No entiendo esa extraña afición que tienen las mujeres por los homosexuales...- comentó ladeando la cabeza de manera desaprobatoria – Dile a Sephiroth –

- Él me da miedo... – gimoteo con cara de perrito abandonado – ¡Andaaaaa! – rogó juntando las manos – ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! –

- ... ¿Qué tal Genesis? –

- ¿Mmm? – entornó la mirada – ¿El engreído? ¡No bromees! –

- Qué lástima. Y yo que pensaba ayudarte –

Zack se volvió hacia la puerta para toparse con el fingido rostro dolido de Genesis.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? –

- Lo suficiente para escuchar tu plan – se acercó a ellos – ¿Sabes? Yo tengo muchas fans, así que, si me dejas ayudarte...-

- ¡Nada de eso! – replicó enseguida – Ya se lo pedí a Angeal –

- ¿Por qué a él y a mí no? – cuestionó molesto.

- Porque Angeal tiene una espada de metro y medio – simuló ruborizarse.

Angeal rodó los ojos y se preguntó seriamente cómo a Zack se le ocurrían tantas idioteces y cómo no se avergonzaba en decirlas.

- No lo haré, Zack. No insistas – dijo en definitiva – Tendrás más seguidoras si dejas que Genesis te ayude – sugirió.

- Lo sé – se cruzó de brazos y frunció el ceño – Pero prefiero quedarme sin fans a tener algo con él –

Genesis resopló e intentó ignorar el último comentario.

- Eres un idiota – dijo harto – Yo que te ofrezco ayuda de buena gana y tú me rechazas. La próxima vez que necesites un favor ni siquiera pienses en mí – comenzó a caminar fuera de la habitación.

- ¡He-hey! ¡Espera! – corrió tras él - ¡Genesis! –

- Son tal para cual... – pensó Angeal antes de volver a su entrenamiento.

- ¡Genesis! ¡Detente! – pidió al alcanzarlo.

- ¿Qué quieres? –

- Eeh...pues, yo...- torció la boca, nervioso –...Ni siquiera sé por qué tengo que disculparme, pero siento que hice algo que te ofendió. Así que...fuera lo que fuera que haya dicho no era en serio. Y...um... ¿Podrías perdonarme? –

-...Te invito a salir –

- ¿Ah? – parpadeó varias veces seguidas, pensando en que quizás había oído mal.

- Ya oíste. Como no has leído Loveless, tienes que me acompañes a ver la obra. Se estrenó la semana pasada pero hasta hoy tengo tiempo de verla, ¿Qué dices? –

- Pe-pero, eeh...- aquello había sido tan repentino. Suspiró - Está bien. Pero tú pagas la entrada –


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