Todo estaba en penumbras, no sé cuánto tiempo caminé hacia esa enorme luz y por más que lo hacía no lograba llegar. No me daría por vencido, tenía que llegar, tenía que buscar la forma de salir de esa negrura que me invadía hasta lo más profundo de mí ser. Caí de rodillas, estaba demasiado cansado. No sentía mis pies, pero no me importaba seguiría. Me levanté rápidamente y miré hacia enfrente, quedé completamente cegado y automáticamente puse mi mano hacia adelante, tratando de ver aquella luz cegadora.
-Takanori-Una voz retumbó en todo el abismo negro en el que había estado caminando no sé cuanta cierta cantidad de tiempo- Takanori -Volvió a repetir. La voz sonaba como unos pares de tintineos de campanillas. Era hermoso- ¿Puedes escucharme? –Pude darme cuenta de que esa voz provenía de la luz que me iluminaba completamente-.
-Sí –No podía distinguir lo que era. Tal vez todo esto era un sueño, una gran pesadilla que pareciera no tener un fin- ¿Qué eres? –Se me ocurrió preguntarle-.
-Soy tu ángel de la guarda –Sí, definitivamente era un sueño- Y no es un sueño –Pareciera como si me leyera el pensamiento- Lo hago –Contestó-.
-¿Qué? ¿Puedes leerme los pensamientos? –Pregunté incrédulo- Esto es un sueño estoy seguro.
-No lo es. Y sí, puedo leerte la mente –La luz comenzó a bajar de intensidad y así pude ver mejor. Era un hombre. Dios, ¡Era el chico que estaba afuera del cine!- Todo esto ha pasado porque tienes una misión muy importante.
-¿Misión? ¿Qué misión? –Todo esto no tenía sentido. Bueno, al menos yo no se lo encontraba-.
-Tiene sentido Taka-chan. ¿Recuerdas lo que la Señora Oyuki te había comentado hace unos días? –Mi abuela- Sí, tu abuela, haz memoria.
“-Escucha Taka -Decía mi abuela mientras bebía un sorbo de agua- Préstame mucha atención querido. Quiero que te cuides mucho, sabes, todos nosotros, los humanos, vinimos al mundo para cumplir misiones. Todos tenemos un propósito. Yo ya cumplí el mío hijo. Ahora eres tú el que está por hacerlo.
-¿A qué te refieres abuela? –Pregunté incrédulo-.
-Ya lo verás –Me sonrió y después de ese día no la vería hasta dentro de una semana-.”
-Lo recuerdo –Susurré- ¿Me dirás cuál es mi propósito en éste mundo?
-Sí, así es.
Pensé algunas cosas. ¿Cómo es que mi abuela sabía esto? Él me leyó el pensamiento y contestó rápidamente.
-Después tendremos tiempo de hablar de eso. Tal vez…
-Tú te llevaste a mi abuela Oyuki. ¡¿Por qué lo hiciste?! –La pregunta la grité fuertemente y detrás de él venía otra luz hacia nosotros. ¿Abuela?-.
-Hola hijo –Contestó era voz tan familiar que no lo dude dos veces y corrí hacia ella. La abracé fuertemente y ella me correspondió- No hay mucho tiempo Taka, tienes que hacer lo que Ur... él te diga -¿Mi abuela estaba por decir un nombre? Vaya, ¿mi ángel de la guarda tendría nombre?-.
-¿Para qué abuela? ¿Para mi misión? ¿Cómo es que me dejaste solo? ¿Por qué te fuiste? –Ella solo negó con la cabeza y me tomó por los hombros-.
-Entiende hijo, escúchalo. Es importante.
-Pero…
-Nada de peros, escúchalo –Pronto se desvaneció en aquella enorme obscuridad y me volví hacia aquel magnífico y hermoso ser- Bien, ¿qué es lo que tengo que hacer? –Pregunté sin más que decir-.
-Tienes que cuidar al ser que viene en camino.
-¿Ser? ¿Qué ser? –Terminaré en un manicomio si esto sigue torturándome así-.
-Estás embarazado Takanori -Respondió al fin- Y no terminarás en ese lugar, te lo aseguro.
-¿Qué? ¿Embarazado? SOY HOMBRE ¿De quién? ¡No he tenido relaciones en toda mi existencia! –Claro que me mandarían a ese lugar. Esto ya me estaba aterrando demasiado-.
-No te asustes, esto es importante, escúchame bien. Estás embarazado de mí. Soy un ángel, un ser especial por lo tanto puede hacer cualquier cosa que el ser humano no puede hacer, como embarazar a un hombre. –El me miró con esos hermosos ojos marrones oscuros tan suyos y yo quedé totalmente bobo. Parpadeé rápidamente mientras volvía a la realidad. Vaya, estaba embarazado-.
-¿Embarazado de un ángel? –Pregunté. ¿Acaso esto era posible?-.
-Claro que lo es Taka. Todo es posible –Inspeccioné su rostro, sabía que no mentía. Pero ahora, ¿Por qué era tan importante aquello? ¿Por qué a mí? ¿Por qué? Todo estaba desordenado en mi cabeza, como si hubiera hojas regadas por doquier y no sabría por dónde empezar. Embarazado de un ángel. Repetía de nuevo